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Con esa orientación y en una tónica similar a la usada por el húngaro István Mészáros
en “Mas allá del capital” el título de este trabajo, Mas allá de salario, debe ser entendido
en múltiples sentidos a la vez distintos y complementarios. Primero; mas allá del salario en
su sentido pecuniario, hay todo un sentido común enraizado en la tradición y en la
socialidad conformada durante milenios no solo a través de la articulación en la práctica
social del trabajo asalariado mismo sino de su representación simbólica en las artes y el
ideario religioso, que debe ser comprendido.
Segundo; mas allá del salario y fuera de su alcance desde el punto de vista
cuantitativo y cualitativo puede estar todo un mundo de condiciones materiales y
espirituales para la plena realización de la persona humana, que las formaciones sociales
capitalistas de todo cuño hoy vigentes en el planeta, según las evidencias disponibles, están
lejos de haber garantizado.
Tercero; mas allá del salario y, mas precisamente, de la teoría en que se sustenta o se
critica su instrumentación como relación social de producción predominante en las
formaciones capitalistas, están las claves teóricas y procedimentales para el diseño de
estrategias conducentes a trascender dicha predominancia, lo cual podría evidenciarse en el
hecho de que aun las formaciones sociales que se han reivindicado y se reivindican como
postcapitalistas han preservado el trabajo asalariado como relación social para
operacionalizar la mediación entre la persona y sus medios de vida, como si hasta ahora le
hubieran sido esquivos los aspectos teóricos de este objeto, por lo que a la luz que se
pretende brindar a estos temas se impone una indagación profunda y extensa en el plano
teórico con miras al desciframiento de las requeridas claves para una teoría de la transición
postcapitalista.
Quinto, entre otros; más allá del salario en tanto relación social de producción
predominante en los sistemas capitalistas debe diseñarse e implementarse una relación de
nuevo tipo, basada en la lógica del trabajo, en la lógica de que la solidaridad entre la
sociedad y la persona individual medie el sustento mutuo entre ambas (sociedad-persona),
de manera que esta nueva relación social de producción pueda sustituir en el tiempo al
salario, dando nacimiento a un nuevo acople sustento-trabajo, con base en cuya
predominancia pueda ir configurándose una nueva forma civilizacional a escala social que
trascienda a la formación capitalista.
Para cada uno de los cinco sentidos apuntados adquiere importancia la valoración de
aspectos simbólicos, cosmovisionales, teóricos y prácticos, entre otros, vinculados a una de
las dimensiones de la identidad colectiva como es la identidad de clase, vista en este caso
no solo como la participación de la mayoría de la población del sistema mundo capitalista
de características socioeconómicas comunes resultantes de que de la relación social salario
derivan aspectos comunes de los modos de vida de las y los trabajadores y sus respectivas
familias, sino también como la toma de consciencia, el desarrollo de un sentido de
pertenencia y/o de la aspiración a pertenecer a (identificación con) ese grupo social que es
la clase social de las y los trabajadores.
Identificación esta sin la cual es poco probable que se desarrolle el asidero social en
el que se posibilite la activación de nuevas relaciones sociales que comporten un nuevo
acople sustento-trabajo con miras a los cambios civilizatorios post-capitalistas que emergen
en los horizontes teóricos, políticos y sociales de comunidades discursivas en este y otros
continentes, relaciones sociales viables en el sentido weberiano de poseer fortaleza y
adaptabilidad en términos de que determinada clase de acción pueda ser desplazada en el
curso del tiempo por otra, ya sea porque la acción humana esté dirigida conscientemente a
estorbarla, impidiendo su surgimiento y/o subsistencia mientras favorece la subsistencia de
la que se pretende erigir en su lugar, o sea porque el surgimiento y desarrollo de la nueva
acción “y sus condiciones determinantes de toda índole tengan como consecuencia
accesoria el hecho de que determinadas relaciones disminuyan progresivamente sus
probabilidades de persistencia o de nueva formación” (Weber, 2005: 33).
Es necesario destruir el viejo modelo de sociedad societal con todas sus formas
organizativas, estructuras de clases e instituciones (desde la familia y el sindicato hasta
el partido político y la iglesia), para producir un nuevo modelo de sociedad
postsocietal, una sociedad desprovista de vínculos, liberada de todo tipo de
compromisos y de contractualidades (desde las laborales hasta las matrimoniales), de
pertenencias e interdependencias, despojada de filiaciones; en definitiva una "sociedad
en redes" (network society), donde toda relación y compromiso se negocia, y toda
alianza no pasa de ser "estratégica" o simple "involucramiento", y toda asociación
queda sujeta a la ley de la oferta y la demanda.
Ello sin perder de vista la advertencia de Duch y Chillón (2010: 02) de que “esas
identidades presuntamente homogéneas ocultan la pluralidad social que de facto existe, (...)
por la creciente mezcolanza cultural, étnica, cultual e idiomática” y “que cada ciudadano es
en sí mismo plural, ya que tiende a identificarse con muy distintos imaginarios (…) ya
acuñados, y no con uno en exclusiva”.
Por el otro lado, nos interesa explicitar las condiciones comunes de vida
materializadas por obra de la relación social salario a propósito de identificar las
características compartidas que convierten en participantes de una misma clase social a las
personas cuyos modos de vida se articulan a las posibilidades materiales y espirituales que
ofrece su situación de asalariados, a la par que vislumbrar teóricamente los aspectos de
identidad colectiva contenidos en una nueva relación social de producción de tipo
sustentarial entre la sociedad y los individuos, a la que damos el nombre de sustentario.
En la dimensión social nos interesa ahondar en la referencia a los otros, que sirve en
el sistema social capitalista para definir la identidad de la clase trabajadora, así como las
condiciones objetivas (materialidad), subjetivas e intersubjetivas que deben garantizarse
para que cualquier proyecto post-capitalista incluya convicciones culturales en torno a la
alteridad y la otredad, respecto al otro de la clase trabajadora.
Respecto de estos objetivos nos resultarán del todo útiles aportes como los de García
(2008) quien logró analizar el vínculo entre clases sociales e identidad personal en
adolescentes escolarizados de Costa Rica; Várguez (1995), quien estudió la importancia del
trabajo como fuente generadora de identidad en un sector específico de trabajadores
desfibradores de henequeń en Yucatán (México), en relación dialéctica con otras fuentes de
identidad como la etnicidad, la ruralidad o urbanidad, entre otras.
Aportes estos que aterrizan en localidades específicas aspectos teóricos de los que
pretendemos servirnos para la realización de nuestra tesis doctoral y que señalan la
importancia del componente consciente de las identidades como sentido de pertenencia o
como aspiración a modos de vida racionalmente organizados en relación con el mundo
objetual, con los otros y con el sí mismo colectivo e individual, tanto para comprender
realidades sociales del sistema mundo vigente como para posibilitar el diseño de nuevas
estrategias destinadas a mejorar la situación de la humanidad que en él habita.
Aquí cobra valor también la conceptuación gramsciana del Estado (Gramsci, 1980)
en la que éste es interpretado desde su papel de educador (en cuanto a la creación de un
nuevo nivel de civilización y la promoción de la identidad a él inherente) que trabaja en la
formación de una voluntad colectiva, de una unidad moral, y por lo tanto, de la
estructuración del cuerpo social entero, no solo en el ámbito de sus aparatos ideológicos
sino, y en el caso venezolano más aún, en la esfera de los procesos de formación de
conciencia y capacitación que deben desencadenarse en las unidades productivas, pues al
decir de Mészáros (2009: 116), establecer un sistema basado en la solidaridad y control
social democrático de la economía y la sociedad requerirá “el cultivo consciente –no en los
individuos aislados sino en la entera comunidad de productores, independientemente de su
condición– de una intransigente consciencia crítica, aunada a un intenso compromiso con
los valores de la humanidad socialista”.
Referencias Bibliográficas
Mészáros, I. (2009). La crisis estructural del capital. Ministerio del Poder Popular para la
Comunicación y la Información, Caracas.