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El flamenco como objeto de deseo.
Autenticidad, mercado y políticas
culturales
Cristina Cruces Roldán, Depto de Antropología social, Universidad de Sevilla 1
Se sugiere una reflexión acerca de cómo el flamenco, expresión de interculturalidad histórica de Andalucía, se
inscribe en las lógicas globales de los mercados y en las políticas culturales de las instituciones supranaciona-
les como un objeto atractivo, que manifiesta sin embargo contradicciones tanto con su inscripción entre las eth-
nic-music como con una gestión patrimonial centrada en los riesgos de su desaparición. A través de un recorri-
do por la génesis del flamenco, su tránsito entre un arte popular y un género artístico, su incorporación a las
industrias del espectáculo, las exégesis presentes entre la autenticidad y las valoraciones fictas y la aplicabili-
dad de diversas conceptualizaciones sobre el patrimonio al flamenco, se valoran los ajustes interpretativos que
exige la solicitud de Declaración como Patrimonio Oral e Inmaterial por parte de la UNESCO.
This study reflects on how flamenco - the expression of Andalusia's historical interculturality - forms part of the global logics of markets and
the cultural policies of supranational institutions as an attractive component, which, nevertheless, displays certain contradictions in relation
to both its classification as a form of ethnic music and the management and protection of this artistic heritage to prevent its disappearance.
The author takes us on a journey which starts with the birth of flamenco, before moving onto its transition from popular art form to artistic
genre, its embracing by the entertainment industry, the existing exegeses of authenticity and fictitious valuations and the applicability of dif-
ferent conceptualisations of heritage to flamenco, in order to value the interpretative adjustments which must be satisfied for it to be decla-
red Oral and Intangible Heritage of Humanity by UNESCO.
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Como expresión cultural heredada del pasado, el fla- * una “guitarra flamenca”
menco suele aparecerse ante nuestros ojos como
algo inscrito en el campo de “lo tradicional”, supo- > Flamenco como un compendio de la producción
niéndose a la más o menos difusa idea de tradición músico-oral
un sentido epistemológico en algo parecido al del con- * un “cante flamenco”
cepto de patrimonio que hoy nos une aquí: un conjun- * una “copla flamenca”
to de testimonios que forman parte de modos de vida *un “toque” o “baile flamenco”
ya extintos pero que, por su interés o trascendencia
material o vivencial merecerían ser catalogados, pre- > Flamenco como adjetivo para una estética distinti-
servados o, al menos, recordados y puestos en valor. va y contrastiva con otras
Sin embargo, ninguna de las categorías antedichas * una “voz muy flamenca”
–ni la tradición ni el patrimonio- se plantearán en * una “bata muy flamenca”
estos términos en nuestro texto, una reflexión perti-
nente ahora que la Junta de Andalucía ha impulsado > Flamenco como espacios o entornos donde se
la iniciativa para solicitar a UNESCO la declaración producen las prácticas reconocidas bajo esta denomi-
del flamenco como Patrimonio Oral e Inmaterial de la nación
Humanidad.2 * un “bar flamenco”
* un “barrio flamenco”
El flamenco se asocia en efecto a prácticas y modos * una “academia flamenca”
de vida cuyo origen hay que buscar en los distintos
horizontes civilizatorios que se encarnaron en > Flamenco como ritual, forma de interrelación,
Andalucía a lo largo de los siglos, y tal vez por ello se transmisión social y formación de grupos
ha insistido en su formulación como Patrimonio Oral * una “familia flamenca”
e Inmaterial de forma tan exclusivista. Pero no es sólo * una “reunión flamenca”
la dimensión inmaterial del flamenco la que le otorga * una “fiesta flamenca”
una naturaleza distintiva: el flamenco implica una * una “zambomba flamenca”
integración de aspectos y significados mucho más tra-
bada. Es un fenómeno polisémico que genera com- > Flamenco como un modo de vida que trasciende
plejos de significado desde lo intangible hasta lo al propio arte, define experiencias, actitudes y com-
material, trabazón que se extiende al orden histórico portamientos
de lo jondo, y es multicultural o, más propiamente, * una “persona muy flamenca”
intercultural, en tanto las aportaciones que reúne no * una “forma de actuar flamenca”
han dado lugar a un mosaico de paisajes indepen-
dientes, sino a un abigarrado juego de influencias
mutuas que convierten cada una de sus teselas en un El flamenco, música intercultural
fundido de las otras que, a su vez, son afectadas y Esa interculturalidad se expresa principalmente en el
revividas con nuevas formas. patrimonio musical y plástico-coreográfico del flamen-
co, pero no sólo. En la instrumentación –donde con-
Complejos de significado del término viven influjos desde los crótalos mediterráneos hasta
“flamenco”
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pobres y excluidos de Andalucía, barnizada de apela- tema musical hebraico, la cultura andalusí, la música
ciones al destino y la tragedia, al desengaño y el ham- y las danzas moriscas, las formas castellanas, las de
bre, en forma de coplas. los esclavos negros (más lejanas en el espacio pero
no por ello de menor influencia a través del tango y los
Las formas musicales flamencas no son sino la mues- cantes americanos) y hasta las músicas palaciega,
tra, quizá la más acabada, de una síntesis única en la cortesana y eclesiástica que, en realidad, no supusie-
cultura andaluza: por más que música de vocación ron ruptura respecto a algunas de las tradiciones
universal cuyo potencial de proyección e implantación anteriores, como la omnipresente “cadencia andalu-
en el mundo es hoy indiscutible, el flamenco no deja za” en los modos armónicos. Y, aunque no nos exten-
de ser nacido y hecho crecer en el marco local, más deremos sobre este tema, el cosmopolitismo no sólo
bien de un localismo cosmopolita. La tradición fla- se refleja en el sistema musical del flamenco, sino 91
también en un riquísimo corpus lírico que es como se sus reivindicaciones, cual sucediera durante los años
ha sugerido “historia no escrita” de las clases popula- de la llamada “Transición Democrática”. Todavía hoy,
res. El mestizaje cultural ha funcionado así como una y aunque muchos artistas llegan a alcanzar gran pres-
convivencia trabada de artes que nacieron ya enrique- tigio social, su extracción sigue siendo característica-
cidas por las condiciones de diversidad y pluralidad mente popular.
en que se encontraban.
Como se ha dicho, el movimiento romántico dio eco
Mas si el flamenco es desde su nacimiento y en su y avaló ideológicamente el modelo originario a través
evolución histórica una música intercultural, también de la atribución e incluso a veces la invención de un
es, como se ha señalado, profundamente identitaria instinto inefable, auténtico y colectivo a “lo popular”
en lo local. Patrimonial. A través del flamenco se –lo primigenio, lo natural, lo incontaminado- por opo-
expresan distintos niveles de identidad dentro de un sición a “lo moderno”. En este momento nació la pri-
patrimonio genérico. Incluso si metodológicamente mera gran generación de artistas emanados de las
podemos considerarlo una música de espíritu univer- capas populares y auténticos protagonistas del fla-
sal, es un marcador de identidad colectiva para menco, artífices y hacedores entre los que convivieron
Andalucía, un territorio con identidad propia dentro de músicos, poetas e intérpretes anónimos, pero sobre
la Europa de los pueblos, además de una señal de todo individualidades reconocidas que adquirieron
identificación en el seno de algunas de sus socieda- prontamente fama entre la afición. Los gitanos anda-
des locales. De una u otra forma, el flamenco es reco- luces canalizaron muchos de estos procesos de trans-
nocido por los andaluces como propio y distintivo misión y creación, sucediendo así que una minoría
aunque su práctica interpretativa haya estado reserva- marginada y étnicamente bien definida, llegó a con-
da a algunos de sus colectivos más desfavorecidos, vertir algunos de sus rasgos culturales en imagen
retribuidos frecuentemente por quienes no lo eran. hiper-representada del propio flamenco. Por eso es
Por eso ha sido también un símbolo para la clase también reconocido como un patrimonio propio por
obrera andaluza, que le dio vida como auténtica parte de los gitanos, que han atesorado algunas de
“música de los desposeídos” y que ha utilizado pun- sus manifestaciones más notables y que impregnan
tualmente el flamenco como modo de expresión de con sus rasgos identitarios singulares un género en el
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que dejan de ser minoría social para convertirse en rituales familiares y escenas étnicas materializan a
mayoritarios, tal vez no numérica pero sí simbólica- menudo la ficción expresiva del rito, desde la repro-
mente. Y también los gitanos han generado sus pro- ducción de las zambombas navideñas para televisión
pias “invenciones de la tradición”, sus “mitos de ori- hasta las estampas de gañanías o patios que se espi-
gen” al objeto de esencializar el cante en torno a cate- gan en los espectáculos introduciendo intérpretes no
gorías como la raza (gitano-andaluces/andaluces), la profesionales para alimentar el sueño de la fiesta
sangre (genealogías y familias), el territorio (la Baja espontánea e imperfecta.8
Andalucía como expresión de los límites de la pureza)
o el hermetismo (renuncia voluntaria a hacer apare- El flamenco, ¿música étnica?
cer el flamenco fuera de los ritos étnicos).4 Estamos viendo pues el carácter multidimensional de
una expresión cultural, el flamenco, que se resiste al
Arte popular y género artístico etiquetado fácil. Por una parte, es un fenómeno popu-
En términos de culturas de clase, y en su propia exé- lar; por otra, popularizado, inserto desde el principio
gesis estética, cabe pues atender al flamenco como en las lógicas del escenario. Es a la vez un marcador
una manifestación popular, en tanto el soporte músi- de identidad para Andalucía, y una música plural y
co-oral y dancístico sobre el que se construyó forma- mestiza que reconoce diferentes mecanismos de iden-
ba parte de las experiencias de los sectores de pobla- tificación étnica, territorial y de clase. Sin embargo,
ción más modestos de la Andalucía de los siglos XVIII en la doble dinámica globalización / localización, de
y XIX, pero también como un arte, en cuanto virtuo- glocalización que explica el mundo en que vivimos, el
sos fueron sus definidores y mercantiles sus procedi- flamenco aparece frecuentemente como un ejemplo
mientos de propagación. Y no, como sugería Demófilo más de las “músicas étnicas”, se incorpora a la
en 1881, para “contaminarlo”, sino precisamente industria discográfica mundial (music-industry) difu-
para darle luz, para hacerlo aparecer. 5 Acertó el folklo- minando en los discursos las referencias particulariza-
rista en cambio al afirmar que el flamenco era un doras. ¿Cómo casar la multiculturalidad inherente a
“género propio de cantadores” (sic),6 pues nació sus formas con la mundialización de su consumo en
como el resultado de un tránsito creativo entre una las sociedades contemporáneas? ¿Cómo se inscribe
serie de formas musicales folklóricas más o menos dentro de las lógicas de unos flujos globalizados de
generalizadas localmente que hoy han abandonado gestión de las mercancías artísticas y de politización
su práctica popular, como los fandangos abandolaos de las iniciativas culturales?
y bailables o las jotillas comarcales, y su reconversión
a través de la construcción ya artística de las mala- El desenvolvimiento del flamenco como género escé-
gueñas personales o las alegrías de Cádiz, por conti- nico ha hecho que, aun siendo Andalucía el centro
nuar los ejemplos anteriores, que se imponen canden- nuclear de la mayoría de sus manifestaciones expre-
temente al paso del tiempo renovándose en cada sivas y de sus colectivos artísticos, se hayan ido
interpretación. complejizando sus modos de exposición, más con la
expectativa de consumo que como práctica social.
Como tal producción popular-artística, el flamenco Quienes creemos en la exigencia de resemantizar el
adquirió dos niveles de representación social en una flamenco, visualizar su carga de significación y con-
duplicidad de mundos privados y públicos, inscritos tenidos y hacerlo ser reconocido como marcador de
en su doble valor de uso y de cambio:7 por un lado, identidad cultural, nos vemos forzados a hacerlo en
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la práctica no enajenable ni mercantilizada (“popular” condiciones nuevas que obligan a diferenciar varios
en el sentido de practicada fuera de los circuitos niveles de enajenación del flamenco y a señalar la
comerciales, aunque desde luego minoritaria en impermeabilidad que tienen ciertas formas del valor
número); por otro, la industria y el espectáculo artísti- en el mundo jondo. Para mí, como antropóloga
cos. Ambos estándares sugieren esferas independien- social, no es equivalente la representación de un
tes, pero de hecho han coexistido históricamente y fandango personal en un teatro ajeno y desinteresa-
siguen entremezclándose en sus manifestaciones do en todo aquello que trasciende “la música por la
concretas, en muchos casos como efecto forzado: música”, que la comprensión del fandango como
producto histórico y social donde se expresa una per-
2. xxxxxxxxxxxxxxxx sistente cultura de compás ternario con influencias
xxxxxxxxxxxxxxxxx de las músicas andalusíes y luego moriscas, una 93
larga tradición de formas folklóricas bailables y un El concepto “patrimonio” aplicado al flamenco requie-
paso ulterior a modalidades personales; un palo que re una aproximación integradora que, por una parte,
introduce un uso ritual en romerías, fiestas de ver- no obvie el sentido que tienen las artes de resistencia
diales o en cualquier reunión de aficionados en un en la modernidad europea, pero que tampoco dé al
bar o de profesionales en un camerino, que ha teni- traste –en aras de una cierta coherencia argumental-
do un desarrollo ligado a procesos sociales, econó- con el hecho innegable de haber sido, desde su naci-
micos y musicológicos que cristalizaron en el siglo miento, un arte mercantil absorbido por modelos
XIX en la creación de los cantes por tarantas y en locales de producción del escenario. El control que
su implantación en los enclaves mineros murcianos, hoy efectúa el mercado global de sus prácticas no es
en los estilos de granadinas y malagueñas y, aún sino una actualización de aquéllos: que a finales del
más tarde, en los fandangos personales. Es en esos siglo XX la Virgin forzara a los artistas a grabar reper-
recorridos históricos, en esos sistemas cambiantes, torios de canciones aflamencadas –y no propiamente
en esos condicionantes sociales donde se redondea “cantes flamencos”- no es una lógica muy diferente a
el concepto de patrimonio, y no en la simple expre- la que exigía a la Niña de los Peines impresionar pla-
sión profesional de un género artístico, de una forma cas de sevillanas a principios de la misma centuria.
musical por otra parte tan necesaria, grandiosa y En esto, el flamenco está haciendo un recorrido muy
que asombra al mundo. parecido al que experimentaron otros géneros musica-
les de origen subalterno y popular. Por ejemplo, la
Conseguir que el flamenco se declare “Patrimonio de mundialización de su consumo tiene mucho que ver
la Humanidad” en términos administrativos, conducir con la del jazz, aunque con diferencias de velocidad
el flamenco a los mejores festivales de música, son e intensidad: una gestación inicial como músicas étni-
sin duda noticias favorables, pero no siempre la circu- cas y mestizas con fuerte dosis ritual, un tiempo artís-
lación formal de las producciones artísticas significa tico primigenio en forma de “géneros ínfimos”, perio-
la comunicación de significado y de función. Incluso dos suburbiales en sus primeros accesos a los públi-
diría que extrañamente lo hace. La Declaración del cos, creciente popularización y amplificación de la
Flamenco como Patrimonio Oral e Inmaterial de la creatividad, surgimiento de sucesivas heterodoxias
Humanidad puede permitir que, junto a su accesibili- adobadas con los correspondientes lamentos sobre
dad para cualquier individuo o colectivo -lo que atañe su autenticidad, y finalmente inmersión definitiva en
a la condición viva e, insisto, comercial, del género y la vorágine de la industria artística, desterritorializa-
a la mundialización en definitiva de las culturas loca- ción progresiva de los intérpretes, recontextualización
les- se arbitren nuevos cauces de atención hacia la de las prácticas, accesibilidad global en su consumo
preservación o no de las tradiciones flamencas en el y conversión en referentes estéticos significados –“eti-
mundo contemporáneo, desde la perspectiva de la quetas”, “marcas”- del catálogo de ofertas musicales.
identidad singular de los pueblos.
Estos decursos han sido participados por varias expre-
En esto, hay que tomar los conceptos con bastante siones de las hoy denominadas “músicas étnicas”, a
cautela y diferenciar teóricamente la mundialización las que se supone alguna suerte de identidad que
del consumo, la globalización de los procesos y lógi- expresa naturalezas comparables: el carácter tradicio-
cas económicas en los que ésta se ampara, y la uni- nal de sus expresiones, lo minoritario de su interpre-
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la “desaparición del patrimonio cultural inmaterial” un “nuevo flamenco callejero” que soportado sobre
como fundamento para realizar “inventarios naciona- formas musicales pseudoflamencas o simplemente
les del patrimonio oral e inmaterial y… tomar medidas aflamencadas nos escupe una metamorfosis del
legales y administrativas para protegerlo”.12 La identi- rito: grupos de jóvenes influenciados por el rock, el
dad cultural se estima el criterio esencial para la pro- jazz, la salsa, la rumba urbana o la música tecno,
tección, entendiéndola en relación con los sentimien- que no comparten el modelo intergeneracional de la
tos de continuidad de las comunidades vivas afecta- fiesta, que carecen de los mimbres de exquisitez
das, pero esa continuidad debe estar amenazada. musical que podríamos entender característicos del
sistema musical flamenco, y que, sin embargo, pro-
Es decir, el documento trabaja, de una parte, sobre ducen música y vida en las calles, es decir cultivan
la idea de preservación de los peligros de “distor- “excelencia cultural” para la música. Por el contra- 97
rio, muchos de los excelentes músicos de interpreta- 4. xxxxxxxxxxxxxxxx
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ción escasean en experiencias y encuentros socia-
les. Todo esto se inscribe en unos criterios sociales
del gusto bastante polarizados: el discurso emic de Por esto, y contraviniendo los mandatos de UNESCO
los flamencos insiste continuamente en la necesidad para con las ideas de representación, consentimiento
de vivir y no sólo ejecutar su música: la censura a la y participación de las comunidades implicadas, los
perfección de tecnologías y mecanismos de los jóve- criterios de relevancia y comprensión de los mensajes
nes guitarristas que, por contraste, no consiguen han quedado frecuentemente fuera de los códigos de
impregnar de arte, sentimiento, emoción, pellizco… lectura de éstas: la deconstrucción dancística de
y otras categorías similares el instrumento son recu- Israel Galván es incomprendida por la afición, el can-
rrentes en los cenáculos jondos, y sin embargo no taor Enrique Morente reniega de la autenticidad, el
existe el reconocimiento para quienes, sin hacer un guitarrista Gerardo Núñez afirma irónicamente: “Yo
flamenco tradicional, son capaces de engendrar vida llevo treinta años en esto y al duende del que tanto
para la música destrozando en las calles esas guita- hablan todavía no lo he visto” y el bailaor Javier Barón
rras a fuerza de sentimiento. declaraba recientemente que “hay que ser un intelec-
tual para entender algunos espectáculos”, dando
A menudo, estos últimos grupos y los intérpretes de cuenta de cómo la vitalidad jonda descansa a menu-
ellos emanados consiguen entrar en los mercados do más en las exigencias creativas y de gran público
discográficos con más comodidad que los cantaores que en un rito comunicativo, y recordándonos así las
reverenciados como “puros” por la afición. Y su clásicas críticas de Benedetto Croce al arte como
“envilecimiento” pluri-musical contamina también a forma de conocimiento conceptual.14 Se argumentará
los consumidores, contagiados a su vez por los soni- que son versiones “blancas” del flamenco. En efecto
dos que, desde este flamenco espurio, les resultan son los artistas gitanos quienes patrimonializan y
tan familiares y les incitan a adquirir lo último de argumentan con más contundencia el discurso de la
Niña Pastori, Chambao, Las Chuches o Andy y Lucas pureza: El Torta afirma que “el flamenco está prosti-
–productos que, más allá de su calidad intrínseca o tuido”; Manuela Carrasco que, contraviniendo la
no, funcionan como obras de temporada a las que se moda, ella baila sólo “flamenco puro”; es de uso
accede a precio reducido a través de Internet o las común la idea de que el flamenco “tiene que herir”,
copias-pirata- mucho antes que las Antologías clási- ha de ser “imperfecto”. Pero, de vuelta a la realidad,
cas, los discos de Terremoto, El Capullo o Arcángel, son los gitanos quienes precisamente han protagoni-
a pesar de los esfuerzos de éstos por adaptar sus zado algunas de las aventuras experimentales que
repertorios. cambiaron el rumbo de los tiempos flamencos neocla-
sicistas –como Pata Negra o Ketama- y quienes están
La circulación de estas músicas fictas para el fla- aportando miradas renacidas a este panorama, desde
menco entre los consumidores, más allá de las Diego Carrasco a La Barbería, Esperanza Fernández o
estrategias de venta que las respalden, nos está El Churri.
hablando asimismo de un efecto del que ya advirtió
Debord hace décadas: cómo las representaciones Lo más sugerente de todo esto es el contraste: la
estilizadas del flamenco en el espectáculo quedan estilización artística se recrea en el escenario, entre
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progresivamente extrañadas respecto a las clases los profesionales nuevos, y la música viva anida en
cuya existencia les dio nacencia. A través de la ima- cambio entre unos colectivos y en unas circunstan-
gen de un flamenco “excelente”, lo cualitativo tien- cias viejas, allí donde se forjó el flamenco originario
de a perderse en el lenguaje del espectáculo, en que hoy se considera “auténtico”: los suburbios des-
una producción que se aísla de la realidad. Siendo asistidos de las ciudades, las barriadas periféricas
así, asentimos con Debord en que el consumidor hacia donde fueron trasvasados hace décadas los
real se convierte en un consumidor de ilusiones, y herederos de los arrabales históricos, la minoría gita-
que a menudo “los acontecimientos que se presen- na andaluza en situación de exclusión social, grupos
tan en la dramatización espectacular no han sido flotantes de jóvenes y desempleados que, carentes
vividos por aquellos a quienes se informa de de otras ofertas de ocio y depositarios al menos de
ellos”,13 en esa defensa tan característica de la la memoria musical, contienen una forma de arte
98 intuición contra la forma.
que practican cotidianamente, pero que sólo miran-
do de soslayo puede considerarse “flamenco”. El Esta “urbanización” del flamenco no es una nove-
caso del Polígono Sur, en Sevilla –la Triana decimo- dad. Y ni siquiera juega, como sugiere UNESCO en
nónica trasladada al sector meridional de la ciudad- sus criterios de selección, como un proceso de
podría ser un ejemplo de lo dicho: las formas de transformación acelerado que genere el riesgo de su
resistencia cultural abarcan aquí la pendulación de desaparición. A pesar de su apariencia silvestre, el
las músicas hacia un flamenco a veces clásico flamenco es un fenómeno urbano desde su naci-
(menos), el mimetismo discográfico y sobre todo, miento, cuyas claves estéticas nacen de culturas
vivido y con sentido para quienes lo practican, un diversas que sucesivamente se enfrentaron o convi-
flamenco “tecno”, de canciones y no de cantes, ins- vieron en Andalucía. Y culturas –contraviniendo en
trumental más que vocal, acompañado del baile, esto las expectativas del documento de UNESCO- no
presente en casas y mercadillos e insistentemente siempre minoritarias. Cierto es que los gitanos anda-
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rítmico, que –como novedad- incorpora las versiones luces encarnan un papel de mayoría simbólica en el
en torno al “culto”, al evangelismo gitano que con flamenco (tal vez estadística también), pero limitar
tanto éxito se ha extendido entre amplias capas de la encarnación del flamenco a los gitanos sería des-
esta población.15 ¿Es una “obra maestra” (en la legitimar las claves identitarias que explican su ger-
definición de UNESCO) el flamenco que allí se pro- minación y desarrollo, estructuradas en torno a las
duce?, ¿Sería lícito entender que en este caso debe- clases populares andaluzas gitanas y no gitanas,
rían mantenerse “el marco y las condiciones que quedando estas últimas, desde aquella visión estre-
permiten al espacio o a la forma de expresión cultu- cha y equivocada, privadas de su protagonismo y
rales desarrollar plenamente su potencial”, tratándo- fuera de la “ilusión étnica”. Y también es verdad
se de módulos verticales de habitación socialmente que, carentes de mecanismos de defensa de su
catastróficos? identidad cultural durante largos periodos históricos, 99
4. xxxxxxxxxxxxxxxx
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Creo que todos estos debates remiten al final a los el “cine flamenco”… evocan una estética que reifica
mecanismos de gestión del patrimonio cultural y a la un patrón específico e inintercambiable.
tensión entre la afirmación identitaria y la observación
de flujos globales. Flujos que hoy son cualitativamen- > La contradicción radica en que, a su vez, en el
te distintos a las situaciones históricas de intercultura- arte, la búsqueda de rentabilidad genera recorridos
lidad, en parte por la velocidad que experimenta la creativos que intentan escapar de esa formulación
presentación de ideas y modelos en el espectáculo, y unívoca, que huyen del lenguaje establecido de la
en parte por su alejamiento de la vida cotidiana. En el comunicación a través –por volver a Debord- de su
flamenco, es clara la existencia de dos dinámicas que “anulación formal”. Las políticas de puesta en valor
actúan de forma paralela pero que contienen puntos de estos patrimonios han de cimbrearse, entonces,
de contradicción. Dinámicas que, por añadidura, entre la conservación (y sus implicaciones en la
actúan en la construcción de políticas culturales más enseñanza, la difusión, etc.) y la competitividad de
o menos desorientadas. los engranajes industriales en los que asientan.
> Por una parte, la dinámica de la reafirmación iden- Desde ambas perspectivas, las expresiones cultura-
titaria, la consideración de los patrimonios orales e les inmateriales y orales como el flamenco terminan
inmateriales de la humanidad como fideicomisos siendo objeto de deseo patrimonial. Esta cuestión
humanos amercantilizables, fuera de la circulación. tiene que ver y mucho con la construcción de mitos
Los valores antropológicos, estéticos, de calidad, la como un procedimiento más de coherencia discursi-
distinción de estos patrimonios son repetidamente va de los que se han alimentado las lecturas sobre
argumentados como criterios para su declaración la tradición que, abandonando la mirada contingen-
por parte de UNESCO, cuya normativa exige el valor te tan necesaria, han preferido instaurar el lirismo
de representación: los protagonistas de sus prácticas de la pureza sobre la contundencia del mestizaje. Lo
han de ser a su vez la voz que hable frente a la ins- “puro” como lo pristino y como lo transmitido oral-
titución. El modelo remite sin duda a la idea de mente. He escrito en alguna ocasión que, desde el
“encapsulamiento”: la concentración redonda de la principio del flamenco, la oralidad se convirtió en
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3
No nos centraremos en este argumento, pero baste por el
mercadillos: evangelismo gitano y comercio ambulante” en
momento dudar de la dimensión musical como armadura única
Cantón, M. y otros, Gitanos pentecostales. Una mirada antropoló-
sobre la que aproximarnos a un fenómeno de tanta complejidad,
gica a la Iglesia Filadelfia en Andalucía, Signatura Demos, Sevilla
cuyas manifestaciones abarcan un mundo de poética cantada (el
2004.
cante), de expresividad plástica (el baile), de música y composición
(el toque) y de apoyos rítmicos y emocionales (jaleos) que sólo pue- 16
Baudrillard, Jean, De la seducción, Cátedra, Madrid, 1989:77.
den entenderse en el marco de unos modelos de ritualidad en su
valor de uso, y de creación artística intencional en lo referente a su
valor de cambio.
4
Reificaciones ideológicas que se pueden hallar especialmente en
Mairena, A. y R. Molina Mundo y Formas del Cante Flamenco (Al
Andalus, Granada, 1979 /1963/) en torno a la confusa argumen-
tación de la “razón incorpórea” del flamenco. La propuesta no sólo
encontró eco en la afición, sino también en la intelectualidad (véan- 101