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Citlali Marroquín
Secretaria General de Extensión
ISBN 978-607-7882-56-5
Invitación a la lectura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Gerardo Laveaga
Comisionado del Instituto Federal de Acceso
a la Información y Protección de Datos
Antonio Ingroia*
Antes de entrar en el tema, una premisa necesaria: Italia tiene una peculia-
ridad que la vuelve única en el panorama de países europeos de democracia
avanzada. Es el único país que ha tenido y tiene todavía un poder criminal
con las siguientes características:
1) Una historia multicolor a la espalda. Las organizaciones mafiosas
italianas tienen una historia muy antigua, cuyos orígenes se remontan al
menos al nacimiento de nuestro país y, por ende, hablamos de una historia
criminal de por lo menos 150 años.
2) Control del territorio. La fuerza de las organizaciones mafiosas italia-
nas está en la capacidad del control interno ejercido en territorio nacional,
así como el monopolio de la violencia estatal y de la misma soberanía del
Estado; un control que es total en el área de asentamiento de la mafia (Cosa
Nostra en Sicilia, ‘Ndrangheta en Calabria y Camorra en Campania), y
parcial en otras áreas del país, incluso en las regiones más ricas del norte
de Italia, donde desde hace años la mafia lava y reinvierte el dinero fruto de
todas las actividades ilícitas, y donde ha tenido un proceso de asentamiento
muy sólido.
3) Potencia militar del aparato violento intimidatorio de la mafia que se
proyecta al exterior del mundo criminal. Repetir cíclicamente una estrate-
gia de masacre y oponerse frontalmente al Estado mediante homicidios a
magistrados, policías, políticos, periodistas, empresarios, sacerdotes, médi-
cos y de cualquiera que se oponga o que no se pliegue al poder mafioso.