Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
171966716-The-Indigo-Spell 1
171966716-The-Indigo-Spell 1
¡Hola lector!
Es un gusto tener para ti The Indigo Spell ¡completamente en español!
A partir de este momento podrás disfrutar de este maravilloso libro y compartirlo
con quien tú quieras. Pero antes nos gustaría que supieras que el que
puedas
tener este libro contigo en tan corto tiempo, es gracias al esfuerzo de
un gran
equipo de trabajo que incluye moderadoras de traducción y corrección,
traductoras y correctoras que pusieron todo su empeño para su pronta
realización. De verdad no tenemos palabras para expresarte lo felices que
estamos de traerte a nuestro bebé consentido, y sobre todo en aún menos tiempo
que el anterior.
¡Hemos vuelto a romper nuestra propia marca impuesta en The Golden Lily! Esto,
no podemos decir que haya sido fácil, detrás de este proyecto hay más
de
veinticuatro horas sin dormir, muchas horas sentadas frente al ordenador,
comidas olvidadas, dolores de cuello, espalda, dedos, etc. Pero si nos
preguntas,
NO nos arrepentimos de haberlo hecho. Ahora que vemos todo nuestro trabajo ya
listo nos damos cuenta que todo valió la pena y esperamos que lo disfrutes tanto
como nosotras.
El próximo mes estaremos cumpliendo un año. ¡¡SI!! ¡¡YA UN AÑO!! ¿No te parece
que el tiempo se ha ido volando? ¿Y qué mejor regalo previo al
aniversario, que
The Indigo Spell en español? Hacer este proyecto es nuestra manera de
decirte:
GRACIAS. Gracias por apoyarnos en todo este año, por seguir motivándonos
a
traer los libros que tanto esperas, a recordar que ante todo lo más importante es
la sonrisa satisfecha en tu rostro al terminar uno de nuestros libros, no tenemos
ninguna retribución monetaria pero tus palabras de agradecimiento son más que
suficiente para nosotras.
Con tu apoyo nos reafirmas que no se requieren semanas o meses para sacar un
proyecto tan esperado en menos de 2 días, contando con un gran equipo
de
personas tras bambalinas. Traduciendo más capítulos de los previamente
asignados, corrigiendo al momento y dándonos ánimos para seguir.
Así que sin más damos las gracias a:
dark&rose, kathesweet, LizC, Lizzie, Mari NC, Niii, Paaau, Pimienta,
Sheilita
Belikov, Simoriah y vanehz. Quienes una vez más nos han acompañado en
esta
traducción.
Además, este año dimos la bienvenida a nuevas personitas que con su
trabajo
nos demostraron porque fueron elegidas para tan importante proyecto:
Ale..,
Aria25, flochi, Jo, lalaemk, Little Rose, Lorenaa, Maru Belikov, otravaga,
Susanauribe, Vannia, Vettina y Xhessii.
Nuestro maravilloso grupo de corrección que prácticamente volaron para tener los
capítulos listos lo más pronto posible: LizC, Lizzie, Mari NC, Marina012,
Nanis,
Niii, Paaau, Pimienta y Simoriah, que nos acompañaron en The Golden
Lily. Y
Ángeles Rangel, Dani, La BoHeMiK, Laurence15, Susanauribe, Vannia, Vero y
Xhessii, quienes se nos unieron este año.
A Niii, que estuvo a cargo de la recopilación y revisión. Muchas
gracias loquilla,
todo tu desvelo, masajes que requieras y terapia de rehabilitación ya te lo pagará
Adrian con lo divino que es en este libro.
El diseño una vez más es creación de Paovalera, gracias Pao, que aunque
no
pudiste estar con nosotras en esta aventura, dejaste todo listo para solo montarlo
en el diseño.
La moderación estuvo a cargo de Lizzie, quien se encargo de repartir los capítulos
y estar lo más pendiente posible del tema, con la invaluable ayuda de
Niii y
Paaau, que desde que se hizo la repartición estuvieron atentas a lo que
se
necesitara.
Como una mención especial muchas gracias a dark&rose, nuestra hada de
los
libros, que una vez más ayudo a que pudiéramos tener el libro lo más
pronto
posible.
Gracias a todas y nos vemos en Noviembre.
13/02/13
SINOPSIS
Bloodlines 3
ydney Sage es una alquimista, una de un grupo
de humanos que manejan la magia y sirven de
puente entre los mundos de los humanos y los
vampiros. Ellos protegen los secretos de los
vampiros... y las vidas humanas. A raíz de un
momento prohibido que sacudió a Sydney hasta la médula, ella se
encuentra luchando por dibujar la línea entre sus enseñanzas de los
alquimistas y lo que su corazón la está instando a hacer.
Entonces conoce al seductor y rebelde Marcus Finch... un
anteriormente alquimista quien escapó a pesar de todas las
probabilidades. Marcus quiere enseñar a Sydney los secretos que afirma
los alquimistas le están ocultando. Pero mientras la empuja a rebelarse
contra la gente que la crío, Sydney descubre que liberarse es más difícil de
lo que pensó. Hay una magia antigua y misteriosa profundamente
arraigada en su interior. Y mientras busca a un usuario de magia negra
que está atacando a poderosas brujas jóvenes, se da cuenta de que su
única esperanza es abrazar su sangre mágica... o ella podría ser la
siguiente.
Sinopsis Capítulo 14
Capítulo 1 Capítulo 15
Capítulo 2 Capítulo 16
Capítulo 3 Capítulo 17
Capítulo 4 Capítulo 18
Capítulo 5 Capítulo 19
Capítulo 6 Capítulo 20
Capítulo 7 Capítulo 21
Capítulo 8 Capítulo 22
Capítulo 9 Capítulo 23
Capítulo 10 Capítulo 24
Capítulo 11 Capítulo 25
Capítulo 12 Sobre la Autora
Capítulo 13 ¡Visítanos!
8
Palm Springs. Pero entonces, salir en pijama no era realmente práctico en
cualquier lugar.
Ella abrió el auto, y me acerqué con cautela al interior, teniendo que
esquivar las vacías tazas de café de papel y viejos problemas de Utne
Reader. Tales condiciones desordenadas eran anatema para mi
sensibilidad, pero eran el menor de mis preocupaciones en este momento.
—Señora Terwilliger —dije una vez que estábamos en el auto por las
calles suburbanas—. ¿Qué está pasando? —Ahora que estábamos fuera de
la residencia, esperaba que ella empezara a hablar coherentemente. Yo no
había olvidado su comentario de "vida o muerte", y estaba empezando a
ponerme nerviosa.
Tenía los ojos en la carretera, delante de nosotras, y líneas de
preocupación marcaban su anguloso rostro.
—Te necesito para lanzar un hechizo.
Me quedé inmóvil mientras trataba de procesar sus palabras. No
hace mucho tiempo, esta proclamación habría provocado en mí protestas y
ataques de repugnancia. No es que me sintiera cómodo con ello ahora. La
magia aún me asustaba. La señora Terwilliger daba clases en mi escuela
privada, la preparatoria Amberwood, durante el día y era bruja por la
noche. Ella me dijo que yo también tenía una afinidad natural para la
magia y había logrado enseñarme algunos hechizos, a pesar de mis
mejores esfuerzos para resistirme. Tenía algunas buenas razones para
querer evitar cualquier cosa arcana. Aparte de las creencias sobre que
la
magia innata era mala, yo simplemente no quería quedar atrapada en más
asuntos sobrenaturales que los necesarios. Ya pasaba mis días como parte
de una sociedad secreta que mantenía en secreto a los vampiros del
mundo humano. Eso, y mis estudios, eran suficientes para mantener
ocupado a cualquiera.
Sin embargo, su entrenamiento mágico me había sacado de algunas
situaciones peligrosas recientemente, por lo que ya no era rápida en
desestimarlas. Así que su sugerencia sobre hacer magia, no era lo más
raro ocurriendo aquí.
—¿Por qué me necesitas para eso? —pregunté. Había pocos autos,
pero de vez en cuando, unos faros proyectaban una luz fantasmagórica en
10
11
―Ahora bien. Empecemos. ―La Sra. Terwilliger me miró con atención
con esos ojos que eran oscuros y aterradores en la noche del desierto―.
¿Lleva puesto algún objeto de metal? Necesitas quitártelo.
―No, yo… oh. Espere.
Extendí la mano alrededor de mi cuello y desaté una delicada
cadena de oro que sostenía una pequeña cruz. Había tenido el collar
durante años, pero recientemente se lo había dado a alguien más, para
reconfortarlo. Él me lo había devuelto recientemente, a través de nuestra
mutua amiga Jill Mastrano Dragomir. Incluso ahora, podía imaginar la
mirada de enojo en su rostro cuando ella me había tomado por asalto en la
escuela y dejado caer la cruz en mi mano sin una palabra.
Me quedé mirando fijamente la cruz, que brillaba a la luz de la luna.
Una sensación de náuseas brotó de la boca de mi estómago al pensar en
Adrian, el chico al que se la había dado. Se la había dado antes de que él
me profesara su amor, algo que me había tomado totalmente desprevenida
hace unas cuantas semanas. Pero tal vez no debería haber estado tan
sorprendida. Cuanto más miraba hacia atrás ―y lo hacía todo el tiempo―
más empezaba a recordar los signos indicadores que deberían haberme
alertado de sus sentimientos. Solo que había estado demasiado ciega como
para notarlo en ese momento.
Por supuesto, no habría importado si lo hubiera visto venir o no.
Adrian era totalmente inadecuado para mí, y no tenía nada que ver con
sus muchos vicios o su potencial declive hacia la locura. Adrian era un
vampiro. Cierto que era un Moroi ―uno de los vampiros buenos y vivos―
pero no había ninguna diferencia. Los humanos y los vampiros no podían
estar juntos. Este era el punto en que los Moroi y los Alquimistas se
mantenían firmemente de acuerdo. Todavía era increíble para mí que
Adrian me hubiera expresado esos sentimientos. Era increíble que incluso
pudiera tenerlos o que hubiera tenido el descaro de besarme, aunque fuera
un beso que me había dejado mareada y sin aliento.
Por supuesto había tenido que rechazarlo. Mi formación no
permitiría nada más. Nuestra situación aquí en Palm Springs nos obligaba
a ambos a estar constantemente juntos en situaciones sociales, y había
sido difícil desde su confesión. Para mí, no era solo la dificultad de nuestra
nueva relación. Yo... bueno, le echaba de menos. Antes de esta debacle, él
y yo habíamos sido amigos y pasábamos mucho tiempo juntos. Me había
acostumbrado a su sonrisa socarrona y a las bromas rápidas que siempre
12
fluían entre nosotros. Hasta que las cosas se habían acabado, no me había
dado cuenta de lo mucho que contaba con ellas. ¡Cuánto las necesitaba!
Me sentía vacía por dentro... lo cual era ridículo, por supuesto. ¿Por
qué
debería preocuparme tanto por un vampiro?
A veces esto me hacia enojar. ¿Por qué él había arruinado una cosa
tan buena entre nosotros? ¿Por qué había hecho que lo echara tanto de
menos? ¿Y qué había esperado que yo haga? Tenía que haber sabido que
era imposible para nosotros estar juntos. Yo no podía tener sentimientos
por él. No podía. Si hubiéramos vivido entre los Vigilantes —un grupo
de
vampiros civilizados, humanos y dhampirs— tal vez él y yo podríamos
tener... no. Incluso si yo sentía algo por él —y me dije firmemente que no
lo hacía— estaba mal para nosotros contemplar la posibilidad de tal
relación.
Ahora, Adrian me hablaba lo menos posible. Y siempre, siempre, me
miraba con una mirada embargada en sus ojos verdes, una que hacía que
mi corazón doliera y…
—¡Ah! ¿Qué es eso?
Me retorcí cuando la Sra. Terwilliger dejó caer un cuenco lleno de
hojas y flores secas sobre mi cabeza. Había estado tan obsesionada con la
cruz y mis recuerdos que no la había visto venir.
—Romero —dijo con total naturalidad—. Hisopo. Anís. No hagas eso.
—Me extendió la mano para apartar algunas de las hojas de mi cabello—.
Los necesitas para que el hechizo.
—Está bien —dije, volviendo a los negocios. Puse la cruz en el suelo
con cuidado, tratando de limpiar mi mente de unos ojos verdes, muy
verdes—. Solo yo puedo hacer el hechizo. ¿Por qué es eso de nuevo?
—Debido a que tiene que ser hecho por una virgen —explicó. Traté
de no hacer una mueca. Sus palabras daban a entender que ella no era
virgen, e incluso si eso tiene sentido para una mujer de cuarenta años de
edad, seguía siendo un pensamiento en el que no quería pensar
demasiado—. Eso, y que la persona a la que estamos buscando se ha
protegido a sí misma contra mí. ¿Pero de ti? De ti no se lo va a esperar.
Bajé la vista hacia el espejo brillante y entendí.
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
la terminal. Sin otra palabra, tomé mis cosas y corrí a toda velocidad a la
puerta tan rápido como pude, tomando nota mental de escribir una carta
de queja a la aerolínea. De milagro, alcancé a llegar justo antes de que mi
nuevo vuelo fuera cerrado a los pasajeros, sin embargo la agente
trabajando en esa puerta me dijo severamente que la próxima vez, debería
planear con anticipación y hacerlo con tiempo.
La ignoré y entré al avión, donde fui recibida por una mucho más
agradable azafata especialmente cuando vio mi boleto de primera clase.
—Está justo aquí, Señorita Melrose —dijo, apuntando a la tercera
fila de la cabina—. Estamos muy contentos de que nos pueda acompañar.
Me ayudó a poner mi maleta en el compartimiento superior, lo que
resultó ser algo difícil ya que los demás pasajeros que llegaron antes
habían tomado la mayor parte del espacio. Requirió algo de conocimiento
creativo de relaciones espaciales, y cuando finalmente nos las arreglamos,
prácticamente me desmayé en mi asiento, exhausta por esta inesperada
ráfaga de emoción. Demasiado para un viaje relajante. Tuve solo el tiempo
suficiente para ajustar mi cinturón de seguridad antes de que el avión
comenzara a avanzar. Sintiéndome un poco más estable, saqué la tarjeta
de seguridad de mi bolsillo para poder seguir junto con la presentación de
la azafata. Sin importar cuántas veces había volado, siempre había
pensado que era importante estar al día en los procedimientos. Estaba
observando a la azafata ajustarse una máscara de oxígeno cuando un
familiar y embriagante aroma me bañó. Dentro de todo el caos de llegar a
este vuelo. Ni siquiera me había molestado en prestar atención a mi
compañero de asiento.
Adrian.
Miré, incrédula. Él me estaba mirando con asombro y, sin duda,
había estado esperando cuánto tiempo me tomaría fijarme en él. Ni
siquiera me molesté en preguntar qué estaba haciendo aquí. Sabía que
volaría desde el Aeropuerto Internacional de los Ángeles y por algún
absurdo giro del destino, había sido movida a su vuelo.
—Esto es imposible —exclamé. La científica en mí estaba demasiado
impresionada para darse cuenta del todo de la naturaleza incómoda de la
situación en la que me encontraba ahora—. Una cosa es que me muevan a
un nuevo vuelo. ¿Pero terminar a tu lado? ¿Sabes cuáles son las
probabilidades de eso? Es increíble.
25
26
1
Altitud crucero: Altura que mantienen los aviones al volar horizontalmente y
durante la
mayor parte de la ruta.
27
28
29
30
31
32
33
34
35
Excelente. La vemos mañana.
Un segundo texto siguió un momento después:
Bloquee su puerta.
Stanton y otro Alquimista fueron invitados a la boda también. Pero
ellos ya estaban en la Costa Este y solo podían viajar aquí mañana.
Les
envidiaba.
A pesar de mi inquietud, dormí sorprendentemente bien y me atreví
a salir para el desayuno en la mañana. Yo no tenía necesidad de
preocuparme por los Moroi, sin embargo. Yo era la única persona
comiendo en el comedor lleno de sol.
—Qué extraño —comentó la posadera mientras me entregaba mi café
y huevos—. Sé que muchos de los huéspedes estuvieron fuera hasta tarde,
pero pensé que por lo menos algunos podrían estar aquí para comer. —
Entonces, para enfatizar la extrañeza de todo ello, añadió—: Después de
todo, el desayuno es gratuito.
Los Moroi nocturnos, quienes todavía estaban en la cama, me
animaron a explorar la ciudad un poco ese día. A pesar de que me
había
preparado con botas y un pesado abrigo, el cambio de clima aún era un
poco chocante. Palm Springs me había hecho blanda. Pronto lo llamé un
día temprano y pasé el resto de la tarde leyendo el libro de la Sra.
Terwilliger con entusiasmo. Volé a través de la primera sección e
incluso
llegué a la avanzada que ella me dijo que saltara. Tal vez era el
hecho de
que estaba prohibido, pero no podía dejar de leer. El alcance de lo
que el
libro describía era tan apasionante y consumidor que casi salté treinta
centímetros en el aire cuando oí que llamaban a la puerta. Me quedé
inmóvil, preguntándome si algún confuso Moroi había confundido mi
habitación con la de un amigo. O, peor aún, con la de un alimentador.
Mi teléfono sonó de repente con un mensaje de texto de Stanton:
Estamos en su puerta.
Efectivamente, cuando la abrí, encontré Stanton allí de pie, con Ian
Jansen, un Alquimista de la misma edad que yo. Su presencia fue una
sorpresa. No había visto a Ian desde que Stanton, y yo habíamos sido
detenidas por los Moroi para ser interrogadas por la fuga de un dhampir
delincuente. En aquel entonces, Ian había tenido un desagradable flechazo
36
conmigo. A juzgar por la sonrisa boba en su cara cuando me vio, las cosas
no habían cambiado. Les hice un gesto para que entraran, asegurándome
de bloquear la puerta cuando la cerré. Como yo, ambos Alquimistas tenían
tatuajes de lirio dorado en las mejillas izquierdas. Era el signo de nuestra
orden, los tatuajes infundidos con sangre de vampiro nos daban una
rápida cicatrización y fueron diseñados mágicamente para detenernos de
discutir asuntos Alquimistas con aquellos que no sabían nada de ellos.
Stanton arqueó una ceja a la bañera en forma de corazón y luego se
acomodó en una silla junto al fuego.
—¿No tuvo problemas para llegar aquí?
¿Aparte de viajar con un bien parecido vampiro que cree que está
enamorado de mí?
—Ninguno —le contesté. Observé a Ian con el ceño fruncido—. No
esperaba que estuvieras aquí. Quiero decir, me alegro de que lo estés, pero
después de la última vez… —Hice una pausa mientras algo me golpeaba.
Miré alrededor—. De que todos nosotros. Todos nosotros estábamos, uh,
bajo arresto domiciliario.
Stanton asintió.
—Se decidió que si íbamos a mejorar las buenas relaciones entre
nuestros grupos, los Moroi empezarían por hacer las paces con nosotros
tres en particular.
Ian frunció el ceño y se cruzó de brazos, apoyado contra una pared.
Tenía ojos marrones, con cabello castaño que llevaba a juego con un
esmerado corte de cabello.
—Yo no quiero “mejorar” de ninguna forma con esos monstruos
después de lo que hicieron con nosotros este verano. ¡No puedo siquiera
creer que estemos aquí! Este lugar está lleno de ellos. ¿Quién sabe lo que
pasará si uno de ellos bebe demasiado champán esta noche y va en busca
de un bocadillo? Aquí estamos, frescos humanos.
Quería decirle que era ridículo, pero por el razonamiento Alquimista,
esa era una preocupación muy legítima. Y, recordándome a mí misma que
yo no conocía a la mayoría de los Moroi aquí, me di cuenta que tal vez sus
temores no eran infundados.
37
—Creo que vamos a tener que permanecer juntos —le dije. Esa fue la
peor elección de palabras, a juzgar por la sonrisa feliz de Ian.
Los Alquimistas raramente teníamos tiempo para socializar, y esta
no era la excepción. Stanton pronto nos puso a trabajar, revisando los
planes para la boda y cual era nuestro propósito aquí. Una carpeta de
archivo proporcionaba antecedentes sobre Sonya y Mikhail, como si yo no
supiera nada sobre de ellos. Mi misión y la historia con Sonya eran
secretos de otros Alquimistas, por lo que, por el bien de Ian, tuve
que
asentir a lo largo de todo como si fuera tan nuevo para mí como lo era para
él.
—Las festividades probablemente durarán hasta casi la salida del sol
—dijo Stanton, recogiendo sus papeles una vez que hubo terminado la
sesión informativa—. Ian y yo estaremos saliendo y luego la dejaremos en
el aeropuerto en nuestro camino. No tendrá que pasar otra noche aquí.
La cara de Ian se volvió oscuramente protectora.
—No deberías haberte quedado aquí sola anoche. Deberías haber
tenido a alguien para cuidar de ti.
—Puedo cuidar de mí misma —le espeté, un poco más duramente de
lo que pensaba. Me gustara o no, la preparación de la Sra. Terwilliger me
había facultado, literal y figurativamente. Eso, y las recientes clases
de
defensa personal me habían enseñado a mirar más allá de mí y mi
entorno. Tal vez Ian tenía buenas intenciones, pero no me gustaba la idea
de él —o cualquiera— pensando que necesitaba mimos.
—La Srta. Sage está bastante bien cómo puede ver —dijo Stanton
con sequedad. El flechazo de Ian tenía que ser obvio para ella, y era
igualmente de obvio para mí que ella no tenía que usar tal frivolidad.
Su
mirada se desvió hacia la ventana, que estaba en radiante naranja y
rojo
con el sol poniente—. Bueno, entonces. Es casi la hora. ¿No deberías estar
lista?
Habían llegado en sus ropas de vestir, pero yo todavía necesitaba
arreglarme. Hablaron juntos mientras me alistaba en el baño, pero cada
vez que salía —para conseguir un cepillo para el pelo o los pendientes
o
alguna otra cosa— veía a Ian mirarme con esa mirada cursi. Genial. Esto
no era lo que necesitaba.
38
39
40
41
42
—¿Soy el único que piensa que es una locura que estemos aquí? —
Asintió con la cabeza hacia Stanton—. Ella piensa que esto está bien, pero
vamos. Nos mantuvieron cautivos. Eso es imperdonable. ¿Eso no te
molesta?
Desde luego, no me había gustado en ese momento, pero me
gustaría llegar a entender qué había sucedido.
—Odio lo que hicieron —mentí, esperando sonara convincente—.
Estoy enojada cada vez que pienso en ello.
Ian realmente parecía lo suficiente aliviado para dejar el tema.
Nos sentamos en un bendecido silencio mientras el atrio se llenaba.
Para el momento en que la ceremonia estaba a punto de comenzar, tiene
que haber habido cerca de doscientas personas en la habitación. Seguí
buscando rostros familiares, pero Adrian y su padre eran los únicos a
quienes conocía. Entonces, al último minuto, una figura brillantemente
vistosa, llegó con prisa. Gruñí al mismo tiempo que Stanton hizo un ruido
de reprobación. Abe Manzur había llegado.
Donde Adrian hacía funcionar el color con el atuendo formal en una
forma llena de estilo, Abe usaba el color para ofender sensibilidades. Para
ser justos, este era uno de los atuendos más sobrios que había visto usar a
Abe: un traje blanco con una brillante camisa color verde kiwi y un
pañuelo multicolor. Llevaba sus usuales pendientes de oro, y el brillo
de
su cabello negro me había pensar que había estado usando alguna clase
de aceite para el cabello de una forma bastante voraz. Abe era un
Moroi
con dudosa moral y también el padre de mi amiga —y el anterior amor
dhampir de Adrian— Rose Hathaway. Abe me ponía nerviosa porque tenía
algunos asuntos secretos con él en el pasado. Él ponía a Stanton nerviosa
porque era un Moroi que los Alquimistas jamás serían capaces de
controlar. Abe se acomodó en la primera fila, ganándose una mirada
horrorizada de Colleen la coordinadora, quien estaba supervisando todo
desde un lado de la habitación. Supongo que eso no era parte de su
esquema de asientos.
Escuché el sonido de una trompeta, y esos sentados en la parte de
atrás repentinamente cayeron de rodillas. Como una ola, aquellos
sentados en el resto de las filas comenzaron a imitarlos.
43
44
45
más y había ganado exactamente medio kilo, algo que se había sentido
como una tortura e incorrecto hasta que mi amigo Trey me había
comentado recientemente que me "veía bastante bien estos días". Eso
había reforzado la idea de que un par de kilos más no me matarían y que
tal vez realmente sería algo bueno para mí. No es que fuera a
admitirle
nada de eso a Adrian.
Todos nos pusimos de pie cuando Sonya entró. Estaba gloriosa en
seda marfil, con pequeñas rosas blancas adornando su cabellera roja. La
Reina había estado magnífica, pero había un brillo sobre Sonya que
opacaba incluso la belleza de Lissa. Tal vez simplemente era algo inherente
a las novias. Había un aire de amor alrededor de Sonya que la hacía
brillar. Me sorprendí de sentir una punzada en mi pecho.
Ian estuvo probablemente decepcionado cuando no hubo ningún
ritual con sangre, pero la ceremonia fue dulce y estuvo llena de
emoción.
No podía creer los rostros de piedra que mis compañeros Alquimistas
lucían... Yo estaba al borde de las lágrimas mientras la pareja recitaba sus
votos. Incluso si Sonya y Mikhail no hubieran pasado por un infierno para
estar juntos, este era el tipo de ceremonia que no podía evitar
conmover.
Mientras los escuchaba jurar que se amarían para siempre, me encontré
con mi mirada vagando hacia Adrian. Él no me vio mirándolo, pero podía
decir que la ceremonia estaba teniendo el mismo efecto en él. Estaba
cautivado.
Era una apariencia extraña y dulce para él, recordándome al artista
torturado que vivía debajo del sarcasmo. Me gustaba eso sobre Adrian…
no la parte del torturado, sino la forma en que podía sentir tan
profundamente y luego transformar esas emociones en arte. Yo tenía
sentimientos, igual que todos los demás, pero esa habilidad de expresarlos
en algo creativo era un área en la que jamás, jamás sería una experta. No
estaba en mi naturaleza. Algunas veces lo molestaba por su arte,
especialmente sus piezas más abstractas. Secretamente, admiraba sus
habilidades con asombro y amaba las muchas facetas de su personalidad.
Mientras tanto, tenía que luchar por mantener mi cara en blanco,
para lucir como si fuera una Alquimista normal sin ninguna preocupación
por impíos eventos de vampiros. Ninguno de mis compañeros me
cuestionó, así que supongo que lo logré. Tal vez tenía futuro en el póker.
Sonya y Mikhail se besaron, y la multitud estalló en aplausos. Solo
se volvieron más ruidosos cuando él descaradamente la besó una segunda
46
47
48
49
50
51
52
53
54
Ugh. Adrian tenía razón. Yo era la que no podía superar “esa cosa”.
Inconsciente de mis pensamientos, él miró a Stanton otra vez.
—Tiene la mirada de un general que acaba de mandar a su ejército a
una misión suicida.
—Es agradable saber que se preocupa —dije. Por un momento, me
olvidé de mis penas en pista de baile mientras pensaba enfadada otra vez
en la actitud de “necesitas aprender” de Stanton.
—Puedo atraerte más cerca, si quieres —dijo—. Solo para ver cuánto
se preocupa. Siempre estoy dispuesto a ayudar de esa manera, ya sabes.
—Eres tan colaborador —dije—. Si ponerme en peligro fuera por el
bien común, entonces Stanton probablemente no haría nada si tú te
abalanzaras sobre mí.
La sonrisa satisfecha de Adrian se desvaneció.
—¿Se sinceró sobre ese chico al que estabas intentando encontrar?
¿Martin?
—Marcus —le corregí. Fruncí el ceño. Su negativa todavía me
molestaba—. Sigue diciendo que no le conoce, y no puedo presionar
demasiado si no quiero que sospeche.
—He pensado en una forma en la que podrías encontrarle —dijo
Adrian. Habría pensado que estaba bromeando si su rostro no estuviera
tan serio.
—¿Tú lo has hecho? —pregunté. Los Alquimistas teníamos una gran
cantidad de información a nuestra de disposición, con las manos metidas
en todo tipo de agencias y organizaciones. Yo había estado recorriéndolas
estas últimas semanas y encontraba extraño que Adrian tuviera acceso a
algo que yo no.
—Sip. Tienes su foto, ¿no? ¿No podrías hacer el mismo hechizo que
hiciste la otra noche? ¿Localizarle de esa forma?
Estaba tan sorprendida, que casi me tropecé. Adrian apretó su
agarre para que no me cayera. Me estremecí cuando ese pequeño gesto nos
acercó. La tensión entre nosotros saltó a un nivel superior, y me di cuenta
56
57
58
59
única que me entendía, incluso más que mis propios padres. Me aceptaba.
Vio la bondad en mi alma. Ella era la única que creía en mí.
Él estaba de pie frente a mí, pero no estaba conmigo. Reconocí la
naturaleza laberíntica y apasionada del espíritu. Jugaba con la mente de
sus usuarios. A veces les hacia dispersos y distantes, como lo estaba
él
ahora. A veces desafiaba su agarre sobre la realidad. Y a veces, podía crear
una desesperación con consecuencias devastadoras.
—Ella no era la única —le dije—. Yo creo en ti. Ella está en paz, y
nada de lo que digan puede cambiar quién era. Por favor vuelve a mí.
Todavía tenía la mirada perdida en algún lugar al que no podía
seguirle. Después de unos momentos aterradores, parpadeó y se concentró
en mí. Su expresión todavía era triste, pero al menos tenía el control otra
vez.
—Estoy aquí, Sage. —Retiró su mano y miró alrededor para
asegurarse de que nadie me había visto sosteniéndolo. Afortunadamente,
la novia y el novio habían sido llevados a la pista de baile, y todo el mundo
estaba demasiado fascinado observándolos—. Dos horas.
Bebió el resto de su copa y se alejó. Le observé hasta que
desapareció entre la multitud, y luego volví a mi propia mesa, mirando
el
reloj durante el camino. Dos horas.
Ian saltó de su asiento cuando me acerqué.
—¿Estás bien?
No había ningún Moroi simpatizante alrededor, así que solo Stanton
estaba cerca para oírlo. Ella parecía compartir su preocupación.
—Siento que hayas tenido que soportar eso, Señorita Sage. Como
siempre, su dedicación al trabajo es admirable.
—Hago lo que puedo para ayudar, señora —dije, todavía estaba
preocupada por Adrian y esperaba que no recayera en el agarre del
espíritu otra vez.
—¿Te ha herido? —preguntó Ian, señalando—. ¿Tus manos?
Miré abajo y me di cuenta de que había estado frotándome las
manos. Estaban cálidas donde Adrian me había tocado.
60
61
62
63
Palmeó la bolsa.
—Tú pides. Yo entrego. Ahora, ¿a dónde necesitas ir para hacer
esto?
—A algún lugar lejano. —Miré alrededor. Más allá del
estacionamiento del hotel, había un terreno vacío, el que esperaba sería
suficiente—. Ahí.
Caminar a través del estacionamiento no fue un problema, pero una
vez que estuvimos “fuera del camino”, en el terreno nevado, incluso mis
prácticas sandalias no eran muy adecuadas. También estaba tan helada
que sospechaba que mi piel era tan azul como mi vestido.
—Detente —dijo Adrian en un punto.
—Necesitamos ir un poco más lejos —protesté.
Adrian, quien había tendido la sensatez de usar un abrigo de lana,
se lo estaba sacando.
—Toma.
—Te enfriarás —protesté, aunque no lo detuve cuando dio un paso
hacia adelante y me ayudó a ponerme el abrigo. Era más alto que yo,
así
que la manga tres cuartos era milagrosamente completa en mí. Su esencia
era una mezcla de humo y colonia.
—Ahí —Apretó más el abrigo a mí alrededor—. Tengo magas largas y
la chaqueta. Ahora, vamos… apresurémonos.
No tuvo que decírmelo dos veces. Además de la temperatura,
teníamos que hacer esto antes de que otros nos vieran. Incluso yo no sería
capaz de explicar esto a los Alquimistas.
La luna aún era nítida y brillante cuando finalmente encontramos
un lugar aceptable. Me cerní sobre la bolsa de Adrian, asombrada de que
hubiera encontrado todo, desde el espejo, las hojas secas y las flores. Él se
quedó quieto mientras yo ordenaba todo, solo hablando cuando estaba
lista para partir.
—¿Hay algo que pueda hacer? —preguntó él amablemente.
—Solo sigue observando —dije—, y atrápame si me desmayo.
64
—Con gusto.
Había memorizado el hechizo cuando la Sra. Terwilliger lo había
realizado. Aun así, estaba nerviosa acerca de hacerlo sola, específicamente
ya que el ambiente era tan distractor. Fue un poco difícil encontrar la
concentración que necesitaba mientras me arrodillaba en la nieve. Luego
pensé en Stanton y las mentiras que los Alquimistas me estaban diciendo.
Una chispa de rabia surgió en mí, creando calidez de otra fuente. Usé eso
para dirigir mis pensamientos mientras miraba la fotografía de Marcus. Él
era de la edad de Adrian, con cabello rubio hasta los hombros y una
mirada pensativa en sus ojos azules. El tatuaje en su mejilla era un
enrejado de índigo creciente. Lentamente, me las arreglé para hundirme en
el hechizo.
Sentí la misma euforia mientras el espejo cambiaba a una imagen de
una ciudad. No me bloqueaba niebla esta vez, ya que presuntamente
Marcus no estaba ejerciendo el tipo de magia protectora que la hermana de
la Sra. Terwilliger había estado usando. La escena ante mí me mostraba lo
que parecía un muy modesto estudio. Un colchón yacía en el suelo y una
antigua televisión estaba en la esquina. Miré alrededor, buscando muebles
significativos, pero no encontré nada. La única ventana de la habitación
finalmente me dio una pista. Lejos en la distancia, podía ver un
edificio
estilo Español que parecía como una iglesia o un monasterio. Estaba
hecho de estuco blanco, con torres abovedadas con techo rojo. Intenté
obtener una mirada más cercana, volar como lo había hecho en el otro
hechizo, pero de pronto, me volví consciente del frío de Pensilvania
filtrándose en mí.
La imagen se quebró y estuve de regreso, arrodillada en el terreno.
—Ugh —dije, poniendo la mano en mi frente—. Muy cerca.
—¿Viste algo? —preguntó Adrian.
—Nada que sea de ayuda.
Me levanté y me sentí un poco mareada pero logré mantenerme en
pie. Pude ver a Adrian listo y esperando para atraparme en caso de que me
desmayara.
—¿Estás bien?
65
66
67
68
69
70
72
como una reina que como una hermana hacia Jill. Era una relación difícil
para ambas.
—¿Lo pasaste bien? —preguntó Eddie.
Consideré mi respuesta durante varios minutos.
—Pasé una velada interesante. Todavía hay mucha tensión entre los
Alquimistas y tu gente, así que parte de ello fue un poco extraño.
—Por lo menos Adrian estaba allí. Debió haber sido agradable tener
a alguien que conoces —dijo Angeline, con una ignorancia bien
intencionada. Señaló a una foto que había tomado en la sala de recepción.
Mi intención había sido sacar un plano general del lugar para Jill,
pero
Adrian pasó por casualidad por la toma, posando perfectamente como un
apuesto modelo anfitrión del evento—. Siempre tan guapo. —Angeline negó
con la cabeza en desaprobación—. Todos allí lo son. ¿Supongo que eso
significa que no hubo combates de lucha libre de celebración?
Era una señal del progreso de Angeline que hubiera deducido eso
tan rápido. Su gente, los Vigilantes, vivían en los bosques de West Virginia,
y su actitud receptiva al romance entre vampiros, dhampirs y humanos
era solo una de sus más extrañas costumbres. A menudo tenían peleas
amistosas, y Angeline había tenido que aprender que esos
comportamientos no eran aceptables aquí en la sociedad americana.
—No mientras estuve allí —dije—. Pero oye, tal vez pasó algo
después de que me fuera. —Eso provocó sonrisas en los rostros de Jill
y
Eddie y una mirada esperanzadora de Angeline.
Se acercó una camarera, y pedí Coca-Cola Light y una ensalada. Tal
vez me había relajado en mi estricto cálculo de calorías, pero juraba
que
todavía podía saborear el azúcar de todo el pastel de bodas que había
comido después del hechizo.
Angeline apretó su agarre sobre el brazo de Eddie y le sonrió.
—Si alguna vez llegas a ver mi casa, puedes luchar contra mi
hermano Josh para demostrar que eres digno de mí.
Tuve que contener una carcajada. Había visto la comunidad de los
Vigilantes y sabía que lo decía absolutamente en serio. Me esforcé por
mantener una cara seria.
73
—¿No están rompiendo muchas reglas al estar juntos sin que eso
haya ocurrido todavía?
Angeline asintió, viéndose un poco triste.
—Mi madre estaría tan escandalizada si lo supiera. Pero supongo
que está es una situación única.
Eddie le sonrió con indulgencia. Creo que a veces pensaba que
estábamos exagerando sobre los Vigilantes. Se iba a llevar una gran
sorpresa si alguna vez los visitaba.
—Tal vez pueda luchar contra un montón de tus familiares para
compensarlo —dijo.
—Puede que tengas que hacerlo —dijo ella, sin darse cuenta de que
él estaña bromeando.
Difícilmente era una broma romántica, pero Jill parecía sin duda
incómoda hablando de su relación. Se volvió hacia mí, evidentemente
intentando no mirar hacia ellos.
—Sydney, ¿qué vamos a hacer para Navidad?
Me encogí de hombros, sin saber qué estaba preguntando.
—Lo de siempre, supongo. Dar regalos. Cantar canciones. Tener
duelos navideños. —Angeline se iluminó con eso.
Jill puso los ojos en blanco.
—No, quiero decir, vamos a estar en las vacaciones de invierno en
un par de semanas. ¿Hay alguna manera… hay alguna manera de que
podamos ir a casa?
Había un tono lastimero en su voz, e incluso Eddie y Angeline
rompieron su mutua admiración para mirarme. Me moví bajo su
escrutinio. Angeline no estaba tan interesada en visitar a los
Vigilantes,
pero sabía que Eddie y Jill echaban de menos a sus amigos y familia.
Deseé poder darles la respuesta que querían oír.
—Lo siento —dije—. Se alojarán en casa de Clarence durante las
vacaciones. No podemos arriesgarnos… bueno, ya saben. —No tenía que
enfatizar la necesidad de la seguridad de Jill. Todos estábamos
74
75
76
77
78
79
80
81
Un gato multicolor saltó sobre la mesa, y pasé una mano por su pelo
liso, consolándome en el pequeño contacto.
—El hecho de que sigas diciendo “debería” me pone un poco
nerviosa. ¿Por qué siquiera vendría a buscar a Palm Springs? ¿Sabe ya
sobre mí?
—No. Pero sabe que estoy aquí y podría vigilarme de vez en cuando,
así que necesito que te escondas en caso de que lo haga. Estoy en un
aprieto, sin embargo, porque tengo que encontrarla, pero no puedo hacer
la caza activamente. Si se entera de que estoy investigando, sabrá que
sé
que está aquí. No puedo alertarla. Si tengo el elemento de sorpresa de mi
parte, tengo más probabilidades de detenerla. —Frunció el ceño—. Estoy
francamente sorprendida de que viniera tan cerca de mí a California. De
todos modos, tengo que mantener un perfil bajo hasta que llegue el
momento de atacar.
La Sra. Terwilliger me miró significativamente, y tuve un mal
presentimiento en mi estómago cuando empecé a encajar lo que estaba
diciendo.
—¿Quieres que yo la cace?
—No es tanto cazar como lo es recopilar algunos datos. Eres la única
en quien puedo confiar para hacer esto. Ella y yo podemos sentirnos la
una a la otra si estamos cerca, sin importar cuánto intentemos ocultar
nuestra magia. Sé que esto va a sonar impactante, pero realmente creo
que sería mejor si tú la cazas, incluso si eres una de las que busca. Eres
una de los pocos en los que puedo confiar completamente, y además eres
lo suficientemente ingeniosa para sacar adelante algo como esto.
—Pero me estaría exponiendo a mí misma ahí fuera. Acaba de decir
que yo sería una gran captura para ella. —Las vueltas y revueltas aquí
eran alucinantes.
—Sí. Es por eso que te he dado el amuleto. No sentirá tu magia, y si
eres cautelosa en tu investigación, ella no debería tener ninguna razón
para notarte.
Todavía no estaba siguiendo la lógica aquí.
82
83
84
—Así que está diciendo… que con cada víctima que ataca, la
posibilidad de que me encuentre aumenta.
—Sí.
—Está bien. La ayudaré a buscarla. —Dejé de lado todas mis dudas
y temores… había demasiado en juego. Mi vida, las otras chicas…
Verónica tenía que ser detenida por el bien de todos. No podía
permitirse
que alguien como ella continuara así.
—Hay más —añadió la Sra. Terwilliger.
¿En serio?
—¿Más que cazar una bruja malvada que quiere drenar mi vida y mi
poder?
—Si podemos detener a Verónica de encontrar a víctimas con menos
poder, podemos salvar sus vidas y limitar su habilidad para encontrarte.
—Sacó una pequeña bolsa de terciopelo y la vació sobre la mesa. Varios
círculos pequeños de ágata cayeron—. Estos son amuletos que tienen
cierta capacidad para ocultar la magia. No tan fuerte como el granate, que
tomaría demasiado tiempo. Pero son una solución rápida para poder salvar
las vidas de algunas de las otras chicas.
Sabía a dónde iba esto.
—¿Y quieres que los entregue?
—Lo siento. Sé que te estoy dando algunas tareas muy difíciles aquí.
Esto se estaba poniendo peor y peor.
—¿Difícil? Eso es un eufemismo. Y dejando de lado el hecho de que
quiere que encuentre a una mujer que podría succionar mi vida fuera de
mí, también está el pequeño detalle de que los Alquimistas se pondrían
como locos si supieran que estoy involucrada en algo de esto.
La señora Terwilliger no respondió inmediatamente. Simplemente me
observó. Un gato negro saltó a su lado y se unió a su mirada fija.
Su
mirada de ojos amarillos parecía decir: Haz lo correcto.
—¿Cuándo empiezo? —pregunté finalmente—. Encontrar ese barrio
es parte de eso, ¿no?
85
86
87
88
89
90
91
92
deduje que el estudio había estado en el tercer o cuarto piso. Ya que uno
de los edificios solo tenía dos pisos, eso me daba una posibilidad bastante
buena de acertar al lugar correcto.
Al entrar al edificio, me alegré de haber empacado desinfectante en
mi bolso. Los pasillos se veían como si no hubieran sido barridos en
un
año. Las paredes estaban sucias, su pintura descascarada. Trozos de
basura en el piso. Telarañas colgando en algunas esquinas y recé por que
las arañas fueran los únicos habitantes espeluznantes. Si veía una
cucaracha, probablemente huiría. El edificio no tenía portería en la que
pudiera hacer consultas, por lo que le hice señas a una mujer de mediana
edad mientras se iba. Ella se detuvo, mirándome con recelo.
—Hola —dije, esperando no verme amenazadora—. Estoy intentando
encontrar a un amigo, pero no sé en cuál apartamento vive. ¿Quizás lo
conoce? Su nombre es Marcus. Tiene un tatuaje azul en su rostro. —
Viendo su mirada inexpresiva, repetí la pregunta en español. Comprensión
se mostró en su expresión, pero una vez escuchó toda mi pregunta, su
única respuesta fue un breve apretón de manos. Ni siquiera tuve
oportunidad de mostrarle la fotografía de Marcus.
Pasé la siguiente media hora haciendo la misma cosa cada vez que
veía a un residente salir o entrar. Me quedé fuera esta vez prefiriendo una
zona pública brillantemente iluminada al oscuro interior. Algunas de las
personas con las que hablé eran un poco vagas, y un par de chicos me
miraron de una forma que definitivamente no me gustó. Estaba a punto de
renunciar cuando un joven chico se me acercó. Parecía tener alrededor de
diez años y había estado jugando en el estacionamiento.
—Conozco al hombre que estás buscando —me dijo en Inglés—, pero
su nombre no es Marcus. Es Dave.
Considerando lo difícil de encontrar que había sido Marcus, no
estaba enteramente sorprendida de que hubiera usado otro nombre.
—¿Estás seguro? —le pregunté al niño. Le mostré la fotografía—.
¿Este es el hombre?
Él asintió con entusiasmo.
—Ese es. Es realmente tranquilo. Mi mamá dice que probablemente
está haciendo cosas malas.
93
94
95
96
2
El Guardián en el Centeno: (The Catcher in the Rye) es una novela de J. D.
Salinger. Al
publicarse en 1951, en los Estados Unidos, la novela provocó numerosas
controversias
por su lenguaje provocador y por retratar sin tapujos la sexualidad y
la ansiedad
adolescentes. Es considerado por numerosos expertos como uno de los
libros más
importantes del siglo XX.
97
98
99
100
más importante que la vida, un salvador rebelde que iba a decirme todos
los secretos del mundo y liberarme de ser otro engranaje en la máquina de
los Alquimistas. Pero todo era una mentira. Clarence había mencionado
que había convencido a los Guerreros de dejarlo en paz. Yo asumí que era
porque Marcus tenía algún tipo de influencia increíble que podía usar
contra los Guerreros, pero aparentemente, la llave de su influencia era que
él era uno de ellos.
Levantó la vista de su muñeca.
—¿Qué? ¿De esos locos? Diablos, no.
Casi señalé a la chica pero decidí que sería mejor no hacer ningún
movimiento repentino. Me conformé con un asentimiento de cabeza hacia
su dirección y noté todas las cerraduras de la puerta que habían sido
destruidas. Había estado tan concentrada en la lucha con Marcus que no
las había escuchado.
—¿De verdad? ¿Entonces cómo es que acaba de venir una de ellos a
salvarte?
—Yo no soy una de ellos en realidad. —Ella casi habló de manera
casual, pero la pistola contradecía su tono—. Bueno, supongo que soy un
tipo de…
—Sabrina es una espía —explicó Marcus. También se veía mucho
más tranquilo, ahora que yo no estaba agrediéndolo—. Una adorable. Ha
estado encubierta con ellos por más de un año. También fue la que me
habló de ti.
Una vez más, era difícil saber cómo responder a eso. Tampoco
estaba segura de si compraba esta historia del espía.
—¿Qué le dijiste exactamente?
Él me dirigió una sonrisa de estrella de cine. Sus dientes eran tan
blancos que me pregunté si tenían revestimiento. Parecía fuera de lugar
para un granuja que vivía prófugo, pero nada en este día había resultado
realmente como esperaba.
—Me habló sobre la chica Alquimista que defendió a un Moroi y
luego ayudó a dirigir una incursión dhampir.
101
102
103
104
105
106
107
108
usuario del espíritu. La casa segura no está tan lejos de Palm Springs.
Asegúrate de que todo esté en orden y luego ven a recogerme más tarde.
A Sabrina no le gustó eso, para nada. Tal vez yo todavía no entendía
la dinámica de su grupo, pero era obvio que ella lo consideraba un líder y
era insanamente protectora. De hecho, sospeché que sus sentimientos
hacia él eran más que profesionales. No paraban de hablar de si él estaría
a salvo o no, y yo escuchaba sin decir palabra. Al mismo tiempo, me
pregunté si yo estaría a salvo al irme con un tipo desconocido.
Clarence
confiaba en él, me recordé. Y él es bastante paranoico. Además, con la
muñeca de Marcus malherida, probablemente podría llevarlo.
Finalmente él convenció a Sabrina de dejarlo ir, pero no antes de que
ella gruñera:
—Si algo le pasa, iré tras de ti. —Aparentemente el duro carácter en
la arena no había sido del todo falso.
Nos separamos de ella, y poco después, Marcus y yo estábamos de
camino a Palm Springs. Traté de sacarle más información, pero no mordió
el anzuelo. En vez de eso, se mantuvo elogiándome y diciéndome cosas que
estaban a solo un paso de los piropos. A juzgar por la forma en que había
bromeado también con Sabrina, no creí que hubiera nada particularmente
especial en mí. Pensé que él estaba acostumbrado a que las mujeres lo
adularan. Era lindo, le concedería eso, pero tomaría más que eso para
ganarme.
Estaba atardeciendo cuando llegamos al departamento de Adrian, y
me pregunté tardíamente si debería haberle avisado antes. Demasiado
tarde ahora.
Caminamos hasta la puerta, y toqué tres veces.
—Está abierto —dijo una voz desde el interior. Entré, y Marcus me
siguió.
Adrian estaba trabajando en una pintura abstracta de lo que parecía
ser un edificio cristalino de algún mundo de fantasía.
—Regalo inesperado —dijo. Sus ojos cayeron sobre Marcus y se
ampliaron—. Seré condenado. Lo encontraste.
—Gracias a ti —dije.
109
110
111
112
113
114
115
Adrian no perdió el tiempo. Dio un paso adelante, estiró la mano y la
colocó sobre mi mejilla una vez más. Contuve la respiración y mi ritmo
cardiaco aumentó. Sería tan, tan fácil para él jalarme hacía sí y
besarme
de nuevo. Un calor hormigueante se extendió por mi piel, y por un
momento, pensé que solo era mi reacción normal hacia él. Pero no, me di
cuenta. Era la magia. Sus ojos estaban clavados en los míos, y durante lo
que dura un latido del corazón, estuvimos suspendidos en el tiempo.
Luego removió su mano y se alejó.
—Listo —dijo—. ¿Fue muy malo?
No, no estuvo nada mal. El dolor palpitante había desaparecido.
Todo lo que quedaba era la constante voz interior que me recriminaba que
lo que acababa de pasar estaba mal. La misma voz que trataba de decirme
que Adrian tenía una mancha tras de sí… pero eso era difícil de creer
de
él. Solté el aliento que había estado conteniendo.
—Gracias —dije—. No tenías que hacerlo.
Me dio una de aquellas pequeñas sonrisas.
—Oh, créeme, sí tenía.
Un momento de silencio incómodo pendió entre nosotros. Me aclaré
la garganta.
—Bueno. Deberíamos regresar con Marcus. Tal vez tengamos tiempo
para cenar antes de que Sabrina aparezca, y ustedes pueden arreglar las
cosas.
—Dudo siquiera de que un paseo a la luz de la luna arregle las cosas
entre nosotros.
Sus palabras me recordaron algo más que había querido sacar a
colación cuando él regresara a la ciudad, algo que había tenido una mucho
menor prioridad.
—Tu abrigo… nunca lo recogiste después de la boda. Está en mi
auto.
Hizo un gesto desdeñoso.
—Quédatelo. Tengo otros.
116
118
119
120
121
122
123
124
125
Trey parecía comprensiblemente cauteloso.
—¿Cuál es?
Sonó la campana, así que hablé rápidamente.
—Angeline necesita un tutor de matemáticas o de lo contrario
reprobará. Y si reprueba, será expulsada de la escuela. No sería difícil para
ti en absoluto. Y se vería bien en tus solicitudes para la universidad.
—Tu prima es un poco inestable —dijo. Pero no dijo que no, así que
pensé que era una buena señal.
—Solías pensar que era atractiva —le recordé.
—Sí, eso fue antes... —No terminó la frase, pero la sabía. Antes de
que se enterara de que era una dhampir. Los Guerreros tenían los mismos
tabúes que los Alquimistas sobre las relaciones entre razas.
—Está bien —dije—. Entiendo. Tomaré mi tarea y me iré. —Extendí
la mano, pero no me devolvió los papeles.
—Espera, voy a hacerlo. Pero si me lastima, esperaré que te sientas
muy mal. La temporada de baloncesto acaba de comenzar, y el equipo se
vendrá abajo si me quedo fuera a causa de ella.
Sonreí.
—Estaré devastada.
Angeline no estaba tan emocionada cuando se lo dije en el almuerzo.
Se sonrojó de rabia y parecía que estaba a punto de lanzar su bandeja
a
través de la cafetería.
—¿Esperas que trabaje con ese... ese... cazador de vampiros? —
exigió. Me pregunté si había tenido otro nombre en mente pero se había
contenido en alguna muestra notable de moderación—. ¿Especialmente
después de lo que trataron de hacerle a Sonya?
—Trey no es como el resto de ellos —dije a la defensiva—. Se negó a
matarla e incluso pasó por la dificultad de llevarme allí para ayudarla,
lo
cual terminó arruinando severamente su vida, debo añadir.
Eddie parecía divertido, a pesar del tema serio.
126
127
128
130
3
Summer Wind y Gold Dust: Viento de verano y Polvo de oro.
131
mientras escaneaba cada lado, esperando que tal vez me hubiera perdido
de algo.
—Ugh —dije encorvándome de nuevo en mi asiento. No tenía suerte.
El universo aparentemente me había cortado el suministro—. Tendremos
que mirar el otro lugar, pero en verdad no se veían igual.
—Bueno, no haría daño. —Repentinamente Adrian hizo un giro
abrupto hacia una calle lateral que casi habíamos pasado por alto, me
erguí de inmediato mientras tomaba la curva.
—¿Qué estás haciendo? ¡Piensa en los neumáticos!
—Mira. —Dio otro giro, llevándonos a una calle paralela. La cual en
su mayoría poseía la vivienda californiana contemporánea… pero un
bloque tenía más casas victorianas. Di un grito ahogado.
—¡Ahí esta!
Adrian hizo a una parada al lado de la calle opuesta a la casa de mis
visiones. Todo estaba ahí, desde el porche envolvente hasta el arbusto
de
hortensias. Y ahora en la luz del día, pude distinguir el signo en el
patio
delantero: CAMA Y DESAYUNO DEL VIEJO MUNDO. Una letra pequeña
que lo identificaba como un sitio histórico.
—Bien aquí vamos. —Adrian, claramente estaba complacido con su
hallazgo, a pesar del riesgo de los neumáticos del auto—. Tal vez la
hermana de Jackie se está quedando ahí.
—Una opción un poco extraña para desarrollar nefastas actividades
mágicas —comenté.
—No lo sé. Dado que no hay ninguna clase de castillo antiguo, ¿por
qué no un Bed & Breakfast?
Respiré profundamente.
—De acuerdo entonces, vamos a investigar un poco. ¿Estás seguro
que puedes confundir a los que me miren?
—Sera fácil —dijo el—. Pero sería aún más fácil si llevaras tu peluca.
—Oh, rayos. Lo olvidé.
132
133
134
135
136
137
138
139
—Habla —ordenó.
Le mostré la foto de Verónica.
—¿Has visto a esta mujer?
—Nop.
—Bien —¿Lo estaba verdad? ¿Significaba eso que Verónica había
etiquetado a Wendy como futuro objetivo y estaba esperando para
aparecer?—. Es peligrosa. No estoy realmente segura de cómo ponerlo…
—Encuentra a chicas con magia y chupa sus almas —suministró
Adrian amablemente.
Wendy dudó un momento.
—Lo siento ¿Qué dijiste?
—No es exactamente así —dije—, pero es lo suficientemente cercano.
Busca a chicas con poder y se apodera de él.
—Pero yo no uso magia —contestó Wendy—. Como te dije, no quiero
tener nada que ver con eso. Hay una bruja que vive en Anaheim que
siempre me está diciendo cuánto potencial tengo y cómo debería ser su
aprendiz. Sigo diciéndole que no, y nunca intenté ningún hechizo. Esta
mujer chupa almas no tiene razón para venir tras de mí.
La señora Terwilliger me advirtió que algunas chicas podrían decir
eso. De hecho ella dijo que la mayoría tendría este argumento.
—No importa —dije—. Eso no la detendrá.
Wendy ahora lucía aterrorizada, y no la culpaba. Mi reacción habría
sido similar. Era frustrante saber que precisamente la cosa de la que
tratabas de huir podría venir tras de ti.
—¿Y entonces qué debería hacer? —preguntó ella.
—Bueno, evitarla si puedes. Si ella viene a verte… quiero decir, no la
dejes entrar. No estés a solas con ella. —Ese era un consejo un poco
patético, y todos lo sabían—. Y si la ves, le diría a esa bruja en Anaheim.
De hecho… sé que no quieres, pero si yo fuera tú me pondría en contacto
con esa bruja ahora y trataría de que ella te ayudara. Tal vez
deberías
aprender un par de hechizos de defensa. Entiendo que no quieras, créeme
140
141
142
los rumores —o algunas de propias mis observaciones— eran verdad
Adrian había tenido experiencia con muchas mujeres. Demasiadas.
Pensar en él con otras me molestaba, más de lo que debería ¿A
cuántas otras chicas había besado con la misma intensidad? ¿Cuántas
habían estado en su cama? ¿Cuántas habían sentido sus manos sobre su
cuerpo? No podía haberlas amado a todas. A algunas —tal vez un poco
más— habían sido conquistas, rostros de chicas a quienes olvidó en la
mañana. Por lo que sabía yo podía ser su última conquista, una prueba a
de sus habilidades. Probablemente no podrías encontrar un mejor desafío
que una humana con dificultades hacia los vampiros.
Y sin embargo, pensando en todas las cosas dichas y no dichas entre
nosotros, estaba segura de que no era cierto. No importaba cuán loco era
este enredo romántico, él me amaba… o pensaba que lo hacía.
No era una conquista superficial. Aunque sería probablemente mejor
si lo fuera. Sin una conexión emocional, eventualmente se rendiría y
buscaría consuelo en los brazos de otra persona.
Este probablemente sería un buen momento de mi parte sugerir que
lo hiciera.
Pero me quedé callada.
143
144
habituales. A los ojos de los Alquimistas, usar magia era malo. A mis ojos,
dejar a inocentes en peligro era peor.
Sin otras situaciones críticas para lidiar, encontré que el día pasó
volando. Cuando me reuní con la señora Terwilliger para nuestro estudio
independiente, la encontré empacando y esperando a que yo llegara.
—Viaje de campo —me dijo—. Tenemos que trabajar en esto en mi
casa. —Una mirada melancólica cruzó su rostro—. Es una lástima que no
podamos detenernos en Spencer’s.
La cafeína y la magia no se mezclaban, lo que era otra buena razón
para permanecer lejos de lo arcano. Empecé a señalar que, como yo no iba
a trabajar ningún tipo de magia, no tenía las mismas restricciones. Un
momento más tarde, decidí que eso sería cruel. La señora Terwilliger tenía
lo suficiente con una sanguinaria hermana suelta. No necesitaba ser
molestada también.
Los gatos estaban esperando en la puerta cuando llegamos a su
casa, lo que era un poco aterrador. Nunca los había visto a todos ellos a la
vez y conté trece. Tuve que asumir que esa cifra era por diseño.
—Tengo que darles de comer primero —me dijo mientras pululaban
a sus pies—. Luego vamos a ir a trabajar.
Asentí con la cabeza sin decir nada, pensando que su plan era
bueno. Si los gatos no eran alimentados pronto, parecía probable que se
volvieran contra nosotras. No me gustaban nuestras probabilidades.
Una vez que tuvimos la comida para distraerlos, la señora Terwilliger
y yo fuimos a su taller. Había poco que pudiera hacer excepto observar. La
magia requiere a menudo que la persona que realiza el hechizo sea la que
ponga todo a trabajar. Ayudé con unas pequeñas mediciones, pero eso fue
todo. La había visto hacer un par de hechizos rápidos y llamativos en
el
pasado pero nunca nada de esta magnitud. Era claro para mí que estq era
una hazaña muy, muy poderosa. No tenía nada para vincularla con
Verónica, ningún cabello o imagen. El hechizo requería que quien lo
lanzara usara la imagen en su mente de la persona buscada. Otros
componentes, hierbas y aceites, ayudaban a mejorar la magia, pero en su
mayor parte, el trabajo era todo de la señora Terwilliger. Verla
preparar
todo provocó una mezcla de emociones en mí. La ansiedad era una, por
145
146
147
—No lo sabría.
—¿Qué? —Fue algo bonito atraparlo por sorpresa otra vez, aunque
fuera por algo tan trivial—. Te lo has estado perdiendo. Préstame algo
de
dinero para fichas, y te mostraré. —Al parecer, ser un líder renegado a la
fuga no pagaba bien.
Él encontró las máquinas de Skee-Ball al instante. Le compré una
taza de fichas y se las entregué.
—Tenlas.
De inmediato se puso una ficha y tiró su primer balón. Aterrizó
completamente fuera de los anillos, haciéndolo fruncir el ceño.
—No pierdes tiempo —remarqué.
Sus ojos estaban fijos en el juego mientras hacía su segundo
lanzamiento, el cual perdió de nuevo.
—Es una táctica de supervivencia. Cuando pasas suficiente tiempo
huyendo… escondido todo el tiempo… bueno, tomas ventaja de estos
momentos de libertad. Y cuando chicas guapas te secuestran.
—¿Cómo sabes que somos libres? ¿Cómo puedes estar tan seguro de
que los Alquimistas no me han estado observando? —pregunté. Estaba
bastante segura de que no estaba siendo vigilada y mayormente quería
ponerlo a prueba.
—Debido a que hubieran aparecido en ese primer día.
Él tenía un punto. Puse mis manos en mis caderas y traté de ser
paciente.
—¿Hasta cuándo vas a jugar? ¿Cuándo podemos hablar?
—Podemos hablar ahora. —Su siguiente bola golpeó el anillo de diez
puntos, y gritó de alegría—. Puedo hablar y tirar. Pegúntame. Te voy a dar
tantos sorprendentes secretos como me sea posible.
—No soy sorprendida con facilidad. —Pero no iba a desperdiciar esta
oportunidad. Miré a mí alrededor, pero él tenía razón. Nadie iba a
espiar
en este lugar ruidoso. Apenas podíamos escucharnos el uno en realidad—.
¿Qué hiciste para que te echaran de los Alquimistas?
148
149
Casi me río de su broma sutil. ¿Algo así? Eso era un eufemismo. Los
Alquimistas de campo no se suponía que interactuaran con Moroi a menos
que fuera absolutamente necesario para algún asunto de negocios o
relacionados con detener y encubrir Strigoi. Mi situación era un poco
singular, ya que mi misión en realidad me obligaba a hablar con ella
diariamente.
—De todos modos —continuó—. Alguien se dio cuenta, y me dieron
una gran cantidad de atención no deseada por eso. Casi al mismo tiempo,
empecé a escuchar todos estos rumores… como, acerca de Alquimistas
manteniendo a Moroi en contra de su voluntad. E incluso algunos
Alquimistas interactuando con los Guerreros.
—¿Qué? Eso es imposible. Nunca volveríamos a trabajar con esos
monstruos. —La idea de los Moroi prisioneros era extravagante, pero era
esa segunda parte la que realmente me dejó perpleja. Ni siquiera podía
procesarlo. Él podría bien haber dicho que los Alquimistas estaban
trabajando con extraterrestres.
—Eso es lo que pensé. —Lanzó otra bola, luciendo sumamente
complacido cuando anotó treinta puntos—. Pero no dejaba de oír susurros,
así que empecé a hacer preguntas. Una gran cantidad de preguntas. Y,
bueno, eso es cuando las cosas salieron realmente mal. Las preguntas no
siempre son tan bien recibidas, especialmente si eres una molestia acerca
de ellas.
Pensé en mi propia experiencia.
—Eso es cierto.
—Así ahí fue cuando salí. O, bueno, huí. Pude ver las señales. Había
cruzado una línea y sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que
tuviera un tiquete de ida a la re-educación. —Otra nueva ronda comenzó, y
él me hizo un gesto hacia adelante—. ¿Quieres darle una oportunidad?
Estaba todavía lo suficiente estupefacta por sus palabras anteriores
que di un paso adelante y tomé un balón. Los Alquimistas eran lógicos,
organizados y razonables. Sabía que había Alquimistas que deseaban que
pudieran hacer más para luchar contra los Strigoi, pero no había forma de
que nuestro grupo trabajara con fanáticos del gatillo fácil.
—Stanton me dijo que nosotros solo toleramos a los Guerreros. Que
solo estamos manteniendo un ojo sobre ellos.
150
151
—¿Qué pasó?
—La verdad, fue un golpe de suerte. Tenemos un tipo que trabaja
con nosotros ahora que acababa de salir de los Alquimistas y rompió su
tatuaje —explicó. Lo dijo como si no fuera gran cosa, pero aún así no podía
evitar cuan incómoda me hizo sentir “romper el tatuaje”—. Él había
escuchado algo que coincidía con algo que Sabrina descubrió. Ahora solo
tengo que conseguir la evidencia que lo vincula todo.
—¿Cómo vas a lograr eso?
—En realidad, tú vas a lograrlo.
Habló justo cuando estaba lanzando otra bola. Mi disparo salió
desviado, falló los anillos e incluso la máquina por completo. La bola
rebotó en la pared y cayó a los pies de algunas chicas asustadas. Marcus
recuperó el balón y les dio una sonrisa de disculpa, que las hizo gesticular
de cómo era ningún problema en absoluto. Tan pronto como se fueron, me
incliné hacia Marcus.
—¿Qué has dicho?
—Ya me has oído. ¿Quieres formar parte de nuestro grupo? ¿Quieres
romper tu tatuaje? —Lucía molestamente satisfecho—. Entonces todo esto
es parte del proceso.
—¡Nunca dije que quería hacer ninguna de esas cosas! —susurré—.
Solo quería saber más sobre ellos.
—Y yo apuesto a que realmente te gustaría saber si hay facciones de
los Alquimistas trabajando con los Guerreros.
Él tenía razón. Yo quería saber eso.
Agarró mi mano.
—Sydney, sé que esto es mucho para procesar. No te culpo por
dudar, y eso es exactamente por qué te necesitamos. Eres inteligente. Eres
observadora. Cuestionas. Y al igual que yo, esas preguntas te van a meter
en problemas, si es que no lo han hecho ya. Vete ahora mientras puedas,
en sus propios términos.
152
153
154
155
156
157
158
159
160
161
162
163
bebidas, y una chica nos invitó —tres veces— a jugar cerveza pong,
olvidando que ya nos había hablado. Miré todo con asombro, intentando
mantener el disgusto fuera de mi cara.
—Qué desperdicio de matrícula. Esto está arruinando todos mis
sueños —le grité a Adrian—. ¿No hay algo que hacer que no sea beber o
ser estúpido?
Él echó un vistazo alrededor, capaz de ver más de la habitación
debido a su mayor altura. Él se iluminó.
—Eso parece prometedor. —Tomó mi mano—. Ven.
En una cocina sorprendentemente bonita y espaciosa, encontramos
a varias chicas sentadas en el suelo pintando camisetas blancas. A juzgar
por los derramamientos de pintura y el trabajo descuidado, también ellas
habían incurrido en el alcohol. Una chica tenía un vaso de cerveza junto a
una copa de pintura, y esperaba que no los mezclara.
—¿Qué están haciendo? —pregunté.
Una de las chicas levantó la vista y sonrió.
—Haciendo camisetas para el carnaval de invierno. ¿Quieres
ayudar?
Antes que pudiera negarme, Adrian ya estaba en el suelo junto a
ellas.
—Lo hago siempre. —Se sirvió de una camiseta blanca y un pincel
con pintura azul—. ¿Qué van a poner en estas? —Los trabajos de mala
calidad de las chicas hacían de esa una pregunta válida.
—Nuestros nombres —dijo una chica.
—Cosas invernales —dijo otra.
Eso fue lo suficiente para Adrian. Se puso a trabajar pintando copos
de nieve en la camiseta. Incapaz de evitarlo, me arrodillé para
conseguir
una mejor vista. A pesar de sus faltas, Adrian era un artista decente.
Mezcló unos cuantos colores, haciendo a los copos de nieve intrincados y
estilizados. En un momento dado, se detuvo para encender un cigarrillo de
clavo, compartiendo uno de los ceniceros de las chicas. Era un hábito que
realmente no me gustaba, pero al menos el resto del humo en este lugar
164
165
166
—No tenemos tiempo —logré decir—. Tenemos que comprobar a
Lynne.
—Te haré una rápido.
—No el pirata —advertí. Encontró una pequeña camiseta púrpura y
empezó pintando en ella con plateado.
—¿Púrpura?
—Es tu color —insistió. Una emoción me recorrió ante sus palabras.
Adrian podía ver las auras, la luz que rodeaba a todas las personas y
estaba atada a sus personalidades. Me había dicho que la mía era
amarilla, un color que la mayoría de los intelectuales tienen. Pero también
había dicho que tenía llamaradas de púrpura, el cual indica la naturaleza
apasionada y espiritual. Esas no eran cualidades que pensara
generalmente que poseía… pero a veces, deseaba tenerlas.
Lo observé, cautivada, mientras pintaba un gran corazón plateado
con llamas bordeando un costado. Todo el diseño era de estilo céltico. Era
hermoso.
—¿De dónde aprendiste eso? —pregunté con asombro. Había visto
mucho de su trabajo pero nunca nada parecido a esto.
Sus ojos estaban en el corazón, completamente atrapado en su
trabajo.
—Solo algo pateando en mi cabeza. Me recuerda a ti. Feroz y dulce,
todo al mismo tiempo. Una llama en la oscuridad, iluminando mi camino.
—Su voz… sus palabras… reconocí uno de sus momentos motivados por el
espíritu. Debió haberme puesto nerviosa, pero había algo sensual con
respecto a la manera en que habló, algo que hizo que mi respiración se
atascara. Una llama en la oscuridad.
Cambió la pintura plateada por una negra. Antes de poder detenerlo,
escribió sobre el corazón: AYE. Por debajo, en letras pequeñas, agregó:
MIEMBRO HONORARIO.
—¿Qué estás haciendo? —grité. El hechizo se había roto—. ¡Lo
arruinaste!
Adrian me contempló con una mirada maliciosa.
167
168
169
170
que a las otras dos chicas? Había escogido el orden al azar. Peor, ¿y
si
hubiéramos sido capaces de encontrarla en vez de haber pasado el
momento de arte con las chicas borrachas de la hermandad?
¿Y si yo no hubiera estado encima de Adrian? O quizás él había
estado sobre mí. Como sea que quieras llamarlo, no me resistí
exactamente.
Cuanto más nos enterábamos, sin embargo, más improbable parecía
que pudiéramos haber sido capaces de hacer algo si nos hubiéramos
quedados pegados cerca de la casa de Lynne e investigado. Nadie sabía
adónde se había ido. Solo una persona la había visto irse, una chica
de
cabello rubio rizado que frustró a la policía del campus con sus vagas
respuestas.
—Lo siento —seguía diciendo ella—. Simplemente… no puedo
recordar a la chica con la que se fue.
—¿Nada? —preguntó uno de los oficiales—. ¿Altura? ¿Peso? ¿Color
de cabello?
La chica frunció el ceño, pareciendo como si estuviera usando cada
gramo de esfuerzo mental. Al final, cedió derrotada y negó con la cabeza.
—Lo siento.
—¿Tenía cabello negro? —sugerí.
La chica se iluminó un poco.
—Quizás. Eh, espera. Podría haber sido marrón. No. ¿Rojo, quizás?
Adrian y yo nos apartamos un paso, sabiendo que no podíamos hacer
nada más.
—Esa chica parece terriblemente confundida —dije mientras
regresábamos al auto.
—Sin duda —estuvo de acuerdo—. ¿Te suena familiar?
—Mucho —murmuré, reconociendo las señales de la magia.
Ninguno podía negarlo. Verónica había estado aquí. Y habíamos
llegado demasiado tarde para detenerla.
171
172
173
174
175
176
177
—Eso es un alivio.
La primera vez que había llegado a Amberwood, Jill había tenido
problemas para encajar. Salir con Micah había abierto muchos medios
sociales para ella, y me había preocupado por lo que iba a suceder
después de que se separaran. Las cosas habían empeorado cuando le
había prohibido modelar para una diseñadora de moda local y muy
asertiva, Lia DiStefano, que la ponía en riesgo al exponer a Jill. Jill
se
había sentido como si hubiera perdido todo, así que me alegré de ver que
las cosas estaban mejorando para ella.
—Jill es fácil de querer —añadí—. Apuesto a que la mayoría de ellos
estaban dispuestos a seguir siendo amigos de ella.
—Sí. —Fue todo lo que él dijo, pero había un montón de emoción en
esas palabras. Lo miré y vi una mirada soñadora en su cara. Así que.
Micah podría haber superado a Jill, pero Eddie no. Me pregunté si
siquiera él lo sabía—. ¿Cómo está Angeline?
La ensoñación se convirtió en un ceño fruncido.
—Confusa.
Me eché a reír.
—Eso es muy preciso.
—Ella va de un extremo a otro. Cuando empezamos a salir, ella, uh,
no podía estar lejos de mí. —No estaba completamente segura de lo que
eso conllevaba, y realmente no quería pensar en ello—. Ahora casi no
puedo conseguir cinco minutos a solas con ella. Ella empezó a ir a los
partidos de baloncesto por alguna razón. Creo que solo está un poco
estupefacta de un juego con tantas reglas, en comparación con cualquier
locura que los Vigilantes hagan por diversión. Y también se encuentra muy
adentrada en arreglar sus notas de matemáticas. Supongo que es algo
bueno. —Él no sonaba muy seguro. Yo, sin embargo, estaba emocionada.
—Creo que la idea de ser expulsada realmente la asustó. A pesar de
los duros ajustes que ha tenido aquí, no quiere volver a casa. —Cuando
Rose había estado huyendo, los había escondido a Dimitri y a ella con los
Vigilantes. Ahí fue donde conocimos por primera vez a Angeline, e incluso
en ese entonces, ella le había rogado a Rose que la sacara de ese
mundo
178
rural—. Dale tiempo. Esto la hará sentar cabeza, y su, uh, entusiasmo va
a volver.
Llegamos a la dirección en San Bernardino, una tienda de hardware
que parecía un lugar extraño para una reunión secreta. Entré en el
estacionamiento y le envié un mensaje de texto a Marcus diciéndole que
estábamos aquí. Ninguna respuesta llegó.
—Eso es raro —le dije—. Espero que no haya cambiado de opinión.
Eddie había terminado de pensar en los problemas de su chica y
tenía esa mirada aguda de Guardián nuevamente en sus ojos.
—Apuesto a que estamos siendo observados. Si son tan paranoicos
como dices, este probablemente no sea el lugar de reunión. Te enviaron
aquí y están buscando señales para ver si te están siguiendo.
Me volví hacia él con asombro.
—Nunca hubiera pensado en eso.
—Por eso me tienes contigo —dijo con una sonrisa.
Efectivamente. Diez minutos más tarde, Marcus me envió un
mensaje con otra dirección. Debimos haber pasado la prueba. Esta nueva
ubicación estaba en otro lugar ruidoso y ocupado: un restaurante familiar
con los actores caminando en disfraces de animales gigantes. Era, si es
posible, más absurdo que la arcada.
—Escoge los lugares más extraños —dije.
Los ojos de Eddie estaban por todas partes.
—Es realmente genial. Demasiado fuerte para ser escuchado. Una
salida en la parte posterior, una en la parte delantera. Y si los Alquimistas
se presentan, ¿supongo que no daría lugar a una escena en torno a tantos
niños?
—Supongo.
Marcus nos encontró en el vestíbulo y nos saludó con la mano.
—Hola, preciosa. Vamos, tenemos una mesa. —Se detuvo para
estrechar la mano de Eddie—. Encantado de conocerte. Siempre podemos
usar a más para la causa.
179
180
181
—Más que eso —dijo Marcus—. Tengo la teoría de que al hacer algo
como eso, algo que desafíe todo el entrenamiento que han tenido,
debilitará un poco la coacción. Por lo general es algo que implica la
infiltración y ayuda a nuestra causa. Ese debilitamiento hace más fácil que
la otra tinta haga efecto. También es una buena prueba. El desactivar
el
tatuaje no significa estés listo para irte. No deshace años de
condicionamiento mental. Trato de encontrar personas que piensan que
están listos para rebelarse, pero a veces, cuando se enfrentan a la
realidad, ellos se rompen. Es mejor saberlo antes que después, antes de
interferir con el tatuaje.
Me volví hacia Amelia y Wade.
—¿Y los dos hicieron esto? ¿Hicieron algún desafío, y luego sus
tatuajes fueron desactivados? —Ellos asintieron al unísono.
—Solo tenemos que sellarlo ahora con índigo. —Al ver mi confusión,
Wade explicó—: Incluso después de romper los elementos del tatuaje,
todavía puede ser reparado. Alguien podría volver a ponerte la tinta a
la
fuerza y obligarte. Tatuarte encima con índigo asegura que no puedas ser
controlado nuevamente.
—Y yo que pensaba que el tuyo era solo una elección de estilo —le
dije a Marcus.
Él distraídamente trazó el diseño creciente.
—Oh, el diseño lo era. Pero la tinta era obligatoria. Es un brebaje
especial que es difícil de conseguir, y tengo que ir con un tipo en
México
para conseguirlo. Llevaré a Amelia y a Wade allí en un par de semanas
para sellar los suyos. Podrías venir también.
Ni siquiera reconocía esa loca idea.
—Parece que la tinta azul sería un tipo de señal para que los
Alquimistas se den cuenta que algo está sucediendo.
—Oh, nos encontramos lejos de los Alquimistas —dijo Amelia—. No
seremos parte de ellos nunca más.
Una vez más, Eddie intervino:
—Pero acaban de hablar de infiltrarse. ¿Por qué no seguir haciendo
otras tareas encubiertas una vez que hayan roto los elementos?
182
183
184
que me encontré con Marcus. Me hizo darme cuenta de que no tenía que
estar en esa vida nunca más.
—Así que te fuiste —le dije, de repente sintiéndome un poco más
amable hacia Marcus.
—Sí. Pero no antes de completar la misión que Marcus me dio.
Tengo un respaldo con la lista de visitantes clasificados.
Eso me sorprendió. Los Alquimistas siempre eran reservados con
sus secretos. Aunque la mayor parte de nuestras diligencias eran
registradas, había algunas cosas que nuestros líderes de la elite no
querían que el resto de la sociedad conociera. Una vez más, todo por
el
bien mayor. La lista clasificada detallaría la gente con acceso
permitido,
los de arriba querían mantener su secreto. No era algo que el
Alquimista
promedio podía ver.
—Eres joven —le dije—. No se te permitiría el acceso a algo así.
Wade soltó un bufido.
—Por supuesto que no. Eso fue lo que hizo la tarea tan difícil.
Marcus no nos pone tareas fáciles. Tuve que hacer un montón de cosas
peligrosas, cosas que me hicieron feliz de escapar después. La lista nos
mostró el vínculo con los Guerreros.
—¿Decía “Encuentros Súper Secretos con Los Cazadores de
Vampiros”? —preguntó Eddie. Cosas como esa, aparte de sus letales
habilidades de protección, eran el por qué me gustaba tenerlo cerca.
Wade se sonrojó ante la burla.
—No. Todo estaba codificado, algo así. No incluía los nombres
completos, solo las iniciales. Aún no he podido obtener los nombres reales.
¿Pero una de las entradas? Z. J.
Marcus y todos sus Merry Men me miraron expectantes, como si eso
significara algo para mí. Miré a Eddie, pero él estaba tan desconcertado.
—¿Y eso qué significa? —pregunté.
—Zebulon Jameson —dijo Marcus. Una vez más, había una
expectativa. Cuando no respondí, Marcus se volvió incrédulo—. Tú estabas
allí con los Guerreros. ¿No te acuerdas de él? ¿El Maestro Jameson?
185
186
187
saben cómo es. Todos eran Alquimistas. Saben que no podemos tomar
vacaciones siempre que queramos.
Wade y Amelia en realidad tenían la decencia de parecer
avergonzados, pero Marcus no se desanimó.
—¿Puedes dejar pasar esta oportunidad? Incluso si no quieres unirte
a nosotros o modificar tu tatuaje, solo piensa en ello. Ya has visto a
los
Guerreros. Ya has visto de lo que son capaces. ¿Puedes imaginar lo que
podría suceder si tuvieran acceso a los recursos Alquimistas?
—Todo es circunstancial —sostuvo el científico en mí.
—Sydney —dijo Eddie.
Me volví hacia él y vi algo en sus ojos que nunca había esperado ver:
suplica. A él no le importaban las conspiraciones Alquimistas o los Merry
Men de Marcus. Lo que le importaba era Jill, y había oído algo que le hacía
pensar que estaba en peligro. Eso es inaceptable en su mundo. Él haría
cualquier cosa a su alcance para mantenerla a salvo, pero incluso él sabía
que robar información de los Alquimistas estaba fuera de su liga. También
estaba fuera de la mía, pero él no lo sabía. Él creía en mí, y
estaba
rogándome en silencio que lo ayudara.
Marcus empujó su ventaja.
—No tienes nada que perder, quiero decir, si no eres atrapada. Si
obtienes el material y no encontramos nada... bien, que así sea. Falsa
alarma. Pero si tenemos pruebas sólidas de que Jameson estaba allí,
entonces no tengo que decirte lo grande que es. De cualquier manera,
deberías romper tu tatuaje y unirte a nosotros. Además, después de una
maniobra de este tipo, ¿de verdad quieres quedarte? —Él me miró—. Pero
esa parte depende de ti. Solo ayúdanos por ahora.
En contra de mi mejor juicio, mi mente estaba empezando a
averiguar cómo podía sacar esto adelante.
—Necesito mucha más información acerca de las operaciones
—murmuré.
—Puedo conseguir eso —dijo Wade con prontitud.
No le respondí. Esto era una locura, una locura de un grupo de
locos. Pero miré al tatuaje de Marcus y a la forma en la que los demás lo
188
189
190
191
192
193
194
ser hecho muy rápidamente, con muy poca preparación. Pero tienes que
practicar antes de poder llegar a eso.
Asentí e intenté mantenerme en el modo estudiante. Hasta ahora, lo
que venía diciendo era similar a lo que el libro describía. Si veía todo esto
como un ejercicio de clase, era menos desafiante. No asustaba realmente.
La Sra. Terwilliger torció la cabeza y miró detrás de mí.
—¿Adrian? Quizás sería mejor que mantuvieras la distancia. Una
distancia considerable.
De acuerdo. Quizás sí asustaba un poco.
Él obedeció y retrocedió. La Sra. Terwilliger al parecer no temía por
sí misma, porque se quedó a pocos pasos de mí.
—Ahora sí —dijo—. Aplica las cenizas y extiende tu mano.
Metí la mano en la bolsa, tocando las cenizas con mi pulgar e índice.
Luego froté suavemente todos mis dedos hasta que mi mano entera tenía
una capa gris encima. Dejé la bolsa y luego estiré la mano con la
palma
hacia arriba frente a mí. Sabía lo que seguía, pero esperé sus
instrucciones.
—Concentra tu magia en llamar a la llama de regreso de las cenizas.
Sin encantamientos, solo tu voluntad.
La magia surgió dentro de mí. Llamar a un elemento del mundo me
recordaba un poco a lo que los Moroi hacían, lo que se sentía raro.
Mi
intento comenzó como un brillo rosado, chispeando en el aire sobre mi
palma. Lentamente, creció y creció hasta que era del tamaño de una pelota
de tenis. La felicidad de la magia me llenó. Contuve el aliento, casi incapaz
de creer lo que acababa de hacer. Las llamas rojas giraban y danzaban, y
aunque sentía su calor, no me quemaban.
La Sra. Terwilliger dio un bufido que parecía tanto de sorpresa como
diversión.
—Remarcable. A veces olvido lo natural que realmente eres. Es solo
rojo, pero algo me dice que no pasará mucho antes de que puedas hacer
unas llamas azules sin las cenizas. Llamar a los elementos del aire es más
fácil que intentar transformar una sustancia en otra.
195
196
Quería decirle que me era imposible no leer otras partes del libro. Yo
simplemente funcionaba así en todas mis clases. Algo me dijo que ahora
no era el mejor momento para decirlo.
Ella me hizo practicar el lanzamiento una y otra vez. Una vez que se
convenció de que lo había dominado, me hizo trabajar en aumentar el
calor del fuego. Finalmente me las arreglé para llegar a amarillo pero
no
pude más. Luego tuve que trabajar en invocar el hechizo sin las
cenizas.
Cuando pasé ese obstáculo, volvimos a practicar los lanzamientos. Me
eligió varios blancos, y les di a todos sin esfuerzo.
—Justo como el Skee-Ball —murmuré—. Fácil y aburrido.
—Sí —concedió la Sra. Terwilliger—. Es fácil golpear objetos
inanimados. ¿Pero blancos en movimiento? ¿Blancos vivos? No tanto.
Entonces, pasemos a eso, ¿de acuerdo?
La bola de fuego que había estado sosteniendo sobre mi mano se
desvaneció cuando la sorpresa sacudió mi control.
—¿A qué se refiere? —Si esperaba que comenzara a apuntar a
pájaros o roedores, estaba muy equivocada. De ninguna manera iba a
incinerar algo con vida—. ¿Qué se supone que golpeé?
La Sra. Terwilliger levantó los anteojos por su nariz y retrocedió
varios pasos.
—A mí.
Esperé por el chiste o al menos alguna explicación más detallada,
pero nada. Miré a Adrian detrás de mí, esperando quizás que echara algo
de luz al asunto, pero se veía tan sorprendido como yo me sentía. Me volví
al suelo quemado donde había golpeado mi primera bola de fuego.
—Sra. Terwilliger, no puede pedirme que la golpeé.
Sus labios se torcieron en una media sonrisa.
—Te aseguro que puedo. Adelante, no puedes lastimarme.
Tuve que pensar unos momentos cómo expresar mi próxima
respuesta.
—Tengo buena puntería Sra. Puedo darle.
197
198
199
4
Skee-Ball es un común juego de arcade. El objetivo del juego es recoger la mayor
cantidad de puntos posible haciendo rodar bolas por una pendiente y en los
orificios
designados con el valor de puntos.
200
Prácticamente absorbí los dátiles secos que trajo para nosotras, y aunque
el azúcar ayudaba, estaba desesperada por más. Adrian galantemente nos
ayudó a ambas a caminar de regreso al estacionamiento de la entrada del
parque, manteniendo a cada una de nosotras por un brazo.
—Lástima que estamos en el medio de la nada —murmuré, una vez
que todos estábamos en el auto de Adrian—. Creo que estarías
sorprendido sobre cuánto podría comer ahora. Yo probablemente me
desmayaré antes de que regresemos a algo de civilización y restaurantes.
—En realidad —dijo Adrian—. Quizás estés de suerte. Creo que vi un
lugar no muy lejos de aquí por donde manejamos.
No había notado nada, pero había estado muy preocupada sobre la
reciente lección de la Sra. Terwilliger. Cinco minutos después estábamos
de regreso a la carretera, vi que Adrian tenía razón sobre un restaurante.
Salió por un camino un poco apagado, entrando en el estacionamiento de
grava de un pequeño edificio blanco recién pintado.
Miré al aviso de afuera con incredulidad.
—¿Pies and Stuff?
5
5
Pies and Stuff: Tartas y Cosas.
6
French Silk tipo de tarta de chocolate.
201
202
—Gracias —le dije—. Por todo… desearía que hubiera una manera
en que pudiera regresárselo.
Ella bajó su taza y batió más azúcar.
—Soy feliz de hacerlo. No hay necesidad de regresármelo. Aunque…
una vez que todo esto termine, me gustaría muchísimo que conocieras a
mi aquelarre. No te estoy pidiendo que te unas —agregó rápidamente—.
Solo hablar. Creo que encontrarás a Las Stelle muy interesantes.
—Stelle —repetí. Nunca antes las llamó por un nombre—. Las
estrellas.
La Sra. Terwilliger asintió.
—Sí. Nuestros orígenes son italianos, aunque como ya has visto, la
magia que usamos viene de un gran número de culturas.
Estaba perdida en las palabras. Ella se había metido en tantos
problemas por mí… ¿Seguramente no era gran cosa solo hablar con las
otras brujas, cierto? Pero si era una cosa pequeña, entonces, ¿por qué
estaba tan aterrorizada? La respuesta vino a mí unos momentos después.
Hablar con otros, ver la gran organización, empujaría mi inclinación a
la
magia al siguiente nivel. Me había tomado un largo tiempo lograr la magia
que ya uso. Había vencido muchos de mis miedos, pero una parte de mí lo
trataba como una actividad suplementaria. Como un hobby. Conocer a
otras brujas cambiaría todo. Tendría que aceptar que soy parte de algo
mucho más grande que solo un pasatiempo ocasional. Conocer a un
aquelarre parecía oficial. Y no sabía si estaba lista para ser
considerada
una bruja.
—Pensaré sobre ello —dije al final. Desearía poder darle más, pero
mis instintos de protección me habían sujetado.
—Tomaré lo que pueda conseguir —dijo con una pequeña sonrisa.
Su teléfono sonó, y miró hacia abajo—. Hablando de Stelle, necesito hablar
con una de mis hermanas. Los veré en el auto. —Terminó su café y se
dirigió afuera.
Adrian y yo la seguimos unos minutos después. Todavía estaba
preocupada sobre el aquelarre y sujeté su manga para mantenerlo atrás.
Hablé suavemente.
203
204
205
206
Otra lección Alquimista vino a mi mente. Ellos lucen como nosotros,
pero no sean engañados. Los Moroi no muestran la malicia de los Strigoi, sin
embargo son criaturas que beben sangre y manipulan la naturaleza no
tienen lugar en nuestro mundo. Trabajen con ellos solo lo que deban. No
somos iguales. Mantengan su distancia tanto como sea posible. Es por el
bien de su alma.
Adrian no parecía creer en esto tampoco, pero se apartó y caminó
hacia afuera. Lo seguí unos momentos después, pensando que jugué con
fuego más de una vez hoy.
207
208
209
210
amigos. Las vacaciones eran para algo más espiritual y orientado al grupo,
es decir, los servicios de fiesta anuales de los Alquimistas, lo cual
era un
asunto diferente. Muchos Alquimistas tomaban el espacio para viajar y
atender esos servicios. Ellos tratan de fe y de unión grupal. De hecho, Ian
lo había mencionado en la boda con la esperanza de atraerme a
visitarlo.
Poco había sabido él que su truco funcionaría. O algo así.
—No suena tan ridículo —dijo Stanton. Eso era prometedor, e
intenté estirar mi puño y relajarme.
—Estaba pensando que quizás podía ir antes de que saliéramos de
las vacaciones de invierno —agregué—. Jill podría permanecer en los
confines de la escuela, así no habría tanto riesgo. Y Eddie y Angeline
siempre están con ella. Podría ir a St. Louis por un rápido viaje de
fin de
semana.
—¿St. Louis? —Casi podía verla fruncir el ceño en el teléfono—. Hay
servicios también en Phoenix. Eso sería mucho más cerca.
—Lo sé, señora. Es solo que… —Esperé sonar genuinamente
nerviosa para sonar convincente—. Yo, uh, estaba esperando poder ver a
Ian de nuevo.
—Ah. Ya veo. —Hubo una larga pausa—. Encuentro eso más
sorprendente que tú queriendo ir al servicio. De lo que vi en la boda,
no
parecías estar así de encantada por el señor Jansen.
Así que tenía razón sobre que Stanton notó su enamoramiento en
mí. Sin embargo, también se dio cuenta que no le regresé el afecto.
Era
observadora, incluso con los pequeños detalles, lo que me recordó las
advertencias de Marcus sobre cómo los Alquimistas prestaban atención a
todo lo que hacíamos. Empecé a entender sus miedos y la razón por la que
sacaba tan rápido a sus reclutas de los Alquimistas. ¿Ya estaba atrayendo
atención? ¿Estaban las pequeñas cosas que hago —incluso pedir esto—
creando lentamente un caso en mí contra?
Nuevamente esperaba que mi ansiedad me ayudara a sonar algo
nerviosa, como una chica enamorada, una de la que Stanton sintiera
lástima y quisiera sacudirle la cabeza. St. Louis no estaba tan lejos
en
avión, y al final el resultado era el mismo.
—Bueno, eso eran negocios, señora. No quería distraerme de la
meta.
211
—Por supuesto. —Su siguiente pausa fue unos segundos más larga,
pero se sintió como una hora—. Bueno, no veo razón por la que no puedas
ir. Haz hecho un admirable trabajo en tu tarea, y desde mi punto de vista
personal, puedo entender por qué quieres estar de nuevo con caras
conocidas. Has pasado más tiempo con los Moroi que cualquier Alquimista
en toda su vida, y no dudaste cuando Ivashkov te llevó con él a la boda.
Realmente tampoco dudé cuando él me llevó al grupo de mujeres. ¿O
fui yo la que lo llevó a él?
—Gracias, señora.
Ella me autorizó para que fuera la próxima semana y dijo que podía
utilizar los fondos de los Alquimistas para planear mi viaje. Cuando colgué
el teléfono, contemplé llamarle a Ian, pero entonces decidí que sería mejor
un aproximamiento impersonal. Le envié un e-mail rápido diciéndole que
estaría en la ciudad y que esperaba que pudiéramos encontrarnos.
Después de pensarlo, le mandé un mensaje a Marcus: Arreglos listos.
Llegó la hora del almuerzo, y Eddie me mandó un mensaje pidiendo
que me encontrara con Jill y él en la cafetería de mi residencia. Me
encaminé abajo en el momento adecuado y encontré a un triste Eddie
sentado solo en la mesa. Me pregunté dónde estaba Angeline y noté que no
la había mencionado en el mensaje. En lugar de sacarlo a relucir, me
enfoqué en lo que había mencionado.
—¿Dónde está Jill?
Él señaló hacia el lado opuesto de la cafetería. Seguí su mirada y vi a
Jill parada junto a una mesa, riéndose y hablando. Ella sostenía una
bandeja y lucía como si hubiera sido detenida en su camino de regreso de
la línea de la comida. Micah y otros chicos estaban en la mesa, y yo estaba
feliz de ver que él lucía cómodo con ser su amigo de nuevo.
—Eso es lindo —dije, mirando mi comida—. Me alegra que ella siga
adelante.
Eddie me miró asombrado.
—¿No ves lo que está pasando?
Iba a morder una manzana y me detuve. Odiaba esta clase de
preguntas. Significaban que te perdiste un tema social… algo que no era
212
213
214
215
216
217
218
219
220
221
222
223
eres la única persona que pueda manejar esto, pero de todas formas… No
bajes la guardia, ni siquiera por un momento.
Cuando le dije que esperaba usar a Ian para obtener acceso, la
expresión preocupada de Adrian se transformó en incredulidad.
—Espera. Permíteme asegurarme de que estoy siguiendo esto. Vas a
seducir a un chico para que te ayude en tu espionaje.
¿Seducir a Ian? Ugh.
—No saques conclusiones precipitadas —le advertí—. Solo voy a
tratar de usar sus sentimientos para conseguir lo que quiero.
—Wow. Fría, Sage. Muy fría.
—Oye, ahora. —Me sentí un poco indignada por la acusación—. No
voy a prometer casarme con él ni nada de eso y luego dejarlo. Me escribió
acerca de ir a cenar cuando estuviera allí. Pasaremos un buen rato y
trataré de hablar con él para que me deje visitar las instalaciones. Eso es
todo.
—¿Y “convencerlo” no involucra usar tus encantos?
Lo miré y esperaba que él me estuviera viendo en su periferia.
—Adrian. ¿Realmente parezco el tipo de persona que haría eso?
—Bueno… —Se detuvo y sospeché que estaba reteniendo algún
comentario sarcástico—. No, supongo que no. No con un tipo como él.
¿Tienes un vestido?
Aquí estábamos otra vez, el salto de temas aleatorio de Adrian.
—¿Para la cena y el servicio? Tengo un montón.
—Supongo que eso responde a mi pregunta. —Parecía librar una
gran batalla mental. Por fin, dijo—: Te voy a dar un consejo.
—Oh, no.
Él me miró de nuevo.
—¿Quién sabe más de debilidades masculinas? ¿Tú o yo?
—Adelante. —Me negué a contestar directamente a la pregunta.
224
225
226
7
Cottontail: Cola de algodón.
227
228
229
230
—No voy a besarte —dijo—. Te lo prometo.
—¿Qué tan estúpida crees que soy? —le dije—. No voy a caer en
esto.
Él me dio una mirada larga y plana.
—¿De verdad crees que te atacaría o algo así?
—No —le dije rápidamente—. Por supuesto que no.
—Entonces compláceme.
Con cautela, me acosté sobre mi costado también, enfrentándolo con
solo unos pocos centímetros entre nosotros. Una mirada embelesada un
poco distraída apareció en sus ojos. Se había entregado al espíritu.
—¿Sabes lo que veo en ti ahora? Tu aura normal. Un amarillo
dorado estable, sano y fuerte, con picos de púrpura aquí y allá. Pero
cuando hago esto…
Apoyó una mano en mi cadera y todo mi cuerpo se tensó. Esa mano
se movió alrededor de mi cadera, deslizándose debajo de mi camisa para
descansar en la parte baja de mi espalda. Mi piel quemaba donde me
tocaba y los lugares que no había tocado anhelaban ese calor.
—¿Lo ves? —dijo. Él estaba plenamente con el espíritu ahora,
aunque conmigo al mismo tiempo—. Bueno, supongo que no puedes. Pero
cuando te toco, tu aura… Arde. Los colores se profundizan, arden con más
intensidad, aumenta el color púrpura. ¿Por qué? ¿Por qué, Sydney? —Usó
su mano para acercarme más—. ¿Por qué reaccionas de esa manera si no
significo nada para ti? —Había una desesperación en su voz y era legítima.
Me era difícil hablar.
—Es el instinto. O algo así. Eres un Moroi. Soy una Alquimista. Por
supuesto que tendría una respuesta. ¿Crees que sería indiferente?
—La mayoría de las respuestas en un Alquimista implicarían asco,
repulsión y agua bendita.
Ese fue un punto excelente.
—Bueno… Estoy un poco más relajada en torno a los Moroi que la
mayoría de los Alquimistas. Probablemente es solo una respuesta
231
232
233
234
235
236
237
238
La puerta se abrió de repente —solo una rendija— y un ojo gris
apareció ante nosotros por debajo de una cadena.
—Oh —vino una voz entre la rendija—. Son ustedes.
La puerta se cerró, y oí la cadena siendo desenganchada. Un
momento después, Wolfe se deslizó fuera, con cuidado de no dejar salir a
ningún perro. Tenía un parche sobre su ojo izquierdo, lo que
probablemente estaba bien, ya que el otro ojo solo parecía mirar a
través
de mí.
—Deberían haber llamado —dijo—. Casi les suelto a los perros.
Wolfe iba vestido con su par favorito de bermudas cortas y una
camiseta que mostraba un águila calva montada en un camión
monstruoso. El águila sujetaba una bandera americana en una de sus
patas y una espada samurái en la otra. Esa parecía un arma de rara
elección considerando que la camiseta era tan patriótica, pero hacía
tiempo que habíamos aprendido a no cuestionar su armario. Eso vino
después de que hubiese pateado a una mujer fuera de su clase por
atreverse a preguntar si él solo tenía un par de pantalones o muchos
iguales.
—¿Qué necesitan niños? —preguntó—. Las próximas clases no
empiezan hasta después de año nuevo.
Adrian y yo intercambiamos miradas.
—Nosotros, um, necesitamos un arma —dije—. Quiero decir,
prestada.
Wolfe se rascó la barba.
—No las presto a estudiantes que no han tomado ninguna clase en
armas. La seguridad primero. —Encontré eso prometedor, como sea, él
prestaba armas. Era una señal de su carácter que él no se molestara en
preguntar para qué la queríamos.
—Ya tuve entrenamiento —dije. Eso era verdad. Era obligatorio para
todos los Alquimistas. Lo había hecho bien, pero como le había
mencionado a Adrian, realmente no me gustaban las armas para nada. Al
menos un cuchillo tenía otros usos. ¿Pero un arma? Eran solo para herir o
matar.
239
240
241
242
243
—Bueno… sé que te gustan las cosas simples, pero siempre hay que
adornarlo un poco.
Recorrí mi dedo sobre la superficie de la cruz.
—¿Por qué elegiste campanillas?
—Porque no soy el mayor fan de los lirios.
Sonreí a eso.
Cuando volví a mi dormitorio, dejé el collar sobre el tocador. Le di
una última mirada cariñosa y luego intenté decidir la mejor manera de
pasar el resto del día. Nuestro viaje a casa de Wolfe en realidad no
había
tomado tanto tiempo, así que tenía mucho tiempo para cenar y
asegurarme de que estaba al día con mi tarea. En realidad comí con
Kristin y Julia para variar, lo cual fue un descanso agradable del drama de
mis otros amigos. Por supuesto, la mayor parte de la comida consistió en
un interrogatorio sobre “Dave” por parte de Julia. Al final, ella y
Kristin
estaban pidiéndome saber cuándo lo iba a traer de nuevo.
Mientras la tarde seguía, empecé a prepararme para mi reunión con
la Sra. Terwilliger. No estaba segura de qué tipo de magia íbamos a
practicar allí afuera pero me imaginé que debía estar preparada para
cualquier cosa. Empaqué una gran variedad de instrumentos de mi kit e
incluso tuve la previsión de coger una barra de granola para el
combustible post-magia. Una vez que todo estuvo en orden. Me dirigí hacia
abajo. Estaba cerca de la puerta del dormitorio cuando la Sra. Weathers
me llamó.
—¿Sydney?
Me paré para mirar hacia atrás.
—¿Sí, señora?
—¿Dónde vas? Es casi el toque de queda.
Frunciendo el ceño, caminé hacia su escritorio.
—Estoy haciendo un trabajo para la Sra. Terwilliger.
La Srta. Weathers parecía preocupada.
244
245
246
247
248
249
250
251
252
253
254
255
—No. No otra vez. —Me hundí en una silla, y todos los miedos que
había estado cargando hoy se precipitaron sobre mí—. Esperaba que
hubiéramos protegido a esas chicas.
La Sra. Terwilliger se sentó frente a mí.
—No fue una de ellas. Anoche, Verónica tomó como objetivo a uno de
los miembros de mi aquelarre. Alana.
Me tomó varios minutos poder procesar eso verdaderamente.
—Su aquelarre… quiere decir, ¿cómo una bruja completa?
—Sí.
—¿Alguien como usted?
Su rostro me dio la respuesta antes de que ella hablara.
—Sí.
Me tambaleé.
—Pero dijo que solo iba detrás de chicas jóvenes.
—Normalmente lo hace. De esa manera puede capturar juventud y
belleza junto con poder. —La Srta. Terwilliger no lucía como si tuviera que
preocuparse porque alguien le robara su juventud pronto. La fatiga y el
estrés le estaban pasando factura, haciéndola lucir mayor de lo que era—.
Ahora, algunos usuarios de la magia que llevan a cabo este hechizo solo
están interesados en el poder, no en volverse más jóvenes. Ése, sin
embargo, nunca ha sido el estilo de Verónica. Es vanidosa. Siempre quiso
los beneficios superficiales; sin mencionar víctimas más fáciles. Alguien
como mi hermana de aquelarre sería más difícil de tomar, así que ésta es
una conducta sorpresiva.
—Significa que usted podría ser un objetivo —dije—. Ha estado
diciendo todo este tiempo que está a salvo, pero ahora todo es diferente.
La Srta. Terwilliger sacudió la cabeza, y un poco de determinación de
acero brilló en sus ojos.
—No. Quizás hizo esto para confundirme, para hacerme pensar que
hay alguien más detrás de los hechizos. O quizás para hacerme pensar que
no está interesada en ti. Cualquiera sea la razón, yo no seré su blanco.
256
257
258
259
260
261
262
263
264
265
266
267
268
—¡No es así! No vamos a huir juntos. ¡Regresaré! E iremos por una
razón específica.
—¿Playas y margaritas?
Me quedé sin habla por un momento. Era tan parecido a lo que
Marcus había dicho en broma. ¿Eso era todo lo que la gente asociaba con
México?
—Ya veo como es —chasqueé—. Estás del todo a favor con que
rompa el tatuaje y piense por mi cuenta, pero solo está bien si es
conveniente para ti, ¿eh? Igual que tu “amor a distancia” que solo funciona
si no tienes una oportunidad para poner tus manos sobre mí. Y tus labios.
Y… lo demás.
Adrian raramente se enojaba, y no diría que lo estuviera ahora. Pero
definitivamente estaba exasperado.
—¿Realmente estás en autonegación, Sydney? ¿Cómo si realmente te
creyeras a ti misma cuando dices que no sientes nada? ¿Especialmente
después de lo que ha estado pasando entre nosotros?
—Nada ha estado pasando entre nosotros —dije automáticamente—.
La atracción física no es lo mismo que amor. Tú entre todas las personas
deberías saber eso.
—Ouch —dijo. Su expresión no había cambiado, pero vi el dolor en
sus ojos. Lo había herido—. ¿Es eso lo que te molesta? ¿Mi pasado? ¿El
que quizás sea experto en un área que no conoces?
—Una en la que estoy seguro amarías educarme. Una chica más que
agregar a tu lista de conquistas.
Estuvo en silencio por unos momentos y entonces levantó un dedo.
—Primero, no tengo una lista. —Otro dedo—. Segundo, si tuviera
una lista, podría encontrar como el infierno a alguien mucho menos
frustrante para agregar. —Con el tercer dedo, se inclinó hacia mí—. Y
finalmente, Sé que sabes que no eres una conquista, así que no actúes
como si realmente lo pensaras. Tú y yo hemos pasado por mucho juntos.
Estamos demasiado cerca, demasiado conectados. No estaba así de loco
con el espíritu cuando dije que eras mi llama en la oscuridad.
Ahuyentamos las sombras alrededor del otro. Nuestros orígenes no
importan. Lo que tenemos es más grande que eso. Te amo, y por encima de
269
270
271
272
273
274
275
sobre él. Por supuesto, si esa parte del plan con él fallaba, entonces
yo
estaría libre de mis otras tareas.
Cada parte de esto era abrumadora y mientras miraba por la
ventanilla del avión, viendo a St. Louis acercarse más y más, mis
sentimientos de temor crecieron. Mis palmas estaban sudando demasiado
para sostener un libro, y cuando me negué a comer, fue debido a las
náuseas en mi estómago, no por alguna obsesión con las calorías.
Me había debatido entre la conveniencia de conseguir una
habitación de hotel o quedarme en la propia instalación, que
proporcionaba alojamiento de invitados para visitantes Alquimistas como
yo. Al final, opté por lo primero. Cuanto menos tiempo pasara bajo la
atenta mirada de mis maestros, mejor.
También significaba que no tenía que preocuparme de que mi
atuendo llamara la atención. No había seguido exactamente todas las
sugerencias de Adrian, pero el vestido que había comprado para este viaje
era un poco más atrevido que mi habitual guardarropa casual de negocios.
Bueno, un montón más atrevido. Habría estado totalmente fuera de lugar
entre la vestimenta modesta y de color neutro que por lo general llevaban
los Alquimistas. Pero cuando Ian se encontró conmigo en el vestíbulo del
hotel para la cena, supe que había tomado la decisión correcta.
—Vaya —dijo él, abriendo mucho los ojos—. Te ves increíble.
Al parecer, sus sensibilidades Alquimistas no se sintieron ofendidas
por mi atuendo. Era un minivestido ceñido al cuerpo que me llegaba a
la
mitad del muslo, con la espalda abierta y un cuello en V
desconcertantemente bajo que me daba un escote que ni siquiera sabía
que era posible. Cualquier recato que las mangas largas del vestido
pudieran haber ofrecido, era deshecho por la combinación de telas: Un
vestido interior color beige cubierto de encaje negro y marrón. Daba la
impresión de que llevaba encaje sin nada debajo. La vendedora me había
asegurado que cada parte del vestido se suponía que debía encajar
perfectamente —por una vez en mi vida, yo en realidad había sugerido una
talla más grande— y que necesitaba unos tacones negros de diez
centímetros por lo menos para hacer que todo funcionara. Con la ayuda de
un montón de horquillas, hasta me las había arreglado para recoger mi
cabello en un moño, lo cual no era fácil con mi corte de cabello en capas.
276
277
8
Mahi Mahi: pescado magro y dulce, también conocido como Dorado o Pez Delfín.
278
Nos dejaron solos para esperar, sin nada que hacer excepto pasar a
una pequeña charla. Ian recogió el balón.
—Supongo que todavía no me puedes decir mucho acerca de dónde
estás, ¿eh?
—Me temo que no. Ya sabes cómo es. —Le unté mantequilla a un
rollo de masa fermentada con lo que estaba bastante segura era
exactamente la mitad de una cucharada. No quería volverme demasiado
loca, pero podía permitirme un poco de indulgencia puesto que pedí una
ensalada—. Te puedo decir que estoy en el campo. No puedo decir mucho
más.
La atención de Ian se desvió de mi escote mientras miraba fijamente
la llama de la vela.
—Echo de menos eso, ya sabes. Estar en el campo.
—Solías estarlo, ¿verdad? ¿Qué pasó? —No había pensado mucho en
eso últimamente, pero cuando Ian nos había acompañado a Stanton y a mí
a la corte Moroi, había sido sacado de su puesto para hacer el viaje.
Él
había sido asignado en algún lugar del sur, Florida o Georgia, creí.
—Esos Moroi manteniéndonos prisioneros es lo que pasó. —Cambió
su mirada hacia mí y me sobresalté ante la ferocidad que vi—. No lo
manejé muy bien.
—Bueno, ninguno de nosotros lo hizo.
Él negó con la cabeza.
—No, no. Realmente no lo manejé bien. Como que perdí los estribos.
Me enviaron a entrenamiento para el manejo de la ira después de eso.
Estuve a punto de dejar caer el rollo. De ninguna manera había
esperado eso. Si alguien me hubiese pedido que nombrara diez personas
que necesitaban manejo de la ira, Ian ni siquiera habría llegado a la parte
inferior de la lista. Mi padre, sin embargo, habría estado cerca de la parte
superior.
—¿Cuánto… cuánto tiempo estuviste ahí? —tartamudeé.
—Dos semanas y luego estuve bien para irme.
279
La verdad es que no conocía el alcance de la rabia que lo había
llevado al manejo de la ira, pero me parecía interesante que dos semanas
fuesen suficientes para considerarlo listo para trabajar de nuevo. Mientras
tanto, el esquema de Keith para utilizar a los Moroi para ganar dinero
le
había asegurado por lo menos dos meses de re-educación… Tal vez más,
ya que yo no había oído ninguna actualización desde hace tiempo.
—Pero no me dejaron trabajar en el campo —agregó Ian—. Supuse
que no debería estar alrededor de los Moroi por un tiempo. Así que por eso
estoy atascado aquí.
—En los archivos.
—Sí.
—No suena tan mal —dije. No era del todo una mentira—. Un
montón de libros.
—No te engañes, Sydney. —Él comenzó a rasgar un rollo de pan
integral de centeno en pedazos—. Soy un bibliotecario glorificado.
Tal vez era así, pero eso no era asunto mío. Lo que sí era asunto
mío, era Wade diciéndome que los archivos estaban en un nivel seguro, un
piso más arriba de la sala de vigilancia que contenía videos de seguridad.
Me había dibujado un mapa de cada piso, asegurándose de que
memorizara el diseño y las mejores maneras de entrar y salir.
—Todavía me encantaría verlos —dije—. Quiero decir, la historia que
contienen es increíble. —Una vez más, no era del todo una mentira. Me
incliné hacia delante, apoyando los codos sobre la mesa y tuve la
satisfacción de ver sus ojos caer en mi profundo escote de nuevo. ¡Esto no
era tan difícil! De verdad, no sabía por qué no había estado utilizando mis
“encantos femeninos” desde hace mucho tiempo. En realidad, nunca supe
que tuviera alguno, hasta ahora—. ¿Podrías meterme en un tour? De los
archivos, particularmente. Pareces ser el tipo de chico que podría obtener
acceso a… Un montón de lugares.
Ian se atragantó con su rollo. Después de un ataque de tos, levantó
la vista a mi rostro, luego a mi escote —de nuevo—, y luego de regreso a mi
rostro.
—A mí, eh, me encantaría, pero en realidad no está abierto al
público… Quiero decir, incluso el público Alquimista. Solo se les permite
280
281
282
con cintas rojas y de colocar macetas de flores de pascua en el escenario.
El salón tenía un sistema audiovisual de última generación, incluyendo
una pantalla gigante que daba un impresionante vistazo de todo lo que
estuviese sucediendo en el escenario. Los asientos del auditorio eran tan
eficientes que incluso aquellos en los rincones más lejanos tenían una
visión bastante clara, así que creo que la pantalla era solo para dar
énfasis.
Ian y yo encontramos dos asientos cerca de la mitad del auditorio.
—¿No vas a quitarte el abrigo? —preguntó esperanzado.
De ninguna manera iba a mostrar el vestido en esta cueva de topos y
cuellos altos. Además, si me quedaba con el abrigo puesto, solo le
daría
algo por lo que seguir esperando con ansias. Adrian estaría orgulloso de mi
habilidad para manipular al sexo opuesto... y no podía evitar preguntarme
qué tan bien sería capaz Adrian de hacer frente a este vestido. Claramente,
estaba volviéndome excesivamente confiada con este nuevo poder.
—Tengo frío —dije, halando apretadamente la chaqueta. Era medio
ridículo ya que las luces del escenario y el alto número de cuerpos ya
habían hecho sofocante el salón, pero pensé que ya que estaba tan frío
afuera, podría salirme con la mía.
Para alguien que siempre parece ser tan frío, seguro que puedes
entrar en calor muy rápido.
—¿Sydney? ¿Eres tú?
Me quedé inmóvil, no por la impresión de escuchar mi nombre, sino
por la voz que lo había dicho. Reconocería esa voz en cualquier lugar. Poco
a poco, me aparté de Ian y miré al rostro de mi padre. Estaba de pie en el
pasillo, vestido con un pesado traje de lana, con copos de nieve
derretida
en su canoso cabello rubio oscuro.
—Hola, papá —dije. Entonces vi quien estaba de pie a su lado—.
¿Zoe?
Era todo lo que podía hacer para no saltar y abrazarla. No había
visto ni hablado con mi hermana menor desde esa noche en que había
sido sacada de la cama y enviada a mi misión en Palm Springs. Esa era la
misión que ella creía que le había robado, sin importar mis protestas. Era
la misión que la había llevado lejos de mí.
283
284
285
286
287
288
había mostrado un poco más de pasión. Y, por supuesto, ningún chico
estaba a la altura de Adrian.
Cuando no hice nada, Ian finalmente abrió los ojos. Le di otro abrazo
—con el abrigo puesto— y le dije lo feliz que estaba de que hubiese
conocido a mi padre. Eso pareció satisfacerle.
Adrian hizo su registro nocturno conmigo una vez que estuve
dormida después. Naturalmente, quería saber de mi vestido. También
seguía tratando de averiguar exactamente cómo me había ganado a Ian y
parecía divertido ante los pocos detalles que decidí darle. Pero en su mayor
parte, yo no podía dejar de hablar de Zoe. Adrian pronto se dio por vencido
en los otros temas y simplemente me escuchó hablar con entusiasmo.
—¡Ella me habló, Adrian! —Me paseaba por la sala de recepción,
juntando las manos con emoción—. Y ella no estaba molesta. Al final,
estaba feliz de verme. ¿Sabes lo que es eso? Quiero decir, sé que no tienes
hermanos o hermanas, ¿pero tener a alguien que no has visto en mucho
tiempo darte la bienvenida de nuevo?
—No sé lo que es —dijo él en voz baja—. Pero me lo puedo imaginar.
Estaba demasiado atrapada en mi propia alegría en ese momento,
pero después, me pregunté si estaba hablando de su madre encarcelada.
—Es bueno verte tan feliz —agregó—. No es que últimamente hayas
estado triste, pero has tenido mucho de qué preocuparte.
No pude evitar reírme de eso y me detuve.
—¿Estás diciendo que las brujas malas y el espionaje son
estresantes?
—Nah. —Él caminó hacia mí—. Todo un día de trabajo para
nosotros. Pero ahora voy a hacer mi camino a la cama. Parece que puedes
pasarla sin mí esta noche.
Él me visitaba todas las noches desde el sueño de Verónica. Ahora,
la mayoría de los viajes eran cortos, pero yo todavía sabía que era un
montón de esfuerzo y espíritu para él.
—Gracias. Siento que no puedo decírtelo lo suficiente.
—No tienes que decirlo en absoluto, Sage. Buena suerte mañana.
289
290
291
hierbas. La parte más complicada era una memoria USB que había
ocultado en mi sostén. Podrían no haber cuestionado que llevara una en
mi bolso, pero no quería arriesgarme a que la notaran. Dicho esto, si
la
memoria aparecía en el escáner, iba a costarme mucho más el explicar la
razón de que la llevara escondida. Me tensé mientras pasaba bajo el
escáner, preparándome para correr, o intentar un movimiento de Wolfe.
Pero, como esperaba, era demasiado pequeña para que la encontraran, y
nos dejaron pasar. Ese era un obstáculo menos, aunque no me hizo sentir
menos tensa.
—¿Terminaste cambiando esto por el dinero que él te debía? —
pregunté una vez Ian y yo estábamos descendiendo a los archivos.
—Sí. —Hizo una mueca—. Intenté que fuera solo por la mitad de lo
que me debía, pero era todo o nada para él.
—¿Y cuánto te está costando este viaje, entonces?
—Cincuenta dólares. Aunque lo valen —añadió rápidamente.
La cena había costado casi lo mismo. Esto se estaba convirtiendo en
un fin de semana caro para Ian, especialmente cuando yo era la única que
realmente estaba cosechando las recompensas. No pude evitar sentirme
un poco culpable y tuve que recordarme a mí misma una y otra vez que
esto era para una causa importante. Me habría ofrecido a pagarle todo de
vuelta, pero algo me decía que eso iba a contrarrestar todo lo que
había
trabajado para lograr con mis “encantos femeninos”.
Los archivos estaban sellados con cerraduras electrónicas que se
abrieron cuando Ian escaneó su tarjeta de acceso. Mientras entrábamos,
casi olvidé que venir aquí solo era una cubierta para el plan mayor. Libros
y libros y libros me rodeaban, así como papiros y documentos escritos en
pergamino. Objetos viejos y delicados estaban sellados en vitrinas, con
notas e indicaciones en una pared lejana de cómo acceder a sus copias
digitales en computadoras. Un par de Alquimistas, jóvenes como nosotros,
trabajaban en mesas y estaban transcribiendo libros viejos en sus
portátiles. Una de ellos parecía emocionada con su trabajo; el otro chico se
veía aburrido. Él pareció dar la bienvenida a la distracción que le dimos al
entrar.
Debo haber tenido una expresión de asombro notable porque cuando
me volví hacia Ian, me estaba mirando con orgullo.
292
293
294
proveyendo largas y continuas tomas del lugar. Los baños estaban al final
del pasillo, casi directamente bajo una cámara. Fui dentro del de mujeres
y verifiqué que no hubiera más gente —o cámaras— adentro. Al menos los
Alquimistas permitían algo de privacidad.
Invocar el hechizo de invisibilidad fue fácil. Salir fue algo más difícil.
La posición de las cámaras me hacía pensar que la puerta del baño estaba
demasiado al nivel de la pared para que cualquiera cámara consiguiera
una buena toma. La puerta se abría hacia adentro, por lo que pude salir y
sentirme confiada de que ninguna cámara había capturado una puerta
abriéndose fantasmalmente. La puerta a las escaleras era el verdadero
problema. Estaba en el rango de una de las cámaras. La señora Terwilliger
me había dicho que el hechizo de invisibilidad me protegería de
grabaciones y cintas. Así que no tenía miedo de ser descubierta.
Simplemente tenía que arriesgarme a que la cámara grabara una puerta
abriéndose sola.
Aunque sabía que los guardias de seguridad miraban grabaciones en
vivo de las cámaras, había demasiadas para que ellos examinaran cada
segundo. Si ningún movimiento repentino aparecía en esta, dudaba que
algún guardia lo notara. Y si las cosas se mantenían tranquilas en este
nivel, nadie tendría ningún motivo para volver a mirar la grabación. Pero el
nivel de operaciones… bueno, si todo salía según el plan, este domingo
adormecido estaba a punto de volverse mucho más emocionante.
Me deslicé dentro y fuera de la escalera, abriendo la puerta tan poco
como pude. El nivel de operaciones era incluso más seguro que el de
los
archivos, con puertas pesadas de aspecto industrial que requerían tanto
una llave como un código. No soñaba siquiera con descifrar alguno. Entrar
en la oficina de seguridad, al igual que el resto de esta misión, requería de
una mezcla extraña de lógica y suerte. Una cosa con la que se podía contar
con los Alquimistas era exactitud. Sabía cómo solían funcionar estos
horarios. Los descansos para almorzar se tomaban en la típica hora del
almuerzo: a las once, doce y una. Por eso le había pedido a Ian que
retrasara la visita a esta hora, cuando pudiera estar relativamente segura
de que los trabajadores se estarían moviendo dentro y fuera de la
habitación. Faltaban cinco minutos para el mediodía, y crucé los dedos
para que alguien saliera pronto.
Al final resultó que alguien entró. Un hombre llegó pasillo arriba
silbando. Cuando llegó a la puerta, el olor de hamburguesas de comida
295
296
297
298
servidor de los Alquimistas. Era posible que Marcus tuviera a más gente de
adentro haciéndole mandados, pero esto no había sido fácil para mí,
incluso con ayuda mágica. Además, ¿por qué Marcus se tomaría tantos
problemas para hacerme creer esto? Si era alguna manera retorcida de
hacer que me uniera a él, había miles de formas en las que podría haberlo
intentado, con evidencia mucho más fácil de falsificar.
Algo adentro de mí me decía que esto era real. No había olvidado las
similitudes en nuestros rituales o cómo los Guerreros habían querido que
nuestros grupos se fusionaran. Quizás los Alquimistas y los Guardianes
no eran mejores amigos todavía, pero alguien al menos complació al
Maestro Jameson con una reunión. La pregunta era, ¿qué había ocurrido
en esa reunión? ¿El Alquimista en la grabación había enviado a Jameson a
empacar? ¿Estaban los dos juntos ahora mismo?
Sin importar el resultado, esto era una prueba ineludible de que los
Alquimistas y Guerreros seguían en contacto. Stanton me había dicho que
nos limitáramos a mantener un ojo sobre ellos y que no teníamos interés
en escucharlo.
Una vez más, me habían mentido.
300
301
302
—Me alegra ver que volviste en una pieza. A juzgar por tu mensaje, y
tu rostro, descubriste algo.
Toda la ira que había estado conteniendo desde mi descubrimiento
salió de golpe. Saqué mi laptop del bolso y tuve que resistir la necesidad de
golpearla contra la mesa.
—¡Sí! No puedo creerlo. Tenías razón. Tu teoría loca e inverosímil era
correcta. ¡Los Alquimistas han estado mintiendo! O, bueno, algunos de
ellos. No lo sé. La mitad de ellos no saben lo que la otra mitad
está
haciendo.
Esperaba algún comentario engreído de Marcus o al menos un “te lo
dije”. Pero ese apuesto rostro estaba demacrado y triste, recordándome a
la fotografía que había visto de él y Clarence.
—Maldición —dijo suavemente—. En cierta forma esperaba que
regresaras con un montón de videos aburridos. Amelia, ve a cambiar
lugares con Sabrina. Quiero que ella vea esto.
Amelia lució decepcionada de ser enviada afuera, pero no vaciló en
obedecer su orden. Para cuando Sabrina regresó, tenía el video preparado
en el tiempo correcto. Se reunieron en torno a mí.
—¿Listos? —pregunté. Asintieron, y pude ver la mezcla de emociones
en todos ellos. Aquí estaba, la teoría de la conspiración que todos
habían
esperado probar. Al mismo tiempo, las implicaciones eran pasmosas, y los
tres estaban muy conscientes de cuán peligroso podría ser lo que estaban
a punto de ver.
Reproduje el video. Solo tenía unos pocos segundos de duración,
pero eran segundos poderosos mientras la figura barbada aparecía en la
pantalla. Oí una inhalación de Sabrina.
—Es él. El Maestro Jameson. —Miró todos nuestros rostros—. ¿Ése
es realmente el lugar de los Alquimistas? ¿Realmente está ahí?
—Sí —dijo Wade—. Y ése con él es Dale Hawthorne, uno de los
directores.
Eso activó un recuerdo.
—Conozco ese nombre. Es uno de los compañeros de Stanton,
¿verdad?
303
—Es correcto.
—¿Es posible que ella no supiera sobre una visita como ésta?
—pregunté—. ¿Incluso a su nivel?
Fue Marcus quien respondió.
—Quizás. Aunque, el acompañarlo ahí, incluso al nivel seguro,
requiere bastantes cojones. Incluso si no está al tanto de la reunión,
seguro que los demás sí. Si fuera completamente turbio, Hawthorne se
hubiera reunido con él fuera de ahí. Por supuesto, la lista segura significa
que esto tampoco era sabido.
Entonces, era posible que Stanton no me hubiera mentido; bueno, al
menos no sobre que los Alquimistas estuvieran en contacto con los
Guerreros. Ciertamente me había mentido sobre que los Alquimistas
sabían sobre Marcus desde que había dicho que era una figura notoria
para la mayoría de la gente importante. Incluso si ella no sabía quién era
el Maestro Jameson, no cambiaba el hecho de que los otros Alquimistas,
Alquimistas importantes, tenían compañías peligrosas. Quizás a mí no me
gustaban sus procedimientos, pero había querido creer desesperadamente
que estaban haciendo algo bueno por el mundo. Quizás lo estaban
haciendo. Quizás no. Ya no lo sabía.
Cuando aparté los ojos del cuadro congelado del Maestro Jameson,
encontré a Marcus observándome.
—¿Estás lista? —preguntó.
—¿Lista para qué?
Fue hacia la otra mesa y regresó con un pequeño maletín. Cuando lo
abrió, vi una pequeña ampolla de líquido plateado y una jeringa.
—¿Qué es…? Oh. —Me di cuenta de golpe—. Ésa es la sangre que
romperá el tatuaje.
Él asintió.
—Sacar los elementos crea una reacción que lo convierte en plata.
Toma unos pocos años, pero eventualmente, el oro en tu piel también se
convertirá en plata.
Todos me estaban mirando expectantes, y di un paso atrás.
304
305
307
308
309
—Ese tipo que conozco que solía estar con los Guerreros. Todavía
somos amistosos, y ha estado teniendo dudas sobre ellos. Mencionó oírlos
hablar sobre encontrar a una chica perdida que podría causar todo tipo de
problemas. —Quizás estaba mal arrastrar a Trey a esta mentira, pero
seriamente dudaba que Stanton lo interrogara pronto.
—¿Y asume que es la Srta. Dragomir?
—Vamos —exclamé—. ¿Quién más podría ser? ¿Conoce a otras
chicas Moroi? ¡Por supuesto que es ella!
—Cálmese, Srta. Sage. —Su voz sonaba plana y tranquila—. No hay
necesidad de hacer teatro.
—¡Hay necesidad de acción! Si pueden estar tras ella, entonces
necesitamos salir de Palm Springs inmediatamente.
—Ésa —dijo ella secamente—. No es una opción. Tomó mucho
planeamiento llevarla a su ubicación actual.
No creí ese argumento ni por un segundo. La mitad de nuestro
trabajo era hacer control de daños y adaptarnos a situaciones que
cambiaban rápidamente.
—¿Sí? Bueno, ¿también planeó que estos cazadores psicópatas de
vampiros la encontraran?
Stanton ignoró la pulla.
—¿Tiene alguna evidencia en absoluto de que los Guerreros
realmente tienen información concreta sobre ella? ¿Su amigo le suministró
detalles?
—No —admití—. Pero aun así necesitamos hacer algo.
—No hay un “nosotros” aquí. —Su voz había ido de plana a helada—
. Usted no decide qué hacemos.
Casi protesté y luego me detuve. El horror se asentó. ¿Qué acababa
de hacer? Mi intención inicial había sido o bien hacer que Stanton tomara
acción legitima o bien averiguar si accidentalmente revelaría tener
conocimiento de una conexión con los Guerreros. Había pensado que
mencionar a Trey me daría respaldo válido ya que apenas podía decirle la
verdadera razón por la que temía por Jill. Aun así, de alguna manera,
310
311
312
313
315
316
317
318
319
320
decir cuál de las dos estaba más horrorizada. Reproduje todo lo que había
hecho y dicho, cada posición comprometedora en la que literal y
figurativamente me había puesto. Jill acababa de “verme” hacer cosas que
nadie más me había visto hacer, bueno, excepto por Adrian, por supuesto.
¿Y qué había sentido ella en verdad? ¿Cómo era besarme? ¿Pasar sus —las
de él— manos sobre mi cuerpo?
Era una situación para la que de ninguna manera estaba preparada.
Mis indiscreciones ocasionales con Adrian habían pasado por Jill también,
pero todas las habíamos dejado pasar, yo en particular. Anoche, sin
embargo, todas las cosas habían pasado a otro nivel, uno que nos dejaba a
Jill y a mí asombradas y sin palabras. Estaba mortificada de que me
hubiera visto tan débil y expuesta y mi parte protectora estaba preocupada
de que me hubiera visto hacer algo así, punto final.
Ella y yo nos miramos la una a la otra, pérdidas en nuestros propios
pensamientos pero Jill se recuperó primero. Incluso se volvió más roja de
lo que había estado cuando mencionó a Eddie y prácticamente saltó de la
silla. Alejando sus ojos de mí, se apresuró a la puerta.
—Uhm, debería irme, Sydney. Lamento haberte molestado tan
temprano. Probablemente, este asunto podría haber esperado. Angeline va
a hablar con Eddie esta mañana así que cuando tengas oportunidad de
encontrarlo, sabes, eso sería genial. —Respiró profundamente y abrió la
puerta, todavía rehusándose a hacer contacto visual—. Tengo que irme. Te
veo después. Lo siento de nuevo.
—Jill…
Cerró la puerta y me dejé caer de nuevo en la cama, incapaz de
ponerme de pie. Era oficial. Cualquier calor residual y lujuria que
había
sentido al estar anoche con Adrian, se había desvanecido completamente
con la expresión de Jill. Hasta ese momento, en verdad no había entendido
realmente lo que significaba estar con alguien que tenía un lazo. Todo
lo
que Adrian me dijo, ella lo escuchó. Cada emoción que tuvo hacía mí, ella
lo experimentó. Cada vez que él me besó, ella lo sintió…
Pensé que podría vomitar. ¿Cómo habían manejado eso Lissa y
Rose? En algún lugar en mi mente, recordé que Rose había dicho que
había aprendido a bloquear las experiencias de Lissa, pero le había tomado
unos cuantos años descifrarlo. Adrian y Jill solamente habían tenido el
lazo por unos pocos meses.
321
322
323
324
325
326
—Tal vez tú eras inocente a los quince pero Jill no. Ella sabe cómo
funciona el mundo.
No podía creer lo que estaba escuchando.
—Bueno, ¡no soy una de tus otras chicas! La veo todos los días.
¿Sabes cuán difícil fue enfrentarla? ¿Sabes qué se siente saber que ella me
vio haciendo eso? Y Dios, ¿qué si hubiera habido más?
—Así que, ¿qué significa esto exactamente? —preguntó—.
Finalmente llegaste a mí, ¿y ahora vas a terminar todo por ella?
—Besarte no es exactamente llegar.
Me dirigió una larga mirada.
—Hubo más que besos, Señorita “Aprendo Rápido”.
Traté de no mostrar cuán avergonzada estaba por eso.
—Y es por eso exactamente que todo esto se terminó. No voy a dejar
que Jill vea eso de nuevo.
—¿Así que admites que podría pasar de nuevo?
—Teóricamente, sí. Pero no voy a darnos la oportunidad.
—¿Vas a evitar por siempre estar a solas conmigo de nuevo?
—Voy a evadirte, punto final. —Respiré profundamente—. Voy a ir
con Marcus a México.
—¿Qué? —Adrian saltó y caminó hacia mí. Inmediatamente
retrocedí—. ¿Qué paso contigo trabajando encubierta?
—¡Eso solamente funciona si pueda quedarme encubierta! ¿Crees
que puedo hacer eso si me escabullo contigo?
—¡Ya estás conmigo la mitad del tiempo! —En general no podía
distinguir si estaba enojado o no, pero ahora claramente estaba enojado—.
Nadie lo nota. Seremos cuidadosos.
—Todo lo que se requiere es un desliz —dije—. Y no sé si pueda
confiar en mí misma. No puedo arriesgarme a que los Alquimistas sepan
de nosotros. No puedo arriesgarme a exponer a Jill a lo que haríamos
327
328
9
Bean y Been: Tienen pronunciación similar en el inglés. El refrán original en
inglés es
“Been There, Done That” que significa he estado allí, hice eso.
329
330
331
332
333
334
10
Peridoto: es una piedra preciosa de color verde oliva.
P
335
336
337
338
339
un problema para más adelante, con esperanza uno con el que la Sra.
Terwilliger me podría ayudar.
Encontré a Adrian esperándome en el Mustang, exactamente donde
le había indicado. Me lanzó una mirada de reojo mientras nos alejábamos
del lugar.
—¿Ningún traje ajustado negro?
—Está en la lavandería.
Sonrió.
—Por supuesto que sí. Ahora bien, ¿a dónde vamos, y qué está
pasando?
—Vamos a ver a la Sra. Terwilliger —dije—. Y lo que pasa es que
hemos estado caminando frente al enemigo todo este tiempo sin siquiera
darnos cuenta.
Observé a Adrian mientras le contaba mis revelaciones y vi su cara
cambiar de incredulidad a consternación en tanto más hablaba.
—Su aura era demasiado perfecta —dijo una vez que hube
terminado—. Perfectamente neutral, perfectamente normal. Nadie es así.
Sin embargo, lo descarté. Pensé que quizá era solo un ser humano raro.
—¿Alguien puede influir en cómo se ve su aura? —le pregunté.
—No hasta ese punto —dijo—. No conozco lo suficiente sobre los
hechizos que ustedes usan, pero supongo que fue uno de esos el que sesgó
el modo en que se veían sus colores.
Me derrumbé en el asiento, todavía enojada por no haberme dado
cuenta de esto antes.
—Viendo el lado positivo, no sabe que vamos tras ella y Verónica.
Eso podría darnos una ventaja.
Cuando llegamos a la casa de la Sra. Terwilliger, encontramos todas
las luces encendidas, lo cual fue una sorpresa. Yo había asumido que ella
estaría en la cama, aunque ésta ciertamente no sería la primera vez que
ella no contestara a una llamada. Solo que, cuando llegamos a la casa
y
llamamos a la puerta, no hubo respuesta. Adrian y yo intercambiamos
miradas.
340
341
342
343
344
345
346
347
348
349
Mi triunfo fue de corta duración. Estaba más que mareada. Yo
estaba a punto de perder el conocimiento. El calor y la luz del fuego eran
abrumadores, sin embargo, mi visión estaba oscureciéndose del
agotamiento de lanzar un hechizo para el que no estaba en absoluto
preparada. De repente solo quería acurrucarme en el suelo y cerrar los
ojos donde era cómodo y cálido...
—¡Sydney!
La voz de Adrian me sacó de mi bruma, y me las arreglé para mirar
hacia él a través de los párpados pesados. Él deslizó un brazo alrededor de
mí para ayudarme a levantarme. Cuando mis piernas no funcionaron,
simplemente me recogió y me cargó por completo. El dragón, quien no
había sufrido ningún daño permanente de la patada, se aferró a mi camisa
y se escurrió dentro de la bolsa que estaba aún envuelta por encima de mi
hombro.
—Dónde… La Sra. Terwilliger...
—No está aquí —dijo Adrian, dirigiéndose rápidamente hacia la
puerta principal. El fuego se estaba propagando a través de las paredes y
el techo ahora. A pesar de que no había llegado del todo a la parte
delantera de la casa aún, el camino estaba lleno de humo y cenizas.
Ambos estábamos tosiendo, y lágrimas corrían de mis ojos. Adrian llegó a
la puerta y giró la perilla, aullando ante el calor de la misma. A
continuación, se las arregló para patear la puerta con el pie, y
estuvimos
libres, bajo el limpio aire de la noche.
Los vecinos se habían reunido afuera, y pude oír sirenas a lo lejos.
Algunos de los espectadores nos miraban con curiosidad, pero la mayoría
estaban paralizados por el infierno que era el bungalow de la Sra.
Terwilliger. Adrian me cargó hasta su auto y suavemente me bajó para que
yo pudiera apoyarme en él, a pesar de que él aún conservaba un brazo
alrededor de mí. Ambos miramos con asombro el fuego.
—Realmente busqué, Sydney —dijo—. No pude encontrar a Jackie
en la casa. Tal vez ella se escapó. —Recé para que tuviera razón. De
lo
contrario, acabábamos de abandonar a mi profesora de historia a una
muerte ardiente—. ¿Qué le sucedió a Alicia?
350
351
352
11
NT: Moriarty personaje ficticio que era el némesis Sherlock Holmes.
12
Jane Doe: Termino usado cuando la identidad de una persona es desconocida.
M
353
13
Menorá: es un candelabro o lámpara de aceite de siete brazos, uno de
los elementos
rituales del judaísmo y asimismo uno de sus símbolos más antiguos.
14
Kwanzaa: es una fiesta seglar de la cultura afroamericana que se celebra entre el
26 de
diciembre y 1 de enero.
354
356
15
Islas Orcadas: son un archipiélago al norte de Escocia.
357
358
—No lo… —No podía decirlo, y ella me dio una mirada conocedora.
Intenté una táctica diferente—. Quedarse aquí es peligroso, especialmente
con él. Los Alquimistas podrían enterarse de todo… él, mi tatuaje, la Sra.
Terwilliger, y Dios sabe qué más.
—Y si ellos no se enteran, mira lo que obtienes. Adrian. El resto de
nosotros. Magia. La oportunidad de descubrir sus secretos. Sé que amas
esta vida. ¿Por qué renunciarías a ella? Eres demasiado inteligente para
ser atrapada. Nosotros te ayudaremos. ¿De verdad crees que Marcus y sus
Merry Men pueden dar tanta pelea cuando siempre están huyendo?
Negué con la cabeza.
—Ellos son como yo. Y me entienden.
Ella era obstinada.
—No son como tú, en absoluto. Ellos hablan. Tú actúas.
Era tan sorprendente verla así, tan confiada y mucho más sabia que
sus años. También era un poco irritante. Si era tan sabia, ¿por qué no
podía entender cuánto estaba en juego?
—Jill, quedarse es un gran riesgo… en todos los sentidos.
—¡Por supuesto que lo es! —exclamó ella, sus ojos brillando con
ira—. Toda vida digna de ser vivida, va a tener riesgos. Si vas a México, lo
vas a lamentar, y creo que lo sabes.
Mi teléfono sonó, interrumpiendo la siguiente respuesta. Era Eddie.
Rara vez me llamaba, y el pánico se apoderó de mí.
—¿Qué está mal? —exigí.
Sonaba desconcertado.
—Yo no diría que hay algo mal… simplemente sorprendente. ¿Esta
Jill contigo? Realmente deberían bajar. Estamos afuera.
Colgó, y me dejó totalmente confundida.
—¿Qué pasa? —Preguntó Jill.
—Aparentemente, algo sorprendente.
359
360
361
362
363
364
365
366
367
368
369
370
371
372
373
374
375
—Ya veo —dije. La habitación daba vueltas. Zoe. Zoe estaba aquí… y
ella era un Alquimista, una que se quedaría conmigo.
Su expresión exuberante se tornó un poco perpleja.
—¿Y supongo que le estuviste diciendo a Stanton algo acerca de
necesitar Alquimistas de respaldo? ¿Fue muy duro estar rodeado de tantos
Moroi por ti misma?
Traté de sonreír, pero no pude.
—Algo así. —Había instado a Stanton para que tomara medidas, y
así lo había hecho. Simplemente no era lo que yo había esperado.
El entusiasmo de Zoe regresó.
—Bueno, ahora no estás sola. Estoy aquí para ti, aunque es
probable que incluso ni me necesites. Nunca te metes en ningún
problema.
No, solo estaba teniendo un romance con un vampiro, estaba a
punto de unirme a un aquelarre, y estaba investigando los secretos que
nadie quería que yo supiera. Ningún problema en absoluto.
¿Cómo demonios iba a ocultarle todo eso a ella?
Zoe me abrazó de nuevo.
—¡Oh, Sydney! Esto va a ser genial —exclamó—. ¡Vamos a estar
juntas todo el tiempo!
376
377