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AL MUNDO HISPÁNICO
Ensayo bibliográfico
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Óscar Mazín
EL COLEGIO DE MÉXICO
BIBLOTECA DANIEL COSÍO VILLEGAS
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EL COLEGIO
DE MÉXICO
016.946
M4764v Mazín, Óscar
Una ventana al mundo hispánico : ensayo bibliográfico / Óscar
Mazín ; con la participación de Carmen Saucedo. -- México, D.F. :
El Colegio de México, Biblioteca Daniel Cosío Villegas, 2006.
377 p. ; 22 cm.
Incluye índices
ISBN 968-12-1211-8
ISBN 968-12-1211-8
Impreso en México
ÍNDICE
ESTUDIO PRELIMINAR 15
Un desafío historiográfico 16
Principales respuestas 17
La vocación de la historiografía mexicana por el mundo
hispánico 19
El mundo iberoamericano ante la Edad Media ibérica 22
Cinco ejes rectores 27
La movilidad espacial y social 28
La presencia de las ciudades 36
La vocación por el saber y la enseñanza 40
El rey y sus jueces 46
La hispanización del "otro" 54
Acceso al ensayo 61
Elaboración y agradecimientos 62
SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA 65
I. Obras e instrumentos de interés general 67
1. Obras monográficas 67
2. Revistas 83
3. Instrumentos 87
a) Atlas y diccionarios 87
b) Antologías documentales 91
c) Legislación 96
d) Repertorios iconográficos 108
e) Repertorios de historia de la imprenta 113
11
12 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
ÍNDICES
De autores 329
De títulos 341
De temas y subtemas 361
De referencias en la biblioteca "Daniel Cosío Villegas" 371
ESTUDIO PRELIMINAR
1 John H. Elliott, "La historia comparativa", en Relaciones, núm. 77, pp. 229-247.
2 Cfr. Roger Chartier, Au bord de lafalaise, l'histoire entre certitudes et inquietud^, París, Biblio-
théque Albín Michel histoire, 1998.
15
16 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
UN DESAFÍO HISTORIOGRÁFICO
3 Barrington Moore, The Social Origins of Dictatorship and Democracy, Boston, 1966; Im-
manuel Wallerstein, The Modern World System, 2 vols., Nueva York, 1974 y 1980; Perry Ander-
son, The Lineages ofthe Absoluüst State, Londres, 1974.
4 Marc Bloch, "Pour une histoire comparée des sociétés européennes", en Reme de Synthési
Historique, 46 (1925), pp. 15-50.
ESTUDIO PRELIMINAR 17
PRINCIPALES RESPUESTAS
8 Cfr. Relaciones, núm. 73, "La Monarquía española, grupos políticos locales ante la corte
de Madrid", verano de 1998. Rafael Carrasco y Alain Milhou, La monarchie catholique, París,
1998. Serge Gruzinski, "Les mondes mélés de la monarchie catholique et autres 'Connected
Histories'", en Ármales HS, 56, Ijanv-fev 2001, pp. 85-117.
9 Thomas Calvo, Iberoamérica de 1570a 1910, Madrid, Ediciones Península, 1996. Bernard
Lavallé, l'Amérique Espagnole, de Colomb á Bolívar, París, Belin Sup, 2000. Óscar Mazín, LAmérique
espagnolexvie-xvnf siédes, París, Les Belles Lettres, 2005. James Lockharty Stuart B. Schwartz,
Early Latín America A history of colonial Spanish America and Braz.il, Cambridge, Cambridge Uni-
versity Press, 1983. Richard M. Morse, El espejo de Próspero, un estudio de la dialéctica del Nuevo
Mundo, México, Siglo XXI, 1982. Francpis-Xavier Guerra, Modernidad e independencias ensayos
sobre las revoluciones hispánicas, 3a ed., México, Editorial Mapfre, Fondo de Cultura Económica,
2000. Antonio Annino, coordinador, Iberoamérica, siglo XIX. De la formación del espacio político
nacional, México, Fondo de Cultura Económica, 1995.
lOjean-Paul Zuñiga, Espagnols d'outre-mer, Emigration, métissage et reproduction sacíale á
Santiago du Chili, au 17" sude, París, Éditions de FÉcole des Hautes Études en Sciences Sociales,
2002. Cayetana Alvarez de Toledo, Politics and Reform in Spain and New Spain, The Life and
Thought ofjuan de Palafox 1600-1659, Ph. D. dissertation, University of Oxford, Trinity Term
2000. (De próxima publicación.) John H. Elliott, En búsqueda de la historia Atlántica, Las Pal-
mas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2001, 55p.
' 1 Antonio Feros, "Clientelismo y poder monárquico en la España de los siglos XVI y
xvn", en Relaciones, vol. XIX, núm. 73, pp. 17-49. Jean-Pierre Dedieu, "Procesos y redes. La
ESTUDIO PRELIMINAR 19
Una fuerte tradición nacional marcó los estudios históricos en México du-
rante los siglos XIX y XX. Nada tiene de extraño luego de que tras su disper-
sión, los antiguos dominios de la Corona de España se vieron precisados a
darse cada cual un rostro nacional a fin de subsistir. Fue aquella una gesta
de enorme trascendencia en todo el Nuevo Mundo, muy temprana en el
Occidente si consideramos que sobre todo España, Italia y Alemania atrave-
saron por serias crisis nacionalistas en la segunda mitad del siglo XIX.12 Ha-
bía, pues, que construir la nación y el Estado. La fabricación de la historia
patria fue compleja en países con sociedades multiétnicas extremadamen-
te contrastadas donde apenas 20 o 30% de la población hablaba el español
o el portugués. Ella admitió diversas tendencias en relación con el pasado
prehispánico e hispánico que hubo que "inventar" con gran imaginación y
creatividad. Por su parte la Revolución mexicana dio lugar a un rico movi-
miento cultural entre 1920 y 1950 que llevó la experiencia nacional hasta
sus últimas consecuencias en los planos filosófico, literario, artístico, histó-
rico e ideológico. Sus mejores exponentes parten de la historia nacional
pero expresan su preocupación por insertar los procesos del nuevo país en
la vertiente europea y americana.13 A partir de los años de 1940 se dieron
asimismo claros síntomas de creciente interés en ambas orillas del Atlánti-
co por una historia Ibero-Americana tales como el transterramiento de
intelectuales españoles a la Argentina y México, la aparición de revistas y la
edición en México, Buenos Aires o Sao Paulo de obras señeras.
Se emprendió también desde los años de 1970 la crítica al Estado que
emergió de la Revolución mexicana de principios del siglo xx.14 Sin em-
mencionarse: "La crisis de México", en Cuadernos Americanos, año VI, marzo de 1947 y El sis-
tema político mexicano, las posibilidades de cambio, Austin, Institute of Latín American Studies,
University of Texas, 1972.
15 Dos importantes excepciones son: Ruggiero Romano, Mecanismo y elementos del sistema
económico colonial americano: siglos XVI-XVIII, México, El Colegio de México, Fideicomiso Histo-
ria de las Ameritas, Fondo de Cultura Económica, 2004,480 p. Marcello Carmagnani, El otro
occidente: América. Latina desde la invasión europea, hasta la globalización, México, El Colegio de
México, Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 2004, 408 p.
Carlos Marichal con la colaboración de Carlos Rodríguez Venegas, La bancarrota del virreinato,
Nueva España, y las finanzas del imperio español, México, El Colegio de México, Fondo de Cultu-
ra Económica, 1999.
Un excelente ejemplo de renovación historiográfica es el seminario "España-México'
que dirige en El Colegio de México Clara E. Lida. De esta misma autora véase Una inmigra-
ción privilegiada comerciantes, empresarios y profesionales españoles en México en los siglos xixy XX,
Madrid, Alianza Editorial, 1994.
Véase asimismo el número 210 de la revista Historia Mexicana, dedicado al mundo Ibero-
americano.
16 cfr. Bernardo García Martínez, "La naciente Nueva España", en Gran Historia de Méxi-
co Ilustrada, vol. II, núm. 2.
ESTUDIO PRELIMINAR 21
. 24.
'8 Felipe Castro Gutiérrez, "El gobierno de Nueva España: un paternalismo autorita-
rio", en Gran Historia de México Ilustrada, vol. II, núm. 19, p. 362.
^Véanse a este respecto el importante artículo ya mencionado de John H. Elliott, "A
Europe oí Composite Monarchies" y el número 73 de la revista Relaciones, asimismo ya men-
cionado.
22 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
20 Cfr. John H. Elliott, En búsqueda de la historia Atlántica, Las Palmas de Gran Canaria,
Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2001, 55p. Es la dimensión africana la que según
Elliott ha proporcionado a esa historia gran parte de su renovada vitalidad. Las estadísticas
hablan por sí solas. Entre 1500 y la segunda mitad del siglo XVIII se estima que alrededor de
un millón y medio de europeos emigraron a América. En cambio durante aproximadamente
el mismo periodo, según el trabajo precursor del historiador estadounidense Curtin (Philip
D. Curtin, The Atlantic Slave Trade: a Census, Madison, 1969, tabla 39), casi cuatro millones de
esclavos fueron transportados al Nuevo Mundo: algo más de la mitad a Brasil e Hispanoamé-
rica, el resto a las colonias británicas, francesas y holandesas.
21 Paul Friedman y Gabrielle Spiegel, "Medievalisms Oíd and New. The Rediscovery
of Alterity in North American Medieval Studies", The American Historical Review, 103 (1998),
pp. 677-704.
22 Adeline Rucquoi se ocupa del trabajo de Friedman y de Spiegel, en "El historiador
sujeto-objeto", Historia a debate, Ponte Ulla-Vedra, 2000, pp. 191-198.
ESTUDIO PRELIMINAR 23
23 Henri Pirenne, Historia económica y social de la Edad Media, versión española de Salva-
dor Echavarría, México, Fondo de Cultura Económica, 1939, 267p.; Historia de Europa desde
las invasiones al siglo Xl'l, versión española de Juan José Domenchina, México, Fondo de Cul-
tura Económica, 1942, 472p., y Mahoma y Carlomagno, versión española de Esther Benítez,
Madrid, Alianza, c. 1978, 229p.
24 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
27 "Yo pedí a estos señores del Consejo [de Indias] suplicaran en nombre del rey nuestro
señor a su santidad, extendiese esta bula a las iglesias de las Indias e hice una información en
derecho que aunque breve se estimó por erudita, por la cual probé que las costumbres que las
iglesias de las Indias tienen recibidas de las de España no se han de reputar ni medir por el tiempo que ha
: que se fundaron y observan en las Indias, sino por la antigüedad y prescripción legítima e inmemorial que
llevaron de España, y que así son costumbres de prescripción legítima imnemoriable". Carta del procu-
rador Jerónimo de Cárcamo al Deán y cabildo de México, Madrid, 30 de mayo de 1611,
Archivo del cabildo catedral metropolitano de México, Correspondencia, vol. 20.
28 Los estudios de Américo Castro pusieron de manifiesto la fuerte influencia de lo judío
y de lo moro sobre la cultura hispánica del siglo XVI (Américo Castro, La realidad histórica de
España, 4a ed., México, Porrúa, 1971; Sobre el nombre y el quién de los españoles, Madrid, Taurus,
2000). Más recientemente María Rosa Menocal ha llamado la atención sobre el aspecto de la
convivencia de religiones y de lenguas en la España musulmana (María Rosa Menocal, The
Arable role in medieval literary history: aforgotten heritage, Philadelphia, University of Pennsylva-
nia, 1987). En fin, para la ya citada Adeline Rucquoi esa "sola civilización" es el fruto de la co-
existencia de varias religiones, lenguas y tradiciones (Adelina Rucquoi, I'Espagne médiévale,
París, Les Belles Lettres, 2002). "
ESTUDIO PRELIMINAR 27
Las sociedades hispánicas han estado siempre en marcha. Caben en esta mo-
vilidad expresiones y continuidades insospechadas en el tiempo largo de la
historia; desde las movilizaciones colectivas que acompañaron la "reconquis-
ta" peninsular, hasta la apertura de diversos frentes migratorios. Una de aque-
llas expresiones es el poblamiento, fenómeno que acompaña y sucede a la
conquista en diversas latitudes del mundo hispánico. Se trata de un proceso
de establecimiento y de asentamiento de aglomeraciones humanas que trans-
curre en un tiempo largo. Pero el poblamiento es asimismo un fenómeno de
frontera. Sus rasgos son perceptibles en ese umbral que está sujeto a sucesivos
avances y retrocesos. Allí no sólo tiene lugar el enfrentamiento con las pobla-
ciones autóctonas, sino también la formación compleja de nuevas sociedades.
La movilidad se entiende no sólo como movilidad en el espacio sino como po-
sibilidad de ascenso social.
Otro aspecto de la movilidad es el de la migración y sus efectos. ¿Cuánta
gente pasó a las Indias de Castilla?, ¿cómo se distribuyó en el espacio?, ¿qué
sucedió en los siglos posteriores a las independencias? Dos aspectos más pare-
En la España de los siglos XVI y xvn una gran parte del mundo rural
era incapaz de vivir sólo de la agricultura.30 Ya a causa de un bajo rendi-
miento de las labores, o de las costumbres sucesorias que daban por resulta-
do parcelas exiguas, el campesinado se vio precisado a encontrar recursos
complementarios para sobrevivir. Cada una de las soluciones a este proble-
ma —ganadería, aparcería, industria a domicilio— implicó formas específi-
cas de movilidad. Los desplazamientos repetidos acostumbraron a los hom-
bres a concebir un mundo de horizontes mucho más amplios que los de su
comunidad de origen. El desarrollo a gran escala de los viñedos en el cam-
po andaluz durante el siglo XVI favoreció igualmente un flujo de jornaleros
procedente de Extremadura. Por otra parte, los medios para hacerse de un
empleo tuvieron mucho que ver con las redes de parentesco, lo que quiere
decir que aun si ciertos miembros de una familia se asentaban en un medio
urbano, se mantenía un estrecho contacto con el campo. Los padres en el
medio rural aprovechan dichas redes para colocar a sus hijos y parientes.
Estos comportamientos suponen para Jean-Paul Zuñiga una integración
estructural de la movilidad como medio de ensanchar las posibilidades
económicas del grupo familiar. Los españoles del siglo xvn eran muy aje-
nos al encierro dentro del terruño; los puentes que les permitían acceder a
un mundo más vasto fueron la movilidad y el parentesco.
La emigración trasatlántica debe entenderse, para Zuñiga, como la
prolongación de las tendencias migratorias al interior de la Península. Iden-
tificar los espacios por atravesar e identificar las regiones de salida y llega-
da transformaba las distancias en el ánimo de los migrantes, hasta el grado
de que la geografía "mental" de éstos tuvo poco que ver con la realidad; ella
no reconoció ni océanos ni montañas, tan sólo un destino. Desde el primer
tercio del siglo XVI, un movimiento progresivo de la España del Norte, prin-
cipalmente cantábrico, tiene lugar en dirección de Madrid, la inminente
nueva capital, y en dirección de Andalucía donde Sevilla y el reino de Gra-
nada constituyen centros atractivos. Las rutas comerciales, sobre todo las
que conducen a Sevilla, alientan la movilidad. Los hombres toman los mis-
mos caminos que las mercancías. Puente nodal entre el Viejo y el Nuevo
Mundo, en la urbe del Guadalquivir la atracción de las Indias es más irresisti-
30 La caracterización de los ejes por lo que hace a los "tiempos modernos", se apoya
principalmente en Jean-Paul Zuñiga, Espagnols d'outre-mer, Emigraüon, métissage et reproduction
sacíale á Santiago du Chili, au 17e siécle, París, Éditions de l'École des Hautes Études en Sciences
Sociales, 2002. Agradezco igualmente a este autor por su consejo.
30 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
33 Hilario Casado Alonso (ed.), Castilla y Europa, comercio y mercaderes en los siglos XIV, XV y
XVI, Madrid, Diputación Provincial de Burgos, 1 995 .
34 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
del siglo xm a los cosmógrafos, humanistas y letrados de los siglos xv, xvi y xvn; de
los frailes ávidos del conocimiento de las costumbres de los indios a los criollos
ilustrados y a los funcionarios del siglo xix, precisados del conocimiento de las
prácticas jurídicas "coloniales". Los ejemplos podrían multiplicarse casi ad in-
finitum. Recuérdese la práctica de Felipe II consistente en conocer para gober-
nar, es decir en "disponer de una información segura y detallada sobre las
cosas de las Indias".
Se asocia asimismo a esa vocación por el saber, heredada de la antigüedad
grecorromana, la búsqueda y definición de las identidades en el Nuevo Mundo.
En parte como indagación sobre las raíces de las nuevas sociedades, pero tam-
bién como diferenciación y síntoma de arraigo y repliegue en el concierto de
una Monarquía "desparramada" en que las distancias respecto de la corte
madrileña se antojan cualitativamente mayores a partir de la segunda mitad
del siglo xvn.
37 Alfonso X el Sabio, Las Siete Partidas, Salamanca, 1555, Partida II, tit. XXXI, ley III y
ley VIII.
3 ^ Aquilino Iglesia Ferreirós, "La labor legislativa de Alfonso X el Sabio", España y Euro-
pa. Un pasado jurídico común, Murcia, 1986, pp. 275-599.
44 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
39 Óscar Mazín, Carmen Val Julián, En torno a la Conquista, une anthologie, París, Ellipses,
1995.
ESTUDIO PRELIMINAR 45
Edad Media tardía, las famosas "relaciones para la descripción de las In-
dias" que Felipe II pidiera respectivamente, para los reinos de Castilla y las
Indias, en 1575 y 1577.
Tradición historiográfica y curiosidad por las antiguallas dieron lugar a
grandes descripciones de la historia, las costumbres y la religión de los pue-
blos indios: materiales indispensables para la cristianización de los nuevos
subditos para cuya redacción fue necesaria la confección, por parte de frai-
les como Bernardino de Sahagún, de largos y minuciosos cuestionarios. Los
informantes, jóvenes indios previamente formados en los monasterios en el
uso del alfabeto latino y de la lengua castellana, interrogaron a los ancia-
nos a fin de obtener la preciada información de los tiempos de la "gentili-
dad", un método antropológico avant la lettre.
Hay que recordar que la empresa repobladora de los reinos cristianos
peninsulares estuvo acompañada del establecimiento de monasterios como
San Martín de Albelda, San Millán de la Cogolla o Santo Domingo de Si-
los, que constituyeron verdaderos núcleos de cultura. En contacto con los
cristianos que permanecieron en al-Andalus, los "mozárabes" emigrados al
norte se dedicaron a la copia y difusión de las obras propias de la tradición
hispánica, desde los Padres de la Iglesia y las obras litúrgicas hasta los
códigos de leyes, los autores clásicos y las gramáticas.
Esta vocación por la lengua y por una cultura de lo escrito se manifestó
en las Indias al día siguiente de su descubrimiento mediante dos tipos tex-
tuales insertos en una tradición: el propiamente lingüístico a través de la
redacción de gramáticas y diccionarios que facilitaran el aprendizaje de las
lenguas autóctonas, y otro de carácter más bien doctrinal en la forma de car-
tillas, catecismos y doctrinas, de sermonarios y confesionarios, todos ins-
trumentos para la cristianización. La gramática, presentada según la tradi-
ción isidoriana como ciencia global, y las artes dictandi, concebidas según la
tradición de Cicerón como útiles a las ciencias civiles, es decir fundamental-
mente el derecho, entran en la categoría de las obras didácticas específicas
de lo que W. K. Percival llama la "tradición gramática meridional", frente a
las corrientes especulativas y teóricas características de la Europa del Nor-
te. Según Adeline Rucquoi el interés por una enseñanza práctica del latín,
más que por un análisis de sus estructuras lingüísticas, quizás se explique por
la adopción en el siglo xm, tanto por Castilla como por Cataluña, de sus
respectivas lenguas vernáculas y su elevación al rango de "lenguas sabias"
capaces, al igual que el latín, el árabe, el hebrero o el griego, de expresar
desde los conceptos más abstractos hasta las cosas más concretas.40
Al vincular saber y lucha contra el error se echaron las bases de una alianza
entre el saber y el poder, lo cual constituye una de las características más no-
tables del mundo hispánico. Las sociedades hispánicas son herederas de una
antigua y rica tradición política y jurídica. La obra de Alfonso X no tiene paran-
gón en la Europa de su tiempo, sólo puede compararse con la de Justiniano
en Constantinopla (siglo vi), a quien seguramente Alfonso pretendió emular. En
el caso de Aragón la legislación recogida en el Libro del Consolat del Mar en el
siglo xni fue la jurisprudencia que rigió todas las relaciones comerciales en los
puertos del Mediterráneo durante dos o tres siglos. Las reflexiones de los ju-
ristas acerca del mejor gobierno en el siglo xv prepararon la vía a la escuela de
Salamanca. Los monarcas fundaron y dotaron universidades, en ellas se forma-
ron los cuadros de la administración y los letrados. Se conformó una concep-
ción del poder fincada en el derecho y una monarquía compuesta que evolucio-
nó hacia una pluralidad de estados bajo un solo soberano.
¿Cómo se mantuvo esa monarquía durante tres siglos? ¿Qué dimensión
añadió América a la experiencia peninsular? ¿Qué efectos a largo plazo tuvo
finalmente el advenimiento de los borbones a España? John Elliott ha insisti-
do en la necesidad de profundizar nuestro conocimiento de los medios que lo
hicieron posible: la organización administrativa, la capacidad de coacción y
otros recursos menos tangibles que mantuvieron la lealtad de los subditos
mediante la persuasión ideológica y la apelación a intereses individuales y co-
lectivos. Otros autores como David Brading han mostrado que en el contexto
de esos mecanismos fue el autogobierno el principio que guió a las sociedades
hispánicas en la inmensidad de las regiones del imperio. Una monarquía go-
bernada a gran distancia "por relación y noticia", según una cita predilecta
de Jean-Pierre Berthe, donde las formas de conflicto entre poderes locales y
gobiernos centrales encontraron su proyección en la historia política de los si-
glos xix y xx.
del siglo XIII, la translatio impeni habría hecho de la península Ibérica una
periferia de la cristiandad. Sin embargo las representaciones cartográficas
describieron a todo lo largo de la Edad Media un mundo mediterráneo
que seguía siendo el romano y que explica procesos tan diversos como la
recuperación territorial de las cruzadas o la difusión del derecho romano,
de la filosofía y de los textos científicos.41 Fue, pues, el Mediterráneo y los
principados ribereños, hasta probablemente mediados del siglo XVII, el ver-
dadero centro a partir del cual se organizaron en todo caso las "periferias".
La naturaleza del poder real en la península Ibérica deriva consecuen-
temente del derecho romano, revisado a mediados del siglo vil por los
visigodos bajo la influencia de grandes obispos como Leandro e Isidoro de
Sevilla. En esto desempeñaron un papel fundamental las estrechas relacio-
nes de los siglos VI y vil entre la Península y Constantinopla. El concepto
de basileus, de emperador que domina a la vez lo espiritual y lo temporal,
fue transmitido a España desde Bizancio a principios del siglo vi. Reanu-
dando con el pasado romano, los escribas del palacio calificaron de imperium
el poder de Alfonso III de León. Este concepto será por siglos característi-
co del poder real hispano. En los últimos años del siglo X aparece el título
real propio de los emperadores bizantinos, lo cual testimonia contactos con
el Oriente a través de los cristianos del sur. En Córdoba 'Abd al-Rahman III
adoptó a mediados de ese mismo siglo la etiqueta y los decorados bizantinos.
La adopción del título de basileus por Ramiro III de León manifiesta la
independencia de los imperatores totius Hispaniae frente al emperador de
romanos.
Algunos ejemplos bastan para ilustrar la evolución del imperio hispá-
nico. Los reyes de Castilla y León adoptaron desde el siglo XI este último
título. Con él reivindicaron el poder supremo fundante de una legitimidad
—la estirpe de los reyes visigodos— y de una misión, la restauración de Es-
paña. Tal reivindicación supuso dejar a los demás reyes cristianos de la Pe-
nínsula el regnum, es decir el cuidado de "regir" y administrar sus principa-
dos dentro del marco de una jerarquía política. Los siglos IX a XI fueron los
de una intensa propaganda del poder real tendiente a la "restauración" del
esplendor visigótico como programa político.
El título no era meramente simbólico, y los reyes que lo reivindicaron
pretendieron ejercer efectivamente ese imperium sobre el conjunto del terri-
torio ibérico. La victoria de las Navas de Tolosa en 1212 fue el fruto de una
estrecha colaboración entre los diversos príncipes de la Península, condu-
cidos por última vez, por el rey de Castilla. Este afán de hegemonía peninsu-
lar debe ser distinguido del afán que orientó al rey Alfonso X, entre 1256 y
41 Cfr, Adeline Rucquoi, op. cu., Historia medieval de la península ibérica, introducción.
48 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
43 Para la evolución política castellana en la Edad Media tardía cfr. Salustiano de Dios, El
Consejo Real de Castilla (1385-1522), Madrid, Centro de Estudio? Constitucionales, 1982.
ESTUDIO PRELIMINAR 51
44 John H. Elliott, La España imperial 1469-1716, Barcelona, Vicens Vives, 1993 (1a ed.,
Cambridge, 1963).
45 Jean Delumeau, Unehístoireduparadis, París, Fayard, 1992, 3 vols., Jean Milhou, Colón
y su mentalidad mesiánica en el ambiente franáscanista español, Valladolid, Seminario Americanista,
Universidad de Valladolid, 1983, 479p.
52 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
rey tenía que defender a sus subditos de las amenazas del exterior y dispensar
justicia en el interior, pues la esencia del buen gobierno residía en la im-
partición de la justicia.
La apuesta por la imparcialidad llevó a Felipe II a instalar la capital del
imperio en Madrid. Las formas de gobierno heredadas de Castilla fueron
las utilizadas por el rey para centralizar el poder. El modelo castellano le
presentó de hecho mayores posibilidades para gobernar que el aragonés o
el del imperio germánico. Le proporcionó en particular los medios finan-
cieros necesarios para llevar a cabo una verdadera política extranjera, cosa
que no brindaba la corona de Aragón donde las diversas diputaciones ve-
laban rigurosamente porque el dinero recogido en su territorio sólo se gasta-
ra en el mismo. En el imperio germánico el emperador sólo podía recurrir
a sus propios fondos, ya que los estados no le daban recursos. En fin, Castilla
no entregaba al soberano, atado de pies y manos, a los intereses locales de
un puñado de poderosos señores.
A medida que transcurrió el tiempo la monarquía de Felipe fue em-
pleando mayoritariamente un personal administrativo originario del reino
de Castilla (lo cual incluía a vascos, andaluces, gallegos o extremeños). Tra-
dicionalmente, y quizás porque la tierra no da mucho de sí en Castilla, los
castellanos se dieron más al estudio, obtuvieron títulos de derecho y se busca-
ron la vida como clérigos y letrados. Los enfrentamientos se exacerbaron
entre castellanos impuestos en los órganos de gobierno y el resto de los
subditos del imperio. Sin embargo, en los primeros años del reinado se
vislumbraron dos posibles soluciones al problema de la organización im-
perial, una castellana y otra de índole federalista. El problema, que fue
adquiriendo mayor gravedad, llegó a hacerse urgente al estallar en 1567 la
rebelión de los Países Bajos.
Especialmente desde comienzos de la década de 1580, una serie de
iniciativas de Felipe II dio lugar a nuevas prácticas políticas y a cambios en
los lenguajes políticos dominantes, en parte inspirados por un "nuevo hu-
manismo" asociado a las teorías de la "razón de estado". Su punto central
defendía la necesidad de promover la capacidad de acción independiente de
la Corona frente a los obstáculos legales y administrativos impuestos por
otros miembros del cuerpo político como los consejos del rey y las cortes
de las ciudades. Antonio Feros sostiene que un elemento central en este pro-
ceso fue la creciente participación de los "favoritos del rey", es decir de los
validos, en el gobierno de la monarquía. Ellos promovieron las nuevas teo-
rías y prácticas políticas. En las primeras décadas del siglo XVII los favori-
tos aparecieron representados como los ministros del monarca según un
lenguaje plenamente desarrollado y puesto en marcha bajo las privanzas
del Duque de Lerma y del Conde Duque de Olivares.
ESTUDIO PRELIMINAR 53
musulmanes de España no son lo mismo, por ejemplo, que los turcos, ni los
indios nahuas lo mismo que los chichimecas. Es posible que en las sociedades
hispánicas la guerra haya sido un instrumento diferenciador de primera impor-
tancia. Los judíos son, por su parte, un "otro" tan cercano que a veces se con-
funde con "uno". Dispersos por toda la cuenca mediterránea, ellos contribu-
yeron en buena medida a la trasmisión de los saberes del mundo grecorromano
mediante sus numerosos correligionarios.
Una segunda dificultad no menor es que el "otro" parece el eje o aspecto
más susceptible a la ideologización, así como a la formación de mitos y leyen-
das. Consecuentemente sus realidades son más difíciles de discernir. Europa
se distingue de los otros mundos culturales por el modo particular de relacio-
narse con el otro, es decir de apropiarse lo que percibe como extranjero. La
comparación de los procedimientos de asimilación en el mundo latino y en el
mundo árabe resulta reveladora. El latín y el griego sobrevivieron al cristianis-
mo, que se expresó valiéndose de esas lenguas. En cambio en las regiones
islamizadas sucedió lo contrario, el árabe hizo desaparecer al griego y paulati-
namente confinó al siríaco y al copto al rango de lenguas puramente cultuales,
litúrgicas.
Pero también el término de hispanización debe ser traducido a los térmi-
nos de la época que pretendemos estudiar. En los siglos xv y xvi él denota un
proceso de integración cultural sobre todo religioso. Se trata de una cristia-
nización de raigambre hispana tal y como la concibió en su momento fray Her-
nando de Talavera, el primer obispo de Granada. La cristianización estuvo
por su parte sujeta a grados y a diferencias. El bautismo no siempre basta y
hubo siempre grupos intermedios, especie de "libertos" en proceso de
cristianización, es decir aún no reconocidos socialmente como tales.
La evaluación de tales grados y diferencias se impone en el estudio de las
sociedades autóctonas de las Indias occidentales. Ora debido al peso y presti-
gio de la tradición prehispánica, ora al trauma de la Conquista, ora a causa de
la legislación, la historiografía tendió a hacer de esa población una entidad
inmutable y sólo recientemente se abordan de cerca sus transformaciones so-
cio-culturales en el tiempo y en el espacio. No pocas veces se suele hacer de las
"comunidades" del pasado un reflejo de nuestros propios afanes.
Una variante del "otro" es la del extranjero. El francés encarnó un estereo-
tipo de esta índole a partir de la Edad Media tardía. Francia no sólo era el país
más próximo, sino la única entidad que se erigía como diferente frente a Castilla,
con un repertorio de argumentos y de elementos semejante al conjunto esgri-
mido por la realeza ibérica, en particular por la castellana. Inversamente, Fran-
cia, la única verdadera frontera entre la Península y el resto de Europa, fue una
especie de correa de trasmisión, entre otras cosas de la imagen que la célebre
"leyenda negra" se hizo del poderío español en el siglo xvi. De manera simé-
trica, para las sociedades hispanoamericanas el extranjero es el angloamerica-
no, el "gringo".
En conclusión las modalidades de la convivencia son tan numerosas, los
cauces de integración cultural tan diversos y complejos, que la insistencia en
"el otro" es sólo operativa en un principio y bajo un enfoque metodológico que
nos permita comprender. No obstante, deja de serlo rápidamente porque esta-
blece una distancia que muchas veces no existió realmente sino en obras de
polémica y apologéticas.
56 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
Sin embargo una "fascinación" por un oriente cada vez más lejano, y
por lo tanto más exótico, vio la luz en forma paralela. Escritores y poetas
emplearon las formas de los cuentos orientales. Reyes y miembros de la
alta nobleza adoptaron la indumentaria y la decoración habitual de los
musulmanes de Granada. El arte mudejar fue comúnmente apreciado y la
representación de las luchas entre cristianos y moros, como en las Indias,
fue parte de las fiestas y regocijos de las grandes ceremonias. De la tradición
caballeresca de glorificar al enemigo después de haberlo vencido derivó la
sublimación de la España musulmana posterior a su desaparición.
Las sociedades multirraciales de la América española se transforma-
ron más rápidamente de lo que sus contemporáneos podían asimilar, aun
cuando en 1650 las poblaciones indias, en el nadir de su declive demográ-
fico, siguieran siendo mayoritarias. Esta transformación parece ganar la par-
tida al ritmo de la cristianización. Antes de esa fecha tanto la legislación
como los españoles evitan nombrar el mestizaje. A diferencia de la palabra
"mulato", la de "mestizo" es raramente empleada, denota vacilación a la ho-
ra de clasificar a una persona de sangre mezclada. Pero a partir de la segunda
mitad del siglo XVII la situación cambia. La necesidad de clasificar y definir
a las personas va ganando terreno, acaso ante la extensión del mestizaje en
el seno de una población en auge demográfico. Nuevas y más refinadas
categorías aparecen. Por ejemplo, si la palabra "mulato" solía bastar para
designar a todo aquel con antepasados africanos, "zambo" designa ahora a
las personas mitad indias, mitad africanas. Pero aparecen vocablos aún más
especializados que distinguen con fineza la continuidad afrohispana. Así,
la palabra "pardo" se ubica en el extremo español de la escala. Ahora bien, la
utilización de tales vocablos es sumamente variada y limitada, al grado de
jamás haber podido suplantar a las cinco categorías fundamentales: espa-
ñoles, indios, negros, mulatos y mestizos.
Y es que las fronteras se desdibujan, se acentúa la vaguedad y gana la
partida la categoría "españoles". Ya dijimos que ciertos indios en la ciudad
de México o en Lima se hacen pasar por mestizos. No es sino una primera
etapa para luego hacerse "españoles" y así alegar exención del pago del
tributo. Es la de español, y consecuentemente la del cristiano, una catego-
ría unitaria. En otras palabras, la creciente población mestiza originaria de
las Indias, tanto como la procedente de ultramar (ya sea africana como eu-
ropea) hacen que sea el sector hispánico el que aumente en cantidad y en
¡ complejidad. Es cierto que el carácter móvil de las etiquetas es más común
entre mestizos y españoles, sin embargo el fenómeno es comparable con el
resto de las categorías. Un mulato claro puede ser tenido, según el contex-
to, como mestizo o como español; un negro libre puede pasar por mulato
y un indio libre, sin atadura respecto de pueblo alguno, que viste a la espa-
ESTUDIO PRELIMINAR 61
ACCESO AL ENSAYO
Es este el primer volumen de una serie que persigue un doble fin: por un
lado, mantenernos al día de la producción historiográfica relativa a nues-
tros ejes temáticos. Por el otro, quiere dotar a los usuarios de un instru-
mento de trabajo que estimule la comparación entre las diversas realida-
des históricas del mundo hispánico.
Aquí se incluyen 549 títulos. Su inmensa mayoría consta físicamente
en el acervo de la biblioteca "Daniel Cosío Villegas" de El Colegio de Méxi-
co. Los ejes temáticos, con sus referencias, van precedidos de una sección
denominada "Obras e instrumentos de interés general" que incluye libros
monográficos, revistas, atlas y diccionarios, antologías documentales, legis-
lación, repertorios iconográficos y de historia de la imprenta. Figuran, con-
secuentemente, seis grandes secciones que identificamos fácilmente —así
en la tabla de materias como en los índices de autores y de títulos— me-
diante números romanos (I-VI). A la vez, al interior de cada sección aparecen
subtemas desprendidos de cada tema principal que hemos marcado con nú-
meros arábigos. Sólo en la primera (I) y en la sexta (VI) secciones encontra-
mos subtemas que admiten un desdoblamiento más. En estos casos se ha
asignado a los elementos derivados de dicho desdoblamiento, especie de
sub-subtema, una letra minúscula a manera de inciso.
Cada referencia bibliográfica se halla descrita, resumida y comentada.
Hemos privilegiado trabajos de investigación de los últimos quince a vein-
te años, así como grandes obras monográficas, verdaderos clásicos relati-
vos al mundo hispánico. En el caso de estos últimos procuramos indicar la
fecha de la primera edición entre corchetes. Nos interesa saber de qué tra-
tan las obras, pero también de que manera su contenido responde a nues-
tros fines. La extensión de cada comentario es, pues, variable. Los más
breves se limitan a resumir el propósito del libro y su materia. En cambio
62 UNA VENTANA AL MUNDO HISPÁNICO
los comentarios son más extensos cuando los libros asumen la especifici-
dad peninsular de los desarrollos históricos propuestos, o bien permiten
restituir los vínculos de la Nueva España, del Perú o del Brasil con la mo-
narquía católica o imperio español como unidad de estudio.
En la esquina superior de las páginas de este volumen aparece una cla-
ve numérica. Ella ubica las referencias contenidas en cada página. Lo hace
de acuerdo al siguiente orden: eje temático, subtema, inciso (sólo en los
ejes I y VI según explicamos) y número progresivo de referencias dentro de
cada subtema. El propósito de dicha clave es servir de señal, marca o indica-
dor a quien echa mano de los cuatro índices localizados al final del volu-
men. El primero es el de autores. Sus nombres se hallan enlistados en
orden alfabético por apellido. Hay quienes aparecen varias veces a lo largo
del ensayo, por hallarse repertoriadas varias de sus obras. Aparece en segui-
da un índice de títulos que incluye no sólo libros, sino artículos. También
están dispuestos en orden alfabético. Los títulos inician a partir de un suje-
to, lo que implica que las preposiciones y artículos se hallan desplazados al
final de cada título. El tercer índice toma en cuenta los temas y los subtemas
en el mismo orden en que aparecen en la tabla de materias de este libro.
Finalmente se ha incluido un índice con las referencias de la clasificación
de cada obra según su ubicación física en el acervo de la biblioteca "Daniel
Cosío Villegas" de El Colegio de México.
ELABORACIÓN Y AGRADECIMIENTOS
47 Óscar Mazín (ed.), México en el mundo..., op. cit., véase nota 28.
ESTUDIO PRELIMINAR 63
Óscar Mazín
Ciudad de México, 30 de marzo de 2005