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Ratzinger, Joseph - Orar PDF
Ratzinger, Joseph - Orar PDF
JOSEPH RATZINGER
lLa>
Joseph Ratzinger, antes de convertirse en Benedicto XVI, ya
se había ganado una reputación excelente como pensador.
Estamos ante un verdadero intelectual, en el sentido más clá
sico de la palabra, ante un filósofo que nunca ha abandonado
la búsqueda de la verdad.
Sus escritos sobre pensamiento y teología han sido tra
ducidos a decenas de lenguas y en ellos se encuentran ya las
ideas que ahora, como Benedicto XVI, defiende desde el pa
pado.
En esta obra, Benedicto XVI nos presenta los textos, dis
cursos y homilías fundamentales de su trayectoria. El lector,
tanto si es religioso como si no, se sentirá atrapado por el
pensamiento de un hombre que, sin duda, es un papa y un
intelectual singular.
'Planeta Testimonio
Ratzinger nació en 1927, hijo
í U* iii Icial de policía, y estudió en
un ( ii rio. En marzo de 1939, el
régimen exigió a los seminaristas la
afiliación <>hligatoria a las Juventudes
Hitlerianas y a los dieciséis años
fue llamado a filas. Desertó en los
últimos días de la guerra, pero
fue hecho prisionero por soldados
aliados. Estudió Teología católica
y Filosofía en la Universidad de
Teología y Filosofía de Freising, y en
las de Munich y Friburgo. Domina
cinco idiomas, es miembro de varias
academias científicas de Europa y ha
recibido ocho doctorados honoris
causa de diferentes universidades
(entre otras, la de Navarra). Fue
nombrado cardenal por el papa
Pablo VI en 1977. Fue elegido como
el 265.e papa el 19 de abril de 2005
tras el fallecimiento de Juan Pablo II.
O tros títu lo s de la colección:
Planeta Testimonio
BENEDICTO XVI
Joseph Ratzinger
ORAR
Planeta
ÍNDICE
Introducción 9
1. ¿Un mundo sin verdad? 11
La enfermedad de nuestro tiempo 11
La muerte de Dios 16
Colección PLANETA TESTIMONIO Escoger la vida 21
Dirección: José Pedro M anglano Búsqueda de Dios y fe 26
© Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, 1990-2008
© por la selección, José Pedro M anglano, 2008
© Editorial Planeta, S. A., 2008 2. El Dios cristiano 35
Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona
(España) ¿Es posible conocerle? 35
Textos cedidos por © H erder 1992, 1995, 2005, 2007; © Edicep 1996, 1999, 2001, 2005; ¿Cómo es Dios? 40
© Sígueme 2004, 2005; © Librería Editrice Vaticana; © BAC (Biblioteca de Autores
Cristianos); © Cristiandad; © Círculo de Lectores; © E ncuentro; © Eufisa;
¿De verdad que es poderoso? 47
© La Esfera; © Palabra Dificultades para creer hoy 50
Composición: Anglofort, S. A.
ISBN 13: 978-84-08-07894-4
ISBN 10: 84-08-07894-1 3. Seguimiento de Cristo 59
Editorial Planeta Colombiana S. A. La peculiar felicidad que promete a los suyos 59
Calle 73 No. 7-60, Bogotá Cada vida tiene su código debarras 69
ISBN 13: 978-958-42-1990-9
ISBN 10: 958-42-1990-1
Pecadores que enseñan el arte de vivir 79
Prim era reim presión (Colombia): octubre de 2008
El apóstol 86
Im presión y encuadem ación: D’Vinni S.A.
Im preso en Colombia - Printed in Colombia
4. La libertad de Cristo 91
Este libro no podrá ser reproducido, ni total El pecado 91
ni parcialm ente, sin el previo perm iso escrito
del editor. Todos los derechos reservados La liberación deseada 96
Conversión y perdón 101 La divina liturgia 266
Domingo, día de libertad 107 Misa 271
El nuevo Templo 278
5. Vida cristiana 115 Arte y música 281
Ser cristiano 115
Vida de piedad 121 11 . La madre de Cristo 287
Hacerse niños 130
Muerte y vida eterna 132 Anexo 1: Los signos del pan y el vino 297
Vida eucarística 144 Anexo 2: El fútbol 302
Anexo 3: El bautismo: yo pero ya no yo 304
6. El amor de Cristo 153 Anexo 4: El celibato 307
Su amor es concreto 153
Revolución del amor cristiano 156 Bibliografía 310
¿Es posible am ar a cualquiera? 163 índice analítico 314
7. El hombre que es Cristo 169
Jesús, Dios y hombre 169
Algunos momentos de su vida 176
Tentaciones de Cristo 184
8. Palabras de Cristo 197
Sus parábolas 197
Las Bienaventuranzas: ¿optimismo o esperanza? 206
El Padrenuestro 214
9. La cruz de Cristo 219
El misterio del sufrimiento 219
Hágase tu voluntad 233
La hora de Cristo 238
¡Resurrección! 246
10 . La Iglesia de Cristo 251
Esta nave nuestra que no es nuestra 251
El sacerdote 259
INTRODUCCIÓN
16 17
15. 1 Al inicio de este camino estaba el orgullo de «ser 18. 1 El ansia fanática de vivir que encontramos hoy en
como Dios». Era preciso desembarazarse del vigilante todos los continentes ha originado una anticultura de la
Dios para ser libres; hacerse Dios proyectado en el cielo y muerte que se va convirtiendo en la fisonomía de nuestro
dominar como Dios sobre toda la creación. Y así surgió tiempo: el desenfreno sexual, la droga y el tráfico de ar
una especie de espíritu y voluntad, que estaban y están en mas se han convertido en una trinidad profana cuya red
contra de la vida, y son dominio de la muerte. Y cuanto mortal se extiende por los continentes. El aborto, el sui
más se siente este estado, tanto más el inicial propósito se cidio y la violencia colectiva son las maneras concretas
vuelve en su propio contrario y permanece prisionero del en que opera el sindicato de la muerte.
mismo punto de partida: el hombre que quería ser el único Al mismo tiempo, el sida ha pasado a ser el retrato de
creador de sí mismo y subir a la grupa de la creación con la enfermedad íntima de nuestra cultura. [...] La investi
una evolución mejor, por él pensada, acaba en la autone- gación médica busca, movilizando todas sus posibilida
gación y en la autodestrucción. Se da cuenta de que sería des, las sustancias inyectables contra la disolución de las
mejor que no existiese. Esta acidia metafísica es la huida fuerzas de inmunización corporal, y es su deber; a pesar
de Dios, el deseo de estar sólo consigo mismo y con la pro de ello, sólo desplazará el campo de las destrucciones,
pia finitud, de no ser molestado por la cercanía de Dios. sin detener la campaña triunfal de la anticultura de la
Mirara Cristo, p. 78 muerte, si no reconocemos que la debilidad inmunológi-
ca del cuerpo es un grito del ser humano maltratado, una
16. 1 El mundo griego, cuya alegría de vivir se refleja tan imagen que expresa la verdadera enfermedad: la inde
maravillosamente en las epopeyas de Homero, sabía fensión de las almas en una cultura que declara nulos los
muy bien que el verdadero pecado del hombre, su mayor verdaderos valores: Dios y el alma.
peligro, es la hybris, la arrogante autosuficiencia con la
que el hombre se erige en divinidad: quiere ser él mismo Jesucristo hoy, pp. 36-37
su propio dios, para ser dueño absoluto de su vida y sa 19. 1 [...] si Dios es, los dioses no son Dios. De ahí que se
car provecho así de todo lo que ella le puede ofrecer. le deba adorar a Él y a nadie más. Pero ¿no están muer
Jesús de Nazaret, pp. 119-120 tos los dioses hace tiempo?, ¿no está eso claro y, por con
siguiente, nada dice? Si uno observa atentamente la rea
17. 1 La «muerte de Dios» es un proceso totalmente real, lidad, debe responder a esto preguntando a su vez: ¿de
que se instala hoy en el mismo corazón de la Iglesia. Dios veras no se da en nuestro tiempo idolatría alguna?, ¿no
muere en la cristiandad, al menos eso es lo que parece. hay nada que sea adorado al lado y en contra de Dios?,
De hecho, allí donde la resurrección pasa de ser un acon ¿no surgen otra vez los dioses, después de la muerte de
tecimiento de una misión vivida a una imagen superada, Dios, con un poder tremendo? Lutero, en su catecismo
Dios no actúa ya. mayor, formuló de manera impresionante esta relación
¿Porquésoy todavía cristiano?, p. 91 de una cosa con la otra: «¿Qué significa que hay Dios, o
qué es eso de Dios? Respuesta: se llama Dios al hallazgo
18 19
de aquello en lo que uno debe cifrar el hallazgo de todo antaño había intentado la magia de la naturaleza: hay
bien y a lo que recurre en todas las necesidades. Haber que protegerse de Dios, debe desaparecer, hay que desen
Dios es confiar y creer en él con todo el corazón, como he mascararlo para poder combatirlo. El psicoanálisis y la
dicho a menudo, que sólo la confianza y la fe del corazón psicoterapia son esta magia del mundo interior donde el
hacen estas dos cosas: Dios e ídolo.» ¿En qué confiamos, hombre se hace con el poder sobre el alma para librarse
pues, y creemos nosotros?, ¿no se han convertido en po de la amenaza que representa Dios. Pero el alma escru-
deres el dinero, la fuerza, el prestigio, la opinión pública, table ya no es libre, y el poder adquirido contra Dios se
el sexo?, ¿no se inclinan ante ellos los hombres y les sir convierte en poder del hombre contra sí mismo.
ven como a dioses?, ¿no cambiaría el mundo de aspecto El poder de Dios, esperanza nuestra, pp. 50-51
si se arrojase del trono a esos ídolos?
El Dios de los cristianos, pp. 26-27 Escoger la vida
20. 1 La magia es un intento de controlar las fuerzas des
conocidas, de penetrar en su secreto para no enfrentar 21.1 Un ser es tanto más él mismo cuanto más abierto se
nos a ellas totalmente inermes. Se ha dicho que la técni encuentra, cuanto más relación es.
ca tradujo este conato al plano racional explorando la Escatología. La muerte y la vida eterna, p. 148
tram a funcional de la naturaleza para poder disponer de
ella. Este proceso estuvo precedido de la desmitificación 2 2 . 1 Pero surge inmediatamente la pregunta: «¿Cómo se
cristiana del mundo, que libró al hombre de la idea de escoge la vida?» Reflexionando, me ha venido a la mente
unas fuerzas divinas misteriosas y le enseñó que vivimos que la gran defección del cristianismo que se produjo
en un mundo creado por Dios con arreglo a unas pautas en Occidente en los últimos cien años se realizó preci
racionales; él nos confió ese mundo para que conozca samente en nombre de la opción por la vida. Se decía
mos con nuestro entendimiento los pensamientos del —pienso en Nietzsche, pero también en muchos otros—
suyo y aprendamos a administrar, ordenar y configurar que el cristianismo es una opción contra la vida. Se decía
su creación a partir de ellos. Pero de este modo se ha ido que con la cruz, con todos los Mandamientos, con todos
imponiendo la idea de que Dios es superfluo, y al final ha los «no» que nos propone, nos cierra la puerta de la vida;
resultado ser un estorbo. Para Dios quedó sólo la subje pero nosotros queremos tener la vida y escogemos, opta
tividad, ya que lo objetivo lo hemos conocido sin él. Pero mos, en último término, por la vida liberándonos de la
en esta esfera de la subjetividad que le resta, Dios se con cruz, liberándonos de todos estos Mandamientos y de to
vierte en mero sentimiento, que significa poco, o apare dos estos «no». Queremos tener la vida en abundancia,
ce como el espía que escucha a la puerta de mi existencia nada más que la vida.
privada y me impide la libertad. Aun siendo tan poca Aquí de inmediato viene a la mente la palabra del Evan
cosa, es el último peligro que me impide el libre desarro gelio de hoy: «El que quiera salvar su vida, la perderá; pero
llo. Así comienza de nuevo, de un modo más sutil, lo que el que pierda su vida por mi causa, la salvará» (Le 9, 24).
20 21
Ésta es la paradoja que debemos tener presente ante todo 24. 1 Esta forma de elegir la vida es una mentira, porque
en la opción por la vida. No es arrogándonos la vida para deja a Dios de lado y así lo deforma todo. «¡Escoge la
nosotros como podemos encontrar la vida, sino dándola; vida!» Una vez más, ¿qué significa esto? El Deuterono-
no teniéndola o tomándola, sino dándola. Éste es el sen mio nos da una respuesta muy sencilla: escoge la vida, es
tido último de la cruz: no tom ar para sí, sino dar la vida. decir, escoge a Dios, pues Él es la vida. «Si obedeces los
2 de marzo de 2006 mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy,
amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guar
23. 1 «Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la dando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y cre
muerte y el mal. [...] Hoy cito como testigos contra vo cerás» (Dt. 30, 16). ¡Escoge la vida! ¡Escoge a Dios!
sotros al cielo y a la tierra; te pongo delante bendición y Según el Deuteronomio, escoger a Dios significa
maldición. Escoge la vida» (Dt. 30, 15.19). ¡Escoge la amarlo, entrar en comunión de pensamiento y de volun
vida! ¿Qué significa esto? ¿Cómo se hace? ¿En qué con tad con Él, confiar en Él, encomendarse a Él, seguir sus
siste la vida? ¿En tener lo máximamente posible, en po caminos.
der lo máximamente posible, permitírselo todo, no co Caminos de Jesucristo, p. 97
nocer más límites que los del propio deseo? ¿Consiste en
poder tener todo y poder hacer todo, en gozar la vida sin 25. 1 Si la globalización en la tecnología y en la econo
límite alguno? ¿No parece esto hoy, al igual que en todas mía no está acompañada por una nueva apertura de la
las épocas, la única respuesta posible? Pero si contem conciencia hacia Dios, ante quien todos nosotros tene
plamos nuestro mundo, vemos que este estilo de vida mos una responsabilidad, entonces esa globalización
concluye en el círculo diabólico del alcohol, del sexo y de concluirá en una catástrofe. Ésta es la gran responsabili
la droga; que esta aparente elección de la vida debe con dad que pesa hoy sobre nosotros los cristianos. Desde
siderar a los otros como rivales; que siempre experimen sus orígenes, el cristianismo procedente del único Señor,
ta lo propio que posee como poco y esa elección conduce del pan único que busca hacer de nosotros un solo cuer
precisamente a la anticultura de la muerte, al fastidio de po, se aplicó a encarar la unidad de la humanidad. Si
la vida, el no quererse a sí mismo, cosa que hoy observa nosotros, precisamente en el momento en que la unidad
mos por doquier. El resplandor de esta elección es una externa de la humanidad, antes impensable, es un hecho,
imagen engañosa del diablo, porque efectivamente se nos negamos como cristianos y creemos que no pode
opone a la verdad, porque presenta al hombre como a un mos o no debemos dar más nada, cometemos un pecado
dios, pero como un dios falso que no conoce el amor, grave. En efecto, una unidad que es edificada sin Dios o
sino que sólo se conoce a sí mismo, y lo refiere todo a sí. incluso contra él termina con el experimento de Babilo
En este intento de ser un dios, el criterio de referencia nia: en la confusión total y en la destrucción absoluta, en
para el hombre es el fetiche, no Dios. el odio y en la violencia de todos contra todos.
Caminos de Jesucristo, pp. 96-97 Caminos de Jesucristo, p. 119
22 23
26. 1 Los santos, como hemos dicho, son los verdaderos 28. 1 Para una vida feliz es preciso, por tanto, un enten
reformadores. Ahora quisiera expresarlo de manera más dimiento íntimo con Dios. Sólo si esta relación de fondo
radical aún: sólo de los santos, sólo de Dios proviene la funciona bien, las otras relaciones podrán ser justas. Por
verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo. En eso es importante aprender a lo largo de toda una vida, y
el siglo pasado vivimos revoluciones cuyo programa co desde la juventud, a pensar con Dios, a sentir con Dios, a
mún fue no esperar nada de Dios, sino tom ar totalmente querer con Dios, de modo que desde aquí surja el amor.
en las propias manos la causa del mundo para transfor De esa forma el amor se convierte en el elemento de fon
m ar sus condiciones. Y hemos visto que, de este modo, do de nuestra vida. Estamos hablando del amor del pró
siempre se tomó un punto de vista humano y parcial jimo, por supuesto.
como criterio absoluto de orientación. La absolutización Mirara Cristo, p. 115
de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalita
rismo. No libera al hombre, sino que lo priva de su dig 29. 1 Es importante que Dios sea grande entre nosotros,
nidad y lo esclaviza. No son las ideologías las que salvan y en la vida pública y en la vida privada. En la vida públi
el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que ca, es importante que Dios esté presente, por ejemplo,
es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el ga mediante la cruz en los edificios públicos; que Dios esté
rante de lo que es realmente bueno y auténtico. La revo presente en nuestra vida común, porque sólo si Dios
lución verdadera consiste únicamente en m irar a Dios, está presente tenemos una orientación, un camino común;
que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es de lo contrario, los contrastes se hacen inconciliables,
el amor eterno. Y ¿qué puede salvamos sino el amor? pues ya no se reconoce la dignidad común. Engrandez
20 de agosto de 2005 camos a Dios en la vida pública y en la vida privada. Eso
significa hacer espacio a Dios cada día en nuestra vida,
2 7 . 1 Estas opciones corresponden al contenido de las pa comenzando desde la m añana con la oración y luego
labras tener y ser. La autorrealización quiere tener la vida, dando tiempo a Dios, dando el domingo a Dios. No per
todas las posibilidades, alegrías y bellezas de la vida, pues demos nuestro tiempo libre si se lo ofrecemos a Dios. Si
considera la vida como una posesión que ha de defender Dios entra en nuestro tiempo, todo el tiempo se hace más
contra los demás. La fe y el amor no se ordenan a la pose grande, más amplio, más rico.
sión. Optan por la reciprocidad del amor, por la grandeza
majestuosa de la verdad. In nuce, esta alternativa corres 15 de agosto de 2005
ponde a la elección fundamental entre la muerte y la vida:
una civilización del tener es una civilización de la muer 30- 1 Así- hoy, yo quisiera, con gran fuerza y gran convic
te, de cosas muertas; únicamente una cultura del amor es ción, a partir de la experiencia de una larga vida perso
también cultura de la vida: «Quien quiera salvar su vida, nal, decir a todos vosotros, queridos jóvenes: «¡No ten
la perderá y quien pierda su vida... la salvará.» gáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo.
El camino pascual, p. 26 Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid
24 25
26. 1 Los santos, como hemos dicho, son los verdaderos 28. 1 Para una vida feliz es preciso, por tanto, un enten
reformadores. Ahora quisiera expresarlo de manera más dimiento íntimo con Dios. Sólo si esta relación de fondo
radical aún: sólo de los santos, sólo de Dios proviene la funciona bien, las otras relaciones podrán ser justas. Por
verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo. En eso es importante aprender a lo largo de toda una vida, y
el siglo pasado vivimos revoluciones cuyo programa co desde la juventud, a pensar con Dios, a sentir con Dios, a
mún fue no esperar nada de Dios, sino tom ar totalmente querer con Dios, de modo que desde aquí surja el amor.
en las propias manos la causa del mundo para transfor De esa forma el amor se convierte en el elemento de fon
mar sus condiciones. Y hemos visto que, de este modo, do de nuestra vida. Estamos hablando del amor del pró
siempre se tomó un punto de vista humano y parcial jimo, por supuesto.
como criterio absoluto de orientación. La absolutización Mirara Cristo, p. 115
de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalita
rismo. No libera al hombre, sino que lo priva de su dig 29. 1 Es importante que Dios sea grande entre nosotros,
nidad y lo esclaviza. No son las ideologías las que salvan y en la vida pública y en la vida privada. En la vida públi
el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que ca, es importante que Dios esté presente, por ejemplo,
es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el ga mediante la cruz en los edificios públicos; que Dios esté
rante de lo que es realmente bueno y auténtico. La revo presente en nuestra vida común, porque sólo si Dios
lución verdadera consiste únicamente en m irar a Dios, está presente tenemos una orientación, un camino común;
que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es de lo contrario, los contrastes se hacen inconciliables,
el amor eterno. Y ¿qué puede salvarnos sino el amor? pues ya no se reconoce la dignidad común. Engrandez
20 de agosto de 2005 camos a Dios en la vida pública y en la vida privada. Eso
2 7 . 1 Estas opciones corresponden al contenido de las pa
significa hacer espacio a Dios cada día en nuestra vida,
labras tener y ser. La autorrealización quiere tener la vida, comenzando desde la m añana con la oración y luego
todas las posibilidades, alegrías y bellezas de la vida, pues dando tiempo a Dios, dando el domingo a Dios. No per
considera la vida como una posesión que ha de defender demos nuestro tiempo libre si se lo ofrecemos a Dios. Si
contra los demás. La fe y el amor no se ordenan a la pose Dios entra en nuestro tiempo, todo el tiempo se hace más
sión. Optan por la reciprocidad del amor, por la grandeza grande, más amplio, más rico.
majestuosa de la verdad. In nuce, esta alternativa corres 15 de agosto de 2005
ponde a la elección fundamental entre la muerte y la vida:
una civilización del tener es una civilización de la muer 30. 1 Así, hoy, yo quisiera, con gran fuerza y gran convic
te, de cosas muertas; únicamente una cultura del amor es ción, a partir de la experiencia de una larga vida perso
también cultura de la vida: «Quien quiera salvar su vida, nal, decir a todos vosotros, queridos jóvenes: «¡No ten
la perderá y quien pierda su vida... la salvará.» gáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo.
El camino pascual, p. 26 Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid
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de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la ver que él no sabe, y con cada decisión se lanza a una aven
dadera vida. Amén.» tura de resultado incierto. Me parece que no pocos pen
24 de abril de 2005 sadores y artistas de nuestro tiempo se han alineado con
el marxismo únicamente a causa de eso, debido a que el
31.1 En ella Dios graba su propia imagen, la imagen de marxismo les proporcionó una respuesta englobadora y,
Aquel que sigue la oveja perdida hasta las montañas y en cierto modo, concluyente a esta cuestión fundamen
hasta los espinos y abrojos de los pecados de este mundo, tal de la humanidad, y que parecía poner todas las fuer
dejándose herir por la corona de espinas de estos peca zas de nuestra existencia en el servicio a una gran meta
dos, para tom ar la oveja sobre sus hombros y llevarla a moral: crear una humanidad mejor y un mundo mejor.
casa. Como Madre que se compadece, María es la figura Pero en realidad, para muchos este marxismo fue sólo
anticipada y el retrato permanente del Hijo. Y así vemos un paliativo con el que querían acallar el sentimiento del
que también la imagen de la Dolorosa, de la Madre que sinsentido y de la perplejidad que les atormentaba.
comparte el sufrimiento y el amor, es una verdadera ima Evangelio, catequesis, catecismo, p. 10
gen de la Inmaculada. Su corazón, mediante el ser y el
sentir con Dios, se ensanchó. En ella, la bondad de Dios 33.1 «Ningún hombre puede habitar en la tristeza.» Pero
se acercó y se acerca mucho a nosotros. Así, María está si el fondo del alma es la tristeza, se llega necesariamente
ante nosotros como signo de consuelo, de aliento y de es a una continua huida del alma de sí misma, a una pro
peranza. Se dirige a nosotros, diciendo: «Ten la valentía funda inquietud. El hombre tiene miedo de estar solo
de osar con Dios. Prueba. No tengas miedo de él. Ten la consigo mismo, pierde su centro, se convierte en un va
valentía de arriesgar con la fe. Ten la valentía de arries gabundo intelectual, que siempre se está alejando de sí
gar con la bondad. Ten la valentía de arriesgar con el co mismo. Síntomas de esta inquietud vagabunda del espíri
razón puro. Comprométete con Dios; y entonces verás tu son la verbosidad y la curiosidad. El hombre al hablar
que precisamente así tu vida se ensancha y se ilumina, y huye del pensamiento. Y puesto que se le ha quitado la vi
no resulta aburrida, sino llena de infinitas sorpresas, sión hacia lo Infinito, busca insaciablemente sustitutos.
porque la bondad infinita de Dios no se agota jamás.» Mirara Cristo, p. 81
8 de diciembre de 2005
34 .1 [...] no es verdad que la juventud piense sobre todo en
el consumo y en el placer. No es verdad que sea materialis-
Búsqueda de Dios y fe ta y egoísta. Es verdad lo contrario: los jóvenes quieren co
sas grandes. Quieren que se detenga la injusticia. Quieren
32. 1 J.-P. Sartre ha señalado como drama propio del que se superen las desigualdades y que todos participen en
hombre, como su tragedia, el hecho de que está conde los bienes de la tierra. Quieren que los oprimidos obtengan
nado a una libertad que deja en sus manos decidir qué es la libertad. Quieren cosas grandes. Quieren cosas buenas.
lo que debe hacer de sí mismo. Pero esto es justamente lo Por eso, los jóvenes —vosotros lo sois— están de nuevo
26 27
totalmente abiertos a Cristo. Cristo no nos ha prometido sólo en el encuentro con personas creyentes capaces de
una vida cómoda. Quien busca la comodidad, con él se ha entenderte. La fe crece siempre en comunidad.
equivocado de camino. Él nos muestra la senda que lleva Dios y el mundo, p. 301
hacia las cosas grandes, hacia el bien, hacia una vida hu
mana auténtica. Cuando habla de la cruz que debemos 37. 1 [...] ¿es posible amar a Dios?; más aún: ¿puede el
llevar, no se trata del gusto del tormento o de un moralis- amor ser algo obligado? ¿No es un sentimiento que se tie
mo mezquino. Es el impulso del amor, que comienza por ne o no se tiene? La respuesta a la primera pregunta es: sí,
sí mismo, pero no se busca a sí mismo, sino que impulsa a podemos am ar a Dios, dado que Él no se ha quedado a
la persona al servicio de la verdad, la justicia y el bien. una distancia inalcanzable sino que ha entrado y entra en
Cristo nos muestra a Dios y, de esa forma, la verdadera nuestra vida. Nos sale al paso de cada uno de nosotros:
grandeza del hombre. en los sacramentos a través de los cuales actúa en nuestra
25 de abril de 2005 existencia; con la fe de la Iglesia, a través de la cual se di
rige a nosotros; haciéndonos encontrar hombres, tocados
35. 1 [...] en el capítulo 3 de san Marcos, se describe lo por Él, que nos trasmiten su luz; con las disposiciones a
que el Señor pensaba que debería ser el significado de un través de las cuales interviene en nuestra vida; también
apóstol: estar con él y estar disponible para la misión. con los signos de la creación que nos ha regalado.
Las dos cosas van juntas y sólo estando con él estamos 7 de febrero de 2006
también siempre en movimiento con el Evangelio hacia
los demás. Por tanto, es esencial estar con él y así senti 38. 1 La educación en la fe debe consistir antes que nada
mos la inquietud y somos capaces de llevar la fuerza y la en cultivar lo bueno que hay en el hombre. El desarrollo
alegría de la fe a los demás, de dar testimonio con toda del voluntariado, inspirado por el espíritu del Evangelio,
nuestra vida y no sólo con las palabras. ofrece una gran ocasión educativa.
13 de mayo de 2005 26 de noviembre de 2005
36. 1 [Cómo empezar a buscar la fe.] Yo diría que nunca 39. 1 Nuestra fe no es una teoría, sino un acontecimien
con reflexión solamente. Siempre hay que combinar las to, un encuentro con el Dios vivo que es nuestro padre,
preguntas con la actuación. Creo que cada cual tiene su que en su Hijo Jesucristo ha asumido el ser humano, y
propio comienzo. Para muchos la visión de María es, en que en el Espíritu Santo nos incorpora a Él.
prim er lugar, una puerta. Para otros el verdadero co Evangelio, catequesis, catecismo, p. 14
mienzo es Cristo. Yo diría que leer los Evangelios es
siempre un camino de acercamiento, haciendo una lec 40. 1 [...] la fe cristiana, es decir, la fe en Jesús como Cris
tura proyectada hacia Cristo, que también incluya la to es verdadera «fe personal». Partiendo de aquí, pode
oración incesante. mos saber lo que significa. La fe no consiste en aceptar
Nunca se puede buscar la fe de manera aislada, sino un sistema, sino en aceptar a una persona que es su pa
28 29
labra. La fe es aceptar la palabra como persona y la per quedado particularmente grabado en mi memoria el re
sona como palabra. cuerdo del «Santo Sepulcro», con muchas flores y luces
de colores, que se erigía entre el Viernes Santo y el Do
Introducción al cristianismo, p. 174 mingo de Pascua y que nos ayudaba a sentir próximo el
41. 1 La fe es una decisión por la que afirmamos que en lo misterio de la muerte y resurrección, a percibirlo con
íntimo de la existencia humana hay un punto que no pue nuestros sentidos internos y externos, mucho antes que
de ser sustentado ni sostenido por lo visible y comprensi cualquier intento de comprensión racional.
ble, sino que linda de tal modo con lo que no se ve, que esto Mi vida, recuerdos (1927-1977), p. 24
le afecta y aparece como algo necesario para su existencia. 45. 1 Dios quiere hablar al corazón de su pueblo y tam
A esta actitud sólo se llega por lo que la Biblia llama «vuel bién a cada uno de nosotros. «Te he creado a mi ima
ta», «con-versión». La fe no se puede demostrar: es un gen y semejanza», nos dice. «Yo mismo soy el amor y tú
cambio del ser, y sólo quien cambia la acoge [...] es un cam eres mi imagen en la medida en la que brilla en ti el
bio que hay que hacer todos los días [...] la fe ha sido un sal esplendor del amor, en la medida en que me respondes
to sobre el abismo infinito desde el mundo visible e impli con amor.» Dios nos espera. El quiere que le amemos: un
ca la osadía de ver en lo que no se ve lo auténticamente real. llamamiento así, ¿no debería tocar nuestro corazón?
Introducción al cristianismo, p. 48 Precisamente en esta hora en la que celebramos la Euca
42. 1 [...] la fe, que nos llega como palabra, debe llegar a ristía [...] nos sale al encuentro, sale para encontrarse
ser de nuevo en nosotros mismos palabra, en la que aho conmigo. ¿Encontrará una respuesta? ¿O sucederá con
ra se exprese también nuestra vida. Creer será siempre nosotros como con la viña, de la que Dios dice en Isaías:
denominado también «confesar la fe». La fe no es priva «Esperó a que diese uvas, pero dio agraces»? Nuestra
da sino pública y comunitaria. La fe va en primer lugar vida cristiana, con frecuencia, ¿no es quizá más vinagre
de la palabra a la idea, pero tiene siempre que regresar de que vino? ¿Autocompasión, conflicto, indiferencia?
la idea a la palabra y a la acción. 2 de octubre de 2005
Evangelio, catequesis, catecismo, p. 25 46. 1 Buenaventura. El doctor seráfico dice a sus audito
43. 1 El dogma no era sentido como un vínculo exterior, res que el movimiento de la esperanza se parece al vuelo
sino como la fuente vital que en realidad posibilitaba de un pájaro, que para volar distiende sus alas todo lo
nuevos conocimientos. que puede y emplea todas sus fuerzas para moverlas;
todo él se hace movimiento y de esta forma va hacia lo
Mi vida, recuerdos (1927-1977), p. 69 alto, vuela. Esperar es volar, dice Buenaventura: la espe
44. 1 En los antiguos edificios monásticos se encontra ranza exige de nosotros un esfuerzo radical; requiere de
ban la Escuela de Señoritas y el entonces Instituto para nosotros que todos nuestros miembros se conviertan en
la Formación del Niño, llamado «jardín de infancia». Ha movimiento, para elevarnos sobre la fuerza de la grave
30 31
dad de la Tierra, para llegar a la verdadera altura de 48. 1 La fe no es solamente un tender de la persona hacia
nuestro ser, a las promesas de Dios. El doctor francisca lo que ha de venir, y que está todavía totalmente ausente;
no desarrolla en ese momento una bellísima síntesis de la fe nos da algo. Nos da ya ahora algo de la realidad es
la doctrina de los sentidos externos e internos. Quien es perada, y esta realidad presente constituye para nosotros
pera —dice— «debe levantar la cabeza, girando hacia lo una «prueba» de lo que aún no se ve. Ésta atrae al futuro
alto sus propios pensamientos, hacia la altura de nuestra dentro del presente, de modo que el futuro ya no es el
existencia, es decir hacia Dios. Debe alzar sus ojos para puro «todavía-no». El hecho de que este futuro exista
recibir todas las dimensiones de la realidad. Debe alzar cambia el presente; el presente está marcado por la rea
su corazón disponiendo su sentim iento por el sumo lidad futura, y así las realidades futuras repercuten en
amor y por todos sus reflejos en este mundo. Debe tam las presentes y las presentes en las futuras.
bién mover sus manos en el trabajo...». Se habla aquí Spe Salvi, n.° 7
también de lo esencial de una teología del trabajo, que
pertenece al movimiento de la esperanza y, realizado co 49. 1 El hombre ha sido creado de tal manera que sus
rrectamente, es una de sus dimensiones. ojos sólo pueden ver lo que no es Dios. [...] Dios es esen
Mirara Cristo, pp. 69-70 cialmente invisible. Esta expresión de la fe bíblica en
Dios que niega la visibilidad de los dioses es ante todo
47. 1 [...] la gran promesa de la fe no destruye nuestro ac una afirmación sobre el hombre; el hombre es la esencia
tuar y no lo hace superfluo, sino que le confiere final vidente que parece reducir el espacio de su existencia al
mente su justa forma, su lugar y su libertad. Un ejemplo espacio de su ver y comprender. [...] Dios no aparece ni
significativo lo ofrece la historia monástica. Comienza puede aparecer por mucho que se ensanche el campo vi
con la fuga saeculi, la huida de un mundo, que se cerraba sual. [...] Dios es aquel que se queda esencialmente fuera
en sí mismo, al desierto, al no mundo. Allí domina la es de nuestro campo visual, por mucho que se extiendan
peranza que precisamente en el no mundo, en la pobre sus límites.
za radical, encontrará el todo de Dios, la verdadera liber [...] Con esto tenemos ya un primer esbozo de la acti
tad. Pero precisamente esta libertad de la nueva vida ha tud que se expresa en la palabra credo. [...] La palabra
hecho iniciar en el desierto la nueva ciudad, una nueva credo entraña una opción fundamental ante la realidad
posibilidad de vida humana, una cultura de fraternidad, como tal. [...] Es una opción por la que no se ve, no se
de la que se formarán islas de vida y de supervivencia en considera como irreal, sino como lo que sostiene y posi
la gran decadencia de la cultura antigua. «Buscad pri bilita toda la realidad restante. Es una opción por la que
mero que reine su justicia, y todo eso se os dará por aña lo que posibilita toda la realidad otorga también al hom
didura», dice el Señor (Mt. 6 , 33). La historia confirma bre una existencia auténticamente humana. Lo que se
sus palabras: añade a la esperanza teológica un optimis hace posible como hombre y como ser humano.
mo completamente humano.
Introducción al cristianismo, p. 48
Mirar a Cristo, pp. 70-71
32 33
50. 1 Como ejemplo, quisiera recordar sólo un camino
de conversión de nuestro tiempo: Tatiana Goritscheva.
Esta mujer había aprendido que la meta de la vida era
distinguirse, «ser más listo que los demás, más capaz,
más fuerte... Pero nunca me había dicho nadie que lo más
elevado de la vida no consistía en alcanzar y vencer a los
demás, sino en amar». En el progresivo encuentro con CAPÍTULO 2
Jesús se va dando cuenta de esto desde dentro, hasta que
un día, al rezar el padrenuestro le sobreviene un nuevo EL DIOS CRISTIANO
nacimiento, y... percibe, «no precisamente con mi ridícu
lo entendimiento, sino con todo mi ser», un nuevo cono
cimiento que trastoca todo su ser: «que Él existe». Esto ¿Es posible conocerle?
es conocimiento absolutamente real, experiencia, expe
riencia íntimamente comprensible y, en cuanto tal, com 1 . 2 Sin una cierta cantidad de amor no se encuentra
probable; comprobable, claro está, no desde la postura nada. Quien no se compromete un poco para vivir la ex
del espectador, sino tan sólo desde la entrega al experi periencia de la fe y la experiencia de la Iglesia y no afron
mento de la vida con Dios. ta el riesgo de mirarla con ojos de amor, no descubrirá
Imágenes de la esperanza, p. 41 otra cosa que decepciones. El riesgo del amor es condi
ción preliminar para llegar a la fe.
¿Por qué soy todavía cristiano?, p. 110
2. 2 El Reino de Dios es Dios mismo. Si Jesús dice: «El
Reino de Dios está cerca», esto significa, por encima de
todo, algo muy sencillo: Dios mismo está cerca. Estáis
próximos a Dios y él a vosotros. Y además: Dios es un Dios
que actúa. No está expatriado en una esfera «trascenden
tal» que le separaría de la esfera «categorial» de nuestra
vida. Él está presente y actúa. En su aparente ausencia e
ineficacia él está propiamente presente y dominante; do
minando, ciertamente, de un modo muy distinto a como
se imaginan los soberanos humanos, o a como imaginan
los hombres débiles, pero hambrientos de poder.
Evangelio, catequesis, catecismo, pp. 32-33
34 35
3. 2 Rastreamos todavía más y con mayor profundidad tiene que ser una misma cosa; no hay otro modo de en
algo de Dios mismo en la bondad de un ser humano que tender el catolicismo, creo yo.
es bueno sin motivo ni causa. Me refirió en cierta oca La sal de la Tierra, p. 22
sión un testigo que unas muchachas asiáticas, después
de muchísimos padecimientos, habían sido recogidas y
asistidas por unas monjas. Las muchachas hablaban a 6 . 2 Dios no se manifiesta de un modo demasiado visi
las religiosas como si fuesen Dios, pues decían que sim ble... pero, generalmente, Dios no habla demasiado alto,
ples mujeres no eran capaces de aquella bondad. pero sí nos habla una y otra vez. Oírle depende, como es
natural, de que el receptor —digamos— y el emisor estén
El Dios de los cristianos, p. 50 en sintonía. Ahora en nuestro tiempo, con nuestro actual
4. 2 Ya desde enero, mi hermano había notado que nues estilo de vida y de forma de pensar, hay demasiadas in
tra madre asimilaba peor el alimento. A mediados de terferencias entre los dos y sintonizar resulta particular
agosto, el médico nos confirmó la triste noticia de que se mente difícil. Y, por otra parte, estamos tan distanciados
trataba de un cáncer de estómago, que ya avanzaba veloz de Dios que, aunque oyéramos su voz, tampoco la reco
e inexorablemente por su camino. Hasta fines de octu noceríamos como suya, así sin más. No obstante, yo di
bre, aunque reducida a piel y huesos, continuó haciendo ría que a cualquiera de nosotros que esté atento, esté
las labores domésticas para mi hermano, hasta que se donde esté, puede acontecerle que perciba al Señor,
desmayó en una tienda y desde entonces no pudo aban «Dios me habla». Y ésa es la gran oportunidad que tengo
donar más el hospital. Habíamos revivido con ella la para conocerle.
misma experiencia de mi padre. Su bondad era cada día La sal de la Tierra, pp. 33-34
más pura y transparente y continuó aumentando en las
semanas en que el dolor iba acrecentándose. El día des 7. 2 Yo soy un poco platónico. Con eso quiero decir que
pués del domingo de «Gaudete», el 16 de diciembre de creo que hay una especie de memoria, como un recuerdo
1963, cerró para siempre los ojos, pero la luz de su bon de Dios grabado en el hombre, y que hay que despertar
dad permaneció y para mí se convirtió cada vez más en lo en él. El hombre no sabe originariamente qué debe sa
una demostración concreta de la fe por la que se había ber, ni tampoco está originariamente donde debe estar;
dejado moldear. No sabría señalar una prueba de la ver es un hombre, un ser humano en camino.
dad de la fe más convincente que la sincera y franca hu En la religión bíblica, en el Antiguo y el Nuevo Testa
manidad que ésta hizo m adurar en mis padres y en otras mento, se recogen muchas imágenes de un pueblo de
muchas personas que he tenido ocasión de encontrar. Dios nómada, y se hace siempre hincapié en que Israel
Mi vida, recuerdos (1927-1977), pp. 94-95 era un pueblo en el exilio. Y esa imagen significa —exac
tamente— lo que es la existencia humana. Nos indica
5. 2 Yo diría que el catolicismo sólo puede entenderse que el hombre es un ser que está puesto en un cami
debidamente poniéndose en camino. Pensarlo y vivirlo no que no es ficticio, y que acontecerá algo en su vida que
36 37
él tiene que buscar y descubrir qué es, y que también se así, por el contrario, el justo puede llamarse “cielo”»
puede equivocar. (Serm. in monte II 5, 17). El cielo no pertenece a la geo
La sal de la Tierra, pp. 45-46 grafía del espacio, sino a la geografía del corazón. Y el
corazón de Dios, en la Noche santa, ha descendido hasta
8 . 2 Dios no es una magnitud determinable según cate un establo: la humildad de Dios es el cielo.
gorías físico-espaciales. No está a cien mil kilómetros de 25 de diciembre de 2007
altura o a una distancia de años luz. En lugar de eso, la
cercanía de Dios es una cercanía a categorías del ser. 10. 2 [...] el conocimiento de Dios no es una cuestión de
Donde está lo que más le representa, donde está la Ver pura teoría, sino que es, en primer lugar, una cuestión
dad y el Bien, ahí rozamos, sobre todo, al Eterno. de praxis vital; depende de la relación que establezca el
Dios y el mundo, p. 101 hombre entre él mismo y el mundo, entre él mismo y su
propia vida.
9. 2 En el establo de Belén el cielo y la tierra se tocan. El El Dios de los cristianos, p. 15
cielo vino a la tierra. Por eso, de allí se difunde una luz
para todos los tiempos; por eso, de allí brota la alegría y
nace el canto. [...] quisiera citar una palabra extraordi 11. 2 [... la fe en Jesucristo (...) ¿También puede enseñar
naria de san Agustín. Interpretando la invocación de la nos a vivir mejor? ¿Puede en realidad la fe cristiana ayudar
oración del Señor: «Padre nuestro que estás en los cie a cada persona?] La fe no sustituye a la propia reflexión
los», él se pregunta: ¿qué es esto del cielo? Y ¿dónde está o al aprendizaje en compañía de los demás, pero nos pro
el cielo? Sigue una respuesta sorprendente: Que estás en porciona la clave para aprender de nosotros mismos.
los cielos significa: en los santos y en los justos. «En ver La persona, en cuanto ser racional, se hace en el otro,
dad, Dios no se encierra en lugar alguno. Los cielos son y descubre también su sentido en los encuentros con los
ciertam ente los cuerpos más excelentes del mundo, demás. La fe no es un mero sistema de conocimientos,
pero, no obstante, son cuerpos, y no pueden ellos existir es, en esencia, el encuentro con Cristo.
sino en algún espacio; mas, si uno se imagina que el lu Dios y el mundo, p. 235
gar de Dios está en los cielos, como en regiones superio
res del mundo, podrá decirse que las aves son de mejor 12. 2 Cristo, que es «la belleza de toda belleza», como so
condición que nosotros, porque viven más próximas a lía decir san Buenaventura (Sermones dominicales 1, 7 ),
Dios. Por otra parte, no está escrito que Dios está cerca se hace presente en el corazón del hombre y lo atrae ha
de los hombres elevados, o sea de aquellos que habitan cia su vocación, que es el amor. Gracias a esta extraordi
en los montes, sino que fue escrito en el Salmo: “El Señor naria fuerza de atracción, la razón sale de su entorpeci
está cerca de los que tienen el corazón atribulado” (Sal. miento y se abre al misterio. Así se revela la belleza
34 [33], 19), y la tribulación propiamente pertenece a la suprema del amor misericordioso de Dios y, al mismo
humildad. Mas así como el pecador fue llamado “tierra”, tiempo, la belleza del hombre que, creado a imagen de
38 39
Dios, renace por la gracia y está destinado a la gloria Tiene un rostro y busca nuestro rostro. Tiene un corazón
eterna. y busca nuestro corazón. Nosotros no somos para él fun
¿Acaso no ha sido la belleza que la fe ha engendrado ción en una m aquinaria cósmica, sino que son justa
en el rostro de los santos la que ha impulsado a tantos mente los suyos los faltos de función. Nombre equivale a
hombres y mujeres a seguir sus huellas? aptitud para ser llamado, equivale a comunidad. Por eso
15 de mayo de 2007 Cristo es el verdadero Moisés, la culminación de la reve
lación del nombre. No trae una nueva palabra como
nombre; hace algo más: él mismo es el rostro de Dios, la
¿Cómo es Dios? invocabilidad de Dios en cuanto tú, en cuanto persona,
en cuanto corazón.
13. 2 ¿Qué significa, entonces, nombre de Dios? Tal vez El Dios de los cristianos, pp. 22-24
podamos comprender de la manera más breve de qué se
trata, partiendo de lo opuesto. El Apocalipsis habla del 14. 2 En la historia religiosa de la humanidad, que coin
adversario de Dios, de la bestia. La bestia, el poder ad cide con la historia de su espíritu e impregna las grandes
verso, no lleva un nombre, sino un número: «666 es su culturas, Dios aparece por doquier como el ser cuyos
número», dice el vidente (13, 18). Es un número y con ojos miran en todas direcciones, como la visión sin más.
vierte a la persona en un número. Los que hemos vivido Esta arcaica representación queda estampada en la figu
el mundo de los campos de concentración sabemos a qué ra del ojo de Dios que nos es familiar por el arte cristia
equivale eso: su horror se basa precisamente en que bo no: Dios es ojo, Dios es mirada. Detrás de eso se encuen
rra el rostro, en que cancela la historia, en que hace de tra, de nuevo, una sensación primordial del hombre: éste
los hombres números, piezas recambiables de una gran se sabe conocido. Sabe que no hay un postrer oculta-
máquina. Uno es lo que es su función, nada más. Hoy miento; que en todas partes, sin cobijo ni evasión, su
hemos de temer que los campos de concentración fuesen vida está, hasta el fondo, patente a una mirada; sabe que,
solamente un preludio; que el mundo, bajo la ley univer para él, vivir es ser visto. Lo que formuló como plegaria
sal de la máquina, asuma en su totalidad la estructura de uno de los salmos más hermosos del Antiguo Testamen
campo de concentración. Pues si sólo existen funciones, to (Sal. 139, 1-12) articula una convicción que ha acom
entonces el hombre no es tampoco nada más. Las má pañado al hombre a través de toda su historia:
quinas que él ha montado le imponen ahora su propia
ley. Debe llegar a ser legible por la computadora, y eso Señor, tú me examinas y me conoces,
sólo resulta posible si es traducido al lenguaje de los nú sabes cuándo me siento o me levanto,
meros. Todo lo demás carece de sentido en él. Lo que no desde lejos penetras mis pensamientos.
es función no es nada. La bestia es número y convierte en Tú adviertes si camino o si descanso,
número. Dios, en cambio, tiene un nombre y nos llama todas mis sendas te son conocidas.
por nuestro nombre. Es persona y busca a la persona. No está aún la palabra en mi lengua,
40 41
y tú, Señor, ya la conoces. confianza que le permita vivir. Aquí se decide la respues
Me envuelves por detrás y por delante, ta a la cuestión de Dios.
y tus manos me protegen. El Dios de los cristianos, pp. 17-18
Es un misterio de saber que me supera,
una altura que no puedo alcanzar. 16. 2 Dios es realmente, es decir, obra, actúa y puede ac
¿adonde podré ir lejos de tu espíritu, tuar. No es un remoto origen o una indeterminada meta
adonde escaparé de tu presencia? de nuestra trascendencia. No ha dimitido ante su máqui
Si subo hasta los cielos, allí estás tú, na cósmica; no es disfuncional, pues pone todo en fun
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. cionamiento. El mundo es y sigue siendo suyo; su tiem
Si vuelo sobre las alas de la aurora, po es el presente, no el pasado. Puede actuar y actúa,
y me instalo en el confín del mar, muy realmente, ahora, en este mundo y en nuestra vida.
también allí me alcanzará tu mano,
y me agarrará tu derecha. El Dios de los cristianos, p. 28
Aunque diga: «Que la tiniebla me encubra,
y la luz se haga noche en tomo a mí», 17. 2 Dios es concreto y justamente en lo concreto se
no es oscura la tiniebla para ti, manifiesta lo divino.
pues ante ti la noche brilla como el día [...] Servidor de vuestra alegría, p. 64
El Dios de los cristianos, pp. 16-17 18. 2 Tras la pretensión de ser enteramente libre, sin la
competencia de otra libertad, sin un «de dónde» y un
15. 2 [...] el hombre puede comprender ese ser visto de «para», se esconde no una imagen de Dios, sino una ima
las formas más diversas. Puede sentirse al descubierto, y gen idolátrica. El error fundamental de semejante volun
eso le turba. Puede ventear peligros y verse constreñido tad radical de libertad reside en la idea de una divinidad
en su ámbito vital. Y así, esa sensación puede llegar a que está concebida en un sentido puramente egoísta. El
convertirse en exasperación, agudizarse hasta ser lucha dios pensado de esta manera no es Dios, sino un ídolo,
apasionada contra el testigo, al que llega a ver como en más aún, es la imagen de lo que la tradición cristiana de
vidioso de la propia libertad, del propio deseo y acción nominaría el diablo —el anti-Dios—, porque en él se da
ilimitados. Pero también puede ocurrir exactamente lo precisamente la oposición radical al Dios real: el Dios
contrario: el hombre, orientado hacia el amor, puede ha real es, por su esencia, un total «Ser-para» (el Padre),
llar en esta presencia que le rodea por todas partes un co «Ser-desde» (el Hijo) y «Ser-con» (el Espíritu Santo).
bijo por el que clama todo su ser. Ahí puede ver la supe Ahora bien, el hombre es precisamente imagen y seme
ración de la soledad, que nadie puede eliminar del todo y janza de Dios porque el «desde», el «con» y el «para»
que es, aun así, la contradicción específica de un ser que constituyen la figura antropológica fundamental.
pide a gritos el tú, el acompañamiento mutuo. Puede en Fe, verdad y tolerancia, p. 214
contrar en esa secreta presencia el fundamento de la
42 43
19. 2 «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno» 2 2 . 2 Él se llama a sí mismo Padre. La paternidad hum a
(Me. 10, 18). Sólo queda una frontera, un límite realmen na puede dar una idea de lo que él es. Pero donde ya no
te válido, el que hay entre Creador y criatura. Ante él, to hay paternidad, donde ya no se siente la paternidad hu
dos los demás se vuelven absolutamente irrelevantes. mana, ni como fenómeno puramente biológico, ni mu
La fraternidad de los cristianos, p. 79 cho menos como fenómeno humano y espiritual, tam
bién resulta vacío lo que diga Dios como Padre. Donde
2 0 . 2 Se sabe que los griegos llamaron «padre» a Zeus. Pero desaparece la paternidad humana, tampoco se puede
ésa no era para ellos una palabra que invitara a la confian pensar en Dios ni hablar de él. No es Dios el que está
za, sino una expresión de la profunda ambigüedad de Dios, muerto; es el presupuesto para que Dios viva en el hom
de la trágica ambigüedad y terribilidad del mundo. Al decir bre lo que ha ido muriendo cada vez más en el hombre.
«padre», querían decir: «Zeus es como los demás padres La crisis de paternidad que vivimos forma parte de la cri
humanos. A veces es muy bueno, si está de buen talante; sis de la humanidad que nos amenaza. Dondequiera que
pero en el fondo es un egoísta, un tirano; no se puede la paternidad se muestre sólo como accidente biológi
contar con él, no se ve lo que maquina, es peligroso» [...]. co, que no reclama al hombre, o bien como tiranía que
La crítica religiosa del siglo xix afirmó que las religio hay que sacudir, allí se ha producido una lesión en la cons
nes surgieron al proyectar los hombres sobre el cielo lo titución básica del ser humano. Para la integridad del ser
que tenían de mejor y más hermoso, para así hacerse el humano se precisa del padre en el verdadero sentido en
mundo tolerable. Pero como sólo proyectaban su propio que se ha manifestado por la fe: como responsabilidad
ser, resultó Zeus y se produjo el terror. El Padre bíblico por el otro; una responsabilidad que no le domina, sino
no es un duplicado celeste de la paternidad humana, que le libera para él mismo: como amor que no quiere
sino que pone algo nuevo: es la crítica divina a la pater absorber al otro, pero tampoco le confirma en su situa
nidad humana. ción haciendo que eso pase por libertad, sino que le quie
El Dios de los cristianos, pp. 32-33 re para su verdad más íntima, para aquella que está en su
creador.
21.2 ¿Confiamos en él? ¿Le miramos como a una realidad El Dios de los cristianos, p. 29
en el proyecto de nuestra vida, de nuestro afán cotidiano?
¿Hemos comprendido qué significa la primera tabla de los 23. 2 Cuando se difama la existencia de la familia, de la
Mandamientos? Esa tabla es propiamente la interpela paternidad y maternidad humanas como obstáculo a la
ción fundamental que se hace a la vida humana; corres libertad, cuando se consideran inventos de los domina
ponde a las tres primeras peticiones del Padrenuestro, que dores la reverencia, la obediencia, la fidelidad, la pacien
recogen esa primera tabla y quieren convertirla en la pau cia, la bondad, la confianza, y se enseña a los niños el
ta básica de nuestro espíritu, de nuestra vida. °dio, la desconfianza, la desobediencia como verdaderas
El Dios de los cristianos, p. 28 virtudes del hombre liberado, entonces entran en juego
el creador y la creación. La creación como un todo va a
44 45
ser relevada entonces por otro mundo que el hombre se —¿Sabías que existe el creador del mundo?
construirá. En la lógica de este inicio, sólo el odio puede —Sí —dijo el criado.
ser camino para el amor; pero esa misma lógica se apoya —Por supuesto —exclamó Leví Isaac—, todos lo di
previamente en la antilógica de la propia destrucción. cen, pero ¿lo aprenden, además de decirlo?
Pues allí donde se calumnia la totalidad de lo real, donde
se hace mofa del creador, corta el hombre sus propias raí Intentemos en esta meditación aprender con mayor
ces. Comenzamos a reconocer eso muy palpablemente a profundidad lo que significa «Dios es creador»
un nivel bastante inferior: en la cuestión del medio am El Dios de los cristianos, p. 37
biente, donde se demuestra que el hombre no puede vivir
en contra de la tierra, sino de ella. Pero no queremos re 26. 2 [...] la creación no es meramente objeto de la razón
conocer que eso vale a todos los niveles de la realidad. teórica, de la contemplación y de la admiración; es una
El Dios de los cristianos, pp. 45-46 brújula. Los antiguos hablaban de la ley natural. Actual
mente se pone en ridículo, y hubo ciertamente mucho
24. 2 La expresión «Dios es» significa además que todos abuso en esta cuestión. Pero subsiste un núcleo: existe
nosotros somos sus creaturas. Sólo creaturas, pero en algo que es lícito a partir de la naturaleza, a partir de la
cuanto tales, verdaderamente provenientes de Dios. So brújula de la creación, que posibilita al mismo tiempo,
mos creaturas queridas por él y destinadas a la eterni por encima de las fronteras de las legislaciones estatales,
dad: creatura es el prójimo, la persona —tal vez antipáti el derecho de gentes. Existe aquello que es justo por na
ca— que está a mi lado. El hombre no proviene de la turaleza, que precede a nuestra legislación, de suerte que
casualidad ni de la mera lucha por la existencia que lleva no todo lo que se le ocurre al hombre puede convertirse
a la victoria del más apto, del que logra imponerse: el en derecho. Pueden darse leyes que, aun siendo leyes, no
hombre proviene del amor creador de Dios. constituyen un derecho sino una injusticia. La naturale
El Dios de los cristianos, p. 27 za, por ser creación, es fuente de derecho.
El Dios de los cristianos, pp. 46-47
25. 2 Cuenta Martin Buber en sus leyendas jasídicas que
el futuro rabí Leví Isaac hizo un primer viaje, movido por
su deseo de saber, y visitó al rabí Schmelke de Nikols- ¿De verdad que es poderoso?
burg, contra la voluntad de su suegro. A su regreso, éste
le preguntó con altanería: 27. 2 [...] Conrado de Parzham, el santo hermano porte
ro fue beatificado primero y después canonizado. En
—¿Y qué has aprendido junto a él? este hombre humilde y bondadoso veíamos nosotros en
A lo que Leví Isaac respondió: carnado lo mejor de nuestra gente, guiada por la fe en la
—Aprendí que existe el creador del mundo. realización de sus más bellas posibilidades. Más tarde,
El viejo llamó entonces a un criado y le preguntó: he reflexionado a menudo sobre esta extraordinaria cir
46 47
cunstancia por la cual la Iglesia, en el siglo del progreso a Él. En este mundo, Dios no le hace competencia a las
y de la fe en las ciencias, se ha visto representada en lo formas terrenales del poder. No contrapone sus ejércitos
mejor de sí misma en personas muy sencillas como Ber- a otros ejércitos. Cuando Jesús estaba en el Huerto de los
nardette de Lourdes o, concretamente, en el hermano olivos, Dios no le envía doce legiones de ángeles para
Conrado, a las que apenas parecen afectarles las corrien ayudarlo (cfr. Mt. 26, 53). Al poder estridente y pomposo
tes de la historia: ¿es tal vez esto una señal de que la Igle de este mundo, Él contrapone el poder inerme del amor,
sia ha perdido su capacidad de incidir en la cultura y sólo que en la cruz —y después siempre en la historia— su
consigue tom ar asiento fuera del auténtico flujo de la cumbe y, sin embargo, constituye la nueva realidad divi
historia? ¿O es un signo de que la capacidad de acoger na, que se opone a la injusticia e instaura el Reino de
con inmediatez lo que en verdad importa se da todavía Dios. Dios es diverso; ahora [cuando los Reyes Magos se
hoy a los más pequeños, a quienes se les ha concedido postran ante el Niño], se dan cuenta de ello. Y eso signi
una mirada que, en cambio, tan a menudo les falta a los fica que ahora ellos mismos tienen que ser diferentes,
«sabios e inteligentes» (cfr. Mt. 11, 25)? Estoy efectiva han de aprender el estilo de Dios.
mente convencido de que estos «pequeños» santos son 20 de agosto de 2005
precisamente una gran señal para nuestro tiempo: un
tiempo que me conmueve tanto más profundam ente 30. 2 ¿Existe un límite contra el cual se estrella la fuerza
cuanto más vivo en él y con él. del mal? Sí, existe, responde el [papa Juan Pablo II] (...)
Mi vida, recuerdos (1927-1977), p. 23 el poder que pone un límite al mal es la misericordia di
vina. A la violencia, a la ostentación del mal, se opone en
28. 2 Como niño se nos ha hecho tan cercano que, sin te la historia —como «el totalmente otro» de Dios, como el
mor, podemos tutearlo, tratarlo de tú en la inmediatez poder propio de Dios— la misericordia divina. Podría
del acceso al corazón del niño. En el Niño Jesús se mani mos decir con el Apocalipsis: el cordero es más fuerte
fiesta de la forma más patente la indefensión del amor de que el dragón.
Dios: Dios viene sin armas porque no quiere conquistar 22 de diciembre de 2005
desde lo exterior, sino ganar desde el interior, transfor
m ar desde dentro. Si acaso hay algo que pueda vencer al 31. 2 El símbolo del cordero tiene todavía otro aspecto.
hombre, su arrogancia, su violencia y su codicia, es la in Era costumbre en el antiguo Oriente que los reyes se
defensión del niño. Dios asumió para sí a fin de vencer llamaran a sí mismos pastores de su pueblo. Era una
nos y conducimos así a nosotros mismos. imagen de su poder, una imagen cínica: para ellos, los
La bendición de la Navidad, p. 63 pueblos eran como ovejas de las que el pastor podía
disponer a su agrado. Por el contrario, el pastor de todos
29. 2 El poder de Dios es diferente al poder de los gran los hombres, el Dios vivo, se ha hecho él mismo cordero,
des del mundo. Su modo de actuar es distinto de como lo se ha puesto de la parte de los corderos, de los que son
imaginamos, y de como quisiéramos imponerle también Pisoteados y sacrificados. Precisamente así se revela Él
48 49
como el verdadero pastor: «Yo soy el buen pastor [...]. Yo 33. 2 [•••] Ia pérdida de la imagen de Dios, [...] desde la
doy mi vida por las ovejas», dice Jesús de sí mismo (Jn. época de la Ilustración avanza sin cesar. El deísmo se ha
10, 14s.). No es el poder lo que redime, sino el amor. Éste impuesto prácticamente en la conciencia general. No es
es el distintivo de Dios: Él mismo es amor. ¡Cuántas ve preciso ya concebir a un Dios que se preocupa de los in
ces desearíamos que Dios se mostrara más fuerte! Que dividuos y actúa en el mundo. Dios pudo haber origina
actuara duramente, derrotara el mal y creara un mundo do el estallido inicial del universo, si es que lo hubo, pero
mejor. Todas las ideologías del poder se justifican así, no le queda nada más que hacer en un mundo ilustrado.
justifican la destrucción de lo que se opondría al progre Parece casi ridículo imaginar que nuestras acciones bue
so y a la liberación de la humanidad. Nosotros sufrimos nas o malas le interesen; tan pequeños somos ante la
por la paciencia de Dios. Y, no obstante, todos necesi grandeza del universo. Parece mitológico atribuirle unas
tamos su paciencia. El Dios, que se ha hecho cordero, acciones en el mundo. Puede haber fenómenos sin acla
nos dice que el mundo se salva por el Crucificado y no rar, pero se buscan otras causas. La superstición parece
por los crucificadores. El mundo es redimido por la pa más fundamentada que la fe; los dioses —es decir, los po
ciencia de Dios y destruido por la impaciencia de los deres inexplicados en el curso de nuestra vida, y con los
hombres. que hay que acabar— son más creíbles que Dios.
20 de abril de 2005 Cristo y la Iglesia..., pp. 43-44
34. 2 Pero si Dios nada tiene que ver con nosotros, pres
Dificultades para creer hoy cribe también la idea de pecado. Que un acto humano
pueda ofender a Dios es ya para muchos una idea inima
32. 2 La cuestión acerca de la verdad es insoluble y que ginable. No queda margen para la redención en el senti
da sustituida por la cuestión acerca del efecto sanador y do clásico de la fe cristiana, porque apenas se le ocurre a
purificador de la religión. [...] Cada uno debe recorrer su nadie buscar la causa de los males del mundo y de la pro
propio camino; cada uno será bienaventurado a su ma pia existencia en el pecado. Por eso tampoco puede ha
nera, como decía Federico II de Prusia. Así que, a través ber un Hijo de Dios que venga al mundo a redimirnos del
de las teorías acerca de la salvación, el relativismo vuel pecado y que muera en la cruz por esta causa.
ve a colarse por la puerta falsa: la cuestión acerca de la Cristo y la Iglesia..., pp. 43-44
verdad queda excluida de la cuestión acerca de las reli
giones y de la cuestión acerca de la salvación. La verdad 35. 2 La cultura actual, profundamente marcada por
queda sustituida por la buena intención; la religión sigue un subjetivismo que desemboca muchas veces en el in
estando en el terreno subjetivo, porque lo que es objeti dividualismo extremo o en el relativismo, impulsa a los
vamente bueno y verdadero, eso no es posible conocerlo. hombres a convertirse en única medida de sí mismos,
Fe, verdad y tolerancia, pp. 169 y 177 Perdiendo de vista otros objetivos que no estén cen
trados en su propio yo, transformado en único criterio
50 51
de valoración de la realidad y de sus propias opciones. 37 2 [•••] el hombre de hoy no entiende ya la doctrina
De este modo, el hombre tiende a replegarse cada vez cristiana de la redención. No encuentra nada parecido
más en sí mismo, a encerrarse en un microcosmos exis- en su propia experiencia vital. No puede imaginar nada
tencial asfixiante, en el que ya no tienen cabida los gran detrás de términos como expiación, representación y sa
des ideales, abiertos a la trascendencia, a Dios. En cam tisfacción. Lo designado con la palabra de Cristo (me-
bio, el hombre que se supera a sí mismo y no se deja sías), no aparece en su vida y parece una fórmula vacía. La
encerrar en los estrechos límites de su propio egoísmo, confesión de Jesús como Cristo cae por tierra. A partir de
es capaz de una mirada auténtica hacia los demás y ha ahí se explica también el enorme éxito de las explicacio
cia la creación. Así, toma conciencia de su característica nes psicológicas del Evangelio [...] La redención es susti
esencial de criatura en continuo devenir, llamada a un tuida por la liberación en el sentido moderno de la pala
crecimiento armonioso en todas sus dimensiones, co bra, que se puede entender con acento en la vertiente
menzando precisamente por la interioridad, para llegar psicológico-individual o político-colectiva, y tiende a
a la realización plena del proyecto que el Creador ha gra combinarse con el mito del progreso. Este Jesús no nos
bado en su ser más profundo. ha redimido, pero puede servir de símbolo que guíe
15 de noviembre de 2005 nuestra redención o liberación. Si no hay ya un don de
redención que dispensar o administrar, la Iglesia en el
36. 2 Está [...] el postulado de que en la historia sólo pue sentido tradicional es una quimera, incluso un escánda
de ocurrir lo que siempre es posible, el postulado de que lo; no es sujeto de ninguna potestad; su pretendida po
el engranaje casual nunca se interrumpe y lo que choca testad es, en este supuesto, mera presunción. Tendría
contra estas leyes conocidas es ahistórico. Así, el Jesús que convertirse en un espacio de «libertad» en sentido
de los Evangelios no puede ser el Jesús real; es preciso psicológico y político.
encontrar otro y excluir de él todo lo que sólo es inteligi Cristo y la Iglesia..., p. 43
ble desde Dios. El principio constructivo sobre el que
emerge este Jesús excluye por tanto lo divino de él, si 38. 2 Es también verdad que en nuestra moderna socie
guiendo el espíritu de la Ilustración: este Jesús histórico dad occidental existen muchas falsas situaciones que
no puede ser Cristo ni Hijo. Al hombre de hoy que en la nos alejan del cristianismo; la fe aparece como algo muy
lectura de la Biblia se guía por este tipo de exégesis, no le lejano, por lo que también Dios aparece muy lejano [...]
dice nada el Jesús de los Evangelios, sino el de la Ilustra En cambio la vida aparece llena de posibilidades y de ob
ción, un Jesús «ilustrado». La Iglesia queda así descarta jetivos [...] Y tendencialmente el deseo de los jóvenes es
da; sólo puede ser una organización humana que intenta el de ser los arquitectos de la propia vida, de vivirla al
utilizar con más o menos habilidad la filantropía de este máximo de sus posibilidades [...] Pienso en el hijo pródi
Jesús. go que consideraba su vida en la casa paterna aburrida:
Cristo y la Iglesia..., p. 42 «Quiero vivir la vida totalmente, gozármela hasta el fi
nal.» Y luego se da cuenta de que su vida está vacía, y que
52 53
en realidad era libre y grande cuando vivía en la casa de mente como una pieza anticuada sin importancia, que se
su padre. Creo que entre los jóvenes se está difundiendo la puede dejar desmoronar poco a poco tranquilamente, o
sensación de que todas las diversiones que se les ofrecen, incluso puede cuidarse en un museo. Frente a esto, el Ca
todo el mercado construido sobre el tiempo libre, todo tecismo fue y es un acontecimiento que, muy por encima
aquello que se hace, que se puede hacer, que se puede de las polémicas intraeclesiales, ha afectado a la sociedad
comprar y vender, al final no puede ser el todo [...] Por al secular: una penetración a través del muro silencioso de
gún lado tiene que estar lo mejor. Aquí encontramos la la indiferencia. Creer vuelve a ser la sal que hiere y sana
gran pregunta: ¿qué es por lo tanto lo esencial? No pue a la vez; la llamada que reclama una toma de postura.
de ser todo aquello que tenemos y que podemos com Evangelio, catequesis, catecismo, p. 30
prar. He aquí el llamado mercado de las religiones que de
alguna manera ofrece la religión como una mercancía y 40. 2 De los dinosaurios se afirma que se extinguieron
por lo tanto la degrada. Pero se nos plantea una pregun porque se habían desarrollado erróneamente: mucho ca
ta, por lo que es necesario reconocer esta duda y no ig parazón y poco cerebro, muchos músculos y poca inteli
norarla, no considerar el cristianismo como algo con gencia. ¿No estaremos desarrollándonos también noso
cluido y experimentado suficientemente, sino contribuir tros de forma errónea: mucha técnica pero poca alma?
para que pueda ser reconocido como aquella posibilidad ¿Un grueso caparazón de capacidades materiales pero
siempre fresca, justamente porque se origina en Dios, un corazón que se ha vuelto vacío? ¿La pérdida de la ca
que guarda y revela en sí dimensiones siempre nuevas... pacidad de percibir en nosotros la voz de Dios, de reco
En realidad, el Señor nos dice: «El Espíritu Santo os in nocer lo bueno, lo bello y lo verdadero?
troducirá en cosas que hoy no os puedo decir.» El cris La bendición de la Navidad, pp. 76-77
tianismo está lleno de dimensiones aún no reveladas y se
muestra siempre fresco y nuevo. 41. 2 «Esto os servirá de señal: encontraréis un niño en
Radio Vaticana, 15 de agosto de 2005 vuelto en pañales y acostado en un pesebre» [Le 2,12]. Con
otras palabras, la señal para los pastores es que no encon
3 9 . 2 [...] aquello que no encuentra resistencia es que no trarán ninguna señal, sino únicamente al Dios hecho niño,
ha rozado siquiera las necesidades apremiantes de una y que tendrán que creer en la cercanía de Dios en medio de
época. La peor experiencia del cristianismo en nuestro si este ocultamiento. La señal les pide que aprendan a des
glo actual no es la de su combate público: que regímenes cubrir a Dios en lo desconocido de su ocultamiento. La
autoritarios persigan, con todos los medios bajo su poder, señal les pide que reconozcan que no es posible encontrar
a una minoría indefensa de creyentes es un signo de la a Dios en las realidades tangibles de este mundo y que
fuerza interior que ellos conceden a la fe que alienta a sólo podemos encontrarlo si vamos más allá de ellas.
este pequeño grupo. Por el contrario, es alarmante la in Ciertamente Dios puso una señal también en la gran-
diferencia frente al cristianismo, el cual aparentemente eza y en la fuerza del cosmos, detrás del cual vislumbra
no sufre ya ningún tipo de oposición: es visto pública dos algo del poder del Creador. Pero la auténtica señal
54 55
elegida por él es el ocultamiento, empezando por el pobre 43. 2 En la cultura actual se exalta muy a menudo la li
pueblo de Israel y pasando por el niño de Belén, hasta lle bertad del individuo concebido como sujeto autónomo,
gar al que muere en la cruz diciendo estas palabras: «Dios como si se hiciera él sólo y se bastara a sí mismo, al m ar
mío. Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» [Mt gen de su relación con los demás y ajeno a su responsa
27,46]. Esta señal del ocultamiento nos muestra que las bilidad ante ellos. Se intenta organizar la vida social sólo
realidades de la verdad y del amor, las auténticas realida a partir de deseos subjetivos y mudables, sin referencia
des de Dios, no se encuentran en el mundo de las canti alguna a una verdad objetiva previa como son la digni
dades, sino que sólo podemos encontrarlas si vamos más dad de cada ser humano y sus deberes y derechos inalie
allá de ese mundo y entramos en un nuevo orden. nables a cuyo servicio debe ponerse todo grupo social.
Ser cristiano, pp. 35-36 La Iglesia no cesa de recordar que la verdadera liber
tad del ser humano proviene de haber sido creado a ima
42. 2 Ah, ya que hay tantas necesidades e indigencias en gen y semejanza de Dios. Por ello, la educación cristiana
este mundo, suspendamos por un momento la cuestión es educación de la libertad y para la libertad. «Nosotros
de la verdad; preocupémonos primero de realizar de una hacemos el bien no como esclavos, que no son libres de
buena vez las grandes obras sociales de la liberación y obrar de otra manera, sino que lo hacemos porque tene
luego podremos darnos otra vez el lujo de preguntamos mos personalmente la responsabilidad con respecto al
por la verdad. Pero la verdad es ésta: quien deja de lado mundo; porque amamos la verdad y el bien, porque
la cuestión de la verdad y la declara innecesaria, amputa amamos a Dios mismo y, por tanto, también a sus cria
al hombre, le quita el núcleo de su dignidad humana. Si turas. Ésta es la libertad verdadera, a la que el Espíritu
no existe la verdad, entonces todo lo demás es arbitrario. Santo quiere llevarnos.»
Entonces, el orden social se transforma muy rápidamen V Encuentro mundial de las familias, pp. 23-24
te en violencia y en participación en la violencia. La ver
dadera acción liberadora de la Iglesia, que ella nunca
puede dejar de lado y que precisamente hoy posee la má
xima urgencia, consiste en que ella tiende, le alcanza al
mundo la verdad, la verdad que Dios existe, que Dios nos
conoce, que Dios es así como es Jesucristo, que Dios en
Cristo nos ofrece el camino. Solo si esto es real, entonces
también existe la conciencia y la capacidad de verdad del
hombre, por la que cada uno está inmediatamente fren
te a Dios y cada uno es más grande que todos los siste
mas imaginables del mundo.
Miremos al traspasado, pp. 161-162
56 57
CAPÍTULO 3
SEGUIMIENTO DE CRISTO
70 71
28. 3 Es urgente que surja una nueva generación de Queridos amigos, esto es el misterio de la llamada, de la
apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces vocación; misterio que afecta a la vida de todo cristiano,
de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispues pero que se manifiesta con mayor relieve en los que Cris
tos a difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo to invita a dejar todo para seguirlo más de cerca.
que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es 20 de agosto de 2005
lo que el mundo —aun sin saberlo— espera de vosotros!
Y si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle 32. 3 Dios da ya en esta vida el ciento por uno, dice san
con generosidad, especialm ente cuando os propone ta Teresa de Jesús, resumiendo el contenido de esta sen
seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. tencia del Señor. Toda renuncia por su am or tendrá
No tengáis miedo; fíaos de Él y no quedaréis decepcio como respuesta un premio muchas veces superior. Dios
nados. es magnánimo y no se deja vencer en generosidad. For
9 de abril de 2006 ma parte del servicio apostólico comenzar por renun
ciar; el celibato es una de las maneras sumamente con
29. 3 En cierto sentido, el Señor desea venir siempre a creta en que debe plasmarse esta renuncia. Quien, al
través de nosotros, y llama a la puerta de nuestro cora cabo de un período de tiempo más o menos largo, echa
zón: ¿estás dispuesto a darme tu carne, tu tiempo, tu una mirada retrospectiva a su vida sacerdotal, sabe cuán
vida? Ésta es la voz del Señor, que quiere entrar también verdaderas son las palabras de Jesús. Es cierto que pri
en nuestro tiempo, quiere entrar en la historia humana a mero hay que atreverse a dar el salto. Y nadie debería in
través de nosotros. Busca tam bién una m orada viva, tentar resarcirse con calderilla, por así decirlo, por lo
nuestra vida personal. Ésta es la venida del Señor. que se ha pagado con billetes grandes: el Espíritu Santo
26 de noviembre de 2005 no se deja engañar.
Servidor de vuestra alegría, pp. 87-88
30. 3 Sólo si tiene una experiencia personal de Cristo, el
joven puede comprender en verdad su voluntad y por lo 33. 3 Jesús no rechaza en modo alguno la pregunta de
tanto la propia vocación. Cuanto más conoces a Jesús, Pedro porque éste espere una recompensa, sino que le da
más te atrae su misterio; cuanto más lo encuentras, más la razón: «En verdad os digo que no hay nadie que, ha
fuerte es el deseo de buscarlo. biendo dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o
20 de agosto de 2005 Padre, o hijos, o campos, por amor de mí y del Evangelio,
no reciba el céntuplo ahora en este tiempo en casa, her
31. 3 Los Magos m archaron porque tenían un deseo manos, hermanas, madre e hijos y campos, con persecu
grande que los indujo a dejarlo todo y a ponerse en ca ciones, y la vida eterna en el siglo venidero» (Me. 10, 29-
mino. Era como si hubieran esperado siempre aquella 3°). Dios es magnánimo; si examinamos sinceramente
estrella. Como si aquel viaje hubiera estado siempre ins nuestra vida, sabemos bien que cualquier cosa que haya-
crito en su destino, que ahora finalmente se cumple. mos abandonado nos la devuelve el Señor acrecentada
72 73
con el ciento por uno. No deja que le ganemos en gene dido a esta llamada, una llamada tan grande que solicita
rosidad. No espera a la otra vida para darnos la recom y llena la vida entera, pero que sólo la llena cuando se
pensa, sino que nos da el céntuplo desde ahora mismo, mantiene en su totalidad.
a pesar de que este mundo siga siendo un mundo de per Servidor de vuestra alegría, pp. 34-35
secuciones, de dolor, de sufrimiento [...].
El camino pascual, p. 189 36. 3 Esto significa también que existe la hora de Jesu
cristo, el instante que no puede aplazarse, porque no se
34. 3 Santa Teresa de Jesús resume este pensamiento puede calcular y decir: «Sí quiero, por supuesto, pero
con esta sencilla frase: «Aun en esta vida da Dios ciento ahora me resulta demasiado peligroso. Todavía tengo
por uno.» A nosotros nos corresponde únicamente tener que hacer esto o lo otro.» Porque así se puede dejar esca
el valor de ser los primeros en dar el uno como Pedro, par el instante de su vida y perder, precisamente por cul
que, fiado en la palabra del Señor, no duda en bogar mar pa de estas cautelas, lo auténtico de la propia vida, que
adentro a la mañana: entrega uno y recibe cien. ya nunca se puede recuperar. Hay la hora de la llamada,
También hoy nos invita el Señor a bogar m ar adentro, que exige una decisión instantánea, una decisión mucho
y estoy seguro de que tendremos la misma sorpresa que más importante de cuanto podríamos imaginar y de lo
Pedro; la pesca será abundante, porque el Señor perma que es perfectamente razonable. Tienen preferencia la
nece en la barca de Pedro, que ha venido a ser su cátedra razón de Jesús y su llamada: llegan primero. Tiene una
y su trono de misericordia. importancia decisiva —y no sólo en el primer instante,
El camino pascual, p. 189 sino para siempre y en todos los tramos del camino—
este valor para posponer lo que nos parece tan razonable
35. 3 El segundo hombre con el que Jesús se encuentra ante este «más grande» que es él. Sólo así llegamos ver
pone algunas objeciones realmente razonables. Desearía daderamente hasta su cercanía.
esperar hasta la muerte de su padre y gestionar mientras Servidor de vuestra alegría, p. 35
tanto los asuntos para que todo discurra por sus cauces
normales, de suerte que pueda dejarlo todo bien dis 37. 3 [...] el seguimiento exige que tengamos el valor de
puesto y ordenado antes de partir a otro lugar. Luego se estar cerca del fuego, que ha venido para incendiar la tie
guiría a Jesús. Pero ¿quién sabe cuándo ocurrirá esto? rra. Hay en Orígenes una sentencia atribuida a Jesús:
¿Seguirá teniendo entonces la fuerza de voluntad nece «Quien está cerca de mí está cerca del fuego.» Quien no
saria para ponerse en pie y seguir a Jesús? Una cosa ve quiera verse quemado, debe alejarse de él. En el sí al se
mos claramente: que la respuesta a la llamada de Jesús guimiento se incluye el valor de dejarse abrasar por el
tiene prioridad y pide la entrega total. Es decir, tiene pre fuego de la pasión de Jesucristo, que es también, al mis-
ferencia y reclama la totalidad de nuestro ser. No basta m° tiempo, el fuego salvador del Espíritu Santo. Sólo si
con entregar una parte de sí mismo, una parte de su tenemos el valor de estar junto a ese fuego, si nos deja-
tiempo y de su voluntad. De ser así, no se habría respon 11108 incendiar nosotros mismos, sólo entonces podre
74 75
mos ser también nosotros fuego en esta tierra, el fuego de la propia vida, porque sabe bien que puede apoyarse
de la vida, de la esperanza y del amor. en el fundamento que le impedirá caer: Jesucristo, nues
Servidor de vuestra alegría, pp. 36-37 tro Señor.
38. 3 Éste es el fondo y, en definitiva, el núcleo de la lla
27 de mayo de 2006
mada: que debemos estar preparados para dejarnos 4 1 . 3 En sexto año de estudios de Teología, uno se en
abrasar, para dejarnos incendiar por aquel cuyo corazón cuentra frente a cuestiones y problemas muy humanos.
arde por la fuerza de su palabra. Si somos tibios y tedio ¿Será bueno el celibato para mí? ¿Ser párroco será lo
sos, no podemos traer el fuego a este mundo, ni aportar m ejor para mí? Estas preguntas no siempre tienen res
ningún poder de transformación. puesta fácil. En mi caso concreto, nunca dudé de lo fun
Servidor de vuestra alegría, p. 37 damental, pero tampoco me faltaron pequeñas crisis.
Como yo era tímido y nada práctico —no estaba dota
39. 3 Que nuestro ser en el mundo no es un vivir para la do para el deporte ni para la organización o el trabajo ad
muerte, no es un vivir desde la nada y hacia la nada, sino ministrativo—, tenía la preocupación de si sabría llegar
una vida que ha sido requerida desde el principio por un a las personas, si sabría comunicarme con ellas. Me
amor infinito hacia el que se encamina, todo esto se ad preocupaba la idea de llegar a ser un buen capellán y di
vierte también en el carro de fuego de Jesucristo. Descu rigir a la juventud católica, o dar clases de religión a los
brimos su alegría cuando tenemos el valor de dejarnos pequeños, atender convenientemente a enfermos y an
incendiar por el mensaje del Señor. Y cuando lo hemos cianos, etc. Me preguntaba seriamente si estaba prepa
descubierto, entonces podemos abrasar, porque enton rado para vivir toda la vida así, si aquélla era realmente
ces somos siervos de la alegría en medio de un mundo de mi vocación.
muerte. A todo ello iba siempre unida la otra cuestión de si yo
Servidor de vuestra alegría, pp. 37-38 sería capaz de vivir el celibato durante toda mi vida. La
universidad estaba, por aquel entonces, medio en ruinas
40. 3 Queridos jóvenes amigos, el miedo al fracaso a ve y no teníamos local para la facultad de teología. Estuvi
ces puede frenar incluso los sueños más hermosos. Pue mos dos años en los edificios del Palacio de Fürstenried,
de paralizar la voluntad e impedir creer que pueda exis en los alrededores de la ciudad. Aquello hacía que la con
tir una casa construida sobre roca. Puede persuadir de vivencia —no sólo entre alumnos y profesores, sino tam
que la nostalgia de la casa es solamente un deseo juvenil bién entre alumnos y alumnas— fuera muy estrecha, así
y no un proyecto de vida. Como Jesús, decid a este mie que la cuestión de la entrega y de su sentido, se plantea
do: «¡No puede caer una casa fundada sobre roca!» ba en términos muy prácticos precisamente por esta
Como san Pedro, decid a la tentación de la duda: «Quien convivencia diaria. Solía pensar en estas cosas paseando
cree en Cristo, no será confundido.» Sed testigos de la es P°r aquellos espléndidos parques de Fürstenried. Pero,
peranza, de la esperanza que no teme construir la casa Corn° es natural, también haciendo largas horas de ora
76 77
ción en la Capilla. Hasta que, por fin, en el otoño de 1950 solamente a Él, sino también a la salvación de todo el
fui ordenado diácono; mi respuesta al sacerdocio fue un mundo, de toda la historia.
rotundo sí, categórico y definitivo. 24 de abril de 2005
La sal de la Tierra, p. 60
Pecadores que enseñan el arte de vivir
42. 3 Los discípulos tuvieron que ser lo bastante flexibles
como para cambiar su vida cotidiana de pescadores por 4 4 . 3 Evangelizar quiere decir mostrar ese camino, ense
la de acompañantes en un camino todavía abierto y mis ñar el arte de vivir. Jesús dice al inicio de su vida pública:
terioso. [...] Pero al mismo tiempo tuvieron que ser cons he venido para evangelizar a los pobres (cfr. Le. 4, 18).
tantes y fieles a la opción básica y esencial. Así que no de Esto significa: yo tengo la respuesta a vuestra pregunta
beríamos oponer flexibilidad y lealtad. La fidelidad ha de fundamental; yo os m uestro el camino de la vida, el
ser acreditarse en situaciones cambiantes. En la situa camino que lleva a la felicidad; más aún, yo soy ese ca
ción actual a menudo sólo cuenta el cambio, la flexibili mino. La pobreza más profunda es la incapacidad de ale
dad. Me gustaría manifestar mi desacuerdo con esto. gría, el tedio de la vida considerada absurda y contradic
Hoy necesitamos más que nunca perseverar en la voca toria. Esta pobreza se halla hoy muy extendida, con
ción, hoy necesitamos más que nunca personas que se formas muy diversas, tanto en las sociedades material
entreguen por entero. mente ricas como en los países pobres. La incapacidad
Dios y el mundo, p. 241 de alegría supone y produce la incapacidad de amar, pro
duce la envidia, la avaricia... Todos los vicios que arrui
43. 3 El primer signo es el palio, tejido de lana pura, que nan la vida de las personas y el mundo. Por eso, hace fal
se me pone sobre los hombros. Este signo antiquísimo, ta una nueva evangelización. Si se desconoce el arte de
que los obispos de Roma llevan desde el siglo iv, puede vivir, todo lo demás ya no funciona. Pero ese arte no es
ser considerado como una imagen del yugo de Cristo, objeto de la ciencia; sólo lo puede comunicar quien tiene
que el obispo de esta ciudad, el Siervo de los Siervos de la vida, el que es el Evangelio en persona.
Dios, toma sobre sus hombros. El yugo de Dios es la vo Nueva evangelización, 10 de diciembre de 2000
luntad de Dios que nosotros acogemos. Y esta voluntad
no es un peso exterior, que nos oprime y nos priva de 45. 3 [...] ¿qué papel juega Dios propiamente en nuestra
la libertad. Conocer lo que Dios quiere, conocer cuál es la Predicación?, ¿no nos desviamos casi siempre hacia te
vía de la vida, era la alegría de Israel, su gran privilegio. rnas que nos parecen «más concretos» y urgentes [...]?
Ésta es también nuestra alegría; la voluntad de Dios, en Jesús nos corrige: Dios es el tema práctico y real para el
vez de alejarnos de nuestra propia identidad, nos purifi hombre, entonces y siempre. [...] Pensamos que Dios
ca —quizá a veces de manera dolorosa— y nos hace vol esta demasiado lejos, que no toma parte en nuestra vida
ver de este modo a nosotros mismos. Y así, no servimos diaria; por ello hablamos de lo próximo, de lo práctico.
78 79
Jesús nos dice: no; Dios está aquí, en la sed de infinitud. con los que Jesús obra, está la auténtica revolución que
Dios es la primera palabra del Evangelio, aquella que podría y debería cambiar el mundo.
cambia nuestra vida si confiamos en ella; y esto tiene Dios y el mundo, p. 234
que decirse con una fuerza completamente nueva, desde
la plenitud de Jesús, en el interior de nuestro mundo. 4 9 . 3 Hemos recibido la fe para entregarla a los demás
Evangelio, catequesis, catecismo, pp. 33-34 [..]. Y tenemos que llevar un fruto que permanezca. Pero
¿qué queda? El dinero no se queda. Los edificios tampo
46.3 [...] me parece muy importante promover, por decir co se quedan, ni los libros. Después de un cierto tiempo,
lo de algún modo, una cierta curiosidad por el cristianis más o menos largo, todo esto desaparece. Lo único que
mo, fomentar el deseo de descubrir qué es exactamente. permanece eternamente es el alma humana, el hombre
Pero para esto hay que empezar por sacar a la luz del creado por Dios para la eternidad. El fruto que queda,
día lo más importante. Es decir, lo ya conocido desde por tanto, es el que hemos sembrado en las almas hum a
hace mucho tiempo, y —a partir de ahí— fomentar el in nas, el amor, el conocimiento; el gesto capaz de tocar el
terés por esa inmensa riqueza que el cristianismo contie corazón; la palabra que abre el alma a la alegría del Se
ne, contemplar su enorme variedad, no como un pesado ñor. Entonces, vayamos y pidamos al Señor que nos ayu
lastre de métodos y de sistemas, sino como lo que real de a llevar fruto, un fruto que permanezca. Sólo así la tie
mente es: un tesoro para nuestra vida que bien merece la rra se transforma de valle de lágrimas en jardín de Dios.
pena conocer a fondo. 19 de abril de 2005
La sal de la Tierra, pp. 20-21
50. 3 Quien ha descubierto a Cristo debe llevar a otros
47. 3 ¡No tengáis miedo, Cristo puede llenar las aspira hacia Él. Una gran alegría no se puede guardar para uno
ciones más íntimas de vuestro corazón! ¿Puede haber mismo. Es necesario transmitirla.
sueños irrealizables cuando son suscitados y cultivados 21 de agosto de 2005
en el corazón por el Espíritu de Dios? [...] Dejad que esta
tarde os lo repita: cada uno de vosotros, si está unido a 51. 3 La santa inquietud de Cristo ha de anim ar al pas
Cristo, puede hacer grandes cosas. Por este motivo, que tor: no es indiferente para él que muchas personas va
ridos amigos, no debéis tener miedo de soñar con los guen por el desierto. Y hay muchas formas de desierto: el
ojos abiertos con grandes proyectos de bien y no tenéis desierto de la pobreza, el desierto del hambre y de la sed;
que dejaros desalentar por las dificultades. el desierto del abandono, de la soledad, del amor que
2 de septiembre de 2007 brantado. Existe también el desierto de la oscuridad de
Di°s, del vacío de las almas que ya no tienen concien-
48. 3 Considera el poder y los bienes como una m isión Cla la dignidad y del rumbo del hombre. Los desiertos
para convertirse en sirviente. Creo que en esas palabras exteriores se multiplican en el mundo, porque se han ex
sobre el grande que debe ser el servidor, y en los gestos tendido los desiertos interiores. Por eso, los tesoros de la
80 81
tierra ya no están al servicio del cultivo del jardín de 54 3 Se registran, sin duda, muchas salidas en vano al
Dios, en el que todos puedan vivir, sino subyugados al mar. Pero aun así, sigue siendo una maravillosa tarea
poder de la explotación y la destrucción. acompañar a los hombres por el camino que lleva a la
24 de abril de 2005 luz, a los amplios espacios, enseñarles a conocer la luz y
la infinitud de Dios. Cuando inicié, hace 35 años, esta ac
52. 3 ¿Qué significa, por tanto, «pescar hombres»? Sig tividad, tenía miedo de cómo saldrían las cosas. Pero
nifica llevarlos al aire libre, a los amplios espacios de pude experimentar muy pronto y de manera muchas ve
Dios, al elemento vital que les ha sido asignado. Cierto ces renovada cuán verdadera es la promesa del Señor de
que cuando alguien se ve arrancado de sus hábitos y cos que otorga, ya en este mundo, el ciento por uno, también
tumbres, al principio siempre se revuelve, como ha des con aflicciones, sin duda, pero él cumple su palabra (Me.
crito con penetrante pluma Platón en su mito de la ca 10, 29s).
verna. Quien está acostumbrado al mar, piensa en un Servidor de vuestra alegría, p. 71
primer momento que, cuando le sacan a la luz, le arre
batan la vida. Está enamorado de las tinieblas. Por eso, 55. 3 Así es, en verdad: nosotros existimos para enseñar
ser pescadores de hombres dista mucho de ser una em Dios a los hombres. Y únicamente donde se ve a Dios, co
presa cómoda, pero es lo más grandioso y humanamen mienza realmente la vida. Sólo cuando encontramos en
te lo más bello que más puede darse. Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida. No so
Servidor de vuestra alegría, p. 70 mos el producto casual y sin sentido de la evolución.
Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de
53. 3 Los Padres han dedicado también un comentario Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es am a
muy particular a esta tarea singular. Dicen así: para el do, cada uno es necesario. Nada hay más hermoso que
pez, creado para vivir en el agua, resulta mortal sacarlo haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio,
del mar. Se le priva de su elemento vital para convertirlo por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a
en alimento del hombre. Pero en la misión del pescador los otros la amistad con él. La tarea del pastor, del pesca
de hombres ocurre lo contrario. Los hombres vivimos dor de hombres, puede parecer a veces gravosa. Pero es
alienados, en las aguas saladas del sufrimiento y de la gozosa y grande, porque en definitiva es un servicio a la
muerte; en un m ar de oscuridad, sin luz. La red del Evan alegría, a la alegría de Dios que quiere hacer su entrada
gelio nos rescata de las aguas de la muerte y nos lleva al en el mundo.
resplandor de la luz de Dios, en la vida verdadera. Así es, 24 de abril de 2005
efectivamente: en la misión de pescador de hombres, si
guiendo a Cristo, hace falta sacar a los hombres del mar 56. 3 Mirándoos a vosotros, jóvenes aquí presentes, que
salado por todas las alienaciones y llevarlo a la tierra de lrradiáis alegría y entusiasmo, asumo la mirada de Jesús:
la vida, a la luz de Dios. una mirada de amor y confianza, con la certeza de que
24 de abril de 2005 vosotros habéis encontrado el verdadero camino. Sois
82 83
los jóvenes de la Iglesia. Por eso yo os envío a la gran mi ncreto en que puede ser eficaz, es decir, en la comuni
sión de evangelizar a los muchachos y muchachas que dad itinerante de los creyentes, que se animan a vivir un
andan errantes por este mundo, como ovejas sin pastor. cam ino alternativo y lo señalan como posible.
Sed los apóstoles de los jóvenes. Invitadlos a caminar con Caminos de Jesucristo, pp. 50-51
vosotros, a hacer la misma experiencia de fe, de esperan
za y de amor; a encontrarse con Jesús, para que se sien 59 . 3 [•••] l°s cristianos han de estar siempre dispuestos a
tan realmente amados, acogidos, con plena posibilidad hacerse esclavos los unos de los otros, y que únicamente
de realizarse. Que también ellos descubran los caminos de este modo podrán realizar la revolución cristiana y
seguros de los Mandamientos y recorriéndolos lleguen a construir la nueva ciudad.
Dios. El camino pascual, p. 117
10 de mayo de 2007 60. 3 En las cuestiones últimas que preocupan al hom
57. 3 Dios ha elegido crearnos para que todos mutua bre no hay que separar más pensamiento y existencia. La
mente intercedamos unos por otros, y humildemente decisión a favor de Dios es una decisión del pensamien
sólo podemos reconocernos como mensajeros indignos to y al mismo tiempo de la vida, es decir, ambos se con
que no se predican a sí mismos sino que con un santo te dicionan recíprocamente.
mor hablamos de aquello que no es nuestro sino que pro Caminos de Jesucristo, p. 65
cede de Dios.
Caminos de Jesucristo, p. 69 61. 3 En sus Confesiones, san Agustín [...] habla de la for
ma de vida errada de una existencia orientada totalmen
58. 3 Elocuente es [...] el relato que Cipriano de Cartago te a lo material, formas que se convierten en hábitos, há
(muerto en 258 d. C.) ha proporcionado sobre su conver bitos que se convierten en necesidades y finalmente en
sión a la fe cristiana. Nos dice que antes de su conversión cadenas, en ceguera del corazón.
y bautismo él no se podía imaginar cómo en general se Caminos de Jesucristo, p. 65
podía vivir como cristiano y sobreponerse a los hábitos
de su tiempo. Aquí ofrece una descripción drástica de 62.3 [...] la verdad no puede consistir en una posesión, la
esos hábitos [...] pero también permite pensar en el con relación con ella tiene que ser una aceptación humilde,
texto en el que hoy tienen que crecer los jóvenes: ¿se pue la cual tiene conocimiento de su propia contingencia y
de ser cristiano aquí? ¿No es una forma de vida superada? acepta el conocimiento como un don, del cual yo puedo
En realidad, todos aquellos que se preguntan esto tienen llegar a ser indigno, del cual no me puedo gloriar como si
razón hablando desde un punto de vista puramente hu fuera asunto mío exclusivamente. Si me es dado, enton
mano. Pero lo imposible, así nos cuenta Cipriano, se hizo ces hay una responsabilidad que también me compete
posible por la gracia de Dios y por el sacramento de la re frente a los demás. Además, el dogma también afirma
generación, que naturalmente está pensado en el lugar que la desemejanza entre lo conocido por nosotros y la
84 85
realidad auténtica es en sí misma infinitam ente más 66 3 [•••] en caPÍtul° 3 de san Marcos se describe
grande que la semejanza (Conc. Lat. IV, DS § 806). Pero jo que el Señor pensaba que debería ser el significa
sin embargo, esta desemejanza infinita no convierte al do de un apóstol: estar con él y estar disponible para la
conocimiento en no-conocimiento, es decir, la verdad no misión. Las dos cosas van juntas y sólo estando con él
se convierte en falsedad. e s ta m o s también siempre en movimiento con el Evan
Caminos de Jesucristo, p. 68 gelio hacia los demás. Por tanto, es esencial estar con
¿¡ y así sentimos la inquietud y somos capaces de lle
var la fuerza y la alegría de la fe a los demás, de dar
El apóstol testimonio con toda nuestra vida y no sólo con las pa
labras.
63. 3 [...] los discípulos que salen al m ar abierto a pescar 13 de mayo de 2005
algo para Jesús deben, en el fondo, darse a sí mismos.
Sólo quien se da a sí mismo descubre que antes le ha sido 67. 3 Pero ahora surge la pregunta: ¿qué debe hacer el
dado todo, que simplemente da de tuis donis ac datis: de testigo? El Evangelio nos da tres respuestas que, en el
lo que previamente ha recibido. Primero debemos dar fondo, se reducen a una. Antes de confiar a Pedro la mi
nos a nosotros mismos, para recibir luego el don de Dios. sión de pastor, Jesús le pregunta: ¿Me amas? Debe amar
En definitiva, de Dios procede todo. Y sin embargo, este a Jesús. A continuación se le encomienda: Apacienta mis
don de Dios no puede llegar hasta nosotros si primero corderos. Debe desempeñar las tareas propias del pastor.
no damos nosotros. Al final todo es gracia, porque las Y finalmente le dice: Antes elegías tú el camino. Pero
grandes cosas del universo, la vida, el amor, Dios, no se ahora lo elige otro por ti y te lleva por él. Ya no es tu vo
pueden hacer, sólo se pueden recibir como un don. luntad la que establece tu senda, sino la voluntad de otro.
Servidor de vuestra alegría, p. 57 Debe ir en pos de otro. El seguimiento forma parte del
servicio del discípulo; este servicio es un camino.
64. 3 El testigo, pues, debe ser algo antes de hacer algo. Amar, apacentar, seguir: con estos tres verbos descri
Debe ser amigo de Jesús para no transm itir sólo conoci be el Evangelio la esencia del apostolado...
mientos de segunda mano, sino para ser testigo verda Servidor de vuestra alegría, p. 68
dero.
Servidor de vuestra alegría, p. 68 68 . 3 A la pregunta «¿dónde vives?», su respuesta resue
na de forma ininterrumpida: «Venid y lo veréis» (Jn. 1,
65. 3 Nuestra misión no consiste en decir muchas pala 38s.). De este modo, los discípulos podían dar otra
bras, sino en hacernos eco y ser portavoces de una sola respuesta a la pregunta sobre Jesús, distinta a la que
«Palabra», que es el Verbo de Dios hecho carne por nues daba «la gente», porque ellos estaban en comunidad de
tra salvación. ^da con él. Sólo así, para decirlo con Platón, somos
13 de mayo de 2005 vados desde la «caverna» que consideramos que es
86 87
el mundo y que sin embargo sólo es una parte limitada llegar a ser libres. Tenemos que nacer de nuevo, deponer
de él. el orgullo, llegar a ser niños [...]
Caminos de Jesucristo, p. 66 La bendición de la Navidad, p. 50
69. 3 [...] el camino para conocer a Cristo es un camino 72 . 3 [...} el ser humano no sólo debería pensar qué quie
de vida. Expresado bíblicamente: para conocer a Cristo re sino más bien preguntarse para qué es bueno y qué
es necesario seguirlo, ya que únicamente así experimen puede aportar. Entonces comprendería que la realiza
tamos dónde vive. ción no reside en la comodidad, en la facilidad y en el de
Caminos de Jesucristo, p. 66 jarse llevar, sino en aceptar los retos, en el camino duro.
Todo lo demás se convierte en cierto modo en aburrido.
70. 3 Permítasenos [...] una referencia histórica. El ca Sólo la persona que se «expone al fuego», que reconoce
rácter peculiar del ministerio cristiano se ve con especial en sí una llamada, una vocación, una idea que satisfacer,
claridad cuando se com para la figura cristiana del que asume una misión para el conjunto, llegará a reali
«apóstol» con sus paralelos en la historia de las religio zarse. Como ya se ha dicho, no nos enriquece el tomar el
nes: el rabbi y el «hombre de Dios» del mundo griego. camino cómodo, sino el dar.
Para ambos es esencial su propia autoridad. En cambio, Dios y mundo, pp. 242-243
para el apóstol lo esencial es el ser permanentemente
siervo de Cristo, estar como Cristo bajo el lema siguien
te: «La doctrina que yo enseño no es mía, sino de aquel
que me ha enviado» (Jn. 7, 16). Así pues, la autoconcien-
cia tiene que ver para unos con la conciencia de la mi
sión, mientras que para el apóstol tiene que ver con la
conciencia del servicio. «La meta del discípulo del rabí
es llegar a ser maestro. Sin embargo, para el discípulo de
Jesús, la condición de discípulo no es el principio sino la
plenitud de su opción vital. Siempre será discípulo.» Po
dríamos añadir: aun como «padre» sigue siendo siempre
«hermano»: el ministerio de padre que reviste es una for
ma de servicio fraternal y nada más.
La fraternidad de los cristianos, pp. 82-83
71.3 Debemos ser aceptados y dejamos aceptar. H em os
de dejar transformar nuestra dependencia en amor y, asi,
88 89
CAPÍTULO 4
LA LIBERTAD DE CRISTO
El pecado
1. 4 Después del sínodo de los obispos dedicado al tema
de la familia, mientras deliberábamos en un pequeño
grupo acerca de los temas que podrían ser tratados en el
próximo, recayó nuestra atención en las palabras de Je
sús en las que Marcos, al comienzo de su Evangelio, re
sume el mensaje de Aquél: «El tiempo se ha cumplido y
el Reino de Dios está cerca. Convertios y creed en el
Evangelio.» Uno de los obispos, reflexionando sobre
ellas, dijo que tenía la impresión de que este resumen del
mensaje de Jesús, en realidad, hacía ya mucho tiempo
que lo habíamos dividido en dos partes. Hablamos mu
cho y a gusto de evangelización, de la buena nueva, para
hacer atrayente a los hombres el cristianismo. Pero casi
nadie —opinaba el obispo— se atreve ya a expresar el
mensaje profético: ¡Convertios! Casi nadie se atreve en
nuestro tiempo a hacer esta elemental llamada del Evan
gelio con la que el Señor quiere llevamos a cada uno a re
conocernos como pecadores, como culpables y a hacer
Penitencia, a convertimos en otro. Nuestro colega aña
día además que la predicación cristiana actual le parecía
Sernejante a una banda sonora de una sinfonía de la que
91
se hubiera omitido el comienzo del tema principal, de b a ja rn o s sino para hacernos verdaderos y sanos, para
jándola incompleta e incomprensible en su desarrollo. Y sa lv a rn o s.
con ello tocamos un punto extraordinario de nuestra ac Pecado y salvación, p. 90
tual situación histórico-espiritual. El tema del pecado se
ha convertido en uno de los temas silenciados de nuestro 4 4 P recisam ente en la fiesta de la Inmaculada Concep
tiempo. ción brota en nosotros la sospecha de que una persona
Pecado y salvación, pp. 87-88 que no peca para nada, en el fondo es aburrida; que le
falta algo en su vida: la dimensión dram ática de ser
2. 4 [...] la forma más grave del pecado consiste en que el autónomos; que la libertad de decir no, el bajar a las ti
hombre quiere negar el hecho de ser una criatura, por nieblas del pecado y querer actuar por sí mismos forma
que no quiere aceptar la medida ni los límites que trae parte del verdadero hecho de ser hombres; que sólo en
consigo. No quiere ser criatura porque no quiere ser me tonces se puede disfrutar a fondo de toda la amplitud y la
dido, no quiere ser dependiente. Entiende su dependen profundidad del hecho de ser hombres, de ser verdade
cia del amor Creador de Dios como una resolución ex ramente nosotros mismos; que debemos poner a prueba
traña. Pero esta resolución extraña es esclavitud, y de la esta libertad, incluso contra Dios, para llegar a ser real
esclavitud hay que liberarse. De esta manera el hombre mente nosotros mismos. En una palabra, pensamos que
pretende ser Dios mismo. Cuando lo intenta se transfor en el fondo el mal es bueno, que lo necesitamos, al me
ma todo. Se transforma la relación del hombre consigo nos un poco, para experimentar la plenitud del ser.
mismo y la relación con los demás: para el que quiere ser En el día de la Inmaculada debemos aprender más bien
Dios, el otro se convierte también en limitación, en rival, esto: el hombre que se abandona totalmente en las manos
en amenaza. Su trato con él se convertirá en una mutua de Dios no se convierte en un títere de Dios, en una perso
inculpación y en una lucha, como magistralmente lo re na aburrida y conformista; no pierde su libertad. Sólo el
presenta la historia del paraíso en la conversación de hombre que se pone totalmente en manos de Dios encuen
Dios con Adán y Eva (Gén. 3, 8-13). tra la verdadera libertad, la amplitud grande y creativa de
la libertad del bien. El hombre que se dirige hacia Dios no
Pecado y salvación, pp. 96-97 se hace más pequeño, sino más grande, porque gracias
a Dios y junto con él se hace grande, se hace divino, llega a
3. 4 No se trata de quitarle al hombre el gusto por la vida, ser verdaderamente él mismo. El hombre que se pone en
ni de coartársela con prohibiciones y negaciones. Se tra manos de Dios no se aleja de los demás, retirándose a su
ta sencillamente de conducirla hacia la verdad y de esta salvación privada; al contrario, sólo entonces su corazón
m anera santificarla. El hombre sólo puede ser santo Se despierta verdaderamente y él se transforma en una
cuando es realmente él; cuando cesa de relegar y destruir Persona sensible y, por tanto, benévola y abierta.
la verdad. [...] El Espíritu Santo convence al mundo y 8 de diciembre de 2005
nos convence también a nosotros del pecado, no para re
92 93
5. 4 Pensamos que Mefistófeles —el tentador— tiene ra dia frente al hombre, de que le roba su libertad y las co-
zón cuando dice que es la fuerza «que siempre quiere sas más apreciables de la vida.
el mal y siempre obra el bien» (Johann Wolfgang von Pecado y salvación, p. 93
Goethe, Fausto I, 3). Pensamos que pactar un poco con
el mal, reservarse un poco de libertad contra Dios, en el g. 4 Pecado, en esencia, es —y ahora está claro— una ne
fondo está bien, e incluso que es necesario. Pero al mi gativa a la verdad.
rar el mundo que nos rodea, podemos ver que no es así, Pecado y salvación, p. 97
es decir, que el mal envenena siempre, no eleva al hom
bre, sino que lo envilece y lo humilla; no lo hace más 9 . 4 «Si coméis de él (es decir, si negáis los límites, si ne
grande, más puro y más rico, sino que lo daña y lo em gáis la medida), entonces moriréis» (cfr. Gén. 3, 3). Sig
pequeñece. nifica: el hombre que niega los límites del bien y el mal,
la medida interna de la Creación, niega y rehúsa la ver
8 de diciembre de 2005 dad. Vive en la falsedad, en la irrealidad. Su vida será
6 .4 Como un reflejo de la tentación de Israel coloca la Sa pura apariencia; se encuentra bajo el dominio de la
grada Escritura la tentación de Adán, en realidad la muerte. Nosotros, que además vivimos en este mundo de
esencia de la tentación y del pecado de todos los tiempos. falsedades, de no-vivir, sabemos bien en qué medida
La tentación no comienza con la negación de Dios, con la existe este dominio de la muerte que hace de la vida mis
caída en un abierto ateísmo. La serpiente no niega a ma una negación, un ser muerto.
Dios; al contrario, comienza con una pregunta, aparen Pecado y salvación, pp. 97-98
temente razonable, que solicita información, pero que
en realidad contiene una suposición hacia la cual arrastra 10. 4 El hombre es relación y tiene su vida, a sí mismo,
al hombre, lo lleva de la confianza a la desconfianza: sólo como relación. Yo sólo no soy nada, sólo en el Tú y
¿Podéis comer de todos los árboles del jardín? Lo primero para el Tú soy yo-mismo. Verdadero hombre significa:
no es la negación de Dios sino la sospecha de su Alianza, estar en la relación del amor, del por y del para. Y peca
de la comunidad de la fe, de la oración, de los Manda do significa estorbar la relación o destruirla. El pecado
mientos en los que vivimos por el Dios de la Alianza. es la negación de la relación porque quiere convertir a
los hombres en Dios. El pecado es pérdida de la relación,
Pecado y salvación, pp. 92-93 interrupción de la relación, y por eso ésta no se encuen
7. 4 Queda muy claro aquí que, cuando se sospecha de la tra únicamente encerrada en el Yo particular. Cuando in
Alianza, se despierta la desconfianza, se conjuga la liber terrumpo la relación, entonces este fenómeno, el peca
tad y la obediencia a la Alianza es denunciada como una do, afecta también a los demás, a todo. Por eso, el pecado
cadena que nos separa de las auténticas promesas de la es siempre una ofensa que afecta también al otro, que
vida. Es tan fácil convencer al hombre de que esta Alian transforma el mundo y lo perturba.
za no es un don ni un regalo sino una expresión de envi Pecado y salvación, pp. 99-100
94 95
1 1 . 4 Jesucristo recorre a la inversa el camino de Adán. una inesperada conquista técnica. Tener en cuenta el ho
En oposición a Adán, Él es realmente «como Dios». Pero rario del m in isterio, la capacidad de los crematorios y su
este ser-como-Dios, la divinidad, es ser-hijo y así la rela fuerza de combustión y el combinar todo esto de mane
ción es completa. «El hijo no hace nada desde sí mismo.» ra que funcionara ininterrumpidamente constituía un
Por eso la verdadera divinidad no se aferra a su autono program a fascinante y armonioso que se justificaba por
mía, a la infinitud de su capacidad y de su voluntad. Re sí mismo. Con tales ejemplos es evidente que no se podía
corre el camino en sentido contrario: se convierte en la continuar mucho tiempo. Todos los productos de la atro
total dependencia, en el siervo. Y como no va por el ca cidad, de cuyo continuo incremento somos hoy especta
mino de la fuerza, sino por el del amor, es capaz de des dores atónitos y en última instancia desamparados, se
cender hasta el engaño de Adán, hasta la muerte y poner basan en este único y común fundamento. Como conse
en alto allí la verdad y dar la vida. cuencia de este principio deberíamos hoy finalmente re
Pecado y salvación, p. 102 conocer que es un engaño de Satán que quiere destruir al
hombre y al universo. Deberíamos comprender que el
12. 4 El rencor es el descontento fundamental del hom hombre no puede nunca abandonarse al espacio desnu
bre consigo mismo, que se venga, por decirlo así, en el do del arte. En todo lo que hace, se hace a sí mismo. Por
otro, porque del otro no me llega lo que sólo me puede eso está siempre presente como medida suya él mismo,
conceder con una apertura de mi alma. la Creación, su bien y su mal y cuando rechaza esta me
Mirar a Cristo, p. 82 dida, se engaña. No se libera, se coloca contra la verdad.
Lo cual quiere decir que se destruye a sí mismo y al uni
13.4 La cruz, el lugar de su obediencia, se convierte en el verso.
verdadero árbol de la vida. Cristo se convierte en la ima Pecado y salvación, pp. 95-96
gen opuesta de la serpiente como dice Juan en su Evan
gelio (Jn. 3, 14). De este árbol viene no la palabra de la 15. 4 La libertad nace cuando el «yo» se entrega al «tú»,
tentación, sino la palabra del amor salvador, la palabra porque entonces se asume la «forma de Dios».
de la obediencia, en la que Dios mismo se ha hecho obe El camino pascual, p. 105
diente para ofrecernos su obediencia como espacio de la
libertad. 16. 4 Una liberación que no tiene en cuenta la verdad,
Pecado y salvación, p. 103 que es ajena a la verdad, no sería liberación, sino engaño,
esclavitud y ruina del hombre. Una libertad que prescin
de de la verdad no puede ser verdadera libertad. Lejos de
La liberación deseada la verdad, en consecuencia, no hay libertad digna de este
nombre.
14. 4 El último comandante de Auschwitz, Hess, afirm a El camino pascual, p. 99
ba en su diario que el campo de exterminio había sido
96 97
17. 4 «Veo lo que es bueno y lo apruebo», dijo Ovidio, el ral, y los Mandamientos traducen el lenguaje del ser al
poeta latino, «y sin embargo después hago lo contrario». lenguaje humano.
Y san Pablo también afirmó en el capítulo 7 de la Epísto El camino pascual, p. 45. (En el original, el texto de san
la a los Romanos: «No hago lo que quiero sino lo que abo Agustín también está en latín.)
rrezco.» A partir de eso asciende finalmente en san Pablo
ese grito: «¡¿Quién me redimirá de esta contradicción in 20. 4 Sospechando de la Alianza el hombre se pone en el
terna?!» Y en ese punto san Pablo comprende realmente camino de construirse un mundo para sí mismo. Dicho
por primera vez a Cristo, y a partir de ese instante llevó la de otro modo: encierra la propuesta de que él no debe
respuesta redentora de Cristo al mundo pagano. aceptar las limitaciones de su ser; de que no debe ni pue
Dios y el mundo, p. 44 de considerar como limitaciones las del bien y el mal,
18. 4 Básicamente existen tan sólo dos opciones funda las de la moral, en realidad, sino librarse sencillamente
mentales: por una parte, la autorrealización, en la cual de ellas, suprimiéndolas.
trata el hombre de crearse a sí mismo para adueñarse Pecado y salvación, p. 93
por completo de su ser y hacerse con la totalidad de la 21. 4 Para que el hombre sea libre ha de ser «como
vida exclusivamente para sí y desde sí mismo; y por otra, Dios». El empeño de llegar a ser como Dios constituye el
la opción de la fe y del amor. Esta opción es, al mismo núcleo central de todo lo que se ha pensado para liberar
tiempo, un decidirse por la verdad. Siendo como somos al hombre. Puesto que el deseo de libertad pertenece a la
criaturas, no está en nuestras manos nuestro ser, no po esencia misma del hombre, este hombre busca necesa
demos realizamos por nosotros mismos; sólo si «perde riamente, desde el principio, el camino que conduce a
mos» la vida podemos ganarla. «ser como Dios»: no se conforma el hombre con menos,
El camino pascual, p. 26 nada finito puede satisfacerle. Lo demuestra particular
19. 4 Los Mandamientos de Dios no son arbitrarios; son mente nuestro tiempo, con su apasionado anhelo de li
sencillamente la explicación concreta de las exigencias bertad total y anárquica frente a la insuficiencia de las
del amor. Pero tampoco el amor es una opción arbitra libertades burguesas, por amplias que éstas sean, y tam
ria; el amor es el contenido de ser; el amor es la verdad: bién frente a todo libertinaje. De ahí que una antropolo
«Quien conoce la verdad, la conoce (se refiere a la luz in gía de la liberación, si quiere responder en profundidad
mutable), y quien la conoce, conoce la eternidad. La ca a Problema que ésta plantea, no puede hacer caso omi-
ridad la conoce. ¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y So de la pregunta: ¿cómo es posible alcanzar este fin, lle
amada eternidad!» dice san Agustín cuando describe e gar a ser como Dios, hacerse el hombre divino?
momento en que descubrió al Dios de Jesucristo (Cortfe' El camino pascual, pp. 99-100
siones VII 10,16). El ser no habla únicamente un lengua' p Cuando se habla de la relación de Jesús-Hijo con el
je matemático; el ser tiene en sí mismo un contenido m0' re>se toca el punto más sensible del problema de la
98 99
libertad y de la liberación del hombre, el punto sin el cual esclavitud de la apariencia, retorno a la verdad. Pero el
todo lo demás acaba por hundirse en el vacío. Una libe paso de lo aparente a la luz de la verdad pasa a través de
ración del hombre que deje de lado la transformación en la cruz.
Dios engaña al hombre, traiciona su incoercible deseo de Mirar a Cristo, p. 89
infinito.
El camino pascual, p. 101 Conversión y perdón
23. 4 Jesucristo, como hemos visto, abre el camino a lo 26. 4 «Conversión» (metánoia) significa [...]: salir de la
imposible, a la comunión entre Dios y el hombre, porque autosuficiencia, descubrir y aceptar la propia indigen
él, el Hijo encamado, es esta comunión; en él hallamos cia, la necesidad de los demás y la necesidad de Dios,
realizada esta «alquimia» que transforma al ser humano de su perdón, de su amistad. La vida sin conversión es
en el ser divino. Recibir al Señor en la Eucaristía signifi autojustificación (yo no soy peor que los demás); la con
ca entrar en el ser de Cristo, entrar en esta alquimia del versión es la humildad de entregarse al amor del Otro,
ser humano, en esta apertura de Dios, que es la condi amor que se transforma en medida y criterio de mi pro
ción de una apertura profunda entre los hombres. pia vida.
El camino pascual, p. 161
Nueva evangelización, 10 de diciembre de 2000
24. 4 Aquí se realiza la comunión entre el ser divino y el 27.4 «Convertirse» significa: seguirá Jesús, acompañar
humano: en la obediencia del Hijo, en el sufrimiento de le, caminar tras sus pasos. Pero insistamos en el hecho
la obediencia. Intercambio admirable (admirable com- de que es Dios el que nos convierte. La conversión no es
mercium), alquimia de los seres: aquí se hace realidad la una autorrealización del hombre; no es el hombre el ar
comunión liberadora y conciliadora. Recibir la Eucaris quitecto de su propia vida. La conversión consiste esen
tía significa, en su sentido más profundo, entrar en esta cialmente en esta decisión: el hombre renuncia a ser su
permuta de voluntades. En el sufrimiento de este inter propio creador, deja de buscarse únicamente a sí mismo
cambio, y sólo en él, se transforma realmente la esencia y de centrarse en su autorrealización, y acepta depender
hum ana, se transform an las condiciones del mundo, del verdadero Creador, del amor creativo; acepta que en
nace la comunidad, nace la Iglesia. El acto supremo de la esta dependencia consiste la verdadera libertad y que la
participación en la obediencia del Hijo es también el úni ' ertad de la autonomía que pretende emanciparnos del
co realmente eficaz para la renovación y transformación reador no es verdadera libertad, sino ilusión y engaño.
de las realidades exteriores del mundo.
El camino pascual, p. 163 El camino pascual, pp. 25-26
2g
to * <<^'onvertirse>> quiere decir: aceptar los sufrimien-
A
25. 4 La redención que ofrece el Logos, la Palabra encar °S de verdad. La conversión exige que la verdad, la fe
nada de Dios, es por su misma esencia liberación de la
101
100
y el amor lleguen a ser más importantes que nuestra vida de la conciencia, la culpa personal debe traducirse en do
biológica, que el bienestar, el éxito, el prestigio y la tran lor. Yo recordaría aquí, entre paréntesis, que los Padres
quilidad de nuestra existencia; esto no sólo de una ma Je la Iglesia consideraron la «insensibilidad», es decir,
nera abstracta, sino en nuestra realidad cotidiana y en la incapacidad de sentir pesar (de arrepentirse) como la
las cosas más insignificantes. De hecho el éxito, el presti verdadera enfermedad del mundo pagano.
gio, la tranquilidad y la comodidad son los falsos dioses
que más impiden la verdad y el verdadero progreso en la Conversión, penitencia y renovación, p. 172
vida personal y social. Cuando aceptamos esta primacía 31. 4 [...] es inevitable «endurecer el corazón», es decir,
de la verdad, seguimos al Señor, cargamos con nuestra rechazar el conocimiento propio y negarse a reconocer la
cruz y participamos en la cultura del amor, que es la cul propia culpa si no hay nadie que conlleve esa culpa, la ela
tura de la cruz. bore y la perdone. Se da, pues, aquí una reciprocidad de
El camino pascual, pp. 27-28 la que todo depende: sin la idea del Redentor que no disi
mula la culpa sino que la padece en sí, no se puede sopor
29. 4 «Esta generación pide un signo» [...]. La raíz de tar la verdad de la propia culpa y se recurre a la primera
esta equivocada exigencia de un signo no es otra que el falsedad: la obcecación ante esa culpa, de la que nacen to
egoísmo, un corazón impuro, que únicamente espera de das las otras falsedades y, finalmente, la incapacidad ge
Dios el éxito personal, la ayuda necesaria para absoluti- neral ante la verdad. Y, a la inversa, no es posible conocer
zar el propio yo. Esta forma de religiosidad representa el al Redentor y creer en él sin tener el valor de ser veraz
rechazo fundamental de la conversión. ¡Cuántas veces consigo mismo. Por eso, los Padres de la Iglesia llamaron
nos hacemos también nosotros esclavos del signo del también «confesión» o reconocimiento al acto funda
éxito! ¡Cuántas veces pedimos un signo y nos cerramos a mental de la conversión, y esto en un doble sentido: reco
la conversión! nocer la verdad y reconocer al Redentor Jesucristo.
El camino pascual, pp. 38-39 Conversión, penitencia y renovación, p. 172
30. 4 Pedro acusa a los oyentes de haber dado muerte al 32.4 «¿Quién conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se
que Dios les había enviado para salvarlos. Los oyentes, me oculta», ruega el salmista (Sal. 19 [18],13). No reco
como dice el texto, preguntan con el corazón compungi nocer la culpa, la ilusión de inocencia, no me justifica ni
do: «¿Qué hemos de hacer?» La respuesta es: «Convertios, rne salva, porque la ofuscación de la conciencia, la inca
y que cada uno de vosotros se haga bautizar» (Ac. 2, 37s). pacidad de reconocer en mí el mal en cuanto tal, es cul-
Aquí aparece muy clara la estructura de la conversión. Pa mía. Si Dios no existe, entonces quizá tengo que refu
Incluye primero la escucha del mensaje apostólico, y ta rm e en estas m entiras, porque no hay nadie que
después, el pesar por la culpa cometida; es preciso supe j^ e<^a Perdonarme, nadie que sea el verdadero criterio,
rar la «incapacidad para sentir o pensar» o, más exacta cia Carn^ ° ’ el encuentro con Dios despierta mi concien-
mente, la incapacidad de arrepentirse; y con el despertar Para que ésta ya no me ofrezca más una autojustifi-
102 103
cación ni sea un simple reflejo de mí mismo y de los con si alguien no podía mostrar la hojita que atestiguaba la
temporáneos que me condicionan, sino que se transfor confesión pascual, era considerado u n asocial. Hoy,
me en capacidad para escuchar el Bien mismo. cuando escucho decir que todo esto era muy externo y
Spe Salvi, n.° 33. superficial, reconozco ciertamente que la mayoría lo ha
cían más por obligación social que por convicción inte
33. 4 La invitación a la conversión no significa, por tan rior. No obstante, no carecía del todo de significado el
to, el esfuerzo espasmódico por alcanzar un alto rendi hecho de que en Pascua también los grandes campesi
miento moral, sino el mantenimiento de la sensibilidad nos, que eran los verdaderos propietarios de la tierra, se
para la verdad y la fidelidad a Aquel que nos hace sopor arrodillaran humildemente en el confesionario para
table la verdad, además de fructífera y saludable. confesar sus pecados igual que lo hacían sus criadas y
Conversión, penitencia y renovación, p. 173 criados, que eran, todavía entonces, m uy numerosos.
Este momento de humillación personal, en el que las di
34. 4 Por último, está el poder del perdón. El sacramen ferencias de clase social no existían, no dejaba de tener
to de la penitencia es uno de los tesoros preciosos de la consecuencias.
Iglesia, porque sólo en el perdón se realiza la verdadera Mi vida, recuerdos (1927-1977), pp. 31-32
renovación del mundo. Nada puede mejorar en el mun
do, si no se supera el mal. Y el mal sólo puede superarse 36. 4 Ciertamente que el amor incluye una disponibili
con el perdón. Ciertamente, debe ser un perdón eficaz. dad inagotable al perdón, pero el perdón presupone el
Pero este perdón sólo puede dárnoslo el Señor. Un per reconocimiento del pecado como pecado. El perdón es
dón que no aleja el mal sólo con palabras, sino que real curación, mientras que la aprobación del mal sería des
mente lo destruye. Esto sólo puede suceder con el sufri trucción, sería aceptación de la enfermedad y, precisa
miento, y sucedió realmente con el amor sufriente de mente de esa forma, no bondad para el otro.
Cristo, del que recibimos el poder del perdón. Esto se ve rápidamente si consideramos el ejemplo de
15 de mayo de 2005 un tóxico-dependiente, convertido en prisionero de su
vicio. Quien realmente ama no sigue la voluntad desor
35.4 Aunque el modo de vivir y de pensar de cada perso denada de este enfermo, su deseo de autoenvenenamien-
na en particular no siempre correspondía a la fe de la to, sino que trabaja por su verdadera felicidad: hará todo
Iglesia [evoca su infancia], ninguno podía imaginar mo lo posible para curar al amado de su enfermedad, inclu
rir sin el consuelo de la Iglesia o vivir sin su compañía so si es doloroso e incluso si debe ir contra la ciega vo
otros grandes acontecimientos de la vida. La vida, senci luntad del enfermo [...]. El verdadero am or está prepara
llamente, se habría perdido en el vacío, habría perdido el do para comprender, pero no para aprobar, declarando
lugar que la sostenía y le daba sentido. No se iba tan ha ueno lo que no es. El perdón tiene su vía interior: per
bitualmente como hoy a comulgar, pero había días fij°s dón y curación, que exigen retom o a la verdad. Cuando
para recibir el sacramento, que casi nadie dejaba pasar, n° ocurre así, el perdón se convierte en una aprobación
104 105
de la autodestrucción, se coloca en contradicción con la final, estoy siempre satisfecho de mí mismo y ya no com
verdad y en contradicción con el amor. prendo que debo esforzarme también por ser mejor, que
Mirar a Cristo, p. 96 debo avanzar. Y esta limpieza del alma, que Jesús nos da
en el sacramento de la confesión, nos ayuda a tener una
37. 4 [El sacramento de la penitencia.] Hay sacerdotes conciencia más despierta, más abierta, y así también a
que tienden a transformarla casi exclusivamente en una madurar espiritualmente y como persona humana.
«conversación», en una especie de autoanálisis terapéu 15 de octubre de 2005
tico entre dos personas situadas en un mismo nivel. Esto
parece mucho más humano, más personal, más adecua 39. 4 Se podría añadir: el perdón es la participación en el
do al hombre de hoy. Pero este modo de confesarse corre dolor del paso de la droga del pecado a la verdad del
el riesgo de tener muy poco que ver con la concepción ca amor. Es un precedente y un andar con paso grave en
tólica del sacramento, en el que no cuenta tanto el servi este camino de la muerte al renacimiento. Solamente
cio personal. Es necesario que el sacerdote acepte cons este andar en compañía puede ayudar al toxicómano (y
cientem ente situarse en un segundo plano, dejando el pecado es siempre una «droga», mentira de falsa feli
lugar a Cristo, que es el único que puede perdonar el pe cidad) a dejarse conducir a lo largo de la oscura línea del
cado. Una vez más es necesario volver al concepto au dolor. Unicamente la decisión previa de entrar en el do
téntico del sacramento, en el que hombres y misterio se lor y en la muerte del camino de transformación hace
encuentran. El «Yo» que dice «te absuelvo» no es el de soportable esta vía estrecha, se hace visible la luz de la
una criatura, sino que es directamente el «Yo» del Señor. esperanza de una nueva vida.
Informe sobre la fe, p. 64 Mirara Cristo, p. 99
38. 4 Sólo en este caso, cuando se está en pecado «mor 40.4 Él es continuamente este amor que nos lava. En los
tal», es decir, grave, es necesario confesarse antes de la sacramentos de la purificación —el bautismo y la peni
Comunión. Éste es el primer punto. El segundo: aunque, tencia— él está continuamente arrodillado ante nuestros
como he dicho, no sea necesario confesarse antes de pies y nos presta el servicio de esclavo, el servicio de la
cada Comunión, es muy útil confesarse con cierta fre purificación; nos hace capaces de Dios. Su amor es ina
cuencia. Es verdad que nuestros pecados son casi siem gotable; llega realmente hasta el extremo.
pre los mismos, pero limpiamos nuestras casas, nuestras 13 de abril de 2006
habitaciones, al menos una vez por semana, aunque la
suciedad sea siempre la misma, para vivir en un lugar
limpio, para recomenzar; de lo contrario, tal vez la su Domingo, día de libertad
ciedad no se vea, pero se acumula.
Algo semejante vale también para el alma, para mi 41.4 Creo que en la actual industria del ocio, en la huida
/
Ser cristiano
1. 5 El cristianismo no era solamente una «buena noti
cia», una com unicación de contenidos desconocidos
hasta aquel momento. En nuestro lenguaje se diría: el
mensaje cristiano no era sólo «informativo», sino «per-
formativo». Eso significa que el Evangelio no es sola
mente una comunicación de cosas que se pueden saber,
sino una comunicación que comporta hechos y cambia
la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido
abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra
manera; se le ha dado una vida nueva.
Spe Salvi, 2
2 . 5 «Sed perfectos como vuestro Padre del cielo es per
fecto» (Mt. 5, 48). Esta conclusión tan inconcebible del
Sermón de la Montaña significa, por tanto: dejaos conta
giar por la dinámica de un amor que no puede quedarse
contemplando el esplendor del cielo cuando el clamor de
los que sufren sube desde la tierra. Brevemente me con
taba un obispo que, el día de su primera misa, su padre
le dijo: prefiero verte muerto antes que con el corazón re
vestido de una coraza. Evangelización, en último térmi
114 115
no, significa esto: irrum pir con Cristo para devolver lo 6. 5 Id contra la corriente: no escuchéis las voces intere
regalado, para transformar toda forma de pobreza. sadas o seductoras que hoy promueven modelos de vida
Evangelio, catequesis, catecismo, p. 36 caracterizados por la arrogancia y la violencia, por la
prepotencia y el éxito a todo coste, por la apariencia y
3. 5 El santo es aquel que está tan fascinado por la belle por el tener en detrimento del ser. No tengáis miedo, que
za de Dios y por su perfecta verdad que queda progresi ridos jóvenes, de preferir los caminos «alternativos» in
vamente transformado. Por esta belleza y verdad está dicados por el auténtico amor: un estilo de vida sobrio y
dispuesto a renunciar a todo, incluso a sí mismo. Le es solidario; relaciones afectivas sinceras y puras; un com
suficiente el amor de Dios, que experimenta en el servi promiso honesto en el estudio y en el trabajo; el interés
cio humilde y desinteresado del prójimo, especialmente profundo por el bien común. Vuestros coetáneos, aun
de aquellos que no tienen la capacidad de corresponder. que también los adultos, y especialmente quienes pare
23 de octubre de 2005 cen estar más lejos de la mentalidad y de los valores del
Evangelio, tienen una necesidad profunda de ver a al
4. 5 Los santos son los verdaderos portadores de luz en la guien que se atreva a vivir según la plenitud de hum ani
historia, porque son hombres y mujeres de fe, esperanza dad manifestada por Jesucristo.
y amor. 2 de septiembre de 2007
Deus Caritas est, n.° 40 7. 5 No son los elementos del cosmos, las leyes de la m a
5. 5 El hombre nuevo no es una utopía: existe, y en la me teria, lo que en definitiva gobierna el mundo y el hom
dida en que estemos unidos a él, la esperanza está pre bre, sino que es un Dios personal quien gobierna las es
sente, no se trata de un puro futuro. La vida eterna, la trellas, es decir, el universo; la última instancia no son las
verdadera comunión, la liberación, no son utopías, pura leyes de la materia y de la evolución, sino la razón, la vo
espera de lo inconsistente. La «vida eterna» es la vida luntad, el amor: una Persona. Y si conocemos a esta Per
real, y también hoy está presente la comunión con Jesús. sona, y ella a nosotros, entonces el inexorable poder
Agustín ha subrayado esta presencia de la esperanza de los elementos materiales ya no es la última instancia;
cristiana en su exposición del versículo de la Epístola a ya no somos esclavos del universo y de sus leyes, ahora
los Romanos: «Con esta esperanza nos salvaron» (8, 24). somos libres. Esta toma de conciencia ha influenciado
Dice a este respecto: Pablo no enseña que habrá una es en la Antigüedad a los espíritus genuinos que estaban en
peranza para nosotros, no, él dice: Nos salvaron. Cierta búsqueda. El cielo no está vacío. La vida no es el simple
mente aún no vemos lo que esperamos, pero ya somos Producto de las leyes y de la casualidad de la materia,
cuerpo de la Cabeza en quien ya es presencia lo que noso Sln° que en todo, y al mismo tiempo por encima de todo,
tros esperamos. hay una voluntad personal, hay un Espíritu que en Jesús
Mirar a Cristo, pp. 68-69 Se ha revelado como Amor.
Spe Salvi 5
116 117
8. 5 Conociendo un poco la historia de los santos, sa 1 1. 5 [...] la relación con Jesús es una relación con Aquel
biendo que en los procesos de canonización se busca la que se entregó a sí mismo en rescate por todos nosotros
virtud «heroica» podemos tener, casi inevitablemente, (cfr. 1 Tim. 2, 6). Estar en comunión con Jesucristo nos
un concepto equivocado de la santidad porque tendemos hace participar en su ser «para todos», hace que éste sea
a pensar: «Esto no es para mí»; «yo no me siento capaz nuestro modo de ser. Nos compromete en favor de los de
de practicar virtudes heroicas»; «es un ideal demasiado más, pero sólo estando en comunión con Él podemos
alto para mí». En ese caso la santidad estaría reservada realmente llegar a ser para los demás, para todos. [...] En
para algunos «grandes» de quienes vemos sus imágenes la vida de san Agustín podemos observar de modo con
en los altares y que son muy diferentes a nosotros, nor movedor la misma relación entre amor de Dios y respon
males pecadores. Ésa sería una idea totalmente equivo sabilidad para con los hombres. Tras su conversión a la
cada de la santidad, una concepción errónea que ha sido fe cristiana quiso, junto con algunos amigos de ideas afi
corregida —y esto me parece un punto central— precisa nes, llevar una vida que estuviera dedicada totalmente a
mente por Josemaría Escrivá. la palabra de Dios y a las cosas eternas. Quiso realizar
«Dejad obrar a Dios», L’Osservatore Romano, 6-X-02 con valores cristianos el ideal de la vida contemplativa
descrito en la gran filosofía griega, eligiendo de este
9. 5 [María] Sabe que contribuye a la salvación del mun modo «la mejor parte» (Le. 10, 42). Pero las cosas fueron
do, no con una obra suya, sino sólo poniéndose plena de otra manera. Mientras participaba en la misa domini
mente a disposición de la iniciativa de Dios. Es una mu cal, en la ciudad portuaria de Hipona, fue llamado apar
jer de esperanza: sólo porque cree en las promesas de te por el obispo, fuera de la muchedumbre, y obligado a
Dios y espera la salvación de Israel, el ángel puede pre dejarse ordenar para ejercer el ministerio sacerdotal en
sentarse a Ella y llamarla al servicio total de estas pro aquella ciudad. Fijándose retrospectivamente en aquel
mesas. Es una mujer de fe: «¡Dichosa tú, que has creí momento, escribe en sus Confesiones: «Aterrado por mis
do!», le dice Isabel (Le. 1, 45). pecados y por el peso enorme de mis miserias, había me
Deus Caritas est, n.° 41 ditado en mi corazón y decidido huir a la soledad. Mas tú
me lo prohibiste y me tranquilizaste, diciendo: “Cristo
10. 5 Vivir el Decálogo significa vivir la propia semejan murió por todos, para que los que viven ya no vivan para
za con Dios, responder a la verdad de nuestra esencia y, sí, sino para él que murió por ellos”» (cfr. 2 Cor. 5, 15).
de este modo, hacer el bien. Dicho de otro modo, vivir el Cristo murió por todos. Vivir para Él significa dejarse
Decálogo significa vivir la semejanza divina del hombre, moldear en su «ser-para».
y en eso consiste la libertad: la fusión de nuestro ser con Spe Salvi, n.° 28
el Ser divino y la armonía, que de ahí se sigue, de todos
con todos. 5 [...] para la representación de la figura del pastor la
Fe, verdad y tolerancia, p. 219 Iglesia primitiva podía referirse a modelos ya existentes
en el arte romano. En éste, el pastor expresaba general
118 119
mente el sueño de una vida serena y sencilla, de la cual para cada uno. Él mismo es persona: es el Hijo del Dios
tenía nostalgia la gente inmersa en la confusión de la vivo, que nació en el establo de Belén.
ciudad. Pero ahora la imagen era contemplada en un La bendición de la Navidad, p. 110
nuevo escenario que le daba un contenido más profun
do: «El Señor es mi pastor, nada me falta [...] Aunque ca
mine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas Vida de piedad
conmigo [...]» (Sal. 22, 1-4). El verdadero pastor es
Aquel que conoce también el camino que pasa por el va 14. 5 Tener trato con Dios para mí es una necesidad. Tan
lle de la muerte; Aquel que incluso por el camino de la úl necesario como respirar todos los días, como ver la luz o
tima soledad, en el que nadie me puede acompañar, va comer a diario, o tener amistades, todas esas cosas son
conmigo guiándome para atravesarlo: Él mismo ha re necesarias, es parte esencial de nuestra vida. Pues es lo
corrido este camino, ha bajado al reino de la muerte, la mismo. Si Dios dejara de existir, yo no podría respirar es
ha vencido, y ha vuelto para acompañarnos ahora y dar piritualmente. En el trato con Dios no hay hastío posible.
nos la certeza de que, con Él, se encuentra siempre un Tal vez pueda haberlo en algún ejercicio de piedad, en al
paso abierto. Saber que existe Aquel que me acompaña guna lectura piadosa, pero nunca en una relación con
incluso en la muerte y que con su «vara y su cayado me Dios como tal.
sosiega», de modo que «nada temo» (cfr. Sal. 22, 4), era La sal de la Tierra, pp. 13-14
la nueva «esperanza» que brotaba en la vida de los cre
yentes. 15. 5 Un hombre desesperado no reza, porque no espera;
Spe Salvi, n.° 6 un hombre seguro de su poder y de sí mismo no reza,
porque confía únicamente en sí mismo. Quien reza espe
13. 5 El eterno Sentido del mundo ha llegado a nosotros ra en una bondad y en un poder que van más allá de sus
de forma tan real y verdadera que se lo puede tocar y mi propias posibilidades.
rar (cfr. 1 Jn. 1,1). Pues lo que Juan llama «la Palabra» Mirara Cristo, pp. 71-72
significa en griego al mismo tiempo tanto como «el sen
tido». Por eso podríamos traducir, con toda justeza: «El 16. 5 [...] Zacarías está aquí descrito con una sola frase:
Sentido se hizo carne.» es un hombre que ora. Y esto significa que es un hombre
Pero este Sentido no es simplemente una idea general que cree. Y también que es un hombre que espera. O di
que se encuentra escondida dentro del mismo mundo. El cho de otro modo: no cree simplemente que tal vez en al
Sentido se vuelve hacia nosotros. El Sentido es una pala guna parte exista un ser superior, del que por lo demás,
bra, una interpelación que ése nos dirige. El Sentido nos no sabe nada y que, por añadidura, no se hace notar, sino
conoce, nos llama, nos conduce. El Sentido no es una ley que cree que Dios existe. Y esto significa que para él ni el
general en la que desempeñamos algún tipo de papel- ruundo es indiferente ni se le ha ido de las manos. Signi
Ese Sentido está pensado de forma totalmente personal fica que todo lo que tenemos que hacer es abrirnos a es
120 121
tas manos, porque quiere y puede actuar, aunque hace 20. 5 [Alejandro, niño romano que ha recibido la primera
cosas distintas de las que imaginamos en nuestras ora Comunión, le pregunta: ¿Para qué sirve, en la vida de to
ciones. Hizo cosas distintas de las que esperaba el joven dos los días, ir a la santa misa y recibir la Comunión?]
Zacarías y también distintas de las que había esperado Sirve para hallar el centro de la vida. La vivimos en me
más tarde. Tan distintas que, al principio, tuvo que que dio de muchas cosas. Y las personas que no van a la igle
darse mudo, para aprender de nuevo el lenguaje de Dios. sia no saben que les falta precisamente Jesús. Pero sien
Servidor de vuestra alegría, pp. 42-43 ten que les falta algo en su vida. Si Dios está ausente en
mi vida, si Jesús está ausente en mi vida, me falta una
17. 5 [...] la oración debe ser también un camino para orientación, me falta una amistad esencial, me falta tam
nosotros mismos, un camino a lo largo del cual vayamos bién una alegría que es importante para la vida. Me falta
aprendiendo poco a poco a ver cada vez más que lo que también la fuerza para crecer como hombre, para supe
es inadmisible es que todo termine en un enquistamien- rar mis vicios y m adurar humanamente. Por consiguien
to en nuestro egoísmo. te, no vemos en seguida el efecto de estar con Jesús cuan
Servidor de vuestra alegría, p. 42 do vamos a recibir la Comunión; se ve con el tiempo. Del
mismo modo que a lo largo de las semanas, de los años,
18. 5 Mediante la oración debemos ser más libres; debe se siente cada vez más la ausencia de Dios, la ausencia de
mos tomamos con menos seriedad a nosotros mismos y Jesús. Es una laguna fundamental y destructora. Ahora
con más seriedad a él, para descubrir así la esencia ge- podría hablar fácilmente de los países donde el ateísmo
nuina de la oración: pedir a Dios por la salvación del ha gobernado durante muchos años; se han destruido las
mundo, también hoy. almas, y también la tierra; y así podemos ver que es im
También hoy debemos confiar en él, pues él —y sólo portante, más aún, fundamental, alimentarse de Jesús
él— es capaz de dar en esta hora la salvación al mundo. en la Comunión. Es él quien nos da la luz, quien nos
Servidor de vuestra alegría, p. 42 orienta en nuestra vida, quien nos da la orientación que
necesitamos.
19. 5 La beata Teresa de Calcuta es un ejemplo evidente de 15 de octubre de 2005
que el tiempo dedicado a Dios en la oración no sólo deja
de ser un obstáculo para la eficacia y la dedicación al amor 21. 5 [...] con un instrumento musical de cuerdas, que
al prójimo, sino que es en realidad una fuente inagotable tiene una cuerda rota, no se puede tocar bien una pieza
para ello. En su carta para la Cuaresma de 1996 la beata musical. Así, en este imperativo («perfecti estote», sed
escribía a sus colaboradores laicos: «Nosotros necesita perfectos) nuestra alma es como una red apostólica que,
mos esta unión íntima con Dios en nuestra vida cotidiana. sm embargo, a menudo casi no sirve, porque está desga
Y ¿cómo podemos conseguirla? A través de la oración.» rrada por nuestras intenciones; o como un instrumento
Deus Caritas est, n.° 36 y 37 musical en el que, por desgracia, alguna cuerda está rota
y. por tanto, la música de Dios, que debería sonar en lo
122 123
más hondo de nuestra alma, ya no resuena bien. Arre ranza que no se apaga ni siquiera en las noches de la so
glar este instrumento, conocer las laceraciones, las des ledad.
trucciones, las negligencias, lo descuidado que está, y
tratar de que este instrumento sea perfecto, sea comple Spe Salvi, n.° 32
to, de modo que cumpla el fin para el que el Señor lo ha 23. 5 [Agustín] define la oración como un ejercicio del
creado. deseo. El hombre ha sido creado para una gran realidad,
Y así este imperativo puede ser también una invita para Dios mismo, para ser colmado por Él. Pero su cora
ción al examen regular de conciencia, para ver cómo está zón es demasiado pequeño para la gran realidad que se
mi instrumento, hasta qué punto está descuidado, o ya le entrega. Tiene que ser ensanchado. «Dios, retardando
no funciona, para tratar de que vuelva a funcionar. Es (su don), ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el
también una invitación al sacramento de la Reconcilia alma y, ensanchándola, la hace capaz (de su don).» Agus
ción, en el que Dios mismo arregla este instrumento y tín se refiere a san Pablo, el cual dice de sí mismo que
nos da de nuevo la plenitud, la perfección, la funcionali vive lanzado hacia lo que está por delante (cfr. Flp 3, 13).
dad, para que en esta alma pueda resonar la alabanza a Después usa una imagen muy bella para describir este
Dios. proceso de ensanchamiento y preparación del corazón
3 de octubre de 2005 humano. «Imagínate que Dios quiere llenarte de miel
(símbolo de la ternura y la bondad de Dios); si estás lleno
22. 5 Un lugar primero y esencial de aprendizaje de la es de vinagre, ¿dónde pondrás la miel?» El vaso, es decir el
peranza es la oración. Cuando ya nadie me escucha, Dios corazón, tiene que ser antes ensanchado y luego purifi
todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con cado: liberado del vinagre y de su sabor. Eso requiere es
ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con fuerzo, es doloroso, pero sólo así se logra la capacitación
Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme —cuando para lo que estamos destinados.
se trata de una necesidad o de una expectativa que supe
ra la capacidad humana de esperar—, El puede ayudar Spe Salvi, n.° 33
me. Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que 24. 5 Rezar no significa salir de la historia y retirarse en
reza nunca está totalmente solo. De sus trece años de el rincón privado de la propia felicidad. El modo apro
prisión, nueve de los cuales en aislamiento, el inolvida piado de orar es un proceso de purificación interior que
ble cardenal Nguyen Van Thuan nos ha dejado un pre nos hace capaces para Dios y, precisamente por eso, ca
cioso opúsculo: Oraciones de esperanza. Durante trece paces también para los demás. En la oración, el hombre
años en la cárcel, en una situación de desesperación apa ha de aprender qué es lo que verdaderamente puede pe
rentemente total, la escucha de Dios, el poder hablarle, dirle a Dios, lo que es digno de Dios. Ha de aprender que
fue para él una fuerza creciente de esperanza, que des no puede rezar contra el otro. Ha de aprender que no
pués de su liberación le permitió ser para los hombres de puede pedir cosas superficiales y banales que desea en
todo el mundo un testigo de la esperanza, esa gran espe ese momento, la pequeña esperanza equivocada que lo
124 125
aleja de Dios. Ha de purificar sus deseos y sus esperan mo nuestra vida bajo este signo, día tras día; aceptemos
zas. Debe liberarse de las mentiras ocultas con que se en y reconozcamos el signo de Jonás haciendo la señal de la
gaña a sí mismo: Dios las escruta, y la confrontación con cruz al principio y al final de nuestras oraciones.
Dios obliga al hombre a reconocerlas también. El camino pascual, p. 42
Spe Salvi, n.° 33 27. 5 Diría que la adoración es reconocer que Jesús es mi
25. 5 Para que la oración produzca esta fuerza purifica- Señor, que Jesús me señala el camino que debo tomar,
dora debe ser, por una parte, muy personal, una confron me hace comprender que sólo vivo bien si conozco el ca
tación de mi yo con Dios, con el Dios vivo. Pero, por otra, mino indicado por él, sólo si sigo el camino que él me se
ha de estar guiada e iluminada una y otra vez por las ñala. Así pues, adorar es decir: «Jesús, yo soy tuyo y te
grandes oraciones de la Iglesia y de los santos, por la ora sigo en mi vida; no quisiera perder jamás esta amistad,
ción litúrgica, en la cual el Señor nos enseña constante esta comunión contigo.» También podría decir que la
mente a rezar correctamente. El cardenal Nguyen Van adoración es, en su esencia, un abrazo con Jesús, en el
Thuan cuenta en su libro Ejercicios espirituales cómo en que le digo: «Yo soy tuyo y te pido que tú también estés
su vida hubo largos períodos de incapacidad de rezar y siempre conmigo.»
cómo él se aferró a las palabras de la oración de la Iglesia: 15 de octubre de 2005
el Padrenuestro, el Avemaria y las oraciones de la liturgia. 28. 5 No denigra al ser humano. Esa relación no lo con
En la oración tiene que haber siempre esta interrela- vierte en un fin, sino que le confiere su grandeza porque
ción entre oración pública y oración personal. Así pode él mismo mantiene una relación directa con Dios y ha
mos hablar a Dios, y así Dios nos habla a nosotros. De sido querido por Dios. Por eso no se debe contemplar la
este modo se realizan en nosotros las purificaciones, a adoración a Dios como un asunto externo, como si Dios
través de las cuales llegamos a ser capaces de Dios e idó quisiera ser alabado o precisase de halagos. Eso lógica
neos para servir a los hombres. mente sería infantil y, en el fondo, enojoso y ridículo.
Spe Salvi, n.° 34 Dios y el mundo, pp. 104-105
26. 5 La muerte de Jonás —de acuerdo con la tradición 2 9 . 5 El rosario y el viacrucis no son otra cosa que una guía
rabínica— fue una muerte voluntaria por la salvación de que el corazón de la Iglesia ha descubierto para aprender a
Israel, y por esa razón fue Jonás «un justo perfecto». El ver a Jesús y llegar así a responder de la misma forma
signo del verdadero justo, del justo perfecto, es la muer que las gentes de Nínive: con la penitencia, con la con
te voluntaria por la salvación de los otros. Este signo nos versión. El rosario y el viacrucis constituyen desde hace
lo ha ofrecido Jesús. Él es el verdadero justo. Su signo es siglos la gran escuela donde aprendemos a ver a Jesús.
su muerte. Su signo es su cruz. Con este signo volverá al
final de los tiempos. Y será este signo el juicio del mun El camino pascual, pp. 39-40
do, el juicio de nuestra vida. Pongamos desde ahora mis
126 127
30. 5 El origen del rosario se remonta a la Edad Media. que expresan la relación entre Dios y el hombre y res
Por entonces muchas personas no sabían leer, lo que les ponden a un problema fundamental de toda la historia
impedía participar en los salmos bíblicos. Por eso se bus de las religiones y de nuestra vida personal. ¿Es justo y
có un salterio para ellas, y se halló en la oración a María bueno pedir algo a Dios, o es quizá la alabanza, la adora
con los misterios de la vida de Jesucristo. ción y la acción de gracias, es decir, una oración desinte
Afectan al que reza de una forma meditativa, en la que resada, la única respuesta adecuada a la trascendencia y
la repetición tranquiliza el alma, y aferrarse a la palabra, a la majestad de Dios? ¿No nos apoyamos acaso en una
sobre todo a la figura de María y a las imágenes de Cris idea primitiva de Dios y del hombre cuando nos dirigi
to que pasan ante uno mientras tanto, sosiega y libera el mos a Dios, Señor del universo, para pedirle mercedes?
alma y le concede la visión de Dios. Jesús ignora este temor. No enseña una religión elitista,
Lo que importa no es tanto seguir con esfuerzo cada exquisitamente desinteresada; es diferente a la idea de
palabra de manera racional, sino todo lo contrario, de Dios que nos transmite Jesús: su Dios se halla muy cerca
jarse llevar por la calma de la repetición, por lo caden del hombre; es un Dios bueno y poderoso. La religión de
cioso. Máxime teniendo en cuenta que no se trata de pa Jesús es muy humana, muy sencilla; es la religión de los
labras vacías. Traen a mis ojos y a mi alm a grandes humildes [...].
imágenes y visiones, y sobre todo, la figura de María y a El camino pascual, p. 43
través de ella la de Jesús.
Dios y el mundo, p. 299 33. 5 Al rechazar la oración de petición y adm itir única
mente la alabanza desinteresada de Dios, se fundan de
31. 5 Jerónimo se preguntaba: «¿Cómo es posible vivir hecho en una autosuficiencia que no corresponde a la
sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se condición indigente del hombre, tal como ésta se expre
aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los sa en las palabras de Ester: «¡Ven en mi ayuda!» En la
creyentes?» [La Biblia, instrumento] con el que cada día raíz de esta elevada actitud, no quiere molestar a Dios
Dios habla a los fieles, se convierte de este modo en es con nuestras fútiles necesidades, se oculta con frecuen
tímulo y manantial de la vida cristiana para todas las si cia la duda de si Dios es verdaderamente capaz de res
tuaciones y para toda persona. Leer la Escritura es con ponder a las realidades de nuestra vida y a la duda de si
versar con Dios. «Si rezas —escribe a una joven noble Dios puede cambiar nuestra situación y entrar en la rea
de Roma— hablas con el Esposo; si lees, es Él quien te lidad de nuestra existencia terrena.
habla.» El camino pascual, p. 44
18 de noviembre de 2007
34. 5 La oración apunta a la realidad. Es oída y atendida.
32. 5 Jesús nos incita a la oración: «Pedid y se os dará, Dios es, pues, aquel que tiene el poder, la capacidad, la
buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá» (Mt. 7, 7). voluntad y la paciencia de escuchar a los hombres. Es
Estas palabras de Jesús son sumamente preciosas, por tan grande que puede estar también al lado de lo peque
128 129
ño. Y aunque el universo se rige por leyes estables, no una visión romántica de la pobreza, ni tampoco de emi
quiere esto decir que esté fuera del alcance del poder del tir juicios morales sobre individuos concretos, pobres o
amor, que es el poder de Dios. Dios debe responder. ricos, sino de la esencia profunda de la humanidad. En la
Servidor de vuestra alegría, pp. 39-40 condición del pobre se manifiesta con bastante claridad
qué quiere decir ser niños: el niño no posee nada por sí
mismo. Todo lo que necesita para vivir lo recibe de los
Hacerse niños otros, y precisamente en esta su impotencia y desnudez
es libre. No ha desarrollado todavía actitudes que disfra
35. 5 «En verdad os digo, si no os volviereis y os hiciereis cen su realidad original. Riqueza y poder son las dos
como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt. grandes ambiciones del hombre, así se hace esclavo de
18, 3). [...] ¿En qué consiste exactamente este ser niños, sus posesiones y se le va el alma tras ellas. Aquel que, en
que Jesús considera como necesidad ineludible? [...] El medio de las riquezas, no es capaz de seguir siendo po
exegeta alemán Joachim Jeremias dice con mucho acier bre en lo profundo de su ser, consciente de que el mundo
to qúe ser niños, en el sentido de Jesús, significa apren está en las manos de Dios y no en las suyas, ha perdido
der a decir Padre. Para comprender la enorme fuerza realmente aquella infancia sin la cual no es posible en
que se encierra en esta palabra es preciso leerla en la trar en el Reino.
perspectiva de Jesús, el Hijo. El hombre quiere ser Dios El camino pascual, p. 83
y —dando a esta expresión su sentido correcto— debe
llegar a serlo. Pero cuando trata de serlo emancipándose 37. 5 [...] el metropolita griego Stylianos Harkianakis re
de Dios y de su creaturalidad, poniéndose por encima de cuerda que Platón, en el Timeo, habla del juicio irónico
todo y centrándose en sí mismo, como en el eterno diá de un extranjero que afirmaba que los griegos son aeí
logo con la serpiente en el paraíso terrenal; cuando, en paídes, eternos niños. Platón no ve en este juicio un repro
una palabra, se hace completamente adulto y emancipa che, sino una alabanza de la manera de ser de los grie
do y echa por la borda la infancia como manera de ser, gos: «Comoquiera que sea, hay un hecho indiscutible: los
entonces acaba en la nada, porque se pone en contra de griegos querían ser un pueblo de filósofos, y no de teenó-
su misma verdad, que significa un referirlo todo a Dios. cratas, es decir, eternos niños, que veían en el asombro la
Sólo si conserva el núcleo más íntimo de la infancia, es condición más elevada de la existencia. Solamente así
decir, la existencia filial vivida anteriormente por Jesús, puede explicarse el hecho significativo de que los griegos
puede el hombre entrar con el Hijo en la divinidad. no hicieran uso práctico de sus innumerables hallaz
El camino pascual, pp. 81-83 gos.»
El camino pascual, pp. 83-84
36. 5 «Bienaventurados los pobres porque vuestro es el
Reino de Dios» (Le. 6, 20). En este pasaje, los pobres ocu 38. 5 Añadimos ahora: ser niños significa también decir
pan el lugar de los niños. Insistimos en que no se trata de «madre». Si suprimimos esta posibilidad, eliminamos el
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factor humano de la infancia de Jesús, dejando única cual quiere ser salvado. Quisiera hacer con plena con
mente la filiación del Logos, que nos será revelada preci ciencia el último trecho del camino. Quiere morir él mis
samente por la infancia humana de Jesús. Hans Urs von mo. Si hoy se intentara formular una letanía de los no
Baltasar ha expresado admirablemente esta idea, tanto creyentes, la petición sería la contraria: Señor, danos una
que vale la pena citarlo aquí ampliamente: «Eucharistía muerte repentina e insospechada. Que la muerte venga
significa hacimiento de gracias: nada tiene de extraño repentinamente, sin tiempo para pensar ni padecer. Lo
que Jesús dé gracias ofreciéndose y entregándose conti primero que esto demuestra es que no se ha conseguido
nuamente a Dios y a los hombres. ¿A quién da gracias? plenamente la anulación del miedo metafísico. Se la qui
Da gracias, ciertamente, a Dios Padre, modelo supremo siera domesticar preferentemente produciendo la muer
y fuente de todo don... Pero también expresa su gratitud te misma, haciéndola desaparecer como cuestión que
a los pobres pecadores que han querido acogerle, que le supera la técnica y que atañe al ser hombre como tal.
abren las puertas de su indigna morada. ¿Da gracias Escatología. La muerte y la vida eterna, p. 76
también a alguien más? Sin duda: da gracias a la pobre
esclava de la que recibió esta carne y esta sangre cuando 40. 5 El hombre no puede hacer o dejar de hacer lo que
el Espíritu Santo la cubrió con su sombra... ¿Qué apren le viene en gana; está sometido a juicio, tiene que rendir
de Jesús de su madre? Aprende el "sí”. No un “sí" cual cuentas. Y esta evidencia es válida tanto para los podero
quiera, sino la palabra “sí”, que avanza siempre, incan sos como para los sencillos. Cuando tal evidencia es res
sablemente. Todo lo que tú quieras, Dios mío, “he aquí a petada, establece sus límites a todo poder de este mundo.
la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”... Dios es quien crea la justicia, y sólo Él puede serlo en de
Ésta es la oración católica que Jesús aprendió de su ma finitiva. Nosotros sólo podemos alcanzarla en la medida
dre terrena, de la Catholica Mater, que estaba en el mun en que vivamos bajo los ojos de Dios y procuremos hacer
do antes que él y que fue inspirada por Dios para pro partícipe al mundo de la verdad del juicio. Por ello el ar
nunciar por prim era vez esta palabra de la nueva y tículo sobre el juicio, con su poder formador de la con
eterna alianza...» ciencia, es un contenido central del Evangelio y es ver
El camino pascual, p. 84 daderamente Buena Noticia.
Evangelio, catequesis, catecismo, p. 37
Muerte y vida eterna 41. 5 En Navidad [recuerda la muerte de su padre] nos
cubrió de regalos con una generosidad incomprensible;
39. 5 Las letanías de los santos explican la postura de la sentíamos que consideraba aquélla su última Navidad,
fe cristiana frente a la muerte en esta petición: Líbranos, pero no podíamos creerlo, puesto que exteriormente no
Señor, de una muerte temprana e inesperada. El que a uno daba signo alguno de decaimiento. Una noche, a media
se le arrebate súbitamente, sin poder prepararse, sin es dos de agosto, se sintió muy mal y necesitó varios días
tar dispuesto, aparece como el peligro del hombre, del para recuperarse. El domingo 23 de agosto mi madre lo
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invitó a dar un paseo hasta el lugar en que habíamos vi nosotros mismos, que nos sabemos, ciertamente, de
vido y donde estaban nuestras amistades; caminaron nuevo en completa dependencia de las leyes de la natu
juntos en aquel día caluroso de verano más de diez kiló raleza y de la historia. Dios ya no es —digámoslo ya— un
metros. Mientras volvían a casa, mi madre quedó impre sujeto que actúa en la historia; es, en el mejor de los ca
sionada por el fervor con que rezó durante una breve vi sos, una hipótesis al margen.
sita a la iglesia y, cuando llegaron, por la inquietud Mi gozo es estara tu lado, pp. 146-147
interior con que esperaba el regreso de nosotros tres de
una excursión a Tittmoning. Durante la cena, se levantó 43. 5 [...] un horizonte eterno para nuestra existencia no
y cayó desvanecido junto a la escalera. Se trataba de un nos parece deseable: ella ya es bastante lastimosa, y si
grave ataque apopléjico, al cual sucumbió después de todo fuera bueno, entonces la idea de eternidad nos pa
dos días de agonía. Nos sentíamos agradecidos de po rece como una condenación al aburrimiento; en pocas
dernos encontrar todos juntos en tom o a su lecho y de palabras, como demasiado para soportarlo el hombre.
poderle mostrar una vez más nuestro amor, que él reci Pero frente a esto hemos de hacer ahora la pregunta con
bía con gratitud, aunque no pudiese ya hablar. Cuando, traria: ¿es cierto que no esperamos nada más? [...]
después de este suceso, volví de nuevo a Bonn, sentía que Pero en realidad, ¿qué esperamos? [...] deseamos que
el mundo se había vuelto un poco más vacío para mí y las tinieblas de la incomprensión que nos divide, que la
que una parte de mi persona, de mi hogar, se había m ar incapacidad para el amor se extinga y que sea posible el
chado al otro mundo. auténtico amor que libera toda nuestra existencia de la
Mi vida, recuerdos (1927-1977), pp. 94-95 cárcel de su soledad, la abre a los demás, a lo infinito, sin
destruirnos a nosotros. Podríamos decir también: ansia
42. 5 Cada vez más, se insiste en que el sentido de la vida mos alcanzar el verdadero gozo. Todos nosotros.
eterna en el hombre moderno, también en el cristiano Mi gozo es estar a tu lado, p. 152
actual, ha llegado a ser sorprendentemente débil: sermo
nes sobre el cielo, el infierno y el purgatorio difícilmente 44. 5 El abandono en la esperanza en la eternidad es,
llegamos hoy a escucharlos. Preguntem os de nuevo: pues, simplemente la otra cara del abandono de la fe en
¿dónde está el origen de esto? Yo creo que tiene que ver Dios vivo. La fe en la vida eterna sólo es la aplicación a
de un modo esencial con la imagen de Dios y de su rela nuestra propia existencia de la fe en Dios. Y, en conse
ción con el mundo [...]. Apenas podemos ya imaginarnos cuencia, solamente podrá revitalizarse si encontramos
que Dios haga realmente algo en el mundo y en los hom una nueva relación con Dios, si de nuevo empezamos a
bres, que él mismo sea un sujeto que actúa en la historia. comprender a Dios como alguien que actúa en el mundo
[...] Hoy pensamos que el acontecer del mundo se expli y en nosotros mismos. «Espero la resurrección de los
ca exclusivamente por medio de factores internos a él. muertos y la vida del mundo futuro», esta expresión no
Nadie se ocupa de él al margen de nosotros mismos, y es una exigencia de fe, yuxtapuesta a nuestra afirmación
por ello tampoco esperamos nada de nadie, al margen de de fe en Dios y que nos lleva más lejos que ésta; sino que
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se trata, simplemente, del desarrollo de lo que significa no es suficiente. La vida eterna existe en medio de la tem
creer en Dios, en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La poralidad, allí donde nosotros alcanzamos el «cara a
vida eterna no la descubrimos a través del análisis de cara» con Dios; a través de la contemplación del Dios
nuestra propia existencia, ni observándonos a nosotros vivo se puede llegar a algo así como el fundamento origi
mismos, con nuestras esperanzas y con nuestras necesi nario de nuestra alma. Como un amor poderoso, ya no
dades; al hombre que está centrado en sí mismo siempre nos puede ser arrebatado a través de las vicisitudes de la
se le escapa la vida eterna. Es en la entrega a Dios donde vida, sino que constituye un centro indestructible, del
se muestra por sí mismo que él, en quien Dios se ha fija que procede el impulso y la alegría para ir avanzando ha
do, y a quien ama, tiene parte en su eternidad. cia adelante, incluso cuando las condiciones externas son
Mi gozo es estara tu lado, pp. 147-148 dolorosas y difíciles.
Mi gozo es estara tu lado, pp. 153-154
45: 5 ... la vida eterna no es una sucesión infinita de ins
/ " 's
tantes en los que se tendría que intentar superar el abu 47. 5 Por medio del contacto del alma con Dios el hom
rrimiento y el miedo a lo infinito. Vida eterna es aquella bre aprende a ver las cosas en forma adecuada. Aunque
nueva categoría de existencia en la que todo confluye si tuviera todas las prioridades posibles en el cielo y en la
multáneamente en el ahora del amor, en la nueva cuali tierra, ¿de qué le servirían? La satisfacción del simple
dad del ser, que está rescatada de la fragmentación de la éxito, del mero poder, del sólo tener, es simplemente una
existencia en el sucederse de los intereses. satisfacción engañosa; una simple mirada al mundo ac
Mi gozo es estar a tu lado, pp. 152-153 tual, a las tragedias de esas personas triunfadoras y po
derosas, cuyas almas y cuyos bienes han sido comprados
46. 5 Es, pues, evidente que la vida eterna no es simple y están vacíos, nos muestra la profunda verdad de esta
mente «lo que viene después» y de lo que nosotros ahora afirmación. Pues los grandes interrogantes [...] no se dan
no podríamos formamos ni la más remota idea; pues, entre los pobres y los débiles, sino entre aquellos que
como se trata de una forma de existencia, puede estar ya aparentemente no conocen el infortunio de la vida. Todo
presente en el seno de nuestra vida material y de su flu quedaría vacío en el cielo y en la tierra si Dios no existie
yente temporalidad como lo nuevo, lo otro, lo mayor, si ra, y él se ha puesto para siempre de nuestra parte. «Esta
bien siempre de modo fragmentario e incompleto. Pero es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verda
los límites entre vida temporal y eterna no son de ningu dero, y a tu enviado Jesucristo», dice el Señor en el Evan
na manera exclusivamente de naturaleza cronológica: gelio de Juan (17, 3).
nosotros, por lo general, pensamos que los años previos Mi gozo es estara tu lado, pp. 155-156
a la muerte serían la vida temporal y el tiempo infinito
posterior sería lo eterno. Pero como la eternidad no es 48. 5 La vida eterna es aquella forma de vida, en el cen
simplemente tiempo sin fin, sino otra forma de existen tro de nuestra existencia terrena actual, que no es afec
cia, entonces una tal diferencia, meramente cronológica, tada por la muerte, porque se extiende más allá de ella.
136 137
En medio del tiempo vive lo eterno, y éste es, por tanto, tuyo». Como el amor de Dios nos es común a todos, to
la primera invocación del artículo del Credo del que he dos nos pertenecemos unos a otros. Donde Dios es todo
mos partido. Si vivimos de esta manera, la esperanza de en todos, también nosotros estamos todos en todos y to
la comunión eterna con Dios llegará a ser una gozosa es dos en uno, somos un único cuerpo, el cuerpo de Cristo,
pera que caracterice nuestra existencia, porque entonces en el que la alegría de uno de los miembros es la de todos
también crece en nosotros una representación de su rea los miembros restantes, del mismo modo que el sufri
lidad, y su belleza nos transform a interiorm ente. Se m iento de un miembro es sufrim iento de todos los
hace, pues, evidente, que en este cara a cara con Dios no miembros.
hay nada egoísta, ningún retom o a lo mero privado, sino Mi gozo es estar a tu lado, pp. 157-158
precisamente aquella liberación del «yo», que da pleni
tud de sentido a la eternidad. 51.5 Presente y eternidad no se encuentran uno frente al
Mi gozo es estar a tu lado, p. 157 otro y en mutua oposición, como el presente y el futuro,
sino que se interpenetran. Ésta es la verdadera diferen
49. 5 Podemos solamente tratar de salir con nuestro pen cia entre utopía y escatología.
samiento de la temporalidad a la que estamos sujetos y Mi gozo es estara tu lado, p. 158
augurar de algún modo que la eternidad no sea un conti
nuo sucederse de días del calendario, sino como el mo 52. 5 [La utopía] es algo así como el agua y los frutos
mento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos ofrecidos a Tántalo: el agua le llegaba al cuello y los fru
abraza y nosotros abrazamos la totalidad. Sería el mo tos estaban siempre delante de su boca; pero si llevado
mento del sumergirse en el océano del amor infinito, en por la sed que le atormentaba quería beber, el agua se re
el cual el tiempo —el antes y el después— ya no existe. tiraba y le resultaba inaccesible; y si quería probar los
Podemos únicamente tratar de pensar que este momen frutos, martirizado por el hambre, sucedía lo mismo.
to es la vida en sentido pleno, sumergirse siempre de Esta antigua representación de la condenación del orgu
nuevo en la inmensidad del ser, a la vez que estamos des llo como el pecado propiamente humano refleja bien la
bordados simplemente por la alegría. En el Evangelio de hybris: la sustitución de la escatología por la utopía
Juan, Jesús lo expresa así: «Volveré a veros y se alegrará autoconstruida, es decir, pretender llevar a cabo la espe
vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría» (16, ranza humana por sus propias fuerzas y sin la fe en Dios.
22). Tenemos que pensar en esta línea si queremos en Mi gozo es estara tu lado, p. 158
tender el objetivo de la esperanza cristiana, qué es lo que
esperamos de la fe, de nuestro ser con Cristo. 53. 5 La fuerza con que la fe en la vida eterna opera en el
Spe Salvi, n.° 12 presente quizá no pueda observarse en ningún autor de
un modo tan impresionante como en Agustín, que tuvo
50. 5 En el Reino del amor del Hijo no existe, según un que experimentar el hundimiento del Imperio romano y
texto de san Juan Crisóstomo, «la fría palabra mío y de todas sus normas civilizadoras, y por tanto, una his-
138 139
tona llena de angustia y de sobresaltos. Pero él supo y vio medio de esta revolución como se hace presente el Reino
que una nueva ciudad iba creciendo, la ciudad de Dios. de Dios, porque la voluntad de Dios se realiza en la tierra
Cuando él habla de eso, se nota cómo le quema en su in como en el cielo.
terior: «Si la muerte ha sido absorbida por la victoria, en Mi gozo es estar a tu lado, p. 162
tonces ya no existen estas cosas; y habrá paz, completa y
eterna paz. Estaremos en una especie de ciudad. Herma 57. 5 El lugar del purgatorio es, en último término, el
nos, cuando yo hablo de esta ciudad, y también cuando mismo Cristo. Si nos encontramos con él sinceramente,
las contrariedades aquí son grandes, puedo entonces pe llegará a suceder por sí mismo de tal manera que toda la
dirme a mí mismo ya no habitarla más...» La ciudad fu miseria y la culpa de nuestra vida, que en la mayoría de
tura lo lleva porque en cierto modo es también ya una los casos habíamos mantenido cuidadosamente oculta,
ciudad actual, allí donde el Señor nos reúne en su carne aparece punzante ante nuestra propia alma en ese ins
y hunde nuestra voluntad en la voluntad divina. tante definitivo de presencia de la verdad. La presencia
Mi gozo es estar a tu lado, pp. 160-161 del Señor transforma todo lo que en nosotros es compla
cencia en la injusticia, en el odio y la mentira, y actúa
54. 5 La vida compartida con Dios, la vida eterna en como una llama ardiente. Ella se convertirá en dolor pu-
nuestra vida temporal, es posible porque la convivencia rificador, que consume en nosotros todo lo que es irre
de Dios con nosotros se ha dado: Cristo es Dios compar conciliable con la eternidad, con la vitalidad transforma
tiendo su ser con nosotros. dora del amor de Cristo.
Mi gozo es estara tu lado, p. 161 Mi gozo es estar a tu lado, p. 163
55. 5 Como él ha descendido a las profundidades de la 58. 5 [...] el juicio es el mismo Jesucristo, que es la verdad
tierra (cfr. Ef. 4, 9s), Dios ha dejado de ser un Dios de las y el amor en persona. Él ha entrado en este mundo como
alturas, y ahora nos rodea desde arriba, desde abajo y la íntima referencia para toda vida individual. Que el jui
desde dentro: él es todo en todos, y por eso formamos cio lo constituye el encarnado, crucificado y resucitado,
parte todos de todos: «Todo lo mío es tuyo.» incluye dos aspectos mutuamente dependientes: signi
Mi gozo es estar a tu lado, p. 161 fica, en primer lugar, lo que nosotros ya hemos consi
derado: todo lo vil, desviado y pecaminoso de nuestra
56. 5 El poder del mal, que invade por completo la es existencia es puesto al descubierto por este centro de re
tructura de nuestra sociedad como los tentáculos de un ferencia; y a través del dolor de la purificación hemos de
pulpo, y amenaza con ahogarla en un abrazo mortal, se liberarnos de ellos.
enfrenta ahora a esta serena revolución de la auténtica Mi gozo es estar a tu lado, p. 163
vida como fuerza liberadora, en la que el Reino de Dios,
aunque todavía no ha asumido todo, tal como dice el Se 59. 5 Algunos teólogos recientes piensan que el fuego
ñor, ya está en medio de nosotros (cfr. Le. 17, 21). Es por que arde, y que a la vez salva, es Cristo mismo, el Juez y
140 141
Salvador. El encuentro con Él es el acto decisivo del Jui incluso si no somos capaces de comprender la lógica de
cio. Ante su mirada, toda falsedad se deshace. Es el en este mundo.
cuentro con Él lo que, quemándonos, nos transforma y Mi gozo es estara tu lado, pp. 163-164
nos libera para llegar a ser verdaderamente nosotros
mismos. En ese momento, todo lo que se ha construido 61. 5 [...] unas palabras de un sermón de san Agustín, en el
durante la vida puede manifestarse como paja seca, va que me parece extraordinariamente clara la dinámica in
cua fanfarronería, y derrumbarse. Pero en el dolor de este terna de lo que significa esperar la vida eterna en medio de
encuentro, en el cual lo impuro y malsano de nuestro ser la vida actual: «Una joven dice tal vez a su prometido: “No
se nos presenta con toda claridad, está la salvación. Su te pongas ese abrigo.” Y él no se lo pone. Le dice durante el
mirada, el toque de su corazón, nos cura a través de una invierno: “Preferiría que fueras con una túnica corta”, y
transformación, ciertamente dolorosa, «como a través entonces él prefiere helarse antes que ofenderla. Sin em
del fuego». Pero es un dolor bienaventurado, en el cual el bargo, ¿es seguro que ella no tiene ningún poder para obli
poder santo de su amor nos penetra como una llama, per garlo?... No, porque, ciertamente, él únicamente teme una
mitiéndonos ser por fin totalmente nosotros mismos y, cosa que ella le diga: “De lo contrario no quiero verte nun
con ello, totalmente de Dios. ca más”.» Esperar la vida eterna significa esto: no querer
Spe Salvi, n.° 47 perder ya más la mirada de Dios, porque él es nuestra vida.
Mi gozo es estara tu lado, p. 165
60. 5 Romano Guardini [...] dijo a menudo que él sabía
que Dios le preguntaría por su vida en el día del juicio 62. 5 El «llanto y rechinar de dientes» representa en rea
para, también a su vez, hacer preguntas a Dios: la pre lidad la amenaza, el peligro, incluso; en última instancia,
gunta por el porqué de la creación y por todo lo incom el fracaso del ser humano. Es una situación que describe
prensible que, como consecuencia de la libertad para el el mundo de las personas caídas en la droga y en los éx
mal, ha surgido en ella. El juicio significa que se hace a tasis orgiásticos, quienes, en el momento de salir de su
Dios esta pregunta. Hans von Balthasar lo expresa así: aturdimiento, perciben con claridad la completa contra
los defensores de Dios no convencen, Dios tiene que de dicción de su vida.
fenderse a sí mismo. «Él hizo esto una vez, cuando el re El infierno se representa normalmente con el fuego,
sucitado mostró sus llagas... Dios mismo tiene que plan con las llamas. El rechinar de dientes, sin embargo, sur
tear su teodicea. Tiene que haberla form ulado ya, ge realmente cuando se siente frío. Aquí, la persona caí
cuando ha dotado a los hombres de libertad (y con ello da, con sus llantos y lamentos y gritos de protesta, evoca
de tentaciones) no para él, para proclamar su ley.» El día la imagen de estar expuesta al frío por negarse al amor.
del juicio el Señor, en vista de nuestras preguntas, mos En un mundo completamente alejado de Dios, y por tan
trará sus llagas y nosotros comprenderemos. Pero, entre to del amor, se siente frío, hasta el punto de provocar el
tanto, él espera simplemente que nosotros vayamos ha rechinar de dientes.
cia él y confiemos en el lenguaje de esas heridas suyas, Dios y el mundo, p. 188
142 143
64. 5 Una iglesia sin presencia eucarística está en cierto
modo muerta, aunque invite a la oración. Sin embargo,
Vida eucarística una iglesia en la que arde sin cesar la lámpara junto al
sagrario está siempre viva, es siempre algo más que un
63. 5 Recuerdo bien el día de mi Primera Comunión. Fue edificio de piedra: en ella está siempre el Señor que me
un hermoso domingo de marzo de 1936; o sea, hace se espera, que me llama, que quiere hacer «eucarística» mi
senta y nueve años. Era un día de sol; era muy bella la propia persona. De esta forma me prepara para la Euca
iglesia y la música; eran muchas las cosas hermosas y ristía, me pone en camino hacia su segunda venida.
aún las recuerdo. Éramos unos treinta niños y niñas de El espíritu de la liturgia. Una introducción, p. 113
nuestra pequeña localidad, que apenas tenía 500 habi
tantes. Pero en el centro de mis recuerdos alegres y her 65. 5 La felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis de
mosos, está este pensamiento —el mismo que ha dicho recho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Je
ya vuestro portavoz—: comprendí que Jesús entraba en sús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Sólo Él da pleni
mi corazón, que me visitaba precisamente a mí. Y, junto tud de vida a la humanidad. Decid, con María, vuestro
con Jesús, Dios mismo estaba conmigo. Y que era un don «sí» al Dios que quiere entregarse a vosotros.
de amor que realmente valía mucho más que todo lo que 18 de agosto de 2005
se podía recibir en la vida; así me sentí realmente feliz,
porque Jesús había venido a mí. Y comprendí que enton 66. 5 La conversión sustancial del pan y del vino en su
ces comenzaba una nueva etapa de mi vida —tenía nue cuerpo y en su sangre introduce en la creación el prin
ve años— y que era importante permanecer fiel a ese en cipio de un cambio radical, como una forma de «fisión
cuentro, a esa Comunión. Prometí al Señor: «Quisiera nuclear», por usar una imagen bien conocida hoy por
estar siempre contigo» en la medida de lo posible, y le nosotros, que se produce en lo más íntimo del ser; un
pedí: «Pero, sobre todo, está tú siempre conmigo.» Y así cambio destinado a suscitar un proceso de transform a
he ido adelante por la vida. Gracias a Dios, el Señor me ción de la realidad, cuyo término último será la transfi
ha llevado siempre de la mano y me ha guiado incluso en guración del mundo entero, el momento en que Dios
situaciones difíciles. Así, esa alegría de la Primera Co será todo para todos (cfr. 1 Cor 15, 28).
munión fue el inicio de un camino recorrido juntos. Es Sacramentum Caritatis, n.° 11
pero que, tam bién para todos vosotros, la Prim era
Comunión, que habéis recibido en este Año de la Euca 67. 5 Que nadie diga ahora: la Eucaristía está para co
ristía, sea el inicio de una amistad con Jesús para toda la merla y no para adorarla. No es, en absoluto, un «pan
vida. El inicio de un camino juntos, porque yendo con Je corriente», como destacan, una y otra vez, las tradicio
sús vamos bien, y nuestra vida es buena. nes más antiguas. Comerla es [...] un proceso espiritual
15 de octubre de 2005 que abarca toda la realidad humana. «Comerlo» significa
adorarle. «Comerlo» significa dejar que entre en mí de
144 145
modo que mi yo sea transformado y se abra al gran no ración. Recibir la Eucaristía significa adorar a Aquel a
sotros, de manera que lleguemos a ser «uno solo» con Él quien recibimos. Precisamente así, y sólo así, nos hace
(Gál. 3, 17). De esta forma, la adoración no se opone a la mos uno con él. Por eso, el desarrollo de la adoración
comunión, ni se sitúa paralelamente a ella: la comunión eucarística, como tomó forma a lo largo de la Edad Media,
alcanza su profundidad sólo si es sostenida y compren era la consecuencia más coherente del mismo misterio
dida por la adoración. eucarístico: sólo en la adoración puede m adurar una
El espíritu de la liturgia. Una introducción, p. 112 acogida profunda y verdadera. Y precisamente en este
acto personal de encuentro con el Señor madura luego
68. 5 [...] partiendo de esta intimidad, que es don perso- también la misión social contenida en la Eucaristía y que
nalísimo del Señor, la fuerza del sacramento de la Euca quiere romper las barreras no sólo entre el Señor y no
ristía va más allá de las paredes de nuestras iglesias. En sotros, sino también y sobre todo las barreras que nos se
este sacramento el Señor está siempre en camino hacia paran a los unos de los otros.
el mundo. Este aspecto universal de la presencia euca- 22 de diciembre de 2005
rística se aprecia en la procesión de nuestra fiesta. Lleva
mos a Cristo, presente en la figura del pan, por las calles 70. 5 En la Eucaristía la adoración debe llegar a ser
de nuestra ciudad. Encomendamos estas calles, estas ca unión.
sas, nuestra vida diaria, a su bondad. 21 de agosto de 2005
Que nuestras calles sean calles de Jesús. Que nues
tras casas sean casas para él y con él. Que nuestra vida 71.5 Recibirla [la Eucaristía], comer del árbol de la vida
de cada día esté impregnada de su presencia. Con este significa, por eso, recibir al Señor crucificado, es decir,
gesto, ponemos ante sus ojos los sufrimientos de los aceptar su forma de vida, su obediencia, su Sí, la medida
enfermos, la soledad de los jóvenes y los ancianos, las de nuestro ser criaturas. Significa aceptar el am or de
tentaciones, los miedos, toda nuestra vida. La proce Dios que es nuestra verdad, aquella dependencia de Dios
sión quiere ser una gran bendición pública para nuestra que no significa para nosotros determinación extraña,
ciudad: Cristo es, en persona, la bendición divina para como tampoco para el hijo es la filiación una resolución
el mundo. Que su bendición descienda sobre todos extraña. Precisamente esta «dependencia» es libertad,
nosotros. porque es Verdad y Amor.
26 de mayo de 2005 Pecado y salvación, pp. 103-104
69. 5 De hecho, no es que en la Eucaristía simplemente 72. 5 Hábeas Christi nos indica lo que significa comul
recibamos algo. Es un encuentro y una unificación de gar: tomarlo, recibirlo con todo nuestro ser. No se puede
personas, pero la persona que viene a nuestro encuentro comer simplemente el cuerpo del Señor, como se come
y desea unirse a nosotros es el Hijo de Dios. Esa unifica un trozo de pan. Sólo se lo puede recibir, en tanto le abri
ción sólo puede realizarse según la modalidad de la ado mos a él toda nuestra vida, en tanto el corazón se abre a
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él. «Mira que estoy a la puerta llamando» dice el Señor alguna manera, «hueso de mis huesos y carne de mi
en el Apocalipsis. «Si uno me oye y me abre, entraré en carne».
su casa y cenaremos juntos» (Ap. 3, 20). Corpus Christi Caminos de Jesucristo, pp. 112-113
quiere hacer audible esta llamada del Señor también
para nuestra sordera. Mediante la procesión golpea so
noramente en nuestra vida cotidiana y ruega: ¡Ábreme, 75. 5 La Comunión me hace salir de mí mismo para ir
déjame entrar! ¡Comienza a vivir por mí! hacia Él, y por tanto, también hacia la unidad con todos
Caminos de Jesucristo, pp. 100-101 los cristianos.
Deus Caritas est, n.° 14
73. 5 Esto no acontece en un momento, rápidamente,
durante la misa para luego desaparecer. Éste es un pro 76. 5 La consecuencia es clara: no podemos comulgar
ceso que traspasa toda época y todos los lugares. Ábreme con el Señor si no comulgamos entre nosotros. Si quere
—dice el Señor— así como yo me he abierto a ti. Abre el mos presentamos ante él, también debemos ponemos en
mundo para mí, para que yo pueda entrar, para que yo camino para ir al encuentro unos de otros. Por eso, es ne
pueda hacer radiante tu razón oculta, para que pueda su cesario aprender la gran lección del perdón: no dejar que
perar la dureza de tu corazón. Ábreme, así como he de se insinúe en el corazón la polilla del resentimiento, sino
jado abrirse mi corazón para ti. Déjame entrar. Él lo dice abrir el corazón a la magnanimidad de la escucha del
a cada uno de nosotros, y lo dice a toda nuestra comuni otro, abrir el corazón a la comprensión, a la posible
dad: déjame entrar en tu vida, en tu mundo. Vive por mí, aceptación de sus disculpas y al generoso ofrecimiento
para que ella se haga realmente viviente; pero vivir signi de las propias.
fica siempre entregarse una y otra vez. 29 de mayo de 2005
Caminos de Jesucristo, pp. 100-101
77. 5 San Agustín, postrado en el lecho de su última en
74. 5 Todos nosotros «comemos» a la misma persona, no fermedad, consciente de que le había llegado la hora de
solamente lo mismo; así, todos nosotros somos arranca morir, se excomulgó a sí mismo. En sus últimos días an
dos de nuestra individualidad cerrada y somos coloca siaba hacerse solidario de tantos pecadores desconsola
dos en lo más grande. Todos somos asimilados a Cristo y dos por la situación en que se hallan. En la humildad de
así, por medio de la comunión con Cristo, estamos recí aquellos que tienen hambre y sed quería encontrar a su
procamente identificados con él, somos idénticos y una Señor, él, que con tan extrema belleza había escrito y ha
sola cosa con él, miembros de él. En consecuencia, co blado de la Iglesia, comunidad en la comunión del cuer
mulgar con Cristo es esencialmente comulgar también po de Cristo. Este gesto del santo me da que pensar. ¿No
con el otro. Ya no estamos uno junto al otro; cada uno in nos acercamos a recibir al Santísimo Sacramento con
dividualmente separado del otro, sino que ahora cada harta ligereza? ¿No sería útil —incluso necesario, por
uno de los otros que comulga es para mí, por decirlo de ventura— imponemos de cuando en cuando un ayuno
148 149
espiritual para profundizar y renovar nuestra relación manifiesta una relación intrínseca con la virginidad con
con el sacramento del cuerpo de Cristo? Claro está que sagrada, ya que es expresión de la consagración exclusi
no hablo aquí de la espiritualidad específica del sacerdo va de la Iglesia a Cristo, que ella con fidelidad radical y
te, que vive de una manera particular de la celebración fecunda acoge como a su Esposo.
de los sagrados misterios. Pero no debemos olvidar que, Sacramentum Caritatis, n.° 81
ya desde los tiempos apostólicos, el ayuno espiritual del
Viernes Santo formaba parte de la espiritualidad euca
rística de la Iglesia; semejante ayuno, en un día santísi
mo como éste, sin misa y sin Comunión de los fieles, era
expresión profunda de la participación en la pasión del
Señor, en la tristeza de la esposa por la ausencia del Es
poso (cfr. Me. 2, 20). Pienso que, hoy también, un ayuno
como éste, asumido voluntariamente y sobrellevado con
dolor, podría tener su sentido en determinadas ocasiones
(por ejemplo, en días de penitencia o en celebraciones
eucarísticas en las que el número de participantes hace
difícil una digna distribución del sacramento); podría in
cluso profundizar la relación personal con el sacramen
to y transformarse también en un abrazo, en un acto de
solidaridad con todos aquellos que desean el sacramento
y que no pueden recibirlo.
El camino pascual, pp. 166-167
78. 5 No os dejéis disuadir de participar en la Eucaris
tía dominical y ayudad también a los demás a descu
brirla.
21 de agosto de 2005
79. 5 La contribución esencial que la Iglesia espera de la
vida consagrada es más en el orden del ser que en el del
hacer. En este contexto, quisiera subrayar la importan
cia del testimonio virginal precisamente en relación con
el misterio de la Eucaristía. En efecto, además de la rela
ción con el celibato sacerdotal, el misterio eucarístico
150 151
CAPÍTULO 6
EL AMOR DE CRISTO
Su am or es concreto
1. 6 El verdadero amor no consiste sencillamente en ce
der siempre, en ser blando, en la mera dulzura. En ese
sentido, un Jesús o un Dios dulcificado, que dice a todo
que sí, que siempre es amable, no es más que una carica
tura del verdadero amor. Porque nos ama, porque quiere
que avancemos en el camino de la verdad, Dios también
debe exigimos y corregirnos. Dios tiene que poner en
práctica lo que simbólicamente denominamos la «ira de
Dios», es decir, oponerse a nosotros cuando nos perde
mos a nosotros mismos y corremos peligro.
Dios y el mundo, p. 173
2. 6 El apóstol puede decir «gaudete» porque el Señor está
cerca de cada uno de nosotros. Y así, en realidad, este im
perativo es una invitación a sentir la presencia del Señor
cerca de nosotros. Es una sensibilización ante la presencia
del Señor. El apóstol quiere que percibamos esta presen
cia, oculta pero muy real, de Cristo cerca de cada uno de
nosotros. A cada uno de nosotros se dirigen las palabras
del Apocalipsis: «Llamo a tu puerta, óyeme, ábreme.»
3 de octubre de 2005
153
3. 6 Por tanto, es también una invitación a ser sensibles 5. 6 [...] un amor sin reservas: un amor que consiste en un
a esta presencia del Señor que llama a nuestra puerta. gran sí hacia mi existencia y que me abre, en su anchura
No debemos ser sordos a él; los oídos de nuestro corazón y profundidad, la totalidad del ser. En él el creador de to
están tan llenos de muchos ruidos del mundo que no po das las cosas me dice: «Todo lo mío es tuyo» (Le. 15, 31).
demos percibir esta presencia silenciosa que llama a Pero Dios es «todo en todo» (1 Cor. 15, 28). Para aquel a
nuestra puerta. Al mismo tiempo, analicemos si estamos quien le da todo lo suyo ya no existen límites o confínes.
realmente dispuestos a abrir las puertas de nuestro cora El amor buscado por la esperanza cristiana a la luz de la
zón; o, quizá, este corazón está tan lleno de otras muchas fe no es un asunto particular, individual, no se cierra en
cosas que no hay lugar en él para el Señor, y por el mo un pequeño mundo privado. Este amor me abre todo el
mento no tenemos tiempo para el Señor. Así, insensibles, universo, que por medio del amor se convierte en «paraí
sordos a su presencia, llenos de otras cosas, no percibi so». La angustia de todas las angustias, ya lo hemos di
mos lo esencial: él llama a nuestra puerta, está cerca de cho, es el miedo a no ser amados, a perder el amor; la de
nosotros y así está cerca la verdadera alegría, que es más sesperación es la convicción de haber perdido para
fuerte que todas las tristezas del mundo, de nuestra vida. siempre todo amor, el horror de la total soledad. Y vice
Por tanto, en el contexto de este primer imperativo, versa, la esperanza, en el sentido propio de la palabra, es
oremos así: «Señor, haznos sensibles a tu presencia; ayú la certeza de que recibiré el gran amor, que es indestruc
danos a escucharte, a no ser sordos a ti; ayúdanos a tener tible, y que ya desde ahora soy amado por este amor.
un corazón libre, abierto a ti.» Mirara Cristo, pp. 73-74
3 de octubre de 2005
6. 6 Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cual
4. 6 Amor no es dependencia, sino don que nos hace vi quier dios, sino el Dios que tiene un rostro humano y que
vir. La libertad de un ser humano es la libertad de un ser nos ha amado hasta el extremo, a cada uno en particular y
limitado y, por tanto, es limitada ella misma. Sólo pode a la humanidad en su conjunto. Su reino no es un más allá
mos poseerla como libertad compartida, en la comunión imaginario, situado en un futuro que nunca llega; su reino
de las libertades: la libertad sólo puede desarrollarse si está presente allí donde Él es amado y donde su amor nos
vivimos, como debemos, unos con otros y unos para alcanza. Sólo su amor nos da la posibilidad de perseverar
otros. Vivimos como debemos si vivimos según la verdad día a día con toda sobriedad, sin perder el impulso de la
de nuestro ser, es decir, según la voluntad de Dios. Por esperanza, en un mundo que por su naturaleza es imper
que la voluntad de Dios no es para el hombre una ley im fecto. Y, al mismo tiempo, su amor es para nosotros la ga
puesta desde fuera, que lo obliga, sino la medida intrín rantía de que existe aquello que sólo llegamos a intuir va
seca de su naturaleza, una medida que está inscrita en él gamente y que, sin embargo, esperamos en lo más íntimo
y lo hace imagen de Dios, y así criatura libre. de nuestro ser: la vida que es «realmente» vida.
8 de diciembre de 2005 Spe Salvi, n.° 31
154 155
7. 6 El camino que conduce al verdadero amor está vin da. Pero he de decir que yo no conozco a ningún ser hu
culado al perderse, es decir, a las fatigas del éxodo. En di mano de esas características y, por tanto, no puedo dar
cho camino surge también la tentación de lograr esas sa le mi opinión a ese respecto. Pero, además, siempre hay
tisfacciones más rápidas, sucedáneas [...]. Sólo más que aceptar que los demás sean como son. En mi caso,
tarde se intuye que este sustitutivo sólo ofrece enormes todos los seres humanos que conozco son buenos y a mí
desengaños, y acarrea la caída en la insoportable sole me parece una evidencia de que el Creador sabe lo que
dad, en la frustración del vacío absoluto. En el fondo, hace.
son símbolos del infierno. Porque si nos preguntamos La sal de la Tierra, p. 15
qué significa realmente estar condenado, es precisamen
te esto: no poder hallar gusto en nada, no querer nada ni 10. 6 ¿Acaso no fue la beata Madre Teresa de Calcuta, en
a nadie, ni tampoco ser querido. Estar expulsado de la nuestro tiempo, un testimonio inolvidable de la verda
capacidad de amar, y por tanto del ámbito del poder dera alegría evangélica? Vivía a diario en contacto con la
amar, es el vacío absoluto, en el que la persona vive en miseria, la degradación humana, la muerte. Su alma co
contradicción consigo misma y cuya existencia constitu noció la prueba de la noche oscura de la fe; sin embargo,
ye realmente un fracaso. dio a todos la sonrisa de Dios. Leemos en un escrito
Dios y el mundo, p. 176 suyo: «Esperamos con impaciencia el paraíso, donde
8. 6 El segundo elemento con el que Jesús define la amis está Dios, pero tenemos en nuestro poder estar en el pa
tad es la comunión de las voluntades. «Idem velle-idem raíso ya desde aquí y desde este momento. Ser felices
nolle» era también para los romanos la definición de la con Dios significa: am ar como Él, ayudar como Él, dar
amistad. «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo como Él, servir como Él.» Sí, la alegría entra en el cora
os mando» (Jn. 15, 14). zón de quien se pone al servicio de los pequeños y de los
pobres. En quien ama así, Dios hace morada, y el alma
19 de abril de 2005 está en la alegría. Si en cambio se hace de la felicidad un
ídolo, se yerra de camino y es verdaderamente difícil en
Revolución del am or cristiano contrar la alegría de la que habla Jesús. Es ésta, lamen
tablemente, la propuesta de las culturas que sitúan la fe
9. 6 Verá, no se puede am ar genéricamente. Alguna licidad individual en el lugar de Dios, mentalidades que
vez se puede dar cierta antipatía que haga las cosas un tienen su efecto emblemático en la búsqueda del placer
poco más difíciles, eso sí. Y también, a veces, se puede a toda costa.
llegar a dudar de que un hombre sea bueno y preguntar 16 de diciembre de 2007
se si no será que se le ha escapado un poco de las manos
al Creador y, por eso, ahora hay que tener más cuida 11. 6 La íntima participación personal en las necesida
do con esa criatura, que parece menos digna de ser ama des y sufrimientos del otro se convierte así en un darme
156 157
a mí mismo: para que el don no humille al otro, no sola 15. 6 Sólo dando, recibimos. Sólo siguiendo somos li
mente debo darle algo mío, sino a mí mismo; he de ser bres. Sólo ofrendando recibimos lo que de ningún modo
parte del don como persona. podemos merecer.
Deus Caritas est, n.° 34 Servidor de vuestra alegría, p. 58
12. 6 «Si alguno dice: “amo a Dios”, y aborrece a su her 16. 6 [...] la mejor defensa de Dios y del hombre consiste
mano, es un mentiroso; pues quien no ama a su herma precisamente en el amor.
no, a quien ve, no puede am ar a Dios, a quien no ve» (1 Deus Caritas est, n.° 31c
Jn. 4, 20). [...] Lo que se subraya es la inseparable rela
ción entre amor a Dios y amor al prójimo. Ambos están 17. 6 [...] la caridad no ha de ser un medio en función de
tan estrechamente entrelazados que la afirmación de [...] proselitismo. El amor es gratuito [...] Siempre está
am ar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se en juego todo el hombre. Quien ejerce la caridad en nom
cierra al prójimo o incluso lo odia. El versículo de Juan bre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la
se ha de interpretar más bien en el sentido de que el amor fe de la Iglesia. Es consciente de que el amor, en su pure
del prójimo es un camino para encontrar tam bién a za y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que
Dios, y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe
también en ciegos ante Dios. cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportu
no callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor. Sabe
Deus Caritas est, n.° 16 que Dios es amor (1 Jn. 4, 8) y que se hace presente justo
en los momentos en que no se hace más que amar. [...] la
13. 6 La persona ha sido creada para necesitar al otro, mejor defensa de Dios y del hombre consiste precisa
para superarse a sí misma. Necesita el complemento. No mente en el amor.
ha sido creada para estar sola, lo bueno para ella no es la
soledad, sino la comunidad. Tiene que buscarse y encon Deus Caritas est, n.° 31c
trarse en el otro. 18. 6 Éste es un modo de servir que hace humilde al que
Dios y el mundo, p. 76 sirve. No adopta una posición de superioridad ante el
otro, por miserable que sea momentáneamente su situa
14. 6 [...] hemos olvidado lo importante que es dejar en ción. Cristo ocupó el último puesto en el mundo —la
trar a Dios en el tiempo y no usar el tiempo sólo como cruz—, y precisamente con esta humildad radical nos ha
material disponible para satisfacer las propias necesida redimido y nos ayuda constantemente. Quien es capaz
des. Hay que dejar de lado los pragmatismos y obligacio de ayudar reconoce que, precisamente de este modo,
nes para entregarse en persona a los demás. también él es ayudado; el poder ayudar no es mérito
Dios y el mundo, p. 160 suyo ni motivo de orgullo. Esto es gracia. Cuanto más
se esfuerza uno por los demás, mejor comprenderá y
158 159
hará suya la palabra de Cristo: «Somos unos pobres 22. 6 Existe toda una serie de textos que muestra más
siervos.» bien que Cristo se ve representado de un modo absoluta
Deus Caritas est, n.° 35 mente general en los pobres y en los pequeños, que ha
cen presente al Maestro (al margen de su calidad ética,
19. 6 A veces, el exceso de necesidades y lo limitado de sólo por su insignificancia y la llamada al amor de los
sus propias actuaciones le harán sentir la tentación del demás que en ellos subyace).
desaliento. Pero, precisamente entonces, le aliviará sa La fraternidad de los cristianos, p. 47
ber que, en definitiva, él no es más que un instrumento
en manos del Señor; se liberará así de la presunción de 23. 6 [...] no debemos pasar de largo ante los que sufren.
tener que mejorar el mundo —algo siempre necesario— Si pensamos y vivimos en virtud de la comunión con
en primera persona y por sí solo. Hará con humildad lo Cristo, entonces se nos abren los ojos. Entonces no nos
que le es posible y, con humildad, confiará el resto al Se adaptaremos más a seguir viviendo preocupados sola
ñor. Quien gobierna el mundo es Dios, no nosotros. No mente por nosotros mismos, sino que veremos dónde y
sotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en lo que pode cómo somos necesarios. Viviendo y actuando así nos da
mos y hasta que Él nos dé fuerzas. Sin embargo, hacer remos cuenta bien pronto que es mucho más bello ser
todo lo que está en nuestras manos con las capacidades útiles y estar a disposición de los demás que preocupar
que tenemos es la tarea que mantiene siempre activo al se sólo de las comodidades que se nos ofrecen. Yo sé que
siervo bueno de Jesucristo: «Nos apremia el amor de vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que que
Cristo» (2 Cor. 5, 14). réis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádse
Deus Caritas est, n.° 35 lo a los hombres, demostrádselo al mundo, que espera
exactamente este testimonio de los discípulos de Jesu
20. 6 Para que haya pan para todos, primero tiene que cristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá
ser alimentado el corazón del hombre. Para que haya descubrir la estrella que como creyentes seguimos.
justicia entre los hombres, la justicia tiene que crecer en 21 de agosto de 2005
los corazones, pero ella no crece sin Dios y sin el alimen
to fundamental de su Palabra. 24. 6 [Vestir al desnudo...] esas palabras tienen sentido
Caminos de Jesucristo, p. 99 amplio. Se trata no sólo de am ar en teoría y m andar una
transferencia de dinero ocasional, sino de tener los ojos
21. 6 La pregunta «¿quién es mi prójimo?» hallaría pues abiertos para ver dónde me necesitan las personas en mi
una respuesta de contenido nuevo [...] Prójimo es el nece vida. Tengo que ayudar a la persona necesitada allí don
sitado que primero me sale al encuentro, pues por el de me encuentre. Debo pensar en el caso individual y no
mero hecho de ser necesitado es hermano del Maestro, sólo en las grandes acciones.
que se me hace presente en el hombre más insignificante. Dios y el mundo, p. 296
La fraternidad de los cristianos, p. 47
160 161
25. 6 Luego, «exhortamini invicem». La corrección fra nuestra pastoral, hay quien se encuentra realmente un
terna es una obra de misericordia. Ninguno de nosotros poco desesperado, no ve cómo puede salir adelante. En
se ve bien a sí mismo, nadie ve bien sus faltas. Por eso es ese momento necesita consuelo, necesita a alguien que le
un acto de amor, para complementamos unos a otros, acompañe en su soledad interior y realice la obra del Es
para ayudarnos a vernos mejor, a corregirnos. Pienso píritu Santo, del Consolador: darle ánimo, estar a su
que precisamente una de las funciones de la colegialidad lado, apoyamos recíprocamente, con la ayuda del Espí
es la de ayudamos, también en el sentido del imperativo ritu Santo mismo, que es el gran Paráclito, el Consola
anterior, a conocer las lagunas que nosotros mismos no dor, nuestro Abogado que nos ayuda. Por tanto, es una
queremos ver—«ab occultis meis munda me», dice el sal invitación a realizar nosotros mismos ad invicem la obra
mo—, a ayudamos a abrim os y a ver estas cosas. del Espíritu Santo Paráclito.
3 de octubre de 2005 3 de octubre de 2005
26. 6 Naturalmente, esta gran obra de misericordia [la 28. 6 [...] Madre Teresa de Calcuta. En cualquier lugar
corrección fraterna], ayudarnos unos a otros para que donde ella abría las casas de sus hermanas al servicio de
cada uno pueda recuperar realmente su integridad, para los moribundos y rechazados, lo primero que reclamaba
que vuelva a funcionar como instrumento de Dios, exige es un lugar para el tabernáculo, porque sabía que sólo
mucha humildad y mucho amor. Sólo si viene de un co desde allí puede venir la fuerza para un servicio como el
razón humilde, que no se pone por encima del otro, que que ella brindaba. Quién conoce al Señor en el taber
no se cree mejor que el otro sino sólo humilde instru náculo lo conoce en el sufriente y en el necesitado, por
mento para ayudarse recíprocamente. Sólo si se siente eso se cuenta entre aquellos a quienes el juez universal
esta profunda y verdadera humildad, si se siente que es les dirá: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve
tas palabras vienen del amor común, del afecto colegial sed y me disteis de beber, fui extranjero y me recogisteis,
en el que queremos juntos servir a Dios, podemos ayu estuve desnudo y me vestísteis, enfermo y me visitas
damos en este sentido con un gran acto de amor. teis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme» (Mt. 25, 35).
3 de octubre de 2005 Caminos de Jesucristo, p. 114
27. 6 También aquí el texto griego añade algún matiz; la
palabra griega [en castellano: «corrección fraterna»] es ¿Es posible am ar a cualquiera?
«paracaleisthe»; es la misma raíz de la que viene también
la palabra «paracletos, paraclesis», consolar. No sólo co 29. 6 ¿Podemos de verdad amar al «prójimo», cuando
rregir, sino también consolar, compartir los sufrimientos nos resulta extraño o incluso antipático? Sí, podemos si
del otro, ayudarle en sus dificultades. Y también esto me somos amigos de Dios. Si somos amigos de Cristo. Si so
parece un gran acto de verdadero afecto colegial. En las mos amigos de Cristo queda cada vez más claro que Él
numerosas situaciones difíciles que se presentan hoy en nos ha amado y nos ama, aunque con frecuencia aleje
162 163
mos de Él nuestra mirada y vivamos según otros crite con Dios. Será únicamente una relación «correcta», pero
rios. Si, en cambio, la amistad con Dios se convierte para sin amor. Sólo mi disponibilidad para ayudar al próji
nosotros en algo cada vez más importante y decisivo, en mo, para manifestarle amor, me hace sensible también
tonces comenzaremos a amar a aquellos a quienes Dios ante Dios. Sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo
ama y que tienen necesidad de nosotros. Dios quiere que que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama.
seamos amigos de sus amigos y nosotros podemos serlo, Deus Caritas est, n.° 18
si estamos interiormente cerca de ellos.
32. 6 La ética de Cristo es esencialmente la ética del cuer
7 de febrero de 2006 po de Cristo. Supone, pues, necesariamente desprender
30. 6 De este modo se ve que es posible el amor al próji se del yo y unirse fraternalmente con todos los que están
mo en el sentido enunciado por la Biblia, por Jesús. Con en Cristo. Y, como ética del desprendimiento, del autén
siste justamente en que, en Dios y con Dios, amo tam tico abandonar-se, incluye necesariamente la fraterni
bién a la persona que no me agrada o ni siquiera dad de todos los cristianos.
conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del en La fraternidad de los cristianos, p. 75
cuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha conver
tido en comunión de voluntad, llegando a implicar el 33. 6 [...] san Martín de Porres, quien nació en Lima
sentimiento. Entonces aprendo a m irar a esta otra per (Perú) en 1569, hijo de una madre africana y de un hi
sona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde dalgo español. Martín vivía de la adoración del Señor
la perspectiva de Jesucristo. Su amigo es mi amigo. Más presente en la Eucaristía, pasando noches enteras en
allá de la apariencia exterior del otro descubro su anhelo oración ante el Señor crucificado, mientras durante el
interior de un gesto de amor, de atención, que no le hago día se ocupaba incansablemente de los enfermos y asis
llegar solamente a través de las organizaciones encarga tía en particular a los despojados y despreciados, con
das de ello, y aceptándolo tal vez por exigencias políticas. quienes él, como mulato, se identificaba a causa de su
Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho origen. El encuentro con el Señor, quien se nos da a sí
más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mismo desde la cruz y nos hace a todos miembros de su
mirada de amor que él necesita. cuerpo por medio del único pan, se convertía a conti
nuación en servicio para los que sufren, en cuidado de
Deus Caritas est, n.° 18 los débiles y de los olvidados.
31. 6 Si en mi vida falta completamente el contacto con Caminos de Jesucristo, p. 114
Dios podré ver siempre en el prójimo solamente al otro, 34. 6 [...] el «Mandamiento» del amor es posible sólo
sin conseguir reconocer en él la imagen divina. Por el porque no es una mera exigencia: el am or puede ser
contrario, si en mi vida omito del todo la atención al «mandado» porque antes es dado.
otro, queriendo ser sólo «piadoso» y cumplir con mis
«deberes religiosos», se m archita tam bién la relación Deus Caritas est, n.° 14
164 165
35. 6 La beata Teresa de Calcuta es un ejemplo evidente 37. 6 La fraternidad de los cristianos entre sí tiene aquí
de que el tiempo dedicado a Dios en la oración no sólo su fundamento dogmático más profundo. Se cimienta en
deja de ser un obstáculo para la eficacia y la dedicación nuestra incorporación a Cristo, en la peculiaridad del
al amor al prójimo, sino que es en realidad una fuente único hombre nuevo. Como la paternidad de Dios, la fra
inagotable para ello. En su carta para la Cuaresma de 1996 ternidad de los cristianos en el Señor también transcien
la beata escribía a sus colaboradores laicos: «Nosotros de el rango de las ideas para convertirse en la dignidad
necesitamos esta unión íntima con Dios en nuestra vida de una realidad que sucede realmente y se realiza per
cotidiana. Y ¿cómo podemos conseguirla? A través de la manentemente en el acontecimiento que es Cristo. Al
oración.» Ha llegado el momento de reafirmar la impor mismo tiempo se muestra también aquí la forma concre
tancia de la oración ante el activismo y el secularismo de ta de realizarse y la fuente de la fraternidad cristiana. Se
muchos cristianos comprometidos en el servicio caritati apoya en la realidad de nuestra incorporación a Cristo.
vo. Obviamente, el cristiano que reza no pretende cam El acto donde primero se realiza esta incorporación es el
biar los planes de Dios o corregir lo que Dios ha previsto. bautismo (que, si es necesario, se renueva en la peniten
Busca más bien el encuentro con el Padre de Jesucristo, cia). La realización permanente de nuestra unidad cor
pidiendo que esté presente, con el consuelo de su Espíri poral con el Señor y entre nosotros, su nueva fundamen-
tu, en él y en su trabajo. tación, es la celebración de la Eucaristía. Con ellos se nos
Deus Caritas est, n.° 36 y 37 ha señalado el camino de la realización concreta de la
fraternidad humana [...] la fraternidad cristiana se dis
36. 6 Sabemos bien que la tierra tiene riquezas suficien tingue, de todas las demás fraternidades que superan el
tes para saciar a todos; no son los bienes materiales los círculo del parentesco por la sangre, por su estricto ca
que faltan, sino las fuerzas espirituales, que podrían rácter realista. Su realidad es captada mediante la fe y
crear un mundo de justicia y de paz. Uno no puede me apropiada a través de los sacramentos.
nos que preguntarse por qué entre los cristianos hay tan La fraternidad de los cristianos, p. 69
tos pobres, tantos hambrientos. ¿Por qué no correspon
de a la Eucaristía del Señor el ágape de los cristianos, la
multiplicación de los panes que se lleva a cabo mediante
caridad? El Señor que sufre el hambre de sus hermanos
más pequeños nos dirá un día: «Tuve hambre y me dis
teis de comer», o bien «tuve hambre y no me disteis de
comer» (Mt. 25, 33. 42). Recemos para que reconozca
mos al Señor cuando tiene hambre y necesidad de no
sotros.
El camino pascual, p. 23
166 167
CAPÍTULO 7
EL HOMBRE QUE ES CRISTO
Sus parábolas
1. 8 Una parábola me conduce a un camino. Yo veo pri
mero lo que ven todos, lo que ya sé. Luego me fijo en que
contiene algo más. Así que he de aprender a trascender
mis percepciones cotidianas. Si me apego a lo superficial
y rechazo este camino, no veo la verdad más profunda de
estas historias, toda vez que las parábolas guardan siem
pre una relación esencial con la vida de Jesús mismo.
Dios y el mundo, p. 230
2. 8 Cuando Jesús habla en sus parábolas del pastor que
va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca el
dracma, del padre que sale al encuentro del hijo pródigo
y lo abraza, no se trata sólo de meras palabras, sino que
es la explicación de su propio ser y actuar. En su muerte
en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo,
al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo:
esto es amor en su forma más radical.
Deus Caritas est, n.° 12
3. 8 La predicación de Jesús no fue nunca mera plática,
simples palabras; era «sacramental» en el sentido de que
197
su palabra era ya inseparable de su yo, de su «carne»; su mismo tiempo una luz que nos guía y nos muestra un ca
palabra sólo se capta en el contexto de sus acciones-sig mino y un sentido. En la Iglesia vemos sólo el ordena
no, de su vida y de su muerte. miento exterior, que limita nuestra libertad y, al hacerlo,
Todas las parábolas contienen una cristología indirecta, pasamos por alto que ella es para nosotros una patria es
hablan de Cristo en lenguaje cifrado, y con ello del Reino piritual, en la que estamos seguros en la vida y en la
que irrumpe en el mundo. [...] En este sentido suponen muerte. Vemos sólo nuestro peso y olvidamos que existe
una pretensión muy concreta: son invitaciones al disci también el peso de los otros, aunque no lo conozcamos.
pulado, la comprensión de las parábolas está unida al Ser cristiano, p. 45-46
convivir con Cristo; se resisten a aquellos que pretenden
captarlas exclusivamente de modo intelectual, histórico La p e r l a e n c o n t r a d a
o especulativo. «A los que están fuera todo les es dicho en
parábolas, para que por mucho que miren no vean y por 5. 8 La misión reclama ante todo la disponibilidad para
mucho que oigan no entiendan...» (Me. 4, 1 ls). el martirio, disponibilidad para perderse a sí mismo a
Evangelio, catequesis, catecismo, p. 40 causa de la verdad y a causa de los otros: sólo así la dis
ponibilidad se vuelve digna de fe. Ésta fue la situación de
LOS VIÑADORES la misión y así será siempre. Sólo así se instituye el pri
mado de la verdad, y así también se supera la idea de la
4. 8 Cuando vieron que el salario de un denario se podía arrogancia desde dentro. La verdad no puede ni necesi
obtener de una manera mucho más sencilla, no com ta tener otra arma que no sea ella misma. Aquel que cree
prendieron por qué habían trabajado durante todo el ha encontrado en la verdad la perla por la cual él está dis
día. Pero ¿en qué se basaron exactamente para llegar a la puesto a ofrecer todo lo demás y también a sí mismo,
convicción de que era mucho más cómodo estar sin tra porque sabe que él se encuentra al perderse, porque sabe
bajar que trabajando? ¿Y por qué su salario les agradaba que sólo el grano de trigo que cae en tierra y muere pro
sólo con la condición de que a los otros les fuera peor que duce un gran fruto. Aquel que cree y puede decir «hemos
a ellos? Ahora bien, la parábola no fue transmitida para encontrado al amor» tiene que transm itir lo obsequiado.
los trabajadores de otro tiempo, sino para nosotros. Caminos de Jesucristo, pp. 69-70
Cuando nos preguntamos por el porqué del cristianismo,
hacemos exactamente lo mismo que hicieron aquellos Los t a l e n t o s
trabajadores. Damos por supuesto que el «desempleo»
espiritual —una vida sin fe y sin oración— es más agra 6. 8 Me parece que en definitiva hay que comprender
dable que el servicio espiritual. Pero ¿en qué nos basa desde aquí la parábola del siervo cobarde, que por miedo
mos para suponerlo? Nos fijamos en el esfuerzo que im esconde el dinero de su señor, para ponerlo a salvo y pos
plica la vida diaria cristiana y, al hacerlo, olvidamos que teriormente poder devolvérselo, en lugar de invertir el di
la fe no es sólo un peso que nos oprime, sino que es al nero como los otros siervos y así multiplicarlo. El «talen
198 199
to» regalado a nosotros, el tesoro de la verdad, no debe tras la «oveja perdida», la humanidad doliente y extra
ser ocultado, tiene que ser repartido resuelta y humilde viada. [...] Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse
mente, para que obre y (aquí cambiamos la imagen) se esta verdad. Y a partir de allí se debe definir ahora qué es
abra paso y renueve como levadura a la humanidad. En el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la
esta instancia, hoy en Occidente somos rápidos para en orientación de su vivir y de su amar.
terrar el tesoro, tanto por cobardía —frente a la exigen
cia de introducirlo en el anillo de nuestra historia y qui Deus Caritas est, n.° 12
zá fracasar (lo que es clara increencia)— como también El b u e n s a m a r it a n o
por negligencia: lo enterramos, porque nosotros mismos
tampoco queremos ser importunados por eso, puesto 9. 8 La parábola del buen samaritano (cfr. Le. 10, 25-37)
que podríamos vivir tranquilos nuestra propia vida sin el nos lleva sobre todo a dos aclaraciones im portantes.
peso de su responsabilidad. Pero el don del conocimien Mientras el concepto de «prójimo» hasta entonces se re
to de Dios, el don de su amor en el corazón abierto de Je fería esencialmente a los conciudadanos y a los extranje
sús, tendría que apremiarnos para hacer que todos los ros que se establecían en la tierra de Israel, y por tanto a
confínes de la tierra puedan contemplar la salvación de la comunidad compacta de un país o de un pueblo, aho
Dios (Is. 52, 10; Sal. 98, 3). ra este límite desaparece. Mi prójimo es cualquiera que
Caminos de Jesucristo, pp. 70-71 tenga necesidad de mí y que yo pueda ayudar. Se unlver
saliza el concepto de prójimo, pero permaneciendo con
7. 8 [...] aquel a quien se le entrega el poder ha de saber creto. Aunque se extienda a todos los hombres, el amor
que no lo ejerce por sí mismo ni para él mismo, sino que al prójimo no se reduce a una actitud genérica y abstrac
le ha sido prestado como servicio, y que delante de Dios ta, poco exigente en sí misma, sino que requiere mi com
se encontrará como un pobre que es juzgado según la promiso práctico aquí y ahora.
honradez y humildad de ese servicio suyo; no le quedará
nada salvo aquello que haya hecho por los demás en el Deus Caritas est, n.° 15
desempeño responsable de su servicio. J u ic io f in a l
Evangelio, catequesis, catecismo, p. 36
10. 8 Se ha de recordar de modo particular la gran pará
La o v e j a p e r d id a bola del juicio final (cfr. Mt. 25, 31-46), en el cual el amor
se convierte en el criterio para la decisión definitiva so
8. 8 Tampoco en el Antiguo Testamento la novedad bíbli bre la valoración positiva o negativa de una vida hum a
ca consiste simplemente en nociones abstractas, sino en na. Jesús se identifica con los pobres: los hambrientos y
la actuación imprevisible, y en cierto sentido inaudita, sedientos, los forasteros, los desnudos, enfermos o en
de Dios. Este actuar de Dios adquiere ahora su forma carcelados. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos
dramática, puesto que, en Jesucristo, el propio Dios va mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt. 25,
200 201
40). Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en mente poco significativos, pero que gastan su vida en lu
el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús char intensamente contra el Mal, y en tratar de devolver
encontramos a Dios. el Bien al mundo; están dando entrada a Dios en el m un
Deus Caritas est, n.° 15 do. Probablemente no habrá conversiones en masa al
cristianismo, no se darán cambios que pudieran ser con
El g r a n o d e m o sta z a siderados ejemplares para la historia, pero existe una
presencia nueva y muy fuerte de la fe, que da aliento a los
11.8 Los caminos de Dios nunca conducen a resultados hombres. Ahora hay más dinamismo, más alegría. Hay
rápidam ente mensurables, y eso puede comprobarse una presencia nueva de la fe llena de significado para el
viendo cómo Jesucristo acabó en la cruz. Esto a mí me mundo.
parece muy importante, porque hasta sus discípulos le La sal de la Tierra, p. 19
hacían preguntas parecidas: «¿Qué pasa?», «¿por qué no
nos siguen?», y entonces el Señor les respondía con las El h i j o p r ó d ig o
parábolas del grano de mostaza o de la levadura, para
que comprendieran que la medida que utiliza Dios no es 13. 8 Éste era también el pensamiento del hijo pródigo, el
la de las estadísticas precisas. Sin embargo, lo que acon cual no entendió que, precisamente, por el hecho de estar
teció con el grano de mostaza y un poco de levadura fue en la casa del padre, era «libre». Se marchó a un país le
algo enormemente importante y decisivo, aunque ellos jano, donde malgastó su vida. Al final comprendió que,
entonces no lo podían ver. Para conocer los resultados en en vez de ser libre, se había hecho esclavo, precisamente
estas cuestiones, yo creo que hay que olvidarse total por haberse alejado de su padre; comprendió que sólo
mente de proporciones cuantitativas. No somos un ne volviendo a la casa de su padre podría ser libre de verdad,
gocio que se contabilice haciendo cálculos del tipo «esta con toda la belleza de la vida. Lo mismo sucede en la épo
mos vendiendo mucho», «tenemos una buena política de ca moderna. Antes se pensaba y se creía que, apartando a
ventas». Nosotros prestamos un servicio que después po Dios y siendo nosotros autónomos, siguiendo nuestras
nemos en manos del Señor. Y eso no quiere decir que lo ideas, nuestra voluntad, llegaríamos a ser realmente li
que hagamos sea inútil. Actualmente, por ejemplo, la fe bres para poder hacer lo que nos apetezca sin tener que
está resurgiendo con mucha fuerza entre los jóvenes de obedecer a nadie. Pero cuando Dios desaparece, el hom
todos los continentes. bre no llega a ser más grande; al contrario, pierde la dig
La sal de la Tierra, pp. 18-19 nidad divina, pierde el esplendor de Dios en su rostro. Al
final se convierte sólo en el producto de una evolución
12. 8 Posiblemente estemos ante una nueva época de la ciega, del que se puede usar y abusar. Eso es precisamen
historia de la Iglesia muy diferente, en la que volvamos a te lo que ha confirmado la experiencia de nuestra época.
ver una cristiandad semejante a aquel grano de mostaza, 15 de agosto de 2005
que ya está resurgiendo en grupos pequeños, aparente
202 203
El s e m b r a d o r ma veletas, que no saben resistir, sino que se dejan sim
plemente arrastrar por la corriente del tiempo, entrega
14. 8 En esta hora en que nos encontramos se repite una dos al «se», a la masa: que se preguntan únicamente qué
vez más la historia del sembrador. Un joven se pone a se decía, qué se hace o qué se piensa, o nunca han llega
disposición del Señor de la palabra, para hacer de sem do a conocer la excelencia de la verdad, por la que mere
brador. [...] ¿Tiene sentido ser hoy día sacerdote, sembra ce la pena enfrentarse al «se».
dor de la palabra? ¿Es que no existen para un joven Servidor de vuestra alegría, p. 20
vocaciones o profesiones con mayores perspectivas de
éxito en las que poder desplegar mejor sus talentos? [...] 16. 8 ¿No formamos parte acaso demasiadas veces del
¿Por qué os aferráis a una posición perdida? Pero la ver grupo de aquellos en los que la simiente fue ahogada por
dad es que Dios sigue recorriendo de incógnito la histo los abrojos de las preocupaciones o de los placeres? ¿O
ria. Sigue ocultando su poder bajo el velo de la impoten nos contamos entre aquellos de quienes Jesús dice que
cia. Y los valores divinos, los verdaderos, la verdad, el en realidad la palabra no ha entrado en ellos, porque en
amor, la fe, la justicia, siguen siendo las cosas olvidadas cuanto la oyen viene Satanás y se la arrebata? Es decir,
y desvalidas de este mundo. Pues bien, a pesar de todo ¿entre aquellos que no sintonizan con la longitud de
ello, esta parábola nos dice: ¡Tened ánimo! La cosecha de onda de Dios, porque el ruido del mundo ha adquirido
Dios crece. Aunque sean muchos los simpatizantes que tal volumen que ya no pueden percibir lo eterno, que ha
se escabullen apenas lo consideren oportuno. Y por mu bla en el silencio? ¿Entre los que, en el tumulto del tiem
cho que sea lo que se ha llevado a cabo en balde y vana po, ya no tienen oídos para la eternidad de Dios? ¿No de
mente, en alguna parte, de alguna manera, llega a la sa bemos meditar seriamente en el peligro de que, al final,
zón la palabra, de ponerse del lado y al servicio de la seamos contados en el número de aquellos de quienes Je
palabra. Que se atreven a oponerse a la avalancha, al to sús dijo que no «producen fruto», es decir que han vivido
rrente del egoísmo, de la codicia, de la incontinencia, y inútilmente? Pero el fruto crece —así lo dice el Señor—
alzan un dique para detenerlo. En algún lugar madura en la paciencia y la perseverancia de quien se mantiene
en el silencio su sembrado. Nada es en balde. En lo ocul firme, sople donde quiera el viento del tiempo.
to, el mundo vive del hecho de que siempre ha habido Servidor de vuestra alegría, pp. 20-21
quienes han creído, quienes han esperado y amado.
Servidor de vuestra alegría, pp. 16-18 17. 8 Cristo mismo es el grano de trigo de Dios, que Dios
ha enviado a los sembrados de este mundo. Es la palabra
15. 8 Debemos examinar si nos encontramos también del amor eterno que Dios siembra en la tierra. Es el gra
nosotros entre aquellos de quienes Jesús dijo que no te no de trigo que debía morir para poder dar fruto. Cuan
nían suficiente profundidad, o que son como la roca, que do dentro de unos momentos celebremos todos juntos la
no permiten echar raíces. O si tal vez pertenecemos —así Eucaristía, tendremos en nuestras manos el pan candeal
debe seguir nuestro interrogatorio— a los que Jesús 11a de Dios: el pan que es Cristo, el Señor mismo, el fruto
204 205
que ha dado muchas veces cientos por uno desde la Padre que está en los cielos», y sin embargo debemos
muerte del grano de trigo y se ha convertido en pan para serlo para corresponder a las exigencias de nuestra pro
el mundo entero. Por eso, el pan de la Eucaristía es para pia naturaleza. Nosotros solos no podemos, pero pode
nosotros señal de la cruz y, a la vez, señal de la abundan mos seguirle a él, adheridos a él, «ser suyos». Si nosotros
te y gozosa cosecha de Dios: en el pasado evoca la cruz, le pertenecemos como sus propios miembros, entonces
el grano de trigo que murió. Pero también anticipa el fu nos convertiremos, por participación, en lo que él es y su
turo, el gran banquete nupcial de Dios, al que acudire bondad será la nuestra. Las palabras del Padre en la
mos muchos del Este y del Oeste, del Norte y del Sur parábola del hijo pródigo se realizarán en nosotros: todo
(cfr. Mt. 8, 11); más aún, de hecho este banquete nupcial lo mío es tuyo (Le. 15, 31). El moralismo del Sermón,
ha comenzado ya aquí, en la celebración de la sagrada demasiado arduo para nosotros, se recoge y transforma
Eucaristía, donde hombres de todas las razas y de todas en la comunión con Jesús, en ser sus discípulos, en per
las clases pueden ser gozosos comensales de la mesa manecer en relación con él, en su amistad, en su con
de Dios. fianza.
Servidor de vuestra alegría, p. 22 Mirara Cristo, pp. 67-68
20. 8 En la comunión con Jesús, lo imposible se hace po
Las Bienaventuranzas: ¿optimismo o esperanza? sible: el camello pasa por el ojo de la aguja (Me. 10, 25).
Siendo una sola cosa con él somos capaces de la comu
18. 8 Si andamos a fondo en las Bienaventuranzas, ob nión con Dios y, consecuentemente, de la salvación defi
servaremos que siempre aparece el sujeto secreto: Jesús. nitiva. En la medida en que pertenezcamos a Jesús, se
Él es aquel en quien se ve lo que significa «ser pobres en realizarán en nosotros sus mismas cualidades: las Bie
el Espíritu»; él es el afligido, el manso, quien tiene ham naventuranzas, la perfección del Padre.
bre y sed de justicia, el misericordioso. Él tiene el cora Mirar a Cristo, p. 68
zón puro, es el que lleva la paz, el perseguido por causa
de la justicia. Todas las palabras del Sermón de la Mon 21.8 «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia
taña son carne y sangre en él. porque ellos serán saciados» se refiere a los afligidos que
Mirar a Cristo, p. 67 serán consolados (...) se trata de personas que miran en
torno a sí en busca de lo que es grande, de la verdadera
19. 8 El Sermón de la Montaña es una llamada a la imi justicia, del bien verdadero. (...) La mirada se dirige a las
tación de Jesucristo. Sólo él es «perfecto como es perfec personas que no se conforman con la realidad existente
to nuestro Padre que está en los cielos» (la exigencia que ni sofocan la inquietud del corazón, esa inquietud que
llega al ser, en quien las concretas enseñanzas del Ser remite al hombre a algo más grande y lo impulsa a em
món se concentran y se unen: 5, 48). Por nuestros pro prender un camino interior (...). Son personas con una
pios medios no podemos ser «perfectos como nuestro sensibilidad interior que les permite oír y ver las señales
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sutiles que Dios envía al mundo y que así quebrantan la 24. 8 Podemos decir: la finalidad de las ideologías es, en
dictadura de lo acostumbrado. último término, el éxito, la realización de nuestros pro
Jesús de Nazaret, pp. 119-120 pios planes y deseos. Nuestro hacer y poder, en los que
confiamos plenamente, son conscientes de ser conduci
22. 8 En el «hacer» somos grandes, grandísimos, pero en dos y confirmados por una irracional tendencia evoluti
el ser, en el arte del exigir, las cosas son bien distintas. Sa va de fondo. La dinámica del progreso hace que todo sea
bemos muy bien qué se puede «hacer» con las cosas y justo: así me lo dijo hace poco tiempo un físico que se
con los hombres, pero qué son las cosas, qué es el hom considera importante cuando yo me atreví a expresar
bre, eso ya es otra cuestión. mis dudas acerca de algunas técnicas modernas en rela
ción con el desarrollo de la vida humana sobre el naci
Mirara Cristo, p. 12 miento. La finalidad de la esperanza cristiana es, sin em
bargo, un don, el don del amor, que nos viene dado más
23. 8 Debemos prestar atención a la estructura diversa allá de nuestras posibilidades operativas; tenemos la es
del acto del «optimismo» y de la «esperanza» para tener peranza de que existe este don, que no podemos forzar,
a la vista su esencia relativa. La finalidad del optimismo pero que es la cosa más esencial para el hombre que,
es la utopía del mundo, definitivamente y para siempre consecuentemente, no espera ante el vacío con su ham
libre y feliz; la sociedad perfecta, en la que la historia al bre infinita; y la garantía es la intervención del amor de
canza su meta y manifiesta su divinidad. La meta próxi Dios en la historia, y de forma especial en la figura de Je
ma, que nos garantiza, por decirlo así, la seguridad del sucristo, mediante el cual nos viene al encuentro el amor
lejano fin, es el éxito de nuestro poder hacer. El fin de divino en persona.
la esperanza cristiana es el Reino de Dios, es decir, la Mirara Cristo, p. 53
unión de hombre y mundo con Dios mediante un acto
del divino poder y amor. La finalidad próxima, que nos 25. 8 Todo esto significa que el producto esperado del
indica el camino y nos confirma la justicia del gran fin, optimismo lo debemos realizar nosotros mismos, y tener
es la presencia continua de este am or y de este poder que confianza en que el curso, en sí ciego, de la evolución
nos acompaña en nuestra actividad y nos socorre allí desemboque al final en unión con nuestro propio hacer,
donde llegan nuestras posibilidades al límite. La justifi en un justo fin. La promesa de la esperanza es un don
cación íntima del «optimismo» es la lógica de la histo que en cierto modo ya se nos ha dado y que esperamos de
ria que anda su camino moviéndose inevitablemente aquel que es el único que nos lo puede regalar: de aquel
hacia su último fin; la justificación de la esperanza cris Dios que ya ha construido su tienda en la historia por
tiana es la encarnación del Verbo y del Amor de Dios en medio de Jesús. Además todo esto significa lo siguiente:
Jesucristo. en el primer caso no hay nada que esperar en realidad; lo
Mirar a Cristo, p. 52 que esperamos debemos hacerlo nosotros mismós y se
nos da nada más allá de nuestro propio poder; en el se
208 209
gundo caso existe una esperanza real más allá de nues el actuar histórico del hombre en todos los períodos, se
tras posibilidades, esperanza en el amor ilimitado, que al fundamentan sin embargo no sobre la verdad, sino sobre
mismo tiempo es poder. «el ahogar la verdad». El hombre no es Dios, es un ser fi
Mirara Cristo, pp. 53-54 nito y limitado y no puede, de ninguna manera y por nin
gún poder, hacer de sí mismo aquello que no es. Por eso
26. 8 El optimismo ideológico es en realidad una pura fa todos estos intentos, aunque al principio sean gigantes
chada de un mundo sin esperanza, un mundo que con cos, acaban en su propia destrucción. Su propio terreno
esta fachada ilusoria quiere esconder su propia desespe no los sostiene.
ración. Sólo así se explica la desmesurada e irracional Mirara Cristo, pp. 58-59
angustia, el miedo traumático y violento que irrumpe
cuando un accidente en el desarrollo técnico o económi 28. 8 [...] la historia humana con todos sus terrores no se
co plantea dudas sobre el dogma del progreso. El terror precipitará en la noche de la autodestrucción; Dios no
y la actitud violenta de una angustia recíprocamente fo deja que se la arranquen de sus manos. Los juicios puni
mentada, que hemos vivido después de lo de Chemobyl, tivos de Dios, los grandes dolores, en los que está inmer
tenía en sí algo de irracional y de espectral, comprensi sa la humanidad, no son destrucción, sino que sirven
ble únicamente si detrás hay algo más profundo que no precisamente a la salvación de la humanidad. Incluso
un suceso desafortunado pero, a pesar de su importan después de Auschwitz, después de las trágicas catástro
cia, limitado. La violencia de esta explosión de angustia fes de la historia. Dios sigue siendo Dios; él sigue siendo
es una especie de autodefensa contra la duda que pue bueno, con una bondad indestructible. Sigue siendo el
de amenazar la fe en una sociedad futura perfecta, ya Salvador, en cuyas manos la actividad cruel y destructo
que el hombre está por esencia dirigido al futuro. No po ra del hombre se transforma en amor. El hombre no es el
dría vivir si este elemento de fondo de su ser quedara único autor de la historia, y por eso la muerte no tiene la
eliminado. última palabra.
Mirar a Cristo, p. 54 Mirara Cristo, pp. 60-61
27. 8 De las decisiones humanas, el texto aparece en esta 29. 8 Pero ¿qué tipo de extraña «felicidad» se entiende
visión como un continuo retorno al episodio de la torre con la palabra «bienaventurado»? Creo que esta palabra
de Babel. Incesantemente los hombres intentan cons tiene dos dimensiones temporales: abraza presente y fu
truir, con sus poderes técnicos, un puente hacia el cielo, turo, aunque naturalmente de forma diversa. El aspecto
es decir, convertirse en dioses con sus propias fuerzas. del presente consiste en el hecho de que al interesado se
Intentan para el hombre aquel infinito poder que por sí le anuncia una particular cercanía de Dios y su reino. Lo
mismo aparece como la esencia de lo divino y que qui cual significaría que, precisamente en el espacio del do
sieran hacerlo llegar a la propia existencia de la altura lor y de la aflicción, Dios y su reino están particularmen
inalcanzable del Otro Absoluto. Estos intentos, que guían te cercanos. Cuando un hombre sufre y se lamenta, el co
210 211
razón de Dios sufre y se lamenta. El lamento del hombre neral no se encontrarán todos juntos, reunidos de la mis
provoca el «descender» (cfr. Éx. 3, 7) de Dios. Esta pre ma forma y en la misma persona.
sencia divina, oculta en la palabra «bienaventurado», in Mirar a Cristo, p. 63
cluye también un futuro: la presencia, aún escondida, de
Dios llegará un día en que será manifiesta. Por tanto la 32. 8 (Mt. 16, 13-20) También aquí habla Jesús de una
palabra dice: no tengáis miedo en vuestra angustia, Dios casa que se debe construir y que se fundamenta sobre
está junto a vosotros y será vuestro gran consuelo. La roca, para que no puedan destruirla los poderes del abis
proporción entre presente y futuro es distinta en cada mo. [...] es Jesús mismo quien construye la casa; es El
una de las Bienaventuranzas, pero la relación de fondo quien actúa como hombre prudente que elige la roca: El a
siempre es la misma. quien el mismo Evangelio llama «la Sabiduría» (11,19).
Mirara Cristo, pp. 61-62 Mirar a Cristo, pp. 64-65
30. 8 El elemento propio de las Bienaventuranzas con 33. 8 El Evangelio nos dice: existe el verdaderamente Sa
siste en el hecho de que la paradoja profética se convier bio, y él mismo (su palabra) es la roca, él mismo ha pues
te ahora en modelo de existencia cristiana. Las Biena to el fundamento de la casa. Nosotros seremos sabios
venturanzas nos dicen: Si vivís como cristianos os cuando salgamos de nuestro estúpido aislamiento de la
encontraréis siempre ante esta tensión paradójica. Todo autorrealización, que construye la arena de la propia ca
esto se hace evidente en el retrato que el apóstol Pablo ha pacidad. Seremos sabios cuando dejemos de intentar,
trazado de sí mismo en su segunda Carta a los Corintios: cada uno por su cuenta y aisladamente, construir la casa
«Somos los impostores que dicen la verdad, los descono particular de nuestra vida individual. Nuestra sabiduría
cidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien consiste en construir con él la casa común, de forma que
vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siem nosotros mismos nos convirtamos en su casa llena de
pre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los vida.
necesitados que todo lo poseen» (2 Cor. 6, 8-10). Una ma Mirar a Cristo, p. 65
ravillosa síntesis de toda la paradoja de la existencia cris
tiana... 34. 8 En el Apocalipsis se nos dice que el dragón —el
Mirar a Cristo, p. 62 gran adversario del Salvador— fijó su morada «en la pla
ya del mar» (Ap. 12,18). A pesar de sus grandes palabras,
31.8 Las Bienaventuranzas no son (como a veces se ma- de su inmenso poder técnico, a veces incluso maravillo
linterpretan) un reflejo que resuma hábitos cristianos, so, a pesar de su poderío y de su refinada astucia, la bes
una especie de decálogo del Nuevo Testamento, sino que tia no conoce la verdadera sabiduría, representa la ima
suponen una representación de la única paradoja cris gen del hombre necio de la misma forma que Cristo es la
tiana, que se realiza de formas diversas conforme a la di imagen del sabio. Y por eso el dragón al final desapare
versidad de los destinos existenciales del hombre; en ge ce, como la casa construida sobre la arena: su caída fue
212 213
estrepitosa. Encontramos nuevamente, en la relación palabra «nuestro». Para él se trata de algo muy impor
entre el dragón y Cristo, la paradoja de la esperanza cris tante. Y porque sólo hay uno que tiene derecho a llamar
tiana, su miseria empírica y su invencibilidad: «Somos a Dios «mi Padre», Jesucristo, el Hijo unigénito, todos
como los moribundos, que están bien vivos» (2 Cor. 6, 9; los demás hombres tienen que decir en definitiva: «Pa
cfr. 4, 7-12). dre nuestro.» Así, para nosotros Dios sólo es Padre en
Mirar a Cristo, pp. 65-66 cuanto formamos parte de la comunidad de sus hijos.
Dios es sólo Padre «para mí» en cuanto que yo «estoy» en
el «nosotros» de sus hijos. El Padrenuestro cristiano «no
El Padrenuestro es el clamor de un alma aislada que sólo reconoce a Dios
y a sí misma», sino que está unida a la comunidad de los
35. 8 Dios es totalmente otro y, al mismo tiempo, el no- hermanos con los que formamos el único Cristo, en el
otro. Cuando, unidos a Jesús, decimos Padre, lo decimos que y por el que sólo podemos y debemos llamar «Padre»
en Dios mismo. Ésta es la esperanza del hombre, la ale a Dios, pues sólo en él y por él somos «hijos».
gría cristiana, el Evangelio: Él sigue siendo hombre en la La fraternidad de los cristianos, pp. 70-71
actualidad. En él, Dios se ha hecho verdaderamente el
no-otro. El hombre, este ser absurdo, ha superado el ab 37. 8 La fe profunda en el Padre nuestro ha de transfor
surdo. El hombre, este ser desventurado, se ha liberado marse por sí misma, trascendiendo el tiempo, en una
de su desventura: debemos alegrarnos. Él nos ama, y nueva actitud ante Dios y ante los hombres considerados
Dios nos ama, hasta tal punto que su amor se ha hecho como hermanos. Ante Dios adoptará sobre todo las pos
carne y permanece siendo carne. Esta alegría debería turas de confianza y de amor. El Dios, que en Jesucristo
transformarse en nosotros en el más intenso de los im nos ha aceptado como hijos convirtiéndose así en nues
pulsos, en una fuerza arrolladora que nos impeliera a co tro Padre, es el Dios absolutamente fiel y digno de con
municar a los hombres la buena nueva, para que tam fianza, que ha sido fiel a su alianza frente a los pecados
bién ellos celebraran la luz que se nos ha manifestado en de los hombres; y precisam ente por estos pecados y
nosotros y que anuncia el día en medio de la noche de transgresiones ha tenido ocasión de seguir ofreciendo su
este mundo. perdón universal. Es justamente la imagen contraria del
El camino pascual, p. 129 Dios «padre de los dioses y de los hombres» de Homero,
que es un déspota soberano e imprevisible.
36. 8 Cuando los teólogos contemporáneos explican el Y eso no sólo a pesar de su paternidad, sino justa
Padrenuestro, normalmente se conforman con analizar mente por ella, pues el carácter despótico es un rasgo
la palabra «Padre». Tal cosa responde justamente a la propio de la figura paterna griega. Sin embargo este Pa
conciencia religiosa que hoy tenemos. Pero a un teólogo dre no es aún la última instancia, porque sobre él o en él
de la talla de Cipriano le parecía que lo correcto era que están el destino y la ley universal contra las que nada
dedicara parte del tiempo de su reflexión también a la puede. Sólo desde este trasfondo, la paternidad bíblica
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alcanza su auténtica grandeza. Pues este Dios es el poder sidades. Esa cuarta petición une ambos grupos de peti
definitivo, poder por antonomasia, «pantocrátor», y al ciones. ¿Qué es lo que pedimos en ella? Ciertamente, el
mismo tiempo fidelidad absolutamente fiable con un po pan para hoy. Es la petición de los discípulos, quienes no
der sin límites. Esas dos cosas juntas pueden mover al viven de cálculos y capitales, sino de los bienes cotidia
hombre a esa confianza última e inamovible que es a la nos del Señor y que por eso tienen que vivir intercam
vez amor y adoración. biando con él, contemplándolo y confiando permanente
La fraternidad de los cristianos, pp. 71-72. (En el
mente en él. Es la petición de los hom bres que no
original, «destino» y «ley universal» están en griego.) acumulan grandes posesiones y que no pretenden darse
seguridad a sí mismos, de los hombres que se satisfacen
38. 8 Y no olvidemos por último que todas las peticiones con lo necesario, para poder dedicar tiempo a lo verda
del Padrenuestro se expresan con el pronom bre «no deramente importante. Es la oración de los sencillos, de
sotros», porque nadie puede decirle a Dios «mi Padre», los humildes, la oración de aquellos que aman y viven la
excepto Jesús. Todos nosotros solamente podemos decir pobreza en el Espíritu Santo.
«Padre nuestro», por eso tenemos que rogar siempre con Caminos de Jesucristo, p. 101
los demás y para los demás, desprendemos de nosotros,
abrirnos, y sólo en tal apertura rezamos correctamen 41.8 Pero la petición va todavía hacia algo más profun
te. Todo esto está expresado en el estar en camino con el do, puesto que la palabra que traducimos por «cotidia
Señor. no» no nos es conocida en griego: epiousios. Es una pa
Caminos de Jesucristo, p. 102
labra del Padrenuestro, y significa muy aparentemente
al menos también (aunque los eruditos pueden discutir
39. 8 Pero también las peticiones en tom o a la redención también sobre su sentido): danos el pan de mañana, jus
de todos los males, de nuestras culpas y del peso de la tamente el pan del mundo venidero. Estrictamente ha
tentación están resumidas prácticamente allí: danos este blando, es solamente la Eucaristía la respuesta a aquello
pan, para que mi corazón esté despierto para resistir al que significa esta misteriosa palabra epiousios: el pan del
mal, para que pueda distinguir entre el bien y el mal, mundo venidero, pan que ya nos es dado hoy, para que ya
para que aprenda a perdonar, para que se mantenga hoy el mundo venidero comience entre nosotros. Así,
fuerte en la tentación. Sólo si el mundo venidero se hace gracias a esta petición, la oración que pide que el Reino
presente hoy, sólo si el mundo comienza ya hoy a hacer de Dios llegue a nosotros, tanto en la tierra como en el
se divino es que se hace verdaderamente humano. cielo, adquiere un sentido concreto y práctico, porque
Caminos de Jesucristo, p. 102
mediante la Eucaristía el cielo viene a la tierra, el m aña
na de Dios viene hoy e introduce el mundo de mañana en
40. 8 La cuarta petición, la petición del pan, es como la el mundo de hoy.
articulación entre las tres peticiones orientadas al Reino Caminos de Jesucristo, pp. 101-102
de Dios y las tres últimas, que se aplican a nuestras nece
216 217
42. 8 Quien ama a Dios sabe que únicamente existe una
amenaza real para el hombre: el peligro de perder a Dios
mismo. Y por eso el hombre reza: «No nos dejes caer en
tentación, mas líbranos del mal», es decir, de la pérdida
de fe y, en general, del pecado. Quien aparta a Dios de su
vida para liberarse del verdadero miedo entra en la tira
nía del miedo sin esperanza. CAPÍTULO 9
Mirar a Cristo, p. 88
LA CRUZ DE CRISTO
43. 8 La oración es esperanza en acto [...] en las invocacio
nes de la segunda parte nuestras ansias y angustias diarias
se convierten en esperanza. Está presente el deseo de nues El m isterio del sufrimiento
tro bienestar material, la paz con nuestro prójimo y final
mente la amenaza de todas las amenazas: el peligro de per 1. 9 Un amigo mío que estuvo sometido durante años a
der la fe, de caer en el abandono de Dios, de no poder la diálisis renal y tuvo que sentir cómo la vida se le esca
percibir a Dios y de acabar de esta manera en el más ab paba paso a paso de las manos, me contó una vez que de
soluto vacío, expuestos a todos los males. En el momento niño le gustaba especialmente el viacrucis y más tarde lo
en que estos anhelos se conviertan en invocaciones, se practicó asiduam ente. Cuando se enteró del terrible
abre la vía de las ansias y de los deseos hacia la esperan diagnóstico de su enfermedad, quedó como aturdido,
za, de la segunda a la primera parte del Padrenuestro. pero de pronto le vino al pensamiento: ahora se cumple
Mirara Cristo, p. 72 de verdad lo que siempre pedías, ahora puedes realmen
te caminar con él y acompañarlo en el viacrucis. Así re
44. 8 Todas nuestras angustias son, en último término, cuperó la alegría que luego fue irradiando hasta el final,
miedo por la pérdida del amor y por la soledad total que le y se dejó guiar por la luz de la fe. Para expresarlo con
sigue. Todas nuestras esperanzas están en la profunda gran Guardini, hay que descubrir de nuevo la «fuerza libera
esperanza, en el amor ilimitado: son esperanzas del paraí dora que hay en la superación de uno mismo; cómo el su
so, del Reino de Dios, del ser con Dios y como Dios partíci frimiento aceptado íntimamente transforma al ser hu
pes de su naturaleza. Todas nuestras esperanzas desembo mano; y cómo el crecimiento esencial depende no sólo
can en la única esperanza: venga tu reino, hágase tu del trabajo, sino también del sacrificio libremente ofre
voluntad en el cielo como en la tierra. Que la tierra se haga cido [...]».
como el cielo, que la misma tierra se convierta en cielo. En
su voluntad está toda nuestra esperanza. Aprender a rezar El poder de Dios, esperanza nuestra, pp. 62-63
es aprender a esperar y por lo tanto es aprender a vivir. 2. 9 Sólo cuando se ve bien el nexo entre verdad y amor,
Mirara Cristo, p. 72 la cruz se hace comprensible en su verdadera profundi-
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dad teológica. El perdón tiene que ver con la verdad y por un ciudadano romano, pues quedaría también mancilla
tanto exige la cruz del Hijo y exige nuestra conversión. do el honor de Roma. Contemplar al más puro de todos
Perdón es, precisamente, restauración de la verdad, re los seres humanos, al que era más que hombre, ejecuta
novación del ser y superación de la mentira oculta en do de forma tan cruel nos produce, por lo menos, un
todo pecado. El pecado es por esencia un abandono de la enorme espanto.
verdad del propio ser y por tanto de la verdad del crea Pero ese mismo espanto nos lo debería producir el ver
dor, de Dios. cómo somos realmente, y nuestra propia indolencia. Lu-
Mirar a Cristo, p. 98 tero dijo algo semejante, y me parece acertado, cuando
afirmó que el hombre debía escandalizarse de sí mismo
3. 9 «Porque si uno quiere salvar su vida, la perderá; en para regresar al buen camino.
cambio, el que pierda su vida por mí, la salvará. A ver, La sal de la Tierra, p. 29
¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde
o se malogra a sí mismo?» (Le. 9, 24-25). La cruz no tie 5. 9 Sin embargo la cruz no se queda sólo en eso, en ho
ne nada que ver con la negación de la vida, con la nega rror, porque desde ese madero no nos está contemplando
ción de la alegría y de la plenitud del ser humano. Al con un fracasado, un desventurado, víctima del más horrible
trario, nos m uestra exactam ente la verdadera forma suplicio de la humanidad. El Crucificado, que nos con
para encontrar la vida. Quien se obstina y quiere apode templa desde la cruz, nos está diciendo algo muy diferen
rarse de la vida, la pierde. Sólo el perderse a sí mismo es te de las arengas de Espartaco a sus fracasadas huestes.
el camino para encontrarse a sí mismo y para encontrar Desde la cruz nos contempla un Bien infinito que hace
la vida. Cuanto más osadamente los hombres se han que de ese horror nazca una vida nueva. Nos contempla
atrevido a perderse, a entregarse totalmente, tanto más el Bien supremo del propio Dios que se ofrece por noso
aprendieron a olvidarse, tanto más grande y más rica ha tros y se nos entrega para —con nosotros— cargar con el
llegado a ser su vida. Pensemos en Francisco de Asís, en peso de todos los horrores de la historia. Ese signo de la
Teresa de Ávila, en Vicente de Paúl, en el cura de Ars, cruz, considerado en profundidad, nos muestra, por un
en Maximiliano Kolbe: todas imágenes del seguimiento lado, cómo puede ser de peligroso el ser humano y hasta
que nos muestran el camino hacia la vida, porque nos dónde pueden llegar las atrocidades de las que es capaz,
muestran a Cristo. De ellos podemos aprender a escoger pero, por otro, también nos invita a contemplar el inmen
a Dios, a escoger a Cristo y a escoger así la vida. so e infinito poder de Dios y que somos amados por Él.
Caminos de Jesucristo, pp. 97-98 Por eso, la cruz es un signo de perdón y de esperanza que
alcanza hasta los últimos confines del mundo.
4. 9 La cruz en sí tiene ciertamente algo de horror que La sal de la Tierra, p. 29, 30
nunca deberíamos olvidar. Ésa es la forma más cruel de
ejecución que se conocía en la Antigüedad. Era, de he 6. 9 En nuestro tiempo, hay muchos que se preguntan
cho, una muerte ignominiosa que no podía aplicarse a cómo se puede seguir hablando de Dios y hacer teología
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después de Auschwitz. Y yo a eso respondería que en la mayor aún. Lo que cura al hombre no es esquivar el su
cruz está concentrado todo el horror de Auschwitz por frimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de acep
anticipado. Dios ha sido crucificado y, desde la cruz, está tar la tribulación, m adurar en ella y encontrar en ella un
proclamando que ese Dios, tan débil en apariencia, es sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con
un Dios que perdona y es, en su aparente ocultamiento, amor infinito.
Dios Todopoderoso. Spe Salvi, n.° 37
La sal de la Tierra, p. 30 9. 9 La grandeza de la hum anidad está determ inada
7. 9 Para los Padres de la Iglesia, una carencia básica de esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el
los paganos era precisamente su insensibilidad; por eso que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como
les recuerdan la visión de Ezequiel, el cual anuncia al para la sociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los
pueblo de Israel la promesa de Dios, que quitaría de su que sufren y no es capaz de contribuir mediante la com
carne el corazón de piedra y les daría un corazón de car pasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrelleva
ne (cfr. Ez. 11, 19). El viacrucis nos muestra un Dios que do también interiormente, es una sociedad cruel e inhu
padece él mismo los sufrimientos de los hombres, y cuyo mana.
amor no permanece impasible y alejado, sino que viene A su vez, la sociedad no puede aceptar a los que sufren
a estar con nosotros, hasta su muerte en la cruz (cfr. Flp. y sostenerlos en su dolencia si los individuos mismos no
2, 8). El Dios que comparte nuestras amarguras, el Dios son capaces de hacerlo y, en fin, el individuo no puede
que se ha hecho hombre para llevar nuestra cruz, quiere aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar per
transform ar nuestro corazón de piedra y llamarnos a sonalmente en el sufrimiento un sentido, un camino de
compartir también el sufrimiento de los demás; quiere purificación y maduración, un camino de esperanza. En
dam os un «corazón de carne» que no sea insensible ante efecto, aceptar al otro que sufre significa asumir de algu
la desgracia ajena, sino que sienta compasión y nos lleve na manera su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser
al amor que cura y socorre. también mío. Pero precisamente porque ahora se ha
convertido en sufrimiento compartido, en el cual se da la
25 de marzo de 2005 presencia de un otro, este sufrimiento queda traspasado
8. 9 Podemos tratar de lim itar el sufrimiento, luchar por la luz del amor. La palabra latina consolado, conso
contra él, pero no podemos suprimirlo. Precisamente lación, lo expresa de manera muy bella, sugiriendo un
cuando los hombres, intentando evitar toda dolencia, «ser-con» en la soledad, que entonces ya no es soledad.
tratan de alejarse de todo lo que podría significar aflic Spe Salvi, n.° 38
ción, cuando quieren ahorrarse la fatiga y el dolor de la
verdad, del amor y del bien, caen en una vida vacía en 10. 9 Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor de
la que quizá ya no existe el dolor, pero en la que la oscura la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el
sensación de la falta de sentido y de la soledad es mucho fin de convertirse en una persona que ama realmente,
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son elementos fundamentales de humanidad, cuya pér nuestro la respuesta de la fe: «Si comprehendis, non est
dida destruiría al hombre mismo. Pero una vez más sur Deus», si lo comprendes, entonces no es Dios. Nuestra
ge la pregunta: ¿somos capaces de ello? ¿El otro es tan protesta no quiere desafiar a Dios, ni insinuar en Él al
importante como para que, por él, yo me convierta en gún error, debilidad o indiferencia. Para el creyente no es
una persona que sufre? ¿Es tan importante para mí la posible pensar que Él sea impotente, o bien que «tal vez
verdad como para compensar el sufrimiento? ¿Es tan esté dormido» (1 Re. 18, 27). Es cierto, más bien, que in
grande la promesa del amor que justifique el don de mí cluso nuestro grito es, como en la boca de Jesús en la
mismo? En la historia de la humanidad, la fe cristiana cruz, el modo extremo y más profundo de afirmar nues
tiene precisamente el mérito de haber suscitado en el tra fe en su poder soberano. En efecto, los cristianos si
hombre, de manera nueva y más profunda, la capacidad guen creyendo, a pesar de todas las incomprensiones y
de estos modos de sufrir que son decisivos para su hu confusiones del mundo que les rodea, en la «bondad de
manidad. La fe cristiana nos ha enseñado que verdad, Dios y su amor al hombre» (Tit. 3, 4). Aunque estén in
justicia y amor no son simplemente ideales, sino realida mersos como los demás hombres en las dramáticas y
des de enorme densidad. En efecto, nos ha enseñado que complejas vicisitudes de la historia, permanecen firmes
Dios —la Verdad y el Amor en persona— ha querido su en la certeza de que Dios es Padre y nos ama, aunque su
frir por nosotros y con nosotros. Bernardo de Claraval silencio siga siendo incomprensible para nosotros.
acuñó la maravillosa expresión: Impassibilis est Deus, Deus Caritas est, n.° 38
sed non incompassibilis, Dios no puede padecer, pero
puede compadecer. El hombre tiene un valor tan grande 12. 9 La esperanza se relaciona prácticamente con la vir
para Dios que se hizo hombre para poder com-padecer El tud de la paciencia, que no desfallece ni siquiera ante el
mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y san fracaso aparente, y con la humildad, que reconoce el
gre, como nos manifiesta el relato de la Pasión de Jesús. misterio de Dios y se fía de Él incluso en la oscuridad. La
Por eso, en cada pena humana ha entrado uno que com fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así sus
parte el sufrir y el padecer; de ahí se difunde en cada su cita en nosotros la firme certeza de que realmente es ver
frimiento la con-solatio, el consuelo del amor participa dad que Dios es amor. De este modo transforma nuestra
do de Dios y así aparece la estrella de la esperanza. impaciencia y nuestras dudas en la esperanza segura de
Spe Salvi, n.° 39 que el mundo está en manos de Dios y que, no obstante
las oscuridades, al final vencerá Él, como luminosamen
11. 9 Él tampoco nos impide gritar como Jesús en la te muestra el Apocalipsis mediante sus imágenes sobre-
cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandona cogedoras.
do?» (Mt. 27, 46). Deberíamos permanecer con esta pre Deus Caritas est, n°. 39
gunta ante su rostro, en diálogo orante: «¿Hasta cuándo,
Señor, vas a estar sin hacer justicia, tú que eres santo y 13. 9 [...] también la adoración (sacrificio) es siempre
veraz?» (cfr. Ap. 6, 10). San Agustín da a este sufrimiento cruz, dolor de separación, muerte de ese grano de trigo
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que sólo si muere da fruto. Pero todo esto indica tam ideas. Lo que realmente cuenta no es el dolor como tal,
bién que el dolor es un elemento secundario, que sigue a sino un amor tan grande, un amor que expande tanto la
otro primario y que sólo en él tiene sentido. El principio existencia, que es capaz de unir lo que está lejos y lo que
constitutivo del sacrificio no es el dolor, sino el amor. está cerca, que pone en contacto a Dios con el hombre
Y sólo en cuanto que irrumpe, abre, crucifica y rasga tie abandonado por Dios.
ne que ver con el sacrificio, como expresión del amor en Introducción al cristianismo, pp. 242-243
un mundo que se caracteriza por la muerte y el egoísmo.
Introducción al cristianismo, pp. 241-242 16. 9 Sólo el amor orienta y da sentido al dolor. Si así no
fuera, los verdugos en la cruz serían los auténticos sacer
14. 9 El dolor es, en definitiva, a la vez expresión y resul dotes, los causantes del sufrimiento serían los que ha
tado del desgarramiento de Jesucristo entre el ser Dios y brían ofrecido el sacrificio. Pero como no depende de eso,
el abismo del «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has sino de ese centro interior que lo llena y lo sostiene, los
abandonado?». Aquel cuya existencia está tan expandi sacerdotes no fueron ellos, sino Jesucristo, el que volvió
da, que está a la vez en Dios y en el abismo de una cria a unir en su cuerpo los dos extremos separados del mun
tura abandonada por Dios, está desgarrado, está «cruci do (cfr. Ef. 2, 13s).
ficado». Pero esa división es lo mismo que el amor, es Introducción al cristianismo, p. 243
llevar el amor hasta el extremo (cfr. Jn. 13, 1), es una
muestra concreta de la expansión que genera. 17. 9 [A la cuestión de si] no es infame pensar un Dios
Introducción al cristianismo, pp. 242-243 que para aplacar su ira exige la muerte de su hijo [...] sólo
se puede responder: pues claro, claro que lo es. Además,
15. 9 Partiendo de aquí se podrían sentar las bases de eso no tiene nada que ver con la idea que el Nuevo Testa
una auténtica piedad de la pasión y ver la mutua relación mento tiene de Dios. Al contrario, el Nuevo Testamento
que existe entre la devoción de la pasión y la espirituali habla del Dios que, en Cristo, se convierte en omega, en
dad apostólica. Podríamos ver que el apostolado, el ser la última letra del alfabeto de la creación; del Dios que es
vicio al hombre en el mundo empalma con la mística acto de amor, puro «para», y que por eso entra necesa
más profunda y con la devoción a la cruz. Una cosa no riamente en el «incógnito» del último gusano (cfr. Sal.
impide la otra, sino que en el fondo más auténtico una 22, 7). Es el Dios que se identifica con su criatura y que,
vive de la otra. Y así podríamos ver que la pasión no es un en su contineri a mínimo —en el ser abarcado y domina
cúmulo de dolores físicos, como si la redención depen do por lo más pequeño— da lo «superabundante», lo que
diera de la mayor suma posible de dolores. ¿Es que Dios lo distingue como Dios.
puede alegrarse del sufrimiento de una criatura, incluso Introducción al cristianismo, p. 243
de su propio Hijo? ¿Acaso puede ver en ellos la moneda
para comprarle a él la reconciliación? Tanto la Biblia 18.9 Que cuando vino el justo al mundo fuera crucifica
como la fe cristiana no tienen nada que ver con estas do y condenado a muerte por la justicia nos dice despia
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dadamente quién es el hombre: hombre, tú no puedes so toda su seriedad, ha mostrado que el justo, en el pleno
portar al justo, y al que sólo hace que am ar lo escarneces, sentido de la palabra, tiene que ser crucificado. Ahí se
lo azotas y lo atormentas. Sí, así eres, porque, como eres vislumbra algo de lo que en la cruz se revela sobre el
injusto, necesitas siempre que los demás sean injustos hombre.
para sentirte disculpado, y por eso no necesitas al justo, Introducción al cristianismo, pp. 244-245
que quiere que no tengas esa excusa. Esto es lo que eres.
Esto es lo que Juan ha resumido en el Ecce hommo de Pi- 20. 9 Pero la cruz no sólo dice quién es el hombre, sino
lato, que fundamentalmente quiere decir: eso son los también quién es Dios. Dios es de tal manera que en este
hombres, eso es el hombre. La verdad del hombre es su abismo se ha identificado con el hombre y lo juzga para
falta de verdad. El salmo dice que el hombre es engaño salvarlo. En el abismo de la repulsa humana se manifies
so (Sal. 116, 11), que vive siempre contra la verdad; esto ta todavía más el abismo inagotable del amor divino. La
es lo que realmente es el hombre. La verdad del hom cruz es, pues, el verdadero centro de la revelación, de
bre es que siempre se opone a la verdad. El justo crucifi una revelación que no nos dice nada desconocido, sino
cado es el espejo que se ofrece al hombre para que vea sin que nos revela quiénes somos de verdad al ponernos ante
engaños lo que es. Dios y al poner a Dios en medio de nosotros.
Introducción al cristianismo, p. 244 Introducción al cristianismo, pp. 244-245
19. 9 La cruz es revelación. Pero no revela cualquier 21.9 Tras el grito de Job están hoy los millones de perso
cosa, sino a Dios y al hombre. Nos dice cómo es Dios y nas que desaparecieron anónimamente en las cámaras
cómo es el hombre. En la filosofía griega se preanuncia de gas de Auschwitz o en las cárceles de las dictaduras de
esto de una forma peculiar con la imagen platónica del izquierdas o de derechas. «¿Dónde está vuestro Dios?»,
justo crucificado. En su obra sobre el Estado se pregun gritan cada vez más alto los acusadores. Ciertamente, en
ta Platón cómo se podría lograr en este mundo un hom esas palabras hay a menudo más cinismo que respeto
bre total y plenamente justo. Y concluye que la justicia real ante lo terrible del sufrimiento humano. Pero la acu
de un hombre sólo es perfecta cuando da la impresión de sación es verdadera. ¿Dónde estás, Dios? ¿Quién eres,
que es injusto consigo mismo, porque entonces deja que callas? La respuesta de Dios no es explicación, sino
claro que no sigue la opinión de los hombres, sino que hecho. Responde padeciendo con nosotros, no con un
hace justicia por amor a ella. Por tanto, para Platón, el mero sentimiento, sino en realidad. La compasión de
incomprendido y el perseguido es el auténtico justo en Dios tiene carne. Se llama flagelación, coronación de es
este mundo. Y no duda en escribir: «Dirán, pues, que pinas, crucifixión, tumba. Ha penetrado en nuestro su
en esas circunstancias será atormentado, flagelado, en frimiento personalmente. Lo que eso significa, lo que
cadenado, y que después lo crucificarán...» Este texto, pueda significar, podemos aprenderlo ante las grandes
escrito cuatrocientos años antes de Cristo, impresiona imágenes del Crucificado y ante aquellas que represen
a todos los cristianos. El pensamiento filosófico, con tan a la madre con el hijo muerto, en el crepúsculo. Con
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esas imágenes y en ellas, se ha transformado el sufri una verdad más profunda que la que se expresa en los
miento para los hombres: éstos han aprendido que Dios tratados eruditos.
mismo mora en lo más íntimo del sufrimiento, que son El Dios de los cristianos, pp. 52-53
uno con él precisamente en sus llagas.
El Dios de los cristianos, pp. 52-53 24. 9 La cruz no quedó como última palabra de Dios en
Jesucristo. La tumba no lo retuvo. Resucitó y Dios nos
22. 9 El Crucificado no quitó del mundo el sufrimiento, habla por medio del resucitado. En el infierno, el rico
pero con su cruz cambió a los hombres, volvió su cora Epulón rogaba que Lázaro se apareciese a sus hermanos
zón hacia los hermanos y hermanas que sufrían, y de esa y les avisara de su cruel destino: creerían, piensa él, si al
manera fortaleció y purificó a unos y a otros. De él pro guien resucitara de entre los muertos (Le. 16, 27s). Aho
viene aquel «temor por lo que pasa entre nosotros» (cfr. ra bien, el verdadero Lázaro ha venido. Está ahí y nos
Le. 1, 65) que falta a la humanidad pagana y que se ex dice: esta vida no lo es todo. Hay una eternidad. [...] El
tingue allí donde cesa la fe en el Crucificado. Con todos tema del otro mundo tiene todos los visos de una evasión
los problemas de las instituciones sanitarias, ¿no empe del presente. Pero, si ese tema es verdadero, ¿se puede
zamos ya a comprender que hay cosas que no se pueden pasar por alto?, ¿se puede desdeñar como consuelo?, ¿no
pagar? En el cambio que se efectúa, ¿no vamos notando es lo que da precisamente a la vida seriedad, libertad, es
algo de la transformación que trajo una vez la fe y que peranza?
fue más que un consuelo vacío? El Dios de los cristianos, p. 54
El Dios de los cristianos, p. 54
25. 9 Por causa de una teología mal entendida, muchos
23. 9 [A Job] sólo se le manifiesta su pequeñez, la pobre han percibido [...] la imagen de un Dios cruel que pide la
za de la perspectiva desde la que mira el mundo. Apren sangre de su propio Hijo. [...] Sin embargo, es justam en
de a callar, a estar en silencio, a esperar. Se le ensancha el te todo lo contrario: el Dios bíblico no quiere víctimas
corazón, nada más. Esta humildad del silencio es muy humanas. Allí donde él se presenta, en la historia religio
importante como primer paso en la sabiduría. Pues re sa, cesan los sacrificios humanos. Antes de que Abraham
sulta sorprendente que las quejas contra Dios sólo en ponga la mano sobre Isaac, se lo impide el mandato divi
una m ínima parte procedan de los dolientes de este no: el carnero sustituye al niño. Así comienza el culto a
mundo, y que en su mayor parte provengan de los espec Yahvé: la inmolación del primogénito que pide la reli
tadores saturados que nunca han sufrido. Los dolientes gión ancestral de Abraham es relevada por la obediencia,
han aprendido a ver. Cada uno tiene su propio destino por la fe; el sustituto externo, el carnero, no es más que
ante Dios; no se puede contar a los hombres por cantida expresión de este proceso más hondo, que no es sustitu
des, como si fueran productos. En este mundo, la ala ción sino acceso a lo esencial. Para el Dios de Israel el sa
banza sale de los hornos donde tantos se abrasan: el re crificio humano es una abominación: Moloc, el dios de
lato de los tres jóvenes en el hom o encendido contiene los sacrificios humanos, es la quintaesencia del falso
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dios, al que se opone la fe yahvista. Servicio divino, para 29. 9 Nos llaman a todos nosotros a ser Simones de Ci-
el Dios de Israel, no es la muerte del hombre, sino su rene en el viacrucis de Jesús, en todos los siglos de la his
vida. Ireneo de Lyon acuñó para esta idea la hermosa toria. A mí me parece que aquí [...] viene a la luz el ver
fórmula: «Gloria Dei homo vivens», el hombre viviente es dadero núcleo del ágape cristiano, su verdadera esencia:
la gloria de Dios. prestación de servicio a Cristo que ama y sufre, tom ar de
El Dios de los cristianos, p. 55 él la «obligación de servicio» de los hermanos más pe
26. 9 Pero ¿qué significa entonces la cruz del Señor? Es queños en quienes él mismo sufre, para llevar junto a él
la forma que toma aquel amor que ha aceptado al hom el yugo de su sí. En esta presentación de servicio, al re
bre por completo, aun en su culpa y, por lo tanto, aun en correr juntos «dos millas» de su camino, descubriremos
su muerte, hasta las cuales ha descendido. Así llegó a ser finalmente que su yugo, en apariencia tan pesado y opre
sacrificio : en cuanto amor sin límites que carga a hom
sor, es en realidad el peso del amor, que de yugo se con
bros con el hombre, como con la oveja perdida, y lo con vierte en alas de ligero vuelo. Descubriremos la verdad
duce de nuevo al Padre, a través de la noche del pecado. de sus palabras: mi yugo es suave y mi carga ligera (Mt.
Desde ese momento existe una nueva clase de sufrimien 11,30).
to no como maldición, sino como amor que transforma Mirara Cristo, p. 109
el mundo.
El Dios de los cristianos, pp. 55-56 Hágase tu voluntad
27. 9 [...] [la] cruz de Cristo significa que él va delante de
nosotros y con nosotros en la vía dolorosa de nuestra cu 30. 9 «Toda la existencia de Jesús es una transposición
ración. Desde aquí habría que llevar a cabo, asimismo, del poder a la humildad [...] a la obediencia a la voluntad
una teología del bautismo y de la penitencia: cruz, bau del Padre. Para Jesús la obediencia no es un factor se
tismo, penitencia. Estos temas acaban por coincidir y cundario, añadido, sino que forma el núcleo de su esen
son en último término el desarrollo del único fundamen cia.» Su poder no tiene «ningún límite desde fuera, sino
tal tema del amor, que ha creado y redimido al mundo. un límite que llega desde dentro [...]: la voluntad del Pa
dre libremente asumida. Es un poder que se controla tan
Mirar a Cristo, p. 99 perfectamente que es capaz de renunciarse a sí mismo».
28. 9 Una pastoral de la tranquilidad, del «comprender Hemos dicho que el poder de Jesús es algo que el térmi
lo todo, perdonarlo todo» (en el sentido superficial de es no griego deja claro: un poder que nace de la obediencia.
tas palabras) se encontraría en drástica oposición con el El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 55
testimonio bíblico. La pastoral justa conduciría a la ver
dad y ayudaría a soportar el dolor de la misma verdad. 31.9 Jesús [...] es uno con Dios, de forma que el poder de
Dios pasa a ser su poder. El poder que ahora proclama
Mirara Cristo, pp. 99-100 [...] es un poder que viene de las fuentes de la cruz y es,
232 233
por tanto, la antítesis radical del poder arbitrario de la avanzar en la fusión de su voluntad con la voluntad de
posesión total, la permisión total y la posibilidad total. Dios. La redención del mundo descansa en la oración del
El poder de Dios, esperanza nuestra, pp. 53-54 monte de los Olivos: «no se haga mi voluntad, sino la
tuya», oración que el Señor nos enseñó en el Padrenues
32. 9 «Si comes de este fruto morirás» (Gén. 2, 17). No tro como centro de la fe vivida.
puede ser de otro modo cuando se entiende el poder El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 61
como lo contrario a la obediencia, ya que el hombre no
es dueño del ser, aunque a nivel macroscópico pueda 36. 9 Todo ello se encuentra resumido en la oración de
descomponerlo como una máquina y montarlo de nue san Ignacio de Loyola, una oración que siempre me ha
vo. El ser humano no puede vivir contra el ser, y cuando parecido demasiado grande, hasta el punto de que casi
lo intenta, cae bajo el poder de la mentira, del no-ser, de no me atrevo a rezarla. Sin embargo, aunque nos cueste,
la apariencia de ser y, en consecuencia, bajo el poder deberíamos repetirla siempre: «Tomad, Señor, y recibid
de la muerte. toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda
El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 57 mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo dis
teis, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a
33. 9 El poder que reside en el ser es más fuerte; el que toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que
opta por él, tiene más posibilidades. Pero el poder del ser ésta me basta.»
no es un poder propio, es el poder del Creador. Y del 8 de septiembre de 2004
Creador sabemos por la fe que no sólo es la verdad sino
también el amor, y que ambas cosas no pueden separar 37. 9 «Dichosa tú que has creído», saluda Isabel a María.
se. El poder que Dios tiene en el mundo es el mismo que El acto de fe por el que María fue para Dios la puerta de
tienen la verdad y el amor. acceso al mundo y abrió así el ámbito de la esperanza,
El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 58 del «dichosa tú», es fundamentalmente un acto de obe
diencia: «Hágase en mí según tu palabra»; yo estoy en
34. 9 La fe humana es siempre un creer compartido, y una relación enteramente servicial contigo. Creer signi
por eso es tan importante el pre-creyente, el que precede fica en ella ponerse a disposición, decir sí. En el acto de
en la fe. El que está más expuesto que los otros, porque la fe ofrece a Dios su propia existencia como campo de ac
fe de éstos depende de la suya y en determinados mo ción. La fe no es una actitud más; es disponer del propio
mentos él ha de llevar el peso de creer por ellos. ser de cara a la voluntad de Dios y, consecuentemente, a
El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 59 la voluntad de la verdad y del amor.
El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 61
35. 9 [...] la fe es obediencia. Es la unidad de nuestro que
rer con el querer de Dios, y justamente así es seguimien 38. 9 Dando el «sí» al nacimiento del Hijo de Dios en su
to de Cristo, ya que lo esencial en el camino de Cristo es seno por obra del Espíritu Santo, María pone a disposi
234 235
ción su cuerpo, toda su persona como lugar para la cia a Dios es una relación obediencial con su palabra.
acción de Dios. En estas palabras, la voluntad de María Debemos acercarnos de nuevo a la Biblia en una actitud
coincide con la voluntad del Hijo. La sintonía de ese «sí» de reverencia y obediencia que hoy tiende a desaparecer.
con las palabras «me has preparado un cuerpo» posibili El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 63
ta la Encarnación, el nacimiento de Dios. Para que la
entrada de Dios en este mundo sea un nacimiento de 42. 9 «Por eso, al entrar en este mundo, dice Cristo: “No
Dios, debe haber siempre este «sí» mariano, esta coinci has querido sacrificio ni ofrenda, pero me has formado
dencia de nuestra voluntad con la voluntad divina. un cuerpo; no has aceptado holocaustos ni sacrificios ex
El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 62 piatorios. Entonces yo dije: Aquí vengo, oh Dios, para ha
cer tu voluntad. Así está escrito de mí en un capítulo del
39. 9 La fe es unión en la cruz, y sólo en la cruz alcanza libro”» (Sal. 40, 7-9). [...] ¿Qué dice el salmo? Es la acción
su plenitud: el lugar de la postración extrema es el verda de gracias de alguien a quien Dios ha despertado de la
dero inicio de la redención. Creo que debemos aprender muerte. Pero el orante, en su comprensión de la piedad,
de nuevo y en forma nueva esta espiritualidad de la cruz. no da gracias a Dios ofreciéndole, por ejemplo, el sacrifi
Nos parecía demasiado pasiva, demasiado pesimista, de cio de un animal. En la línea de la tradición profética, él
masiado sentimental; pero si no ejercitamos la cruz, sabe que «no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me
¿cómo vamos a resistir cuando nos cuelguen de ella? abriste el oído». Esto significa que Dios no quiere cosas,
El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 62 sino el oído del hombre: que escuche, que obedezca y, con
ello, le quiere a él mismo. Ésta es la acción de gracias ver
40. 9 La fe es obediencia; nos recuerda la nota esencial dadera y digna de Dios: entrar en la voluntad de Dios.
de nuestro ser: la condición creatural, y rescata así nues El Dios de los cristianos, pp. 66-68
tra realidad auténtica. Nos hace conocer la responsabili
dad como forma básica de nuestra vida; de ese modo el 43. 9 Para la Carta a los Hebreos [...] sólo ha variado una
poder, de amenaza y peligro que era, pasa a ser esperan palabra a la luz de lo que se ha cumplido: el lugar del
za. Esta obediencia define nuestra relación con Dios; oído, de la acción de escuchar, lo ha ocupado el cuerpo:
presupone una relación con Dios lúcida y viva, y la hace «Me has formado un cuerpo.» Por cuerpo quiere deno
posible al mismo tiempo, ya que a Dios sólo lo percibe el tarse al hombre mismo con su naturaleza humana. La
obediente. obediencia se encama. En su más alto cumplimiento, no
El poder de Dios, esperanza nuestra, p. 63 es ya meramente audición, sino conversión en carne. La
teología de la palabra se convierte en teología de la en
41.9 Para que nuestra obediencia sea concreta y no con camación. La entrega de Hijo al Padre sale de la íntima
fundamos a Dios con las proyecciones de nuestros pro conversación divina; se convierte en recepción y, por
pios deseos, él mismo se manifestó concretamente por consiguiente, en entrega de la creación resumida en el
diferentes caminos. Primero, en su palabra. La obedien hombre. Ese cuerpo, o mejor, la realidad humana de Je
236 237
sús, es resultado de la obediencia, fruto de la respuesta mos para completar en nuestra carne «lo que falta a las
de amor del Hijo. tribulaciones de Cristo» (Col. 1, 24).
El Dios de los cristianos, p. 68 19 de abril de 2005
44. 9 Nos convertimos en Dios participando en el gesto 47. 9 La muerte sin el acto de amor infinito de la Cena se
del Hijo. Nos convertimos en Dios haciéndonos Hijo, lle ría una muerte vacía, carente de sentido; la Cena, sin la
gando a ser niños; o sea, llegamos a ser eso penetrando realización concreta de la muerte anticipada, sería un
en la conversación de Jesús con el Padre y cuando esa mero gesto despojado de realidad. Cena y cruz son, con
conversación nuestra con el Padre entre en la carne de juntamente, el único e indivisible origen de la Eucaristía:
nuestra vida diaria: «Me has formado un cuerpo...» la Eucaristía no brota de la Cena aislada; brota de esta
El Dios de los cristianos, p. 69 unidad de Cena y cruz.
El camino pascual, p. 123
45. 9 Nuestra salvación consiste en hacemos cuerpo de
Cristo, como Cristo mismo: tomándonos de Él a diario y 48. 9 Por esta razón, la Eucaristía no es Cena simplemen
a diario devolviéndonos a Él; ofreciendo cotidianamente te; la Iglesia no la ha llamado Cena a sabiendas, para evi
nuestro cuerpo como emplazamiento de la palabra. Nos tar esta falsa impresión. La Eucaristía es presencia del sa
convertimos en Su cuerpo siguiéndole, descendiendo y crificio de Cristo, de este acto supremo de adoración, que
ascendiendo. De todo ello habla la sencilla expresión es, al mismo tiempo, acto de amor infinito, de un amor
«Descendit de caelis». Habla de Cristo y, al hacerlo, habla que llega «hasta el fin» (Jn. 13, 1) y, por ello, distribución
de nosotros. de sí mismo bajo las especies del pan y del vino.
El Dios de los cristianos, p. 69 El camino pascual, p. 124
49. 9 Participar en la Eucaristía, comulgar con el cuerpo
La hora de Cristo y la sangre de Cristo, exige la liturgia de la vida, la parti
cipación en la pasión del Siervo de Dios. En virtud de esta
46. 9 La misericordia de Cristo no es una gracia barata, participación, nuestros sufrimientos se transforman en
no supone la banalización del mal. Cristo lleva en su «sacrificio», y así podemos suplir en [nuestra] carne lo
cuerpo y en su alma todo el peso del mal, toda su fuerza que falta a las tribulaciones de Cristo (Col. 1, 24).
destructora. El día de la venganza y el año de la miseri El camino pascual, pp. 125-126
cordia coinciden en el misterio pascual, en Cristo, muer
to y resucitado. Ésta es la venganza de Dios: él mismo, en 50. 9 ¿Qué está sucediendo? ¿Cómo Jesús puede repartir
la persona del Hijo, sufre por nosotros. Cuanto más que su Cuerpo y su Sangre? Haciendo del pan su Cuerpo y
damos tocados por la misericordia del Señor, más soli del vino su Sangre, anticipa su muerte, la acepta en lo
darios somos con su sufrimiento, más disponibles esta más íntimo y la transforma en una acción de amor. Lo
238 239
que desde el exterior es violencia brutal —la crucifi la Sangre de Cristo se nos dan para que también noso
xión—, desde el interior se transform a en un acto de tros mismos seamos transformados. Nosotros mismos
amor, que se entrega totalmente. Ésta es la transforma debemos llegar a ser cuerpo de Cristo, sus consanguí
ción sustancial que se realizó en el Cenáculo y que esta neos. Todos comemos el único pan, y esto significa que
ba destinada a suscitar un proceso de transformaciones entre nosotros llegamos a ser una sola cosa. La adoración,
cuyo último fin es la transformación del mundo hasta como hemos dicho, llega a ser, de este modo, unión. Dios
que Dios sea todo en todos (cfr. 1 Cor. 15, 28). Desde no solamente está frente a nosotros, como el totalmente
siempre todos los hombres esperan en su corazón, de al Otro. Está dentro de nosotros, y nosotros estamos en él.
gún modo, un cambio, una transformación del mundo. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propa
Este es, ahora, el acto central de transformación capaz garse a los demás y extenderse a todo el mundo, para que
de renovar verdaderamente el mundo: la violencia se su amor sea realmente la medida dominante del mundo.
transforma en amor y, por tanto, la muerte en vida. Dado 21 de agosto de 2005
que este acto convierte la muerte en amor, la muerte
como tal está ya, desde su interior, superada; en ella está 53. 9 Volvamos de nuevo a la Última Cena. La novedad
ya presente la resurrección. La muerte ha sido, por así que allí se verificó estaba en la nueva profundidad de la
decir, profundamente herida, tanto que, de ahora en ade antigua oración de bendición de Israel, que ahora se ha
lante, no puede ser la última palabra. cía palabra de transformación y nos concedía el poder
21 de agosto de 2005 participar en la «hora» de Cristo. Jesús no nos ha encar
gado la tarea de repetir la Cena pascual que, por otra par
51. 9 Ésta es, por usar una imagen muy conocida para te, en cuanto aniversario, no es repetible a voluntad. Nos
nosotros, la fisión nuclear llevada en lo más íntimo del ha dado la tarea de entrar en su «hora». Entramos en ella
ser; la victoria del amor sobre el odio, la victoria del amor mediante la palabra del poder sagrado de la consagra
sobre la muerte. Solamente esta íntima explosión del ción, una transformación que se realiza mediante la ora
bien que vence al mal puede suscitar después la cadena ción de alabanza, que nos sitúa en continuidad con Is
de transformaciones que poco a poco cambiarán el mun rael y con toda la historia de la salvación, y al mismo
do. Todos los demás cambios son superficiales y no sal tiempo nos concede la novedad hacia la cual aquella ora
van. Por esto hablamos de redención: lo que desde lo ción tendía por su íntima naturaleza.
más íntimo era necesario ha sucedido, y nosotros pode 21 de agosto de 2005
mos entrar en este dinamismo. Jesús puede distribuir su
Cuerpo, porque se entrega realmente a sí mismo. 54. 9 Esta oración, llamada por la Iglesia «Plegaria Eu-
21 de agosto de 2005 carística», hace presente la Eucaristía. Es palabra de po
der, que transforma los dones de la tierra de modo total
52. 9 La transformación no puede detenerse, antes bien, mente nuevo en la donación de Dios mismo y que nos
es aquí donde debe comenzar plenamente. El Cuerpo y compromete en este proceso de transformación. Por eso
240 241
llamamos a este acontecimiento Eucaristía, que es la tra ledad de Getsemaní, la soledad de la mortal angustia de
ducción de la palabra hebrea beracah, agradecimiento, Jesús. En esta capilla rezan los fieles; quieren acompa
alabanza, bendición, y asimismo transformación a par ñar a Jesús en la hora de su soledad. Este camino del Jue
tir del Señor: presencia de su «hora». La hora de Jesús es ves Santo no ha de quedar en mero gesto y signo litúr
la hora en la cual vence el amor. En otras palabras: es gico. Ha de comprometernos a vivir desde dentro su
Dios quien ha vencido, porque él es Amor. La hora de Je soledad, a buscarle siempre, a él, que es el olvidado, el es
sús quiere llegar a ser nuestra hora y lo será, si nosotros, carnecido, y a permanecer a su lado allí donde los hom
mediante la celebración de la Eucaristía, nos dejamos bres se niegan a reconocerle. Este camino litúrgico nos
arrastrar por aquel proceso de transformaciones que el exhorta a buscar la soledad de la oración. Y nos invita
Señor pretende. La Eucaristía debe llegar a ser el centro también a buscarle entre aquellos que están solos, de los
de nuestra vida. cuales nadie se preocupa, y renovar con él, en medio de
21 de agosto de 2005 las tinieblas, la luz de la vida, que «él» mismo es.
El camino pascual, p. 113
55. 9 La rotura del velo del templo en la muerte de Jesús
significa que el templo dejó de ser lugar del encuentro de 57. 9 En el lavatorio de los pies se representa quién es Je
Dios y hombre en este mundo. Desde el instante de la sús y cómo actúa Jesús. Él, que es el Señor, se rebaja, se
muerte de Jesús, su cuerpo entregado por nosotros es el despoja del manto de su gloria y se convierte en esclavo,
nuevo y verdadero templo; la destrucción física del tem en el que está a la puerta y realiza en favor nuestro la ta
plo de piedra el año 70 no hace sino visualizar ante la his rea servicial de lavamos los pies. Éste es el sentido de
toria lo que ocurrió ya en la muerte de Jesús. Ahora en toda su vida y de su pasión: inclinarse ante nuestros pies
cuentra la frase del salmo su verdadero cumplimiento: sucios, ante la suciedad de la humanidad, limpiarla, pu
«Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado rificándola con su amor inconmensurable.
un cuerpo» (Sal. 40, 7, Heb. 10, 5). El culto ha adquirido La Eucaristía, centro de la vida, p. 33
así su nueva y definitiva significación: glorificamos a
Dios haciéndonos un solo cuerpo con Jesús, es decir, una 58. 9 El lavatorio de los pies representa para Juan aque
nueva existencia espiritual en la que él nos envuelve to llo que constituye el sentido de la vida entera de Jesús: el
talmente, con cuerpo y vida (cfr. 1 Cor. 6, 17). Glorifica levantarse de la mesa, el despojarse de las vestiduras de
mos a Dios dejándonos integrar en ese acto de amor que gloria, el inclinarse hacia nosotros en el misterio del per
se cumplió en la cruz. dón, el servicio de la vida y de la muerte humanas. La
Conversión, penitencia y renovación, pp. 194-195 vida y la muerte de Jesús no están la una al lado de la
otra; únicamente en la muerte de Jesús se manifiesta
56. 9 Al finalizar la liturgia del Jueves Santo, la Iglesia la sustancia y el verdadero contenido de su vida. Vida y
imita el camino de Jesús trasladando al Santísimo desde muerte se hacen transparentes y revelan el acto de amor
el tabernáculo a una capilla lateral, que representa la so que llega hasta el extremo, un amor infinito, que es el
242 243
único lavatorio verdadero del hombre, el único lavatorio perdona nuestras deudas. Todos los días, cuando reza
capaz de prepararle para la comunión con Dios, es de mos el Padrenuestro, el Señor se inclina hacia nosotros,
cir, capaz de hacerle libre. El contenido del relato del la toma una toalla y nos lava los pies.
vatorio de los pies puede, por tanto, resumirse del modo El camino pascual, p. 118
siguiente: compenetrarse, incluso por el camino del su
frimiento, con el acto divino-humano del amor, que por 62. 9 Así interpreta san Agustín su propia situación. Des
su misma esencia es purificación, es decir, liberación del pués de la conversión quiso fundar un monasterio, aban
hombre. donar definitivamente el mundo y vivir con sus amigos
El camino pascual, pp. 114-115 dedicado por entero a la verdad, a la contemplación.
Pero en 391, cuando fue ordenado sacerdote en contra
59. 9 Judas representa al hombre que no quiere ser ama de sus deseos, el Señor vino a desbaratar este reposo, lla
do, al hombre que piensa sólo en poseer, que vive única mó a su puerta y desde entonces no había día que no lla
mente para las cosas materiales. Por esta razón, san Pa mara; no le dejaba en paz: «¡Ábreme y predica mi Nom
blo dice que la avaricia es idolatría (Col. 3, 5), y Jesús nos bre!» Agustín llegaría a comprender que esta llamada a
enseña que no es posible servir a dos señores. El servicio diario era realmente la voz de Jesús, que Jesús le impul
de Dios y el de las riquezas se excluyen entre sí; el came saba a ponerse en contacto con las miserias de la gente
llo no pasa por el hondón de la aguja (Me. 10, 25). (por aquel tiempo, el Santo Obispo hacía también las
El camino pascual, p. 115 funciones de khadi, de juez civil) y que, por paradójico
que esto pudiera resultar, era precisamente así como ca
60. 9 Aceptar el lavatorio de los pies significa tom ar par minaba hacia Jesús, como se acercaba al Señor. «¡Abre
te en la acción del Señor, compartirla nosotros mismos, me y predica mi nombre!» Ante la generosa respuesta de
dejarnos identificar con este acto. Aceptar esta tarea san Agustín sobra todo comentario: «Y he aquí que me
quiere decir: continuar el lavatorio, lavar con Cristo los levanto y abro. ¡Oh Cristo, lava nuestros pies: perdona
pies sucios del mundo. Jesús dice: «Si yo, pues, os he la nuestras deudas, porque nuestro amor no se ha extingui
vado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también do, porque también nosotros perdonamos a nuestros
habéis de lavaros vosotros los pies unos a otros» (Jn. 13, deudores! Cuando te escuchamos, exultan contigo en el
14). Estas palabras no son una simple aplicación moral cielo los huesos humillados. Pero cuando te predicamos,
del hecho dogmático, sino que pertenecen al centro cris- pisamos la tierra para abrirte paso; y, por ello, nos con
tológico mismo. El amor se recibe únicamente amando. turbamos si somos reprendidos, y si alabados, nos hin
El camino pascual, p. 116 chamos de orgullo. Lava nuestros pies, que ya han sido
purificados, pero que se han ensuciado al pisar los cami
61. 9 [...] el Señor está en presencia de Dios y, en virtud nos de la tierra para abrirte la puerta.»
de su intercesión, nos lava los pies día tras día en el mo El camino pascual, pp. 119-120
mento en que nuestros labios pronuncian la oración:
244 245
65. 9 Y entonces ocurre algo notable. Cuando los discí
pulos regresan, Jesús ya no necesita sus peces. Ha pre
¡Resurrección! parado el desayuno y ahora es él quien invita a los discí
pulos; es el anfitrión que les da de comer. Se trata de un
63. 9 [...] el misterio de la resurrección de Cristo nos ele agasajo misterioso, aunque no de difícil interpretación.
va por encima de la muerte. Lógicamente, por nuestra El pan es él mismo: «Yo soy el pan de vida.» Él es el gra
condición de seres humanos vivimos siempre en este no de trigo que ha muerto, que ahora produce el ciento
mundo sometidos a las leyes naturales. En la naturaleza por uno y que basta para proporcionar alimento hasta el
rigen la muerte y la vida. Pero en Cristo vemos que la per fin de los tiempos. Su cruz, en la que se entregó perso
sona es algo definitivo. No es sólo un elemento en el gran nalmente, es la milagrosa multiplicación de los panes, la
proceso del nacimiento y de la muerte, sino que es y se superación divina de la tentación satánica de capturar a
guirá siendo un objetivo propio de la creación. En este los hombres con pan y sensacionalismos. Sólo el amor
sentido, el ser humano ha sido arrancado del simple re puede llevar a cabo una verdadera multiplicación de pa
molino del eterno perecer y nacer e introducido en la es nes. Los bienes materiales, lo cuantitativo, disminuye a
tabilidad del amor creador de Dios. medida que se reparte. El amor, en cambio, aumenta a me
Dios y el mundo, p. 92 dida que se va dando.
Servidor de vuestra alegría, pp. 54-55
64. 9 Sea el primero el encuentro con Jesús tras una no
che de fatiga en vano. Él está en la orilla. Ha cruzado ya 66. 9 Cuando Jesús hace la petición a sus discípulos, és
las aguas del tiempo y de la muerte. Ahora se halla en la tos todavía no le habían reconocido. Debían, pues, dar
orilla de la eternidad, pero justamente desde allí con de comer a un hambriento desconocido, a un hombre a
templa a los suyos, está con ellos. Pide a los discípulos quien no conocían. Y sólo cuando aprenden a dar así,
algo de comer. madura en ellos el amor que los capacita para recibir el
Esto forma parte del ministerio de Jesús, el Resucita alimento nuevo, el pan enteramente indiferente, ese pan
do, forma parte de la humildad de Dios: pide la colabora en que se convierte Dios para nosotros en Cristo. La di
ción de los hombres, pide que se comprometan. Necesita mensión social no le adviene a la Eucaristía desde fuera,
su asentimiento. El Señor nos pide que emprendamos sino que es el espacio fuera del cual la Eucaristía ni si
el viaje con él. Nos ruega que seamos pescadores para él. quiera se puede formar.
Nos suplica que confiemos en él y que actuemos de acuer Servidor de vuestra alegría, pp. 56-57
do con las enseñanzas de su palabra. Nos incita a que de
mos a esta palabra más importancia que a nuestras expe 67. 9 Así suena el genuino mensaje de este día: Dios ha
riencias y conocimientos. Nos pide que actuemos y respondido. Dios es realmente Dios. Dios tiene poder so
vivamos según su palabra. bre el mundo, poder sobre nuestra vida y poder más allá
Servidor de vuestra alegría, p. 54 de nuestra muerte. Dios es Dios. Tiene poder y su poder
246 247
es bondad que otorga vida, y no sólo como simple teoría, es algo hermoso y adecuado que la risa se haya transfor
sino que lo llevaban ardientemente grabado en su alma mado en un símbolo litúrgico? ¿Y no nos hace felices,
como percepción viviente; por eso estaban llenos de ale cuando en las iglesias barrocas escuchamos la risa que
gría. anuncia la libertad de los redimidos a partir de los juegos
Servidor de vuestra alegría, p. 66 de los angelotes y de los ornamentos?
Miremos al traspasado, pp. 152-153
68. 9 Hay un desconocido en la orilla. Aquel discípulo a
quien Jesús amaba lo reconoce: «Es el Señor.» Pedro se
levanta de un salto, se ciñe la túnica y se echa al agua,
para ir así más rápidamente a su encuentro. El primer
presupuesto es, pues, que quien quiera ser testigo de Je
sucristo tiene que haberlo visto personalmente, tiene
que conocerlo y reconocerlo. Y ¿cómo ocurre esto? Ocu
rre, nos dice el Evangelio, porque el amor lo reconoce.
Jesús está en la orilla; al principio no lo reconocemos,
pero le oímos a través de la voz de la Iglesia. Es él. Ahora
nos toca ponernos en pie, ir a buscarlo, acercamos a él.
En la escucha de la Escritura, en el trato y frecuencia de
los sacramentos, en el encuentro con él en la oración per
sonal, en el encuentro con aquellos cuya vida está hen
chida de amor a Jesús, en las diferentes experiencias de
nuestra vida y de múltiples maneras nos encontramos
con él, él nos busca y así aprendemos a conocerlo.
Servidor de vuestra alegría, p. 67
69. 9 Todas las palabras del Resucitado portan esa ale
gría, portan la risa de la redención: si vosotros vierais lo
que yo he visto y lo que veo, si vosotros lograrais tener
una vez una mirada de la totalidad, entonces reiríais (cf.
Jn 16,20). En el barroco, era parte de la liturgia el rísus
paschalis, la risa pascual. La prédica de Pascua debía
contener una historia que moviera a la risa, para que la
Iglesia retumbara de alegría. Ésta puede ser una forma
de alegría cristiana algo superficial y exterior. Pero ¿no
248 249
CAPÍTULO 10
LA IGLESIA DE CRISTO
308 309
La fraternidad de los cristianos, Sígueme, Salamanca,
2004.
«Cantad a Dios con maestría. Premisas bíblicas para la
música de Iglesia» en Un canto nuevo para el Señor,
Sígueme, Salamanca, 2005, pp. 113-130.
«Conversión, penitencia y renovación» en Un canto nuevo
para el Señor, Sígueme, Salamanca, 2005, pp. 171-186.
«Cristo y la Iglesia. Problemas actuales de la teología.
BIBLIOGRAFÍA Consecuencias para la catequesis» en Un canto nuevo
para el Señor, Sígueme, Salamanca, 2005, pp. 41-48.
«Dios» en El Dios de los cristianos, Sígueme, Salamanca,
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Servidor de vuestra alegría, Herder, Barcelona, 1995. drid, 2005.
Evangelio, catequesis, catecismo, Edicep, Valencia, 1996. El nuevo pueblo de Dios. Esquemas para una eclesiología,
De la mano de Cristo. Homilías sobre la Virgen y algunos Herder, Barcelona, 2005.
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Imágenes de la esperanza. Itinerarios por el año litúrgico, para el Señor, Sígueme, Salamanca, 2005, pp. 49-69.
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Congreso de catequistas y profesores de religión, La Eucaristía, centro de la vida, Edicep, Valencia, 2005.
Roma, 10-XII-00. La fe como camino, Eunsa, Navarra, 2005.
El espíritu de la liturgia. Una introducción, Cristiandad, La fiesta de la fe. Ensayo de teología litúrgica, Desclée De
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En el principio creó Dios. Consecuencias de la fe en la La Iglesia. Una comunidad siempre en camino, San Pa
Creación, Edicep, Valencia, 2001. blo, Madrid, 2005.
Caminos de Jesucristo, Cristiandad, Madrid, 2004. «La imagen del mundo y del hombre en la liturgia y su ex
Convocados en el camino de la fe, Cristiandad, Madrid presión en la música de Iglesia» en Un canto nuevo
2004. para el Señor, Sígueme, Salamanca, 2005, pp. 131-149.
310 311
«La resurrección, fundamento de la vida cristiana. El Ser cristiano, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2007.
significado del domingo para la oración y la vida del Spe Salvi. Sobre la esperanza cristiana, Carta encíclica,
cristiano» en Un canto nuevo para el Señor, Sígueme, 2007.
Salamanca, 2005, pp. 73-93. No está aquí. Ha resucitado, Desclée de Brouwer, Bilbao,
«Mi gozo es estar a tu lado. Sobre la fe cristiana en la 2008.
vida eterna» en La Eucaristía, centro de la vida, Edi- «Pecado y salvación» (Sermones de Cuaresma en la cate
cep, Valencia, 2005, cap. 13, pp. 145-166. dral de Munich) en Creación y pecado, Eunsa, 2008.
Mi vida, recuerdos (1927-1977), Encuentro, Madrid, 2005.
Mirara Cristo, Edicep, Valencia, 2005.
¿Porquésoy todavía cristiano?, Sígueme, Salamanca, 2005.
Revelación y tradición, Herder, Barcelona, 2005.
«Te cantaré en presencia de los ángeles. La tradición de
Ratisbona y la reforma litúrgica» en Un canto nuevo
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«Templo construido con piedras vivas. La casa de Dios y
el culto cristiano» en Un canto nuevo para el Señor,
Sígueme, Salamanca, 2005, pp. 95-112.
Teoría de los principios teológicos. Materiales para una
teología fundamental, Herder, Barcelona, 2005.
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i
312 313
i
t
R ealidad histórica: 17.1, 10.3, 11.3, 22.3, 72.3, 1.6,
39.1,36.2, 37.2,42.5, 7.7, 54.7, 15.8,8.9
15.10, 16.10
S er-para: 72.3, 11.5, 22.5,
3.7, 8.8, 12.8, 17.9, 30.10, E ntrega: 59.3, 72.3, 18.4, 11.5,
60.10 2.6, 15.6, 19.7, 40.8, 3.9,
Su Rostro: 13.3, 58.5, 65.5, 36.9, 37.9, 38.9, 50.9, 65.9,
1.7 a 18.7, 18.8 22.11 (véase C ristianism o-
S ubjetivism o: 20.1, 32.2, Ser para)
35.2 Decisiones: definitivas 27.3,
ÍNDICE ANALÍTICO Cruz: 22.1, 5.3, 9.3, 21.3, 13.4, 41.3
28.4, 26.5, 8.8, 1.9 a 29.9, E speranza: 46.1, 47.1, 48.1, 5.5,
12.10, 53.10 12.5, 22.5, 48.5, 49.5, 5.6,
A burrim iento: 31.1, 38.2, 72.3, Cielo abierto: 49.4, 1.5, 7.5, Cuerpo: 17.2, 10.3, 36.7, 13.9, 6.6, 23.8, 43.8, 44.8, 12.9,
4.4, 43.5,45.5, 12.11 47.5, 32.7, 33.7, 5.11 21.9, 43.9, 44.9, 55.9, 67.10, 64.10 (véase D esesperanza)
A dorar 27.5, 34.5, 67.5, 48.7, Com odidad: 34.1, 5.2, 1.3, 4.3, 76.10, 5.11,20.11 E ucaristía: 38.5, 63.5 a 79.5,
13.9,48.9, 72.10,75.10,44.11 6.3, 7.3, 72.3 (véase Indife C ultura de m uerte: 13.1, 18.1, 28.6, 33.6, 7.7, 26.7, 17.8,
Alegría: 5.1, 49.4, 3.6, 1.7, 9.7, rencia, C onform ism o) 27.1, 9.4, 11.1 a 20.1, 21.1 a 41.8, 25.10, 27.10, 28.10,
35.8, 69.9 C om ulgar: 20.5, 63.5, 69.5 a 31.1 29.10 (véase Com ulgar)
Amor: 50.1, 1.2, 1.6 a 37.6 (véa 77.5, 17.8, 49.9, 65.9, 30.10, Curiosidad: 33.1, 46.3 Misa: 48.10 a 64.10, 79.10
se Corrección fraterna) 31.10 (véase E ucaristía) Triduo pascual: 46.9ss., 36.10
Apóstol: 63.3 a 70.3, 60.9, 64.9, Confesión: 34.4 a 40.4 Unidad: 25.1,74.5
23.10 Conform ism o: 5.1, 6.1, 9.1 (véa D esesperanza: 5.1, 11.1, 15.5,
A postolado: 44.3 a 62.3, 6.5, se Indiferencia, Com odidad) 19.6, 21.9 (véase E speranza)
11.8, 12.8, 15.9 Consuelo: 35.4, 27.6, 35.6, 29.8, D iablo: 13.2, 19.3, 5.4, 14.4, E vangelio: 31.5, 6.7, 68.9,
A teísm o: 1.1, 17.3, 6.4, 49.4, 9.9, 10.9, 22.9, 24.9, 29.9, 62.5, 37.7, 45.7, 47.7ss„ 23.10, 24.10, 77.10, 7.11,
20.5, 25.8 56.9, 57.9, 60.9, 2.11, 22.11 52.7,53.7, 55.7, 57.7, 34.8 8.11,9.11, 11.11
Ayuno: 77.5, 36.7, 37.7, 43.7 (véase Servicio) D ictad uras: 26.1, 17.3, 21.8, Éxito: 50.1, 28.4, 29.4, 47.5,
Conversación: 41.1, 1.4, 26.4 a 21.9 19.6, 44.7, 45.7, 48.7, 11.8,
33.4 Dios: 17.2, 7.5, 2.7, 8.7, 20.9 12.8, 14.8, 16.8, 23.8, 24.8,
Bautism o: 40.4, 37.6, 30.7, 52.7, Cordero: 30.2, 31.2, 53.10, 59.10 C ercanía y relación con Él: 12.9
36.8, 27.9, 45.9, 48.10, Ane C orrección fraterna: 25.6, 26.6, 28.1, 35.1, 40.1, 6.2, 8.2,
xo 3 27.6 9.2, 13.2, 14.2, 16.2,41.2,
Belleza: 7.2, 12.2, 40.2, 2.3, C ristianism o: 38.2, 39.2, 2.3, 14 .3,25.3,51.5,2.6, 23.7, Fam ilia: 23.2 (véase P atern i
21.3, 22.3, 3.5, 48.5, 24.10, 46.3 (véase Fe-seguim iento, 35.8, 7.9 dad)
28.10, 65.10, 69.10, 71.10ss. T ransform ación del cristia Idolatría: 19.1, 20.1, 18.2, Fe: 41.1, 42.1, 43.1, 47.1, 48.1,
B ienaventu ran zas: 7.3, 39.7, no) 46.7 49.1, 4.2, 6.7, 34.9, 35.9,
18.8 a 34.8, 15.11 A m istad con él: 25.3, 64.3, Im ágenes negativas: 12.1, 37.9, 40.9
Bondad: 19.2,40.2,9.3,28.8, 5.9 11.5, 12.5, 14.5, 22.5, 15.1, 23.1, 8.2, 15.2, 33.2, Búsqueda: 36.1, 1.2, 7.2
54.5, 2.6, 29.6, 33.6, 7.7, 34.2, 36.2, 6.4, 17.9, 25.9 E du cació n en la fe: 38.1,
57.9, 30.10 R eino de Dios: 2.2 44.1, 11.2, 60.3, 36.10,
Celibato: 32.3, 41.3, 79.5, 36.7, C risto El Justo: 9.2, 26.5, Dom ingo: 41.4 a 49.4, 78.5 42.10
26.10, Anexo 4 18.9, 19.9 D om inio de sí: 3.3, 4.3, 5.3, 7.3, E ncuentro: 39.1, 40.1, 11.2
314 315
M adurez: 16.3, 39.9 A utosuficiencia (au to n o O bediencia: 24.1, 1.3, 48.3, Sacrificio: 4.3, 10.3, 1.9, 13.9,
Seguim iento: 50.1, 1.2, 5.2, m ía): 14.1, 16.1,43.3,4.4, 13.4, 24.4, 50.7, 25.9, 32.9, 16.9, 19.9, 25.9, 26.9, 42.9,
10.2, 6.3, 13.3, 19.3, 37.3, 5.4, 11.4, 33.5,35.5,71.5, 35.9,40.9,41.9, 43.9,3.11 49.9, 55.9, 51.10, 54.10,
60.3, 69.3, 30.6, 4.8 20.7, 13.8, 1.11 O ración: 14.5 a 19.5, 22.5 a 62.10
F elicidad: 28.1, 4.2, 3.3, 7.3, Ser de criatu ra: 19.2, 24.2, 28.5, 35.5, 5.7, 49.10, 64.10, Salvación: 37.2, 5.3, 3.4, 17.4,
22.3,65.5,29.8 25.2, 26.2, 2.4, 50.7, 40.9, 68.10, 16.11 a 19.11 25.4.4.7, 2.8, 16.9 (véase E u
Fidelidad: 33.3, 41.3, 42.3, 54.3, 14.11 caristía-Triduo pascual)
33.4 Liturgia: 10.3, 47.4, 69.9, 27.10, Santidad: 21.3, 2.5 a 10.5, 19.8
28.10, 3 5 .10 a47 .10 P adrenuestro: 21.2, 56.5, 35.8 a Santos: 26.1, 9.2, 12.2, 27.2,
44.8,61.9 21.3, 3.4, 4.5, 8.5, 3.9, 18.10
G randeza del hom bre: 8.1,10.1, Parábolas: 1.8 a 17.8 Servicio: 3.5, 7.8 (véase C on
34.1, 35.2, 22.3, 39.3, 52.3, Mal: 30.2, 34.2, 49.3, 56.5, 60.5, G rano de trigo: 13.9 suelo)
5.4, 65.5, 21.6, 13.8, 9.9, 12.8, 42.8, 6.9, 11.9, 21.9, Hijo pródigo: 38.2 Sociedad: 11.1, 29.1, 39.2, 8.3,
10.10 46.9 Oveja perdida: 31.1 15.3, 56.5, 36.6, 12.7, 13.7,
B ondad del hom bre: 3.2, 4.2 M andam ientos (y Alianza): 21.2, Talentos: 24.3 42.7, 48.7, 53.7, 54.7, 56.7,
6.4, 7.4, 19.4, 20.4, 10.5, Paternidad: 4.2, 20.2, 21.2, 22.2, 39.8, 9.9
34.6, 10.7, 11.7,31.8 23.2, 35.3, 37.8 (véase F a Soledad: 15.2, 11.5, 12.5, 13.5,
H om bre: 49.1, 21.3, 16.6 M aría: 10.1, 31.1, 4.4, 9.5, 29.5, m ilia) 15.5, 68.5, 7.6, 13.6, 42.8,
Hum ildad: 22.3, 18.6, 23.9, 30.9, 30.5, 38.5, 37.9, 38.9, 19.10, Paz: 3.1, 8.1, 8.3, 12.3, 43.4, 43.8.44.8.8.9, 56.9, 66.10
62.9, 64.9, 62.10, 4.11, 10.11 39.10, C apítulo 11 53.5, 18.8, 43.8, 59.10 S om etim iento: 6.1, 40.5, 4.6,
M artirio: 36.2, 12.3, 8.3, 43.4, Pecado: 1.4 a 13.4, 2.9 32.6, 5.7, 4.8 (véase O be
48.4, 5.8, 15.9, 16.9, 13.10 Pecado original: 14.1, 20.3, 2.4, diencia)
Iglesia: 15.3, 1.10 a 19.10 (véase M arxism o: 32.1 6.4, 11.4, 17.4, 43.7 Superstición: 33.2
Liturgia) M ás allá: (véase Vida eterna) Piedad: 31.6, 23.10 a 30.10,
Im agen de Dios: 45.1,12.2,10.5, Cielo: 61.5, 10.6, 25.8, 26.8, 37.10, 15.11 (véase C om u
5.7, 52.7 39.8 nión, Oración, Adorar, Evan Teólogos: 2.1
Indiferencia: 45.1, 39.2, 7.9 Infierno: 62.5, 7.6, 24.9 gelio) Trabajo: 46.1, 47.1, 13.11
Individualism o: 21.1, 35.2, 21.3, Juicio y p u rg ato rio : 57.5, Exam en: 21.5 T ransform ación de cristiano:
10.4, 15.4, 50.5, 13.6, 32.6, 58.5, 59.5, 60.5, 64.5, L ectura espiritual: 14.5 3.4, 22.4, 23.4, 1.5, 2.5, 3.5,
37.6, 28.8, 36.8, 66.10, 75.10 10.8, 16.8 Rosario: 29.5, 30.5 11.5, 24.5, 59.5, 64.5, 65.5,
Infancia espiritual: 35.5 a 38.5 M aterialism o: 27.1, 34.1, 31.3, Pobreza: 36.5, 3.6, 22.6, 24.6, 72.5, 7.7, 13.7, 28.8, 1.9,
14.6, 59.9 33.6, 39.7, 16.8, 40.8, 9.9, 44.9, 45.9, 50.9 a 54.9, 30.10,
M iedo: 30.1, 33.1, 20.3, 22.3, 10.9, 59.9 48.10,51.10, 66.10
Juventud: 3.1, 34.1, 27.3, 30.3, 25.3, 28.3, 36.3, 40.3, 47.3, Poder: 12.1, 2.2,27.2, 28.2, 29.2, T rascendencia (necesidad de):
40.3, 56.3, 58.3, 6.5, 23.6, 54.3, 6.5, 42.8, 43.8, 44.8, 30.2, 31.2, 48.3, 34.5, 27.7, 1. 1, 8 . 1, 10.1
14.8 1. 11, 12.11 28.7, 34.7, 52.7, 57.7, 5.8,
M uerte: 12.5, 39.5 a 62.5 (véase 7.8, 22.8, 23.8, 24.8, 25.8,
D esesperanza) 27.8, 28.8, 37.8, 40.8, 5.9, Verdad: 4.1, 7.1, 9.1, 12.1, 27.1,
Libertad: 7.1, 32.1, 18.2, 43.2, M úsica: 71.10 a 79.10 6.9, 33.9, 46.9, 67.9, 69.10, 32.2,61.3, 62.3,3.4, 8.4, 9.4,
5.3, 11.3, 21.3, 43.3, 61.3, 13.11 14.4, 33.4, 3.5, 71.5, 14.7,
71.3, 5.4, 7.4, 14.4 a 25.4, 18.7, 5.8, 6.8, 33.8, 18.9,
10.5, 18.5, 36.5, 3.6, 4.6, N iño Jesús: 28.2, 19.7 a 29.7 34.10, 78.10 (véase Fe-subje-
11.7, 52.7, 54.7, 1.9, 58.9 Rencor: 12.4 tivism o, Curiosidad)
316 317
D olor de la verdad: 12.3, Una necesidad: 3.1, 33.1, 7.6,
28.4, 32.4, 39.4, 59.5, 2.9, 20.6
28.9 Vida: 21.1, 22.1, 23.1, 24.1
E scepticism o: 2.1, 47.7, 50.7 Vida eterna: 5.5, 42.5 a 55.5
R acionalism o: 12.2, 36.2, (véase M ás allá)
41.2,6.3,37.5, 60.5, 24.7, Vocación (elección): 6.1, 22.3 a
25.7, 51.7, 55.7, 22.8, 42.3, 35.3, 36.3, 14.8, 62.9,
27.8, 11.9, 12.9, 21.9, 33.10
9.10 V oluntad de Dios: 1.3, 14.3,
Relativism o: 32.2, 35.2, 17.3, 22.3 a 43.3, 11.5, 4.6, 44.8,
18.3 30.9 a 45.9, 33.10,2.11
318