Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
259
.a..,.
'·\;
<>;
•I
C,-bindo ' .
sJ. \
••
.. TWNm�•).,
.,
CatanN'r /
l• »'
,¡
S�Juu:
,o ,'
'
"1.•
80°
eo•
Uhle ( 575 ), considera uno primera época, constituido por las agru: pociones
culturcles de los pescadores primitivos del litoral; viene des pués el
período de los culturas protoides, en que incluye los grupos protoChimú,
proloNozco. proloLima y Chovin. durante los cuales se plosrricn muchas
culturas defínitívas. En tercer término coloca el desarrollo y
establecimiento del Imperio del Tiahuanaco, y por ultimo agrupa en un
cucrto período las culturas locales del litoral como Chi mú, leaChincha y
Atacama, que fueron finalmente conquistadas por los Incas.
Tello (�: SO, 553), uno de los mejores analistas de la Arqueología
Peruana, piensa que todos las cultures derivan de un tronco común
que él denomina megalítico o arcaico, de origen andino y que tiene
corno representantes las culturas del Cclleión de Huaylas, Wari, Pu
cará, el primer período del Tiahuanaco, Chcvin. Chongoyape, Paracas
y las representadas en algunos basurales de Supe y Ancón.
En segunde> lugar, coloco Tello una eto.pa de diferenciación cul tural
con el establecimiento de los grupos Mochica, Nazca y Tiohuo ncco,
que !ermina con la tercera etapa de las Confederaciones tribo les en
que se forma el llamado Imperio Incaico.
Aunque es verdad que la tesis de Tello sobre el origen andino de
íodcs las civilizaciones peruanas es una leoría discutida por muchos,
debernos recordar que constituye una excelente hipótesis de trabajo ba sada
sobre hechos arqueológicos cuidadosamente interpretados. Des de el punto
de vista cronolóqico. el arqueólogo peruano logra estable cer cuatro
edades:
La primera edad, ( 1000 o. C. O.), está representada en el norte
por la cultura ChavínKotosh, al centro por las de Paracas y Cuzco y
preInca y en el Sur por PucaráTiahuanaco. La segunda edad ( 0800 d. C.) se
desarrolla en los Andes Occidentales construyendo poblacio nes en los sitios
encumbrados, domesticando a los auquénidos y cul i vando algunas plantas
alimenticias. La tercera etapa (8001321 d. C.), localizada principalmente
en el litoral Pacífico, lleva la agricultura a su mayor apogeo y esió
reoresentcdo por las culturas Mochico Ta· llón. Chimú. Pachacarnac, Nozcc,
Chanka, y Atacama. Y la cuarta edad ( 13211532 d. C.) constituido
por la civilización del Tahuantinsu yo, gran Confederación regida por !os
Incas, de un enorme desarrollo de las ciencics politices. ero en la cual
se observa un decaimiento de las artes.
Bennelt (56), basado en el estudio comparativo de los hallazgos
arqueológicos, establece seis horizontes artísticos;
264
ANALES DE LA
i . Chavín, el más antiguo, cuyo motivo principal es un felino es
tilizado y elaborado en piedra plana tallada.
2. Horizonte blanco sobre rojo, denominado así porque en la ce· rámica s&
utilizan dibujos blancos sobre una base de arcillo roja.
res, lo que nos brinda morovillosos pruebas del gran adelanto de sus
artes textiles y metalúrgicas. Las octivídodes humanas se
especia lizan resultando un conglomerado de profesionales: gobernantes,
músi cos. mensajeros, guerreros, sacerdotes, tejedores, ceramistas,
médicos ... Se trepanaban los cráneos con un buen porcentaje de
supervivencia. "Los curonderos escribe Bennett atienden a los pacientes
median te fr!asoie y succionen los obietos que causan enfermedad".
Viene entonces el período expansionista (1001200 d. C.) en que las unidodcs
culturales aisladas marchen hccia una organizacién pol.í ticc. Hay
egresión, conquisto política y expansión en todo el teritorio de los
Andes. La culturo Tiohuoncco se difunde y ejercita su influencia
con una organización politicoreltciosa bien desarrollada.
Como corolario al período previo, viene el llamado período de los
Constructores de Ciudades, ccracterízado por tener como base la doc tr
ino política de la tecnología. Los Chimús dominan la costa y cons.
truyen la gran ciudad de Chanchán. Se establece la organización social; la
artesanía sigue avanzando; se tro bcio el metal en mayor escala; el
bronce se uttlizo para fabricar instrumentos, y el oro y la plota se usan
con fines crnamentales. Mientras tanto, en los Andes, se va plasman do
la Confederación Inccicc que pasaremos a estudiar brevemente.
CAPÍTULO II.
LA MEDICINA PRE-COLOMBINA
.. But (. ur medicine is not the medici ne, nol our religión the
religion, and there is not one medicine but nume rous and different
medicines in the diferent parts of the world and in the past, present
and future. Measuring everything wi th our everyday stan dards, we will
never understand either the past or the future". E. H. Acker cknecht
(2).
fer.::12dcd. Por otro lado, con frecuencia echaba mano de una terapéu
tico. más racional procediendo a la aplicación de remedios loco-dolenlí,
practicando el masaje, la succión o la sangría, administrando una pur ga,
colocando un enema, inmovilizando un miembro fracturado, etc.
Han sido múliiples los substancias de valor terapéutico re:::.l o Iicti cic
que tomaron de los reinos animal, vegetal y mineral, desde el uso del
mercurio. czúíre. cobre, plomo, etc., hasta les grasas y carnes del reino
animcl, c:plicadas o digeridas bajo diversas formas. La zarzapa rrilla, el
paico, los bálsamos, el guayacán, '?l palo santo, la corteza de qui na, las
daturas, la coca, los ilusióqenos. etc., se empleaban en in fusión
o maceración, administrados al interior paro. mejorar determina dos síntomas
( •). El médico hacía también uso de purgantes, sudo ríficos, enemas,
sedan les, revulsivos, analgésicos, afrodisíacos, etc., con un
conocimiento bastante cproximado de sus efectos específicos. ('1,368,249).
La terapia por las fuerzas del espíritu estuvo muy desarrollada; es la
psicoterapia sugestiva en que el mago o taumaturgo se vale del poder
hipnótico para hacer vcrior la fachada sintomática de algunas neurosis
como la taqui-oncco o Ccara onceo ( histeria colectiva) de que nos hablan
las crónicas (367). Muchos procedimientos que aún con serva el folklore,
como el Cayapuy, la Cutíchischa, el Cutiche, la lim pia del cuy, etc.,
tíenen como bese la sugestión producida por el Hampi- camayoc. Algunos de
estos hechiceros, que Huamán Poma de Ayala
e 249) llcrno los "hechiceros del sueño" e ver. fig • 6) /
probablemente uti
lizaban la sugestión hipnótica. Las actitudes histriónicas del Shaman
se encuentran frecuentemente representadas en la de los camas-
cas y soncoyoc. Una evidencia de la sugestión hipnótica la des
cubrimos en un pasaje de la obra del Padre Cobo ( 114): "Para las
enfermedades muy graves que con las medicinas y curas no sanaban, hccicn los
hechiceros meter al enfermo en un aposento secreto que pri
mero reparabcm de es\a manera: limpiándolo muy bien y para purifi carlo
tomaban en las manos maíz negro y traíanlo y refregando con él las
paredes y el suelo, soplando a todc s partes mientras esto ha cían, y
luego quemaban el maíz en el mismo oposenlo y tomando lue go maíz blanco
hacían lo mismo y después ospericbcn lodo el aposen to con agua revuelto en
agu:::J de maíz, de este suerte lo purificaban.
•·..�...·.
��-·.:__
. :fr----7"'"""
,,r
Fig. 6. Lámina de Hueman Poma de Ayala ( 249) que muestra loe
d.lversos tipos de "hechiceros falsos" descritos por este autor. En
ta parte aup e r í o r se representa al "hechicero de sueño" que
probablemente uUUz:aba la hipnosis entre sua procedi • mientes curativos.
Más abajo, vemos al "hechicero de fuego", que utilizaba este elemento
como arma terapéutica. AJ fondo, el "hechicero que chupa",
succionando
1 a r od.í Ll s de un paciente. � _ ·.
FACULTAD DE MEDICINA
277
Aunque Vélez López ( 593) afirma que realizaban desarticulacio nes del
hombro, codo, y cadera, desgraciadamente no presenta prueba alguna, ni
fuente de información de ninguna índole que respalde ton ir.teresonto
descubrimiento. Por eso, y en vista de la enorme dificultod técnica que
aún en nuestros días presentan tales operaciones, debe mos ser
extremadamente reservados para aceptar tal afirmación.
Respecto a los amputacíones, (Figs. 370 y b) la cerámica y los
restos humanos nos indican que existieron. Algunos creen que pue
da tratarse de mutilaciones punitivas, pues este tipo de exéresis es un
elemento cultural presente en un gran número de pueblos primitivos.
Ackerncknecht (6) recalca que el pasaje de la amputación punitiva a la
amputación quirúrgica no es todo lo fácil que nuestra lógica
actua! nos haria suponer, y aunque son muchas las culturas que practican
di versos tipos de mutilcciones. son pocas las que encuentran el camino
hacia la utilización del mismo procedimiento con fines médicos. Exis te
por otro lado la posibilidad de amputaciones traumáticas espontá neas,
producidas por aplastamiento y gangrena de un miembro.
En realidad, ni lc s crónicas ni la tradición nos hablan claramente
sobre operaciones quirúrgicas de esla índole, y la cerámica y la paleo
potoiocicr sólo nos indicen el resultado final que puede haber sido oca
sioncrdc por cualquiera de los tres procedimientos, tan disímiles
entre sí como elementos culturales. De todas moner as. cualquiera que haya
sido la cr.uso de la crnputcción, parece que los mutilados disponían
de pró'esis de de1ensa del muñón, según sugiere la apariencia de al
gunas piezas cerámicas ( 383) y refieren algunos autores ( 428,
592,
209).
Ei mosoie y la succión fueron procedimientos usados larga manu en i.a
cntigüedad peruana. Con ellos evacuaban hematomas, extraían cuerpos
extraños, espinas, puntos de flecha, restos de tejido necrosado, obscescs,
etc., contribuyendo sin dudo a la curación de sus pacientes. Ondeoordo
( 423) eecribe qua "los hechiceros chupan aquella parte que le duelo el
enfermo y dicen que sacan sangre y que por allí sale la enfermedad".
Le figura 6, ele Huamán Poma C: 249) muestra "un he chicero que
chupa" en pleno acto cperativo. Debe haber sido, pues,
o'
Q)
iil
Q.
o
111
(.)
§
e
111
o· t'. el)
u .§
.S ...l
,,:
Q)
(!j- "O
::,.
'.:1 Q)
u Q)
2 ::,
"iií ::'!?.
Ql
"O
o'
>
'.:1 111
u
::,
o.
(11
111
11)
'º e: o
·;¡;
Ql
...l
Flg, 15. Cráneo paleoperuano con une grlill'.I ex:oato•h cor al lforme de
la regl6n in-
t erp arí et al , que c o rre sp on de a un menlngioma osteobláatico
paraeagltal. Museo de Arqu e o lo g ía y Antropologie de la Magdalena.
Lime.
Fig. i6. Cráneo paleoperuano con leelones 6aeas deatructlvaa múltlples que
co
rresponden e una l e al én tumoral maligna metaatasica, Museo Anat6mico de
la
Facultad de Medicina. Lima,
11)
"O
V C: t'. ·¡:; e o a.
11)
<1) -
o o
�:g
,li
11)
'O
:2 o
C,) 11>
(!)
(.)
(ll
B 11)
:i e
! s
11) �
"O ü
(11
o !!
e:
41
11>
11)
a:, �
N Ck:
.! ,..:._
Q..
2
1
e,; o
N u
�
¡;:
a¡'
"O (1j Je:J o
FACULTAD DE MEDICINA
293
Precise será también que nos ocupemos de los traumatismos en ce=i c.o-
croneonos. que como veremos más adelante, constituyeron una de las
principales indicccíones de la trepanación.
Guerra y religión eran los dos campos de la actividad en que ci fraban
sus ambiciones muchos da estos pueblos. Usaban diversas armas, unas
de piadrc y otros en que intervenía el metal simple o ba jo le forma
de cleación, el liamado bronce incaico. Son múltiples y v01 icdc.s
l:::,s citas de !os cronistas que se refieren a batallas y arm:s.
Se cuento que cuando Pachaculec peleó contra los Chancas y los den otó
( 513 ), se emplearon teda clase de crtilicíos guerreros: "Y así,
aliegánciose !03 unos a los otros en Ichopompa, envistieron y mezclen
dcss unos con otros, puñaban los Chancas con sus lanzas largas, los
ingr;. s con hondas. porros, hachas y flechas, cedo cual por
defender su porsono y ofender al contrarío". Las telas y ceramios
de las di ve: S("tS recriones ( fig1.1ros 40, 4} y J 46) muestran
con SU grcn realismo di ;.:::rsas escenas de guerra; luches cuerpo a
cuerpo, golpes de maccana en el crór-eo con derr iborn ier.to y muerte
del adversario, y batallas
8!'1 Q!Je se usa la llechc, y la honda manejadas con gran destreza.
Arcos, ílechos. lonz as. dardos, haches de combate, hondas, po
rras, y macanas eran las armas con qus entraban al combate cnírnc- dos
por músicos marciales y horrible gritería. Sus lanz:::s y flechas,
escribe Prescot; ( 470), estabcm orrnod as en la extremidad con peda
zos de cobre o hueso, y las armas de los nobles tenían adornos de oro y
¡.Jtata. La ccbezo jo protecrion con casccs de madera o de pieles de
íier-xs adornadas con metales o plumas de pájaros tropicales.
En la cerámica mochica S8 representa comunmente escenas de ba ta: íos.
"en las cueles los guerreros indios de lo costa, lucen el coree iE-
rÍs,Jco atavío de guerra y están armados con porras y hondas mien
iras que los guerreros rnontcñeses están vestidos con ropas recamadas de
pi urnas y orrnr.dos con lonzcs. estólicos y dardos" ( 550 ).
Garcilaso ( 199) describe el champi o arma de mano parecida e la
partesana españole.: "hacha de armas en W1 esta de más de una brezo
de largo; e: hierro tenía una cuchilla de una parle y una punta de
diornc nte de la otra que para ser Pmtesana no le faltaba más de la
punta que la Partesana tiene por delo.nte". Cabo ( 144) las dise
_.;_a cerno "una hachas y porras pequeñas cie una mano". El hacha de
Atouuolp:r dibuiodo por Tschudi ( 570) es una magnífica reproducción de
esto arma (Fig. 144). y Garcilaso habla también de "navajas de
i)ede::Jc:rl que corlan en pedazos el cuerpo" ( 199).
FACULTAD DE MEDlCINA
299
paima y algodón; y con estas armas eran enseñados los bisoños de los
eoldodos y capitanes antiguos".
En fin, revisando las crónicas podemos disponer de una profusa información
sobre todos los tipos de armas de que se servían los anti guos peruanos
en sus actividades guerreras ( 506). Como consecuen cia del uso de las
armas contundentes, porras, y piedras de honda asi como de los dardos
lanzados con gran violencia por l:::r estólica, podemos ver ahora en los
cementerios precolombinos multitud de ejem plos de una gran variedad de
heridas creneanas cuyas características e importancia hcri sido descritas en
gran detalle por Moodie ( 388), Courville ( 120, 121 ) y otros.
Llama marcadamente la atención la frecuencia con que se en cuentran
heridas craneanas. con monstruosos hundimientos y enormes Irccturos. que
muestran muy claros signos de krrqc. supervivencia lo que indica
indiscutiblemente que estos individuos heridos recibieron un trctcrníentc
bien orientado y efectivo (Ver figuras 68 a 73). Desgra cicdcrnente.
ni los cronistas ni las tradiciones nos dan luz y detalles sobro este
aspectc de b medicina, pero los cráneos son testigos fide dignos de la
frecuencia con que los heridos de la cabeza sobrevivían a ;Jravísimos
traumatismos.
Este es, en resumen, el panorama de los conocimientos médicos y
quirúrgicos del Perú precolombino, tal como han llegado a nosotros a troves
de documentos históricos y piezas arqueológicas. Tal es el ornbiente
de la trepanación del cráneo, la historia de cuyo descu brimiento en
el Perú vamos ahora a describir.
CAPÍTULO IV.
duro ato sus viajes, penetrandc muchos de los secretos que tan celosa
merite cucrdcbon los indios, y, sin embargo ni una noticia de la
tre ponccion craneana. Es posible pues, que ese procedimiento operato
rio hubiera decaído en popularidad, o sólo se practicaba en pequeños pueblos
como Calca y otros; y corno los cronistas se refieren casi ex
clusivamente a las localidades principales, quizás no alcanzaron a
captar personclmente esta práctica antiquísima.
No obstonle que en el siglo XVII el cronista Vásquez Espinoza ( 588)
describe la cultura Chavín, y en el siglo XVILI el Obispo Mmtí nez
Compoñón. Jesé Dombey, Malaspina, Llano Zapata, Unanue y otros don
catos y apuntes sobre monumentos antiguos, ruinas, y pobla ciones arcaicas,
el interés general por la arqueología sólo se inicia en el siglo XIX.
En esta época comienzan a aparecer estudios sobre an tropología,
lingüística, geografía, descubrimientos de ruinas, restos hu manos y
f.ósiles, etc., destacando los trabajos de Humboldt, D'Orbigny, Póppiq,
Sartigues, Tschudi, Rivero, Angrand, Morton, Bastian, Bóllcert. Rcunondi.
Markhom, Wiene:, Herndon, I'eesmcn. Castelnau, y muchos otros.
Aunque no fue reconocido como tal, la primera imagen de un
cráneo paleoperuano trepanado salió al público hace poco más de un siglo.
En el Atlas de Morton (398) editado en 1839, se presenta Jo fotografía
de un cráneo encontrado en las inmediaciones del templo del Sol en
Pochocomc c y ofrecido en donativo por el Dr. Ruschenber ger. Morton
sospechaba que las lesiones que presentaba el cráneo en el parietal
izquierdo y en el occipital, eran debidos a traumatismos; pero 6U arios
más tarde, LehmanNitsche ( 304) lo identifica como una trepanación
quirúrgica. Es interesante mencionar que este mismo crá neo se encuentra
también representado en una publicación de Aitken Meiggs (363) en 1857.
En l 860, Hill ( 237) hace mención, en el libro titulado "Travels
in Perú and México", (pág. 241 ), de una colección de antigüedades
peruanas recogidas en el Cuzco, muchcs de las cuales eran armas de guerra
metálicas. Algunos cráneos, dice, muestran huellas de lesio nes
traumáticas "que estaban realmente reparadas con calabaza" Ban delier, que
reproduce (37) la anterior cita, escribe: "Si la cfirrncción es
fidedigna, recuerda el hecho de cerrar el orificio de trepanación con un
pedazo de calabaza o mate".
Años más tarde, en 1866, Gardner (200) presenta a la Academia de
Medicina de New York un cráneo trepanado. LehmanNitsche ( 304)
FACULTAD DE MEDICINA
303
piensa que bien puede tratarse del mismo cráneo que Squier acababa de
c:iescubrir el año anterior.
En íin. estas modestas cprecicciones aisiadas, que no lleg\'.Án a con cretur
o descubrir su objeto Iinc l. precedieron el ya famoso hallaz go
cie Squier ( 531), quien recibiera de manos de la Sra. Ana María
Centeno de Romainvi1le, en 1865, un cráneo que despertó vivo interés en
íos grcndes centros científicos ( ver figura 42). Esta pieza anató
mica, que había sido originalmente halbda en una tumba inca de
Yucay ( seqún Rowe -498-, Yucay pertenece cronológicamente a las pri
meros etapas de la era Incaica; provincic do Urubamba, región ar
queoióclco del Cuzco), fue llevada por Squier a los Estados Unidos, donde
Wyman y Nott (.628) lo examinaron. Posteriormente, en Fron da, el
cráneo íus visto por Broca y Nelaton. El primero de los nom ..
brados, miembro de la. Sociedad Antropológica de París, célebre por sus
invest.cocíonss sobre .el centro cerebi cl del lenguaje (centro de
Broca) y ya famoso antropólogo, fue quien más se interesó por el
espécimen y emitió juicios ocercc de la operación y sus posibles in
dicaciones. Describió, en el ledo izquierdo del hueso frontal, una ex
tensa mancha blcnquecina, de forma redondeada o mejor elíptica, de
contornos sinuosos, de superficie lisa, que tenía la apariencia de hue
se normal. Por Iuero de esa mancha, la superficie craneal era más
obscura y períorada por pequeños agujeros formados por la dilata
ción de los canaliculos óseos. Sostuvo por esto, que el períostio había
sido sepando del hueso "muchos días antes de la muerte". En los
punios denudados, decía en su informe, la capa superficial privada de vasos
no ha sufrido cambio alguno "conservando su estructura nor mal,
mientras que las partes que le rodean, habiendo sufrido los efec tos
cie la inflamación traumútica, han sido el sitio de la osteítis".
Por todos estos datos. cree que el paciente sobrevivió siete a ocho días,
aun que Ne1aton piensa que fueron 1 S. La trepanación de forma
cucdri lótero. había sido hecha en el centro de la parte denudada. Cuatro
in cisiones lineares: dos horizontales y dos perpendiculares en ángulo
recto. "incluyen una porción rectorvrulcr de 50 mm. de largo y 70 dr;;
oncho". y el resultado es una pérdida de hueso, cuya extensión absolu ta
corresponde muy aproximc:damente a la que es "producida por nuestros
trépanos circulares de tornoño ordinario". Las incisiones ocu pen tocio
·?l espesor del hueso que en este punto es de 6 mm. El cncho de las
incisiones es de 2 mm.
Broca no encuentra fractura ni Iisurc alguna er: las tablas del
hueso crcneono. ni evidencia de trournotismo. "No ha habido pues
304
ANALES DE LA
..
e,
...
o
o
al
E
�
11)
"O
B
ro
�
�
§
tll
4.1 i:! QJ
00
Q)
.. <
Q) �o
QJ o
:J .b
tr
,.....
lll
N
OI QI
� .o
IN aJ
,._, u
ti? (D E e: e ;:j
c .g m e f -�
��
-::: ..�c.
� QJ
"O E
tD QJ
e t
�i �
,...:¡
�
(!')
§
1
CD u ü
FACULTAD DE MEDICINA
309
neos de lor cuales 200 hcbícn sido trepanados. Por primera vez des cribe
el instrumental de metal ( champí o bronce incaico) para traba jar sobre
el hueso. Para este autor, la indicación operctorio la consti tuyen las
fracturas hundidas o radiadas, las periostitis u osteoperiosti lis, las
lesiones sifilíticas o infecciosas. Cuando la fractura es radia da o
con hundimiento, la trepanación asienta directamente sobre ella o en 3U
cercanía. A veces la intervención era reolízodc en zonas don de el
hueso se encuentra desvitalizado, lo cual es interpretado por Te llo como
evidencia de una colección de sangre subperióslica. Otras veces, ocupa
ei centro de un proceso infeccioso, una osteitis u osteope riostitis. En
relación a la técnic.J: operatoria, Tello sostiene que em piearon
instrumentos puntiagu.dos de metal que, por movimientos de vaivén, iban
excavando surcos de profundidad creciente en forma de V, en la sección
y de ca:100 en el plano. La combinación .de incisio nes i sctilineos en
variadas formas originaba figuras geométricas regu lores. Por otro
lado, con incisiones curvilíneas delineaban perfectos círculos u óvalos
en que, al eliminar la redondela, quedaba un bisel bien constituido.
Otras veces, por incisiones secundarias, cruzadas, se segmentaba el hueso
formando cuadros que eran eliminados por frac tur.rción o raspado. Otros
ciruicnos empleaban la perforación por me dio de punzones de Champí,
realizando horadaciones cuya profundi dcd no sobrepasaba el diploe. Este
autor insiste sobre la finalidad te rapéutica de la trepanación paleo-
peruana.
En 1912. Lucas Championniére, notoble cirujano francés, publica une
interesante monografía ( 136) en la que examina la trepanación neolítica,
1a precolombina, la de los pueblos primitivos contemporá neos y la
correspondiente al tiempo en que escribió. Da quizás de mosicdo
óníosis a los criterios científicos en boga, tratando de mirar lo
primitivo a la luz de lo moderno, actitud mental cdcptcdcr también por
otros auto res.
La trepanación del crónec en la cerórnico es base para un ar tículo
que Moroles Macedo publica en 1916 (391, 393), en el cual des cribe una bmosa
pieza cerámica en la que con un poco de buena vo
luntad puede verse une; persona que puede interpretarse como ciruja
no, la que sostiene entre sus manos un instrumento e tumi?) con el
que actúa sobre la cabeza. Más adelante regresaremos a este asunto,
discutiendo la opinión de otros autores y expresando nuestros puntos
de vista sobre tan interesante documento.
La expedición de la Universidad de Yale que visitó las localidades de
Torontoy, Patallacto y otros cercanos. a Machu Picchu (61 ), reco
312
ANALES DE LA
Quevedo observa que los casos cie trepanaciones múltiples son re-
l.a¡¡_vamenle frecuentes: describe muchos de dos y tres aberturas y
has- ta uno de e ictro con delgados puentes de separación; y aunque
pien- sa que pueden haber sido rsclizcdos en el mismo ac!o
operatorio, los ccrcrcterísticos de algunas cicatrices le indican que,
en otros, las ope- rociones fueron dos o más. Observo lambién
casos de trepanacio- nes inconclusas, en que no es posible
determirrcr la causa de la inte- rrupción operotoric. Considera por
otro !ado que en la técnica qui- rúrgica se realizaban
frecuentemente cuatro fases: incisión de los pla- nos superficiales,
excavación de los pequeños orificios circulares, inci- sió.i d:::· los
puentes óseos, y separación del fragmento delimitado.. Su- pone que la
técnica del raspado debió emplearse en aquellos casos er: (!:Je
sólo quería interesarse lo tobb externa y quizás para obte- ner
"polvo de hueso" con fines mágicos. En relación al instrumental
quirúroico. habla de los cuchillos de obsidiana, curetas para
denudar el periostio, punzones de cobre, silex para regularizar los
bordes, agu- jas poro sutura quirúrgica, ele. Es el primer autor que
describe la su- tura de las heridas, pero desgraciadamente las
pruebas que presenta no son lo suficientemente obietiv; s. Menciona
también la existencia de pinzos que pudieron haber sido usodos con
fines hemostáticos. Sin dcsdeñcr la r-occ sensibilídod al dolor que
tiene el indio, cree Queve-
do que empleaban clcunos cocimientos d€� origen vegetal, porticulor-
mente solanáceas, con fines anestésicos: y recalca que pudieron
he- ber operado en el estado inconsciente. Con un interesante Vocabulario
quechua de términos nédicos y dates sobre la supervivencia de los
o- P radas, concluye esta mccmiiicc monografía relatando que esta prác-
tica ha :esa JO.e ido totalme 1te en el elemento oboricen del área
cuz- queña.
En 1949, Fernández ( l 84) y Trelles y fernández ( 564 ), utilizan el
rnoter icl del Museo Anatómico de la Facultad de Medicina y llegan
a la conclusión de que las ooercclcnes no fueron planeadas desde un
punto de vista estrictamente neurológico. Recclccn que "las lrepana-
ciones craneanas pre-históricos no son una expresión fiel del adelanto
médrco-quirúrcnco de uno civilización".