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Arciprestazgo de Sepúlveda/Pedraza

Queridos amigos:

Esta es una herramienta que puede ayudarnos a conocer mejor y analizar de manera sistemática nuestras comunidades.

Sólo conociendo correctamente la realidad en la que servimos podemos tomar medidas pastorales que estén correctamente dirigidas a quienes viven o
vienen a nuestros pueblos. Si no lo hacemos estaremos probablemente pegando tiros al aire, por muy buena intención que pongamos, y malgastaremos
fácilmente nuestro tiempo y nuestros esfuerzos.

El cuadro que tenéis a continuación nos puede servir para:

1. Saber cuántas familias y personas exactamente conforman cada una de nuestras comunidades, ya sea como miembros más activos o en situación de
alejamiento.
2. Saber a cuántas familias y personas que no forman parte de la Iglesia estamos enviados, dado que viven en nuestros pueblos o mantienen un
vínculo estrecho con los mismos que les hace sentirse parte de ellos, al menos como comunidad social.
3. Conocer con más exactitud qué personas y familias forman parte de nuestros pueblos ya sea como vecinos o como segundos residentes.
4. Conocer el nivel de enraizamiento en los pueblos de las personas y familias que los componen.
5. Descubrir qué expectativas con respecto a la actividad de la Iglesia tienen cada uno de los subgrupos que se detecten.
6. Determinar las necesidades que estamos llamados a cubrir como Iglesia con cada una de estas personas y familias, atendiendo al tipo de población
del que forman parte.
7. Establecer las estrategias pastorales adecuadas a las expectativas y necesidades de cada uno de estos grupos.
8. Priorizar dichas acciones estratégicas, conocer qué recursos humanos y materiales son necesarias para llevarlas a cabo y ponerlas en marcha de
manera sistemática, coordinada y realista.

El cuadro parte de que existen tres tipos básicos de población a los que estamos enviados:

1. Vecinos: más allá del criterio legal del censo, son los que viven permanentemente en los pueblos y conforman la comunidad estable.
2. Segundos residentes: personas y familias que, no viviendo en el pueblo de manera habitual, tienen casa en él, conformando la comunidad extensa.
3. Visitantes: personas que no mantienen vínculos estables con el pueblo y vienen a él como turistas o visitantes ocasionales, por lo que no forman
parte de la comunidad.
Entre los vecinos y los segundos residentes, existe otro criterio de análisis muy importante, que determina, en buena medida, el grado de enraizamiento de
las personas y familias en el pueblo. Este criterio es si son o no hijos del pueblo, es decir, si forman parte de familias cuya pertenencia a la comunidad
humana y social del pueblo se remonta a varias generaciones o, por el contrario, se trata de personas y familias de reciente incorporación a la misma.

Así mismo, en el cuadro se maneja una última variable, fundamental para nosotros, que refleja el grado de inserción en el pueblo como comunidad cristiana,
distinguiendo entre aquellos que claramente forman parte de la misma, los alejados y aquellos que claramente están fuera de la comunidad. Entre estos
últimos, quizá encontremos a cristianos de otras denominaciones; si fuera así, podríamos hacer un apartado específico para ellos.

PROPUESTA DE TRABAJO:

1. Rellenar cada apartado del cuadro con las personas que consideramos que están situadas dentro del mismo. No olvidéis señalar, junto al nombre, la
familia de la que forman parte. Este hecho nos ayudará a comprender mejor el pueblo y a establecer estrategias pastorales que se apoyen en la
realidad familiar. Lógicamente, este ejercicio no lo podemos hacer en los cuadros de visitantes, cuyo perfil cambiará continuamente.
2. Una vez conocido el contenido de cada cuadro, podemos hacer ya un primer análisis que nos permite determinar el tamaño de cada uno de los
grupos de población con respecto al conjunto de la comunidad. En el caso de los visitantes, podemos presuponer que el tamaño de los apartados de
católicos practicantes, alejados y personas que no forman parte de la Iglesia, será parecido al que resulte de vecinos y segundos residentes.
3. Seguidamente, podemos hacer el ejercicio de descubrir qué expectativas pueden tener cada uno de esos grupos de personas con respecto a la
Iglesia. OJO: se trata de descubrir SUS expectativas reales, aunque consideremos que puedan estar más o menos equivocadas. NO se trata de que
nosotros pongamos lo que NOSOTROS creemos que deberían esperar de la Iglesia, sino que reflejemos lo que realmente ELLOS esperan o no de
nosotros. Para hacer correctamente este trabajo, es necesario que tengamos algunas conversaciones con varias personas que pudieran integrar
cada uno de los apartados del cuadro.
4. Después, y teniendo en cuenta las expectativas determinadas, podemos establecer, a la luz de la misión que como agentes de pastoral de la Iglesia,
hemos recibido del Señor, que nos ha enviado a anunciar el Evangelio a toda criatura, qué necesidades pastorales creemos NOSOTROS que tienen
cada uno de estos conjuntos de personas, aunque ellos las desconozcan.
5. Por último, podemos buscar estrategias pastorales, ya sean propuestas estables o intervenciones puntuales, a través de las cuales podamos abordar
las necesidades pastorales concretas de cada uno de los conjuntos de personas o de varios de ellos a la vez. No demos nada por hecho ni partamos
de que lo que estamos haciendo hasta ahora es válido de por sí o no puede ni debe modificarse. Sólo así podremos conocer si realmente nuestra
intervención pastoral está siendo o no adecuada en relación con las personas y familias concretas a la que estamos enviados.
6. Una vez determinadas estas acciones pastorales es la hora de priorizarlas, determinar qué medios humanos y materiales son necesarios para
llevarlas a cabo, y programar su puesta en marcha.
El pueblo
Vecinos Segundos residentes Visitantes
(Comunidad permanente) (Comunidad extensa)
Hijos del pueblo Foráneos Hijos del pueblo Foráneos

Católicos practicantes

Católicos alejados

No católicos

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