1
como manifestación de un nuevo e inédito comienzo. Si algo predominará en estos
años será la figura del intelectual, el cual, como señala el crítico venezolano Javier
Lasarte (2005) “observa e interroga las orientaciones de los intercambios sociales,
guiado por la difícil utopía del pluralismo democrático y en nombre de ideales
revisados (…) como la “igualdad” y la “justicia” (p. 131).
El fundamento que nutre una conciencia nacional podría encontrarse en un
devenir histórico, o la historia como representación incesante en la vida política de
las sociedades. Mariano Picón Salas reconstruye ‒no solo para la historiografía
cultural latinoamericana‒, su búsqueda personal para comprender (uno de sus
libros recurre a esta palabra, Comprensión de Venezuela) la historia desde otros
territorios culturales, como lo son la (auto)biografía y el testimonio; no es casual que
su primer libro tenga por título Buscando el camino (1920). La dialéctica en él es
palpable: buscar en la ausencia / presentar esa ausencia: la historia funcionará para
Picón Salas ya no como categoría determinista para explicar el presente, a esa
categoría aplicará la sensibilidad que produce lo humano, no solo persigue
transformar el pensamiento venezolano por medio de la cultura, sino que a esa
cultura suma (otro de sus títulos Suma de Venezuela) su propia identidad, su huella.
Continuador de las preocupaciones ciudadanas de Espinal, Toro, Acosta, entre
otros, su personal manera de observar el mundo, unificado entre lo local y lo
“mundial” (cosmovisión), nos mostrará que el dilema de cualquier hombre y su
época, es nuestro dilema contemporáneo con la historia.
2
Peloponeso. Se entrevistará con notables ancianos, rogará por ayuda, se
hospedará en los palacios de Néstor, rey de Pilos, y Menelao, rey de
Lacedemonia. Al tiempo que trascurre la conversación, los reyes quedan
maravillados, entienden que el linaje de Odiseo persiste en el hijo, el niño se ha
convertido en sujeto, persona, individuo. ¿No es acaso estas analogías la
categoría mítica que utiliza Picón Salas en Regreso de tres mundos (1959)?
Ensayo autobiográfico, escritura del “yo” no deja extraviar la vinculación de los
procesos formativos que lo contienen como individuo-persona, un
reordenamiento del mundo desde la experiencia y la cultura adquirida por medio
del estudio y la reflexión. Picón Salas expresa en este libro anfibológico que
“Cada hombre, cada generación debe encontrarse con sus propios reveses, y
librar su peculiar apuesta por el destino. Solo para que un hermoso cuento que
también se llama Historia, narramos lo que a nosotros nos pasó” (pp. 528-529).
Pero contar la Historia no es igual que leerla en la biblioteca de los mayores, salir
al mundo es también abandonar un universo cercano y conocido, abandonar el
paraíso implica no recuperarlo, el precio es la atracción por los abismos
existenciales, no es casual que la cita que inicia el texto sea determinativo:
“mundo, demonio y carne” (p. 525). La existencia no puede convertirse en
inconciencia, a decir de Picón Salas es también “someter a armonía y
comprensión los instintos y el entendimiento” (p. 530).
Visto de esta manera Regreso de tres mundos nos remite a una
autobiografía intelectual pero también espiritual que recuerda un poco a las
Meditaciones de Marco Aurelio. Armonizar el entendimiento no es solo adquirir
una sólida formación cultural, es también vincular lo social con el capital cultural
del intelectual para determinar las pulsiones históricas y políticas. Con esto no
me refiero al término intelectual orgánico esbozado por Antonio Gramsci, etiqueta
que el propio Picón Salas rechazaría si se tiene en cuenta la postura política
adoptada por él: “En medio de ese furor de endemoniados que tanto derechas
como izquierda parecía acosarnos, preferí mi liberalismo ‒un poco anacrónico‒
al monopolio de la verdad y las fórmulas inflexibles que ofrecían los nuevos
empresarios de los mitos” (p. 530).
3
Picón Salas ve en el liberalismo la defensa de la libertad individual. Quizás
observará que esta defensa va en conjunción entre la palabra y la acción que es
enunciada por el intelectual como diseminación de su pensamiento. El verdadero
compromiso, más allá del orden político encarnado en el fanatismo ideológico,
deberá ser el reordenamiento de nuestra identidad nacional. En La traición de los
intelectuales (1951), Julien Benda señala que los intelectuales del siglo XIX y XX
son:
hombres que coloca su interés más allá del mundo práctico (…) al adoptar las
pasiones políticas les aporta el formidable apoyo de su sensibilidad, si es artista,
de su fuerza persuasiva, si es pensador en su prestigio moral en uno y otro caso
(p. 48).
Historia o metahistoria
4
autobiografía la historia o para que la historia permita el discurso de la
metahistoria. Por otro lado, el tiempo del discurso historiográfico y autobiográfico
es compartido, es decir, atiende el pasado, presente y futuro. Recordemos
algunos de sus títulos para leer en ellos el mismo fluir: Buscando el camino
(1920), Viaje al amanecer (1933) y Regreso de tres mundos (1959).
En Regreso de tres mundos el tiempo transcurre desde la memoria a la
historia unidas por una condición de un eterno presente. El fluir de la memoria y
la historia se unen a relaciones de semejanzas, se anula el pasado como
categoría sincrónica y se proyecta al futuro desde el ahora. Es así como describe
y compara la explotación petrolera con el proceso de la conquista; el consumismo
de los productos importados con los procesos neocoloniales de la
evangelización; los caballos de la conquista por poderosas máquinas que
perforan la tierra. Todos estos ejemplos nos hablan de la reconfiguración
constante del imaginario cultural del venezolano. Más adelante se describe el
curioso dato de una Constitución del año 1864 (no aprobada) en la que todos los
venezolanos teníamos el derecho a hacer nuestra propia revolución: habla de
nuestras contradicciones heredadas del siglo XIX republicano: dos tiempos
configurados por un mismo sujeto histórico. Héctor Jaimes en La reescritura de
la historia en el ensayo hispanoamericano (2001) nos da a entender que, a la
utilización del pronombre personal, el yo de Picón Salas termina por hablar de un
nosotros con el objetivo de cartografiar una conciencia nacional:
5
viviendo en un país sin ningún tipo de progreso intelectual. Al tratar de escoger
alguna opción entendió que la diferencia era que algunos venezolanos podían
“tomar el sol, recorrer las calles como si fuera el corredor de la cárcel, y a otros
le tapiaron el calabozo” (p. 561). En el prólogo a la segunda edición de Los días
de Cipriano Castro (1955) dice: “Me interesó la época no como suma de nombres
propios o registro de episodios infelices, sino porque desde ella podía ver algunos
rasgos de la existencia venezolana en un momento de infortunio histórico” (s/n).
Los rasgos son coincidentes entre las dos dictaduras: persecución a los
disidentes, exilios políticos, diáspora, y por supuesto, los campos de
concentración. La historia recurre al pasado desde el presente, lo (auto)biográfico
reclama un lugar testimonial, una memoria que se extiende al futuro, la
preocupación del intelectual es ver y saber la semejanza de los sucesos terminan
por confundir el ahora, que podríamos llamar futuro. En Los nombres del exilio
(1993), José Solanes explica que:
6
acá donde medita sobre una metahistoria que involucre la memoria y la existencia
como proceso formativo de una identidad nacional?
7
ubicarse en una neutralidad sin que esto represente una contradicción?
Contradicción al aceptar que el Estado pueda abolir la miseria, combatir la
pobreza y al mismo tiempo, pretenda “fiscalizar el pensamiento y meterse en ese
otro mundo inventor, poético y desasosegado, que es el espíritu” (p. 610). Picón
Salas nos muestra que eliminar la contradicción no es estar al servicio de lo
hegemónico sino al servicio de una política que contemple lo social como
oportunidad de darle un significado a nuestra existencia, al integrar a nuestro
espíritu una verdadera cultura liberadora, contraria a los vicios y defectos de una
cultura populista y demagoga. Presenta como ejemplo a los sofistas
contemporáneos: si el marxismo es la sustitución radical del poder por imposición
(violencia), el intelectual orgánico (retomo la idea gramsciana) ve en el mismo
poder la alteridad para establecer acuerdos o convenios no coercitivos que
impacten en una verdadera social-democracia. La idea de Picón Salas es muy
parecida a la Julián Benda sobre el papel que deben tener los intelectuales, no
el de un profeta-filósofo y menos un académico o clérigo; para Picón Salas el
“(…) intelectual no puede rehuir de su papel político (…) El intelectual incomoda,
entonces, porque sabe que el pensamiento y el juicio son tareas más difíciles de
lo que propala el frenético orador de plazuela” (pp. 610-611).
Regreso de tres mundos no fue bien recibido por la “sociedad de
intelectuales” representada en periodistas, grupos literarios, suplementos…
Antonio Pascuali en “El personalismo ético en Mariano Picón Salas” (1960),
indica que el libro, al ser confesión, les dio a los lectores el argumento para
señalar a Picón Salas como ejemplo no modélico de un escritor que huye al
compromiso histórico de su país. Este señalamiento contra el libro lo aprovecha
Pascuali para exponer a esos mismos críticos que al condenar el libro también
se liberan de un examen de conciencia y autocrítica de sus postulados básicos.
Para Pascuali la categoría de sujeto o individuo no se puede aplicar
filosóficamente a Picón Salas, la esencia que mejor lo define es “persona”:
persona porque se es con el otro en una comunidad organizada e
interdependiente. Mientras que la categoría de individuo aplica a una metafísica
de la conciencia, al ser que no se puede pluralizar, dice Pascuali “Persona es
8
libertad. No la libertad de indiferencia del voluntarismo metafísico, ajena a la
conciencia, ni la libertad crítica y discontinua” (p. 441). Bajo esta premisa es que
Pascuali nos da la seguridad de una ética “personal” pues para el filósofo, Picón
Salas representa al intelectual preocupado por las constantes decisiones que una
comunidad acepta sin medir el impacto de esos cambios en las nociones de
libertad y pensamiento, es decir, cómo se ve afectado ese otro:
BIBLIOGRAFÍA
9
• Benda, J. (1951). La traición de los intelectuales. Chile: Ediciones Ercilla.
• Jaimes, H. (2001). “Mariano Picón-Salas: Del yo al nosotros”. En: La
reescritura de la historia en el ensayo hispanoamericano (pp. 143-164).
España: Espiral Hispanoamericana.
• Lasarte, J. (2005). “Picón Salas: pensamiento crítico y democracia social”.
En: Al filo de la lectura (pp. 131-143). Caracas: Universidad Católica
Cecilio Acosta / Universidad Simón Bolívar.
• Pascuali, A. (1960). “El personalismo ético en Mariano Picón Salas”. En
Sardio (7), pp. 429-459.
• Pineda, R. (1989). Iconografía de Mariano Picón Salas. Caracas:
Biblioteca Ayacucho.
• Salas, M. (1983). “Regreso de tres mundos”. En: Viejos y nuevos mundos
(pp. 525-610). Caracas: Biblioteca Ayacucho.
• ‒‒‒‒‒‒‒‒‒ (1955). Los días de Cipriano Castro. Barquisimeto: Editorial
Nueva Segovia.
• Solanes, J. (1993). Los nombres del exilio. Caracas: Monte Ávila Editores
Latinoamericana.
10