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Licenciatura en Administración y
Gestión en Instituciones de
Educación Superior
Asignatura: Epistemología
Año 2019
Objetivo
Analizar el rol de la mujer en la ciencia y cómo el patriarcado, basado en el
determinismo biológico, fue un limitante para la mujer científica.
Introducción
Por definición, el determinismo biológico se refiere a la “idea de que el
comportamiento humano es innato, está determinado por los genes, el tamaño del cerebro, u Commented [1]: Este es el link al artículo
El determinismo biológico usa la «ciencia» para perpetuar el
otros atributos biológicos. La negación del libre albedrío es inherente al determinismo machismo
https://medium.com/@justinadiazcornejo.trad/el-
biológico: los individuos no tienen control interno sobre su comportamiento y carácter, y, determinismo-biol%C3%B3gico-usa-la-ciencia-para-
perpetuar-el-machismo-b4fd5da443c0
por lo tanto, no son responsables de sus acciones”. Desestima por completo el rol social y el
Commented [LSV2R1]:
entorno cultural que influencian los comportamientos y otras características. Siguiendo esta
línea, nos encontramos con el concepto de «esencialismo», que apunta a la idea de que existen
personalidades o características únicamente masculinas y únicamente femeninas, sin
influencias culturales o contextuales. (Singh, 2018)
Estas ideas se utilizaron y se siguen utilizando para perpetuar y justificar las
limitaciones discriminatorias con respecto a las capacidades intelectuales y a las emociones
de las mujeres, sus actividades y su participación en la esfera pública.
El determinismo biológico sostiene que una persona nace varón o mujer, con
características físicas masculinas o femeninas bien definidas. Los occidentales varones son
más altos y pesados que las mujeres, y con un cerebro más grande en términos absolutos;
cuestiones “inherentes” que se utilizan para justificar su superioridad, ya se que afirma que
ellos son inherentemente más inteligentes que las mujeres debido a esto. Un varón es un
“líder natural”, es un “modelo a seguir” porque siempre “sabrá que hacer o cómo resolver”,
“tiene iniciativa”, etc. Estas concepciones escapan a la esfera privada y se convierten en
visibles en la arena pública, donde toda figura de liderazgo o acción se ha naturalizado como
necesariamente masculina, excluyendo a las mujeres y a las personas no heteronormativas de
la posibilidad de acceder a trabajos y roles fuera del hogar y la clandestinidad.
Esta concepción de la cultura sexista se cuela en el proceso de hacer ciencia, se
naturaliza una distribución por género de cualidades (razón o emoción, fuerza o sensibilidad,
objetividad o subjetividad), en las que la valoración cognitiva está asociada con las atribuidas
tradicionalmente al varón.
Se persiste en la idea de que hay ciertas disciplinas que son cosa de hombres. Hay
buenos argumentos al respecto, tanto desde la perspectiva biológica como de la socio-
cultural, pero no terminan de convencer: siempre que el determinismo biológico se interpone
en la discusión el terreno se hace pantanoso. Es cierto, hay limitaciones biológicas, las
tenemos todos. Pero hasta ahora, no hay evidencia que muestre que la capacidad cognitiva,
habilidad analítica o destreza lógica de las mujeres sea inferior a la de los hombres sólo
por el hecho de ser mujer (Moleo, 2018).
“Para vincular mejor ciencia y sociedad, un primer paso es comunicar temas de género
con precisión. Es interesante analizar, entonces, la presencia de científicas en los medios
masivos de comunicación y el tratamiento de sus investigaciones y descubrimientos.”
(Edelsztein, 2018) Commented [3]: Para mi: referenciar artículo en la web
1El término STEM es el acrónimo de los términos en inglés Science, Technology, Engineering and
Mathematics (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). El término fue acuñado por la
National Science Foundation (NSF) en los años 90.1 El término STEM, a secas, únicamente sirve
para agrupar a las 4 grandes áreas de conocimiento en las que trabajan científicos e ingenieros.
Wikipedia (2018). Educación STEM. Sitio web
https://es.wikipedia.org/wiki/Educaci%C3%B3n_STEM
En el imaginario colectivo, el personaje del científico lo encarna un hombre grande con
canas, los pelos revueltos y un guardapolvo blanco. Estudios detectaron que esta imagen se
repetía entre los estudiantes, y que cuando se preguntaba sobre mujeres científicas, no
aparecía un modelo claro.
Está comprobado que a partir de los seis años las mujeres dejan de asociar la
inteligencia con su propio género (Science, 2017). Para cambiar esto, es imprescindible la
inclusión de las mujeres en la bibliografía, establecer role models y cambiar las imágenes
vigentes como típicas. No puede ser que la educación formal sea estudiar solo hombres.
(Maffía, 2008)
Las diferencias de género resultan de prácticas culturales y expectativas sociales. Las
normas de género femeninas y masculinas, a las que suscribe el determinismo biológico,
encajan convenientemente y refuerzan la subordinación de las mujeres, por lo que están
socialmente obligadas a asumir un rol social subordinado.
Es importante un cambio de paradigma en relación al rol y/o las capacidades que
tenemos las mujeres. Dejemos de pensar todos como sociedad que hay trabajos, puestos,
ocupaciones, específicamente diseñadas para hombres o mujeres. Dejemos de enseñar en las
escuelas y en los hogares preceptos patriarcales y permitámosnos soñar con la posibilidad de
elegir libremente qué queremos ser sin distinción de géneros.
Sesgo de género
El determinismo biológico hace referencia a la idea de que las posiciones sociales
de los hombres y las mujeres se configuran y determinan mediante diferencias sexuales.
Por ejemplo, el determinismo biológico se usó para argumentar que las mujeres están
genéticamente predispuestas a tener un carácter maternal y de cuidado, mientras que los
hombres son propensos a ser aventureros y violentos.
El determinismo biológico no solo perpetúa la inequidad de los sexos, sino que justifica
muchos comportamientos y actitudes machistas y tóxicas. La frase «los hombres son
hombres» es un claro ejemplo. Está asociada con las características «masculinas», que se
consideran «naturales» e «inherentes» en los hombres. El hecho de que los varones están
naturalmente predispuestos a comportarse de una manera en particular, definida en su
nacimiento, racionaliza las características de la masculinidad tóxica.
Las científicas coinciden en que hay una condición estructural e histórica por la cual
características como el raciocinio, la inteligencia y la objetividad son vistas como masculinas.
Razón por la cual no se refleja a las mujeres en el “objeto” de estudio, que no es sujeto
universal y neutro sino varón hegemónico: blanco, occidental y heterosexual. Este
presupuesto afecta negativamente la producción científica. No es sólo una cuestión injusta
para las mujeres, sino la humanidad toda tiene conocimiento de menor calidad del que podría
tener. Por ejemplo, en los institutos de salud de Canadá, se ha logrado incorporar que los
trabajos tienen que tener cierta cantidad de sujetos femeninos o hembras en los ensayos para
lograr la representación de las mujeres.
Una falla o problema grave es que los científicos no creen en la existencia de los sesgos
y, en consecuencia, la lucha por la igualdad sólo la llevan adelante las científicas. Con el auge
de los reclamos y los pedidos de equidad, se hizo viral una frase atribuida a Marie Curie:
“Nunca he creído que por ser mujer deba tener tratos especiales, de creerlo estaría
reconociendo que soy inferior a los hombres, y yo no soy inferior a ninguno de ellos”. El
Instituto Curie ha manifestado infinidad de veces que no hay ningún registro de que la
científica haya dicho alguna vez nada siquiera parecido, pero ello no ha impedido la que la
fracesita sea usada una y otra vez, no solo para negar el sesgo de género, sino también como
aval de la superioridad masculina: si una mujer “no llega”, es porque no es suficientemente
inteligente o no se esfuerza como debe.
En el mundo de la ciencia hay una valoración cualitativa diferente entre la ciencia hecha
por mujeres y la ciencia hecha por hombres. Ejemplo de esto es la importancia que se le da
al material científico en las distintas publicaciones en revistas especializadas. O la
trascendencia que tiene un determinado material o descubrimiento, dependiendo de si sea
hombre o mujer. Experimentos ejecutados en los últimos años (Savonick y Davidson, 2017)
han demostrado que basta con cambiar el género de un nombre para que el resultado de la
evaluación de un artículo para publicar varíe, siendo mucho más apreciado y aumentando
significativamente sus posibilidades de publicarse si está firmado por un hombre. Hay
evidencia suficiente para empezar a reconocer que el sesgo de género existe y hacer algo al
respecto.
en la ciencia. Representan un 52% del total de los investigadores y el 60% del total de
becarios del Conicet, según los últimos datos que publicó el organismo en diciembre de 2016.
A primera vista, estas cifras parecen ser positivas para las científicas, pero cuando se analiza
en profundidad se revela otra realidad: sólo el 25% del total de investigadores superiores son
mujeres, mientras que representan el 60% entre los investigadores asistentes.
Diana Maffía (64), doctora en Filosofía y directora del Observatorio de Género del
Consejo de la Magistratura explica que este fenómeno estadístico se llama efecto tijera. La
mitad de las mujeres que entran se van abruptamente hacia abajo y la mitad de los varones
se van abruptamente hacia arriba, sostiene. Otras especialistas usan el concepto techo de
cristal para describir la barrera que se les impone a las mujeres y no les permite acceder a
cargos superiores.
son:
• Discriminación de género en la contratación, promoción y evaluación basada en
estereotipos y prejuicios que sitúan al hombre en mejor posición que las mujeres
ante las cualidades requeridas para la ciencia. (Reuben, E., Sapienza, P., &
Zingales, L. 2013; Eagly & Karau, 2002; Wenneras & Wold, 1997)
• Cultura organizacional androcéntrica en las instituciones científicas que obvia las
necesidades e intereses de las mujeres, en particular la conciliación entre vida
familiar y profesional. (Hill, Corbett, & St. Rose, 2010).
• La pausa de la maternidad en un contexto donde se encuentran ausentes las políticas
de cuidados y con un escaso avance en la corresponsabilidad en asuntos domésticos
y familiares. (Mason & Goulden, 2002).
• Sesgos socioculturales y psicológicos sobre liderazgo que asocian la masculinidad
con la autoridad y la toma de decisiones presentes en el sector público, privado y
científico. (Diekman, Johnston & Clark, 2010; Kark & Eagly, 2010; Koenig, Eagly,
Mitchell & Ristikari, 2011; Rossi, 1965).
• Acoso sexual en las mujeres: clima, cultura y consecuencias en las Academias de
Ciencia, Ingeniería y Medicina. (Informe preparado por el Committee on Women
in Science, Engineering, and Medicine, 2018)
https://medium.com/@justinadiazcornejo.trad/el-determinismo-biol%C3%B3gico-usa-la-
ciencia-para-perpetuar-el-machismo-b4fd5da443c0
https://www.lanacion.com.ar/sociedad/dia-internacional-de-la-
mujer-en-la-ciencia-como-impacta-la-desigualdad-con-los-
hombres-nid2108306
http://forocilac.org/wp-content/uploads/2018/10/19.-El-efecto-
tijera-en-la-carrera-cient%C3%ADfica-de-las-mujeres.pdf
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/presentacion_diag
nostico_mujeres_en_ciencia_y_tecnologia_14-9-2018_meccyt.pdf
http://www.unesco.org/new/es/natural-sciences/priority-
areas/gender-and-science/supporting-women-scientists/for-
women-in-science-programme/
http://uis.unesco.org/en/topic/women-science
https://elpais.com/elpais/2018/06/13/ciencia/1528899877_715296
.html
https://www.nap.edu/resource/24994/Sexual%20Harassment%20o
f%20Women%20ReportHighlights.pdf