Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
º 63
ANDRÉ GREEN
Todos los analistas saben que una condición esencial para que un pacien-
te se decida a comenzar un análisis reside en el displacer, la incomodidad cre-
ciente y, por último, el sufrimiento. Ello es cierto en el caso del individuo y,
también en el grupo constituido por los psicoanalistas. El psicoanálisis, y no
sorprenderé a nadie diciéndolo en voz alta, después de todas las apariencias de
florecimiento atraviesa una crisis y experimenta un profundo malestar —para
limitarnos a este eufemismo. Las causas de este malestar son tanto internas
como externas. Durante mucho tiempo las defensas lograron dominar las
causas internas y minimizar su importancia. En la actualidad, y por el displa-
* Este trabajo es uno de los relatos oficiales del XXIX Congreso Psicoanalítico Internacional,
Londres, 1975. Publicado en la Revista de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Argentina, tomo
XXXII, n.º 1 de 1975.
27
cer que nos impone, es el exterior el que nos compele a no postergar más el
análisis. Cabe esperar que tengamos en nosotros lo que deseamos que exista
en nuestros pacientes: un deseo de cambio.
Un análisis de la situación presente debería desarrollarse en tres niveles:
La dificultad reside en articular estos tres niveles entre sí. Si se los mez-
cla, nos vemos llevados a la confusión, si se los separa, a la escisión. Si el tercer
nivel nos proporcionase sólo motivos de satisfacción, tenderíamos a ignorar a
los otros dos. No siempre es así y ello, sin duda, no deja de relacionarse con
los dos primeros niveles. De todas maneras, me veré obligado a postergar
para más tarde el ambicioso objetivo de una articulación entre los tres niveles.
En la actualidad, ya es una tarea bastante amplia examinar algunas contradic-
ciones de la práctica y de la teoría analítica generadoras del malestar. Al reali-
zar el análisis lúcido y valiente de las «Dificultades encontradas en el camino
del psicoanálisis» (originadas en el público, en los pacientes, en los analistas),
Anna Freud (1969) nos recordaba que éste abría el camino al conocimiento
del hombre a partir de la experiencia negativa de la neurosis. En la actualidad,
tenemos la oportunidad de aprender de nosotros mismos, a partir de nuestra
propia experiencia negativa. Es posible que del malestar actual puedan surgir
una elaboración y una transformación.
En este trabajo consagrado a las modificaciones recientes producidas
por la práctica y la experiencia psicoanalíticas, desearía deslindar los tres pun-
tos siguientes:
28
1. Proporcionaremos aquí los datos y las referencias señaladas por Khan que posiblemente no
correspondan con los de nuestra bibliografía, ya que ésta tiene en cuenta elaboraciones ulteriores.
29
2. Puesto que nosotros los analistas pertenecemos a lenguas analíticas diferentes, los pacientes nos
hablan en forma diferente y, por ello, nuestros lenguajes son aquí diferentes.
30
31
3. En relación con estos autores no proporcionamos bibliografía alguna ya que toda su obra está
consagrada a este problema (cf. bibliografía).
32
33
¿Es así afectado, o no, el núcleo del análisis clásico, es decir la neurosis?
Corresponde interrogarse acerca de ello. No enfocaremos el problema de las
causas de la disminución de las neurosis, muchas veces comprobada, problema
que exige un profundo análisis. Considerada en el pasado como el campo de lo
irracional, la neurosis sería encarada en la actualidad, más bien bajo el signo de
una triple coherencia: neurosis infantil, neurosis adulta, neurosis de transferen-
cia. En ella domina el análisis de la transferencia y, a través del análisis de las
resistencias, sus nudos se desatan casi por sí solos. El análisis de la contratrans-
ferencia puede limitarse a la localización de los elementos conflictivos presentes
en el analista, que perjudican el desarrollo de la transferencia. En el límite, el
papel del objeto constituido por el analista es anónimo e intercambiable. Del
mismo modo que entre los elementos de la pulsión el objeto es el más fácil de
sustituir, igualmente tanto en la técnica como en la teoría su papel es secunda-
rio. La metapsicología que se origina en ello remite a un individuo capaz de
desarrollarse por sí solo, con la ayuda limitada del objeto en el que sin duda se
apoya, aunque sin perderse nunca en él ni, tampoco, perderlo.
El modelo implícito de la neurosis en Freud se basa en la perversión (la
neurosis como negativo de la perversión). En la actualidad, es posible dudar que
los psicoanalistas sigan adoptando este punto de vista. El modelo implícito de la
neurosis y de la perversión se basa ahora en la psicosis. Esta evolución se había
bosquejado ya en la última parte de la obra de Freud. La consecuencia de ello es
que en la actualidad los analistas tienen en cuenta en menor medida la perver-
sión subyacente a la neurosis que a la psicosis. No se debe afirmar que toda
neurosis se inscribe en una psicosis subyacente, sino que nos interesamos en
menor medida en las fantasías perversas de los neuróticos que en los mecanis-
mos de defensa psicóticos, que observamos aquí bajo una forma discreta.
En realidad, nuestra escucha es solicitada de acuerdo con un código doble.
Es ello lo que me inducía a decir más arriba que en la actualidad oímos algo
diferente, que en el pasado era inaudible. Y es ello también lo que inducía a
34
35
36
37
La psicosis blanca
4. En el sentido en que se dice, en ajedrez, que el rey está «ahogado» (N. del T.).
38
39
40
41
42
43
44
45
46
del sentido presente y del sentido ausente. Esta construcción, sin embargo, no es
nunca gratuita. Aunque no puede pretender la objetividad, puede pretender una
relación de correspondencia, de homología, con lo que escapa a nuestra aprehen-
sión, en el presente o en el pasado. Constituye un doble de ésta.
Esta concepción, que recurre al concepto de doble (Green, 1970, 1974), nos
permite superar el diálogo de sordos entre aquellos que consideran que la regre-
sión en la cura, sin sus formas extremas, es la reproducción cuasi objetiva del
pasado (tanto si ésta se refiere a acontecimientos como a procesos internos), y
aquellos que dudan de la posibilidad de alcanzar tales estados o de la objetividad
de nuestra reconstrucciones. En realidad, la regresión en la cura es siempre meta-
fórica. Constituye un modelo reducido y reestructurado del estadio infantil, aun-
que con una relación de homología con éste, al igual que la interpretación que
esclarece su sentido pero que no tendría efecto alguno si no existiese una relación
de correspondencia. En mi opinión, la función esencial de todas las variantes del
análisis clásico, tan criticadas, tiene como único objetivo buscar y preservar las
condiciones mínimas de la simbolización a través de la variación de la elasticidad
del encuadre analítico. Todos los trabajos que se refieren a la simbolización en las
estructuras psicóticas o prepsicóticas dicen lo mismo, aunque lo hagan en térmi-
nos diferentes. El paciente iguala pero no simboliza (ecuación simbólica descrita
por H. Segal, 1957). Concibe al otro de acuerdo con el mismo modelo que a sí
mismo (reduplicación proyectiva estudiada por Marty et al., 1963). Ello recuerda
también la descripción de Kohut (1971) de las transferencias en espejo. Para el
paciente el analista no representa a la madre, sino que es la madre (Winnicott,
1954); la idea del «como si» se encuentra ausente (Little, 1958). Podemos referir-
nos también al concepto del acting out directo (M’Uzan, 1968). A partir de ello
llegamos a la conclusión de que se trata, en ese caso, de la forma que caracteriza la
relación dual. Por otra parte, se ha señalado en múltiples oportunidades el estado
de indiferenciación entre el Self y el objeto, la anulación de los límites hasta la
fusión narcisista. La paradoja reside en el hecho de que sólo con muy escasa fre-
cuencia esta situación conduce a un estado caótico e informe, mientras que por lo
general y muy pronto emergen las figuras de la dualidad en el conjunto indiferen-
ciado. A las relaciones duales que caracterizan los intercambios con el objeto es
posible añadir lo que designaré como relaciones duales internas al propio Self y
que se observan en la importancia que asumen los mecanismos de doble inver-
sión (contra la propia persona y en el otro) que según Freud se encuentran pre-
sentes con anterioridad a la represión (Green, 1967b). De ese modo, es posible
acoplar a la idea de un espejo en los intercambios con el representante del objeto
externo, la de un espejo interno del Self en relación consigo mismo. Todo ello
parece indicar que la capacidad para la reflexión constituye un elemento funda-
mental para lo humano. Se explica así la necesidad del objeto, como imagen de lo
47
48
49
50
51
52
53
Hemos propuesto una teoría del narcisismo primario (1967b) como es-
tructura y no sólo como estado que, junto a todo el aspecto positivo (en el
sentido de visible y notorio) de la relación de objeto, tanto buena como mala,
tiene en cuenta el aspecto negativo (en el sentido de invisible y silencioso).
Este aspecto negativo se forma gracias a la introyección, al mismo tiempo de
los cuidados maternos que constituirán la relación de objeto y de la estructura
que enmarca a estos cuidados mediante la alucinación negativa de la madre en
el momento de su ausencia. Se trata del reverso del que la realización alucina-
toria del deseo es el anverso. El espacio así delimitado, junto al de las relacio-
nes de objeto, es un espacio neutro susceptible de alimentarse parcialmente
con el de las relaciones de objeto, diferente de él, para constituir el fundamen-
to de la identificación cuando las relaciones favorecen la continuidad del sen-
timiento de existencia (que constituye el aspecto personal secreto) o, por el
contrario, evacuándose a sí mismo a través de una autosuficiencia ideal que se
reduce progresivamente hasta la aniquilación (Green, 1967b, 1969a). Pero la
formulación no puede limitarse a términos de espacio. La decatectización
radical afecta también al tiempo a través de una desenfrenada capacidad para
suspender la experiencia (mucho más allá de la represión) y para crear «mo-
mentos vacíos»6 en los que no puede producirse simbolización alguna (cf. la
preclusión [forclusión] en Lacan, 1966).
La clínica que corresponde a esta teoría aparece efectivamente en la cura y
es ella la que impone el máximo de incitación al funcionamiento imaginativo del
analista, mientras que, a menudo, el exceso de las proyecciones determina un
efecto de estupefacción. Pero aun en el análisis clásico algo de ello subsiste, lo
que nos lleva a replantear el problema del silencio en la cura. No basta con
decir que junto a los intercambios de la comunicación el paciente preserva en él
una zona de silencio. Se debe añadir que el análisis se desenvuelve como si dele-
gase esa función silenciosa en el silencio del analista. El análisis se desarrolla así
entre los dobles de la comunicación y el cero del silencio. Pero sabemos que en
algunas situaciones el silencio puede ser vivido como un silencio de muerte, lo
que nos sitúa frente a difíciles opciones teóricas. En un extremo la técnica pro-
puesta por Balint, que intenta organizar la experiencia en la menor medida po-
sible, dejándola desarrollarse bajo la acogedora protección del analista y su tes-
timonio activo y favorecer así el «new beginning» (nuevo comienzo). En el
otro, la técnica de los kleinianos, cuya meta, por el contrario, es la de organizarla
al máximo a través de la verbalización interpretativa. ¿Pero no es acaso contra-
dictorio afirmar que las relaciones de objeto de la parte psicótica de la persona-
lidad han sido sometidas a una formación precipitada y responderles mediante
interpretaciones que probablemente reproduzcan la misma precipitación?
54
En este caso concluir no quiere decir cerrar el trabajo sino abrir la discu-
sión, cediendo la palabra a otros. La solución de la crisis que atraviesa el psi-
coanálisis no depende sólo de su accionar, pero él dispone de por lo menos
una parte de las cartas a través de las que se jugará su destino. Su futuro de-
penderá de la forma en la que sabrá conservar la herencia freudiana e integrar
sus adquisiciones posteriores. Freud no disponía de saber anterior alguno. Se
requería sin duda su genio creador para inventar el psicoanálisis. La obra de
Freud se ha convertido en nuestro saber. Pero un analista no puede practicar
55
RESUMEN
56
SUMMARY
The analyst, symbolization and absence in the analytic setting (on chan-
ges in analytic practice and experience)
This paper has been guided by a personal theme while taking into ac-
count the psychoanalytic contributions of others.
57
1) The emphasis placed on the changes within the analyst was designed
to show that, as well as changes within the patient, one must also consider the
double created by the changes within the analyst, due to his capacity for cons-
tructing, by complementarity, in his mental functioning, a figure homolo-
gous to that of the patient.
2) The problems of indications for analysis has been approached from
the point of view of the gap between the analyst’s understanding and the
patient’s material, and from that of the evaluation of the mobilizing effect of
the analyst’s communication on the patient’s mental functioning, i.e. on the
possibilty —which varies with each case and with each analyst— of forming
an analytic object (a symbol) by the meeting of the two parties.
3) The description of the implicit model of a bordeline state by putting
splitting (a condition for the formation of a double) and decathexis (as a stri-
ving towards the zero state) in the dominant position shows us that borderli-
ne states raise the question of the limits of analysability in the dilemma bet-
ween delusion and death.
4) The attention given to the analytic setting and to mental functioning
attempted to structure the conditions necessary for the formation of the analy-
tic object through simbolization, by taking into account the intervention of
the third element, which is the setting, in the dual relationship.
5) The place of primary narcissism gives us a point of view which com-
plements the preceding one. In other words, alongside the doubles of com-
munication of object relations is an encapsulated personal space which is a
narcissistic domain, positively cathected in the silent self of being, or negati-
vely cathected in the aspiration towards non-being, The dimension of absen-
ce, essential to psychic development, finds its place in the potential space
between the self and the object.
This paper does not claim to solve the crisis facing psychoanalysis, but only
to raise some of the contradictions inherent in a theoretical pluralism and a hete-
rogeneous practice. We have above all, attempted to formulate an image of psy-
choanalysis which reflects personal experience and gives it a conceptual form.
RÉSUMÉ
58
1) L’accent mis sur le changement chez l’analyste avait pour but de mon-
trer que, outre les changements chez le patient, il fallait compter sur le double
fourni par le changement chez l’analyste, grace à la capacité chez ce dernier de
construire dans son fonctionnement mental, par complémentarité une figure
homologue de celle du patient.
2) Le problème des indications d’analyse a été abordé sous l’angle de la
mesure de l’écart entre la comprensión de l’analyste et le matériel du patient
et sous celui de l’évaluation de l’effet mobilisateur de la communication de
l’analyste sur le fonctionnement mental du patient, c’est-à-dire sur la possibi-
lité —variable en chaque cas et pour chaque analyste— de former un objet
analytique (un symbole) par la reunión des deux parties.
3) La description du modèle implicite des états limites en mettant en
position dominante le clivage (condition de la formation d’un double) et le
désinvestissement (comme aspiration vers le point zéro) nous indique que les
états limites posaient le problème des limites de l’analysabilité dans le dilem-
me délirer ou mourir.
4) L’intérêt porté au cadre analytique et au fonctionnement mental ten-
tait d’articuler les conditions de formation de l’obet analytique par la symbo-
lisation en prenant en considération dans la relation duelle l’intervention du
tiers constitué par le cadre.
5) La place du narcissisme primaire apporte une vue complémentaire à ce
qui précède. C’est-à-dire qu’à côté de la formation des doubles de la communi-
cation des relations d’objet se cerne un espace personnel, domaine narcissique
investi positivement dans le self silencieux de l’être ou négativement dans
l’aspiration au non-être. Dans l’espace potentiel entre le self et l’objet prend
place la dimension de l’absence, essentielle pour le développement psychique.
BIBLIOGRAFÍA
59
60
—(1927a), «The Unwelcome Child and his Death Instinct», Final Contributions to
the Problems and Methods of Psycho-analysis, III, Basic Books, Nueva York,
1955, pp. 102-107.
— (1927b), «The Principle of Relaxation and Neo-catharsis», Final Contributions to
the Problems and Methods of Psycho-analysis, III, Basic Books, Nueva York,
1955, pp. 108-125.
— (1931), «Child Analysis in the Analysis of Adults», Final Contributions to the
Problems and Methods of Psycho-analysis, III, Basic Books, Nueva York, 1955,
pp. 126-142.
— (1933), «Confusion of Tongues between Adults and the Child», Final Contribu-
tions to the Problems and Methods of Psycho-analysis, III, Basic Books, Nueva
York, 1955, pp. 156-167.
FLOURNOY, O. (1974), «Entre trois et deux: sublimation ou expérience culture-
lle», Nouvelle Revue de Psychanalyse, 9, pp. 73-92.
FREUD, A. (1936), The Ego and the Mechanisms of Defense, The Hogarth Press,
Londres.
—(1954), «The Widening Scope of Indications for Psychoanalysis», The Writings of
Anna Freud, IV (1945-1956), Int. Univ. Press, Nueva York, 1968, pp. 356-376.
— (1968), Difficulties in the Path of Psychoanalysis, Int. Univ. Press, Nueva York, 1969.
FREUD, S. (1903), «Freud’s Psycho-analytic Procedure», The Standard Edition of
the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, 7, The Hogarth Press,
Londres, 1953, pp. 247-254.
— (1904), «On Psychotherapy», The Standard Edition of the Complete Psychologi-
cal Works of Sigmund Freud, 7, The Hogarth Press, Londres, 1953, pp. 255-268.
— (1910), «The Future Prospects of Psycho-analytic Therapy», The Standard Edi-
tion of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, 11, The Hogarth
Press, Londres, 1957, pp. 139-151.
— (1910), «Wild Psycho-analysis», The Standard Edition of the Complete Psychologi-
cal Works of Sigmund Freud, 11, The Hogarth Press, Londres, 1957, pp. 219-227.
— (1912a), «The Dynamics of Transference», The Standard Edition of the Complete
Psychological Works of Sigmund Freud, 12, The Hogarth Press, Londres, 1958,
pp. 97-108.
—(1912b), «Recommandations to Physicians Practising Psycho-analysis», The Stan-
dard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, 12, The
Hogarth Press, Londres, 1958, pp. 109-120.
— (1913), «On Beginning the Treatment», The Standard Edition of the Complete
Psychological Works of Sigmund Freud, 12, The Hogarth Press, Londres, 1958,
pp. 121-144.
— (1914), «Remembering, Repeating and Working-through», The Standard Edition
of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, 12, The Hogarth Press,
Londres, 1958, pp. 145-156.
— (1914-1915), «Observations on Transference Love», The Standard Edition of the
Complete Psychological Works of Sigmund Freud, 12, The Hogarth Press, Lon-
dres, 1958, pp. 157-171.
61
62
63
64
65
SPITZ, R.A. (1955), «Transference: the Analytical Setting and its Prototype», Int. J.
Psycho-Anal., 1956, 37, pp. 380-385.
— (1958), The First Year of Life (A Psychoanalytic Study of Normal and Deivant
Development of Object Relations), Int. Univ. Press, Nueva York, 1965.
— (1961), «Some Early Prototypes at Ego Defenses», J. Am. Psycho-Anal. Ass., 8,
pp. 159-166.
STONE, L. (1961), The Psychoanalytic Situation. An Examination of Its Develop-
ment and essential Nature, Int. Univ. Press, Nueva York.
— (1971), «Reflections on the Psychoanalytic Concept of Aggression», Psychoanal.
Q., 40, pp. 195-244.
VIDERMAN, S. (1970), La construction de l’espace analytique, Denoel, París.
WINNICOTT, D.W. (1949), «Hate in the Counter-transference», Int. J. Psycho-
Anal., 30, pp. 69-74.
— (1955), «Metapsychological and clinical Aspects of Regression within the Psy-
choanalytical Set-up», Int. J. Psycho-Anal., 36, pp. 16-26.
— (1958), «The capacity to be alone», Int. J. Psycho-Anal., 34, pp. 416-421.
— (1960a), «Ego distorsion in Terms of True and False Self», The Maturational Processes
And the Facilitating Environment, The Hogarth Press, Londres, 1965, pp. 140-156.
— (1960b), «Counter-transference», The Maturational Processes and the Facilitating
Environment, The Hogarth Press, Londres, 1965, pp. 158-165.
— (1962), «The Aims of psycho-analytical Treatment», The Maturational Processes and
The Facilitating Environment, The Hogarth Press, Londres, 1965, pp. 166-170.
— (1963a), «Communicating and Not Communicating Leading to a Study of Cer-
tain Opposites», The Maturational Processes and the Facilitating Environment,
The Hogarth Press, Londres, 1965, pp. 179-192.
— (1963b), «Dependance in Infant Care in Child Care, and in the Psychoanalytic
Setting», The Maturational Processes and the Facilitating Environment, The
Hogarth Press, Londres, 1965, pp. 249-260.
— (1966), «Split-off Male and Female Elements found Clinically in Men and Women»,
The Psychoanalytic Forum, IV, Int. Univ. Press, Nueva York, 1972, pp. 360-379.
— (1967), «Mirror-role of Mother and Family in Child Development», Playing and
Reality, Tavistock, Londres, 1971, pp. 111-118.
— (1971), Playing and Reality, Tavistock, Londres.
— (1974), «Fear of Breakdown», Int. J. Psycho-Anal., 1, pp. 103-107.
ZETZEL, E. (1956), «Current Concepts of Transference», Int. J. Psycho-Anal., 37,
pp. 369-376.
66