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I. ÉTICA Y POLÍTICA
(1)
LÓPEZ-ARANGUREN, J. L. (1968), Ética y Política, Guadarrama, Ma-
drid, p. 65 y 66.
RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE 98
(2)
FERNÁNDEZ, E. (1995), Filosofía Política y Derecho, Marcial Pons,
Madrid, p. 15.
LAS RELACIONES ENTRE LA ÉTICA Y LA POLÍTICA 101
(3)
KANT, I. (2002), Sobre la paz perpetua, Alianza Editorial, Ma-
drid, p. 74.
RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE 108
“Tenemos que ver con toda claridad que toda acción éti-
camente orientada puede ajustarse a dos máximas fundamen-
talmente distintas entre sí e irremediablemente opuestas: pue-
de orientarse conforme a la ”ética de la convicción” o
conforme a la “ética de la responsabilidad” (“Gesinnungset-
hik” oder “verantwortungsethik”). No es que la ética de la con-
vicción sea idéntica a la falta de responsabilidad o la ética de
la responsabilidad a la falta de convicción. No se trata en ab-
soluto de esto. Pero sí hay una diferencia abismal entre obrar
según la máxima de una ética de la convicción,tal como la que
ordena (religiosamente hablando) “el cristiano obra bien y de-
ja el resultado en manos de Dios” o según una máxima de la
(4)
WEBER, M. (1967), El político y el científico, Alianza Editorial,
Madrid, p. 160.
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(5)
WEBER, M. (1967), El político y el científico, Alianza Editorial,
Madrid, p. 163 y 164.
(6)
WEBER, M. (1967), El político y el científico, Alianza Editorial, Ma-
drid, p. 173 y 174.
LAS RELACIONES ENTRE LA ÉTICA Y LA POLÍTICA 113
(7)
ABELLÁN, J. (1992), en su libro La Ciencia como profesión. La
política como profesión. Espasa Calpe, Madrid, p. 162, traduce la
frase citada “no puedo hacer otra cosa, aquí me detengo”, por “no
puedo hacerlo de otra manera, aquí estoy yo”. Lo curioso es que
una u otra traducción, perfectamente válidas, pueden dar lugar a
interpretaciones distintas de la misma palabra y de las ideas we-
berianas. Así, para Victoria Camps (1988), haciendo referencia a
su libro Ética, retórica y política, Alianza Editorial, Madrid, p. 105,
la decisión del político maduro es renunciar a la política antes de
contrariar a la ética. En cambio para Roberto Rodríguez Aramayo
(1997), en La quimera del Rey Filósofo, Taurus, Madrid, p. 140,
quien traduce “me mantengo firme”, significaría “me planto”, “reva-
loro mi postura”. En todo caso, a estos efectos, lo que me intere-
sa resaltar es la complementariedad entre la ética de la convicción
y la ética de la responsabilidad.
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R. ARON
(8)
BEAUVOIR, S. de (2003), La ceremonia del adiós, Ed. El País,
Madrid, p. 55.
(9)
BLOOM, A. (1991), Gigantes y enanos. Interpretaciones sobre la his-
toria sociopolítica de Occidente, Gedisa, Barcelona, p. 246.
RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE 118
(10)
ARON, R. (1983), Memorias, Alianza Editorial, Madrid, pp. 61,
68 y 77.
(11)
ARON, R. (1967), Prólogo a Weber, M., El político y el científico,
Alianza Editorial, p. 34 y 35.
LAS RELACIONES ENTRE LA ÉTICA Y LA POLÍTICA 119
(12)
ARON, R. (1967), Prólogo a Weber, M., El político y el científico,
Alianza Editorial, p. 37.
RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE 120
(13)
ARON, R. (1967), Prólogo a Weber, M., El político y el científico,
Alianza Editorial, p. 59 y 61.
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(14)
ARON, R. (1976), Las etapas de pensamiento sociológico, Si-
glo Veinte, Buenos Aires, p. 259 y 260.
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CONCLUSIONES
(15)
HAMPSHIRE, S. (1983), “Moralidad y pesimismo”, en La moral
pública y la privada, F.C.E., México, p. 69. Ver también Coady,
C.A.J. (1995): “La política y el problema de las manos sucias”, en
Singer, P. (ed) Compendio de ética, Alianza Editorial, Madrid, pp.
507 y ss. CF. Francesc RIU, “Tothom té dret a l’educació”, SECC,
Barcelona, 1988.
LAS RELACIONES ENTRE LA ÉTICA Y LA POLÍTICA 125
lar para los políticos, que podría servir como coraza y excusa
de muchas inmoralidades en la política, pero sí en cambio es-
taría justificada una actitud de “mayor tolerancia” y de flexi-
bilidad en el juicio moral debido a la responsabilidad especial
que recae en los políticos, a la función social que desempe-
ñan y a la mayor complejidad que tiene el obtener soluciones
correctas en política que hacerlo en el ámbito ético privado.
Mayor tolerancia y flexibilidad que no han de tomarse con un
carácter general y además deben contar con un control moral,
siempre guiado por el respeto a la dignidad de los seres hu-
manos.
(16)
POPPER, K. (1997): El mito del marco común. En defensa de la cien-
cia y la racionalidad, Paidós, Barcelona, p. 137.
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(17)
BERLIN, I, (1988): Cuatro ensayos sobre la libertad, Alianza
Editorial, Madrid, p. 58.