Mirada de Mujer: las letristas del Siglo XXI (Tango y canción rioplatense)
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Tinta Roja Ediciones - Del Sur Siglo XXI
Steiner, Vanina Mirada de mujer : las letristas del siglo XXI : tango y canción rioplatense / Vanina Stei- ner; compilado por Vanina Steiner. - 1a ed . - Ciudad de Buenos Aires : Contemporánea Grupo Editor, 2019. 164 p. ; 21 x 14 cm. - (Tinta Roja Ediciones - Del Sur Siglo XXI)
Colección: Tinta Roja Ediciones - Del Sur Siglo XXI Edición, diseño de portada e interior: Vanina Steiner
Impreso en Argentina. Queda hecho el depósito que prevé la Ley 11.723.
Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, o cualquier transformación en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, sin permiso escrito del editor. Prólogo
Dice Susan Sontag que interpretar el mundo es empobrecerlo. Ante la
obra de arte, no se trata de extraer contenido sino de reducirlo. Darse a la tarea de “mostrar cómo es lo que es, inclusive qué es lo que es” y no “qué significa”.1 No me propongo entonces ahondar en el significado de las le- tras que aquí se compilan, sino sugerir algunas líneas que puedan dar cuenta de la polifonía que las atraviesa. Antes que una interpretación, lo que intento ofrecer es una lectura –entre otras posibles– que, trabajando a la letra sobre las letras, distinga en ellas un conjunto de voces.
Que este libro se trata de cierta mirada es evidente: la poesía produce
sentido. Pero, ¿puede decirse que exista algo así como una mirada de mujer? Este interrogante tiene una historia, aunque no es mi propósito reponerla en ocasión de este texto. Sí quisiera señalar –y esto tampoco es una novedad– que la pregunta no se resuelve cambiando la formula- ción a miradas de mujeres, en plural. ¿No habría que explicar entonces qué es lo que distingue a ese colectivo denominado mujeres –y sus diver- sas miradas– de las no-mujeres? Los acalorados debates que atraviesan y atravesaron a los movimientos feministas de nuestro país y del mundo dan cuenta de que mujer es un significante político: sus límites no pueden 8 suturarse de una vez y para siempre. ¿Qué es pues una mujer? Mantenga- 9 mos el interrogante en suspenso.
Esta reflexión nos encuentra en ocasión de la compilación de un libro de
letras de tango. Un género –imposible no subrayar este término– que es mixtura enhebrada al calor de una naciente –y eternamente fallida– na- cionalidad. Las trayectorias biográficas en este libro nos muestran que, dos siglos más tarde, aquello que divide al tango del rock, la murga o el candombe es la marca vacilante de unas fronteras siempre inestables. ¿Y qué ocurre cuando quiere trazarse el límite a partir del cual el tango se convierte en tango nuevo? Hasta el carácter de letristas del siglo XXI que- da puesto entre paréntesis: el presente está atravesado por temporalida- des múltiples. Antes que de tango viejo vs. tango nuevo tendríamos que afirmar la existencia de escurridizos “viejos tangos nuevos”. El tango es una música cuya identidad está condenada a la disputa. Sobre los trazos de estas tensiones es que quiero señalar la presencia, en las letras que aquí se compilan, de dos series de elementos. 1 Susan Sontag, Contra la interpretación (Barcelona: Seix Barral, 1984). En primer lugar, un conjunto de cuestiones que no son nuevas para el tan- hombre. Maldita porque se vuelve contra un Todo que se concibe incon- go. La hostilidad del bajo mundo de una “maldita Buenos Aires”. La vida taminado: un hombre que, para fundarse a sí mismo, necesita producir prostibularia y las mujeres arrastradas al infortunio: “me llevaste hasta el también a la mujer como su abyecto. Lejos de conducir a una disemina- cadalso para hacerme una mueca y burlarte de mi canto”. El barrio y nos- ción, la pregunta por la identidad de la mujer como fractura interpela di- tálgicas imágenes de infancia, desengaño por haberse “morfado el cuento rectamente al hombre, a quien impugna también su pretendida, completa de papá”. “Melancolía de futuro” de quienes “se creyeron el cuento de la e intocable identidad. Cabe el interrogante entonces por el modo en que felicidad”. Denuncia contra “arribistas, trepadores y corruptos” –hoy de- esta “bella y feroz refundación” de la mujer suponga también la reinven- venidos “CEOs o mandatarios”. Ya no el chiquilín pero sí la “pendeja” que ción del hombre, aspecto que –ojalá– podamos esperar en la escritura de cuenta monedas en el subte mientras “su vientre cuenta la verdad”. Críti- letra y música futuras. ca de una injusticia social que se presenta como batalla perdida. Abando- no, pena, fracaso. Decepción, desencuentro, derrumbe. Permítaseme, para concluir –acaso por gajes del oficio– cierta operación crítica. Propongo recordar que el tango no fue siempre amargura y con- Pero aquellos elementos –que otorgan quizás ese sabor a tango a todas dena. Sepultada tras esa narrativa que lo busca siempre idéntico a sí mis- estas letras– se combinan aquí con una novedad. Me refiero a cierta figura mo, se encuentra otra serie también propia del tango en la que priman el de mujer que emerge en directa oposición a un tango que sólo parecía placer, la lírica sexual, el regocijo, el sentido festivo, la desfachatez3. Una ser capaz de representarla como esposa, novia o milonguera. Una “mujer fiesta que inunda los lugares por los que circulan los cuerpos de quie- nueva” a la que, justamente, “no le han escrito un tango”. Una mujer que nes disfrutamos de su música y baile –pese a la hostilidad de una política reclama para sí otra identidad porque se sabe “fetiche de la historia y sus cultural oficial que lo protege cuando se vende for export y lo combate pecados”. Una mujer con la osadía para decirle a aquél gil que se cuide cuando es expresión popular. Aún con los elementos nuevos, parece que de ella pero ya no por “chorra” sino porque “le desborda el corazón”. Una esa lírica hilarante se resiste a retornar a la letra tanguera. ¿Por qué? ¿Po- mujer que se dirige también al “curdo” –acaso emblemático tanguero– dría aquél humor insolente burlar al poder acaso más efectivamente que para decirle que deje de “hacerse el pobre tipo” porque “es sabido” que es las novedosas palabras de libertad que recogimos hace un momento? La maltratador. Una mujer que “no se quiere arrepentida” y que “canta ama- pregunta no es menor en un contexto en que también se disputan la di- necida en la boca del león”. Una mujer que lamenta la pérdida del amor rección del movimiento de mujeres y los sentidos del feminismo. Si la pero también encuentra libertad en ese adiós. Una mujer que puede “ser contigüidad de las dos series que distinguí produce cierta extrañeza, tal 10 sola” al tiempo que toma cuerpo en un caudal de muchas otras: “mujeres vez esto se deba a que todavía parece quedar en pie –aunque tambalean- 11 silvestres, mujeres de nadie”, “feroces candiles de la libertad”. Así, en con- te– lo que el tango-hombre dice acerca de sí mismo. Entonces, un último tigüidad y tensión con la condena y la desgracia aparecen la esperanza, interrogante: ¿podrá esta “mujer nueva” discutir también con el relato la libertad y el futuro. Elementos que –arriesgo– eran hasta hace poco que identifica tango con tormento y reponer las huellas de aquella elegía extraños para el tango y que parecen enhebrársele en articulación con picaresca por éste sepultadas? Lo que se deja entrever en las páginas de esta nueva figura de mujer. este libro quizás sea el tímido albor de una transformación profunda cuyo carácter permanece vivamente incierto. Enhorabuena. No casualmente, esta mujer también es trabajadora y latinoamericana: “la que resiste con su lucha el hambre de América Latina”. Es Catalina, esa mujer que “todo el Universo –así, con mayúsculas– quería refundar”. Esta Celeste Viedma yuxtaposición entre la identidad de mujer y la identidad latinoamericana Buenos Aires, 2019 es puntapié para pensar una manera de estar en la historia que implica el conflicto consigo misma. Si me pregunto por lo que significa ser mujer no es para diseminar la respuesta en una perpetua multiplicidad, sino para restituir la violenta historicidad de una fractura. Si América Latina es la 2 Eduardo Grüner, «La Parte y los Todos. Sobre algunas cuestiones preliminares», parte maldita de una universalidad blanca y europea2, también la mujer en La oscuridad y las luces (Buenos Aires: Edhasa, 2010). puede pensarse como la parte maldita de aquella otra invención que es el 3 Gustavo Varela, Mal de tango: historia y genealogía moral de la música ciudadana (Paidós, 2005).