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Vencer el miedo.

Nutridas protestas recorren el mundo desde Chile hasta Francia en donde los “chalecos
amarillos” acaban de cumplir un año. En estas manifestaciones la represión estatal ha
desencadenado algunos episodios violentos, amplificados desde el poder para invisibilizar las
razones legitimas del descontento ciudadano.

En Colombia, una de las consecuencias del acuerdo de paz fue normalizar la agenda política de un
país traumatizado por más de medio siglo de conflicto interno. En los últimos años, la sociedad ha
venido encontrándose y movilizándose alrededor de demandas como salud y educación de calidad;
apoyo al campesinado; combate a la corrupción y la protección del medio ambiente; vale recordar
la multitudinaria marcha del 10/5 en Bucaramanga por el páramo de Santurban.

No obstante, el gobierno Duque que en lo que lleva no ha dado “pie con bola”, parece decidido a
desaprovechar la oportunidad que el paro nacional de hoy le da para conectarse con la gente. En
lugar de brindar plenas garantías al derecho a la protesta aplicando en casa sus lecciones de
democracia para los vecinos, el gobierno y los sectores que le son afines, erráticamente optaron por
presentarlo como una amenaza a la seguridad nacional, pavimentado el camino para eventuales
excesos de una fuerza pública que parece poco preparada para garantizar que los conflictos sociales
se diriman dentro de los cauces institucionales, como lo evidencian los criticados allanamientos a
medios alternativos y grupos culturales como el Cartel Urbano y La otra danza.

El desafío que tenemos quienes pacíficamente manifestaremos nuestro descontento con un


gobierno que ha sido un desastre en materia económica, de seguridad y ambiental; y que
internacionalmente, está sometido a un Trump asediado e impredecible, pasa por escapar del temor
que se ha venido alimentado todos estos días y de la trampa discusiva de quienes insisten en
presentar como vandalismo o vagabundería el ejercicio de la ciudadanía. Una sólida democracia se
construye con una sociedad autónoma y deliberante tanto en las urnas como en las calles. Hay que
vencer el miedo.
El mundo hoy se ve sacudido por protestas ciudadanas en Corea del Sur, Chile, Ecuador o Francia
donde los Chalecos amarillos completan un año, un muchas protestas pacificas terminan en
violencia lo que abre la tentación para que desde el poder se le estigmatice y reprima

Los denominados actos de vandalismo siempre se han utilizado para invisibilizar las razones
legitmas de descontento por parte de la pobalcion

Vinculo entre represión estatal y conversión de manifestaciones pacificas en violentas

La tentatacion de convertir el derecho a la protesta en problema de seguridad como


desestabilizadora y criminal es una tendencia gloabal un peligro a la sociedad y al estado busca
legitimar medidas estraordinarias. “infiltrados las FARC y Maduro” amenaza castrochavista

Criminalizacion, brutalidad policial e militar o el uso indiscrimado de las cegadoras valas de


caucho, arrastor arbitarios, ataques a periodistas y colectivos culturales y la infiltración de policías
sin uniforme

La securitizacion tiende a confundir al quien se manifiesta pacíficamente con un vándalo infiltrado


o terrorista

Esta siempre es una tentación de cualquier régimen que acuse debilidad institucional,
impopularidad gubernamental y descontento social para actuar fuera del espacio normal de la
politica para preservar el orden

El desafio de quienes vamos a protestar hoy es salirnos de encasillamiento de la trampa en la que


el discurso del poder nos quiere meter

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