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Título: Lineamientos para litigar un juicio por jurados en la provincia de Buenos Aires

Autor: Penna, Cristian D.


Publicado en: LLBA2014 (septiembre), 828
Cita Online: AR/DOC/2801/2014

Sumario: I. Introducción. — II. Camino a un juicio por jurados. — III. Algunas pautas generales. — IV.
Etapas fundamentales en el juicio por jurados. — V. Sintético final.
"Una consecuencia beneficiosa adicional del juicio por jurados —nada despreciable por cierto— es la de
suscitar la preocupación de los profesionales del derecho por expresarse en forma entendible, prescindiendo de
términos técnicos y de la jerigonza del mundillo judicial" [Edmundo S. Hendler] (1)
"El jurado contribuirá, ciertamente, a desentronizar una justicia de clase, a deshacer el lenguaje encriptado
con el que ella se expresa, en ocasiones sin posibilidad de ser entendido fuera de un círculo menor de
ciudadanos, ininteligible hasta para el propio justiciable, a similitud de aquello que sucede con una casta
sacerdotal; contribuirá también a tornar menos esotérica y más descentralizada la administración de justicia, a
desmitificar el Derecho y la ley, que pretenden conducir nuestra vida gregaria, y fundamentalmente en materia
penal, a requerir cierto tipo de "aprobación ciudadana" para la aplicación de la coacción estatal grave" [Julio B.
J. Maier] (2).
Litigar un caso penal en un juicio por jurados constituye un enorme desafío para la gran mayoría de los
abogados argentinos, acostumbrados a —y formados para— desenvolvernos en el marco de sistemas de
enjuiciamiento que poco tienen que ver con ese diseño procesal, exigido por la Constitución de la Nación.
En efecto, pese a la claridad y contundencia del texto constitucional, que repite expresamente —en tres
oportunidades (3)— que los juicios deben llevarse a cabo con jurados, la modalidad ha sido histórica y
sistemáticamente ignorada tanto por las leyes procesales como por los planes de estudio de las Facultades de
Derecho.
El tremendo desconocimiento sobre el funcionamiento del sistema se aprecia evidente en los disparatados
reparos que repiten torpemente sus detractores (4): enrevesada tarea la de criticar aquello que no se conoce.
Criticar al juicio por jurados desde los parámetros del sistema con exclusividad de jueces profesionales con el
que estamos familiarizados sería algo así como criticar al fútbol desde el conocimiento único de las reglas del
rugby: "fantástica la gambeta pero qué haría ese jugador ante un tackle", podría decir un entendido en rugby y
neófito en fútbol, para risa del futbolero.
En estos días en que la Provincia de Buenos Aires —pionera junto a otras (5)— ha tenido la determinación
de poner fin a esa añeja deuda constitucional, los abogados deberemos afrontar el noble desafío de
sobreponernos a la deficiente formación sobre la materia heredada, abordando y comprendiendo aquello que nos
ha sido ocultado; en otras palabras: deberemos aprender a litigar en un juicio ante jurados legos —o, lo que es
idéntico: "aprender a litigar"—.
Una buena manera de iniciar ese camino, tal vez, sea repasar escuetamente cómo funciona el sistema de
juicio por jurados bonaerense a través del abordaje de sus actos principales —algunos de ellos
considerablemente novedosos—, ensayando algunos lineamientos básicos a tener en cuenta para afrontar con
éxito un juicio de tales características (6).
Corresponderá al lector —y a la comunidad jurídica en general— profundizar cada una de las líneas
planteadas y descubrir nuevas; en ese trance iremos dejando de ser neófitos en litigios con jurados para empezar
a ser expertos, pioneros en la conformación de la experiencia juradista argentina. A poco andar dejaremos de ser
meros gestores burocráticos para convertirnos en auténticos abogados.
II. Camino a un juicio por jurados
La Ley 14.543 de la Provincia de Buenos Aires, publicada en el Boletín Oficial el 20/11/2013 —vigente
desde el día siguiente, conforme lo contempla su artículo 5—establece que ingresarán al sistema de jurados
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todas aquellas causas en que se imputen delitos que contemplen escalas penales cuya pena máxima en abstracto
supere los 15 años de prisión o reclusión(7) (artículo 22 bis primer párrafo del Código Procesal Penal —CPP—
conforme Ley 14.543).
En principio, todos esos casos deberán someterse al nuevo sistema con jurados.
Ahora bien, siendo renunciable para el acusado (párrafo segundo del mismo artículo), como excepción la ley
permite el juzgamiento con exclusividad de jueces profesionales aun en tales casos; pero tal opción deberá
ejercerse perentoriamente (párrafo cuarto) en el plazo conferido por el artículo 336 CPP para efectuar
oposiciones a la elevación a juicio y la decisión deberá ser ratificada por el imputado en audiencia personal ante
el juez, quien deberá informarle previamente las consecuencias de esa opción (párrafo tercero); en tal
oportunidad, para asegurar una elección adecuadamente informada, el juez debería explicarle —entre otras
cuestiones— que (8): (i) el juicio por jurados es una garantía expresamente reconocida en la parte dogmática de
la Constitución Nacional (artículo 24), consistente en el derecho al juicio de pares, esto es, a que la imposición
de una sanción penal deba contar ineludiblemente con la autorización de sus vecinos; (ii) al optar por un tribunal
profesional unipersonal no habrá deliberación y, en caso de optarse por un tribunal colegiado, dos votos —sobre
tres— serán suficientes para la condena, mientras que con un jurado deberá existir una amplia deliberación entre
doce personas, en la que deberán reunirse diez votos —sobre doce— o la unanimidad —para penas perpetuas—
para condenar (artículo 371 quater CPP); (iii) no tendrá posibilidad de recusar sin causa a ninguno de los jueces
sorteados en caso de optar por un órgano profesional —aunque alguno le resulte manifiestamente
inconveniente— mientras que, por el contrario, tendrá posibilidad de recusar sin causa hasta a cuatro potenciales
jurados (artículo 338 quater inciso 4 CPP); (iv) en caso de ser declarado culpable en un juicio por jurados, si el
juez considera que no existieron pruebas suficientes podrá anular ese veredicto y ordenar la realización de un
nuevo juicio ante otro jurado (artículo 375 párrafo 2 CPP); y (v) si un jurado lo absuelve, allí culminará la
persecución penal (artículo 371 quater inciso 7 CPP), mientras que si lo hace un tribunal profesional la fiscalía
podrá continuar procurando la imposición de una condena a través de los sucesivos recursos disponibles
(artículo 452 inciso 1 CPP).
Desde luego, esas mismas cuestiones deberán ser tenidas en cuenta por el abogado defensor a fin de asesorar
adecuadamente a su asistido respecto del procedimiento a adoptar en el caso concreto, evitando que eventuales
prejuicios infundados sobre el sistema puedan provocar una desventaja estratégica.
De no efectuarse esa renuncia, se repite, todo proceso penal iniciado en la Provincia de Buenos Aires a partir
de la entrada en vigencia de la ley, por delitos en los que en abstracto puedan corresponder penas superiores a
los 15 años de prisión, deberá canalizarse a través del procedimiento de jurados "bajo pena de nulidad"(9).
III. Algunas pautas generales
Jurado de ciudadanos legos. En primer lugar, es oportuno aclarar que la Provincia de Buenos Aires ha
optado por lo que podríamos clasificar como modelo clásico de juicio por jurados (10). De tal modo, el jurado
accidental que presenciará el juicio estará conformado por doce titulares y seis suplentes. Finalizado el juicio,
los doce jurados titulares deberán pasar a deliberar en sesión secreta y continua, sin ningún tipo de intromisiones
externas, teniendo a su exclusivo cargo la responsabilidad de alcanzar los consensos necesarios para arribar al
veredicto.
Como es evidente, pues, esa es la innovación esencial que trae consigo el sistema: la incorporación de
ciudadanos legos en forma accidental al proceso penal (11). De ella derivarán, pues, las restantes —e
importantes— innovaciones a tener en cuenta.
Claridad del lenguaje. En efecto —tal como magníficamente enfatizan Maier y Hendler en las lúcidas
palabras que encabezan este trabajo— esa apertura al ciudadano "de a pie" exige a los operadores jurídicos
comunicarse en un lenguaje claro y sencillo, permitiendo que los actos del juicio penal, los asuntos allí
ventilados y la ley aplicable puedan ser conocidos y comprendidos por todos: jurados, justiciable y público en
general, garantizando la plena consagración de los principios de oralidad y publicidad y asegurando, incluso, un
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mayor respeto del principio de culpabilidad —conculcado cada vez que un condenado no llega a comprender
acabadamente los términos de la ley penal, explicada de un modo técnico y/o encriptado que le resulta
ininteligible—.
Desde el punto de vista exclusivo del litigio será fundamental, entonces, tener siempre muy presente esta
premisa: cada litigante deberá lograr que el jurado comprenda con la mayor claridad y facilidad posible su
mensaje. En caso contrario no podrá lograr la imposición de su versión, perderá.
Condición humana del juzgador. A la vez, la decisión en manos de ciudadanos legos implica un fenomenal
sinceramiento sobre la inevitablemente imperfecta condición humana. Es cierto que los seres humanos tienen
prejuicios, suelen equivocarse y pueden ser influenciables e impresionables; empero, es indudable que esas
características afectan —en su condición humana— tanto a legos como a abogados/jueces.
La presencia exclusiva de jueces profesionales en nuestros procesos ha impuesto el mito de su condición
inmaculada; en función de su formación y/o condición —de acuerdo a ese mito ampliamente difundido y
aceptado— aparecerían libres de todo prejuicio o yerro, e indemnes frente a influencias y presiones ajenas a la
ley y a las pruebas, como si de deidades se tratara. Siglos de "litigar" frente a "delegados de la divinidad en la
tierra de los humanos"(12) ha generado entre nosotros serias deficiencias que contrastan con lo acontecido en
lugares donde se ha litigado ante una justicia "de humanos".
En efecto, nuestra formación académica y profesional nos ha preparado para abogar ante "superhombres" y,
por lo tanto, nos hemos esforzado en perfeccionar elaboradísimas abstracciones dogmáticas sin preocuparnos
por aprender a litigar frente a hombres que —por condición natural— tienen prejuicios, se equivocan, son
influenciables, se dejan impresionar y esperan que los hechos sean probados. Aunque nos neguemos a verlo el
obstáculo existe, está allí, está en nosotros advertirlo y solo haciéndolo podremos planificar el mejor modo de
sortearlo.
Si admitimos esa condición humana —y el jurado evita toda confusión al respecto— entenderemos, por
ejemplo, que la misma persona no puede atender adecuadamente al control del debate y a la producción de la
prueba al mismo tiempo, que el juzgador no puede efectuar preguntas —ni siquiera "aclaratorias"— sin
comprometer su imparcialidad y que también atenta contra esa imparcialidad el conocimiento previo de las
piezas de la investigación; entenderemos, por lo tanto, que debe dejarse a las partes exponer sus casos y
producir sus pruebas del modo que consideren más conveniente, a través de un sistema netamente
contradictorio; entenderemos, también, que la calidad del veredicto final dependerá de la calidad del proceso
que le precede, que solo podrá tenerla de permitirse un amplio control de las partes, en igualdad de posiciones,
sobre cada etapa del debate; y entenderemos, finalmente, que para lograr sus objetivos las partes deberán desde
un primer momento saber que la decisión final estará a cargo de seres que tendrán sus propias subjetividades y
que, por lo tanto, deberán evaluar las fortalezas y debilidades de su caso —y el del adversario— a la luz de esas
subjetividades.
Proceso de partes y sistema contradictorio. El sistema contradictorio mencionado en el párrafo anterior
implica que, para lograr el triunfo de su postura, cada litigante deberá superar un proceso de contradicción que
operará de la siguiente manera: una parte sugerirá y defenderá una postura (tesis), que deberá ser sometida al
control del adversario y contrastada con la de este (antítesis), imponiéndose finalmente la de mayor fortaleza
(síntesis) (13) que en el proceso será aceptada como "la verdad". La materialización irrestricta de este juego
dialéctico en cada una de las etapas del debate, cabe resaltar, es lo que garantizará la calidad superior antes
anunciada y, en ese marco, la existencia de una defensa eficaz será un elemento tan indispensable para la
construcción de la verdad como la de una acusación (14).
Teoría del caso. Desde luego, se someterán a esa dinámica todas las facetas de cada "teoría del caso"(15),
que es la estrategia —o versión— sostenida por cada litigante y estará conformada por: (i) una "teoría fáctica":
cómo sucedieron —o no sucedieron— los hechos; (ii) una "teoría probatoria": cómo puede sostenerse la
hipótesis fáctica —o refutarse la del adversario— en función de las pruebas disponibles; y (iii) una "teoría
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jurídica": qué consecuencias jurídicas se pretenden con la confirmación de la hipótesis fáctica —o la refutación
de la contraria— y cómo deberá interpretarse la ley a tal efecto.
La teoría del caso es, en resumen, la versión de cada litigante. Ella deberá guiar toda actividad durante el
juicio —todo lo que se haga deberá tener alguna utilidad en miras a la imposición de la teoría propia por sobre
la contrapuesta—. Por ello, el litigante deberá elaborarla meticulosamente y a conciencia, conocerla en detalle y
tenerla muy presente durante todo el juicio, finalmente deberá estar preparado para defenderla de los embates de
la contraparte.
IV. Etapas fundamentales en el juicio por jurados
Cumpliendo con lo anunciado en la introducción, en este punto se recopilan los actos o etapas
fundamentales a los que deben prestar especial atención los litigantes en un juicio por jurados bonaerense. De
seguro algunos de ellos resultarán familiares al lector; otros, sin embargo, sin dudas resultarán completamente
novedosos por su ajenidad a nuestros sistemas tradicionales de enjuiciamiento.
Al desarrollarlos, a la vez, se ensayarán escuetamente algunos lineamientos básicos a considerar para
afrontarlos con éxito.
IV.1. Preparación del debate: la audiencia preliminar.
La primera etapa que aquí se destaca no pertenece al juicio propiamente dicho sino que, antes bien, se trata
de una etapa intermedia, en la que obviamente no participa el jurado: la denominada audiencia preliminar o
preparatoria.
Sin embargo, es indispensable retrotraerse a ella por la vital utilidad que adquiere ante un juicio por jurados.
Debido a esa importancia, precisamente, en tales casos la ley la establece como obligatoria (artículo 338 párrafo
5 in fine CPP) (16).
Pues bien, una vez elevada la causa a juicio la oficina judicial respectiva (17) deberá sortear al juez que
dirigirá el debate (párrafo 2 del artículo 338) que en principio será quien intervendrá en esta audiencia.
Admisibilidad de prueba. La decisión de mayor relevancia que el juez deberá adoptar en esta etapa será la
atinente a la admisibilidad de la prueba a utilizar en el debate y deberá ser muy cauteloso a los efectos de evitar
que el jurado tome contacto con prueba ilegítima, que jamás deberá conocer. Debe resaltarse que la validez del
juicio entero es responsabilidad exclusiva del juez, quien deberá velar por su calidad, evitando cualquier tipo de
contaminación del jurado.
Las partes, en tanto, deberán estar muy atentas a los ofrecimientos de la contraparte para formular las
oposiciones y planteos pertinentes y, ante un rechazo del juez, formular las protestas recursivas. Del mismo
modo, deberán estar preparadas para defender los ofrecimientos propios objetados por la contraparte y,
eventualmente, formular también protestas (párrafos 11 y 12 del artículo 338).
Es trascendental —y pertinente aquí resaltarlo— la prohibición absoluta de incorporación de prueba por
lectura que introduce el nuevo artículo 342 bis inciso 6 CPP. Con la lógica excepción de "las pruebas recibidas
conforme a las reglas del anticipo jurisdiccional de prueba o aquellas en las que hubiere conformidad de todas
las partes...", "bajo ningún concepto los integrantes del jurado podrán conocer las constancias de la
investigación penal preparatoria" (inciso 7).
Estipulaciones o acuerdos probatorios. La posibilidad de efectuar "estipulaciones probatorias" es una de las
grandes novedades introducidas por esta reforma (artículo 338 párrafo 6 inciso 6 CPP); se trata de "acuerdos de
prueba entre el acusador y la defensa sobre hechos no controvertidos" y "hacen que no sea necesario probar uno
o varios hechos"(18).
Estas estipulaciones permiten que las partes litiguen intensamente sobre los hechos controvertidos y no
pierdan el tiempo (principalmente, el del jurado) probando aquellos extremos sobre los que no existe
controversia.

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Por ejemplo, si en un caso en que se imputa un homicidio agravado por el uso de arma de fuego (artículos
79 y 41 bis del Código Penal) solo va a discutirse la autoría del acusado, no tiene sentido producir prueba sobre
el empleo del arma para producir la muerte y esa circunstancia podrá constituir una estipulación probatoria.
El adecuado manejo de esta posibilidad permitirá imprimir mayor celeridad al juicio y, a la vez, contribuirá
a la claridad de la discusión evitando a los jurados distracciones sobre cuestiones no relevantes para las teorías
del caso de las partes —recuérdese que los litigantes deben comunicar su caso con la mayor nitidez posible—.
Estas estipulaciones constituyen prueba y el jurado deberá tener por probados los hechos acordados —así
deberá ser explicado en las instrucciones—. Los litigantes deberán consensuar, a su vez, cuál es el modo más
conveniente para comunicarlas al jurado.
Prueba impertinente, superabundante o superflua. En miras a la agilidad del debate, es muy importante que
el juez procure la prescindencia de la prueba impertinente, superabundante o superflua (artículo 338 párrafo 9
CPP). Debe recordarse que el juez es el garante de la calidad del debate y, en tal sentido, debe propender
también a su agilidad.
También las partes deben evaluar reflexivamente la necesidad de cada prueba, ya que podrá resultar
perjudicial al caso todo aquello que distraiga al jurado de la versión que se pretende transmitir con claridad; esto
es, el litigante deberá prescindir de todo aquello que no fortalezca claramente a su teoría del caso —lo que no
suma, resta—.
Duración del debate y de la audiencia de selección de jurados. El artículo 338 párrafo 6 inciso 1 CPP
establece que durante esta audiencia deberá tratarse lo referido al tiempo probable que durará el debate. Tal
análisis resulta oportuno en esta instancia a los efectos de optimizar los recursos de las partes y del tribunal.
Por las mismas razones, esta oportunidad puede ser propicia para evaluar cuánto tiempo durará la audiencia
de selección de jurados e, incluso, si excepcionalmente —por la complejidad y/o la duración estimada del
debate— deberá citarse a tal efecto a un número mayor de ciudadanos de acuerdo a lo previsto por el artículo
338 ter inciso 8 párrafo 1 CPP (conforme Ley provincial 14.589).
IV.2. Conformación del jurado. La audiencia de voirdire.
El artículo 338 ter CPP (conforme Ley 14.589) contempla detalladamente el procedimiento a seguir para la
conformación de un listado oficial —con vigencia anual— de personas en condiciones de ser jurados (19).
Ya ante un caso concreto, dentro de los cuarenta días anteriores al inicio del juicio y previa notificación a las
partes, la oficina judicial respectiva procederá a sortear 48 personas del listado oficial, que serán convocadas a
la audiencia de selección de jurados, comúnmente conocida como audiencia de voirdire (artículo 338 ter inciso
8 CPP).
Se considera que el juicio comienza con esta audiencia (regulada por el artículo 338 quater), tan novedosa
en nuestro ámbito como relevante en miras a garantizar la imparcialidad del juzgador (20). Como veremos, es
indispensable que cada parte concurra con preparación suficiente, buscando lograr una conformación acorde a
su estrategia.
Análisis de impedimentos. Excusación. Sintetizando, esta etapa se desarrollaría del siguiente modo: primero
se verificará que ninguno de los citados esté comprendido por alguno de los impedimentos enumerados en el
artículo 338 bis inciso 3 CPP (inciso 1) y luego se les harán conocer los motivos de excusación preguntando si
alguno de los presentes encuadra en alguno de esos supuestos: "Serán motivos especiales de excusación... haber
actuado como miembro de un jurado en los últimos tres años... [o] tener un impedimento o motivo legítimo de
excusación, que será valorado por el juez con criterio restrictivo" (inciso 2) (21).
Seguidamente comenzará el proceso de recusaciones, a cargo de las partes.
Recusación con causa. Tal como acontece en cualquier juicio tradicional, las partes pueden intentar
recusaciones con expresión de causa (inciso 3).
El segundo y tercer párrafos de ese inciso enuncian:
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"Las causales de recusación estarán sujetas a las reglas que rigen las condiciones e impedimentos para serlo,
y a las determinaciones del artículo 47 con especial dirección a velar por la imparcialidad y la independencia,
procurándose excluir a aquellos que hubieran manifestado preopiniones sustanciales respecto del caso o que
tuvieran interés en el resultado del juicio, o sentimientos de afecto u odio hacia las partes o sus letrados.
Las recusaciones con causa no podrán estar basadas en motivos discriminatorios de ninguna clase"(22).
A la luz de la claridad de los párrafos transcriptos y de la familiaridad de este tipo de recusaciones frente a
nuestros sistemas tradicionales evitaremos desarrollar demasiadas aclaraciones.
Solo nos limitaremos a observar que la recusación con causa de un jurado potencial deberá ser —
obviamente— planteada al juez y por él decidida; esto es, el planteo —y su fundamentación— se dirigirá al
juez, quien no se sentirá "tocado" por la recusación. Esta circunstancia, puede sostenerse, torna menos
intrincado al planteo, que tendrá más chances de obtener favorable acogida —nótese la situación de desventaja
de quien debe plantear la recusación al recusado, como ocurre en nuestros sistemas tradicionales—.
Por lo demás, de no hacerse lugar a una recusación con causa la parte agraviada podrá formular protesta
para el recurso ante sentencia condenatoria. Nada obsta, asimismo, a que luego el litigante recuse sin causa a ese
ciudadano.
Recusación sin causa. Una auténtica revolución que el sistema introduce, fundamental en miras a la
conformación de un jurado imparcial —como veremos—, consiste en otorgar a las partes un número limitado de
recusaciones sin necesidad de expresión de causa (inciso 4); en efecto, cada parte —alternadamente,
comenzando por la acusación— podrá recusar "sin causa" hasta a cuatro potenciales jurados (23) que, a su
criterio, resulten estratégicamente inconvenientes frente al caso.
Cuando un jurado sea recusado en función de esta modalidad deberá ser excluido sin más y de ningún modo
podrá actuar en el juicio. Aquí "nada hay que resolver"(24).
Interrogatorio a los potenciales jurados. A los efectos de reunir la información necesaria para efectuar las
referidas recusaciones (con o sin causa), las partes podrán interrogar —bajo las reglas del examen y
contraexamen a testigos— a los potenciales jurados, que contestarán bajo juramento de decir verdad (25). No
perteneciendo estos ciudadanos a una u otra parte, claro está, las preguntas sugestivas —prohibidas en un
interrogatorio, pero propias de un contrainterrogatorio— deberán ser permitidas en todos los casos.
Es oportuno aclarar que, en esta instancia, las partes no conocerán las identidades de los asistentes (articulo
338 ter inciso 8 párrafo 4 y 5 CPP). El lector se preguntará cómo, entonces, podrá evaluarse la necesidad de
recusación; pues bien, ello requiere cierto manejo de técnicas muy sencillas que rápidamente iremos
incorporando.
En algunos países suele considerarse como una buena práctica, en miras a la agilización de esta audiencia,
que en forma previa (26) las partes consensúen con el juez la confección de un formulario que incluya un listado
de preguntas básicas y sencillas para que los candidatos —identificados por número— completen a modo de
declaración jurada, evitando que los puntos allí interrogados sean sistemática e innecesariamente repetidos
luego, ahorrando un tiempo valioso. Ese formulario puede ser suministrado a las partes momentos antes del
comienzo de la audiencia de voirdire, o bien puede ser remitido junto a la convocatoria para asistir a esa
audiencia, indicando que debe ser completado obligatoriamente y con información verídica.
Datos que pueden resultar importantes para iniciar el proceso de evaluación de los candidatos —tales como
estado civil, edad, nivel educativo, profesión y ocupación propia y de los integrantes de su grupo familiar,
etcétera— podrán ser fácil y rápidamente reunidos por esa sencilla vía, para que durante la audiencia de
selección las partes puedan ir directo al punto enfocándose, desde el inicio, en los aspectos que consideren más
relevantes —siempre: conforme la teoría del caso—.
Desde ya, no existe un único método a emplear en esta audiencia. Sin embargo, puede ser útil seguir un
esquema previamente definido que, apuntando a un objetivo concreto, comience con preguntas generales

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dirigidas a la totalidad del panel haciendo foco, luego, en determinados candidatos concretos a través de
preguntas individuales (27).
Antes de continuar debe advertirse que los litigantes no podrán decidir quiénes quedarán dentro del jurado
sino, por el contrario, quiénes no quedarán: los recusados. Desde este punto de vista podríamos sostener que, a
mayor rigor literal, la denominada "audiencia de selección" de jurados es antes bien una "audiencia de
depuración".
No se trata de una cuestión meramente semántica. Lo advertido resulta esencial para que quede claro el
objetivo de esta etapa: el litigante no concurre a la audiencia de voirdire buscando a los jurados que le
convienen sino que, desde el ángulo inverso, concurre para expulsar a quienes puedan resultar perjudiciales para
su teoría del caso.
Aclarado ello es oportuno subrayar que, para determinar si una persona puede ser potencialmente
perjudicial, el litigante deberá conocer su posición respecto de cuestiones centrales que tendrán decisiva
influencia en el caso concreto; conociendo su "teoría del caso" advertirá sin problemas qué posición —
prejuicios, creencias, compromisos ideológicos, etcétera (28)— implicará ese riesgo (29).
Un ejemplo: imaginemos el juicio por homicidio calificado a una mujer acusada de matar a su marido, de
quien recibía permanentes y violentos maltratos; supongamos, también, que se debate si el hecho ocurrió en
legítima defensa; la defensa entenderá que deberá detectar y expulsar del jurado a todo el que tienda a
minimizar la gravedad de la violencia de género ya que esas personas —parecería— tenderán a restarle
importancia al entorno de violencia cotidiana vivido por la imputada y será más difícil que logren ver en el
homicidio un acto de defensa; a contrario, la fiscalía podrá entender que deberá hacer lo propio respecto de
quien solo se enfocará en repudiar los actos de violencia hacia la mujer y no podrá evaluar fríamente lo que
sucedió durante el hecho concreto.
Podremos darnos cuenta que si cada parte hace bien su trabajo se habrán eliminado las posiciones extremas
—esto es, aquellas contundentemente desfavorables a una postura o a la opuesta— y, en consecuencia, quedarán
disponibles para integrar el jurado solo aquellas personas menos radicalizadas y, por lo tanto, en mejores
condiciones de evaluar imparcialmente el hecho enjuiciado. Es por ello que este proceso bilateral de recusación
tiende a consagrar, mejor que cualquier otro sistema conocido, la deseada imparcialidad del juzgador.
Integración final. Finalizada la etapa de recusaciones, esto es, resueltas las recusaciones con causa que
hubieren sido planteadas y materializadas las recusaciones sin causa, se establecerá la integración definitiva del
panel de jurados, definiendo por sorteo entre los candidatos restantes a los doce titulares y a los seis suplentes,
que presenciarán el juicio (artículo 338 quater inciso 5) (30).
IV.3. Inicio del debate: las instrucciones iniciales.
A partir de aquí se procederá a la apertura del debate (artículo 342 bis CPP) y el juez impartirá sus primeras
instrucciones al jurado (31).
Las instrucciones impartidas en esta ocasión son muy sencillas: "les dirá que, a partir de ese momento,
quedan afectados formalmente al juicio... les ordenará que no hablen del caso con nadie, ni siquiera entre ellos,
que no emitan opinión alguna sobre él y les prohibirá de allí en adelante cualquier tipo de contacto con las
partes"(32).
IV.4. Protagonismo de las partes: producción de prueba y alegatos.
Alegatos de apertura. Al comenzar el juicio el jurado no conoce el caso, es un lienzo en blanco que irá
describiendo formas y tomando color a través de la actividad de las partes en el proceso contradictorio.
El alegato de apertura, pues, es el momento destinado a que cada litigante presente su caso al jurado,
trazando de un modo sencillo el bosquejo de su teoría del caso. En otras palabras, en este momento el litigante
explicará con claridad su versión de los hechos con su correspondiente relevancia jurídica, efectuará una
promesa de prueba y sugerirá una conclusión: veredicto de culpabilidad o no culpabilidad. Con ello se procurará
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que los miembros del jurado aprecien la actividad probatoria desde el punto de vista sugerido; logrando eso, se
arribará al veredicto buscado (33).
Producción de prueba. Junto al juicio por jurados se establecen —y no podía ser de otro modo— reglas que
permiten el pleno ejercicio del principio contradictorio ya desarrollado.
Esas nueva reglas implican un cambio de paradigma en lo relativo a la producción y valoración de la prueba,
reflejado en los recaudos legales adoptados para que el jurado no tome contacto con otros elementos más que
con las pruebas producidas durante el juicio (artículo 342 bis incisos 5 a 8) y, fundamentalmente, en la
regulación expresa, específica y diferenciada del modo en que debe llevarse a cabo un interrogatorio y un
contrainterrogatorio a testigos, peritos e intérpretes.
Desde la sanción de la ley se ha eliminado del artículo 101 CPP la prohibición de realizar preguntas
sugestivas y ese cuadro se complementa con la incorporación del artículo 342 bis inciso 4:
"Los testigos... Serán interrogados primeramente en examen directo por la parte que los propuso, quien no
podrá efectuar preguntas sugestivas ni indicativas.
Seguidamente quedarán sujetos al contraexamen de las otras partes intervinientes, quienes podrán efectuar
preguntas sugestivas.
En ningún caso se admitirán preguntas engañosas, repetitivas, ambiguas o destinadas a coaccionar
ilegítimamente al testigo o perito"
He allí una clara diferenciación de estos dos momentos opuestos: el interrogatorio de una parte a su testigo y
el contrainterrogatorio de la contraparte a ese mismo testigo. Mientras la primera busca introducir al juicio
información favorable a su teoría del caso —valiéndose únicamente de preguntas abiertas y cerradas—, la
segunda busca "traer a la luz la parte de la información que el testigo ocultó, la que falseó, la que brindó
parcialmente o la que tergiversó"(34)—y ello solo puede lograrse a través de preguntas sugestivas—.
El cambio de paradigma señalado se completa con la regulación de las objeciones y sus réplicas (inciso 4
párrafo 5) y del modo en que puede confrontarse a un testigo con sus declaraciones previas para demostrar o
superar contradicciones o para ayudar su memoria (párrafo 6) y, finalmente, con la prohibición expresa a jueces
y jurados de formular preguntas a testigos (párrafo 9).
No ahondaremos en honor a la brevedad, considerando que este trabajo se propone —simplemente—
esbozar lineamientos generales para la comprensión del funcionamiento del juicio por jurados bonaerense; solo
es pertinente sugerir al lector perfeccionarse en las técnicas de litigio en procesos acusatorios, profundizando los
puntos escuetamente reseñados (35).
Alegatos finales. Para este momento el jurado ya conoce el caso, el lienzo que estaba en blanco al momento
de los alegatos de apertura ya cuenta con un dibujo definido y coloreado en función del juego contradictorio
llevado a cabo durante la actividad probatoria de las partes. Resta al litigante efectuar una última intervención:
el alegato final.
Deberá explicar con claridad al jurado por qué su versión de los hechos ha sido probada —en cumplimiento
de la promesa de prueba inicial— y por lo tanto debe ser considerada verídica, sugiriendo la conclusión
consecuente: veredicto de culpabilidad o no culpabilidad (36).
IV.5. Cierre del debate: las instrucciones finales.
Finalizado el juego contradictorio, en forma previa a la deliberación, corresponderá al juez brindar al jurado
las instrucciones finales correspondientes (artículo 371 bis CPP). Deberá hacerlo, desde luego, en términos
claros y sencillos de modo que puedan ser fácilmente comprendidas por cualquier ciudadano (37).
Estructura. Las instrucciones finales deberán abordar los siguientes puntos (artículo 371 ter inciso 1
CPP): (a) explicación de la función del jurado —valorar la prueba, determinar los hechos, acatar las
instrucciones del juez sobre el derecho y, finalmente, rendir un veredicto aplicando el derecho a los
hechos probados—; (b) qué es prueba y qué no lo es —se explicará al jurado que solo es prueba válida la
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que ha sido producida en el juicio y que no podrá valorarse nada por fuera de ella—; (c) instrucciones
sobre derechos y garantías constitucionales —básicamente: estado jurídico de inocencia, derecho a no
declarar, in dubio pro reo y onusprobandi—; (d) valoración de la prueba —íntima convicción, valoración
de credibilidad, diferencias entre pruebas directas y circunstanciales, etcétera—; (e) explicación del
derecho sustantivo aplicable —básicamente: elementos del delito imputado por la acusación, defensas,
delitos menores incluidos (38) y propuestas de veredicto—; (f) instrucción admonitoria —decidir el
veredicto es responsabilidad exclusiva del jurado, que no debe recibir la más mínima influencia del
juez—; (g) formulario de veredicto —cómo completar el formulario que se entregará, conteniendo las
propuestas de veredicto de las partes—; y, (h) reglas para la deliberación —elección de un presidente,
mayorías necesarias para arribar a un veredicto, prohibición de comentar el caso con terceros, etcétera—
(39).
Elaboración de las instrucciones. Los jueces, en todos los países del mundo, se valen de modelos estándar de
instrucciones previamente confeccionados denominados "manuales de instrucciones"(40). Sin dudas, la
comunidad jurídica bonaerense se irá encargando de confeccionarlos (41). Sería deseable, incluso, la adopción
de un modelo estándar por parte de la Suprema Corte de Justicia.
Es pertinente aclarar, sin embargo, que si bien este tipo de manuales tienen una enorme utilidad en tanto
servirán de base para la elaboración de las instrucciones a impartir en cada caso concreto, jamás podrán ser
vinculantes para los jueces que siempre tendrán la palabra final en función del principio de independencia
interna.
Para la definición de esas instrucciones en el caso concreto, "una vez clausurado el debate, el juez invitará a
los jurados a retirarse de la sala y celebrará una audiencia con los abogados de las partes a fin de que presenten
sus propuestas para la elaboración de las instrucciones redactadas en un lenguaje claro y sencillo" (artículo 371
bis párrafo primero CPP).
De tal modo, las instrucciones finales serán el producto de un intenso debate entre las partes —de gran tenor
jurídico— y por lo tanto esta es otra etapa que cada litigante deberá afrontar estratégicamente. Aquí se discutirá,
entonces, el modo en que el juez explicará al jurado cada uno de los puntos que integrarán las instrucciones —
reseñados párrafos atrás—; estas definiciones tendrán un peso crítico respecto del veredicto final —por ejemplo,
un veredicto por delito tentado o consumado dependerá del modo en que el juez explique al jurado cuál es el
momento consumativo del tipo penal imputado—.
Cada parte efectuará sus propuestas y el juez tomará la decisión final; "las partes dejarán constancia de sus
disidencias u oposiciones... para el caso de impugnación de la sentencia" (párrafos tercero y cuarto). Tras
señalar que "el juez escucha a las partes, pero el contenido final de las instrucciones lo decide él", Harfuch
reflexiona:
"Es el perfecto ejemplo gráfico de la relación juez—jurado. El juicio por jurados es un modo de
colaboración entre el Pueblo y la justicia profesional... la autoridad del juez para imponer una pena deriva
íntegramente del veredicto del jurado. Pero, a su vez, la autoridad de dicho veredicto la obtiene el jurado de las
instrucciones precisas del juez profesional sobre cómo se aplica la ley a los hechos del caso concreto"(42).
El debate descripto se repetirá "si durante la deliberación los integrantes del jurado tuviesen dudas sobre el
alcance de las instrucciones, en cualquiera de sus aspectos" (artículo 371 ter inciso 2). En tal caso, "lo harán
saber al juez por escrito" quien deberá reunir nuevamente a las partes en audiencia y, una vez definida la
aclaración pertinente, convocará al jurado para su lectura.
Para finalizar, el último párrafo del artículo 371 bis establece que "los abogados anticiparán antes del juicio
sus propuestas de instrucciones, presentándolas por escrito, entregando copia al juez y los abogados de las
demás partes". Esto tiene como objetivo agilizar el proceso.

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Dada la importancia que la "teoría jurídica" tiene para la "teoría del caso" —es una de sus tres patas: al caer
la primera se desplomará la segunda—, para evitar el riesgo de estructurar toda una estrategia sobre
presupuestos jurídicos que podrán terminar cayendo ante una interpretación judicial adversa, creemos
aconsejable que las partes debatan las cuestiones jurídicas clave también en forma previa, para que el juez
anticipe su interpretación —debe advertirse que, tratándose de una cuestión netamente jurídica, la decisión del
juez sobre el punto no depende de lo acontecido durante la audiencia de debate que se enfocará en probar
hechos—; una buena oportunidad para esto, tal vez, sería la audiencia de preparación del debate contemplada en
el artículo 338 —si bien no está expresamente regulado nada lo impide y el cuarto párrafo del artículo 371 bis
brinda las bases para ello—.
IV.6. La decisión del jurado: deliberación y veredicto resultante.
Habiendo apreciado la totalidad de la prueba producida, escuchado a las partes y recibido las instrucciones
del juez, el jurado estará ya en condiciones de pasar a deliberar (43) y así deberá hacerlo (artículo 371 ter inciso
2 primer párrafo CPP) "en sesión secreta y continua en la que únicamente deberán estar la totalidad de sus
miembros titulares" —el ingreso de cualquier otra persona al recinto de deliberación acarreará la nulidad del
veredicto—. La votación también será secreta.
Una vez en el recinto aislado elegirán a su presidente y comenzarán a deliberar. Esto es, cada miembro —
con su propia historia de vida— expondrá sus inquietudes, puntos de vista, observaciones y conclusiones y
debatirá con los restantes hasta alcanzar los consensos necesarios (44).
Es evidente que el sistema asegura una real y fuerte deliberación plural, que garantizará una decisión de
superior calidad (45); la íntima convicción de cada jurado deberá confrontarse con las íntimas convicciones de
los otros once integrantes, es decir, deberá ser debatida y consensuada conforme a las mayorías exigidas para
arribar al veredicto, en lo que constituye un proceso de objetivación de las subjetividades individuales.
Tal como lo dispone el artículo 371 quater inciso 1:
"El veredicto deberá versar, respecto de cada hecho y de cada acusado, sobre lo atinente a: a) La existencia
del hecho en que se sustenta la acusación. b) La eventual participación del o de los imputados en el mismo"
Si se resolviera negativamente la primera cuestión ya no se tratará la segunda y el veredicto será de "no
culpabilidad"; lo mismo ocurrirá de responderse afirmativamente a la primera pero negativamente a la segunda.
De responderse afirmativamente a ambas, el veredicto será de "culpabilidad"(46).
Como fuera ya adelantado, para arribar a un veredicto de culpabilidad deberán alcanzar la unanimidad en
casos de delitos que contemplen penas de prisión o reclusión perpetua o diez votos (de los doce) para el resto de
los casos. Opuestamente, se arribará a un veredicto de no culpabilidad en caso de no superarse los ocho votos
por la condena—(47).
Para pronunciar el veredicto deberá darse cumplimiento al procedimiento contemplado por el inciso 6 del
artículo 371 quater y allí finalizará la intervención de los jurados.
IV.7. Consecuencias del veredicto de culpabilidad: la cesura de juicio.
"Cuando el veredicto fuera de no culpabilidad, se ordenará la inmediata libertad del imputado y la cesación
de las restricciones impuestas..." (artículo 371 quater inciso 4).
Si, en cambio, el veredicto fuera de culpabilidad, se llevará a cabo una audiencia de cesura del juicio
obligatoria con la exclusiva intervención del juez (artículo 372 CPP), a los efectos de determinar las
consecuencias de dicho veredicto (48), esto es, para debatir la pena correspondiente. "Las partes podrán solicitar
al juez un máximo de cinco días luego del veredicto, para ofrecer nuevas pruebas a fin de fijar la pena o la
medida de seguridad. En este acto se fijarán la fecha y la hora para la culminación del juicio" (párrafo segundo
in fine).
IV.8. Etapa recursiva.

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Fin de la bilateralidad recursiva. La nueva redacción del artículo 450 CPP contempla "el recurso de casación
contra las sentencias condenatorias dictadas en juicio por jurados", ello se complementa con los términos de los
artículos 20 inciso 3 —competencia del Tribunal de Casación—, 454 inciso 1 —recurso del imputado o su
defensor—, 371 quater inciso 7 primer párrafo —recurso contra sentencia condenatoria— y 448 bis —recurso
en el juicio por jurados—. A la vez, la nueva redacción del artículo 452 establece que "en el procedimiento de
juicio por jurados, el Ministerio Público Fiscal carece de legitimación para recurrir" y el artículo 371 quater
inciso 7 segundo párrafo establece que "la sentencia absolutoria derivada del veredicto de no culpabilidad del
jurado es irrecurrible".
La ley pone fin, de esta manera, a la tan añeja como inconstitucional bilateralidad recursiva que la herencia
inquisitiva hispánica ha arraigado en Argentina.
En los sistemas acusatorios —propios de un Estado constitucional, republicano y democrático de derecho—
el recurso es concebido como una garantía del acusado para minimizar las posibilidades de arbitrariedad (49) y,
por lo tanto, solo él puede ejercerlo —incluso, en función de otra garantía constitucional: el ne bis in idem, que
prohíbe al Estado someter a una persona dos veces al riesgo de recibir una condena por un mismo hecho (50)—.
Desde un ángulo completamente dispar, en los sistemas inquisitivos —propios de estados autoritarios de
derecho— el recurso deriva del derecho del rey a retomar la jurisdicción delegada en el funcionario —
Inquisidor—, pudiendo hacerlo ante cualquier tipo de pronunciamiento—he aquí el origen de la atávica
"bilateralidad"—.
Sucede que —al menos en materia judicial y pese al esfuerzo rupturista de los Constituyentes— a Argentina
le cuesta cortar, de una vez por todas, los siniestros lazos que la unen a la tradición inquisitiva heredada cuando
aún era una colonia española; la ley de jurados bonaerense es, también desde este ángulo, un avance
revolucionariamente alentador (51).
Recurso amplio de la defensa. Como veremos, se mantiene incólume la amplitud recursiva de la defensa
contra la sentencia condenatoria derivada de un veredicto de culpabilidad que "en cuanto al fondo conceptual y
a las materias de agravio, no difiere en absoluto con el recurso tradicional con jueces profesionales", sino que
las diferencias radican en la metodología para litigarlo (52).
El veredicto, en tanto convicción subjetiva imposible de auditar, es irrecurrible y así lo establece la ley —lo
contrario sería antinatural (53)—, pero puede cuestionarse su validez de entenderse que estuvo viciado por
cualquiera de los motivos de agravio que comúnmente dan lugar a un recurso de casación.
Derecho al recurso y veredicto inmotivado. Sin pretensión de ahondar aquí en un tema tan extenso como el
del derecho al recurso frente al veredicto inmotivado del jurado (54), es pertinente dejar a salvo que la revisión
amplia exigida por los artículos 8.2.h CADH y 14.5 PIDCyP—y por los fallos "Herrera Ulloa" de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y "Casal" de la Corte Suprema nacional (55)— es perfectamente
plausible ante un juicio de este tipo.
De inicio debe aclararse que la amplitud requerida para la satisfacción del derecho al "doble conforme" no
implica, en sí misma, la necesidad de realización de un nuevo juicio, sino antes bien el derecho a demostrar la
necesidad de su realización —reenvío—, a través de una vía recursiva amplia, cuando la sentencia condenatoria
no pueda ser confirmada como intachable (56).
Aclarado ello, es pertinente sintetizar las principales posibilidades revisoras previstas por el ordenamiento
procesal para los casos de juicios por jurados; en función de los artículos 448, 448 bis y 449 puede efectuarse un
amplio control en el recurso: (i) del cumplimiento de las reglas procesales —es decir, del respeto del "debido
proceso"—: conformación del jurado, admisibilidad y producción de prueba, etcétera; (ii) del contenido de los
medios de prueba ingresados durante el juicio a través de grabaciones en audio y/o video (57)—obligatorio
conforme a la ley (artículo 370 segundo párrafo)—; (iii) del significado que se da a las reglas del derecho
sustantivo a través de las instrucciones que el juez imparte al jurado; (iv) del comportamiento de los jurados
durante la audiencia de selección, el juicio o la deliberación —por ejemplo, si se comprueba que algún miembro
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mintió durante el voirdire, mantuvo algún contacto prohibido, abandonó el recinto durante la deliberación,
etcétera—; (v) del comportamiento del juez o del fiscal —por ejemplo, si se deja que el jurado escuche alguna
incidencia entre las partes, se les suministra el expediente escrito o se le les hace llegar información en forma
irregular—; y, (vi) de los supuestos enumerados en el artículo 449. Además, el nuevo paradigma de
sustanciación del litigio en materia recursiva que el sistema trae aparejado perfectamente podría apoyarse en la
posibilidad de producción de prueba frente al tribunal del recurso.
Es pertinente enfatizar que desde el punto de vista de la revisión de las cuestiones fácticas y probatorias,
entonces, la inmotivación exige al tribunal controlador valorar directamente la prueba producida durante el
juicio —a través de los registros de audio y/o video— e incluso, eventualmente, producir nueva prueba (58).
Esta manera de concebir al recurso, cabe aclarar, enaltece su función de filtro contra posibles
arbitrariedades. Así lo advertía con formidable claridad Binder en referencia a la doctrina "Herrera Ulloa":
"Es simplemente que las partes van a ir a litigar con las condiciones del litigio, con las restricciones del
litigio y con los límites del litigio... Nada más que no estarán limitadas en los medios que puedan utilizar para
convencer que la decisión es errónea y esto, esta amplitud, está siempre vinculada a que es un fallo de nulidad.
Es un fallo que dirá "sí, me convencieron o me dejaron a mí la duda de que este fallo puede ser erróneo: vayan y
háganlo de nuevo".
Vinculado estrechamente, directamente, ineludiblemente, al reenvío —como yo creo que hay que interpretar
Herrera Ulloa...— no veo cuál sería la dificultad que esto mismo se pudiera hacer respecto de los jurados. Al
contrario, justamente el peso que había antes en la motivación ahora cae, porque uno puede saltarse la
motivación e ir a mostrar que la valoración que se hizo es errónea o, por lo menos, ir a generar dudas en el
tribunal que controla"(59).
V. Sintético final
Se ha efectuado un apretadísimo repaso de los principales actos —o etapas— que integran el sistema de
juicio por jurados incorporado al Código Procesal Penal de la Provincia de Buenos Aires a través de la sanción
de la Ley 14.543 y su modificatoria, Ley 14.589. En ese transcurso se han ido abordando escuetamente algunos
lineamientos a tener en cuenta para litigarlos con éxito, en procura del objetivo propuesto: un veredicto acorde a
la estrategia planeada. Si cada parte cumple adecuadamente su rol, el resultado será un proceso —y por lo tanto,
una decisión final— de calidad superior.
El sistema está vigente. Los abogados bonaerenses tenemos, ahora, la enorme responsabilidad de ponerlo en
marcha con éxito (60).
Si hacemos bien nuestro trabajo, confío, en breve pasará de ser una curiosa novedad a ser el orgullo de los
bonaerenses y una inspiración para el resto del país.
(1) HENDLER, Edmundo S., El juicio por jurados. Significados, genealogías, incógnitas, Buenos Aires,
Editores Del Puerto, 2006, p. 87.

(2) MAIER, Julio B. J., Delitos de lesa humanidad, de funcionarios públicos y sistema judicial en materia
penal, p. 6, disponible en: http://www.juicioporjurados.org/2013/10/doctrina-ponencia-inedita-del-prof-dr.html

(3) Artículos 24, 75 inciso 12 y 118.

(4) PENNA, Cristian D., Juicio por jurados en Argentina, historia de cuestionamientos falaces, en Revista
de Derecho Penal y Criminología, Año III Número 8 (Septiembre 2013), La Ley, ps. 235 a 251; allí puede
accederse a una recopilación y análisis crítico de cuestionamientos habituales al jurado. MITTERMAIER. J. A.,
Tratado de la prueba en materia criminal..., 10ª edición, Madrid, Reus, 1979, ps. 100 a 102, efectúa una

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enumeración de objeciones advirtiendo que "los adversarios del Jurado hayan encontrado pocos medios para
atacarle con seriedad" y concluyendo: "He aquí las objeciones en toda su fuerza. No creemos que sean capaces
de arrastrar la opinión del observador atento y sagaz, porque conducen en definitiva al error; y lo que tienen de
especiosos debe sólo excitarnos a examinar con más detención si los vicios de que se acusa al Jurado son
inherentes a su naturaleza o resultado de su organización defectuosa en ciertos países; si esta institución lleva en
sí misma garantías importantes que no podrían encontrarse en las jurisdicciones regulares, y si no es más propia
que cualquiera otra para conciliar la pública confianza con la equidad de las sentencias. No; no puede negarse
por un solo momento la ventaja de semejantes garantías".

(5) Neuquén ha implementado, este mismo año, un sistema de juicio por jurados similar bonaerense —ya se
han llevado a cabo los primeros tres juicios bajo esta modalidad en forma exitosa— y Córdoba ha realizado
cientos de juicios por jurados bajo un modelo escabinado desde su implementación en 2005. Además, son
muchas las jurisdicciones en que la implementación del sistema parece inminente: Chubut, Río Negro y Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, entre otras, y también —con algo de suerte— el sistema federal argentino.

(6) Para un abordaje de mayor profundidad sobre el tema se recomienda consultar la exhaustiva obra de
HARFUCH, Andrés, El juicio por jurados en la provincia de Buenos Aires. Ley provincial 14.543 anotada y
comentada. El modelo de jurado clásico, Buenos Aires, Ad Hoc, 2013.

(7) Se trata, simplemente, de una decisión política y nada obsta a que luego se vaya ampliando el catálogo
de delitos a ser juzgados por jurados.

(8) HARFUCH, cit., ps. 136 y 137.

(9) Una cuestión que, por exceder los objetivos del trabajo, será aquí dejada de lado pero resulta útil dejar
planteada: es tan inconstitucional como asistemático el último párrafo del nuevo artículo 22 bis CPP en tanto
establece que en caso de existir pluralidad de imputados la renuncia de uno de ellos determinará la integración
de un Tribunal profesional; es inconstitucional ya que, siendo el juicio de pares una garantía individual —
contemplada en la parte dogmática de la Constitución: artículo 24—, la renuncia al sistema es una decisión
exclusivamente personal y cuando un imputado no la haya efectuado en forma expresa no podrá sustraérselo del
jurado, que será su juez natural, sin importar las decisiones de otros imputados; es asistemático porque no puede
compatibilizarse esa regla con el celo con que la ley procura que el juez deba velar, en cada caso de renuncia,
por que el imputado comprenda acabadamente las consecuencias de la decisión; antes bien, la regla debería
haber sido la inversa, requiriéndose la renuncia expresa de todos los imputados; en todo caso, deberían
efectuarse juicios separados.

(10) O de tipo anglosajón. En Argentina, un sistema similar ha adoptado Neuquén. Córdoba, en tanto,
cuenta con un modelo denominado escabinado, en el que los ciudadanos legos deliberan y arriban al veredicto
pertinente en forma conjunta con jueces profesionales; para ahondar sobre la superioridad del modelo clásico
por sobre el escabinado—a ojos del autor— ver: PENNA, Juicio por jurados..., cit., ps. 250 a 251.

(11) Artículo 1 inciso 10 Ley 5827 —Orgánica del Poder Judicial— conforme al artículo 3 Ley 14.543: "La
administración de justicia en la Provincia será ejercida por: ... 10. El Tribunal de jurados".

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(12) En palabras del maestro MAIER, Delitos de lesa humanidad..., cit., p. 7.

(13) Se trata del método dialéctico, empleado por las ciencias en general para la aceptación o refutación de
una hipótesis.

(14) A diferencia de lo que sucede en un proceso de raíces inquisitivas (aun cuando esas raíces permanecen
solo en las mentes de los operadores), en que el investigador —que se confunde con el decisor— procura la
autocomprobación de la hipótesis delictiva y, frente a ello, la defensa solo es considerada como un obstáculo a
ese cometido. Para mayor profundidad sobre las diferencias entre procesos antagónicos de determinación de la
verdad y, puntualmente, sobre el funcionamiento del sistema contradictorio en un proceso de partes ver el
brillante trabajo de BOVINO, Alberto, Ingeniería de la verdad. Procedimiento penal comparado, en Revista
Pensamiento Penal, edición N° 169, 05/05/14, disponible en:
http://www.pensamientopenal.com.ar/articulos/ingenieria-verdad-proceso-penal-comparado.

(15) Para mayor profundidad sobre el tema "teoría del caso": LORENZO, Leticia, Manual de litigación,
Buenos Aires, Ediciones Didot, 2012, ps. 135 a 154.

(16) Advierte HARFUCH, cit., p. 107, que "es allí donde las partes comienzan a mostrar sus cartas y en
donde el juez tomará decisiones administrativas y judiciales de relevancia, muchas de las cuales serán fuente de
futuros recursos...".

(17) Correspondería a la Suprema Corte de Justicia determinar cuál será esa "Oficina Judicial".

(18) HARFUCH, cit., p. 109. Las estipulaciones probatorias, vale aclarar, podrán acordarse también durante
el juicio (artículo 342 bis inciso 4 CPP).

(19) A modo de sintético resumen —la sola lectura del artículo brindará al lector mayor detalle—, cabe
explicar que, anualmente, el Ministerio de Justicia de la Provincia tendrá a su cargo confeccionar, en audiencia
pública, las listas de personas en condiciones de ser jurado —argentinos nativos o naturalizados que tengan
entre 21 y 75 años de edad, de acuerdo a los requisitos establecidos en el artículo 338 bis inciso 2 CPP—,
"discriminados por Departamento Judicial y por sexo, a razón de un jurado por cada mil electores masculinos y
femeninos" registrados en el padrón electoral (inciso 1). Para ello, se efectuará un sorteo a cargo de la Lotería de
la Provincia (inciso 2). Luego de un proceso general de depuración (regulado en los incisos 3 y 4), tendiente a
descartar a quienes tengan alguno de los impedimentos del artículo 338 bis inciso 3 CPP -v. gr., abogados,
procuradores y escribanos, miembros de fuerzas de seguridad, funcionarios judiciales, ministros de cultos
religiosos, etcétera, también quienes no sepan leer y escribir o no cuenten con las facultades psíquicas o físicas
necesarias-, quedarán definitivamente confeccionados los listados oficiales de potenciales jurados de cada
Departamento Judicial, que serán remitidos a la Suprema Corte de Justicia y publicados en el Boletín Oficial a
los efectos de permitir observaciones de parte de cualquier ciudadano (inciso 5). Ese listado tendrá vigencia
hasta el 31 de diciembre del año siguiente al de su conformación.

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(20) Podría decirse que esta audiencia explica la noble virtud característica del jurado anglosajón al
despertar, al mismo tiempo, la confianza del imputado y de la sociedad; tanto el imputado como la sociedad —
representada por la fiscalía— intervienen decisivamente en su conformación. NICORA, Guillermo, Selección
de jurados desde cero..., en Revista Pensamiento Penal, edición N° 165, 03/03/14, disponible en:
http://pensamientopenal.com.ar/articulos/seleccion-jurados-desde-cero-una-primera-mirada-sobre-nuevas-
destrezas-litigio-0, afirma que esta audiencia "está directamente vinculada a la que podríamos llamar la primera
garantía del juicio: procurar que en concreto y no de manera abstracta, cada caso tenga un tribunal competente,
independiente e imparcial" (p. 1).

(21) Aporta contenido, basado en derecho comparado, para cerrar esta cláusula de excusas HARFUCH, cit.,
p. 170.

(22) Amén de las restantes causales de recusación específicas, será aconsejable tener muy presente la
posibilidad abierta enunciada en el artículo 47 inciso 13 CPP: "si mediaren circunstancias que, por su gravedad,
afecten su independencia e imparcialidad".

(23) Un tema aparte es el rebuscado proceso previsto por la ley para las recusaciones sin causa en caso de
pluralidad de acusados y/o de acusadores (inciso 4 párrafos 3 a 5). Solo se aclarará que, a criterio del autor, no
es la solución que aparece como más conveniente. No se ahondará sobre el tema.

(24) NICORA, cit., p. 6.

(25) En caso de detectar que una persona que finalmente terminó integrando el jurado mintió en esta
audiencia sobre una circunstancia que se acredite como relevante, la parte agraviada podrá pedir la nulidad del
juicio —solo en caso de condena, como luego veremos—, argumentando que su incorporación habría
contaminado la deliberación.

(26) Una buena oportunidad para definirlo es la ya analizada audiencia preliminar del artículo 338 CPP.

(27) Puede comenzarse efectuando preguntas generales tendientes a identificar a quienes se encuentren en
la posición definida como perjudicial, para luego hacer foco en cada una de esas personas a través de preguntas
individuales. Es aconsejable que las primeras preguntas individuales sean abiertas, dejando hablar al candidato
para obtener la mayor información posible; una vez determinada su posición perjudicial, pueden cerrarse las
preguntas a los efectos de buscar motivos para fundar una recusación con causa —conforme artículo 338 quater
inciso 3—, cuidando a las únicas cuatro recusaciones sin causa disponibles.

(28) Recuérdese que todos los seres humanos traen consigo posiciones determinadas, sus propias
subjetividades, y es este sinceramiento de la condición humana lo que permite a las partes prepararse mejor para
litigar en tal contexto, logrando un proceso de mayor calidad.

(29) No es aconsejable definir valores múltiples y, por el contrario, lo mejor sería detectar un único valor a
descartar.

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(30) El panel, conforme a la ley bonaerense, "deberá quedar integrado, incluyendo los suplentes, por
hombres y mujeres en partes iguales" (inciso 6).

(31) Puede verse un ejemplo de instrucciones iniciales en: http://www.juicioporjurados.org/2013/09/video-


instrucciones-iniciales-del-juez.html

(32) Entre otras aclaraciones, conforme HARFUCH, cit., p. 176.

(33) Para mayor profundidad: HARFUCH, cit., ps. 183 a 185 y LORENZO, cit., ps. 161 a 169.

(34) HARFUCH, cit., p. 188.

(35) Para mayor profundidad: HARFUCH, cit., ps. 186 a 198 y LORENZO, cit., ps. 170 a 239.

(36) Para mayor profundidad sobre el modo de estructurar un alegato final: LORENZO, cit., ps. 241 a 244.
Por razones de brevedad, no se abordará la posibilidad y consecuencias de emplear acusaciones alternativas.

(37) HARFUCH, cit., p. 201, aclara que "el arte de impartir instrucciones es una combinación de tres
factores: claridad del lenguaje, corrección jurídica y un tiempo promedio de entre 20 y 40 minutos como
máximo".

(38) Por brevedad, no se tratará el modo de litigar acudiendo a instrucciones sobre delitos menores
incluidos y su relación con las acusaciones alternativas.

(39) Idem., ps. 200 a 249. Puede accederse a videos sobre instrucciones reales en:
http://www.juicioporjurados.org/2012/10/guia-de-instrucciones-del-juez-al-jurado.html

(40) Por ejemplo, puede accederse al Manual de instrucciones de Puerto Rico (consultado el 07/06/2014)
en: http://www.ramajudicial.pr/sistema/supremo/manual-instrucciones-al-jurado-mayo-2006.pdf

(41) El Colegio de Magistrados y Funcionarios de la Provincia de Buenos Aires ha elaborado y publicado


un manual de estas características: Manual de instrucciones al jurado. Ley 14.543, Buenos Aires, Hammurabi,
2014.

(42) HARFUCH, cit., p. 200.

(43) La deliberación no podrá durar más de dos días —prorrogables por igual término—, aunque lo habitual
es que se arribe a un veredicto luego de tan solo algunas horas.

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(44) La ley asigna en forma exclusiva al jurado la responsabilidad de decidir la "culpabilidad" o "no
culpabilidad" del justiciable (artículos 61 bis Ley Orgánica... y 371 ter inciso 2 y 371 quater CPP).

(45) La deliberación es prácticamente inexistente en el sistema tradicional argentino.

(46) Por exceder los alcances de este trabajo, se dejará aquí de lado la posibilidad de arribarse a un
veredicto de no culpabilidad por razones de inimputabilidad.

(47) En caso de alcanzarse nueve, diez u once votos por la condena sin alcanzar los doce en los delitos de
perpetua, o nueve sin alcanzar los diez en los restantes, el jurado se declarará estancado (artículo 371 quater
inciso 2), poniéndose en marcha un proceso que aquí no se analiza por exceder la profundidad pretendida para el
trabajo.

(48) La fórmula adolece de un problema al establecer que aquí "se determinará la calificación jurídica",
atento a que el juez no puede apartarse de la determinación de culpabilidad del jurado con respecto a una
acusación (conformada por hechos y por la calificación jurídica que ellos implican como un todo); el veredicto
es responsabilidad exclusiva del jurado. Debe efectuarse una interpretación sistemática y armónica de la norma
con la Constitución Nacional y con el resto del artículo 372 y con el 371 ter párrafo 3 CPP y en consecuencia
concluirse que en esta etapa "el juez confirmará la calificación jurídica a la que arribó el jurado en su veredicto
y les advertirá a las partes que el debate sobre la pena a imponer se circunscribirá a los hechos fijados de esa
manera por el veredicto del jurado". Desarrolla ampliamente este problema HARFUCH, cit., ps. 120 a 128.

(49) Conforme artículos 8.2.h de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) y 14.5 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCyP).

(50) Artículos 8.4 CADH y 14.7 PIDCyP.

(51) MAIER, Derecho Procesal Penal. Tomo I. Fundamentos, 2ª edición, Buenos Aires, Editores Del
Puerto, p. 632 a 647 y 705 a 717.

(52) HARFUCH, cit., ps. 307 y 308.

(53) Tampoco puede auditarse la subjetividad del juzgador profesional. El recurso de casación que se apoya
en los fundamentos manifestados por escrito solo es una ficción de revisión de la convicción subjetiva y su éxito
depende más de la capacidad argumentativa del juez —y/o sus colaboradores— que de la calidad de esa
decisión.

(54) Para ello: HARFUCH, cit., ps. 302 a 360.

(55) Corte IDH, caso "Herrera Ulloa vs. Costa Rica", 2/7/2004. CSJN, "Casal, Matías Eugenio y otro s/
robo simple en grado de tentativa", causa Nº 1681, 20/09/2005.

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(56) PENNA, Juicio por jurados..., cit. p. 240. A mayor profundidad: MAIER, Derecho Procesal Penal...,
cit., ps. 716 y 720. Se aconseja leer PENNA, Prejuicios y falsos conocimientos..., en Revista Pensamiento
Penal, edición N° 160, 03/10/13, disponible en: http://pensamientopenal.com.ar/articulos/prejuicios-falsos-
conocimientos-160-anos-cuestionamientos-al-juicio-jurados-argentina, ps. 12 a 13 (puntualmente: nota 38).

(57) SILVESTRONI, Mariano, Teoría constitucional del delito, 2ª edición, Buenos Aires, Editores Del
Puerto, 2007, ps. 147 y 148, señala que esta posibilidad permite satisfactoriamente la debida amplitud recursiva.

(58) Nótese la diferencia con lo que suele suceder con los recursos contra sentencias de jueces
profesionales, que se limitan a la mera revisión de los fundamentos escritos —que dependen de la capacidad
argumentativa del juez— y las actas del debate —que jamás reflejan fielmente la realidad— o, a lo sumo, de las
constancias del expediente —que no superaron el debido contradictorio en audiencia pública y no reflejan lo
sucedido en el juicio, al que preceden—.

(59) Conferencia durante el XXIII Congreso Nacional de Derecho Procesal, Mendoza, 22 al 24 de


septiembre de 2005. Video sobre la intervención disponible en: http://www.juicioporjurados.org/2012/06/video-
imperdible-conferencia-de-binder.html (desde 17.35 hasta 18.40).

(60) Tanto en rol de litigantes como de jueces. El éxito o el fracaso del sistema no dependerá de su calidad,
sino del profesionalismo de sus operadores.

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