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Los cinco principios fundamentales de

una psicología de la liberación

Lo Transpersonal
Boletín de la A.I.P.T
Asociación italiana de Psicología Transpersonal

Los cinco principios fundamentales de una psicología de la


liberación
Por A. Cohen

Los cinco principios fundamentales de una psicología de la


liberación, de los cuales habla Andrew Cohen, un maestro
espiritual contemporáneo, “describen simplemente y con
claridad como vivir aquello que se descubre en la
revelación espiritual – como encarnar la absoluta
naturaleza de aquella revelación en la vida que estamos
viviendo aquí y ahora”.-
Ellos corresponden también a la apertura a las formas
arquetípicas, que representa los pasos del crecimiento de
una persona en su recorrido espiritual.
El primer principio se refiere a la claridad de la intención,
o sea el no tener dudas sobre el hecho de querer ser
libres por sobre todas las cosas en este momento,
independientemente de la emergencia de las emociones.
Este principio corresponde a aquello que la sabiduría
vedanta indica como “la ardiente voluntad de liberación”,
o sea, la profunda certeza, a menudo no expresable en
palabras, que más allá de nuestras limitaciones, somos
empujados por una fe bien precisa e inamovible, que nos
guía en las elecciones y en las acciones hacia una
realidad que nos trasciende.

El segundo principio es
expresado por Cohen como la ley volitiva. Siendo que se
desea ser libre más que cualquier otra cosa, se toma la
elección consciente de no ser más una víctima. El hecho
de sentirse una victima por haber sido heridos en el
pasado, causa, a menudo inconscientemente, heridas a
otras personas. Por el contrario, renunciando a sentirse
una victima, tal tendencia disminuye drásticamente. Este
pasaje requiere la activación del arquetipo del Guerrero,
el cual, basándose sobre la ardiente voluntad de
liberación, aporta las energías psíquicas para combatir la
dura batalla de salida del propio victimismo.

El tercer principio se concretiza en el afrontar todo y no


evitar nada. Sin embargo lo que ocurre a manudo es que
accionamos en modo de no afrontar nada y evitar cada
cosa, porque nos gusta acunarnos en nuestros lamentos,
nos gusta mantener el statu quo. En la base de este
comportamiento, responsable de la detención del camino
espiritual, está el narcisismo, entendido como el no poder
soportar más que nada, de ver (o que alguien nos haga
ver) la verdad sobre nosotros, que consiste en rechazar la
incompletitud y en perpetuar la imagen ideal de nosotros
mismos.
La actuación de este principio requiere un trabajo sobre la
superación del orgullo, eventualmente ayudado por un
trabajo psicoterapéutico profundo.
El descubrimiento que cada
aspecto de la experiencia humana es una cuestión
absolutamente impersonal, en el sentido que puede
reencontrarse, en distintos grados de intensidad, en todos
los seres humanos, abre las puertas a un nuevo
conocimiento sobre la propia existencia, ya no más
encastrada en los limites restrictivos del propio
narcisismo, y sí abierta a ser compartida con la
experiencia de los otros.
Por ejemplo, la experiencia del miedo, madre de muchas
emociones, es idéntica en todos los seres humanos,
aunque con distintas esfumaturas.
La entera experiencia humana es un evento impersonal.
Por lo tanto universal.
Dándose cuenta profundamente de esto, se comienza a
descorrer las ilusiones de la esfera personal, y se puede
abandonar más fácilmente los comportamientos
narcisistas. Este principio que Cohen llama la “verdad de
la impersonalidad”, se activa bajo la acción del arquetipo
del Ángel, correspondiente a la apertura del corazón.
Finalmente, el último principio, que consiste en el
accionar por el bien del todo, consiste en la apertura
hacia la Vida y corresponde a la activación del arquetipo
de la Gran Madre.
Aspirar a la liberación de todos los seres humanos, y no
solo a la propia personal, nos hace vibrar en acuerdo con
la vida universal y da un sentido más profundo a la
investigación y a la Liberación misma.
Stefano Pischiutta

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