Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tanto la infancia como la adolescencia son momentos evolutivos llenos de cambios que cada
uno atraviesa de la mejor forma posible. En estas etapas muchas de las estrategias habituales
para pedir ayuda todavía no se han desarrollado o internalizado completamente y continúan en
proceso de aprendizaje, lo que genera que a veces los problemas, preocupaciones y emociones
de este periodo sean difíciles de expresar y de hacer entender a los adultos con los que conviven.
Así por ejemplo, un niño puede comenzar a orinarse en la cama tras la llegada de un nuevo
hermano para mostrar su sentimiento de desplazamiento familiar (ha dejado de ser el rey de la
casa).
En algunas ocasiones, sus reacciones ante su malestar emocional pueden ser muy sutiles como
morderse las uñas o perder objetos constantemente, por lo que sus preocupaciones pueden ser
más difíciles de detectar y por tanto, atajar.
En otras, por el contrario, se manifestarán con grandes explosiones de ira, hostilidad y rebeldía
y se verán reflejadas en diversos aspectos de su vida que abarcarán tanto el panorama familiar
como el escolar, llegando incluso al social, especialmente en el caso de adolescentes (se ven
envueltos en hurtos, peleas, problemas de alcohol…).
La terapia en estas edades variará en función del tipo de dolencia a tratar y de los objetivos a
conseguir (lograr cambios de comportamiento, disminuir ansiedad, aumentar autoestima…) si
bien, la norma implica la participación de la familia en el tratamiento, siendo de especial valía
el diálogo con los padres.
Entre las dolencias más habituales que hasta el momento han llegado a mi consulta se
encuentran:
Dificultades de aprendizaje
Retraso madurativo
Problemas de atención y/o comportamiento
Hiperactividad
Miedos y problemas de ansiedad
Timidez
Enuresis (falta del control de la orina)
Celos entre hermanos