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Charla 5 minutos: “Actitud en el trabajo”

Las actitudes y su importancia en nuestra vida cotidiana.

Las actitudes, desde un punto de vista psicológico, se expresan y se hacen tangibles a nuestros sentidos en tres
dimensiones: a nivel conductual, a nivel ideativo y a nivel emocional.

A nivel conductual una actitud se expresa cuando vemos, por ejemplo, una cajera comportándose amablemente con
un cliente. Pero esta amabilidad también tiene su expresión a nivel ideativo, que es el pensamiento que en ese
momento la cajera tiene cuando se dice a sí misma"…es importante que seas amable con esta persona…".

Y, por último, la amabilidad como actitud se expresa también a nivel emocional, es decir, la cajera no sólo lo piensa y
actúa, sino que ¡¡¡también lo siente!!! (en esta historia).

Las actitudes constituyen una guía conductual, sintetizada, que resume la manera de comportarnos en una situación
determinada. Nos permiten tratar con la realidad y reducir la incertidumbre que nos separa de ella. Por tanto, si hay
algo aferrado a nuestro ser son nuestras actitudes, conocerlas resulta esencial en todo camino de mejora personal y
profesional.

Actitudes positivas y negativas

Las actitudes pueden resultar positivas o negativas, según faciliten u obstruyan la manera que la persona tiene de
afrontar su realidad en cada momento de su vida. Así una actitud positiva al enfrentar una nueva tarea en el trabajo y
de dificultad mayor, sería por ejemplo el considerarla una oportunidad de desarrollo laboral, de ser más especialista
en lo que hace, de demostrar que aprende en poco tiempo y lo hace bien, un reto a las propias capacidades etc.

Mientras una actitud negativa al enfrentar la misma nueva tarea, en otra persona puede quedar reflejada en la auto-
reflexión "¿¡más trabajo!? Esto no me gusta", o "se están aprovechando de mi buena voluntad".

De modo que las actitudes son la disposición con que afrontamos la realidad en todo momento, pudiendo siempre
elegir qué tipo de actitud adoptaremos ante tal o cual evento. Entonces, aquí quiero decir que desde la perspectiva de
las actitudes, estas importan más que la situación en particular, debido a que van a determinar de manera
significativa los resultados que vamos a tener en esa situación.

Por supuesto que los buenos resultados no se logran sólo con buenas actitudes, hay allí conocimientos, habilidades,
experiencia acumulada, entre otros factores. Pero si no está la actitud adecuada, y más bien esta tiene
características adversas, es muy difícil que las personas logren trabajar juntas hacia mejores soluciones, y menos
poder disfrutar los éxitos alcanzados.

¿Por qué? Porque las actitudes marcan pautas de comportamiento no sólo individual, sino que grupal. Una actitud
negativa como un virus "infecta" a los que están alrededor en el sentido de que son altamente imitables.
Afortunadamente, las actitudes positivas también son "virulentas", en el sentido que también son imitables por todos
nosotros.

Las personas como los equipos de trabajo necesitan encontrar la actitud adecuada para alcanzar sus objetivos y
metas, como también identificar aquellas que los alejan de sus propósitos. Sostiene que una actitud negativa a través
del tiempo va deteriorando la confianza que se ha construido entre las personas que conforman el equipo humano de
una empresa, de modo que esta confianza se va debilitando hasta desaparecer junto con el equipo, y por tanto, la
capacidad que el equipo tenía para alcanzar resultados de excelencia o superiores, también se ve severamente
dañada. Entonces, las actitudes afectan los resultados de una empresa, y como no, de la gestión personal más allá
del trabajo.

Bajo esta perspectiva, todos estamos llamados a reconocer y advertir con qué actitudes andamos por el mundo, y
qué consecuencias están trayendo sobre nuestras vidas y las de los demás.

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