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PSICOLOGÍA DE LAS INSTITUCIONES

Cuatro son los modelos más conocidos: (1) El psicoanálisis aplicado a las
instituciones, que en Argentina tomó la denominación de «Psicología
institucional», ligada a los trabajos de Pichón-Riviere, Bleger y Ulloa como
fundadores; R.Käes, en Francia, ha hecho recientes aportes al tema. (2) El
sociopsicoanálisis, de Gerard Mendel. (3) El socioanálisis de Lapassade y Lourau.
Finalmente, (4) El desarrollo organizacional. Dos de estos modelos son
consecuencia de los grupos-T de Lewin: El desarrollo Organizacional como una
continuación Natural a su aplicación a la industria para la formación de equipos de
trabajo y el Socioanálisis como la respuesta crítica, sociológica, a la introducción
del enfoque Lewiniano en el campo de la capacitación industrial en Francia. Los
otros modelos devienen de otro marco teórico-técnico, como una extensión del
psicoanálisis al campo de las instituciones, siguiendo el ejemplo pionero de Elliot
Jaques en Inglaterra (Jaques, 1955). En relación a la demanda social subyacente
también hay dos grupos claramente distintos: el «oficinista» del Desarrollo
Organizacional y el «transformador» del resto de los modelos. En este trabajo
revisaremos brevemente el origen histórico de estos modelos, sus características
teórico- Técnicas y metodológicas, la demanda social a la cual responden y
algunos aspectos de su práctica, amén a una comparación entre ellos.
(2) EL PSICOANÁLISIS APLICADO A LAS INSTITUCIONES
Enrique Pichon-Riviére, uno de los fundadores de la Asociación Psicoanalítica
Argentina, pasó gradualmente al campo de la psicología social y creó las
«técnicas operativas de grupo«, susceptibles de aplicación a distintos ámbitos,
entre otros a los intitucionales. El año de 1958 en que realizó la «Experiencia
Rosario», puede considerarse el momento definitorio de este proceso de cambio
(Pichon-Riviére, 1971). El modelo de los grupos operativos se preocupa de los
obstáculos al aprendizaje, que divide en epistemológicos y epistemofílicos, estos
últimos susceptibles de comprensión por medio de la teoría psicoanalítica y
resolubles mediante formas particulares de la técnica interpretativa que se salen
de la ortodoxia al descansar en el eje grupo-tarea.
José Bleger continúa este camino y genera el nacimiento de una nueva área de la
psicología: la Psicohigiene, enfocada a abordar, investigar y resolver los
problemas psicológicos de la vida cotidiana en los ámbitos de la psicología
institucional, la psicología de la comunidad y la psicología de los grupos.

En los 60’s Bleger inicia los seminarios sobre Psicología Institucional en el


Departamento de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Para él «…la
psicología institucional se inserta tanto en al historia de las necesidades sociales
como en la historia de la psicología y dentro de esta última no se trata solamente
de un campo de aplicación; no hay posibilidad de ninguna tarea profesional
correcta en psicología si no es al mismo tiempo una investigación de lo que está
ocurriendo y de lo que se está haciendo. La práctica no es una derivación
subalterna de la ciencia, sino su núcleo o centro vital; y la investigación científica
no tienen lugar por encima o fuera de la práctica, sino dentro del curso de la
misma» (Bleger, 1966). Para este abordaje propone el empleo del método clínico,
que se caracteriza por una observación detallada y completa, realizada en un
encuadre cuidadoso.
Aunado a lo anterior propone una indagación operativa, cuyos pasos sintetiza así:

(a) Observación De sucesos y sus detalles, con la continuidad o secuencia en que


se dan; (b) Compresión del significado de los sucesos y de la forma en que ellos
se relacionan o interactúan; (c) Inclusión de los resultados de dicha comprensión
en el momento oportuno, en forma de señalamiento, reflexión o interpretación; (d)
Consideración del paso anterior como una hipótesis que al ser emitida se incluye
como una nueva variable, y el registro de sus efecto lleva a una verificación,
rectificación o enriquecimiento de la hipótesis o al planteamiento de una nueva.

De esta manera se vuelve a iniciar el proceso en el paso (a), con una Interacción
permanente entre observación, comprensión y acción. Para Bleger lo más
importante que ocurre es que no solamente se pueden aclarar y rectificar
problemas y situaciones, sino que gradualmente tiene lugar un meta-aprendizaje
que consiste en que los Implicados en la tarea aprenden a observar y reflexionar
sobre los sucesos y a encontrar su sentido, sus efectos e interacciones.

Tiempo después (Bleger. 1971). plantea lo que considera «…una ley generalizada
de las organizaciones, a saber, que en todas ellas los objetivos explícitos para los
cuales han sido creadas corren siempre el riesgo de pasar a un segundo plano,
pasando a un primer plano la perpetuación de la organización como tal. Y esto
ocurre fundamentalmente no sólo para resguardar la estereotipia de los niveles de
interacción, sino fundamentalmente para resguardar y asegurar el clivaje, la
depositaclón y la inmovilización de la sociabilidad sincrética (o parte psicótica del
grupo)». Este planteo es consecuente con su definición de la existencia de dos
niveles, la sociabilidad sincrética o dependiente y la más evolucionada y procesal
llamada sociabilidad de Interacción. En cuanto a la intervención institucional
señala, en apretada síntesis: «Con gran frecuencia nuestros objetivos al trabajar
con dinámica grupai en organizaciones se refieren al análisis de las implicaciones
psicológicas de las tareas que se realizan y de la forma en que lo objetivos son o
no cumplidos, adjuntando la dimensión humana o psicológica a la labor que
realizan y a la forma en que la realizan». Continuando con el tema de la
Intervención, hace una Importante advertencia: «Cuando trabajamos en
organizaciones en psicología Institucional, la dinámica grupal es una técnica para
enfrentar problemas que son organizacionales, pero para utilizar estas técnicas
debemos contar con unas estrategia general de nuestra Intervención tanto como
de un «diagnóstico» de la situación de ia organización».
Se plantea aquí un problema epistemológico general del psicoanálisis cuando se
aplica en nuevos ámbitos, la necesidad de contar con una teoría específica del
nuevo campo de Intervención, por ej. en la terapia psicoanalítica de parejas el de
contar con una teoría acerca de ia psicodinamia y sociodinamla de la pareja
humana; y en el caso de alguna forma de análisis Institucional, la necesidad de
contar con una teoría psicológica y sociológica de las organizaciones, necesidad
que aún está insuficientemente satisfecha en este último caso.

Fernando Ulloa (1969,1977,1991) mantiene la propuesta del método clínico para


el estudio de las Instituciones, pues considera que éste permite una lectura
Integradora de todos los datos y leyes de un campo humano, al mismo tiempo que
se Interviene en él. Propone para su análisis el contexto socio-histórico en que
está inmersa la Institución y la significación y expectativa individual con que un
sujeto se inserta en la misma. Cuando los puntos de articulación
institucionales (espacio, tiempo, roles, distribución del trabajo) funcionan mal, dan
lugar a ‘fracturas’. Su metodología de Intervención está basada principalmente en
la pslcodinámica del grupo y en la revisión histórica del proceso de
institucionalización, así como en la identificación de los puntos articulares
fracturados y en el examen exhaustivo del papel que los mismos cumplen dentro
del conflicto institucional.
El modelo técnico de abordaje que propone consta de cinco puntos: (1) Orga-
nización de un grupo representativo de la institución; (2) Diagnóstico no
operacional; (3) Diagnóstico operacional; (4) Informe de tres niveles: fracturas
extrínsecas, fracturas intrínsecas, evaluación de los recursos humanos y
materiales con los que cuenta la institución; y, (5) Capacitación institucional.

El precursor de todos ellos es Elliot Jaques (1955) psicoanalista inglés de la


escuela kleiniana que desde una perspectiva puramente psicoanalítica plantea sus
hipótesis para el trabajo en instituciones, área en la cual realiza una intervención
pionera en una fábrica de cojines eléctricos donde existían conflictos de trabajo,
realizada entre 1948 y 1951 en el marco de un proyecto del gobierno laborista
inglés.
Su intervención hizo énfasis en facilitar las comunicaciones dentro de la empresa,
en clarificar las funciones y en precisar las responsabilidades. Al respecto escribió
Jaques: ‘Mi experiencia reciente me ha hecho conocer la medida en que son
utilizadas las instituciones por sus miembros individuales para reforzar sus
personales mecanismos de defensa contra la ansiedad, y en particular contra la
recurrencia de las tempranas ansiedades paranoldes y depresivas descritas
primeramente por Melanle Klein. Al relacionar el comportamiento social con la
defensa contra la ansiedad psi-cótica, no quiero de ninguna manera sugerir que
las relaciones sociales no sirven a otra función que la de este tipo de defensa. Los
ejemplos de otras funciones Incluyen la igualmente importante expresión y
gratificación de impulsos libidinales en actividades sociales constructivas, así
como la cooperación social en instituciones que proporcionan oportunidades
creativas y subllmatorlas».

Rene Kaes (1987), ha hecho recientemente algunas importantes aportaciones al


tema y ha compilado aquellos que ha considerado los estudios psicoanalíticos
más significativos en relación a las instituciones. Destaca que «…la institución es,
antes que nada, una formación de la sociedad y de la cultura, cuya lógica propia
sigue. Pero agrega: ‘La institución no es solamente una formación social y cultural
compleja. Al cumplir sus funciones correspondientes, realiza funciones psíquicas
múltiples para los sujetos singulares, en su estructura, su dinámica y su economía
personal». Más aún, ‘La Institución vincula, reúne y administra formaciones y
procesos heterogéneos: sociales, políticos, culturales, económicos, psíquicos.
Lógicas diferentes funcionan allí en espacios que se comunican e interfieren. Esta
es la razón de que puedan Inmiscuirse y prevalecer, en la lógica social de la
institución, cuestiones que provienen del nivel y de la lógica psíquicos. Esta
constituye, además, el lugar de una doble relación: del sujeto singular con la
institución y de un conjunto de sujetos ligados por y en la Institución.
Su trabajo se centra en las formaciones y los espacios psíquicos comunes que la
institución fomenta, produce y administra, a partir de las cargas que ella exige de
sus sujetos. Esta comprensión la logra mediante la introducción de varios
conceptos que funcionan como formaciones intermediarias entre el espacio
psíquico del sujeto singular y el espacio psíquico constituido por su agrupamiento
en la Institución. Considera que: «La estructura psíquica Inconsciente de la
institución es el resultado del montaje de los sujetos de la institución y determinan,
según el modo de causalidad propio del Inconsciente, los procesos psíquicos
específicos que se desarrollan en él».

Demanda social del psicoanálisis aplicado a las instituciones.


La demanda social que hizo posible la invención y posterior despliegue de los gru-
pos operativos para el trabajo institucional y comunitario en Argentina es descrita
por Ana María Fernández (1989) de la siguiente manera:

Desde su mítica intervención en el Hospicio de las Mercedes y la Experiencia


Rosario, que dieron los primeros diseños de trabajo, pueden puntualizarse algunas
diferencias. Tal vez la más significativa sea que no surgen desde los requerimien-
tos de los centros de poder institucional, ni los orienta la intención de consolidar
hegemonías Instituidas. Muy por el contrario, sus locallzaciones iniciales, como
muchos de sus desarrollos posteriores, se Implantaron en los márgenes de las ins-
tituciones o en las Intersticios de las hegemonías; en muchos casos fueron anima-
dos por marcadas utopías contrainstitucionales.

Si las latencias de una demanda social ponen en evidencia un vacío ¿a qué


urgencia del socius fueron respuesta los grupos operativos? Esta demanda por los
grupos en la Argentina (décadas del 60 y 70) se produce en un cuerpo social agi-
tado, momento de auge de las luchas populares. Gran parte de la intelectualidad
de los ’60’ se caracterizó por estar imbuida por fuertes utopías sociales. Muchos
de los profesionales del campo ‘psi’ que Implementaron estas prácticas fueron
críticos de los autoritarismos institucionales: jerarquías médico-hospitalarias,
autoritarismo psiquiátrico-manicomlal, pirámide A.P.A., verticalidad en los espacios
educativos, etc.

Junto con otras formas de abordajes grupales, como por ejemplo el psicodrama
psicoanalítico, los grupos operativos fueron instrumentos claves para el trabajo en
los espacios públicos. En tal sentido, constituyeron un fuerte anclaje emblemático
para aquellos jóvenes profesionales de la salud que luego se denominaron
trabajadores de la salud mental.

Más allá del derrotero de los grupos operativos -su propia Instltucionalización-
Interesa subrayar que desde sus consignas de ‘aprender a pensar’, ‘romper este-
reotipos’, ‘elaborar las ansiedades frente al cambio’, crearon condiciones para que
cuerpos y palabras sofocadas en las jerarquías instituidas pudieran ponerse en
movimiento, afectarse en otras formas sociales, abrir nuevos sentidos para las
prácticas colectivas.

En realidad en el surgimiento de toda disciplina hay una urgencia histórica que la


hace posible y ‘necesidades’ sociales que orientan su desarrollo; es decir, que no
hay excesivo azar en el ‘socius’…’

(3) SOCIO-PSICOANÁLISIS
Gerard Mendel, psiquiatra y psicoanalista francés, inicia en 1971 la práctica de
otro método de intervención institucional que él ha denominado sociopsicoanálisis.
Y, en palabras de su autor, «…como todas las corrientes de Análisis Social, el
Socio-psicoanálisis aparece por la convicción de quienes lo practican de que con
su disciplina van a realizar progresos con consecuencias para el medio social en
que actúan» (Mendel, 1983).

Buscaba establecer un método que lograse de manera satisfactoria la toma de


conciencia de los fenómenos sociales inconscientes, en particular de los
ideológicos. En el II Simposium de Psicoanálisis, Grupos e Instituciones, realizado
en Río de Janeiro en 1982, se diferenciaba de otros enfoques del Análisis
Institucional, muy especialmente del socioanálisis, de la siguiente manera: «…
Nosotros no procuramos desenvolver una actividad de militancia política
convencional, ni lo intentamos por medios que se conocen como directos para
cambiar la sociedad. Me apresuro a agregar que nuestra idea era la de que una
mejor toma de conciencia por parte de los Individuos de su inconsciente socio-
ideológico puede llevarlos, si lo desean, a transformar su institución y la sociedad.
Un psicoanalista no indica a sus pacientes cual ha de ser el rumbo de vida que
debe seguir en el futuro; sin embargo el paciente, al tomar una mejor conciencia
de su personalidad hará, él mismo, su elección. De la misma manera nosotros
pensamos que los individuos, teniendo una mayor conciencia de sus conflictos
socio-psicológicos, harán una mejor elección en el campo social, ideológico y
político».
Para el modelo sociopsicoanalítico existe una especie de doble personalidad en el
interior de cada individuo: la personalidad psicofamilar, que viene de la Infancia,
que se interiorizó Inconscientemente en la relación padres-hijos y que ha sido
ampliamente estudiada por el psicoanálisis, y la personalidad social, mucho más
externa, que nace cada día en nosotros, que la Sociedad produce en nosotros
principalmente a través de nuestra actividad profesional.
El método de Intervención, dirigido a este segundo nivel de la personalidad, con-
siste en la agrupación de las personas que trabajan en una institución según una
división jerárquica del trabajo, sin la presencia de alguien perteneciente a otro
nivel. Esto suele dar lugar a dos temas básicos de discusión: el cuestionamiento
de la organización o el lugar que el colectivo ocupa en ella. Se suele trabajar
durante un tiempo limitado, generalmente un año. Las áreas principales de trabajo
son el análisis de la deología y de la organización del trabajo; en este último caso,
en cada clase institucional por separado, las formas de negociación y coordinación
permanente entre las :lases Institucionales (Mendel, 1972, 1983).

(4) SOCIOANÁLISIS
Este modelo de análisis institucional tuvo como antecedentes a la psicoterapia
institucional y a la pedagogía Institucional.

En la psicoterapia Institucional se llegó a una conclusión Innovadora: ‘que en el


trabajo grupal en las instituciones psiquiátricas era la actividad Instituyente de los
pacientes el elemento propiamente terapéutico. Esto descentraba la posición del
médico. Inserto en un cuestionamiento más o menos permanente de su lugar de
poder. La autogestión de las pacientes y del hospital tenía una eficacia
terapéutica’ (Mañero, 1990). Después que los médicos introdujeron el
psicoanálisis al hospital, cambiaron su perspectiva, ‘concluyendo que el agente
terapéutico ya no es la actividad misma del paciente, sino el análisis realizado
sobre dichas actividades’. En otras palabras, se pasó de una posición de cambio
Institucional por medio de la autogestión, que Implica un cambio social directo, a
otra radicada en la actividad analítica, menos radical y de acción social indirecta.
Este dilema de procedimientos y de posturas, se repetirá una y otra vez en las
vicisitudes de desarrollo del socioanállsls. La pedagogía Institucional fue influida
primeramente por el psicoanálisis y después, de manera muy importante, por la
psicosociología de Lewln y la terapia no directiva de Rogers. Su descubrimiento
fundamental, fue ‘que el análisis de la Institución escolar desemboca,
necesariamente, en el análisis generalizado de las instituciones’ (Mañero, 1990).
La crítica central de Lapassade a los grupos T que se Introdujeron en Francia
después de la Segunda Guerra Mundial, era su reducclonlsmo afectlvista en el
perímetro exclusivo del pequeño grupo, escamoteando así la consideración de los
aspectos sociales y políticos.
Por ello el socioanálisls que naciera, antes de las experiencias de mayo del 68, de
una práctica psicosoclológlca establecida en un dispositivo grupal, se constituye
en la subversión de dicho dispositivo dándole una finalidad y una
conceptualizaclón estrictamente política, así como una orientación a la acción
directa. Mañero (1990) en relación al dispositivo socloanalítlco precisa: ‘…la base
del dispositivo socioanalítlco consiste en trastornar, descomponer el recorte
espacio-temporal de los Intercambios y del trabajo Instituidos, la desestructuración
provisoria del organigrama, la des-institucionalización más o menos profunda, de
acuerdo con las posibilidades del establecimiento y del grupo-cliente. El dispositivo
socioanalítico intentaría construir una crisis en frío de lo Instituido, de lo ya
establecido, para desmontar su funcionamiento y estructuración».
Y en relación al campo de análisis establece que: ‘El campo de análisis de la in-
tervención socioanalítica no son las personas (no se trata de un psicoanálisis en
instituciones), ni las Interacciones, ni el ‘grupo’ como objeto o Instancia de
conocimiento La agrupación que constituye al grupo-cliente se entiende como la
resultante de une cantidad infinita de determinaciones sociales que adquieren
formas y sentidos espe cíficos, determinaciones políticas cuya piedra de toque es
el Estado y que atraviesai transversalmente al grupo-cliente. Estas
determinaciones transversales actúan una sobre otras, y su elucidación se
constituye como el objeto propio del socloanálisis’.’ propone como hipótesis en
relación al campo conceptual del socioanálisis que»… es la resultante de la
transposición de un campo de análisis macro-social («institucionalista» entre la
ultraizquierda y el anarquismo) y un campo de intervención micro-
social, delimitado en el tiempo y en el espacio y esto determina la utilización y la
transformación de ciertos conceptos, la construcción de ciertos métodos, etc.»
Este campo conceptual, que no es algo acabado, se caracteriza por su enfoque
transdisciplinario «…se constituye no como una teoría, sino como una encrucijada
de nociones y conceptos de disciplinas múltiples y prácticas diversas. Quizá, si
alguna unidad pudiera encontrarse, sería en el sentido de la posición anti-
institucional de las prácticas que están en el origen de los conceptos
constituyentes del Análisis Institucional».
Dividiremos los conceptos socioanalíticos en dos grandes apartados: a) Concep-
tos para la intervención socioanalítica, y b) Conceptos sociológicos generales.

Relacionados con la intervención tenemos:

1) Análisis de la encomienda (o encargo) y de la demanda.

2) La implicación.

3) La autogestión de la sesión.

4) La transversalidad

5) El analizador (construido, natural, histórico). Pero, ojo, que esta palabra no nos
confunda con los propósitos del psicoanálisis. «El analizador es fundamentalmente
un concepto político, que devela las relaciones de poder al interior del grupo, o
entre el grupo y su medio institucional».

Como conceptos sociológicos generales tenemos:

1) La Institución.

2) La desviación (Ideológica, libldinal, organizaclonal).

3) Modos de acción:

a) Modo de acción institucional,

b) Modo de acción contra-institucional.

4) Los «efectos» (Efecto Lukacs, efecto Weber, efecto Mühlmann, efecto Heisen-
berg, efecto analizador).

5) Los grupos, como una tentativa de conceptualizarlos desde lo institucional:


a) Grupo de base,

b) Grupo de trabajo y

c) Grupo de acción.

Desglosar estos conceptos excede el marco del presente artículo, pero, además
de la obra de Lapassade y Lourau, se recomienda la lectura de las excelentes
revisiones que sobre el tema ha escrito Roberto Mañero (1990, 1992).

Demanda social del socioanálisis


En la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, Europa enfrenta el problema
de la reconstrucción bajo premisas de la modernización del aparato industrial y
del conglomerado social. La capacitación en la industria, tema nuevo en el Viejo
Continente, se realizó por medio de los grupos-T, para lo cual fueron enviados a
Norteamérica a capacitarse un grupo de profesionales franceses al inicio de los
50’s, propuesta modernizadora del Estado francés instrumentada técnicamente
por la psicosociología Lewiniana. Aún los grupos menos ligados al Estado
participaron en este movimiento y las nuevas técnicas (psicosociología,
psicoanálisis, Rogers, bioenergética) se utilizaron para cubrir objetivos diversos y
hasta opuestos. La izquierda francesa no ligada a los partidos políticos, que ha
sido la principal sostenedora del «movimiento ins-tltuclonalista». las utilizó
ampliamente en sus búsquedas contestarlas y consecuentemente, percibieron las
limitaciones que para su enfoque político tenían. Mañero (1992) destaca: ‘El
Análisis Institucional fue inventado como rebosamiento de la dinámica de grupos».
Y, antes de Mayo de 1968: «Será alrededor de la autogestión que el Análisis
Institucional construirá su proyecto político y también su perspectiva utópica». Esto
confunde al movimiento institucionalista con el movimiento francés del 68, en torno
a una ideología fundamentalmente autogestionaria. Y aquí estallarán los conflictos
alrededor de un punto de definición fundamental…» el problema de la intervención
socioanalítica como intervención de especialistas. El problema está planteado
como un dilema: esDecialista o militante». Por eso el 68 marca el fin de la época
psicosociológica del socloanálisis’ … y la entrada de lo político como medio y
como fundamento de toda teoría».

Lapassade (citado por Mañero, 1992) lo relata de manera muy vivida: ‘Participé
con mis escritos a la inmensa empresa de mistificación teórica e ideológica en la
cual participaban todos los sociólogos americanizados (es decir, de hecho, todos
los sociólogos que se reconocen como tales), los economistas, los ensayistas, los
agentes de cultura. Creí encontrar en la dinámica de grupos repensada y, por otra
parte, en lo que denominé la autogestión pedagógica, nuevos medios de lucha
para cambiar al mundo. Buscaba con algunos amigos definir un nuevo tipo de
agitador social, el análisis de las instituciones, susceptible de hacer explotar
localmente, pero de manera eficaz, los grupos y las organizaciones sociales.
Porque nos desesperábamos de los partidos y los sindicatos sobre este punto.
Mayo de 1968 confirmó nuestros análisis, queríamos establecer un nuevo tipo de
‘dirigente no directivo’ para las nuevas luchas. Proyecto confuso. Fetichlzaclón del
análisis».

En la etapa posterior al 68, el socioanálisis busca centrarse en medios y fines


estrictamente políticos y la teorización girará alrededor de los conceptos de
contrainstitución y analizador. La búsqueda, muy propia de los 60’s, era la de
lograr no escindir la práctica profesional de la práctica política, la vida privada de la
vida pública. Ideal de un intelectual socialmente comprometido «…el movimiento
socioanalítico quería imponer otra manera de vivir y de pensar las relaciones
sociales» (Mañero, 1992).

(5) DESARROLLO ORGANIZACIONAL


El modelo de Desarrollo Organizacional (D.O.) fue la continuación natural del en-
foque de los grupos-T, una vez que se comprobó que estos últimos funcionaban
muy bien con grupos de extraños (grupos artificiales), pero no con equipos de
trabajo preformados (grupos naturales). Al principio, influenciado por la ideología
de los grupos-T, el D.O. destacó las ventajas de la gerencia participativa en
oposición a los enfoques autoritarios tradicionales, pero centrándose en lo que
sucedía dentro de la dimensión humana.

Las demandas de mayor productividad en las empresas y el avance en los cam-


pos de la tecnología y de la administración han favorecido la innovación y diversifi-
cación de programas de desarrollo de persqnal pero con un cambio de énfasis en
relación a los primeros tiempos (Margulies; Raia, 1974). Dyer (1987) considera
que ‘quizá el cambio más significativo de todo el concepto de formación de
equipos ha sido el creciente énfasis sobre el método para ayudar a los equipos a
obtener resultados, a realizar el trabajo. Durante las primeras etapas se prestó
tanta atención a las relaciones entre las personas, que con frecuencia se
descuidaban los asuntos del trabajo. Hoy día, en un programa para la formación
de equipos, la mayoría de los coordinadores y gerentes se aseguran de que el
equipo mire en las dos direcciones; cómo trabaja la gente en conjunto y cómo se
realiza el trabajo. Tanto los procesos sociales como los procesos de las tareas son
importantes para el éxito del equipo». Es común que esto se evalúe en tres áreas:
resultados de la tarea, funcionalidad de los procedimientos y calidad del proceso
socio-afectivo.

En cuanto a la demanda social, este es el polo ‘oficialista’ de los grupos-T, nece-


sario en las luchas ideológicas de los EE.UU. de trans y post II Guerra Mundial
para justificar la superioridad de la democracia cuando el tema de confrontación
político-militar era países democráticos vs. países del Eje, continuado después en
el modelo de ‘Desarrollo Organizacional» diseñado para cubrir necesidades
empresariales de eficacia.
(6) DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Hay una similitud de motivaciones en las tres corrientes o modelos primero
mencionados (psicoanálisis aplicado a las instituciones, socio-psicoanálisis,
socioanálisis) en cuanto al compromiso e involucración social del profesional, sea
éste psicólogo, psicoanalista o sociólogo, influencia clara de la aspiración de un
intelectual políticamente comprometido que era una posición propia de los 60’s y
70’s. Poj contraste, hay una diferencia en cuando a las formas de abordar dicho
compromiso, en donde destacan dos posiciones básicas: a) la posición del
psicoanalista que gira alrededor de la búsqueda de la toma de conciencia como
vía, indirecta, de facilitar cambios sociales (aspiraciones claras en Pichon-Riviere,
Bleger y Mendel), y b) la posición del sociólogo, orientada a la acción política
directa, bajo un modelo de militante político, como en Lapassade, o un modelo de
consultor, como en Lourau.

En todos los modelos se carece de una teoría acabada de las instituciones. Esta
es una teoría en proceso de creación. En todas ellas, también existe el problema
de la profesionalización del servicio. En el campo psicoanalítico se hace de acuer-
do a su modelo, de ejercicio liberal de la profesión. En el campo socioanalítico,
en cambio, se ha utilizado el rol del militante político y el de el investigador
universitario.

El psicoanálisis aplicado a las instituciones utiliza la técnica psicoanalítica en sus


intervenciones, lo cual ha dado lugar a la comprensión de los problemas
institucionales de acuerdo a una cierta extrapolación de la teoría del conflicto
psíquico, y la utilización de los conceptos de psicodinámica grupal para la
intervención en los colectivos; una deficiencia ha sido quizá su énfasis en el
cambio indirecto derivado de la toma general de conciencia, con la consecuente
falta de conducción de medidas concretas y directas, despreciadas como ‘recetas’;
también se ha dado poco énfasis a los aspectos organizacionales.

En el campo del socioanálisis es donde se han efectuado algunas de las aporta-


ciones más importantes a una teoría de las instituciones, por contraste, se ha
despreciado el establecimiento de una técnica de la intervención, que ha quedado
sujeta a principios tan generales que obligan al interventor a utilizar más un
referente empírico personal que los principios operativos de una verdadera «teoría
de la técnica», dando lugar a intervenciones del tipo de un «análisis salvaje» que
no considera los procesos individuales y del grupo sujeto de la intervención, lo
cual, como apreciamos con las intervenciones de Lourau en México, suele dejar,
en muchos casos, la secuela de una ‘neurosis traumática institucional’ (si se nos
permite la extrapolación, al nivel institucional, del concepto de neurosis traumática
como un estímulo demasiado intenso en una determinada unidad de tiempo, para
lograr ser elaborado por el aparato psíquico), situación que se acentúa por una
aproximación provocadora que deviene de enfatizarse los propósitos anarquistas
de ‘estallamiento’ de la Institución, sin demasiada consideración por los ocupantes
de esa institución, lo cual, contradictoriamente, parece más autoritario que
antiautoritario. En la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo, por
ejemplo, se realizaba un trabajo sistemático de Análisis Institucional cada dos
años: 1973, 1975 y 1977 con Ulloa; 1979, autogestivo; 1981, con Lourau, (Carrillo
y otros. 1986) con tal efecto traumático que no se pudo realizar otro sino hasta
ocho artos después, en 1989, de tipo autogestivo.
Por sus propósitos políticos de estallamiento institucional, su utilización queda limi-
tada a momentos de intenso cambio social en la misma línea ideológica. Esto ha
facilitado su aislamiento en la misma Francia con una simple adjetivación: «es una
gente, es una obra del 68», lo cual habla del prejuicio exterior, pero también del
sectarismo Interior. También da como consecuencia su pobre utilización general:
en un encuentro de institucionalistas se hablaba de su demanda básica en
instituciones educativas, y habría que agregar, cada vez en menor número
(Baremblitt, 1983).

Por otra parte su idea, un tanto mística, de un intelectual comprometido


socialmente en donde se escindiera la vida privada de la vida pública dio lugar, sin
que se dieran cuenta, a la creación del fenómeno de «institución total’ bien
descrito por Goffman (1961) y otros autores en manicomios y cárceles, con todo lo
coercitivo que eso puede resultar para la persona. Los sacerdotes, son el ejemplo
más cercano de profesiones cuyo ejercicio implica este fenómeno de ‘institución
total’, que tienen que vivir todo el tiempo ‘con el hábito puesto». Esa vocación
totalizadora, no sólo de la teoría, sino también de la vida y de la praxis, falta aún
mostrar su viabilidad en la realidad. Marle Langer (1981), como fruto de su
experiencia de vida como profesional del psicoanálisis y como militante política,
pensaba lo contrario y respondía a los psicoanalistas fanáticos que sostienen que
el psicoanálisis en sí es «subversivo» y que bastaría ‘liberar el inconsciente’, para
cambiar la sociedad, algo totalmente distinto a la aspiración totalizadora: «¿Y por
qué el psicoanálisis? Porque sirve. Sirve para entenderse mejor a sí mismo y a
otro. Sirve también para entenderse mejor a sí mismo y a otro. Sirve también para
casi no mentirse más. Sirve para criar hijos más felices. Y sirve, según Freud, para
criar hijos más felices. Y sirve, según Freud, para amar mejor, trabajar mejor,
gozar mejor. Pero ojo, no sirve para cambiar el mundo. Eso hay que hacerlo de
otra manera. ¿Y después? Si lo aplicamos bien, sin duda seguirá sirviendo’.
La mira puesta en el cambio social da espacios muy limitados de ejercicio a estos
modelos, independientemente de sus específicas diferencias. Su demanda ha sido
sobre todo en los momentos de efervecencia colectiva y en los sectores más
interesados en lograr modificaciones; una demanda importante por su vitalidad
social, pero limitada en número y colocada usualmente en los márgenes.

En cambio el Desarrollo Organizacional donde domina una aproximación admi-


nistrativa y criterios de productividad y eficiencia, puede aplicarse en muy diversos
campos donde esto se requiere, por ejemplo la Organización Mundial de la Salud
(OMS) lo ha utilizado para optimizar el funcionamiento y organización de los
servicios médicos públicos, pero, sobre todo se ha desarrollado en aquellos
campos, industriales y comerciales, ligados a la afirmación del capitalismo
empresarial, más que a la promoción de utopías sociales o políticas. Quizá debido
a esta ubicación, ha sido más eficaz en la difusión, comercialización y
tecnificación, hasta en la forma de manuales sencillos de autoaplicación, lo cual le
permite extender aún más su difusión y utilización.
Para las instituciones que lo requieren este es el menú disponible. Nos faltaría,
como una tarea futura, hacer una evaluación empírica de las intervenciones
realizadas en nuestro país, para tener una visión realista de los alcances y
limitaciones de cada uno de los modelos ♦

Bibliografía
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Un pensamiento en “Diferentes modelos en el
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