Ahora nos puede parecer un paso muy sencillo el motorizar un
velero, pero en 1903 no se conocía casi nada sobre el funcionamiento de una hélice y tampoco existían motores con la suficiente relación peso/potencia para permitir instalarlos en un avión tan rudimentario.
Porque el Wright Flyer (como se llamó el artefacto volador)
estaba construido con madera de pino, tela de muselina y unos cuantos metros de cable de acero, nada más. Como buenos inventores, los hermanos Wright diseñaron y construyeron un motor de cuatro cilindros de gasolina junto con Charlie Taylor, un mecánico de su propia fábrica de bicicletas y lo instalaron en su avión.
La hélice se concibió como un ala girando en un plano vertical,
en lugar de como tornillo que era como se pensaba hasta el momento que funcionaba. Ni siquiera se podía aplicar el diseño de hélices de barco por lo diferente del medio en el que se desenvuelve cada tipo de hélice.
Atendiendo a los estudios de Wilbur Wright, en 1903
consiguieron diseñar una hélice con un rendimiento del 66%, rendimiento que tras revisar los diseños en la actualidad resultó ser un 75% de rendimiento llegando a alcanzar el 82% en algunos momentos. Una hélice de última generación es capaz de alcanzar el 85%