Está en la página 1de 5

Echeverría, entre dos reescrituras

ADRIANA AMANTE

César Hipólito Bacle, Corrales de abasto, 1832. Al fondo y a la izquierda aparece la casilla del juez del matadero, personaje al que alude Echeverría en “El matadero”.

“EL MATADERO” DE MARIQUITA corrección, del progreso, de la mejora, entre


Una de las tantas paradojas de la Argentina es un texto y otro. Creo que puede hablarse de un
que uno de los textos fundantes de su literatura borrador pero en tanto sea para considerarlo
y de su cultura es, en realidad, un texto inédito. un campo de pruebas para un texto futuro de la
Me refiero –claro– a “El matadero”, de Esteban cultura nacional que tal vez no haya encontra-
Echeverría, que –como se sabe– no se publicó do todavía su versión definitiva.
sino en 1871, veinte años después de la muerte Haciendo referencia al espacio físico en el
de su autor y un poco más de treinta años que transcurre la ficción, Gutiérrez sostuvo
depués de la fecha probable de su composición. que “el matadero fue el campo de ensayo” del
Ese texto inédito tal vez sea un borrador, rosismo. Prefiero pensar que el texto “El mata-
como ha afirmado Juan María Gutiérrez, el dero” fue el campo de ensayo que Echeverría
amigo y albacea de Echeverría y el editor de “El encontró para su obra. Y vuelvo a decirlo: no
matadero”. Pero postulo que no es un borra- porque en él arrojara los borradores de un asun-
dor, si eso lo convierte en un mero apunte del to que retomaría en el Avellaneda (y particu-
poema Avellaneda, como sugiere Gutiérrez, larmente podemos pensar en el tormento lla-
avalando de manera implícita una idea de la mado la “refalosa”), sino porque practica una

las ranas 3
de las tantas formas de narrar la violencia que mente apto como para proporcionar un espacio, esa fecha, pero el comienzo se ha perdido). amigo, por eso intenta registrarlo todo: “¡Qué
él y también su época reescribieran en variadas, si no feliz (amenazado como estaba por las incur- Mientras Echeverría escribe “El Matadero”, importa que escriba disparates! No serán los
insistentes –e insidiosas– versiones. (Tal vez no siones de los indios), por lo menos no tan hostil con mano supuestamente temblorosa (como ha primeros ni los últimos que Ud. leerá. Quien
para la preceptiva estética del romanticismo como el de Buenos Aires. querido dramatizar Gutiérrez, interpretando el me ha mandado hacerme escribirle lo que oiga
argentino, pero quien recuerde el tono engola- Tal vez influido por ese deber ser del roman- trazo de los originales), Mariquita escribe tam- y vea, pues oiga y vea disparates”.
do del Avellaneda coincidirá en que –aun si ticismo periférico, Gutiérrez vuelve a “traducir” bién un texto secreto. Pero –a pesar de lo que En el diario, esta exiliada pasa revista a los
admitimos que “El matadero” es su borrador– –como José Mármol, como Bartolomé Mitre, parece reclamar el mandato del género sexual– no acontecimientos políticos pero también los ana-
ese borrador supera al texto “definitivo”). como el propio Echeverría– a Lord Byron. se trata de un diario íntimo, sino de un diario liza: habla de la relación que por conveniencia
¿Cuándo escribió Echeverría “El matade- Echeverría encuentra su Edén en Los Talas clandestino. Es una mujer que lleva el registro de política deben mantener los emigrados argentinos
ro”? No antes de octubre de 1838, fecha de la como el Childe Harold lo había hallado en los los movimientos de la política en la Banda antirrosistas con Frutos Rivera, y de la difama-
muerte de Encarnación Ezcurra, a la que se jardines románticos de Sintra, en Portugal. Oriental para su amigo, recluido en una estancia ción de la que serían víctimas los opositores a
hace mención en el texto. Probablemente en Echeverría permaneció en Los Talas por lo de Buenos Aires. (Los sucesos de la Banda Rosas; critica las tácticas y estrategias para com-
1839. Lo importante es que es muy factible que menos desde abril de 1839 (es posible, incluso, Oriental no pueden desvincularse, por supuesto, batirlo que los hombres muchas veces imple-
haya sido escrito antes de que Echeverría emi- que desde antes) hasta septiembre de 1840, de la política argentina y de la lucha de los opo- mentan con ineficacia; apuesta a Lavalle, que
grara a la Banda Oriental. cuando el fracaso de la entrada de Lavalle por sitores contra el sistema rosista). Se trata de un organiza el movimiento para derrocar a Rosas; se
Ya irrecuperable la sociabilidad político-inte- el litoral argentino le hiciera juzgar poco pru- diario clandestino porque es un diario que debe lamenta de la situación del exilio, y registra y
lectual del Salón literario de Marcos Sastre del dente su permanencia en el país. Poco se sabe ser ocultado: el contenido de ese texto tiene que explica las diferencias que separan a los emigra-
año 1837, y consideradas peligrosas las reuniones de él en esa época. Aparte de su apoyo a la ser protegido frente al enemigo político. dos argentinos en la otra orilla.
de la Joven Generación Argentina durante 1838, Insurrección de Chascomús y de la firma del Mariquita Sánchez no escribió con la inten- La cuestión de las difamaciones por un lado
la alternativa política que se abre para los oposi- Acta de San Andrés de Giles, produjo algunos ción de consignar hechos o pensamientos para sí y de los rumores por otro vuelven difícil la tarea
tores a Rosas es la clandestinidad y la lucha escritos. Años después, al editar su poema misma, sino que llevó ese diario para Echeverría. de esta diarista, que le dice a su interlocutor: “Es
armada, o el exilio. Echeverría va a elegir un “Insurrección del Sud de la provincia de Bue- Pero las entradas de ese diario también pueden difícil escribir como historiador contemporáneo,
punto medio entre ambas opciones: “Emigrar es nos Aires”, el propio escritor contará: pensarse como cartas que –en vez de enviarse– se pero más difícil aún aquí en que es imposible
inutilizarse para el país”, había dicho para expli- “En setiembre de 1840, la retirada del Ejército acumulaban. Por eso, en lugar de hablar del descubrir la verdad. Así, mi diario no asegura
car su reticencia a marcharse. Por eso, recluido Libertador, habiéndome puesto en la necesidad diario de Mariquita para Echeverría, podríamos como tal, sino muy pocas cosas, que puedo
en la estancia Los Talas que su hermano admi- de emigrar por el Paraná, con lo encapillado, decir que es el diario de Mariquita a Echeverría. garantirlas; pero lo demás el tiempo lo caracteri-
nistraba para posponer el exilio, da muestras quedó en un pueblo de campo este canto entre Porque no era tan fácil el envío de corres- zará”. Es la contrapartida del movimiento que
también de su adscripción a un movimiento otros papeles; los que, gracias a la cintura de una pondencia desde el exilio a la patria perdida: la hará José Mármol en Amalia, mediante el recur-
armado y desconoce la autoridad de Rosas en el señora muy patriota, lograron escapar de las rapa- circulación de cartas entre los exiliados y los so de la “ficción calculada”. El cálculo, si hay
acta que firma junto con otros “vecinos y hacen- ces uñas de los seides de Rosas y llegar a mis familiares o amigos que permanecían en el país alguno en la escritura de este diario, está puesto
dados del partido de San Andrés de Giles”. manos cuando los consideraba perdidos y los era complicada porque esas misivas corrían el en registrar los acontecimientos e intentar sope-
Juan María Gutiérrez ha dejado una des- tenía olvidados”. riesgo de ser interceptadas y dadas a conocer sar la veracidad de las versiones, porque
cripción de la estancia Los Talas: antigua zona de Entre esos papeles, estaba la primera versión públicamente por medio de los periódicos del “cansa el escribir una noticia que se tiene por
frontera con el indio, era un bosque tupido y sal- de la “Insurrección del Sud” y el poema “A Don rosismo. Prescindiendo de la retórica de la epís- indudable y que a la media hora se desmiente.
vaje. Ganado por su propia memoria afectiva, Juan Cruz Varela, muerto en la expatriación”, tola, porque en un diario que quiere ser una Las personas de más importancia y más com-
esta estancia que todavía dejaba ver las zanjas de escritos en Los Talas. ¿Pudo haber estado “El crónica de los sucesos eso sería un despilfarro, prometidas se encuentran, las más de las veces,
defensa contra el indio mezclaba en el recuerdo matadero” entre ellos? Es muy probable. un gasto inútil, las entradas no dejan –sin en la misma incertidumbre y desconfianza, sin
de Gutiérrez tunas con talas para formar un Aunque sea poco lo que se sepa de la épo- embargo– de mencionar de vez en cuando al poder hacer un cálculo por los datos que se les
bosque denso que en realidad no era más que un ca de Echeverría en Los Talas, hay una mane- destinatario de la escritura. En la última entra- dé, porque, cuando parecen ciertos, se desvane-
matorral, lleno de pájaros y gatos monteses que ra lateral, pero reveladora, de conformar un da, que funciona como una despedida, se cie- cen como el humo, y se encuentra algunas veces
parecían tigres, con senderitos abiertos por las estado de situación. Podemos recurrir al diario rra un tipo de relación que anuncia lo que ven- lo contrario también de lo que se ha dado como
caminatas solitarias y melancólicas del poeta que Mariquita Sánchez, exiliada en Montevideo drá: la conversación personal directa, el reen- más positivo. Por esta razón hay pocas cosas que
romántico: “Creemos que aquel paraje era deli- desde fines de 1838, lleva para su amigo Eche- cuentro en el exilio (un deseo cuyo posible pueda asegurar en mi diario”.
cioso para Echeverría, y que no le habría trocado verría. El diario va desde el 13 de abril de 1839 incumplimiento se teme). Esta cronista con pretensión de historiador
por una selva tropical”. Los Talas, otro lugar, hasta el 16 de marzo de 1840 (se supone, de Mariquita asume su misión con prolijidad y contemporáneo (lo digo en masculino, como ella
menos exuberante que el trópico, pero estética- todos modos, que empezó a ser llevado antes de satisface a la perfección el pedido expreso de su misma se lo plantea a Echeverría) muestra en el
4 las ranas las ranas 5
estilo de su diario algunas marcas de diferentes mente con niños o sobre niños, que se acumu- hubiera enviado en cartas a Echeverría (y entre Piñero conserva la referencia tanto al pintor via-
géneros discursivos. Mariquita Sánchez puede lan sintéticas como noticias de periódicos, son ellas, la del 12 de julio que cité), podríamos haber jero venido de Baviera como a la composición del
recurrir a la enunciación impersonal para narrar- parte del imaginario de la oposición a Rosas conjeturado una influencia, una inspiración. El argentino; pero callará la admiración personal, en
le a su amigo lo que va sucediendo: “Se esperan que hace de eso una estrategia de combate. Hay relato del horror en Mariquita, relacionado con un plan ya conciente de construcción de su ima-
con impaciencia las noticias de Buenos Aires”, una recurrencia en la contrucción del horror niños inocentes y vinculado por contigüidad al gen de escritor (al ser ésta la carta que Sarmiento
“Se anuncian aprontes de guerra con mucha para adjudicarle la parte del monstruo a Rosas. sistema rosista –en un movimiento inconciente destina a la publicación, no parece convenirle una
actividad”, “Se asegura que Rosas le declara la Si lo recordamos bien, el momento más cruel que no es ingenuo, sin embargo, tratándose de confesión tan elogiosa).
guerra a Francia”, tal como se lee en una segui- de “El matadero” no es la amenaza de la refalo- opositores a Rosas–, podría haber determinado el Contándole el encuentro en Río con
dilla de entradas fechadas en mayo de 1839. Y sa ni cuando revienta el unitario que ha ingresa- surgimiento de la idea del episodio del degüello Rugendas, Sarmiento le dice a Echeverría:
también hace uso de sintagmas cortos, que no do con su patilla en “U” en territorio enemigo. del chico en el texto de Echeverría. “Sabe Ud. que es un poeta nuestro tartamudo
marcan el estilo general pero que sí son una cons- El momento más cruel y horroroso del texto es Pero Echeverría sale de Los Talas en sep- amigo; pero no sé si se ha fijado en que su numen
tante que caracteriza una escritura sintética y aquel en que la indiferencia del “bárbaro” fede- tiembre de 1840 y permanece en Colonia hasta inspirador es la pampa, sus héroes los gauchos y el
plena. La política puede enunciarse en el tono de ral deja a un costado al niño que ha sido dego- mediados de 1841, fecha en la que se dirige final- potro. Es por fortuna de Ud. un plagiario a veces,
un parte de guerra. llado por el desprendimiento de un lazo, sin mente a Montevideo. Tal vez sólo en ese y en más de un cuadro suyo, encuéntranse versos
Pero, en este registro histórico de la infernal que se suspenda el alboroto de la mayor parte de momento haya leído el diario que su amiga lle- enteros de la Cautiva, y copias de la Guitarra. Yo
Montevideo, hay una entrada que se va de tono la “chusma” matarife que está persiguiendo al vara para él, tiempo para el cual “El matadero” gusto a fe de estos robos [...]”.
y que quiero destacar. El 12 de julio de 1839, toro que se metió en el matadero. Recordemos la ya debió haber estado escrito. Por eso no pode- La teoría del plagio está en sintonía con el
Mariquita Sánchez se desvía de la política para escena. El toro se les escapa, por eso: mos hablar de una incidencia directa. Pero sí de modo de acceso del propio Sarmiento a la cul-
insertar lo siguiente: “Diole el tirón el enlazador sentado en su caba- una coincidencia que permite percibir una estruc- tura, y a las ideas. El valor de una idea o de una
“Es un día de horrores. Dos hombres se han caí- llo, desprendió el lazo el asta, crujió por el aire tura de sentimiento, visible en estos escritos secre- producción intelectual no radica en la originali-
do en la matriz de un andamio donde estaban tra- el áspero zumbido, y al mismo tiempo se vio tos que compartieron con otras formas más dad sino en la sistematización de un concepto. O,
bajando. Han quedado muertos, hechos pedazos. rodar desde lo alto de una horqueta del corral, públicas el relato –que es siempre una construc- mejor: el valor radica, más que en la sistemati-
Un niño ha muerto a otro con una cortapluma. como si un golpe de hacha la hubiese dividido a ción– de la violencia política, clave de la forma- zación, precisamente en la apropiación de esa
Otro niño pasaba junto a un caballo y le ha tira- cercén, una cabeza de niño, cuyo tronco perma- ción de la literatura argentina. idea, esto es: en hacerla propia no sólo por haber
do una patada: le ha hecho pedazos la cabeza y neció inmóvil sobre su caballo de palo, lanzan- echado mano de ella, claro, sino por ponerla en
muerto en el acto. Una negra estaba asesinando do por cada arteria un largo chorro de sangre. LA CAUTIVA DE SARMIENTO funcionamiento. Es el caso de la famosa dicoto-
en el cementerio a un niño recién nacido y se lle- –¡Se cortó el lazo! –gritaron unos–. ¡Allá va el Si Mariquita escribe su “Matadero”, Sarmiento mía civilización-barbarie que no es –obviamente,
gó tarde para impedir este horror. El hijo del toro! –por su parte– escribirá su Cautiva. Lo hará en ni mucho menos– un invento de Sarmiento.
cónsul inglés, de diez años, montó un caballo Pero otros, deslumbrados y atónitos, guardaron dos cartas desde Río de Janeiro. Una es la carta De todas formas, hablar de plagio en relación
que había dejado en la puerta de su casa, después silencio, porque todo fue como un relámpago. dirigida a Miguel Piñero que se publica en los con la obra de Rugendas porque se inspire en La
de pasear Mr. Mandeville; se desboca el caballo Desparramose un tanto el grupo de la puerta. Viajes; la otra es para Esteban Echeverría. Están cautiva de Echeverría para sus pinturas es des-
y parte como un rayo sin poderlo contener por Una parte se agolpó sobre la cabeza y el cadáver fechadas el mismo día: el 20 de febrero de 1846. conocer, por parte de Sarmiento, que eso cons-
más esfuerzos que varias gentes hicieron. Se arro- palpitante del muchacho degollado por el lazo, A propósito de su encuentro con el pintor tituía una modalidad –casi un verdadero género–
ja de la muralla al mar, tira del golpe al niño en manifestando horror en su atónito semblante, y Johann Moritz Rugendas y luego de dejar sen- no infrecuente en la relación entre pintura y lite-
un colchón de basura que cerca de las mismas la otra parte, compuesta de jinetes que no vie- tada una apología del plagio que explicará mejor ratura, y que no había en esa contraprestación
murallas había y el niño ha quedado en salvo. Pri- ron la catástrofe, se escurrió en distintas direc- cuando escriba Recuerdos de provincia, en la carta ningún posible “delito”: recuérdense, como para-
mera vez que habrá sido útil la inmundicia”. ciones en pos del toro, vociferando y gritando: a Echeverría Sarmiento reconoce su envidia y digmas, los cuadros de J. W. Turner con y
Esta crónica policial que irrumpe en la cró- —¡Allá va el toro! ¡Atajen! ¡Guarda!”. confiesa su deseo: “como él con el pincel, qui- sobre (iluminados por, podríamos decir) los pasa-
nica política no es, de todos modos, una inte- Lo interesante es que Echeverría hace que la siera yo con el rudo garrote de la prosa acercar- jes del Childe-Harold de Byron.
rrupción de la política. En la entrada anterior narración olvide el hecho y siga al toro, pero con me a las blondas doradas que Ud. entreteje. No En el caso de Turner, la primera pintura
se habla de la situación contra Rosas, en la la memoria ineludible de ese chico degollado siendo esto posible haré lona, o lienzo para la que lleva un epígrafe de Byron es “Field of
entrada que viene a continuación seguirá men- como pesada carga. plebe de los desnudos”. Le habría gustado escri- Waterloo”, que se exhibe en 1818, ocasión en
cionándoselo. Rosas es personaje protagónico Es muy factible que la escritura de “El mata- bir La cautiva o, más precisamente, ser capaz de la cual el pintor cita algunas stanze del tercer
de los escritos de sus opositores. Y esa crónica dero” sea contemporánea a la del diario que emular con su escritura el hallazgo del poeta. canto en el catálogo, de acuerdo con lo que
policial no es una interrupción de la política Mariquita lleva en Montevideo para su amigo. Si Pero hay que recordar que ésta es una carta pri- informa David Blayney Brown en su Turner
porque estas historias de horror, fundamental- en vez de acumular las entregas, Mariquita se las vada. Porque en la carta que le dirige a Miguel and Byron, quien explica además que el tiem-
6 las ranas las ranas 7
po que transcurre hasta la siguiente conexión las nubes de polvo que levantan los caballos
entre ambos artistas probablemente se debiera medio domados que monta el salvaje; la melena
a una necesidad del pintor de entender mejor desgreñada flotando al aire, y sus cobrizos bra-
al poeta y su temática. Es entonces en 1832 que zos asiendo la blanca y pálida víctima que pre-
vuelve a aparecer Byron en una muestra titula- para a su lascivia; ropajes flotantes que se pres-
da “Childe Harol’d Pilgrimage –Italy”, así como tan a todas las exigencias del arte; grupos de
sucederá entre 1835 y 1844 en cuadros aislados, jinetes y caballos; cuerpos desnudos; pasiones
algunos de los cuales son vistas de Venecia, violentas; contrastes de caracteres en las razas, de
como “Venice, Bridge of Sights”: “Turner esta- trajes en la civilización de la víctima y la barba-
ba pintando no a Childe Harold en sí mismo –ni rie del raptor, todo ha encontrado Rugendas en
específicamente sus aventuras, ni su carácter, ni este asunto favorito de su animado pincel”.
su estatura moral (lo cual incluso el propio Aunque Sarmiento esté hablando de los cua-
Byron a menudo olvidaba en su poema)– sino dros que ha visto, lo que hace no es una des-
la Italia de Childe, que ahora también era la cripción subsidiaria. Su prosa alza vuelo y se
suya propia”. Lo mismo podría decirse de vuelve autónoma.1 Como Turner, Sarmiento
Johann Moritz Rugendas y su Cautiva. cree en la conexión estrecha entre la imagen
Al experimentar él mismo con la descripción verbal y la pictórica. Ya lo había dicho a pro-
que hace de las escenas de cautivas que vio en pósito de la obra de August Raimond Quinsac
los cuadros de Rugendas exhibidos en Río de Monvoisin, otro de los pintores que admira y
Janeiro o que leyó en el poema de Echeverría, cuyas imágenes también asoció con la pampa:
Sarmiento termina encontrando su propia varia- “Un cuadro, lo mismo que un poema, se com-
ción sobre el tema, en la carta que incluye en pone necesariamente de dos partes, de la reali-
sus Viajes. Es en Río de Janeiro donde Sar- dad concebida por la inteligencia, recogida por la
miento escribe (reescribe) su Cautiva, el poema memoria, y de la metamorfosis impuesta a esa
nacional. Y confirma lo que ya se veía nítida- realidad por la imaginación. Ver o saber, acor- Johann Moritz Rugendas,
El malón, 1848.
mente en el Facundo: que es un excelente escri- darse, comparar, agrandar, transformar, es decir,
tor, diestro no sólo en el manejo de la prosa des- imaginar, tal es la ley de la pintura también”.2
criptiva, sino también tan hábil para componer Las imágenes que Sarmiento concibe en pasa-
que se muestra como un delicado creador a la jes como éste (y que podemos asociar, aunque no
hora de elegir o disponer de su material: men- identificar completamente, con las descripciones
ciona ropajes perfectos para diseñar el movi- de la inmensidad pampeana donde cielo y terre-
miento, trabaja el contraste de tonos en la pali- no se confunden, o con la abstracción que inten-
dez de la cautiva y el color cobrizo del indio ta traducir la sensación que causa su lisura)
captor. Y si no tiene el don de la versificación, constituyen verdaderos wordscapes. A la descrip-
no le falta el de poetizar, como muestra este ción del desierto argentino, con los ojos en “la
fragmento de fina prosa poética: lejana perspectiva”, de indudable potencia pic-
“Entre las escenas de la Pampa, Rugendas tiene tórica pero literaria al fin; a la metáfora carto-
dos tipos que repite y varía al infinito. La esce- gráfica que puede ver “la tierra como en el
na de bolear caballos, y el rapto de las cristianas, mapa; la tierra aguardando todavía que se la
el poema épico de la Pampa, de que Echeverría mande producir las plantas y toda clase de
sacó tan bello partido en su Cautiva. ¡Cuántos simiente”, debemos agregar otra (nueva) dimen-
contrastes de matices y de caracteres suminis- sión. Porque en La cautiva de Sarmiento la dife-
tra, en efecto, aquel drama, en que mil familias rencia es que, entre palabra y paisaje, media –ya
de los pueblos fronterizos pueden creerse peno- indefectiblemente– el arte plástico, para confor-
samente interesadas! La pampa infinita y los cela- mar con la palabra un verdadero paisaje que ya Johann Moritz Rugendas,
jes del cielo por fondo, confundidos en parte por no puede pensarse sólo como literario. La cautiva, 1848.

8 las ranas las ranas 9


Mariquita Sánchez también le había hablado eventual lector extranjero, pone de manifiesto su
a Echeverría de los cuadros de Rugendas inspi- deseo de tener un público amplio, internacional,
rados en su obra. Ella cree que son un honor que –aunque menos declamado– no es muy dis-
para su amigo poeta; y para levantarle el ánimo, tinto al de Sarmiento, quien se vanagloriará de
que no suele ser muy vivaz, insiste en comentarle haber salido en la Revue de Deux Mondes por y
la admiración que siente por él ese pintor que se con las partes más universalizables de Facundo.
ha identificado tanto con el Nuevo Mundo que Ahora es claro que la traducción puede cam-
Mariquita lo hace un americano (en un gesto biar el sentido y no sólo abastecer de literatura o
similar al de Sarmiento, que lo incluye entre las arte de viajeros europeos a los letrados argentinos.
figuras fundadoras de una cultura nacional argen- Tal vez la necesidad que los argentinos mani-
tina junto con el autor de La cautiva, Hidalgo y fiestan de ser leídos (traducidos) en Europa sea
él mismo). Rugendas “considera perfecta la pin- un gesto bien aprendido en la lectura de los
tura que usted hace de las Pampas; él considera extranjeros que llegaron a Buenos Aires. Las
que usted concibió primero el paisaje y después notas a La cautiva y las partes del Facundo que se
tomó sus figuras como accesorio para pintar comentan (podríamos decir se glosan) en la Revue
aquel”, le cuenta Mariquita; y ese comentario de Deux Mondes (el baqueano, el rastreador, el
evidencia que el pintor entendió a la perfección la gaucho malo, el cantor) son la traducción del
modalidad estética que proponía Echeverría en la campo para el mundo. Y en ese flujo de traduc-
“Advertencia” al poema: “El principal designio ciones, no es raro que la quemazón del pajonal
del autor de la Cautiva ha sido pintar algunos por el que se arrastran María y Brian en la sép-
rasgos de la fisonomía poética del desierto; y para tima parte de La cautiva se deje ver como un
no reducir su obra a una mera descripción, ha terreno incandescente de rojos, anaranjados y
colocado, en las vastas soledades de la Pampa, amarillos fuego como los incendios de Turner. O
dos seres ideales, o dos almas unidas por el como los pajonales que los soldados de Rosas irán
doble vínculo del amor y el infortunio”. quemando al tiempo que el Ejército Grande que
Tanto en la carta de Sarmiento como en la de avance contra él se acerque a Buenos Aires; en
Mariquita, puede verse el modo en que se esta- este caso, será Sarmiento el que pintará “toda
blece una relación entre Europa y América. La esta escena nocturna alumbrada a lo lejos por el
atención del pintor bávaro sobre el poeta argen- fuego del incendio eterno de la Pampa, que nos
tino y su indagación y conocimiento del espacio venía precediendo, como aquella columna ígnea
americano que Sarmiento equipara con el de que dirigía las marchas de los hebreos en el
Humboldt (uno, “con la pluma”; el otro, “con el desierto”.
lápiz”) prestigian el material que se produce en
esta parte del mundo, al tiempo que confirman la
necesidad de buscar –como Sarmiento tan afano- 1 Este pasaje es equiparable a la brevísima reescritura analítica
samente lo haría pronto, en París– la consagración del “Diálogo patriótico interesante entre Jacinto Chano, capa-
taz de una estancia en las islas del Tordillo, y el gaucho de la
por Europa (por ser aceptado como autor o por guardia del monte” de Hidalgo, que Sarmiento hace en la
ser mirado con interés). El autor del Facundo, carta de Montevideo de Viajes: “Paréceme ver al viejo Chano
generoso, espera que Echeverría pueda ser publi- de las islas del Tordillo, acercándose al pago de la Guardia del
Monte, al tranco majestuoso y pausado del caballo del gaucho,
cado en el viejo continente como se merece, bur- estirado el cuello del corcel sin gracia, mientras el jinete, sen-
lando el freno que impone el enemigo, porque “es tándose sobre las vértebras describe con su espalda una curva
este Rosas un tapón que tiene estancados los que avanza hacia adelante, la cabeza inclinada para romper el
viento, y dejar al cuerpo toda su flexibilidad”.
raudales de nuestra literatura nacional”. 2 Recordemos que en su descripción del rostro de Facundo,
Cuando Echeverría anota al pie de La cauti- Sarmiento se sirve del “Alí-Bajá” de Monvoisin, del que saca
va algunas originalidades argentinas para un la expresión para detallar la mirada torva del riojano.

10 las ranas

También podría gustarte