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inframundo para vivir en el mundo de los humanos regresaba de sus rutinarias salidas
nocturnas, estaba de excelente humor, llevaba una semana en el mundo humano, había
construido una mansión a las afueras de un pueblo, estaba por entrar cuando de pronto vio
una criatura desconocida, la cual emitía un extraño sonido, se acercó y la tomo con la vara que
tenía alzándola.
Aquella criatura dejo de emitir aquel sonido que era muy agudo para formar una sonrisa y
reírse de una forma muy peculiar, inclino su cabeza mirándola extrañado; extendió sus alas
negras ante ella que volvió a sonreír levantando las manos tratando de tocarlo.
Aun sosteniéndola con la vara voló por su inmenso jardín hasta la puerta de su mansión, la cual
se abrió sin siquiera tocarla, recibido por muchas sirvientas que se inclinaban al verlo y en la
ultima parte de esa gran fila se encontraba una mayordomo con una vestimenta impecable y
una mirada seria.
Iba a replicar la hora de llegada de su señor, pero el castaño extendió el baston, mostrándole a
la criatura
-¿Qué es esto?- lo lanzo hacia él, haciendo que el mayordomo lo atrapara con dificultad
-¿Qué es?
Asintió
-¿Abandonado?
-ya veo
-¿Qué haremos?
-Lo criaras
-pero.. pero..
-Estoy cansado
-¿Un nombre?
-Si un nombre
El mayordomo iba a revisarlo pero un papel cayó del bebe, lo recogió y lo leyó
-Obviamente es un niño
-¡¿Qué?!
-¡No!
-morirá si lo dejamos afuera- miro a la pequeña criatura que le sonrió e hizo un sonido muy
tierno
-Desde ahora solo díganle Yuu y vístelo de mujer, olvidemos que es un niño
-pero como crecerá un niño con aquellas restricciones
- ya hable-
….
Caminaba exasperado, En qué momento aquella criatura debió aprender a caminar, ahora lo
seguía a todas partes, aumento el paso, haciendo que la criatura también lo haga pero
resbalando por su falta de experiencia.
Al escuchar el sonido que dio el pequeño contra el piso, voltio a verlo notando que lagrimas se
formaban en sus ojos, se acercó con miedo, era extraña la sensación que experimento, el
pequeño al darse cuenta de la mirada del otro sonrió y le acerco una flor.
Aquella sonrisa lo congelo y sin darse cuenta tomo la flor que el pequeño le entrego, viendo
como esta se marchitaba y desvanecía en su mano