Está en la página 1de 7

NOTAS Y DISCUSIONES

Ética civil y religión

JOSÉ MARíA MARDONES


Instituto de Filosofía, CSIC

La ética civil es el conjunto moral mí- trata de los inevitables costes, no que-
nimo aceptado por una determinada ridos ni pretendidos que han acompa-
sociedad donde se salvaguarde el plu- ñado al desarrollo de la modernidad.
ralismo de proyectos humanos, la no Es la modernidad misma, sus factores
confesionalidad de la vida social y la determinantes, los que constituyen una
posibilidad de una reflexión ética ra- amenaza. La novedad radica aquí: la
cional. Así entendida, la ética civil se- ciencia, la técnica, la economía, la bu-
ñala una instancia normativa social, rocracia. se están convirtiendo en peli-
más allá o por encima de los usos con- gros para la sociedad moderna misma.
vencionales, de la compulsión institu- El crecimiento de estos factores de la
cional 'o de la normativídad jurídica modernización, lejos de mejorar la si-
positiva. Indica el grado de madura- tuaci6n de la modernidad, la empeora:
ción ética de una sociedad, o si se pre- producen unos riesgos crecientes en la
fiere, el nivel ético alcanzado por una misma medida en que aumentan sus
determinada sociedad. Apunta en su posibilidades de dominio.
dinamismo hacia un ideal ético univer- Esta situación de riesgo es general,
sal capaz de acoger a todos los hom- afecta a todos. No se pueden margina.
bres de una época determinada; está lízar los daños y, como acontecía con
transida, por consiguiente, de un im- la sociedad de clases, desviarlos hacia
pulso ético uníversalísta, que vendría una parte de la sociedad con provecho
dado por una moral pública universal. para la otra. La creciente desertización
Dicho de otra manera, la ética civil de la ecoesfera o la destrucci6n de los
marca el nivel ético de una sociedad y mundos culturales de sentido no bene-
la sensibilidad moral que impulsa a la ficia a nadie. Todos se producen daño
humanidad en un momento histórico a sí mismos. Como lo expresa el teóri-
determinado (M. Vídal, 1992, 43 Y ss.; co de la sociedad del riesgo, Ulrich
V. Camps, 1991, 451 Y ss.), Beck (1986, 50), podemos decir que se
da un «perjuicio colectivo autoínflígí-
El desafio de nuestro tiempo do», ya que los «efectos circulares del
riesgo afectan a ejecutores y víctimas».
Va creciendo la conciencia de que vivi- En expresión popular plástica: en la
mos en una sociedad del riesgo (D. sociedad del riesgo hasta los más ricos
Beck, 1986; A. Giddens, 1993). No se tosen por contaminación. Todos somos

ISEGORiAl10 (1994) 133


NOTAS Y DISCUSIONES

iguales ante el agujero de ozono y el civil (Habermas, 1992, 443 Y ss.: C.


cáncer de piel. Offe, 1992, 339 Y ss.; M. Walzer, 1992,
En esta situación de incertidumbre 31 Y ss.: P. Berger, R.J. Neuhaus, 1977;
teórica y práctica, la propuesta que se J. Keane, 1992,42 Y ss.). No se podrán
abre camino y parece la más aceptable frenar las patologías del desarrollo
por todos, participantes y afectados, es económico, del poder del Estado, de lo
la «autolímítacíén, autorrestricci6n, res- militar o tecnológico, como tampoco
ponsabilidad y mesura» (C. Offe, 1992, de las disfuncionalidades de la educa-
327). ción, la sanidad, el consumo o el tráfi-
Pero apelar a una «autorrestriccíón co. por no hablar de los problemas de
inteligente» (J. Habermas), equivale a la inmigración, la droga o el sida, sin
solicitar, en una sociedad democrática, la participación responsable de los ciu-
que la mayoría de la población sea ca- dadanos. Estos problemas colectivos
paz de orientarse hacia la autodiscípli- exigen para su buen tratamiento una
na moral autónoma, hacia el autocon- actitud participativa y solidaria de los
trol civilizado. Dicho de otra manera, ciudadanos. Y esto requiere la revitali-
requiere que las masas se guíen por zación de ese «espacio de asociación
criterios de responsabilidad. Esta ética humana sin coerción, o esa trama de
genernlizada de la responsabilidad (C. relaciones formada en nombre de la
Offe, 1992, 342) no se puede producir familia. la fe, los intereses y la ideolo-
por medio de ninguna ingeniería social gía, que llenan este espacio» denomi-
ni por coerción jurídica, ni. menos, nado sociedad civil (M. Walzer, 1992,
por la sabiduría de los expertos. Es 31).
una suerte de sentido común civiliza- A la hora de las propuestas concre-
do, de sensibilidad moral, de ética ci- tas para una movilización del capital
vil, que no son independientes de las moral público de una sociedad, tanto
tradiciones, de las instituciones y de neoconservadores, como comunítarís-
las formas de vida social. La socializa- tas o teóricos críticos, miran hacia las
ción y los contextos asociativos juegan denominadas estructuras íntermedías,
un papel importante en la creación, Parece que por aquí predominante-
transmisión y desarrollo de esta sensí- mente se puede asegurar la elevación
bilidad moral clave para una ética de de la responsabilidad ciudadana: gene-
la responsabilidad generalizada. ralizar la capacidad de compromiso de
Un problema, como atisbamos ya, las> reglas consideradas como válidas e
donde se dan cita la teoría moral y la implicar en ellas a los ciudadanos. Las
sociológica. Como vamos a ver a conti- estructuras intermedias gozan de la ca-
nuación, no faltan reflexiones donde pacidad de dotar a los individuos de
ambas se integran a la hora de las pro- una relación directa, cara a cara, que
puestas para una formación moral satisface los deseos de participación y
para nuestro tiempo. Y aquí aparece reconocimiento personal en una socie-
también la religión. dad dominada por los sistemas y las
lógicas anónimas. Eliminan así el te-
Fortalecer la sociedad civil mor y proporcionan la seguridad res-
pecto a los comportamientos de futu-
Hay una suerte de coincidencia o con- ro. Dotan, de esta manera, a los indivi-
senso entre los analistas políticos a la duos de un vínculo temporal y de sen-
hora de apuntar soluciones para la crí- tido, que convierte a estas asociaciones
sis actual: urge fortalecer la sociedad o estructuras intermedias en ámbitos

134 ISEGORiA/10 (1994)


NOTAS Y DISCUSIONES

de participación comunicativa y de in- tener que recurrir a las funciones tra-


tercambio de información y de refle- dicionales estudiadas por la sociología
xiones sobre las preferencias sociales, de la religión.
los valores, etc. Es decir, se convierten
en viveros de reflexión pública no fal- La educación de la mirada
seada estratégicamente y de vehículos Tomamos la expresión de R. Bellah y
de educación y transmisión de valores colaboradores (1991, 254 Y ss.), Para
y comportamientos. estos estudiosos democracia equivale a
Pero, tampoco hay que ocultar la capacidad de prestar atención. No des-
ambigüedad que recorre a estas estruc- parramarse en una dispersión fútil,
turas intermedias: se pueden íncurvar sino concentrarse en las necesidades e
sobre sí mismas, sus intereses particu- intereses de todos, especialmente los
lares o localistas, o sobre determinadas más necesitados. Esta capacidad de
tradiciones o interpretaciones restrin- prestar atención es una categoría reli-
gidas, cercenando así la capacidad de giosa que está presente tanto en el zen-
generalización y de avance hacia unos budismo como en el cristianismo. Su-
intereses unívcrsalízables y una teoría pone apertura a la experiencia, con-
moral uníversalísta, centración y estar activamente donde
No se discute que uno de los lugares se está; una especie de iluminación,
donde se generan estas estructuras in- que exige autocontrol, disciplina y des-
termedias es el ámbito de la religión. centramiento de sí.
Tradicionalmente se le ha considerado Sin ciudadanos con la mirada, la
como el portador social del sentido por atención educada, no superaremos la
excelencia. Le corresponde a la religión, mayor forma de distracción colectiva
por tanto, ser uno de esos posibles espa- de nuestra sociedad moderna: el cen-
cios de formación de actitudes y valo- tramiento en el dinero y el consumis-
res, de vinculación entre los individuos mo (BeIlah, 1991, 264). Desde este
y de orientación en los comportamien- punto de vista, la aportación de la tra-
tos. Pero, como ya hemos indicado, le dición religiosa que eduque a mirar los
rodea la ambigüedad, quizá más que a «rincones oscuros de nuestra socie-
ningún otro de los generadores y porta- dad» (B. Brecht), a no centrarse en los
dores sociales de sentido y de compor- propios intereses, cumple una función
tamientos éticos. Vamos a detenemos fundamental para la actitud moral bá-
en las potencialidades de la religión sica, el talante, que requiere la vida de-
como ámbito para la revitalización de la mocrática responsable.
sociedad civil y de la ética civil.
El sentido comunitario
Funciones de la religión D. Bell (1977, 88) ha señalado la nece-
en la sociedad civil sidad de compartir y sacrificarse como
una de las condiciones de la vida co-
Supuesto que la religión sigue siendo lectiva común. La vitalidad democráti-
uno de los grandes movilizadores de la ca exige esta capacidad que fue deno-
sociedad civil, conviene atender al modo minada por Ibn Khaldun asabiyah,
CÓmo actúa. Las recientes discusiones sentimiento de grupo y disposición al
en la filosofía social y política nos pro- sacrificio de unos por otros. Normal-
porcionan material más que suficiente mente va ligada a un. telos o propósito
para observar las funciones adscritas a moral que suministra la justificaci6n
los contextos asociativos religiosos sin moral de la sociedad.

ISEGORIAI10 (1994) 135


NOTAS Y DISCUSIONES

Actualmente es extraño e inacepta- que suponen un paso adelante en los


ble, salvo en la peligrosa conjunción planteamientos de la justicia y la solí-
nacíonalísmo-religión, que la religión darídad. Es en el ámbito de grupos,
funcione como un donador de un pro- comunidades, donde se superan las ba-
pósito moral de una sociedad (demo- rreras comunicativas y surge una nue-
crática). Pero sí que puede proporcio- va interpretación de las necesidades,
nar a los ciudadanos la motivación a la de las convenciones establecidas, que
solidaridad y la capacidad de sacrificio puede ser luego objeto de la formación
por los otros. De hecho, la precariedad reflexiva, discursiva, de la opinión y la
de la solidaridad (Offe, 1992, 346; G. voluntad política (Habermas, 1981, 312).
Rupp, 1991, 193 Y ss.) en el momento Las comunidades religiosas se pue-
presente, como en su dimensión tem- den convertir en comunidades de in-
poral -el respeto a las necesidades de terpretación de los aspectos de la vida
las generaciones futuras- está solici- buena o de la justicia, el derecho, la
tando un lazo de vinculación y de sen- solidaridad, en una sociedad dominada
sibilidad moral que tradicionalmente por la lógica funcional de los sistemas
cumplió la religión y que hoy puede (F. Schüssler Fiorenza, 1989, 132). Es-
seguir motivando la religión. Incluso tas comunidades religiosas poseen un
en situaciones postconvencionales del potencial normativo sustancial en sus
derecho y la moral, Habermas recono- tradiciones que puede ser movilizado
ce que una moral universalísta «se en pro de las cuestiones éticas de la
orienta según los modos de vida que le justicia social. Es sabido desde Aristó-
salen al encuentro. Precisa de una cier- teles hasta H. Arendt, pasando por De-
ta coincidencia con las prácticas de so- wey, que el espacio público donde flo-
cialización y educación» (1985, 1.049). rezca la deliberación y la phronesis re-
La universalidad formal, procedimen- quiere de un ethos y un vínculo afecti-
tal, es afín a las convicciones creyentes vo que poseen -no exclusivamente--
del universalismo solidario. La religión las comunidades religiosas (R. Berns-
posee, claro está, un horizonte de legi- tein, 1986, 46 Yss.).
timación moral histórico salvífica o También desde el punto de vista de la
trascendente, por lo que no concuerda acción práctica, las comunidades reli-
con las exigencias formales de una éti- giosas funcionan como catalizadores
ca discursiva o deliberativa, pero en la para la acción: proporcionan la convic-
situación actual de predominio sisté- ción, el coraje y la esperanza para
mico funcional y de relaciones mer- arriesgarse en pro de la defensa de los
cantiles, el pluralismo liberal está ne- otros vulnerados. Ahí están los ejemplos
cesitado de la sensibilidad y motiva- cercanos del movimiento de los dere-
ción de la convicción religiosa, entre chos civiles, o actuahnente la vehemen-
otras, del universalismo solidario. De cia ética que surge desde pequeños gru-
lo contrario, el universalismo procedi- pas juveniles impulsando el movimiento
mental se quedará en pura demanda del voluntariado social, de la defensa de
formal. los derechos humanos y de los llamados
nuevos movimientos sociales.
La. función de catalizador
Desde los teóricos críticos ha sido fre- lo. función simbólica
cuentemente señalada la función de la En un momento de cierre de expectatí-
estética y de la religión para facilitar la vas y de desfallecimiento utópico, la
emergencia de preguntas y cuestiones relígíón ofrece todavía la capacidad de

136 ISEGORIA/10 (1994)


NOTAS Y DISCUSIONES

apuntar hacia formas de vida solidaria ¿Cómo dominar la contingencia


y de mutuo reconocimiento e igualdad en la sociedad del riesgo?
que no encuentran su fonnulación en
la mediaciones teóricas sociales. Aquí Una aportación indiscutible de la mo-
hay una preeminencia de la religión dernidad es el haber mostrado cómo
sobre las teorías éticas: éstas. respetuo- aspectos de la vida humana y social te-
sas del pluralismo y la racionalidad, no nidos como inamovibles, se mostraban
se escenifican en teorías estéticas ni disponibles a la decisi6n y acción hu-
osan impartir consuelo o infundir es- manas. Pero, también ha mostrado la
peranzas. De aquí que J. Habermas nueva faz de la íncontrolabilidad: la
pueda concluir que «mientras en el que procede de la misma dinámica
medio que representa el habla argu- desatada por las fuerzas que han confi-
mentativa no encuentre mejores pala- gurado los rasgos más sobresalientes
bras para decir aquello que puede de- de la misma modernidad. Los límites
cir la religión, tendrá que coexistir abs- del conocimiento y del manejo de los
tinentemente con ella, sin apoyarla ni sistemas y procesos de modernización,
combatirla» (1990, 186). nos han puesto de nuevo cara a la in-
Pertenecen, por otra parte, a la fun- disponibilidad. Vivimos en este mo-
ción simbólica de la religión los signos mento de la modernidad la experiencia
proféticos: pequeñas acciones. ejem- de la contingencia y de la dependencia
plos, movilizaciones (pensemos en la del destino. Una especie de amenaza
reivindicación 0'7 para los países no del no-ser.
desarrollados, o en la presencia de vo- De esta situación han deducido algu-
luntarios sociales en Bosnia o Burkina nos como H. Lübbe (1994), la necesi-
Faso), pero que tienen la virtualidad dad antropológica de la religión. La re-
de ofrecer una perspectiva diferente, ligión es la praxis humana destinada
un comportamiento solidario, un indi- precisamente a conferir sentido a la
cio de otra cosa. Llevan la provocación vida interpelada por lo índísponible:
profética en su mismo carácter apa- «La experiencia de los límites de la ca-
rentemente ineficaz, inane y hasta su- pacidad de transformacíén de la reali-
perfluo. Una sugerencia ut6pica para dad vital en sentido de la acci6n es la
las teorías críticas de la sociedad. experiencia permanente, tan initante
como insoslayable, de realidad, hacia
Concluyamos este apartado recono- la cual ni técnica, ni moral ni política-
ciendo el potencial que el contexto mente, sino solo religiosamente, se
asociativo religioso (comunidades, gru- puede uno comportar con racionali-
pos...) contiene a la hora de la crea- dad» (Lübbe, 1994.8).
ción de un espacio público deliberativo La religión nos pone ante lo índíspo-
y propicio al surgimiento de propues- níble no para manipularlo, sino para
tas de justicia y solidaridad, como de transformar su relación con nosotros:
movilizar simbólica y realmente a los nos permite aceptar con sentido mayo-
individuos para acciones en pro de un res cotas de índisponibílídad.
universalismo solidario. Condiciones Ha acontecido un desplazamiento
todas estas básicas para la generación del ámbito de las experiencias de con-
de una sociedad civil, de una recons- tingencia. Hasta nuestros días han pre-
trucción social participativa y respon- dominando las contingencias referidas
sable y de una ética civil abierta y soli- a la esfera de lo privado: problemas de
daria. identidad, existenciales, de culpa, muer-

ISEGORíAl10 (1994) 137


NOTAS Y DISCUSIONES

te, etc. Cada vez más, vemos que estos parece entrever otra postura más ade-
problemas están insertos en marcos cuada para este momento social y reli-
sociales más amplios, han sido subsu- gioso: la de la radicalización de la ex-
midos por dimensiones sociales que periencia religiosa sumergiéndose en
los determinan. De aquí que los plan- la secularídad, Tratar de hacer justicia
teamientos puramente personales no críticamente a la razón moderna, pero
valen. Tampoco las soluciones religio- sin plegarse a la funcionalidad predo-
sas personales e intimistas --como el minante; ahondar la experiencia reli-
del re-encantamiento esotérico, tipo giosa que descentra de sí y vincula es-
New Age, del momento socio-cultural trechamente a Dios y al hombre -al
presente-- son reales. Son huidas de la menos en la tradición judeo-cristía-
realidad o pactos conformistas con na- buscando, con otros, creyentes y
ella, que no conducen a un cambio so- no creyentes, las mediaciones cultura-
cial y verdadero de la situación, sino a les, políticas y sociales más aptas para
una legitimación del status quo. responder a la sociedad del riesgo. De
¿Se deduce de aquí, como quiere N. esta manera, la religión (cristiana) co-
Luhmann, que la razón de ser de la re- laborará a la formación de una ética
ligión es la reducción de complejidad? civil, expresión de la sensibilidad mo-
¿Será la religión el subsistema encar- ral de la sociedad occidental y aporta-
gado de hacer disponible lo índísponi- ción al patrimonio ético de la historia
ble y porporcionar de esta forma, sisté- humana.
mica, sentido a la vida social, es decir
al sistema social? ¿Será esta la forma A modo de conclusión
de estar a la altura de los tiempos y de
funcionar conforme a la racionalidad Hemos mostrado brevemente algunas
que solicita el desarrollo sistémico de de las razones que la actual discusión
la modernidad? socio-política presenta para justificar
La transformación de una compleji- la aportación de la religión (cristiana)
dad y contingencia indeterminada en a la ética civil. La religión se muestra
una determinada o determinable (Luh- como uno de los lugares más vivos
mann, 1977, 37, 4S Y ss.), hará un donde se concitan posibilidades para
mundo donde se conjure el fantasma la deliberación y la conformación de
de la inseguridad y la incertidumbre un espacio público donde emerjan pro-
de lo indeterminado y complejo, pero puestas de estilo de vida marcadas por
no parece ser capaz de sacarnos del la sensibilidad moral de una solidari-
ámbito funcíonalísta predominante en dad universal.
este sistema social, ni de rescatar al En la actual situación de sociedad de
sujeto de su entramado. y un subsiste- riesgo urge una remorallzación de la
ma religioso especializado en la reduc- sociedad en el sentido de una responsa-
ción de complejidad, pero sin impor- bilidad moral generalizada como único
tarle los sujetos, se ha actualizado mu- modo para hacer frente a los graves de-
chísimo, pero ha perdido resonancia safíos de nuestra sociedad moderna.
personal. Es un tipo de religión que no Las aportaciones de las éticas raciona-
acertamos todavía a comprender. les, argumentativas, uníversalístas, ne-
Entre el reconocimiento de la «indís- cesitan, de hecho, de los contextos de
ponible contingencia existencial» de H. socialización y de asociación donde las
Lübbe, y la determinación religiosa de motivaciones en pro de la igualdad,
lo indeterminado de N. Luhmann, me justicia, libertad y solidaridad obtengan

138 ISEGOR[A/10 (1994)


NOTASY DISCUSIONES

aliento y apoyo. Éste les puede venir, además, que la máxima aportación
entre otras, de las tradiciones religio- vendrá de aquellas comunidades reli-
sas. La condición es que tales tradicio- giosas donde la confrontación con la si-
nes se vivan con hondura y se Interpre- tuación de riesgo y vulnerabilidad mo-
rencñti~men~enunclimade~pero derna (injusticia, desigualdad...) venga
de la autonomía moral y del pluralismo mediada por la búsqueda de soluciones
de la sociedad moderna. Pensamos, estructurales, político-sociales.

REFERENCIAS BIBUOGRÁFICAS

BOCK, U. (1986): Die Risikogesellscha(t. Auf deni (1992): FaktiziUil und Geltung. Beitrllge zur Dis·
Weg in eine andere Modeme, Francfort, Suhr- kurstheorie des Rechts und des demokratischen
kamp. Rechtsstaats, Francfort, Suhrkamp,
BELL. D. (1977): Las contradicciones culturales del KEA."lE, J. (1991): Democracia y Sociedad Civil,
capitalismo, Madrid, Alianza. Madrid. Alianza.
BELl.AH, R., R. MAOSEN, W.M. SULUVAN, A. SWTO. LUHMANN, N. (1977): Die Funktion. da Religion,
LER, S.M. TIPTON (1991): The Good Sociely, Nue- Francfort, Suhrkamp.
va York, AA Knopf. LÜBBll. H. (1994): -Experiencia de contingencia y
BBRGE\<, P.L., R.J. NEtlHAUS (1977); To Empower sentido de la vída», en J. Gómez Caffarena y
People. The Role of Mediating' Structures in Pu- J.M. Mamones (eds.), Teortas sociológicas. Ma-
blic Policy, Washington, Inst. of Ethic and Pu- teriales pam Ulla Filosofm de la Religián, Barce-
blíc Policy. lona, Anthropos (próx, aparición).
BERNSTEIN, R.J. (1986): <The Meaning of Public MORlN, E. (1993): Patria-Tierra, Barcelona, Kairós,
Life», en R.W. Lovin (ed.), Religion and Ameri· OFFE. C. (1992): La gestión polüica, Madrid. Mi-
can PubUc Li{e, Mahwah, NY, Paulist Press. nisterio de Trabajo y Seguridad Social.
CAMPS, V. (1991): -Virtualidades de una ética cí- Rupp, G. (1991): «Communítíes of Collaboration;
vil», Iglesia Viva, 155,457-464. Shared Commitments I Cornmon Tasks», en
CORTINA. A. (1993): Ética aplicada y democracia ra· LoS. Rouner (ed.), OIf Commullity, Notre Dame,
dical, Madrid, Tecnos. IN, Unív, Notre Dame Press,
GIDDENS, A. (1993): Las consecuencias de la mo- SCllOSSLER FIORENZA. F. (1989): "Die Kirche als In-
dernidad, Madrid. Alianza. terpretationsgemeinschaft. Politísche Theologie
HABERMAS, J. (1981): La reconstrucción del mate- zwíschen Diskursethík und Hermeneutíscher
rialismo histárico, Madrid, Tauros. Rekonstruktion», en E. Arens (ed.), Habermas
- (1985): cMoral und Sittlíchkeit. Hegels Kant- und die Theologie, Dusseldorf, Patmos,
kritik im Lichte del' Diskursethík», Merkur, 39, VIDA!., M. (1992): Retos morales en la sociedad y
1.041-1.052. el! la iglesia, Estella, SVO.
- (1990): Pensamiento postmetaftsico, Madrid, WALZER. M. (1992): <La idea de la sociedad civil»,
Taurus/Alíanza. Debuts, 39, 30-40.

ISEGORfAl10 (1994) 139

También podría gustarte