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D 1 Madrid, 2* ed. 2006 TORIAL Dios; el mal y otros ensayos Manuel Fraij6 TROTTA 6 . DIOS: PROBLEMA Q MISTERIO? Homansiea Alfonso AlvaretBoledo 1, Introduccion En plena ilustraci6n europea se prohibfan en Espafia los libros que intentaran demostrar la existencia de Dios. Se los consideraba «peli- grosas». Dios era tan evidente que no necesitaba demostracién algu- na, Se cuenta que, durante el reinado de Felipe IV (1621-1665), se pens6, para remediar la miseria y pobreza de nuestras tierras, en Canalizar los rios Manzanares y Tajo. Pero una ilustre comisiGn. de te6logos se declaré en contra con la siguiente sutil y elevada argumen- tacién: si Dios hubiese querido que ambos tios fuesen navegables, le hhabrfa bastado con pronunciar un sencillo fiat. Por tanto: quien intente mejorar Jo que Dios, por razones inescratables, ha dejado incompleto, peca contra la divina providencia. Dios era algo inmediato, asequible, presente, familiar, Era un dato mas 0, si se prefiere, el gran dato. Europa y, por supuesto, Espatia eran ain teocéntrieas. El titulo de estas piginas hubiera sido impensable. Dios no era un problema. A lo sumo era problemético (mejor: angustioso) hallar 1a cara misericordiosa de Dios. Lutero encarna como nadie el afin desgarrado por encontrar a un Dios que salva. Lo quiso encontrar por el camino de la penitencia. Sélo la experiencia de la torre le abrié los ojos. Sélo entonces descubrié la dialéctica ctistiana entre el westamos salvados» y el «operemos nuestra salvacion. La salvacién, después del plantearse la pregun- ta por la existencia de Dios. Dios es, para el Cusano, evidente. No necesita demostraci6n. El problema ser cémo conocerle. El Cusano se refugié en la teologia negativa del maestro Eckhart y dedieé una trilogia al tema del conocimiento de Dios, El primer librito se titulaba De Deo abscondito (Sobre el ocultamiento de Dios). En él se destaca Ta absoluta trascendencia divina, Un afto después, en 1445, escribié el segundo volumen: De quaerendo Deo (Sobre la biisqueda de Dios). Precisamente porque es trascendente hay que buscarlo siempre y, segiin el Cusano, slo se le encuentra en el cristianismo. De abi el titulo del tercer volumen: De filitione Dei Sobre la filiacién divina), El cristianismo nos declara hijos de Dios. Sobre Dios s6lo poscemos ‘una docta ignorantia. Conocer es comparar diversas magnitudes, pero con quién comparatemos a Dios si nos es desconocido? S6lo sa- bemos que es la coincidentia oppositorvm: (la coincidencia de los con- trarios). EL Cusano narra que, mientras viajaba de Constantinopla al con- cilio de Florencia, en 1437, al contemplar la inmensidad del mar recibi6 «como un regalo de arriba, del Padre de las luces, la vision de la coincidencia de los contrarios en el infinito». Esta visi6n es la que dio lugar a su primera y més importante obra filos6fica: De docta ignorantia, Sobre Dios sélo se pueden afirmar generalidades. Por ejemplo: que es el maximo y el minimo, que en él coinciden posibili- dad y actualidad, es decir, que Dios es todo lo que puede ser. Es lo que expresé en su obra De possest. O que Dios es «lo no otro». Algo que refleja el escrito del Cusano De non aliud (Sobre lo no otto), redacta- do en 1462, muy cercano ya a su muerte. En él destaca la absoluta trascendencia de Dios. Todo se podria resumir en la férmula del Cusano quia ignoro, adoro. Con ella, su autor se inscribe dentro de ‘una tradicién tan antigua como el cristianismo, que acepta con humil- dad el sacrificium intellectus cuando esté en juego el conocimiento de Dios, Una tradicién sobre la que tal vez habré que reflexionar en el fu- turo. Es incluso posible que su aplicacién desborde el émbito teol6gi- 182 co y se convierta en una especie de aval para la supervivencia de la humanidad. También la razén puede morir de éxito, victima de sus -descomunales logros cientifico-técnicos. No se requiere gran pericia para mostrar que las cosas han cambiado profundamente, En nuestros dias Dios no parece ser un dato seguro. No lo es, al menos, para la filosoffa. Desde Kant, la referencia a Dios no viene precedida por tn «yo sé, sino por un.«7o quiero»: «Deb suprimir el saber para hacer lugar a la fe». Dios, en el mejor de los casos, es un postulado, un gran deseo, la condicion de posibilidad para evitar Ia fatal quiebra que supondrfa para los huma- 1nos el desembarco final en la nada. Pero nada ni nadie puede asegurar la existencia de Dios. Dios no tiene ya detractores émpedernidos ni defensores acalorados. Tan intl serfa aplicar el verbo «demostar> a su existencia como a su no-existencia. Se ha hecho un gran silencio, Es lo que aconsejé Heidegger: silenciar el tema «Dios» en el mbito del pensamiento. En lo referente al problema de Dios consider6 «més aconsejable renunciar no sélo a la respuesta, sino hasta ala pregunta misma»', Pero ya antes de Heidegger sabfamos que la mayoria de las més acendradas biésquedas de Dios desembocaron en el apofatismo, en el silencio. De nuevo Heidegger: chonramos la teologia en cuanto callamos acerca de ella», Es comprensible que Dios corra el mismo destino que la teologfa. Heidegger habia dicho que su filosofia era «un estar ala espera de Dios. La frase es de 1948, pero la repitié en 1966 en la conocida entrevista publicada por el semnanario Der Spiegel bajo el titulo «Ya s6lo un Dios puede salvarnos». En ella afirma que no podemos atraernos a Dios «pensindolo». A lo sumo se refiere al cardcter arcano, secreto, inaccesible al entendimiento humano de alguna realidad. Su traduceién latina y griega estan formadas a partir de la ratz indoeuro- ‘pea mu, que originariamente significa cerrar o apretar la boca y tarde, por extensién, cerrar los ojos. Tal raiz aparece en términos como el sénscrivo mua, el latino mutus,o el castellano emudo». Peto trascendencia no significa lejanfa. Justo por ser trascenden- te, el misterio es para el sujeto religioso lo més cercano, la més intima inmanencia, El Cusano dice que es non aliud, no otro. San Agustin tq. Hama interior intimo meo, més intimo que mi propia intimidad. Y el ~ ‘Corén afirma que el Dios omnipotente est més cercano al hombre aque , Huminar significa «dar sentido». _Peroiidentificar la accién de Dios com la experiencia de sentido parece Fexcesivamente generoso. Le concede todas las vengajas. ¥ deja abier- : tos muchos interrogantes. El mAs crucial de todos ellos seria éste: équé hacemos con el sinsentido? {No tiene Dios nada que ver con él? licamente, Dios es el Seftor its ia tealidadt. {Con qué derecho Te sustraemos el lado oscuro de las cosas? 2Qué hacemos con el mal? Bs obligatorio sustraer a Dios esa amarga parcela de la realidad? Preguntas y més preguntas. ‘Ademés: la automanifestacién indirecta de Dios en la erealidad totals, a la que se refiere Pannenberg, tropieza con otra dificultad. Dicha realidad total, lamada también por Pannenberg «historia uni- versal», no exist, es algo abiertoe inconcluso. Dilthey lo formul6 con precision: «Habria que esperar al final dela historia para poseer todo el material que permita pronunciarse sobre su significado»”. Y, con- vencido de que nadie esté al final de la historia, Dilthey sacé la resignada conclusién de que no son posibles los pronunciamientos } § definitivos. Sélo tenemos acceso a las verdades parciales y relativas. ; —, ya que «ellos saben sin ningiin sgénero de dudss que la ciencia ha expulsado a Dios definitivamente del mundo», Es indudable que existen creyentes de fe «firme e inconmovible> para los que no existe el problema de Dios. Pero ellos no agotan el espectro, Se da también una recepcién problemética de la fe en Dios. Hay cristianos que se debaren entre la fe y la increencia, entre el «st y el no» del maestro Eckhart. Algunos se sienten tentados de repetir con Primo Levi, un superviviente de Auschwitz: «Existe Auschwitz, por lo tanto, no puede haber Dios», Pero felt ex mie fresnente ff spe se sientan envueltos en la dialéctica de, Wiesel, ofro superm Li del Holocausto: «Auschwitz jams se padteeiprender con Dios; Auschwitz no se puede comprender sin Dios»””, Otros, quizé os menos, es posible que den la raz6n a Wiesel cuando constata que, 26, L.Kolakows, «Die Sorge um Got in cinem scheinbar gotiosea Zeitaleers, eH Rennes (6), Der nae und de ferme Got, Severin und Seder, Bern, 381, P 27, J.B Metzy E. Wiesel op. cit, p. 99, 195 | | después de aquella crueldad, shagamos lo que hagamos, estamos perdidoss*, ‘También es indudable, como sostiene Kolakowski, que hay «ateos convencidos» para los que Dios no es ni problema. Pero tampoco ellos agotan la galerfa. Existe una recepcién problemitica de Ja conviccién atea. De hecho, los ateos de ayer son, en parte, los agnésticos de hoy. Algo que tal vez.no se debe s6lo, como afirma F. Savater, a la falta de coraje para llamarse ateo en una sociedad dominada atin por la «turba levitca», sino a la posbilidad de que el agnOstico mantenga abierta alguna ventana a la creencia que el ateo habré cerrado cuidadosamente, “Lode Dios esté conociendo, pues, una recepeién problemstica que justfica un discurso sobre «Dios como problema». Siempre me impre- "Ti fragmento de Protigoras que avala la postura que vengo de- fendiendo: Acerca de los dioses yo no puedo saber si existen 0 no, ni tampoco cual sca su forma; porque hay muchos impedimentos para saberlo con seguridad: lo oscuro del asunto y lo breve de la vida humana. Lo woscuro de! asunto» se corresponde con lo que he llamado «un curriculum precarion. «Lo breve de la vida humana tal vez juegue a favor de Dios, sies permitido hablar asi. En efecto: unas biisquedas suceden a otras. Cuando, cansados de preguntar y buscar, nos acoge Ja muerte, van naciendo otros que inician su aventura religiosa con la mista ingenuidad e fmpetu que, un dia lejano, fueron el sello de la nuestra. De esta forma, Dios nunca se queda sin interlocutores. Si cxiste, impresiona imaginar a cuéntos abr conocido y qué imagen se habré hecho de ellos y de nosotros. Entre los que le buscaron a tiempo completo estaré, probablemente, Pascal. Uno de sus Pensa- ‘mientos también viene en ayaggi el que experimente a Dios como problema: «incompyégé sta Dios e incomprensible que no existar®, Esla que hemos encontrado en E. Wiesel. Si Dios no existe cosas por explicar; si existe, se amontonan igualmente srogantes. Entre las cosas que que- dan por explicar destacan la existencia ffctica del mundo, la pregunta por el sentido tiltimo de la realidad y, desde lucgo, la muerte. 28, Tid. 28. CEB. Copleston, Historia dela filosofia, I, Ariel, Barcelona, 1984, p. 103. 30, B. Pascal, ansamentos (ed. Brunsebvicg), Austal, Madi 1967, frag. 130, 196 DIOS: |PROBLENA © MIsTERIOF Platén, ya en su ancianidad, dio un sabio consejo: ©! Hijo mio [Jel paso del tiempo te hard eambiar de opinién en ma- ‘hos puntos y pensar al revés de como piensas ahora, Aguarda, pucs, hhasta entonces para zanjar cuestiones de tanta igporcancia. Y, aun que para ti no cuenta, la més importante ¢s pensar correctatnente (orthos) en el tema de los doses Entiendo que Platén invita a dejar’ sma. Algo tal vez no muy lejano de lo que vienen propo inas. Hablar de Dios como problema ¢s, en algiin sentido, seguir «apegadow a él, tno descartar por completo la sorpresa de que exista. En el tema de la gn habrfa que distinguir dos Ambitos: Al primero se le suele IlffRar contexéo de descubrimicitto. Es el &iibito de la experiencia religiosa dirttra-q-oniginaria;-pré¥io a cualquier reflexién filos6fica 0 teol6gica. Es el auténtico lenguaje primero del creyente. A esta experiencia, mezcla de fascinacién y temor, de asombro y anhelo, no se le pueden fijar limites. Es el «xeconocimiento extitico del misterio» (M, Eliade), el abandono de todo lo pensitimo y provisional en favor de una realidad totalmente diferente que recibe ‘muchos nombres. Es un 4mbito en el que nd se puede prescribir nada No se puede obligar a nadie a que experimente a Dios como proble- ‘ma. Es el espacio en el que manda lo que nos «concierne incondicio- nalmente> (P, Tillich). Se trata de una experiencia que queda muy bien reflejada en la historia de aquel judfo que, con su mujer y su hijo, logré escapar de la Inquisicién espafiola. Embarcado en un frégil bote, intenté navegar, en medio de un mar embravecido, hacia una isla rocosa. Pero cay6 un rayo y fulminé a su esposa, Poco después se desaté una tormenta y las olas se tragaron a su hijo. Ya solo, desnudo y descalzo, continud su travesta y hablé asia su Dios: Dios de Isracl, he huido hacia aqui para poderte servir en paz, para “observar tus mandamientos y santficar t™ nombre; ten cambio, has 31, atin LyesX, 88s Bs cl impoible ct a Plata sin pensar enseuida nF ed, uno de ss gande conocedoes. Etre los ameron ads que Be Gedicao me petit car La memo da Logo, Taory Maci, 1988, Rest sete an gop dees yamigorhemoeparicpado cau voz ée omer Jea le, coocdinadn por. Vega Re, Rada Garay. Mas Toes, Del psy 3 summons, UNED, Madd 2001, No, dee gon de rpdher ut {jbl al Fala de lest da UNED, noun etimoui de riod ato po lo mucho ques aid yu magiero sun pas nosotee 197 | 4 hecho todo lo posible para que deje de creer en ti, Peto, si erees que {vasa conseguir apatarme de mi camino, easeguro, Dios mfo y Dos "de mis padres, que no fo conseguirés. Puedes golpearme y arrebatar- me lo mejor y lo. més precioso que poseo en cl mundo; puedes ® torturarme hasta fi muerte, pero yo ereeré siempre en ti, Te amaré & siempreya pesar det mismo". cc Estamos frente a un relato impresionante ante el que enmudecen los discursos de indole te6rica. Lachelier dijo que «la filosoffa debe comprenderlo todo, hasta la religiéns. La vocacién teOrica de la filosofia no deberia impedirle comprender incluso aquello que no puede explicar. Con su contundencia habitual, Nietzsche dej6 escrito: «Es caro y terrible el precio que se paga siempre que las religiones no ‘estén en manos del filésofo.».saligun aviso muy aprovechable para ahuyentar Id tentacién fandamentalista, a la que me he referido anteriormente: Pero la auténtica experiencia religiosa escapa a todo género de jurisdiceién, inelida 1a-filos6fica. Al menos en e! contexto de descubsimiesto. ~~" Las cosas.cambianreuando:nos referimos al segundosmbjtp, el del contexto, de fundamentacién. Es el encargado &e articular concep- ‘ualmente la experiencia rcligiosa. Es el espacio del lenguaje segundo, la hora de la filosoffa y de la teologfa. Aquf no manda la inmediatez perceptiva, sino un discursir sosegado, riguroso y coherente. Es el mbito del pensamiento, del concepto, de la argumentacién, de la biisqueda razonada de la verdad. Es la esfera de los asertos, de las aseveraciones, de los pronunciamientos doctrinales, de las formula- ciones. Es el’ turno del lenguaje, siempre relativo, inadecuado histéricamente condicionado. Un dmbito en el que, a mi entender, es posible hablar de Dios como problema. Para muchos seré incluso obligado. Finsiment la recepei6n de un discurso problematico sobre Dios no seri la misma en la teologia y én la filosoffa. El ritmo de aproxima-

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