Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
Pero la realidad es mucho más dinámica, imprevista e inaprensible que lo supuesto por los
artífices del Estado Liberal. Y precisamente porque la ley no puede agotar las posibilidades
de la Administración en todos los sectores de la realidad, es que la misma ley reconoce su
imposibilidad y le otorga a la Administración cierto margen de actuación mediante las
denominadas potestades discrecionales a efectos de cumplir con los fines encomendados
por la sociedad.
Y estos fines están evidentemente relacionados con el concepto creado por el Estado Social
de Derecho denominado interés general1. Desde esa perspectiva entendemos la potestad
1
Muchos creen ver en el concepto de interés general la secularización del concepto del bien común. Sin embargo el
interés general es una auténtica noción jurídica pues constituye el fin que justifica tanto la existencia del Estado, como de
las instituciones a través de las cuales ejerce el poder. El interés general se presenta como algo más que una mera suma de
intereses individuales. La agudeza de Rousseau ya atisbó esta diferencia, reflejándola en el Contrato Social. Mientras la
suma de los intereses particulares sólo mira el interés privado, el interés general presta toda su atención al interés común.
discrecional como un modo de actuar de la administración, derivado de una atribución
legal, para que dentro de ese marco, elija o determine, ante un caso concreto, la actuación o
decisión que considere más conveniente para el interés general.
Metáfora de Dworkin
Perímetro normativo
Margen de Interés
actuación general
Discrecional
El problema de identificar el contenido del interés general se resolvía en una sencilla operación aritmética: de la suma de
las voluntades particulares restaremos los más y los menos que se destruyen entre sí, es decir, los intereses antagónicos,
quedando como la suma de dichas diferencias el interés general.
Según Sainz Moreno, este concepto aparecería en el Derecho Público cumpliendo una triple función: como criterio para la
interpretación y la aplicación de normas, como concepto jurídico necesario de interpretación, y como elemento nuclear
de las decisiones administrativas.
El concepto del interés general es recogido en muchos ordenamientos constitucionales como el española: “La
administración pública sirve con objetividad a los intereses generales y actúa con sometimiento pleno a la ley y al
derecho” (art. 103 de la Constitución española). Mientras otros ordenamientos, le dan un rango legal, como el caso nuestro
donde en el artículo III del Título Preliminar de la Ley del Procedimiento Administrativo General establece que la
administración pública sirve a la protección del interés general con sujeción al ordenamiento constitucional y jurídico en
general.
2
2. Tipos de Discrecionalidad
Dworkin había discernido entre discrecionalidad débil y fuerte según sea su potencia. En el
primer caso el margen de actuación administrativa se desenvuelve dentro de los estándares
objetivos que le son impuestos por la misma norma que le atribuye su facultad discrecional.
Mientras que en el segundo caso la administración tiene un mayor margen de maniobra y
de decisión, al no haberse acotado este margen, sino por el perímetro legal y ciertos
estándares, pero esta vez de carácter principista como de racionalidad, eficacia o de justicia,
por citar algunos.
Halo Zona de
Conceptual Certeza
Zona de Certeza negativa
o Zona de Positiva
incertidumbre
Un ejemplo muy citado en la literatura administrativa es el siguiente: supongamos que se
expropia un terreno para hacer una obra pública cuya valuación mínima se calcula en un
millón de dólares (el núcleo fijo) pero cuya valuación máxima está en una cifra que supera
dicha estimación en un treinta por ciento (zona de incertidumbre o halo conceptual) aunque
nunca podrá superar el máximo de valor establecido (zona de certeza negativa).
Pero esta técnica (de la desviación de poder) tiene por problemática su probanza en los
ordenamientos que asumen la concepción subjetiva del asunto, pues ésta significa que, para
apreciar la existencia de desviación de poder como vicio de un acto administrativo, es
necesario probar la intencionalidad; es decir la desviación de poder debe haber sido
querida, buscada o pretendida por la administración como bien recalca Uriol Egido.
Más bien, la tendencia más propicia para el control de la desviación del poder, pareciera ser
la concepción objetiva en donde se prescinde del elemento de la intencionalidad,
concentrando el esfuerzo corrector en la adecuación del acto discrecional al fin legalmente
atribuido.
“Los hechos son tal como la realidad los exterioriza. No le es dado a la administración
inventarlos o desfigurarlos, aunque tenga facultades discrecionales para su valoración” es
una máxima desarrollada por la jurisprudencia administrativa española y de efectiva
expansión en la doctrina administrativa.
Dado que es un orden lógico que el hecho anteceda al ejercicio discrecional, no puede
existir libertad de apreciación sobre dicho presupuesto. El hecho como bien señala Carmen
Uriol Egido “ O se da o, sencillamente, no se da; o lo que es lo mismo, es necesario que
exista, para luego determinar si se puede subsumir en el supuesto de hecho abstracto
previsto en la norma. A partir de este momento comienza la libertad de la administración;
es decir, dado el supuesto legal, decidirá actuar, o no, y, en el primer caso, deberá optar por
alguna de las soluciones que, a su juicio, resulten posibles”.
3
Un ejemplo resaltante de esta suspicacia social es la que teorizó Robert Klitgaard y su fórmula para
demostrar que el auge de la corrupción podría o está directamente relacionado con la concentración de poder
de los órganos administrativos en materia discrecional, esto es, e función de dictar actos discrecionales con
una falta de total apego a la legalidad. C = M + D – T, donde C=Corrupción, M=Monopolio,
D=Discrecionalidad y T= Transparencia.
3.3 El Control del respeto a los principios generales del derecho