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4 Los primeros agricultores-ganaderos ALASDAIR WHITTLE Dramatis Personae El establecimiento de las sociedades de agricultores-ganaderos en toda Europa, desde el sureste hasta el noroeste, dur6 unos tres mil aftos, del 7000 al 4000 a.C. mas o menos. Los {iltimos mil aos, en cl intrincado mosaico de! norte y oeste de Europa, se tratan en otros ca- pitulos. El presente capitulo aborda los procesos iniciales que condujeron al establecimiento de las sociedades agricolas y ganaderas en gran parte de Europa, incluidas latitudes tan al nor- te como la franja sur de la llanura del norte de Europa, hacia el 5500-5000 a.C. La historia de esta transformacién es compleja, y varia de una region a otia. Cabria delimitar tres grandes re- giones que presentan un desarrollo particular, y que seran analizadas separadamente: el sures te-de Europa hasta la llanura hiingara; el Mediterraneo, desde Italia y Sicilia hasta el extremo occidente; y la Europa central y occidental, limitada por la lanura bingara y los valles fluvia-~ les del norte de Francia, excluyendo la lanura del norte de Europa, el sur de Escandinavia y las islas Britdnicas. La configuracién fisica de Europa hacia el 7000 a.C. recuerda uno de esos mapas de fa in- fancia, atestados de ejemplos de todas las caracteristicas geogrificas imaginables: mares inte- riores, peninsulas que despuntan, altas cordilleras montafiosas, rfos y llanuras, y también islas desgajadas de tierra firme y con formas extrafias. En aquella época la tierra estaba cubierta de zonas boscosas 0 arboladss. ¥ Ja poblaban, con densidades variables, numerosos grupos me- soliticos que vivian de la caza, la pesca y la recoleccion. Estos habitantes nativos tuvicron. que conocer {ntirhamente el medio en que se movian, algunos de forma més extensa, otros dentro de un territorio mucho més limitado. La contundente afirmacién que hiciera Hobbes en el si- glo xvi acerca de la vida de los primitivos -seres «solitarios, pobres, aviesos, brutales y bajos»— es totalmente falsa. En realidad fueron gentes avanzadas, es decir, técnicamente expertas en el arte de recolectar, recuperar y cazar, que sabfan manipular, y quizés también controlar, los re~ cursos naturales animales y vegetales disponibles, y vivir intensas vidas sociales. En este contexto, a partir del 7000 a.C. més o menos fueron apareciendo nuevos elemen- tos que cambiarfan para siempre la naturaleza de ese mapa. Se trata de materias primas que no eran originarias de Europa, como el trigo y la cebada, la oveja y Ja cabra y, tanto mas im- portante, una nueva serie de valores y de oportunidades. Lo que en parte define a las prime- ras sociedades agricolas y ganaderas o neoliticas es el cultivo de cereales y la cria de animales domésticos (vacas y cerdos originarios de Europa y también ovejas y cabras), aunque parale- Jamente Conservaran parte de’ sus viejos usos y recursos. También se définen por sus valores sociales, basados en una existencia sedentaria, en la adquisicién y almacenamiento de produc- Grecia y los Baleanes 139 tos y bicnes, en unos grupos unides por estrechos lazos de parentesco y antepasadés comu- nes, que ya presentaban una divisién simbdlica del mundo en distintas partes constitutivas y muchas veces opuestas. No cabe duda de que las materias primas cultivables procedian de fuera de Europa. Se ha confirmado que hacia el 7000 a.C. ya habfa sociedades de agricultores y ganaderos estableci- das en el Préximo Oriente; la historia de estos asentamientos es bastante compleja, cierta~ mente, pero a efectos de nuestra propia historia es un dato que hay que dar por sentado. Mientras que algunos sugieren que las ovejas habrian podido sobrevivir en el Mediterraneo occidental durante el filtimo glaciar y prineifiios del posglaciar como reliquias de poblaciones anteriores, la mayorfa de los estudiosos afirma ahora que la oveja fue reintroducida por gen- tes del Mediterraneo oriental o del Préximo Oriente. También es posible que los antepasados silvestres de trigos y cebadas se extendieran en origen hacia el sureste de Europa, pero lo mis probable es que los cereales y su cultivo fueran introducidos por gentes del Préximo Oriente. En cambio, los bévidos y los cerdos pudieron domesticarse localmente desde el principio en toda Europa, ya que.formaban parte de la fauna autéctona. Para que estos contactos y des- plazamientos iniciales tuvieran lugar, las gentes tuvieron que desplazarse y recorrer largas dis- tancias, Es posible que la distancia y la geografia no fueran entonces un obsticulo, o por lo menos no el obstaculo que imaginamos desde nuestro mundo actual tan repleto de barreras y fronteras. El problema més importante es dilucidar cucu fade © intruso, protagoniz6 los désplazamientos. bare er El establecimiento de sociedades agricolas y ganaderas en Europa pudo ser el resultado de la colonizacion por parte de gentes legadas de fuera en busca de nuevas tierras para unas po- blaciones en crecimiento O pudo resultar de las transformaciones de la propia sociedad au- téctona, ya técnicamente desarrollada y predjspuesta a nuevos cambios, y que habia adoptado y adaptado las nuevas materias primas del exterior para subvenir a las propias necesidades y de- seos. Pero de hecho, teniendo en cuenta el establecimiento y desarrollo posterior de las so- ciedades agricolas y ganaderas, no puede decirse que fuera un proceso unitario. En el sureste de Europa, la hipétesis mas probable’es la colonizacién, y en el 5000 a.C. ya habia aparecido tun paisaje fisico y social bastante complejo. En el Mediterréneo central y occidental, el cuadro parece algo més confuso, pero es probable que el papel de las comunidades nativas en la difu- sién de la agricultura y en Ja transformaci6n social fuera considerable; aunque el ritmo de cambio fuera, al parecer, mucho mis lento que en el sureste de Europa. En'la Europa central y occidental, la colonizacién vuelve a ser de nuevo la hipétesis més probable a partir del 5500 a.C, més o menos. Las primeras comunidades agricolas y ganaderas que colonizaron estas re~ gioncs templadas crearon una red muy caracteristica de aldeas y poblados que perdurarfan, en lo esencial, hasta el periodo que aborda el capftulo siguiente. Grecia y los Balcanes, desde el 7000 hasta después del 5000 #.C. El comienzo del Neolttico y el papel de las comunidades nativas. Sabemos muy pocas cosas de las comunidades originarias del periodo que, a grandes rasgos, discurre entre el 10.000 y el 7000 a.C. En la cueva de Franchthi, en el noreste del Peloponeso, se ha reconocido y.¢x- plorado una ocupacién mesolitica. En este yacimiento hubo desde el 10.000 a.C. una pobla- cién de cazadores-recolectores que’explotaron unaamplia gama de especies de caza mayor y menor, as{ como herbéceas y otras plantas autéctonas. En el octavo milenio a.C. se pescaba el 140 Los primeros agricnleores:ganaderas ay = oe 500 km cmt ee ig ie (aes Be 2 MAPA DE LOs PRINCIPALES YACIMIENTOS que se mencionan en el presente capizulo. atin desde el yacimiento —un atiin de un tamaiio suficientemente grande para hablar de pes ta de alturay se obtenfa obsidiana (un cristal volcénico que puede trabajarse igual que cl si: lex) de la isla de Melos. Pero en torno al 7000 a.C. la cueva experiment6 un cambio, y al pa- recer bastante répido. A partir de esa fecha aparecen el trigo escanda y la cebada, la oveja y la cabra, asi como artefactos de piedra pulimentada y cerémica muy simple. Estas innovaciones fueron paralelas al aumento del famafio del asentamiento, que se extendio més allé de la cue~ va. ¥ secontinuaron fabricando atiles liticos muy sencillos, como antes. Esta evidencia podria reflear la répida transformacion tanto de la base econémica como de Ia identidad cultural de In comunidad autéctona, predispuesta al cambio y en contacto por mar con las aldeas agrico- lasy ganaderas de Anatolia, La poblaci6n pudo experimentar una-expansi6n propiciada por los nuevos recurses y tal vez por un estilo de vida mas sedentario. 2 Otro candidato para la hipétesis de una transformaciOn autéctoria es un grupo de yaci- mientos mesoliticos ubicado en los defiladeros del Danubio, entre Serbia y Rumania, al sur de Grecia y los Balcancs. 141 Belgrado. Estas poblaciones locales explotaron ricos recutsos fluviales y forestales, y constru- yeron grupos de cabafas junto al Danubio, en Lepenski Vir y en otros yacimientos. La ocu- pacién pudo ser permanente, y contiene lugares sagrados y tumbas. En torno al 6000 a.C. se introdujeron plantas de cultivo, como en Grecia, y el aparente éxito de Ia poblacién existente pudo constituir la base para la adopcidn de nuevos recursos Pero este argumento puede no ser aplicable a toda esta regién. La evidencia de una po- blacién mesolitica en Grecia y de otra en los Balcanes no es suficiente. Es posible que esta po~ _breza arqueoldgica refleje solamente un nivel de investigacién inadecuado, o que sea resulta “do de los efectos negativos y engaiiosos de las fluctuaciones de! nivel del mar y de la linea de costa de las tierras continentales, pero también es posible quc los cazadores-recolectores, por tuna u otra raz6n, no se sintieran en su elemento en esta regién. No es impensable que las po blaciones colonizadoras procedentes de Anatolia y del Préximo Oriente ocuparan un paisaje relativamente vacfo. Los yacimientos neoliticos se definen por la presencia de trigo y cebada, de ovejas.y cabras, de bévidos y cerdos, y también de artefactos de piedra pulimentada, ceré- mica (aunque algunos de los yacimientos mis antiguos de Grecia pudieron ser acerdmicos), estatuillas de terracota y una cierta agrupacién de viviendas con estructuras de madera. Los yacimientos que presentan estas caracteristicas generales se encuentran desde Grecia hasta el sur de la llanuta héngara, y a ambos lados de los Cérpatos. ‘Las fechas de radiocarbono, que coms es sabido suelen ser inexactas en cifras absolutas, indican que los yacimientos més sep- tentrionales ~en Rumanfa, norte de Serbia, Croacia y sur de-Hungria— son también algo més tardios que los yacimientos més meridionales de Grecia, Bulgaria y el sur de Serbia. Esta co- rrelaci6n resulta compatible con una expansién de poblaciones neoliticas cada vez més densas hacia el norte’ También se documenta una expansién en otras direcciones, puesto que apare- cen comunidades neolfticas en Creta y en Chipre, dos islas que posiblemente estaban despo- bladas antes del-7000 a.C. (Un yacimiento recientemente descubierto en Chipre podria co- responder a una poblacién cazadora ligeramente anterior que exploté hipopétamos pigmeos, tal vez hasta su extincidn, péro no hay evidencia de continuidad hasta el Neolitico.) Por con- siguiente, parece que la principal caracterfstica de este periodo inicial del establecimiento de comunidades agricolas en el sureste de Europa fue la colonizacién. En efecto, la importancia que adquieren los lugares sagrados y el ritual en yacimientos mesoliticos como el de Lepens- iki Vir, en el Danubio, podrfa reflejar una reaccién autéctona frente al peligro de invasion de -un nuevo estilo de vida extraio La primera fase, hacia el 7000-5500 a.C. El estilo de vida neolitico tuvo que incluir cam- pamentos temporales, bases no permanentes de pastozeo y otros yacimientos de actividad.es- pecializada. Los rasgos més antiguos de este nuevo estilo, que aparecen en lugares como Ar- gissa, en Tesalia, se presentan en forma de pozos y hoyos mal definidos, que podrian reflejar este tipo de yacimientos. Pero, en la mayoria de los casos, el epicentro del asentamiento se desplazé a las casas, habitéculos de s6lida construccién pensados para una ocupacién perma- nente y agrupados en lo, que podriamos llamar aldeas y poblados. La unidad arquitecténica bisica cra la casa de una sola habitacin, cuadrada o rectangular, por Io general con armazén de madera y techumbre de argamasa o de arcilla, pero cimentada sobre piedra, a veces con adobes, como en Grecia y el sur de Serbia. Se conocen ejemplos de vivienda de hasta 12 me- t1os de longitud, aunque son m4s corrientes los tamaiios inferiores. Solfan tener una tinica en- trada y un horno de arcilla junto a la pared del fondo o lateral. En la avanzada fase de Sesklo, en el sur-de Grecia, algunas casas ya tenfan basamentos y otras eran de dos pisos. Es posible que algunas casas se pintaran. En general, se trata de casas aisladas, si bien se conocen ejem- plos de casas de adobe interconectadas, como en Anza, cerca de Skopje. Es sumamente difi- l \ j 142. Los primeros agricultores-ganaderos cil, a partir de una sola construccién, interpretar fa clase o tamafo de Ia unidad social que al- bergaron estas casas, pero Ia evidencia tenderia mis bien a sugerir familias individuales (ui otro tipo de agrupacién), cuya individualidad queda reflejada en unos espacios de vida separados y concentrados literalmente alrededor de! hogar doméstico. Pero segiin todas las apariencias, las edificaciones aisladas fueron excepcionales. Las casas estaban proximas unas de otras. En Nea Nikomedeia, en Macedonia, se descubrieron seis casas agrupadas alrededor de un edificio ma- yor. Hay yacimientos donde las casas estan claramente alineadas en hileras, separadas entre si por callejones estrechos, como en Otzaki, en Tesalia, y en Karanovo, en el sur de Bulgaria. La tunidad social individual formaba, pues, parte de'un todo mayor. El tamaito del yacimiento va- Ha, tanto por lo que se refiere a la superficie como al naimero de viviendas. Se estima que cn tuna determinada fase de Karanovo, tal vez uno de los yacimientos més grandes, pudo haber mis de sesenta casas. Tanto los edificios como las maquetas de casas hechas de arcilla que se han descubierto sugieren que algunas de estas estructuras pudieron ser recintos sagrados; uno de los candidatos a tal funcién es el gran edificio central de Nea Nikomedeia: Un sistema co- min de creencias pudo mantener unidas a unas comunidades que presentan escasos 0 nulos indicios de diferenciacién interna. Las tumbas mas conocidas proceden del interior del érea de asentamiento, casi siempre cn pozos excavados junto a las casas. Los muertos parecen enfati- zar la impoftancia de la unidad doméstica. Una caracteristica que aparece con frecuencia es la meticulosa eleccién.del emplazamien- to de los asentamientos, situados casi siempre en lugares de facil acceso a una seri de suelos idéneos para el cultivo y para el pastoreo. Los principales yacimientos del valle del Maritsa, en el sur de Bulgaria, distaban pocos kilémetros unos de otros, y todos estaban situados en las proximidades de las zonas de suelos mixtos. En la llanura meridional hingara hay verdaderas hileras de asentamientos a lo largo de los, margenes de las cuencas fluviales, que aprovechan los suelos de terraza para el-cultivo, y las tierras de aluvién y otras zonas para el pastoreo, la pesca y la caza, Otra de las caracterfsticas fundamentales es el tiempo de ocupacién de los ya- cimientos, Ahora hay mds yacimientos que en el Mesolitico, pero puede que muchos de ellos se ocuparan durante periodos relativamente breves. Por ejemplo, puede que la hilera de asenta- ‘mientos del valle de la llanura hiingara refleje en realidad ocupaciones sucesivas. En cambio, en Grecia y en el sur de los Balcanes, hay muchos yacimientos que se ocuparon una y otra vez, y la formacién de timulos o tells se debe a la acumulacién de restos de casas derrumbadas y de otros desechos. En cl interior de un tell suelen distinguirse varias fases de ocupacién y a ve~ ces incluso fases de abandono. La altura y la superficie de algunos tells son modestas, espe- Galmente ei el norte de la regi6n. Pero otros legaron a alcanzar tamafios impresionantes. Ka ranovo, en uso todavia a principios de la Edad del Bronce, lleg6 a alcanzar una altura maxima de 12 metros, cubriendo una superficie de unos 250 por 150 metros. En su primera fase se identificaron tres niveles de construcciones de un grosor de entre 0,6 y 1 metro, y su segun- da fase deparé vestigios de dos niveles de edificacin de entre 1,75 a 2 metros de alzada, Es- tas fases cubren un lapso de tiempo de siglos, entre el 7000 y el 6000 a.C. Hay muchos otros grarides tells, como los de Argissa, Sesklo y Sitagroi, en Grecia; los de Azmak, Ezero y Yasa- tepe, en Bulgaria, y los de Startevo y Vinta, en Serbia, Esta letania de nombres ya clasicos re- vela no s6lo la cantidad de investigaciones realizadas en el area desde el siglo xrx, sino tam- bién el éxito de los asentamientos que acabaron en tells. Los primeros agricultores y ganaderos cultivaron cereales y criaron ganado doméstico. Cultivaron distintas clases de trigo (escanda, carraén, espelta y asmidonero) y de cebada (de dos y seis hileras, vestidas y desnudas). Utilizaron, y seguramente cultivaron deliberadamen- te, legumbres como el guisante, la lenteja y la arveja. También usaron bellotas, olivas, pista Oy Grecia y los Balcanes 143 RESTOS DE UNA CASA en uno de los estratos de Ia Edad del Cobre del tell de Durankulak, distrito de Dolerié, nores- te de Bulgaria chos, cerezas y ciruclas, y posiblemente muchas otras plantas silvestres. Nuestro conocimien- to del uso de cultivos y plantas mejoraré notablemente el dia en que en las excavaciones em- piecen a utilizarse sistematicamente técnicas adecuadas para la recuperaci6n de los residuos ve- getales. En las excavaciones de Anza se recuperaron muestras mediante cribado con agua y mediante flotacién. Parece que el sustento principal fue el trigo escanda, complementado con pequefias cantidades de trigo carra6n, cebada desnuda de seis hileras, guisantes y lentejas. En un antiguo depésito del yacimiento se encontré trigo almidonero. Los principales animales domésticos encontrados en la mayoria de los yacimientos son la oveja, la cabra, los bovidos y el cerdo; y también el perro. Siguié practicindose la caza mayor, como el ciervo, y abundan los hallazgos de huesos de caza menor y de aves. Cuanto sabemos de la pesca procede sobre todo de los yacimientos més scptentrionales, como el grupo de Startevo-Kérds, donde apare- cen espinas de siluro y de lucio, dos especies muy bien representadas. Parece que en el yaci- miento de Riszke-Ludvar se lavaba el pescado capturado y se ponia a secar en grandes canti- dades. La lista de las especies animales correspondiente a un solo yacimiento, el de Startevo, cerca de Belgrado, ilustra la gran diversidad féunica existente. Ademés de los animales do- | 144 Los primeros qaricultares-gannderas mésticos, se encuentran también el ciervo y el corzo, los bévidos ¥ los caballos salvajes, asi como el jabali; también hay castores, zorros, lobos, oss, tejones, nutrias y gatos salvajes, pa- tas y gansos salvajes, cisnes y' depredadores; y lucios, earpas, siluros y bremas Pese al etimulo de conocimientos de que disponemos sobre los recursos que se utilizaron, resulta dificil valorar su importancia'relativa. Un cémputo superficial de los huesos que se han | conservado -teniendo cn cuenta incluso el posible efecto de las pricticas de matanza y dese cho en la preservacién del material 6seo~ sugiere que los animales domésticos fueron cuanti- tativamente mucho mrs importantes que las especies salvajes, especialmente en Grecia y en el sur de los Balcanes. Por lo que a la representacién de los animales domésticos se refiere, no parece que hubiera una pauta simple. En algunos yacimientos la oveja y la cabra parecen do- i minar numéricamente, en otros predominan los bévidos y los cerdos, mientras que en otros lugares parece existir un equilibrio entre todos ellos. Pero puede que sea cierto que la oveja y la cabra fueron més importantes en el sur de los Balcanes y en Grecia que en el norte. En Anza se confirma un descenso gradual, y cuantificable, de Ia importancia de los c4pridos en la se- cuencia de ocupacién. En cambio, en Sitagroi, en el norte de Grecia, segiin las muestras re- cuperadas de un tell, la oveja y la cabra predominan de nuevo en las fases iniciales, pero me- nos que en ot0s yacimientos del norte de Grecia, como en Argissa 0 Nea Nikomedeia, Los animales domésticos habrfan proporcionado carne, cuero y lana (si bien parece que esta ilti- ma s6lo adquiere importancia mucho més tarde), leche y sangre. Tuvieron que ser posesiones importantes en s{ mismas. Tampoco sabemos con certeza cuales fueron las plantas més im- portantes desde el punto de vista alimentario, aunque se cree que fueron el trigo y la cebada, En suelos favorables, cl cultivo de cereales tuvo que ser sumamente rentable, especialmente importante en la produccién de pan, galletas y gachas para consumo diario, pero también como un recurso susceptible de almacenamiento para tiempos de escasez. Los trigos almido- > nero y espelta son hexaploides, genéticamente més complejos, e ideales para hacer pan, mu- 3 cho mejores que las especies escanda o carraén, cuya harina contiene menos gluten y por lo tanto no sitven més que para hacer galletas. No sabemos qué fue mAs importante para la sub- sistencia, si el cultivo de plantas o la crfa de animales domésticos. Pero seguramente la econo- mfa de subsistencia no fue una economia especializada, sino que estarfa basada més bien en tuna explotacién combinada de determinados recursos domesticados y silvestres/salvajes, lo que sin duda habria supuesto una ventaja considerable, dado que la diversidad actéa como un amortiguador contra el posible fallo de uno de los recursos. En este sentido, la economia del primer Neolitico no habria representado algo totalmente nuevo, sino més bien una acelera: | cién de las tendencias mesolfticas ya existentes. ‘Los recursos a disposicién de los primeros agricultores-ganaderos eran variados, adapta- bles y productivos. Pero no conocemos ni su volumen ni las bases de su utilizaci6n. Las agru- paciones de viviendas individuales que encontramos en muchos asentamientos sugieren més bien que la célula humana bésica en torno a la cual se organiz6 la agricultura fue la unidad \ doméstica, constituida quizés por familias individuales. La existencia de poblados implica también un ethos de cooperacién, que pudo extenderse también a las tareas de deforestaci6n, i cultivo,-cosecha, ctianza, pastoreo y matanza. Gran parte de la vida neolitica se habria desa- rrollado en un radio relativamente pequeiio alrededor de los asentamientos, conformando un espacio que permitia satisfacer las necesidades del ciclo agropecuario anual, aunque el pasto- ; reo y la caza obligaran 2 determinados individnos a alejarse yn poco mas. No sabemos si los primeros agricultores-ganaderos yivieron a un nivel de subsistencia basica o si deseaban o pu- dieron intensificar su produccién agricola. La evidencia es fragmentaria y contradictoria. Los andlisis de polen disponibles para la regién sugieren que, en esta ctapa inicial, la escala de de- Grecia y los Baleanes. 145 VASHIA PINTADA EX ROJO SORRE BLANCO de los niveles neoliticos del cell de Tsani, Tesalia, noreste de Greci forestacién del bosque fue limitada; y ademis se encuentran pocos titiles Ifticos relacionados con esta dura tarea. Pero al mismo tiempo, en snelos favorables y bien regados, el rendimien- to cerealistico tuvo que ser alto, y la existencia de pastos habria asegurado una notable densi- dad animal, en forma de rebafios y ganado, Es lo que evidencian algunos yécimientos, como los de Chevdar y Azmak, en Bulgaria, donde se constatan cosechas més 0 menos puras de de- terminados cereales y legumbres; en Chevdar, también hay evidencia circunstancial de rota- cidn de cultivos de trigo escanda, de cebada y legumbres. Algunas muestras més 0 menos pu- ras contienen restos aislados de otras especies; lo que puede interpretarse como un vestigio de cosechas anteriores en la misma parcela. Por lo tanto, algunas unidades domésticas o asenta~ mientos individuales habrian tenido la capacidad de intensificar su nivel de produccién agri- cola. En un sentido muy real, los asentamientos mayores pudieron ser también los mis pr6s- eros. 7 Pese a que algunos de los yacimientos griegos més antiguos fueron acerémicos, la presen cia de una cerdmica bien moldeada es caracteristica del Neolitico de la regién. La secuencia griega muestra que las cerémicas ~simples cuencos y jarras, todos hechos a mano- fueron ini- cialmente lisas, y que més tarde se decoraron con infinidad de motivos geométricos. Otro de Jos oficios importantes fue la talla de sflex y de obsidiana para fabricar titiles cortantes, y la concha se trabajaba para ornamentacién. Aparte de su interés técnico y artistico intrinseco, re- velan sobre todo las relaciones sociales de las primeras comunidades agricolas y ganaderas, Los estilos cerimicos pueden constituir algin tipo de clave para cl conocimiento de la identidad social. En el norte de Grecia los estilos decorativos varian de forma considerable de un yaci- 146 Los primerosagricuburcs-aanaderos ectamente diferenciable de la cerimica de otras re= miento a otro, pero como conjunto es p i giones, Asi, las cerimicas pintadas de rojo-sobre-blanco eran muy populares en el norte de Grecia, mientras que en los niveles mis antiguos de la secuencia de Karanovo domina la cent, ‘mica de blanco-sobre-rojo. La cerimica pudo ser un elemento emblemitico de identidades loc cales o.regionales. Establecerse y vivir en ascntamientos mas 0 menos permenentes implicaba necesidades sociales diferenciadas: por un lado, la necesidad de definir la pertenencia al giu- Po social inmediato con acceso a recursos clave; y por otto, la necesidad de evitar el atlas iiento y establecer contactos a larga distancia, aunque s6lo fuera para mantener abiertas las redes de reproduccién. Ast, la obsidiana que aparece en los yacimientos del novte de Grecia 70 cf del lugar, sino que procede, con toda seguridad, dela isla de Melos, bastante mis al sus ‘También aparecen en toda la vegién abalorios y brazaletes hechos de conchas Spondylus, que \3 procedtan del Egeo. No sabemos sila presencia de estas materias primas (o de los objetos fi- i bricados con ellas) obedece a una demanda deliberada a larga distancia 0 si es el resurtata cs tuna serie de transacciones de émbito menor; por ejemplo, un producto del intercambio de don nes. To importante es que demuestra, de nutevo, la realidad de unos contactos a larga dietan, cia entre las primeras comunidades agricolas y ginaderas. 3En muchos yacimientos se han descubierto estatuillas de terracota. Suelen ser tanto 200- mérficas como antropomérficas, sobre todo femeninas, Las estauillas son muy variadas Less suras femeninas suelen ser més bien pequeiias, por lo general en posicién erguida, sedente o en Giicillas. Aparecen con los brazos cruzados, apoyados en sus caderas, o a lo largo del cuerpo. Tos rostros suelen ser mas bien insulsos,y algunos parecen incluso méscatusla cabeza swclency alargada o tener Ia forma de cetro, En cambio, las extremidades inferiores y las partes sexnales | {uclen serlos clementos més exagerados. En la fase de Sesklo, en Tesalia, que date del soree vt lenio 2.C., las estatuillas ya son mas elaboradas: ojos en forma de granos de cereal, detalles en | cabello y rostro y pinturas mucho més decorativas. Este tipo de figurillas aparece en toda Sion. Hay estilos que conocen una ampliadifusién, como las estatuillas con cabeza en fora do cre, Rane cecorativo, que se encuentran en yacimientos muy alejados unos de otros, come fa Nea Nikomedeia, Macedonia, y en Staréevo, en el norte de Serbia. También se has dan bierto diversas estatuillas zoomérficis, as! como mesas y aras en miniatura, y ‘maquetas de casas ¥ de santuarios. Se conocen algunos ¢jemplares muy bien conservados, aunque la redidad qucolégica no suele ser, por lo general, tan generosa, En el yacimiento de Divostin, en Serbia, Por ejemplo, todas las estatuillas zoomérficas y antropomérficas de la fase de Starteve ee rene peraron en estado fragmentario, Betas estatuillas suelen interpretarse no como meros juguetes, sino como objetos rituales 0 de culto, y su «imaginario mitico», como lo ha calificado una antoridad, puede coneide ese parte de un conjunto muy importante y extenso de creencias religiosas o espirituales, Sin or slobal del mundo simbolizado por estas estatuillas, pese a los intentos habidies por reconstruir tun panteGn muy concreto, pero hay ciertos temas que no estin a nuestro alcance. El muna aparece dividido en partes diferenciadas, humana y animal, y quizés también humana y divina, y silvaje y doméstica. Hay ui Enfasis en la reproduccién femenina. Las estatuillas clon on i ponttarse dentro 0 cerca de las casas, en el interior de los asentamientbs y,en el caso de Nea Ni Komedia, en uno de los edificio mayores, como si estuvieran reforzando le identiced te uni- dad doméstica, Puede que, en esta fase, el culto fuera accesible a todos, La veces distribucion Grecia y los Balcanes. 147 Evoluciones, desde cl 5500 hasta después del 5000 a.C. La existencia, bien documentada, de varios desarrollos y evoluciones en los diltimos siglos del periodo que aqui abordamos es ya de por si una medida del éxito del estilo de vida neolitico en Grecia y en el sureste de Europa. En el lapso de quizds cincuenta generaciones o mas, las comunidades neoliticas ya aparecen ple- namente integradas en el paisaje. A finales del sexto milenio a.C., el mapa arqueolégico de su distribucién es muy denso. Se conocen muchos yacimientos. Alguitos son fundaciones mis antiguas ~que datan de la fase del establecimiento inicial— que siguen ocupadas. El tell de Ka- ranovo constituye un ejemplo clisico de esta continuidad. También datan de esta época otros grandes tells, como el,de Gomolava, en el valle del Sava, al. noroeste de Belgrado. Segura- mente, los grandes yacimientos, ya fueran antiguos o nuevos, ganaron en importancia en esta fase, tanto desde el punto de vista de la concentracién poblacional, como de la capacidad pro- ductiva y del control del culto y de otros papeles sociales relevantes. No existe evidencia clara de que los tells, en su mayorfa, estuvieran defendidos o cercados, y el marco superficial que aparece es todavia el de un paisaje social relativamente ordenado. Si bien el tamafio de las ca- sas experimenta un cambio, puesto que ahora son mayores y con subdivisiones en el interior, los tells como el de Karanovo no aportan ningéin indicio de diferenciacién interna en los asen- tamientos, Sesklo, en Tesalia, podria ser una excepcién: se trata de un yacimiento del sexto mi- lenio a.C., donde se ha descubierto un érea central algo més elevada que contiene un recinto interior con un gran edificio rodeado de otros mas pequefios. El yacimiento de Dimini, tam- bién en Tesalia, correspondiente al quinto mileniio a.C., representa otto tipo de desarrollo: un rea central bien definida, tal vez. fortificada con muros de piedra, que contiene un gran edi- ficio central © megaron con un patio alrededor. Bl patron de asentamiento no fue siempre el mismo en la regi6n, En la llanura del sur de Hungria, los asentamientos de la fase de Tisza, de principios del quinto milenio a.C., aparecen mas concentrados. Aiora hay menos yacimie1 tos, pero mayores, y los primeros auténticos tells de esta regién son de esta época. Otro ind cio de desarrollo es la 6cupacién, con fines agricolas, de 4reas anteriormente infrautilizadas desechadas, Ejemplos de este proceso serian el bajo Danubio o el rea del Dobrogea, en Ru- mania, las zonas mAs occidentales de Bosnia, los margenes de la cuenca cérpata alrededor de la llanura hiingara, y los valles fuviales que bordean la éstepa del noreste de los Cérpatos. En el Dobrogea, por ejemplo, aparecen asentamientos en una region antes escasamente ocupada. Asociadas a estos asentamientos se han descubierto distintas necropolis. Algunas tumbas des- tacan por sus estatuillas antropomérficas, entre ellas una excepcional figura masculina seden- te con la cabeza en las manos. Algunos de estos detalles podrian deberse a Ja aculturacién de las poblaciones autéctonas, mientras que el resto revela, sin duda, un proceso de colonizacién ininterrumpida. En el Ambito de la subsistencia, parece que hubo menos cambios discernibles. Las espe~ cies animales del yacimiento de Gomolava, por ejemplo, son muy parecidas a las que aparecen en Staréevo, correspondiente a una fase anterior. Predominan los animales'domésticos, pero también hay restos de caza mayor y menor, de aves y peces. Pero en muchos yacimientos se aprecia una clara tendencia aun aumento de los bévidos, y una cantidad mayor de vacuno po- dria reflejar diversos cambios: un, cambio en el valor o valoracién de la especie; éit las prefe- _ rencias dietéticas; en la continua adaptacién al medio europeo, o una creciente habilidad para domesticar la fauna local. La llanura hiingara y sus alrédedores proporcionan buenos ejemplos de domesticacién. De acuerdo con los estudids realizados all, el vacuno no empieza a ser re- levante hasta la fase de Tisza, a principios del quinto milenio 2.C. En esa fase yz ¢s la especie principal: la cada de bovidos salvajes es localmente importante, y hay indicios de domestica- cién local en los margenes de la Ilanura. También se cultivan las mismas plantas comestibles, 148 Los primeros agriculrares-qanaderus pero no sabemos gran cosa sobre los cambios que pudieron tener lugar en el ambito de la de forestacién o de Ia intensificacin de los cultivos Es también en esta fase cuando empieza la manu Su desarrollo refleja una mayor destreza artesanal y acaso también cl inicio de Ia especializacién artesana. Pero los, primeros objetos de cobre son modestos. Incluyen abalorios, broches, anzuclos y punzones, batidos directamente sobre cobre autéctono o bien fundiendo previamente el mineral para luego batitlo hasta darle forma. El ripido desarrollo, y a gran escala, de la extraccién de mi- neral y de la fundicién en moldes se tratard en el capitulo siguiente, La continuidad de la tra- dicién cerémica y la circulacién de tems importados y de materias primas a través de redes de intercambio fixeron asimismo importantes. Por ejemplo, los yacimientos de Tisza, en la llanu- ra hiingara, obtenian sflex, obsidiana y hachas de picdra de los mirgenes de! altiplano, a unos 150 kilémetros de distancia, y cerdmica fina del grupo vecino de Biikk. tura del cobr CCAREZA DE TERRACOTA de ue gran estatuilla del yacimiento- cultura de Vinéa; en Predionica, Serbia. Grevin y los Baleanes 149 TAMLILLAS DE ARCILA.A con inscripciones procedentes del tell de Tartiria, Transilvania, oeste de Rumania La tradicién. de objetos rituales tampoco se interrumpe, pero se perfecciona. Las estatui- llas presentan ahora una variacién mayor entre una regién y otra. En la cultura de Vinta, en Serbia, que debe su nombre al tell préximo a Belgrado, aparecen estatuillas antropomérficas con brazos rechonchos y piernas apenas insinuadas; hay muchas figuras en posicién sedente. Encl cuerpo hay incisiones y pinturas decorativas y orificios para insertar accesorios: El rostro es exagerado, a veces de forma casi triangular, con nariz. prominente-y ojos grandes, lo que les da una apariencia felina-En la cultura de Tisza también se producen estatuillas muy perfec- cionadas, algunas profusamente decoradas, con adornos en forma de incisiones y cortes, y también vasos antropomérficos con.el mismo tipo de decoracién. En Tartiria, Transilvania, en-Rumanfa central, en un pozo que también contenia estatuillas antropomérficas, se encon- traron tres tablilas de arcilla sin cocer con tuna serie de s{mbolos harto enigméticos y repre- sentaciones de uno 6 més animales. Esto’ stems parecen reflejar la importancid creciente del culto y del ritual. Ahora los objetos no son solo mas complejos, sino que sugiefen una cre- 150. Los primeras agricultores-qanaderas LVASHA ANTROFOMORFICA DECORADS (iogiierfa) de Ih cultura de Tivza, Seegvie Tizkaves, sureste de Hungria, YASH ANTROPOMONEICA (abajo) de fa cultura de ‘Tisza, en Kokénydomb, sureste de Hungia. La Figura femenina sedente lleva decoracion y fornamentos en los brazos, ciente concentracién de las prdcticas y del control del ritual en determinados yacimientos. En cl caso de Tisza, esta evidencia coincide con unos asentamientos mayores y rds compactos; en el caso de Vinéa y en el resto, los tells de mayor volumen parecen concentrar ana mayor cantidad de items rituales. Este desarrollo podria ser una nueva clave para abordar la naturaleza cambiante de las pri- meras comunidades agricolas. Los asentamientos no parecen reflejar diferenciaci6n interna, y ¢s posible que existiera una unidad conceptual entre comunidades muy didpersas, una unidad que habria seguido manifesténdose a través de una tradicion comin de creencias religiosas 0 El Mediterrénico central y occidental 131 espirituales, de vinculos expresados en estilos ceramicos y a través del intercambio de objetos. Pero existian factores potenciales de diferenciacién social, derivados de un paisaje progresiv mente més estable y de la enorme capacidad productiva de la explotacién mixta de cereales v animales domesticados, sustentada ademés en una fauna y flora salvajes. Este proceso parece encontrar su expresién en la creacién de yacimientos mayores. Es posible que algunos pobla- dos adquirieran un papel dirigente a nivel regional, en forma de ayuda a la poblacién y ala produccién agricola, 0 destacando en la prictica de rituales importantes y en el manten miento del intercambio. Si bien pudo seguir predominando una combinacibn de unidad do- méstica y poblado. Pero en esta fase apenas hay indicios de otras diferencias sociales. La ma- yorfa de enterramientos siguen practicdndose dentro de los asentamientos. Las necrépolis del Dobrogea son una excepcién, y las pequefias necrdpolis préximas a los grandes yacimientos de Tisza podrfan sugerit la emergencia de linajes distintos y separados. El Mediterrdnco central y occidental, desde el.7000 hasta después del 5000 a.C. El trasfondo native. Al revés de lo que ocuire en Grecia y en los Balcanes, en casi todo el Mediterraneo central y occidental hay evidencia clara de poblaciones mesoliticas autéctonas. Ea la Grotta dell’Uzzo, en el cabo San Vito, al noroeste de Sicilia, hay presencia de cazado- re y pescadores desde el 9000 a.C. Hay explotacién de plantas alimenticias y de animales de caza. Desde aproximadamente el 6500 a.C. se constata un aumento de Ja pesca en el yaci- miento (aunque no-es seguro que fuera de altura). Se conocen muchos otros yacimientos pa- recidos en zonas de la penifnsula italiana, en el sur de Francia y en zonas de Iberia. Los con- cheros de los estuatios del Tajo y del Sado, en la costa atlantica portuguesa, evidencian ocupacién desde el 6500.a.C. y una poblacién bien establecida con movimiento anual limita- do. En algunas islas, como Cércega, Cerdefia y las Baleares, la evidencia de colonizacién se re- monta al 9000 a.C., y se documenta el uso de embarcaciones. Por desgracia sabemos muy poco sobre la evolucién de las costas norteafticanas; futuras investigaciones en la zona podrian cambiar radicalmente nuestras perspectivas. El nivel del mar habfa subido y la vegetaci6n se habfa hecho més frondosa. Las zonas costeras.¢ interiores, ahora més diversificadas y con un relieve més abrupto y cambiante, ofiecfan a los grupos humanos allf establecidos alimentos y recursos inuy vatiados, como la caza (inchuidos el ciervo y el fbex 0 cabra montés), la pesca, Jos moluscos y las plantas. En las islas del Mediterraneo occidental, en cambio, la-gama de re- cursos es més restringida: la fauna nativa de las Baleares estaba constituida pot el rumiante enano rupicaprino Myotragus balearicus, y la de Cércega y Cerdefia por una especie autécto- na de liebre, la Prolagus sardus, y por el ciervo Megaceros cazioti, unas especies que se éxtin- guieron después de! 7000 a.C. La introduccién de la agricultura en esta zona es atin més dificil de analizar qus en otros yacimientos. La investigacién ha sido desigual, y la elevacién del nivel del mar y los cambios del perfil terrestre pudieron inundar o camuflar yacimientos o reas de especial relevancia. De acuerdo con el estado actual de la evidencia, Ja introduccién de la vida sedentaria y-del culti- yo se debe a la colonizacién por mar desde el sur de Ttalia y el este de Sicilia en algéin mo- mento después del 7000 a.C.,.pero también se constata que en las zonas més septentrionales y o¢cidentales la adopcién de materias primas neolfticas fue mucho més gradual, en un dilata- do proceso que duré desde después del 7000 a.C, hasta al menos el 5500 a.C. Cércega y Cer- defia introdujeton la oveja, la'cabra, él vacuno, el cerdo e incluso el ciervo, péro en Occiden- te el ganado lanar pudo preceder al resto de animales domésticos. Parece que la adopcién del 152. Las primeros agricultares-qanaderes cultivo de cereales fue atin nvis lenta. La cerimica se adopté muy ripidamente en toda la zona, Pero conservando las tradiciones indigenas de Ia talla del silex. Todo lo cual signitica que la adopcién de elementos del estilo de vida neolitico por parte de las comunidades autéctonas fue un proceso gradual Italia meridional y Sicilia oriental.. Hay muchos yacimientos del primer Neolitico‘en el sur de Italia, en Apulia y Calabria, y en el este de Sicilia. Las recientes exeavaciones realizadas en Calabria han permitido incrementar de forma espectacular el namero de yacimientos co- nocidos. Algunos de ellos son ocupacionés al aire libre y, como en los Balcanes, tuvo que ha- ber una serie de campamentos especializados y de corta duracién. Sin embargo, los yacimien- FOTO AEREA VERTICAL del recinto con fosos miltiples de Passo di Corvo, en la llanura Tavolieré, Apulia, sur de Ita lia. Es posible.que los recintos con foso situados dentro de los perimetros delimitaran pequelas coneentraciones de casas y otras estructura, El Mediterrdinca central y occidental 153 tos mis evidentes y hasta ahora los mejor conoci yy numerosa de re rodeados de grandes fosos. Se concentran en la llanura del Tavoliere, en Apulia, pero en Sten- tinello y en otros yacimientos de Sicilia oriental también aparecen yacimientos anélogos. tos recintos aparecen delimitados por uno o varios fosos exteriores que encierran en su inte- rior varias agrupaciones circulares también con fosos alrededor, pero mas pequeios, de unos 10 metros de diametro o mis, que contienen a su vez un conjunto de casas con estructuras de madera, posiblemente rectangulares. Casi todos estos yacimientos se descubrieron desde cl aire. La cantidad y el didmetro de’los fosos varia de un yacimiento a’ otro, asi como el nfime- ro de agrupaciones interiores que conticnen. Pocos se han excavada.a conciencia, aunque la Investigacion actual ha mejorado notablemente. Passo di Corvo es el mis grande: aleanza unas dimensiones de $40 por 870 metros, tiene tres o mas fosos a su alrededor y mis de 100 agru- paciones independientes en su interior. La Quercia no contaba con menos de ocho fosos con- céntticos, Los grandes yacimientos, como el de Posta ¢’Innanzi y el de Amendola, contrastan con otros recintos mucho menores y con yacimientos que contienen agrupaciones pero sin fo- 508 a su alrededor. Hay evidencia de que los yacimientos més grandes fueron también mds tar- dios que los demés. ‘Un estudio ha constatado que estos recintos se ubican en la périferia de las zonas de suelo mis ligero y fertil, pero préximos también a suelos aluviales mas pesados. Tal como se presen- ta actualmente la evidencia, parece confirmar la introduccién de cereales cultivados y de gana~ do lanar, vacuno y porcino, pero existe muy poca informacién sobre los detalles de la econo- mia agricola de gsta regién. Pero un posible indicio de las caracteristicas que acompaiiaron la introducci6n de las distintas plantas de cultivo es su aparicién simulténea en la secuencia de ia Grotta dell’Uzzo, posibleniente de la mano de una poblacién autéctona. También se siguieron gjerciendo otras actividades, como la pesca, ahora centrada en'la ballena, lo que reflejarfa sin duda un mayor dominio del arte de la navegacién. Es posible que las poblaciones nativas del otro lado del Adriético y del mar Jénico‘adquirieran, intercambiaran‘o robaran cercales y ani- males domésticos, pero la hipétesis de una colonizacién por mar es igualmente factible. El sur de Italia y el este de Sicilia, junto-con Creta y Chipre, habrfan sido zonas colonizadas por mar a ptincipios del Neolitico. Otro elemento comin o parecido seria la relativa ausencia de pobla~ cién mesolitica en el sur de Italia y en el este de Sicilia. Entre los escasos ejemplos conocidos estaria el yacimiento de la costa suroriental de Coppa Nevigata, que contiene tiles Iiticos de estilo indigena y una cerémica muy temprana; su fecha exacta ¢s incierta. No sabemos exactamente cuando empezé el Neolitico en esta zona, ni su antigiiedad. Hay més yacimientos pertenecientes al sexto que al séptimo milenio a.C. Muchos yacimientos neo- liticos se caracterizan por Ja presencia de cerdmica. En todo el Mediterraneo central y occi- dental aparece la ceramica impresa, un surtido muy variado de cuencos, platos y Vasijas deco- rados con diversas impresiones. En el sureste-de Italia se encontré también ceramica de pintura roja con incisiones muy finas. La secuencia evolutiva no se ha establecido con certeza, pero es posible que las cerémicas pintadas fueran introducidas en torno al 6000 a.C., poco tiempo después de la aparici6n de la cerdmica impresa, y que postcriormente se hicieran mas sofisticadas. Lo cual podria indicar algiin tipo de especializacion artesanal o incluso algin con- tacto regular con Grecia y los Balcanes, donde la cerimica pintada era de uso cortiente, pero nos ayuda poco a conocer los origenes. El Mediiterrinco central y occidental (excepto el sur de Italia y Sicilia). No es probable que la difusi6n de! modo de vida neoltico al resto del Mediterréneo fuera el resultado de una colonizacion por mar; a menos que todos los yacimientos antiguos més relevantes fueran cos- teros y hubieran quedado sumergidos por la elevaci6n del nivel de! mar. Con todo, el con: 154 Los primeros agricultaresqanaderos tacto por mar es posible, va que aparecen diversas innovaciones que no encajan fécilmente en la categoria de meras difusiones por las costas mediterrineas. Seguramente, la adopeién de materias primas y de items materiales neoliticos fue responsabilidad de las comunidades na- tivas, aunque se produjera de forma gradual. Las tradiciones locales de la talla del sflex se mantuvieron cn casi todas las areas. En el séptimo milenio a.C. se introducen en Cerdefia el ganado lanar, el bovino, el porcino ¢ incluso el ciervo, asi como la cerdmica impresa, y en Cércega la oveja, Ja cabra y el cerdo. Pero mis all4 de estas islas los primeros animales do- mésticos fueron, al parecer, la oveja y la cabra, seguidos mas tarde de los demés. En el sépti mo milenio a.C. se extendié también el uso de la cerimica, pero los cereales no conocen un uso generalizado hasta finales del sexto milenio a.C. o incluso mas tarde; su uso temprano en Cerdeiia y en Cércega es incierto, debido a la falta de muestras botinieas de las excavacio- nes. De todos modos, no hay que olvidar que la evidencia que depara el Mediterraneo occi- dental es confusa, mas quizas que en cualquier otra zona. ¥ la investigacién ha'sido desigual. Se ha excayado mucho mis en abrigos rocosos y en cuevas, habitualmente en zonas altas, que en yacimientos al aire libre en tierras de menor altitud. La estratigrafia de determinados abri- 0s rocosos aparece a veces confuundida, y algunas secuencias de radiocarbono pueden ser dudosas, No esta claro que las secuencias de los yacimientos de mayor altitud reflejen ade- cuadamente los desarrollos de toda un Area. Muchas zonas del sur de Francia y del norte de Italia se han explorado a conciencia y de forma intensiva, pero no se ha hecho lo mismo en muchas zonas de Italia central y de Iberia; la falta de informacién sobre el desarrollo en el norte de Africa es grave. Ea Italia central, los yacimientos neoliticos més antiguos pertenecen al sexto milenio a.C., no al séptimo. La agricultura parece cuajar de forma progresiva a ambos lados de los Apeni- nos, por ejemplo en el yacimiento de Villaggio Leopardi, en el valle de los Abrzos, pero mu- chos yacimientos atin se orientaban a la explotacion animal, especies autéctonas incluidas. En el norte de Italia, las cuevas y los abrigos rocosos en altura evidencian la continuidad de la ta- Ula local del silex, la adopcién de la ceramica impresa y la incorporacién gradual de ovejas y ca- bras a la economia ganadera, pero el area pudo albergar a una poblacién relativamente dis- persa y seguramente no constituyé un hito importante en la difusién de innovaciones hacia el interior. Otras 4reas tradicionales, como el valle del Adigio, también adoptaron la cerémica. Las materias primas agricolas llegaron al valle del Po s6lo a partir de finales del sexto milenio 2.C., como atestiguan yacimientos como el de Vh6. En él se cazaron ciervos'y corzos, cerdos y caza menor; se crié ganado vacuno y unas pocas ovejas y cabras; y también se explotaron pe- ces, molisscos y aves. Sc ha recuperado un s6lo grano de trigo en el yacimiento, asi que el cul- tivo local de cereales es poco probable. El sur de Francia cs una regién muy bien explorada, tanto la Provenza como el Langue- doc. De nuevo encontramos continuidad de la talla de silex en un estilo local, lo que sugiere continuidad de poblacién. Es posible que la oveja y 1a cabra se introdujeran a principios del séptimo milenio a.C., antes que el vacuno y el porcino. El uso de cereales s6lo empieza a do- cumentarse de forma fiable a finales del sexto milenio, como en el yacimiento de Fontbré- goua, en el interior del Var. Se conocen algunos yacimientos al aire libre, como el de Cour- thézon, en Vaucluse, o cl yacimiento costero sumergido de Leucate, pero su importancia relativa es incierta. Las investigaciones més concienzudas se han realizado en yacimientos a gran altitud. En el departamento del Aude, en Languedoc, las excavaciones practicadas en los abrigos de montafia de Gazel y Jean-Cros evidencian la caza de bévidos salvajes, del ciervo y del jabali, y la introduccién gradual de la oveja a partir del séptimo milenio a.C., cuya explo- tacién se consolida y aumenta en el sexto milenio a.C., coincidiendo con la introduccién de El Mediterraneo central y occidental 155 cipridos, bavidos y porcino. En el Abri de Dourgne, situado en parajes de gran altitud, la ca bra montés fue una presa importante, junto con otros animales salvajes, grandes y pequeiios. ‘A mayor altitud, en Balma Margineda, Andorra, a unos mil metros sobre el nivel del mar, la cabra montés constituyé la especie prineipal de caza, pero también se confirma la introduc- ci6n, en pequefias cantidades, de la oveja y la eabra. En Iberia, el registro es mas variopinto. El drido sureste pudo ser una de las tiltimas zonas en conocer un modo de vida neolitico. Los concheros de los estuarios del Tajo y del Sado r velan una poblacién autdctona localmente consolidada entre el séptimo y el sexto milenios 3.C.: cazaban ciervos, cerdos y bévidos salvajes, y también practicaban la caza menor -licbres y conejos-, pescaban y recolectaban moluscos y conchas, y acaso plantas. Los concheros se ha- brian ocupado de forma estacional en su dfa, y los enterramientos que aparecen en clos tal vez reforzaran la importancia de estas bases. En las cuevas del levante espanol se documenta la presencia de ceramica impresa y de ovejas y cabras, y también de pequeiias cantidades de bé- vidos a partir del 6000 a.C., aunque algunos autores reivindican fechas mas antiguas. El papel del norte de Africa en la difusién de las innovaciones sigue siendo una incdgnita. También se documentan cereales a partir del sexto milenio a.C., y poco a poco se empiezan a reconocer los yacimientos al aire libre de esta época. ~ ‘Las islas més pequeiias del Mediterrénco se abrieron a las innovaciones en una fecha més tarda que las islas mayores. Malta, por ejemplo, se coloniza por primera vez a finales del sex- to milenio a.C., y las Baleares incorporan las innovaciones relativamente tarde. Cerdeiia y (Cércega conocieron el cambio mucho antes, y pudieron ser enclaves importantes en la trans- misién de innovaciones a Occidente. La oveja, la cabra y el cerdo fucron introducidos en am- bas.en el séptimo milenio a.C., pero el vacuno no llegé a Cércega hasta mas tarde. En esta isla no hay‘constancia del cultivo de cereales a principios del Neolitico, aunque si pudieron culti- varse en Cerdeiia. ~ De todo ello se desprende que el contacto por mar pudo ser-al menos tan importante como la difusién de innovaciones por tierra, Cerdefia y Cércega tal vez actuaran de filtro en este proceso, pues es posible que sus habitantes, antes dependientes de unos recursos relati- vamente limitados, adoptaran y transmitieran una seleccién de los nuevos recursos. Ya hemos hablado del arte de la navegaci6n en el séptimo milenio a.C. A juzgar por la evidencia que se ha logrado recuperar en parajes de gran altitud en el norte de Italia, el sur de Francia y el le~ vante espaiiol, se dirfa que las comunidades autéctonas fueron lentas en su adopcién del acer- vo agricola neolitico. La evidencia de los abtigos rocosos y de las cuevas del interior revela una introduccién gradual de la oveja y de la cabra y, més tarde, del resto de animales domésticos. Pudieron incorporarse al principio como un elemento menor entre las estrategias tradiciona- les de caza y los ciclos de desplazamiento anuales. Lo que ya no esté tan claro es cOmo se efec- tué realmente la transmisin de las innovaciones. Las gentes debieron de transportar anima- les por mar; y en las zonas costeras tuvieron que establecerse contactos ¢ intercambios. Pero sabemos muy poco acerca del papel y del impacto de las primeras ovejas y cabras en las eco- nomias de las tierras bajas. Otro indicio de la realidad de los desplazamientos a larga distancia, incluidos los viajes por mar, se basa.en la obsidiana, Son cuatro las fuentes principales de este mineral: Cerdefia, Li- pari, Pantelatia, cerca de Malta, y Palmarola, en las islas Pontino. La obsidiana sarda aparece en Cércega en una epoca temprana, y més tarde en el norte de Italia. Encontramos obsidiana de Lipati y de las Pontino en el centro y sur de Italia, No sabemos si estos movimientos fue- ron fruto de intercambio, de comercio o resultado de la adquisicién directa, pero al menos de- muestran contactos a larga distancia. | | 156 Los primeros agriculrores-nanaderas TEMA DE UNA MUJER ADULTS enconteada en los niveles de ‘ocupacién de principios del Neolitico en el abrigo racaso de Unang, Vaucluse, sureste de Francia, La adopcién de la cerémica puede tener asimismo una importancia social, aunque también un significado puramente técnico y funcional. La presencia de una cerémica quebradiza no tie- ne por qué ser indicio de un patrén de asentamiento sumamente mévil, sino que podria indi- carla existencia de bases de estancias prolongadas, aunque su importancia pudo ser atin mayor, ‘La cerdmica impresa presenta considerables variaciones de un lado a otro del Mediterraneo cen- ‘ral y occidental. Por ejemplo, en la decoracién del norte y del oeste dominan las impresiones de conchas. Las vasijas tal vez. se utilizaron como emblemas de la identidad y posiciézs locales En lineas generales, la adopci6n de innovaciones pudo verse estimulada en parte pot las condi. ciones sociales locales, sin excluir ¢] mévil de la rivalidad y la competitividad intergrupales. Es posible que las cerémicas simbolizaran asimismo la participacion en una vasta red de intercam. bio de contactos ¢ ideas. Fuerd de Italia no hay evidencia de diferencias entre yacimientos en esta prolongada fase de cambios lentos y graduales. Se conocen enterramientos individuales ex absigos y cuevas, Pudicron ser significativos para subrayar la importancia de un determinado territorio o de ‘unos recuios para sus habitantes, pero esta clase de enterramientos no parecen comportar un reconocimiento formal de un linaje ancestral. Enropa central y occidental 137 Europa central y occidental, desde el 3500 hasta después del 5000 a.C. ' | La expansién dela agriculturn ya. ganadcria en el bosque templado, El modo de vida neo- litico empe26 mucho mis tarde en la Europa central y occidental que en el Mediterraneo, pero en cambio su consolidacién fire mucho més répida. Su difusién mas alld de la cuenca de los Cérpatos y de la llanura hiingara se asocia a una cultura cuyo nombre se identifica con su cerdmica decorada, la «cultura de la cerémica lineal». Hallamos yacimientos de esta cultura desde cl norte de Hungria hasta el norte de Francia, el sur de Bélgica y el sur de los Patses Ba- jos, en Estovaquia y en las tierras checas, en el norte de Austria, en el centro y sur de Polonia, , yen el sur y centro de Alemania, hasta el limite meridional de la llanura del norte de Europa ( (a grandes lineas, hasta Hannover), Esta cultura también se extendié por el norte de los Car- patos hasta Ucrania y Moldavia, y formé parte del proceso de expansi6n hacia la estepa que hemos mencionado al hablar de los Balcanes. Pero aqui no abordaremos la cultura de la cerd- mica lineal en el este. La distribucién de los distintos estilos decorativos cerdmicos sugiere que Jas comunidades agricolas se expandieron por fases: primero al alto Danubio, al alto Rin y al Neckar, ¥ més el norte entre Hannover y Magdeburgo; luego, remontando el Rin, hacia el sur LA DISTRIBUCION de la cultura de I eerémica lineal (LBK). Las lineas discontinuas indicerian las principales fases de 5 expansién, 1 Prigera fase at 2 seqihdalase ‘ene | 3) Zonas de aita montare 8 100 260 300km Ge Gog 7 Ja cultura de la cerémica lineal, en EXCAVACION DE UN ASENTAMIENTO correspondiente a la fase mas antigu Schwanfeld, Lake. Schweinfurt, norte de Baviera, Alemania de los Paises Bajos y el sur de Polonia; y por diltimo hacia el sur de Bélgica, el norte de Fran- cia y otras partes de la llanura del norte de Europa. Las dataciones de radiocarbono apunta- ron al principio a una expansién sumamente rapida, pero muestras escogidas con mayor rigor indicarfan una expansién mas gradual, aunque también bastante r4pida, hacia el oeste, inicia- daa finales del sexto milenio a. Los primeros asentamientos agricolas y ganaderos de la Europa central y occidental se en- cuentran sobre todo en los margenes de los valles fluviales y en tierras fértiles, particularmente en suelos loéssicos. Se conocen miles de yacimientos, que suelen consistir en una sucesién de viviendas, aldeas y pequefios poblados dispersos. La distribucién de los yacimientos es desigual, pero s¢ concentra en una serie de agrupaciones regionales. Muchos estudiosos ven en la cultu- ra de la cerémica lineal el resultado de una expansién continua de la agricultura que tiene su origen en la cuenca de los Cérpatos, pero los detalles del proceso apenas se comprenden. Al- gunos han visto en la expansién de la agricultura por toda Europa ante todo un avance regular y sistematico, aunque variable, de la frontera, que habria progresado con cada gencracion. Es posible que se hiciera una pausa en el norte de los Balcanes a finales del séptimo milenio y a principios del sexto, y no disponemos de suficiente informaci6n para hablat de una posible pre- sién demogréfica cn la supuesta 4rea de origen susceptible de desencadenar nuevas oleadas de AZ Enropa central y occidental 159 colonizacién; hace falta mucha mas informacidn sobre el ritmo de la expansidn en el norte de Serbia, en Croacia, en Rumania occidental y en el sur de Hungria, Una vez iniciada, Ia coloni- zacién pudo autoalimentarse, ya que los pioneros, sin mas obstaculos que la distancia y la no- vedad, habrian ocupado medios basicamente despoblados hasta entonces, lo que pudo a su vez estimular un alto crecimiento poblacional. Es teéricamente posible que la cultura de la ceraimi- a lineal represente una transformacién repentina o ripida de las comunidades mesoliticas au- téctonas asentadas en la periferia de la colonizacién neolitica inicial de los Baleanes, pero no se conocen claros antecedentes nativos de estilos artefactuales, de técnicas de construccién dé vi- viendas ni de un modo de vida sedentario. Al igual que en fos Balcanes, en Europa central y oc- cidental la informacién relativa a las poblaciones mesoliticas es muy pobre, y es posible que es- tuvieran genuinamente dispersadas a través de un medio sin duda muy frondoso y denso, es decir, sin la diversificacin de recursos animales y vegetales necesaria para garantizar una bue- na caza y abundante recoleccién. Pronto se descubrirfan en las costas atlanticas y en el litoral del norte de Europa occidental ambientes muy diferentes y poblaciones mesoliticas al parecer més numerosas; el distinto papel de las poblaciones nativas de esta regién en la adopcién de la agricultura se analizara en otros capitulos. Pero en Europa central y occidental no hay mucho mis, si exceptuamios el contacto entre los primeros agricultores y las comunidades autéctonas establecidas. De acuerdo con la observacién antropolégica, los agricultores y los cazadores sue- len intercambiar alimentos y objetos, y hay evidencia en el sur de los Paises Bajos y en el valle del Main de la adopcién neolitica de técnicas mesoliticas de talla de silex. Los contactos pudie- ron no ser siempre amistosos. En el sur de Bélgica se ha sugerido que la pequefia aldea agrico- lade Darion, en el Hesbaye, justo en el limite del émbito de la cerdmica lineal, estuvo rodeada de un foso defensivo debido a la presencia de cazadores-recolectores autoctonos hostiles. Los agricultores-ganaderos y los cazadores-recolectores pudieron, pues, enfrentarse por el control de los recursos, incluido el territorio, Unidades domésticas, aldeas y poblados. La unidad bésica de asentamiento en esta region fue la vivienda alargada o comunal rectangular con estructuras de madera, un material am- pliamente disponible en los bosques de los alrededores. Estas casas median de seis a cuarenta y cinco metros de largo, con predominio de las de quince a treinta metros, y solian medir de seis a siete metros de ancho. Construirlas era tarea dura, tanto para los pequefios grupos ini- ciales como para los grupos de parentesco de comunidades més consolidadas, Suelen ser casas de una sola planta, aunque sus cinco hileras de postes son perfectamente compatibles con una estructura de dos 0 mas pisos superiores, todas ellas de habitacién permanente. Pudieron al- bergar familias extensas y ganado vacuno en una misma vivienda, y en los pisos superiores se pudieron almacenar, a modo de depésito, bienes y productos, una posibilidad especialmente referida a aquellas estructuras con mayor mimero de postes en uno de sus extremos. En los edificios de mayores dimensiones, la disposici6n de-los postes sugiere una division interna tri- partita del espacio. Estos interiores resultan exasperantes, porque las condiciones de su pre- servaci6n dificultan le reconstruccién de los posibles usos del espacio. Las plantas del suelo es- tin relativamente bien conservadas gracias a la profundidad a la que se hincaron los postes originales, pero casi todas las casas presentabian una superficie sumamente erosionada, 0 arra~ sada por los cultivos. Por lo tanto, la conservacién in situ de artefactos y desechos es rcal- mente excepcional, y resulta dificil comparar una casa con otra en términos de utilizacion y de ‘ocupantes. En Olszanica, en el sur de Polonia, se pudieron reconocer dos casas alargadas gra- > cias a la concentraciOn de itiles de piedra pulimentada a su alrededor, en un caso, y de. obsi- diana y de cerdinica fina importada, en él otro. Una de las casas era de grandes dimensiones, Ja otra muy pequefia. La mayoria de estas casas pudo albergar una unidad familiar bésica, pero 160, Los primeros agricultores-ganaderos tambign otro tipo de unidades domésticas organizadas segtin reglas de edad y de sexo distin- tas. Y las mas pequenas tal vez fucran talleres o establos, El tamaio de las casas varia de un ya~ imiento a otro. Por ejemplo, en una de las fases del asentamiento de Elsloo, en el sur de los Paises Bajos, las casas median entre 12,5 y 25 metros de largo. Los edificios mas grandes tal vez, se utilizaran como casas de reunién o clubes, o incluso como santuarios. La posicién so- cial, la capacidad de movilizar a familiares y aliados para ayudar en las tareas de construccion, y la pervivencia de las unidades domésticas en un area determinada son también factores que pudieron influir en el tamaito de la casa. La concentracién de casas alargadas podia variar. Es posible que sus estructuras de made- ra no sobrevivieran mis de dos o tres generaciones, de modo que toda concentracién de casas, alargadas podria representar una sucesion de construcciones de varias generaciones. Aun te- niendo en cuenta este factor, algunas concentraciones pueden alcanzar dimensiones conside- rables. Bylany, cerca de Kutna Hora, en Bohemia oriental, es un ejemplo; las de Elsloo y de Sittard, en el valle del Maas, en el sur de los Paises Bajos, son algo mas pequefas. En estos po- blados ito hay indicios claros de calles o callejas como los que encontramos en algunos tells balcdnicos, y las casas individuales no tenfan una longitud estindar. La separacién entre ellas cra minima, y pese a que debieron de conocer sucesivas reconstrucciones, apenas se conocen ejemplos, desde el punto de vista comparativo, de pavimentos directamente yuxtapuestos. Esto sugiere, como minimo, un conjunto ordenado de reglas relativas al espacio del poblado, y puede también sugerir la independencia de las unidades familiares dentro de él. Las con- centraciones més pequeitas podrian considerarse més bien aldeas, de nuevo con sus casas cs- casamente separadas entre si, reconstruidas aqui y alld. A titulo de ejemplo, cabe destacar los yacimientos neerlandeses de Stein y de Geleen, en el valle del Maas, No sabemos si estos ya cimientos conocieron una ocupaci6n ininterrumpida. Para el de Bylany se ha propuesto-una sucesién de cinéo grandes fases, cada una de ellas en un drea ligeramente distinta. Algunas concentraciones de viviendas estaban parcialmente vinculadas entre s{ por largas empalizadas, © a veces ubicadas en su interior, pero la inmensa mayorfa de los yacimientos se emplazaron en espacios abiertos y no dilimitados. Otro patrén de asentamiento lo configuran las casas alargadas aisladas y dispersas. Esto se hha puesto de manificsto gracias a una excavacién de urgencia realizada ante la inminente ex- tracci6n a ciclo abierto de unas minas de lignito al oeste de Colonia, en Alemania. Se han des- cubierto varias casas de la cultura de la cerdmica lineal en pequefios valles que conforman un sistema tributario de rios mayores que desembocan en el Rin. En el pequefio valle del Merz- bach se descubrieron agrupaciones dispersas de casas. Cada uno de estos yacimnientos o-agru- paciones, que deben su nombre al pueblo local de Langweiler, podfa fragmentarse en grupos de casas mas pequefios de ocupacién simultanea. S6lo Langweiler 8 se aproxima a la catego- ifa de aldea o de pequefio poblado. Los demés representan asentamientos que, pricticamen- te en fila, siguen los margenes del pequefio valle, con distancias de entre unos 50 y 100 me- tros o més entre una casa y otra. El tamafio de las casas también varia en este patron de asentamiento disperso. Un patron ast pudo ser corriente en muchas otras areas, aunque las ex- cavaciones son por lo general demasiado pequefias para que esta hip6tesis pueda confirmarse. Neerépolis. En las proximidades de algunos asentamientos, especialmente en las regiones occidenitales, se han encontrado pequefias necrépolis de tumbas individuales, como en Witt- mar, cerca de Brunswick, que correspondian a enterramientos de hombres, mujeres y de al- gunos nifios. Los muertos habjan sido enterrados en tumbas muy sencillas, excavadas en el suelo, y sus cuerpos yacfan de costado y ligeramente flexionados. Algunas tumbas inclafan ce- ramicas, stiles liticos y simples ornamentos. Todas ellas estaban vagamente dispuestas en linea xcla (eqnierda), previa a fa apertura de'as minas de lignito, de una easa en un asentamiento de LangWeiler correspondiente a fa culeura de la cérimica lineal, en el pequedo valle del Merzbach, al ovste de Colonia, Renania-Westfalia, Alemania. (Esta zona también recibe el nombre de meseta de Aldenhoven.) EL TELL O ASENTAMIENTO TUMULAR (abajo) cerca de Yunaczit, region de Pazardjik, centro-sur de Bulgaria, durante Ia excavacién. El tell estuvo ‘ocupiido durante el Neolltico y el Bronce, ‘vasizas anrioroMoxricas: dos vasos decorados de Bulgaria, donde se hace explicto el simbolismo ¢el contenido y su identificacién con la forma humana, El ejemplo de la izquierda es del Neolitico antiguo, fechado en toro al 6000 2.G,, de Gradeshnitsa, cerca de Vracas el de la derecha es de la Edad de! Cobre, fechado en torno al 4000 a.C., pro: cedente de Hotnica, cerca de Veliko Tarnovo. vista adRea del valle del Merabach desde el noroeste, Las flechas indican las posiciones de la cultura de le cerémica Fineal y otros yacimientos siguiendo el valle. La envergadura de las minas de lignito es evidente; el suelo que las cu: bre es de loess, 162 Las primeras agriculrores qananeras Laurenaberg Langweller ‘Nedermer, ‘catat Foeo ‘Cunas de nivel ‘reas de excavaciény Investigacion 1A PRINCIPAL DISTRIBUCION de las eases yzecintos con foto de l LBK del valle del Merzbach, En cada nueva fase se aprecia una reduccin considerable del nGmero de casas en uso; es probable que Langweiler & fuera el foco princi- pal. Haba una neciépolis en Niedermerz. Los recintos son mis tardios. AB Europa central y accidental 163 y orientadas en la misma direccién, a pocos metros de distancia unas de otras. De lo que se de- duce que tenfan que ser posiciones marcadas 0 conocidas. Dado que hasta ahora sélo se ha descubierto una necrépolis asociada a los yacimicntos de Langweiler, se supone que las fami- lias dispersas de la zona se sirvieron de un lugar de enterramiento central 0 comin. La principal caracteristica del habitat de estas primeras comunidades agricolas y ganaderas fue la concentracién de yacimientos, formando lo que se llaman «células de asentamiento». La explicacién de este rasgo podria radicar en las condiciones y la rapidez de la expansién de aquellas comunidades por Europa central y occidental. Es posible que dispusieran de cierta li- bertad de opcién en favor de una u otra zona de asentamiento, y que se seleecionaran prefe- rentemente los valles fluviales y las areas de suelo mas fértil: Pero la novedad y el tamaito de la regin clegida para asentarse habrian obligado a las comunidades y alas familias a reducir ries gos, a compartir tareas comunes como la deforestaci6n, y 2 minimizar la distancia social res- pecto de parientes y vecinos. Gultivadores y pastores, Con'la ocupacién de suelos muy fértiles y bien, regados, estas co- munidades se aseguraron unas condiciones idéneas para el cultivo de cereales y el pastoreo de animales, tanto en las zonas forestales como:en la pradera, Cultivaron trigos, cebadas y le- gumbres, y practicaron el pastoreo de animales domésticos corrientes, sobre todo de ganado vacuno. Pero la informacién sobre las practicas de subsistencia es todavia insuficiente. En par- te debido a la imposibilidad de recuperar determinados residuos en las excavaciones; pero en parte debido también a la crosién de los suelos de habitacién y al actual estado quimico del loess, un suelo poco favorable a la conservacién de la materia 6sea. No sabemos a ciencia cier- ta si se practicé el cultivo en parcelas fijas en uso permanente, o si por el contrario habfa rota- cién de cultivos-basada en un sistema de barbecho y en la deforestacién. Tampoco tenemos informaci6n relativa al equilibrio entre cereales y animales domésti¢os, o entre recursos salva- jes y domésticos. Pero el modelo que prdpone la mayoria de autores es el de un cultivo in- tensivo de cereales en pequefias parcelas fijas o huertos, en tierras total o parcialmente taladas préximas a los asentamientos. Por lo que se refiere a los animales, pudo practicarse el pasto- reo en zonas algo mis alejadas, o tal vez se les dejé pastar, incluso, en total libertad. Los ani- males debieron de servir también para abonar parcelas 0 huertos, como fuente de carne, leche y cuero, y también como distintivo de riqueza. Este modelo encaja relativamente bien con la opcién en favor de suelos loéssicos y con el patron de asentamiento observado. La caza de ciertos animales ~el ciervo y otros permitia no s6lo mantenerlos alejados de los cultivos y los huertos, sino que obedecfa asimismo una estrategia deliberada en pos de una fuente alter- nativa de carne; los bosques de la época habrian presionado a la baja la densidad de algunas especies, como el ciervo y otros animales de presa. Bs probable que este modelo de subsis- tencia fuera propenso a fases periddicas de escasez 0 incluso de seria desestabilizacién, pero desde el momento en que el modelo perduré durante siglos, la estrategia de ocupacién de ni- chos vacfos de bosque templado puede considerarse todo un éxito: seleccién previa y meticu- Josa del emplazamiento de los asentamientos, una distancia social 2 intervalos aceptables, ex- plotacién de un acervo diversificado de recursos, cultivo de cereales en paisajes adecuados, y erfa de ganado vacuno en un medio con el que estaban familiatizados hacfa tiempo. Efectiva- mente, contaban con medios suficientes para hacer frente a eventuales riesgos. Cuestiones de artesdinta y de comunidad. La cerdmica lineal consistfa en una gama de cuen- cos y copas, con decoracién muy variada a base de impresiones ¢ incisiones, pero sin pintar, como la.de més al este y al sur. La distribucién irreguilar de sus estilos coincide précticamente con el desarrollo y, en parte quizds, con la naturaleza de esta cultura, Como hemos dicho an- ‘es, los estilos més antiguos ponen de manifiesto el proceso de expansin hacia Occidente y ha- 164 Los primeros agricultores:ganadcras ‘COPS, CUENCOS ¥ JARKAS (arviba) de la cultura de la cerimica lineal. Estos vasos proceden de yacimientos del valle del Merzbach, vista AEREA OBLICUA (en Ja pagina siguiente) de las excavaciones de Ia empalizada y fosos de la cultura de Lengyel, ‘en Svodin, sur de Eslovaquia, El recinto tenia cuatro entradas. Los rasgos que aqui se exponen de la entrada oeste corresponden a dos fases de construccidn; las dos empaliaadas y el foso ms proximo al objetivo de la cimara co rresponden a la primera fase. ; cia el norte. Los estilos de la fase intermedia presentan una considerable semejanza en el espa- cio, de una regién a otra, mientras que los estilos de la fase final reflejan un mayor grado de re- gionalizaci6n, La cerdmica pudo servir, al principio, para denotar afinidad y solidaridad entre comunidades muy dispersas y, més tarde, para definir identidades més restringidas a medida que s¢ iba llenando el paisaje social. Se constata el uso de varios estilos de hachas y azuelas de pie- dra pulimentada. Algunas pudieron servir para la tala de Arboles y trabajar la madera, otras, como armas, 0 como azadas para arar la tierra, Por lo general, la materia prima es una roca de grano fino llamada anfibolita. Su origen es incierto, pero podrfa tratarse de algtin lugar de la Europa central. Los titiles de anfibolita utilizados en los valles del Rin o del Maas se habrfan transportado a cientos de kilémetros de distancia. Desplazamientos tan considerables tienen que ser el reflejo de transacciones socialmente importantes, ya fueran comerciales o de inter: cambio de dones, debido seguramente al aura exética que rodeaba a aquellos objetos, y tam- bién porque permitian establecer afinidades y alianzas de gran alcance geogréfico, El hecho de que esta cerdmica y los atiles Iiticos asociados se encuentren casi siempre en tumbas, tanto de hombres como de mujeres, hace pensar més en un papel social que en un papel puramente fan- cional. En vida, cerémica y utillae litico habrian formado parte, seguramente, de la escena co: tidiana, la cerdmica en el interior de las casas comunales y los atiles entre la indumentatia de los, hombres adultos, convirtiéndose asf en poderosos simbolos més allé de su utilidad inmediata 166 , Las primeros agricultures-gaunderes Tanto el tamaio de las sas como el contenido de las tumbas son argumentos que se han barajado para sugerir diferencias de estatus y de posicién entre las comunidades de la cerimi- ca lineal, pero los resultados de estos estudios son ineiertos. Como va hemos visto, el tamaiio de las casas es muy variable, y esa variabilidad puede tener mas de una explicacin. En algunas necrépolis, los adultos de mas edad aparecen enterrados con ajuares funeririos mucho mas ri- cos y variados que los mas jévenes, pero no se detectan normas fijas, la viariabilidad es alta, y Jos ritos funerarios no evidencian preterencias manifiestas hacia determinadas personalidades sociales. Las posibilidades para una diferenciacién social habrian sido fluidas y contradictorias. Por un lado, las unidades familiares individuales muchas fisicamente alejadas de sus vecinos mis préximos- disponfan de oportunidades para intetisificar su producci6n agricola si lo de- scaban. La competencia, si la hubo, pudo plantearse esencialmente entre distintas comunida- des o reas de asentamiento, y algunas habrian crecido y durado mas que otras. Por otro lado, el propio proceso de colonizacién y de asentamiento, y las condiciones en que ambos titvie- ron lugar, habrian dificultado la consolidacién de diferencias sociales. La gran disponibilidad de espacio habria propiciado la escision y la reforiacién de asentamientos en caso de aumen- to de las tensiones. Lo que podria explicar por qué en tiempos de la cultura de la cerémica neal se ocuparon tan pocos yacimientos. Tal vez el ethos de la cooperacién y de la solidaridad asociado a las condiciones iniciales de ocupaci6n de un bosque virgen sirviera también para re- ducir la expresi6n abierta de ciertas aspiraciones comunitarias o familiares. Continuidad y desarrollo basta el 5000 a.C. Desde muchos puntos de vista, cabe hablar de una considerable continuidad hasta el inicio del 5000 a.C. Por ejemplo, las casas, los asenta- inientos y las practicas de subsistencia apenas cambiaron. Aunque s{ hubo evolucién y deter- minados desarrollos, Uno fue la aparici6n de los recintos con fosos en el patrén de ascnta- miento. No es imposible que algunos de ellos aparecieran mucho antes que la cultura de la cerémica linéal, pero la mayoria pertenecen a sus estadios més tardios o a una época posterior. Los fosos son, en general, profundos, estrechos y en forma de V, en forma de circunferencias individuales 0 miltiples que delimitan unos pocos acres. Es posible que estos fosos se acom- pafiaran de taludes. El recinto de los tres fosos circulares de Langweiler 8 cs un ejemplo de ello. En suelos loéssicos, el barro habria cubierto répidamente los fosos. Muchos de estos re- cintos'‘aparecen en la misma localidad que las casas alargadas, pero parece que no hubo edifi- cios en su interior, aunque se conocen excepciones contemporaneas con casas dentro del re- cinto, como en Darion, ya mencionado, o Esbeck, cerca de Brunswick. Estos ttltimos pueden considerarse asentamientos defensivos 0, al menos, mas concentrados que los anteriores. Los demés pudieron tener varias funciones. Si se utilizaron para encerrar 0 controlar al ganado, tuvo que tratarse de grandes rebafios. Si fueron un lugar para reuniones o ceremonias, podrian representar una institucionalizacién del espacio comunitario hasta entonces constituido por el espacio entre las casas alargadas— y, por lo tanto, una intensificacién del ritual. Este tipo de explicacién se basa en los recintos de principios de Ja cultura de Lengyel, inmediatamente pos- terior a la cultura de la cerémica lineal en Moravia, Eslovaquia, este de Austria y norte de ‘Hungria. En Téketice-Kyjovice, en el sur de Moravia, el gran foso circular, de unos 55-60 me- tros de diémetro, aparecia cortado por cuatro entradas opuestas y reforzado mediante dos em- palizadas interiores. Se encontraron vestigios de casas s6lo fuera del recinto, cuyo foso conte- nia muchas figurillas rotas. Al igual que otros recintos de las primeras fases de la cultura de Lengyel, este yacimiento pudo ser un espacio ritual en el marco de un sistema de asentamien- tos'y de‘necrépolis contemporaneas. Puede que algunas de las practicas-rituales pasaran aho- 12 de las-unidades familiares 4 otros agentes, acaso a asentamientos 0 grupos particularmente importantes. El yacimiento de Svodin, en el sur de Eslovaquia, parece incluso mas avanzado. AE fl 4 Conclusiones: un nuevo timnda 167 Tambien aqui las casas estan fuera del recinto; éste habia empezado siendo un foso con dos empalizadas interiores y habia sido posteriormente remodelado con dos fosos exteriores y tres empalizadas interiores. La defensa pudo combinarse con un ritual sumamente sofisticado. Ya se ha mencionado la concentracién de asentamientos y del ritual al tratar el 4rea vecina de la cultura de Tisza de la misma época. Algunos estudios, como los que se han Hlevado a cabo en el sur de Polonia, han denios- trado que, después de la cultura de la cer4mica lineal, hubo una expansi6n gradual del asen- tamiento fuera de los valles fluviales. En las regiones mis occidentales, la evidencia es més cor tradictoria, En algunas drcas de suelo loéssico parece descender ligeramente el ntimero di yacimientos, y una parte de la llanura del norte de Europa aparece colonizada. Ademis, la m: yoria de los ‘tiles de piedra pulimentada recuperados en la Hlanura al norte de! loess hablan, como minimo, de un mayor contacto con poblaciones recolectoras indigenas y, posiblemen- te, de pricticas de pastoreo muchos més extensas. Lo cual sugiere que la expansién de la zona de asentamiento agricola se hizo de forma gradual, aunque en varias reas ya ocupadas no se detecte un aumento del némero de yacimientos conocidos. Algunos, descubiertos hace poco y correspondientes a la cultura de Roessen, como el de Inden, cerca de Langweiler, al oeste de Colonia, presentan diferencias en relacién con los yacimientos de la cultura de la cerémica lineal. Hay casas alargadas, pero su planta es trapezoidal, no rectangular, y algunas son bas- tante més grandes. Las casas estén mas apifiadas, y ¢l rca de asentamiento aparece rodeada de empalizadas. No conocemos las causas de esta tendencia a la concentracién, pero podria re- flejar un paisaje mas cargado, acaso mAs competitivo y hostil que en épocas anteriores. Al res- pecto ya se ha mericionado la regionalizacién de los estilos ceramicos en los diltimos estadios de la cultura de la cerémica lineal y posteriores. Un diltimo ejemplo de expansién del asenta- miento agricola procede de la periferia occidental. En el ocaso de la cultura de la cerémica neal las poblaciones neoliticas llegan por primera vez.a los valles fluviales del norte de Francia. Los yacimientos del valle del Aisne, que han sido objeto de un reciente estudio particular~ mente riguroso, parecen evidenciér la misma tendencia a largo ‘plazo hacia el cambio y la ex- pansién. Poco antes del quinto milenio 2.C., los yacimientos conocidos aumentan en nfime- ro en las zonas costeras de Normandia y de las islas Britnicas, en el bajo Sena y en el curso medio del Loira, lo que indudablemente tuvo que traducirse en un contacto entre las comu- nidades agricolas y los recolectores indigenas de la costa atlantica. La fusién resultante se tra- ta en otros capitulos. Conclusiones: un nuevo mundo Los primeros agricultores y ganaderos presentan una serie de contrastes. Ni la expansién de un modo de vida agricola ni la evolucién subsiguiente fueron procesos uniformes. La pro- bable colonizacién de Grecia y de los Balcanes fue gradual, y de sur a.norte, mientras que la colonizacién de la Europa central y occidental, aunque se produjo-en sucesivas oleadas, pudo ser més rapida. En el Mediterraneo, la coloniizaci6n del sur de Italia y de Sicilia pudo también llegar del mar, como en el caso de Creta y Chipre, en el este. En el Mediteréneo occidental, el thodo de vida neolitico se difundi6 por otros medios, y més lentamente. Los cazadores y re- ‘colectores indigenas determinaron la seleccién de nuevas materias primas y de nuevas formas de hacer las cosas, y también el ritmo de su adopcién. El desarrollo del nuevo estilo de vida neolitico en el'sureste de Europa nécesit6 casi dos mil afios, y los cambios fueron considera- bles, mientras que en Europa central y occidental el lapso temporal fue mAs breve y el grado eet 168 Los primeros agrieultores:qanaderos de cambio, aunque importante, fue menor. En el Mediterrinco central y occidental, sin bargo, las transformaciones neoliticas no se completarian hasta principios del quinto mil nio a.C. Pese a estas diferencias, el resultado en torno el 5000 a.C. y fases posteriores es un mapa completamente alterado. Y no fue s6lo una cuestién de ahadir nuevos personajes y elementos ala escena, sino de un paisaje fisico y social alterado para siempre, tanto por parte de las po- blaciones llegadas de fucra como por parte de las poblaciones indigenas. Ahora el paisaje in- cluia nuevos recursos llegados de fuera; deforestacién y alteracién de la vegetacion natural, poblados permanentes y zonas de asentamiento con un mayor sentido del espacio y del terri torio, una cultura material diversificada portadora acaso de mensajes complejos, un imagina- rio mitico relativamente elaborado, tal vez, un mayor sentido del tiempo, el inicio de la vene~ racién de los muertos en tanto que antepasados y principio de linaje, y formas diversas de relacién social. Todo ello contribuy6, de miltiples formas, a abrir una perspectiva mental nue- va. Pese a las dificultades que plantea la recuperacién y la comprensién de la evidencia prehis- t6rica, se trata de una de las grandes transformaciones de Ia historia de Eufopa. ms 5 : La transformacion de la antigua Europa agraria: el Neolitico reciente y la Edad del Cobre, 4500-2500 a.C. ANDREW SHERRATT Introdsiccién: la diversifieacién de Europa Los primeros agrictiltores y ganaderos pioneros que se fueron estableciendo en Europa a Jo largo de milénios, del 6000 al 4500 a.C. ocuparon tan s6lo una mindscula parte del conti- nente europeo. Sus,cosechas exéticas, y las nuevas comunidades aldeanas en que vivian, si: guieron siendo durante mucho tiempo un elemento intruso en un continente todavia pobla- do, en su inmensa mayorfa, por una poblacién cazadora-recolectora. Pero en el transcurso de os dos milenios siguientes, los habitantes ind{genas fueron adoptando los rasgos de la eco- nomfa neolitica de una forma mucho més'masiva, de modo que aquellos contrastes acabaron borrandose. En su lugar surgicron diversas culturas regionales resultado de la fusin de nati- vos ¢ intrusos, que propicié la generalizaci6n de la agricultura y la practica desaparicién del modo de vida cazador-recolector. El modelo resultante de este proceso no fue uniforme, mis bien al contrario, Porque si bien aparecieron fenémenos culturales similares en muchas partes del continente, como el cin- turén de monumentos megaliticos a lo largo de las costas atlénticas, o los témulos funerarios del este de Europa y de las estepas, cada region tenfa su propio carécter diferenciado; y esta diferenciacién regional seria, efectivamente, uno de los principales resultados de la fusién en- tre la poblaci6n agricola y la nativa, junto con la aparicién de modos de vida especfficos de acuerdo con cada uno de estos contextos regionales y con sus respectivos entornos medioam- bientales. La emergencia de estas nuevas poblaciones produjo una diversidad de culturas euro- peas mucho mayor gue cn cualquier otro periodo de la prehistoria ~aunque, en términos de complejidad social, no fueran ids que variaciones de un mismo tema y ninguna superara la definicién de meras sociedades tribales o simples jefaturas. Pero esta creciente diversidad ofre- cia nuevas oportunidades de coritacto y de definicién autoconsciente del grupo y de la iden- tidad individual, aspectos que se reflejan en el registro arqueolégico a través de todo un con- junto nuevo de monumentos y artefactos. ~ Hasta el 3500 a.C. este proceso se mantuvo aislado ¢ independiente de las evoluciones que estaban teniendo lugar en las areas donde se habfa iniciado la agricultura. El aumento de foe, i \ 170. La sransfarmacién dela antigna Europa agraria Dee a" tess pbecres a BERENS > 2 ies TSC eae, ogee, ‘Vee Apadnee sim EUROPA A FINALES DEL NEOLITICO y principios de la Edad del Cobre, 4500-3500 a.C. La metalurgia del cobre-que- d6 confinada al sureste de Buropa;con importaciones esporddicas al norte de Europa y a las estepas pénticas, don- de empezaba la domesticacién del caballo. Las construcciones megaliticas se iniciaron en cuatro focos distintos de la zona occidental, af donde hnbo interaccién entre grupos neoliticos y grupos indfgenas (mesoliticos). la poblacién y de la interaccién entre horticultores y grupos autéctonos, y la lenta transfor~ maci6n del medio templado por la progresiva deforestaci6n, alteraron gradualmente las con- diciones de existencia en Europa. La cria de ganado, sobre todo en el paisaje més abierto de la Europa oriental, supuso nuevas oportunidades de cambio cconémico. Aunque en el Préxi- mo Oriente la utilizacién de la irtigacién y del arado estaban forjando, en esa época, las pre- condiciones para la emergencia de las primeras sociedades urbanas en Mesopotamia, Europa no se vio afectada por esta eyolucién. Tras la expansion de la agricultura y de la ganaderia, Eu- ropa petmanecié practicamente cerrada a las innovaciones del Proximo Oriente durante mu- chos milenios: En.cambio, desarroll6 sus propias tradiciones a partir de la incrementada capa- La diversifiencién de Europa 171 BEC ERUIEReCHORN 8 ve We : ; So gra i ; eos B ~~ eon = Settee, : _{ EUROPA A FINALES DEL NEOLITICO, a finales de la Edad del Cobre y durante la Edad del Bronce égea, 3600-2500 a.C, En tierras no europeas se sigue utilizando la piedra, mientras que la metalurgia del cobre se difunde a la Buropa cen. ual y el bronce se empieza a usar en el Préximo Oriente urbano y su periferia. Se generatizan las construcciones me- sgalititas en Occidente, mientras que en Ia estepa y en la Europa central se desarrollan formas de vida més méviles; la expansién de este modelo afectaria& las regiones circundantes cidad artesanal y técnica neoliticis comunes en materia de arquitectura, de alfareria y de teje= ‘durfa: Asi, en lugar de las complejas aglomeraciones de adobe tipicas del Préximo Oriente, en gs bosques de Buropa predominaron la arquitectura de madera y los poblados de casas rec- tangulares aisladas, También se‘utiliz6 la piedra, tanto en las estructuras domésticas (sobre todo en el Mediterraneo) como en los monumentos funerarios y ceremoniales, que se cons- trufan casi siempre a base de grandes y pesados bloques megaliticos, madera, tierra y turba. La produccién textil (a-base de lino y de otras fibras vegetales, ya que las ovejas de la Europa neo Iitica no tenfan lana) alcanz6 notables cotas de sofisticacién gracias al uso del telar vertical con 2 2 La rransformnciin de la antigua Enropa agvaria as, si bien la sustitucién de las pieles por los tejidos fe muy lenta en las re Pe tremas del continente, También la cerémica desarrollé una mayor diversidad regional desde el punto de vista del acabado, con decoracién pintada muy claborada (a menudo con motives que imitaban patrones textiles) en el sureste europea, y estilos mas risticos en el resto del continente. La experiencia acumulada por los alfareros en materia de transformacién de los recursos, [oxuraes mediante el calor esté detris de la innovacin que mejor caracteriza este periodo desde el punto de vista del arquedlogo: el principio de la metalurgia. Es en esta época cuando se empiezan a utilizardos metales, cl cobre y el oro. El cobre se obtenfa fundiendo directa mente el rico mineral metalifero, quimicamente simple, que abunda en zonas del sureste de Europa; el oro se obtenfa mediante lavado de depésitos fluviales (aluviones auriferos) en otras, partes de la misma regién. Ambos podfan fundirse o batirse hasta obtener formas simples; a menudo formas que ya existian en piedra. Al principio, estas tecnologfas quedaron confinadas al sureste europeo, pero allf su desarrollo no contaba con Jas técnicas més sofisticadas de la aleacién y de la fundicién ya en uso en el Préximo Oriente por aquel entonces, y ¢s muy pro- bable que inicialmente la metalurgia se desarrollara paralelamente en ambas zonas, pero de forma independiente, puesto que ambas contaban con capacidades artesanales parecidas y con un acceso relativamente fécil al mineral de cobre. Los efectos iniciales del metal fueron, sin embargo, més simbélicos que reales. Porque si bien se convirtié en un atractivo simbolo de estatus, y su comercio lleg6.2 abarcar grandes distancias, en s{ mismo no supuso ningéin cam- bio revolucionario en otros Ambitos de la vida como la deforestaci6n, el trabajo de la madera, o la fabricacién de armas. El cobre, como el oro, fue més un medio de ostentacién que de transformaci6n del mundo material. Un papel similar jugaron las piedras finas, aunque en este caso su utilidad prictica es mis evi- dente. Las léminas de obsidiana y de sflex fueron muy apreciadas. Las hachas de piedra también fueron un elemento vital de la economfa del Neolftico y de la Edad del Cobre, y el volumen de la explotacién y comercializaci6n de las canteras de piedra de calidad no dejé de aumentat Pero también en este caso la ostentacién fue un factor dominante, sobre todo en aquellas regiones de Buropa occidental donde la penetracién de la metalurgia habfa sido lenta: las hachas finas de ja- deita servfan s6lo como objetos de lujo y ostentacién, y podrfan considerarse mas bien como ar- ticulos de joyeria, al igual que los brazaletes de piedras valiosas 0 de conchas Spondylusimporta- das. Estos objetos pasarian enseguida a hacerse en cobre. Pero desde el punto de vista material, las sociedades de la «Edad del Cobre» no eran esencialmente diferentes de sus predecesores «neoliticos». El contraste obedecia més a una cuestién de comportamiento que de tecnologfa: os objetos de prestigio social se fueron utilizando cada vez més como ajuares funerarios, tal vez como una forma més explicita de ostentacién competitiva a medida que la vieja comunidad al- deana perdfa cohesi6n frente a un nuevo tipo de agrupaciones faccionales, y que la creciente di- versificacién creaba nuevos roles y nuevas oportunidades sociales. 5 | Estos procesos se aceleraron a partir del 3500 a.C., a raiz del giro revolucionario que su- puso la emergencia de sociedades urbanas en el Préximo Oriente y el volumen mucho mayor de transacciones econémicas que aquéllas generaron. La aparicion de ciudades'en Mesopota- {mia afect6 a un inmenso hinterland, puesto que ahora circulaban ampliamente una serie de materiales deseables, como los metales y las piedras preciosas, creando una demanda agrega- da de bienes de consumo. El cambio tecnolégico se accleré enormemente, tanto por lo que se refiere ala capacidad artesanal especializada en bienes de lujo como al transporte de mer~ cancias. Estos cambios afectaron 4 una extensa regién, més allé incluso de las sociedades di- rectamente implicadas en tales intercambios, puesto que los productos y las técnicas penetra- | i | i } La diversificacién de Europa 173 ron también en las economias no urbanas de sus vecinos de las estepas y de los bosques, me- nos avanzados econdmicamente. Es ficil detectar arqueolégicamente estas influencias en el campo de la metalurgia. El uso de aleaciones de cobre-arsénico y del molde de dos piezas re- volucioné Ia fundicién de grandes objetos, y es particularmente manifiesto en el nuevo dise-} Ato de las hachas que aparecié en Europa en el tercer milenio a.C. Pero antes incluso, las for- mas de los tipos ceramicos del sureste de Europa a finales del cuarto milenio demuestran ya la icos producidos en centros anatélicos cercanos, como Troya; y los vasos -sobre todo las jarras y las copas~ dan fe de las nuevas preferencias y gustos cn el con- sumo de lo que sin duda era una bebida alcohélica: la vid figuraba ahora entre los nuevos cul-{ tivos que aparecieron en el Egeo en esta época. Entre Jas innovaciones del Préximo Oriente que incorporaban tanto un elemento practico como un estatus de prestigio y que ahora en- traban en Europa estaban Jos primeros vehfculos con ruedas. Esta innovacién puede muy bien asociarse a ina transformacién més furidaiiiental de las précticas agricolas europeas, que ha- bria conllevado la incorporacién del arado ligero y nuevas variedades de ganado, como la ove- ja lanefa; Todas estas-innovaciones altéraron profitidamente las condiciones en un sentido muy favorable a la formacién de diferencias culturales en las sociedades europeas, a través de nuevos medigs y bienes de lujo, que transformaron las pautas del trabajo y del consumo. La regién més directamente afectada por todos estos nuevos elementos fiie él Suréste de Europa, una zona ya de por si sumamente avanzada en materia de tecnologia y de vinculos co- merciales de larga distancia, que transportaba {tems de cobre hasta Dinamarca, en el norte, y también al este, a unas comunidades esteparias que ya habian consegitidd domesticar el caba- / Ilo. El tréfico interinsular del Egeo introdujo rasgos anat entre los habit de Gieciay | y la conexién con el Caucaso a través de las estepas proporcioné a las poblaciones de los Ca patos y del norte de los Balcanes un vinculo independiente, y por tierra, con las sociedades més eomplejas de la periferia del sistema-mundo del Préximo Oriente. Los intercambios y la expansién de las nuevas tecnologias a través de estas rutas iban acompajiados de migraciones ‘oportunistas de poblacién a pequefia escala. La difusi6n de estas innovaciones es perfecta- mente detectable desde el sureste de Europa hasta la Europa central, y también -aunque mis Jentamente- por todo el Mediterraneo hasta Italia y el sur de Francia. ¥ desde estas rutas axia- les fueron penetrando gradualmente en Ja red de las sociedades europeas. El proceso abarcé todo el milenio, del 3500 al 2500 a.C. Pero aunque estas innovaciones cran importantes, es impensable que ée difundieran ins- tanténea o universalmente, o que tuvieran el mismo significado en todas las zonas de adop- cién. La sustituci6n de las viejas formas de horticultura por nuevas formas de cultivo fue len- ta, sobre todo en aquellas regiones de. Europa donde la adopcién de la agricultura y la ganaderfa cra atin reciente. Ni siquiera el uso del arado, cuya existencia se documenta en zo- nas tan septentrionales como Dinamarca muy poco después del 3500 a.C., originé de inme- diato una gran alteraci6n de las pautas culturales. Los contrastes entre las distintas culturas re- gionalés surgidos en el imilenio anterior constituyeron la estructura de penetracién de estas novedades; una estructura suficientemente sélida para absorber o rechazar aquellos elemen- t08 Guié fuxeran Comipatibles 0 incompatibles con los ya existenites. Alli donde hubo céinbio, por lo general fue rapido y de cardcter catastréfico. En el norte de Europa, el cambio funda- mental que se produjo a rafz de la incorporacién de todo el potencial de la agricultura de ara do sélo tuvo lugar después del 3000 a.C., con la difusién del complejo de la cerdmica corda- | da, y fue acompaiiado de sefiales evidentes de tension entre las viejas y las nuevas pautas, cuando las estPucturas arcaicas basddas en un modelo estético de santuarios finerarios de pie~ dra fueron ripidamente sustituidas por modos de vida més inéviles. 17; La transformacién de ln antigua Europa agrarie Se constata un desgarro atin mayor a raiz de fa nueva oleada expansiva de estas innovacio- nes que’se asocia al complejo del vaso campaniforme, siguicndo las rutas maritimas y fluviales atlinticas de Europa occidental. Esta ultima difusién del nucvo modelo curopeo, que se tra- tard en extensién en el contexto cronolégico del capitulo 7, puede considerarse como el tilti mo episodio del proceso que aqui hemos abordado. Culminé la transformacién de las socie- dades europeas iniciada a mediados del cuarto milenio; y la incorporacién de la Europa occidental al escenario de Ambito continental crearia las premisas para una progresiva conver gencia de las culturas curopeas durante la Edad del Bronce. Por consiguiente, cl final del Neolitico y del Calcolftico representa una de las fases mas complejas ¢ interesantes de la evolucién europea, durante la cual se fueron agotando los efectos de la’ primera expansién de la agricultura, para conocer répidamente una segunda generacién de innovaciones agropecuarias pricticamente piséndole los talones. Los habi- tantes originarios del continente quedaron progresivamente encerrados en una existencia agricola, atenazados por una diversidad confusa de pautas culturales; pero.las condiciones de cxistencia comunes y los crecientes contactos mutuos permitieron reafirmar lentamente la unidad del continente. En este capitulo.abordaremos todos estos temas sobre una base regional, dividiéndolos ademés cronolégicamente en aquel punto de la prehistoria en que la evolucién éuropea aparece de nuevo asociada a hechos externos al continente, en torno al 3500 a.C. Elstiveste de Eutopa, 4500-3500 a.C. ¥ Las regiones de Europa donde la agricultura y la ganaderia se habjan implantado con firme, es decir, los Baleanes y las tierras alrededor de los Cérpatos, prolongaron su especifici- dad cultural hasta el Calcolitico. Se trataba de las regiones més avanzadas del continente, que preservaron su herencia oriental sin dilucién de los modos de vida aborigenes, ya que la agri- cultura y a ganaderfa habfan aparecido demasiado pronto para que una poblacién mesolitica creciera en paralelo y ajena a la nueva economia. Los primeros horticultores ocuparon los en- claves més fértiles, los valles fluviales y los antiguos lechos lacustres de este paisaje fragmenta do de suelo cultivable, que podia sustentar poblaciones relativamente densas. Cada comunidad ocupaba un yacimiento, en el que habrian de vivir muchas generaciones: una agrupacién de casas de adobe y madera cuyos restos formarfan los cimicntos de futuras construcciones, y asi sucesivamente hasta formar una serie de montfculos artificiales que mar- can los lugares de habitaci6n humana. El monticulo‘o timulo de Karanovo, en Bulgatia, mide 12 metros de altura, y se ha formado a partir de sucesivos asentamientos a lo largo de més de 2.000 afios. Estos tells (cada lengua balcénica tiene su palabra equivalente: mogila, magura, halom) son algo més que el producto secundario y accidental de una economfa sedentaria, donde cada aldea trabajaba intensivamente la tierra de los alrededores. Son las referencias fi jas de una existencia humana, la ubicacién del hogar, cl lugar donde empezaba y terminaba la ‘Vida ~puesto que los muertos se enterraban donde habian vivido, junto a la casa familiar. Cada | casa, cada artefacto, estaba impregnado de simbolismo: vajillas pintadas con gran esmero (hay \ incluso maquetas en arcilla de las propias mesas), magnificos hogares y hornos, accesorios de arcilla decorados, cerémicas con imagenes explicitas de fertilidad femenina cuyas formas evo- caban; y finas hachas de mineral verde, o tiles de silex para los hombres. Cada objeto tenia su lugar, ya que no s6lo las casas fnismas eran réplicas de un esquema coma, sino que el pro- pio disefio de muchas aldeas constitufa en s{ mismo la ejemplificacién de un esquema césmi- £ Elsureste de Europa 1 @ Mowaees sae Puedes de adobe y madera Fosos con empalizadas =p aNTA DEL ASENTAMIENTO TUMULAR de ++ Impronias de poste Polyanitsa al noreste de Bulgaria, ® cortespondiente a la primera fase de construccién, hacia el 4500 a,C. Esta planta con éuatro entradas opuestasalineadas in Tos cuatro puntos cardinales, es tipica de las comunidades del Neoltico y de la Fidad del Cobre balesnicos, pese a que luego lat reconstrucciones posteriores se alejarian necesariamente de esta planifieacin tan metédiea, co, orientado en funcién de los puntos cardinales y rodeado de empalizadas rectangulares con entradas centrales, como en Oveharovo y en Polyanitsa, en el noreste de Bulgaria. Este era el modelo. Pero este patrén se fue progresivamente transformando en Io que pa- recen sucesivas tentativas por escapar de este mundo introvertido para explorar las atractivas posibilidades que habia més allé de él. La caza y el pastoreo supusicron una de estas valvulas de escape; al igual que la introduccién de nuevos minerales y su mutacién en metal, o la opor- tunidad de viajar y de comerciar que aportaron los codiciados y abundantes ftems a quienes tenian acceso a las costas 0 a los pasos de montaiia. Ademés del tréfico mano-a-mano de mo- linos de piedra de buena calidad 0 de productos de alfareros especializados, se desarrollé un comercio a larga distancia de bienes valiosos y escasos, como la sal, las pieles y, quiz4s, la miel y ciertas resinas, materias que dejan pocos vestigios en el registro arqueolégico; pero el co- mercio a larga distancia también incluirfa, y de manera creciente, el sflex —un material muy fino ¢ idéneo para fabricar laminas largas~, pigmentos como el grafito para la alfareria y las pinturas corporales, y sobre todo ornamentos en oro o en cobre, y hachas y ftiles para traba- ‘jar la madera hechos con las nuevas materias preciosas. En la Earopi balcdnica las montafias metalfferas se hallaban muy cerca del domesticado mundo de los poblados y las huertas; y en las colinas cercanas se excavaron profundos poz0s siguiendo las vetas de aquella atractiva calaita que proporcionaba grandes cantidades de cobre ) 176 La transformaciin de la antigua Enropa agvaria de fundicién, como en Rudna Glava, en la Todas estas operaciones se abordaban con el debido ritual, y en las minas se depositaban ofrendas de ceramica fina, con distintos contenidos, en calidad de sacrificios propiciatorios o a cambio de la riqueza extrafda dé la tierra, Pero una vez extraidos, estos materiales podian ser objeto de comercio con comunidades muy Iejanas, en los margenes del mundo que practica- ba la agricultura y Ia ganaderfa, ¢ incluso con los grupos de pescadores y pastores agrupados a orillas de los rfos que atravesaban las anuras de las estepas pénticas hasta desembocar en el mar Negro. Desde la época neolitica, la red de poblados agricolas y ganaderos se habfa ido extendien- do desde'los Balcanes hacia el noreste, siguiendo ef cinturdn verde ~de bosque y matorral- en- tre los bosques rusos y Ia estepa ucraniana, hasta Kiev. Estos pioneros conservaban todas las tradiciones de sus origenes balednicos: vivfan en el mismo tipo de casas rectangulares y utili- zaban los mismos artefactos, incluso las estatuillas y la cerdmica pintada ahora ya més elabo- rada, Pero en los paisajes més abiertos de la frontera oriental, las casas no'estaban concentra- das en asentamientos apifiados, como los tells, sino que ocupaban promontorios defendibles protegidos mediante profundos fosos excavados en la tierra. ¥ ello se debfa a la existencia de otras poblaciones con un modo de vida distinto, descendientes de los habitantes mesoliticos indigenas de esta regién, que si bien habfan adoptado cl uso de la cerémica y de ciertos ani- males domésticos, no habian sustituido sus desplazamientos estacionales por poblados per- manentes, Estos grupos vivian en los intersticios existentes entre las distintas comunidades agricolas, y dominaban las extensas zonas orientales hasta el Volga. Ambas poblaciones vivie- ron en una simbiosis nada ficil: intercambiaban productos complementarios, pero en perma- nnente conflicto latente. Sin embargo, unos y otros deseaban adquirir omamentas de cobre im- portados de los Balcanes. Elalcance y los efectos del comercio de la Edad del Cobre quedaron.de manifiesto de for- rma espectacular en 1972, cuando un tractor biilgaro desente:r6, a orillas del mar Negro, en Ja bahia de Varna, las primeras tumbas de un cementerio de 6.000 afios de antigiiedad. En ex- cavaciones posteriores no s6lo se recuper6 una gran cantidad de artefactos de cobre, sino tam- bién seis kilos de oro, mayoritariamente eni forma de ornamentos: de laminados originalmen- te cosidos al vestido, pero también en forma de cetros de oro y de hachas perforadas. En el este de Bulgaria se conocen otras necr6polis similares, aunque no tan ricas. Marcan una rup- tura respecto del patrén anterior basado en poblados de muros de adobe con enterramientos junto a la casa familiar, y emVarna aparecen asociadas a poblados palafiticos de madera a ori- las de la bahfa, quizés una forma especial dé asentamient6 asociado a actividades comerciales costeras. La orfebreria es extraordinaria, y tuvo que ser sin duda abundante, pero no tiene punto de comparacion con el oro que aparece en posteriores enterramientos, como en las tumbas de pozo de Micenas, dado que en una economia tan simple no habia bienes suficien- tes para su intercambio: de hecho, ese oro no parece pertenecer a individuos concretos, dado que no se ha encontrado en tumbas humanas, sino en enterramientos simbélicos junto a mas- caras de arcilla. Las sociedades de la Edad del Cobre fueron muy distintas de Jas de la Europa historica, y requieren una imaginacién antropologica. En cualquier caso, el tesoro de Varna parece representar un episodio temporal, dado que pronto tuvieron lugar cambios importantes que reflejan el cambiante equilibrio de poder de la estepa. En este proceso fue fandamental el inicio de la domesticacién del caballo por parte dé los habitantes esteparios de la Edad del Cobre, desde el momento ea que a. Jos recursos flu- viales se sumaba ahora la domesticacién y monta de caballos salvajes, que luego se utilizaban para explotar las manadas salvajes. Se ha excavado un asentamiento de este tipo en Dereivka, Yugoslavia, o en Ai Bunary cerea de Karanovo. } Elsureste de Europa 177 en cl Dniéper. Estas gentes empezaron a desarrollar una cultu rimica, muy sencilla, con impresiones de cuerda —tal vez fas mismas cuerdas’ de céftamo utili- zadas para controlar a los propios animales y creando formas artefactuales propias, por cjem- plo, cetros zoomérficos de piedra y pequefios braseros de arcilla, utilizados tal vez para quemar semillas de cannabis, tal y como harian mis tarde las tribus escitas de la Edad del Hie- rro de la region. ¥ cuando entraron en contacto con las sélidas casas y los importantes asen- tamientos de las poblaciones agricolas, en los limites occidentales de las estepas pénticas, por ejemplo, estos grupos cazadores y pastores empezaron a levantar monumentos funerarios cit~ culares, materializando asi una existencia que, por lo dems, transcurria entre campamentos y tiendas «némadasm, Este modo de vida se expandié hacia’ Occidente, a zonas antes controla~ das por poblaciones horticultoras, y parece que algunos grupos no muy grandes llegaron in- cluso a penetrar por el Danubio hasta Rumania, donde hoy descubrimos sus tipicos enterra- mientos y artefactos. Esta incursién dejé su huella en zonas neoliticas vecinas, ya que muchos asentamientos tardios de la Edad del Cobre se ubicaban ahora en promontorios y cimas; y en el limite oriental de la economia agropecuaria, cerca de Kiev, en yacimientos como Dobro- vody 0 Majdanetskoe, se ha descubierto una aglomeracién de grandes poblados de hasta 200 casas, agrupadas por razones de seguridad. En la cuenca de los Carpatos hubo una scric de cambios muy similares, aunque més paci- ficos, sin perturbaciones de alcance hist6rico. Los grandes asentamientos y tells del quinto mi- lenio, con sus riquezas en forma de ceramicas decoradas, laminas de obsidiana y hachas de ca~ propia, ornamentando su ce piawra (reconstruida en gran parte ‘gracias ala investigacion y a la magnetometla en superficie) del enorme aseatamiento de la Edad del” Cobre (¢. 3700 a.C.) de Dobrovody, Uerania, Se trata de una de una serie de gigantescas agregaciones de asentamientos en la zona de la cestepa-bosque. Ocupa un érea mis 0 ‘menos equivalente a la del York ‘medieval, y pudo albergar una poblacién de haste 2.000 personas. 178 La transformaciin de la antique Europa agraria laita, y sus modestos enterramientos dentro o ceréa del asentamiento, fueron sustituidos por un nuevo parrén de ascntamientos mas pequenos y dispersos, v necrépolis de varios centena- es de sepulturas, Un ejemplo es el yacimiento de Tiszapolgér-Basatanya, én el este de Hun- gria, que ahora asum/a un papel mas destacado en la organizacién del paisaje social. Segura- mente estas grandes necrépolis atendieron las necesidades de varios asentamientos pequeios, y los enterramientos se hicieron mas formales, con sus tumbas dispuestas en hileras (proba- blemente marcadas con postes) y ajuares funerarios cuantitativamente mayores. La cultura material también cambia: la cerimica doméstica es ahora menos claborada, pero regional- mente diferenciada, y aparecea nuevos items metélicos de lujo masculiitos, asf como liminas de silex procedentes de zonas lejanas. A’medida que declinaba la percepcién de la comunidad humana inmediata, aumentaba la importancia simbélica de los enterramientos y de los signos de estatus individuales. Las necropolis reflejaban relaciones que ahora habfa que definir de for- ma explicita Todas estas regiones, ca las economfas horticolas del Neolitico y las nuevas esferas de ac vos materiales y el comercio. ida una en su estilo, ejemplifican la diferenciacién entre las senci- idad: el pastoreo, los nue- El centro y noroeste de Europa, 4500-3000 a.C. Los primeros horticultores, que se expandieron por las tierras loéssicas y frondosas de la Europa central a partir de mediados del sexto milenio, formaron inicialmente una comunidad cultural también relativamente introvertida, aunque progresivamente fueron estableciendo mis contactos con los pueblos indfgenas que habitaban en los bosques y en las costas. Entre el Rin y el Vistula, la contimiidad de sus vinculos internos se manifiesta en la conservacién y la homogeneidad de sus tipicas casas alargadas de madera, sus azuelas en forma de «horma de Zapato» y su tipica cerdmica de base céncava (decorada con espirales 0 meandros de ineas y puntos incisos); y es probable que formaran una red relativamente cerrada de reproduccién, © que acentuaran, al menos, la peculiaridad y exclusividad de su propio modo de vida. Hacia el 5000 a.C. estos agricultores-ganaderos habian llegado yaa la cuenca de Paris, y en los si- glos siguientes se extenderfan hacia Occidente hasta alcanzar las costas del Canal y las islas Bri anicas. Pero en la época que nos ocupa su unidad empezé a resquebrajarse: los grupos de Euro- pa central se vieron progresivamente influidos por las sociedades del Cobre de los Cérpatos y de los Balcanes, mientras que la periferia mostraba indicios de adaptacién y de interaccién con Jas comunidades aut6ctonas, asentadas mayoritariamente en las costas atlénticas y en las faldas alpinas. En la zona central, el poblado segufa siendo la unidad bésica de la vida social. Las ca- sas aumentaron en tamafio y complejidad, e incorporaron una planta trapezoidal Caracteristi- ca, un amplio vestfbulo de entrada y una parte trasera més independiente. En Bochum, Ale- mania, se descubrié un edificio particularmente grande de més de 65 metros de largo. Aquellas casas comunales en habitats dispersos que caracterizaron la fase Pionera se agrupa- ban ahora en asentamientos compactos de edificios més grandes, rodeados de una empaliza- da que quizés servia para separar los huertos del ganado, un ganado ahora también més nu- meroso que podia pastar en las tierras deforestadas de los alrededores. Hay evidencia de las influencias de los grupos de la Edad del Cobre asentados en el norte, tanto-en el disefio de la cermica, de las estatuillas y de los abalorios importados de cobre, ahora més elaborados, como en la aparicién de recintos circulares de tierra (como el de Kéthingeichendorf, en Ba El centro y noroeste de Europa 179 viera) con entradas opuestas, que recuerdan la disposicion de los tells (y tal vez su cosmolo tia). Emplazados en lugares préximos al poblado, estos recintos tal vez delimitaban zonas para bailes y ceremonias comunales. Este modelo de vide aldeana fue adoprado en los valles tlpinos, en el sur de Alemania, en Suiza y'en Austria, por los grupos mesoliticos asentados atillas de los lagos de morrena: incorporaron la agricultura y el pastoreo, y construyeron sim- ples habitéculos de madera sobre pilares o palafitos en los mérgenes pantanosos de los Lagos. Preservados por la turba, estos yacimientos constituyen la evidencia mas didfana del modo de vida ncolitico: recipientes hechos de corteza de abedul, cuencos y aitiles de madera, tejidos de tino, montones de forraje y de estiércol (jcom crisélidas de mosca incluidas!), ¢ incluso una picea de «chicle» de resina con marcas de dientes, asi como cerimicas y pequeftas hachas de piedra, que son las dos (inicas cosas que suelen perdurar en los yacimientos det interior. ‘Al ocste y al norte de la zona loéssica encontramos un modelo muy distinto de interaccion con las antiguas poblaciones indigenas de Europa. Este proceso empieza primero en cl ocste de Francia, donde las influencias de la lejana Europa central remiten para dar paso a una adap- tacion a formas de vida autéctonas; la cultura material se hace mas tosca y la agricultura se acompaiia de la caza y la recoleccin. Como en ¢] caso de los estilos de vida menos estables de la euenca de los Cérpatos o de las costas biilgaras, el indicador simbélico de la comunidad se traslida de la casa y del poblado a los enterramientos. Pero en el norte y en el oeste de Euro- pa, lo importante a la hora de defini la identidad del grupo ya no son los sutiles mensajes en Carnados en ajuares y artefactos, sino las tumbas monumentales. En el oeste de Francia (como, algo més tarde, en el sur de las islas Briténicas y en el norte de Polonia y de Alemania), las cé- maras funerarias de madera o de piedra bajo timulos de tierra alargados (y por lo general tra- pezoidales) se convierten en puntales de la vida comunitatia, Estos monumentos a los ante- pasados pasan a ser rasgos destacados del paisaje, micntras que las casas y los yacimientos domésticos, por el contratio, sé hacen cada vez mas fragiles y perecederos. Estos monumentos simbdlicos emergen sobre,todo alli donde la tradici6n agricola cen- troeuropea se cruz6 con poblaciones autéctonas felativamente densas y cuya uni6n propicio un crecimiento demografico importante, Los monumentos permanentés, ya fueran casas 0 tumbas, eran fundamentales para la organizaci6n de una existencia'agropecuaria y para la pers- pectiva de siembras y cosechas a argo plazo. Pero la iniciativa no parti s6lo de los recién lle- gados. Muy pronto la construccién de diversos tipos de sepulturas demostr6 que aquel esti- jnulo habfa suscitado una respuesta creativa entre los habitantes aborigenes. Ast, en muchas ‘onas de la fachada atldntica se erigieron tumbas de piedra que eran réplicas de los largos.tt, mulos de piedra con cista fauneraria que aparecian en Normandia, pero con un disefio distin: to: ahora se trataba de cdmaras fanerarias bajo timulos circulares a las que se accedia a través de un largo pasillo de entrada que posibilitaba la incozporacién de nuevos enterramientos. Es: tas estructuras funerarias, que se conocen con el nombre de tumbas de corredor, constituirfan la caracteristica principal de los agricultores-ganaderos nativos del Iejano occidente. Al princi: pio construidas fandamentalmente a base de mamposteria a seco y con techos abovédados; tomo muestra el magnifico ejemplar de fle Longue, a poca distancia de las costas briténicas, con el tiempo el tamaiio de las piedras fue aumentando. Emergié-una-nueva tradicién arqui- tectonica que, durante los siguientes dos mil afios, seria caracterfstica de los primeros agricul tores-ganaderos aborigenes de la Europa atlintica, dejando tras de s{ unos inmensos bloques.-- de piedra que habrian de sobrevivir y atraer, unos seis mil afios més tarde, la atencién de los primetos anticuarios. Si el proceso de expansion de la afrieultura y la ganaderia por toda Europa~ya fuera pot migraci6ni o mediante adopcién selectiva de elementos como la ceriimica y la ganaderia~ fue UNA PEEREA NEOLITICA (derecha. Este Famose escubrimiento del siglo Sts, en el asentamiente Incustre de Robenhausen, en el Iago PRMiker sur de Zurich, Suiza, mide 1,45 m de alto y s ten torno al 4000 .C. Hecha de ana sola picea de (El marco es una reconstrueciin moderna.) SUELO DE UNA casa NHOLITICA ENCAVADA (abajo), Egolawil, cantén de Lucerna, Suiza, troncos y ramas estaba cubicrto de cortezas, y habia plataformas de arcilla para encender los hogares, La ‘estructura estaba dividida en varias estancias, que seguramente albergaron animales y sezes humanos, El contra ¥ norveste de Europa 181 _coimplejo, atin lo five més la dialéctica entre colonos ¢ indigenas que tuvo lugar a pequ tala en grandes zonas del noroeste de Europa. La rivalidad y la competicién en y entre ambas poblaciones explica la proliferacion y la diversidad tipolégica de los monuments y su er Frente complejidad. En las islas Britdnicas, por ejemplo, la adopcién del cultivo pudo llegar de Ja mano de pequefios grupos que, tras cruzar el canal procedentes de la cercana Flandes, cons~ truyeron casas funerarias de madera (que luego se cnterraban bajo imulos alargados), aun- que ellos mismos vivieran todavia en cabafas bastante seneillas, no muy distintas de las vi- viendas de los natives a su alrededor. Mas tarde, en cl oeste de las islas Britinicas y en Irlanda, aparccieron cistas construidas en piedra con entradas en forma de embudo (Ilamadas «portal tombs» 0 «tumbas con atrio») bajo tiimulos circulares, que pueden constituir evidencia de luna respuesta nativa; estas estructuras se encuentran en muchos de los timulos alargados de los Cotswolds, pero con formas propias, es decir, con cimaras de piedra, sintetizando asi am- bas tradiciones; sefial quizs de una fusion sinerética. Todo el paisaje hasta la altura de Esco- cia esta lleno de tiimulos alargados de tipo muy sencillo, de tierra y madera, y eit el norte de Irlanda aparecen variedades en piedra. Pero en Irlanda y én Escocia ambas tradiciones, la de Jas tumbas con atrio en piedra y la de las tumbas de corredor algo mas evolucionadas bajo ta- mulos circulares, sobrevivieron y coexistieron junto a grandes cairns, sobre todo en zonas de resistencia autdctona a las innovaciones. Todos estos tipos son testimonio de la lucha por pre~ servar la propia identidad a medida que los antiguos paisajes daban entrada, lentamente, nucvas pautas sociales. rani v seciOw de la magnifica rumba de corredor de lle Longue, en Morbihan, sur de le Brett frances, fe THANG hace finales del quinto milenio a.C. La chmarasbovedadsa bajo el timalo circulars leg a compararen su ‘Gna los theloi de Micenas, nyt Estos fueran, en realidad, 2,500 afos porteriores 182. La transformacion de la antiqua Europa agraria Este mismo proceso de diferenciacion y de fusién regionales afecté también a toda Ia extensa zona situada entre el sur de Francia y la Ilanura del norte de Europa, y posible- mente también tuviera lugar en las propias tierras del loess, en la medida en que se iba res- quebrajando Ia antigua exclusividad social y aparecian unidades sociales y culturales ma- yores. Las viejas pautas de la horticultura a pequefia escala fueron sustituidas por formas mas extensivas de cultivo de roza, y los asentamientos abandonaron los valles en busca de lugares ms estratégicos a mayor altitud, La creciente demanda de hachas de silex para la deforestacién obligé a abrir nuevas minas en zonas de depdsitos jurdsicos o creticicos, es pecialmente en Bélgica y en la Polonia central: En el seno de este nuevo patron de asenta- miento y de comercio regional més fluido, aparecié un nuevo tipo de monuménto cere~ monial (en sn mayorfa con fosos concéntricos y discontinuos) con categoria de centro local o regional En el norte de Europa, la adopcién del modo de vida agricola y ganadero por parte de las poblaciones mesoliticas de la zona provocé un proceso idéntico de penetracién lenta y reac- cidn, y en el area situada entre cl curso medio del Vistula y Jutlandia aparecieron largos t mulos que recordaban las casas alargadas de las tierras loéssicas del norte, que serfan contes- tados'con otra eclosion de construcciones megaltticas (Ios tipos llamiados dysser 0 «délmenes») en las costas y en [as islas del Béltico. La ingente cantidad de hachas de silex recuperadas en esta rea dan la medida del volumen de poblacién implicada y del esfuerzo invertido en defo- restar incluso’ pequeiias areas de denso bosque para cl cultivo. Al igual que en el sureste de Eu- ropa, los titiles de trabajo también eran simbolos de riqueza, y a veces se depositaban las ha- cchas puilimentadas en marismas en calidad de oftendas. Los tipos cerémicos que utilizaron estos grupos neoliticos del norte y del oeste eran re- Jativamente simples si se comparan con sus contemporéneos dé la Edad del Cobre balcéni- ca, pero presentaban una Variedad tipolégica (y acaso también culinaria) mayor que las grandes y toscas ollas de base.en punta (para comidas colectivas) tipicas de los habitantes tardomesoliticos de Escandinavia; y en el norte de Europa, el conjunto cerémico pronto in cluy6 una combinacién de vasos para beber («vasos de embudo») y los tipicos frascos con anillo en el cuello, usados sin duda en alguna ceremonia de consumo ritual de vino. En Francia, el repertorio cerémico inclufa pequefios pebeteros con abundante decoracién que se encuentran en toda una extensa zona. Hay quien ha sugerido que tal vez sitvieron para quemar alguna sustancia aromética o narcética; acaso asociados, de niievo, a algiin ritual 6 ceremonia. Esta fase de la prehistoria europea nos ha legado algunos de los monumentos més ex traordinarios al esfuerzo de los primeros agricultores-ganaderos y a sus luchas ideolégicas. ‘Los monumentos, una vez erigidos, incorporaban una sacralidad y un poder que podia con- quistarse’o subvertirse, Los recientes trabajos arqueologicos llevados 2 cabo en el sur de la Bretafia francesa han demostrado que en torno al 3800 a.C. hubo una fase importante de re- construccién, durante la cual se desmontaron las estructuras megaliticas existentes para vol verlas a levantar de nucvo exi posiciones distintas. Se destruyéron grandes monolitos escul- pidos y se usaron para ‘coronar nuevas tumbas de corredor més voluminosas, como demuestra la extraordinaria tumba de Gavrinis, en el Morbihan, con paredes construidas a Base de 28 grandes losas macizas, todas ellas cubiertas de abundante ornamentacién harto enigmética y laboriosamente picada y esculpida en granito. Como en el caso de las tumbas conoro de. Varna, apenas sf se iptuyen los motivos que dominaron las vidas de estos remotos curopeos; pero la llegada de la agricultura trajo consigo algo més que simples cambios @ ni- vel de subsistencia. ZS - CONJUNTO FUNEIARIO de Tovstrup, ceréa de Ringkobing, en el oeste de Jutlandia, Dinamarca, fechado hacia el 3600 a.C. Este conjunto complementario de,vasos ~c! anfora de cuello largo, el fiasco con cuello de collin y la copa para beber~ suelen aparecet juntos en las tumbas de la regién, y parecen constituic un equipo para mezclar una bebida muy fuerte El noreste de Europa, 4500-3500 a.C. Después de abordar estos fenémenos arqueologicos tan espectaculares aundue limitados a determinadas éreas del continente, resulta necesario dirigir la mirada a las grandes extcnsio- nes de bosque boreal del centro y del norte de Escandinavia y hacia el este, hasta los Urales, zonas que conocieron una serie de cambios més lentos y uniformes. Alli, desde principios del Holoceno ya habfan surgido culturas mesoliticas que vivian en cabaiias semisubterréneas y que se ganaban la vida recogiendo castafias de agua, pescando en lagos y lagunas, y cazando alces, cerdos salvajes y otros animales del bosque, y focas en las costas del Baltico. Fabricaban reci- pientes de madera y de corteza de abedul, y estaban equipados con canoas y embarcaciones de cuero, boyas, redes, trampas y esquis. A partir del cuarto.milenio el uso de la cerimica sedi~ fandi6 desde las comunidades tardoneoliticas del este de Europa hasta las comunidades de las marismas de Pripyat, y desde alli, por el alto Dniéper y el Volga, a la region de Moscit. Su adopcibn no entraié ningiin cambio econémico fundamental, puesto que no implicé el uso de cereales ni de reses domésticas, aunque ciertamente pudo haber un aumento demografico yun proceso de concentracién poblacional mayor: parece que algunos yacimientos pudieron albergar hasta un centenar de personas durante todo el afio. El cuadro ¢s importante por cuanto permite contemplar al resto de Europa desde otra 184 La trangformacién de la antigua Europa agvaria perspectiva, puesto que ¢s una pauta que pudo haberse generalizado si la agricultura no se hu- biera.expandido tan répidamente desde el Préximo Oriente. Pero el hecho-atin mas relevante ef que esta pauta subsistid en aquellas zonas donde la agricultura no consiguié penetrar, como en los intersticios de los grupos agricultores y ganaderos de gran parte de la llanura del norte de Europa, o incluso en las zonas montafosas y altiplanicies de la Europa oceiderital, donde estos yacimientos de cazadores evidencian un uso escaso de la cerdmica y, por lo tanto, restl- tan mis dificiles de fechar. En estas zonas, las poblaciones mesoliticas coexistieron con los pri meros agricultores hasta el tercer milenio. En Polonia, las poblaciones de la cerimica con de- coraci6n «pcinada», con un modo de vida no agricola; ocuparon una vasta regién en torno a Varsovia, y algunos de sus asentamientos mas periféricos llegaron hasta el rio Oder. La llega dade la agricultura no erradicé inicialmente su modo de vida tradicional, El Meditervitneo central y occidental, 4000-3500 a.C. Los profundos contrastes entre el modo de vida agricola y la existencia cazadora-recoleé- tora tan evidentes en otras partes de Europa, aparecen mucho mis diluidos en el Mediterré- neo. La continuidad entre las poblaciones mesoliticas y las neoliticas mAs antiguas y la llegada temprana de la agricultura al Mediterréneo oriental son dos factores que hablan més bien de un proceso de incorporacién al modo de vida indigena de muchos aspectos del acervo agri- cola y ganadero. En muchas zonas de! Mediterraneo occidental la alfarerfa y la ganaderfa a pe- quefia escala precedicron al cultivo, sin alterar radicalmente el patrén de asentamiento. Por consiguiente, y con la excepci6n tal vez del sur de Italia, la expansi6n de la agricultura y la ga- naderia'no créé distinciones importantes entre las comunidades agricolas sedentarias y los grupos de cazadores més méviles, dado que las primeras eran, en general, relativamente pe- quefias y las segundas a menudo sedentarias. Encontramos evidencia de ocupacién tanto en cuevas como en estructuras’de habitacion estables, y no es posible esperar una arquitectura avanzada similar al patrén de asentamiiento centrocuropeo. Sin embargo, el final del Neoliti- co supondria un cambio considerable, ya que es en ese momento cuando arraiga el cultivo de cereales y tiene lugar la expansi6n precoz de la cerdmica y de la ganaderfa, y cuando las nue- vvas pautas se difunden a partir de los Balcanes y de la Europa central En Italia se generalizan los yacimientos al aire libre (se abandonan cuevas y abtigos roco- sos), especialmente en las tierras lacustres alpinas del norte y ca las llanuras litorales de Sicilia y Calabria, sin que la caza y la recoleéci6n se abandonen como componente importante de la economia. En Apulia, frente a las costas de Albania y de Epiro, hace su apaticién la cerdimica pintada tricroma con disefios textiles de tipo balc4nico; los tipicos vasos de boca cuadrada con decoracién incisa de Liguria presentan analogias centroeuropeas, mientras que la periferia al- pina empieza a desarrollar pautas propias de las culturas lacustres, La adopcién geweralizada del cultivo por las poblaciones indigenas del sur de Francia como parte de un modelo més ge- neral descrito‘en la-seccién anterior, se manifiesta a través de la aparicion, en muchas zonas, de molinillos manuales, de hachas pulimentadas y de nuevas formas de vasijas cerémicas con ayliltiples:agarraderos para colgar. En los alrededores de Toulouse hay una peculiar concen- tracién de asentamientos riberefios, cuyos grandes pavimentos de guijarros han deparado una gran cantidad de restos de combustién que desafian cualquier intento-de explicacién fécil, ero quizés representen algéin tipo de sauna o de instalaciones comunitarias agociables a cen tros con un imBortante papel ceremonial. El ejemplo més conocido es el. de St. Michel-du- Touche, en la confluencia del Touche y del Garona El Mediterrasico central y occidental, 185 En esta fase florecen también las islas volcdnicas del Mediterraneo central gracia cursos de obsidiana de Cerdena, Lipari, v las istas Pontino. Los poblados agricolas sedentarios posibilitaron una explotacién sistematica y continua de sus recursos, como se evidencia en el monte Arci, en la Cerdena centrooccidental, y el producto de estos centros de extraccién pri- maria se exportaba a las costas del mar Tirreno, al sur de Francia y a la periferia alpina, A tra- vés de este trifico costero también circularon y se difndieron nuevos estilos ceramicos, como Jas atractivas vasijas de engobe rojo de las islas Lipari. En Malta, esta fase se caracteriza por la aparicion de tumbas'excavadas en. la roca, que coexisten con el-uso de cuevas y de cistas de piedra en otras regiones de Europa 7 Mientras, la peninsula ibérica presenta una fisonom{a un tanto aislada, aunque aqui tam- bién se generalizan los yacimientos al aire libre con una economia agricola y ganadera, que se difunde a nuevas regiones. Estos yacimientos se caracterizan por una cerémica relativamente simple, de base c6ncava, y por sus hachas de piedra pulimentada. En el érido sur se utilizaron sus re- REPRESENTACION CONTEMPORANEA, hart® imaginativa, del descubrimiento por unos mineros de siglo xix de una cue- va funeraria fechada en tomo al 4000 a.C. (Cueva de los Murciélagos), situada en la parte alea de un desfiladero de Almeria, en el sur de Espaha. Los esqueletos, alin vestidos, llevaban sandalias de exparto y cestos trenzados, algunos con cabenuclas de adormiders en su interior 186 La sransformacién de la antiqna Europa agvaria fibras de esparto ( Stipa) para la confeceidn de tejidos y recipicntes, y Jos enterramicatos cn cueva han conservado restos muy intcresantes de estos tejidos neoliticas. Uno de los hallaz gos mas extraordinarios al respecto, realizado por picapedreros del siglo pasado en la Cueva ; 1 de los Murciélagos en wn desfiladero de Almeria, es una serie de esqueletos todavia vestidos y } j acompaiiados de cestas redondas que contenfan eabezuclas de adormidera.;Se trata de'simples i simbolos de fertilidad, o es posible que ya se apreciaran las propiedades narcéticas del opio? Mas al oeste, en Portugal -donde, como en Dinamarea, los concheros revelan la presencia de importantes poblaciones costeras-, la expansi6n de Ia agricultura hacia el interior estuvo aso- ciada a las primeras tumbas megaliticas, en forma de simples tumbas de corredor. Por lo tanto, puede decirse que, en torno al 3800 a.C., en Europa existia una diversidad de culturas: en el sureste y a lo largo de un eje hacia el noroeste, se encontraban las mas sofis- ticadas; las menos vinculadas entre sf en el suroeste, y conservando ain formas de vida mas primitivas y casi intactas en el noreste, Con los nuevos contactos que cmpezaban a estable- corse con el este, estas diferencias, en lugar de disminuit, se irian exacerbando. __Elcentro y suveste de Europa, 3500-2500 a.C. El inicio de una nueva era viene determinada por la transformacién del Egeo, que de ser tuna peninsula de la Europa balcinica, caracterizada por los poblados de adobe y la cerémica pintada de las llanuras de Tesalia, pas6 a convertirse en wna red litoral ¢ insular de fortifica- Ciones de piedra y-asentamientos mas compactos que dominan el paisaje desde la cima. Mu- chos factores contribuyeron’a ese cambio: nuevos cultivos como la vid y el olivo; el arado y el burro para arar el campo; la cria y el pastoreo de Ia oveja lanera; nuevas técnicas metalfirgicas a para alear y fundir el cobre,-extraer la plata del plomo, o esmerilar el marmol; embarcaciones largas que permitian desplazarse de una isla a otra para pescar, comerciar y saquear. Y todo ello gracias al nuevo papel que la vecina Anatolia desempefiaba ahora en Ia divisién internacional del trabajo en el Mediterréneo oriental del Bronce. El yacimiento de ‘Troya simboliza perfec- | tamente la esencia de esta transformaci6n, Este palacio-fortaleza, con sus grandes salas y ta- lleres, que controlaba la entrada a los Dardanclos y dirigia su mirada a ciudades insulares como Poliochni, en Lemnos, preservé de la conflagracién de su segunda fase (a finales de i nuestro periodo) una gran cantidad de pesas de telar, que dan fe de su base industrial, y tam~ bign ticos objetos metilicos de sus dirigentes: jarros, copas y platos de oro y plata, cuencos de bronce, lingotes de plata, puntas de lanza en bronce de tipo oriental, y elegantes joyas de oro con filigranas y granulados. Se trata de un mundo distinto del de las culturas campesinas del Neolitico y de la Edad del Cobre, vinculado a las culturas urbanas de Siria y de Mesopotamia i através del comercio y la emulacién, Logr6 mantener su posicién en este sistema en virtud de sus vinculos maritimos con las islas del Egeo, cuyas materias primas inclufan plomos argenti- feros capaces de suministrar la plata que codiciaban las economfas de unas ciudades en conti- ntio crecimiento ' Pronto estos abastecedores de materias primas copiaron, en una version més simple, el esti- Jo de vida elitista y el amor por el vino de Anatolia. En las islas griegas y en la Grecia continen- tal aparecieron vasos de plata y abundantes copias en ceramica brufida de bandas. Muchos cen~ tr0s locales de las Cicladas y de la costa oriental del Peloponeso copiaron los muros fortificados + los grandes edificios centrales, y los talleres locales intentaron-reproducir el arte de aquellos ex- pertos orfébres. Los intermediarios ciclédicos se beneficiaron, de su contrél de las rutas interin- ‘sulares y crearon su propia cultura, plasmada en figuras de bebedores o masicos en marmol. ne om El contro y sureste de Enropa- 187 NAGNIFICO TESORO DE METAL FRECIOSO (iapuierda) procedente de l-segunda ciudadela de Troye (Hissarlik)extel noroeste de Turquta, destruida hacia el 2300 2.C.,y descubierta por Heinrich Schliemann. Contenfa omamentos de ‘oro, vaso para beber de oro y plata (imitados en formas cerimicas locales) y ingotes de plat. Estos tesoros rare. ‘mente se encuentran 0 se conservan, salvo en caso de catéstrofe o en tumbas reales ‘VASO PARA BEBER CON ASA (derecha) en cerdmica gris pulimentada, encontrado en Vinéa, Serbia, y correspondiente a la cultura de Baden, ¢. 3400 a.C. El tratamiento'de la superficie, la forma, el tipo de aa, la decoracion acanalada y la base hendida imitan, en cerimica, formas contemporiiiess en plata (como las que se han conservado en el tesoro de ‘Troya II), que parecen importarse al sureste europeo desde los talleres reales de Anatolia 0 del Egeo. 188 La rransformaciin de la antigua Europa anvavia El resto del sureste europeo quedaba al mar estas influencias directas, pero incluso cen lugares tan alejados como Ia cuenca de los Carpatos, el nuevo estilo eerimica que surgié a finales del cuarto milenio constitufa una réplica, en arcilla, de los cuencos metilicos para b ber del Egeo: asas acintadas individualizadas, base hendida, motivos acanalados y superficie brillante de color gris. También se documenta la emergencia de elites rurales, ya que estos, items de prestigio (utilizados ahora para beber algiin licor local, puesto que aqui no se culti- vari la vid doméstica hasta tres milenios mAs tarde) aparecen en tumbas junto a otros ftems de lujo para'cl viaje a la eternidad: mujeres, o una pareja de bévidos (o ambos), igual que en al- gunas tumbas contemporineas de ciertas necrépolis de Hungria central. Que estos bienes y ajuares constitufan una unidad ideolégica lo demuestra la presencia del simbolo de estatus mis caracteristico del cuarto milenio: una copa para beber en forma de carro, conocida a partir de los ejemplares de Budakalisz. y de Szigetszentmarton. Los bueyes utilizados para titar de los carros.de ruedas podian servir también para arar el campo, y hay evidenicia de nuevos méto dos agricolas ~es decir, de colonizacién— en los territorios limftrofes de las tierras bajas y en sus éreas interfluviales. La expansi6n de Ia tecnologia de traccién de vehiculos de ruedas y de arados ligeros por una pareja'de animales tuvo un efecto atin mayor en los éridos paisajes del norte del mar Ne- gro, donde las sociédades complejas que habitaban en las zonas periféricas del mundo del Pro- ENTERIAMIENTO EN UNA Tumba de fosa excavada bajo un timulo circular en Plachidol, en el norte de Bulgaria, con ruedas de carro de madera, fechada hacia el 3000 a.C. Esta sepultura es marginal respecto a la ptincipal dstribucién dé este tipo de tumbas en las estepss al norte del mar Negro, donde dan su nombre ala cultura de ls tumbis de fosa ‘@ ruedas de madera (realmentedescublertas) ¢ tablones cubriendo la fosa 'b ruedas de madera (supuestas) restos de un revestimiento oreSnica {efeltro?) bajo el esqueleto hy El norte y ocste de Europa 189 - ximo Oriente, como en Maikop, al norte del Céucaso, iniciaron relaciones con los pastores y criadores de caballos de las estepas. ¥ el uso combinado de bueyes y caballés como animales de tiro posibilité no sélo la hipermovilidad necesaria para explotar los inmensos pastos, sino sobre todo e! desarrollo de una nueva y poderosa cultura, caracterizada por las tumbas de fosa cubicrtas con tablas de madera bajo un timulo circular o kurgin. Estos monumentos, a veces coronados por una estela antropomérfica de piedra, y otras veces con rucdas de madera o in- cluso carros enteros en su interior, aparecieron en toda la zona situada entre el bajo Danubio, el rfo Ural y el mar Caspio. Algunas de estas poblaciones penetraron, en pequefios grupos, en el norte de Bulgaria y el este de Hungrfa por el Danubio, donde establecieron un enclave en has tierras salinas.de la cuenca aluvial, estacionalmente cultivable, de los rios Tisza y Kérds. Sus enterramientos, que exhibian uri cierto toque exético ~el esqueleto boca arriba, con las rodi- llas dobladas, espolvoreaclo con ocre rojo, y yaciendo en un lecho de fieltro pintado dentro de una fosa bajo un kurgén-, contrastan profirndamente con las necropolis de fosas locales. Seria a través de estas conexiones orientales, no por el Egeo, que muchos rasgos del Proximo Oriente Hlegarfan finalmente a Europa, como la cria de ganado lanar y la fundicién de metales con el molde-de dos piezas _Mientras, las influencias més antiguas, egeas, se expandieron por la Europa central alre- dedor de la cuenca de los Cérpatos: Baviera, la antigua Checoslovaquia y el sur de Polonia. En esta regién han aparecido las tipicas formas cerdmicas redondas que recuerdan los prototipos metélicos, por lo general asociadas, en las tierras altas, a promontorios fortificados con foso. Ademés de aportar una unidad cultural a una extensa regién del centro y sureste de Europa, en gran parte de-Alemania y Polonia se detectan otras influencias, como por ejemplo la sor- prendente aparicién de formas cerémicas imitando vasos metélicos en un megalito de Olden- dorf, en la Baja Sajonia, o las tumbas que contienen una pareja de bévidos, en Kujavia. Estas influencias directas son indicativas de movimientos més fundamentales, como la difusi6n del arado y.del carro de ruedas. El norte y oeste de Europa, 3500-3000.4.C. Estos nuevos estimulos procedentes del sur provocaron en Ia llanura del Norte de Europa y en las éreas occidentales més pr6ximas una serie de reacciones y de adaptaciones sumamente aceleradas. Por ejemplo, los sistemas sociales y rituales existentes incorporaron ahora nuevos elementos; pero serian sobre todo el cultivo.a gran escala posibilitado por el arado y:la crecien- te diversidad de los contactos que harian inevitable un cambio radical en el periodo siguiente, ‘La envergadura del cambio econémico viene indicado por la expansibn a escala industrial de la manufactura del silex que se pone de manifiesto én yacimientos como el de Krzemionki, en Polonia, donde se llegaron a abrir hasta mil pozos a base de perforar rocas mas blanidas para llegar hasta las vetas del duro y veteado silex, el més idéneo para la fabricacién de hachas, Los productos de estas mings llegaron a recorrer hasta. 500 kilometros para atender las crecientes necesidades derivadas de la inasiva deforestacién que exigia ahora el cultivo de arado. Encon- tramos densas concentraciones de este tipo de ‘tiles en las areas dé expansion més répida, so- bre todo en la zona de Kujavia,“en el Vistula. Alli se han descubierto asentamientos de pe- quefias casas rectangulares y necrépolis que incluyen tumbas de animales (b6vidos con un ‘disco ésco-y motivo en forma de «rayos de sol» entre los cuernos), sintomiticos de la cre- tiente importancia del componente pastoril en la subsistencia y en la ideologia, asociado a una tala més extensiva del bosque. La cerémica de esta zona incluye grandes vasos globulares con 190 La transformaciin de le antigua Europa agrarin bucles-asas para colgar (Ilamados, impropiamente, «inforas»), que se difundicron por el este hasta Kiev, que marca el limite de la expansién de los pueblos de las tumbas de fosa de la ¢s- tepa. De esta cultura procede la decoracién cordada -y quizas otros rasgos- pero ain no la prictica de erigir tdimulos circulares. Los primeros caballos domesticados llegaron al centro y norte de Europa por esta ruta, Se encuentran anforas globulares con decoracién cordada en otras zonas de Polonia y de Alemania, pertenecientes tal vez a pastores especializados que co- existicron con grupos de agricultores. Otro rasgo que se aftadié a la mezcla-cultural procedia de los grupos cazadores de la ceramica con decoracién peinada, que habrian llegado, en pe- queitos grupos, del centro de Escandinavia y de las costas bilticas para ocupar un nicho espe- cializado entre los agricultores y ganaderos de la zona: En cl antiguo corazén del cinturén loéssico, y en las zonas vecinas del ocste y el norte co nocidas por sus construcciones megalfticas, se practicaba el cultivo a escala propiciado por el arado. Los asentamientos en altitud y los centros ceremoniales siguieron en uso (0 apareci ron en nuevas zonas, como. en Dinamarca), mientras que paralelamente los aseritamientos mas simples antes predominantes més allé del loess eran sustituidos por agrupaciones de sélidas ca- sas de madera. En Alemania central en la zoria de los cursos medios del Elba y del Saale— apa recen ahora grandes tumbas colectivas en casas mortuorias, que recuerdan las tumbas megal- ticas de Occidente, pero construidas en madera o con bloques de piedra més pequeios. Aparece el uso ceremonial de tambores cerdmicos, gite a veces se depositaban en las tumbas. LOSA LATERAL GRANADA de una tumba de cista de finales del Neolitico (hacia el 3000 a.C.) de Leuna-Gohlitasch, ‘Merseburg, Sajonia-Anhalt, Alemania. Originalmente pintada de rojo, parece repiesentar el interior de una habita. ci6n: un carcaj de fechas (isqierda) y un atco tensado (arriba en ef cenzra) que cuelga junto a una serie de cuatro bandas-esteras con decoracin geométyica. (Se conoce una representacién muy parecida en una tambs contemporé nea del norte del Céuceso.) UNA CISTA DE 11 MDE LARGO (también Hamada allée converte o tumba de galeria) meticulosamente excavada, con en: terramientos sucesivos de mas de 250 individuos descubierta en In Chausée Tirancourt, Somme, Francia, fechada en tomo al 3100-2600 a.C. Los ésqueletos aparecen en estratos de ocupacién. Esta tumba colectiva pudo eer utlizada por varias aldeas dispersas en el rea de una didcesis actual Una de las tumbas de Leuna-Géhlitzsch, cerca de Merseburg, en Sajonia-Anhalt, presentaba un interior nada habitual: construida en piedra particularmente claborada, sus paredes conte- nian diversos grabados decorativos y la representacion de un arco'y un carcaj con fechas, En Dinamarca aparecen casas de culto de madera, formas especiales de cerdmica con pedestal, cu- charas de arcilla, y por primera vez se erigen grandes tumbas megaliticas con corredor de en- trada (las llamadas jacttestuer o «tumbas de gigante»). Estas tumbas contienen un gran nét- mero de sepulturas, y en casi todas ellas los craneos éstan separados de los huesos més largos y colocados en compartimientos distintos. Estos enormes monumentos también aparecen por primera vez en el norte de los Pafses Bajos. En una extensa zona de la Europa occidental se construyeron tumbas colectivas similares en madera, piedra o subterrineas, conectando los centros megaliticos costeros mis aritiguos. Estas largas cistas de piedra, con una gran cantidad de enterramientos colectivos en su inte- rior, aparecen en Hesse, en la cuenca de Paris, en Bretafia y en el valle del Loira, y se las co- noce como «tumbas de galeria» o allées couvertes. Se asocian a un nuevo patron de asenta- micnto, del «poblado expansivo», formado por una serie de aldeas dispersas emplazadas alrededor de un epicentro donde se levantaba una tumba megalitica central. Este patron de asentamiento, posiblemente asociado a la difusién del arado, se extendié por Jos altiplanos del interior donde.todavia sobrevivian pequefios grupos mesoliticos, por lo que este fenémeno——~->———-~ podria representar la absorcién final de estas poblaciones marginales. El impacto de este nue- Vo patrén sobre los grupos megaliticos de larga tradicién en el oeste de Francia se manifiesta en las nuevas formas monumentales que combinan rasgos de las tumbas de corredor con ele- mentos de las tumbas de galerfa, como en las llamadas tumbas de corredor en angulo (allées coudées) que se concentran en el Morbihan. I La cerémica de este periodo sc caracteriza por una gran diversidad tipolégica, especial- 192 Leeransformacidn dela antigua Europe agraria mente por lo que se refiere a la forma de los vasos decorados destinados a ceremonias rituales oa la ostentacién. Reflejan la tensién entre pautas de comportamiento en conflicto, referidas sobre todo a Ia comida y Ia bebida, socialmente tan relevantes. Por ejemplo, entre los vasos, para beber cncontramos las formas redondas tipicamente meridionales; en los recipientes para alimentos aparecen las formas angulares caracterfsticas del norte; las jarras para liquidos son mis voluminosas, caracteristicas de la Europa oriental; y reconocemos asimismo las formas mis simples tipo «florero» que predominaban en el oeste; en las areas de incorporacién me- solitica. Cada tipo cerimico reflejaba una manera regional de preparar alimentos, y sus distin- tos rasgos reproducian la diversidad de monumentos y asentamientos. Entre todas estas expresiones regionales diferentes, destacaban sin embargo ciertos rasgos comunes, El més notable era la importancia del ugar. Las estructuras sociales neoliticas se materializaron en forma de estructuras fisicas permanentes, ya fueran casas y poblados de ma- dera, centros ceremoniales de tierra o santuarios en piedra. En los lugares donde la agricultu- ra predominé sobre In ganaderia, estas seitas de identidad colectiva fueron esenciales para la contimuidad del cultivo y la reproduccién social. Constituyeron el escenario de ceremonias y rituales periédicos, y se crearon con la idea de permanencia, més allé de los ciclos anuales de la existencia cotidiana. Pero el futuro, que ya se prefiguraba ademés en la Europa oriental, de- pararia una nueva moyilidad: un modo de vida menos permanente y més oportunista, con unas sociedades menos vinculadas al suelo y a los simbolos de estabilidad. Europa septentrional y occidental, 3000-2500 a.C. La subdivisin de esta seccién regional hacia el 3000 es emblematica del acelerado cam- bio que se produjo en la periferia del continente a raiz de las contradicciones generadas por la actimulacién de innovaciones que acabaron sentenciando la suerte de las sociedades y !os mo- dos de vida tradicionales. Si los cinco siglos anteriores habfan conocido el progresivo perfec- cionamiento de las estructuras rituales y monumentales, ahora esta tendencia experimentarfa ‘una repentina involucién con la expansién de nuevas formas de cultura material, entre las cua- les los bienes muebles conocerdn un auge y una importancia mucho mayores que los megali- tos y los centros ceremoniales. Y los lugares fisicos dejardn de ser el epicentro del sistema para desplazarse a los individuos y a sus posesiones personales. El simbolo de este cambio fue el tipo cerémico conocido por los arquedlogos como la ce- ramica cordada, La decoracién a base de cuerdas impresas no era nueva, pues ya se habia co- nocido primero en las estepas y més tarde en la parte oriental de la lanura del norte de Buropa. Pero ahora adoptaba la tipica forma de un vaso para beber conocido como vaso campanifor- me, una vasija alta, sin asas, con el borde vuelto hacia afuera, con cabida para aproximada- mente un litro de iquido y decorado en su parte superior con bandas horizontales. Suelen en- contrarse casi siempre én las tumbas masculinas y acompafiadas de un hacha de piedra con orificio para la empufiadura y lamina monofacial alargada, conocida come «hacha de comba- 1a FoMmA 43 DE 1A NECROPOLIS de la Edad del Cobre de Varna, en la costa del mar Negro de Bulgatia,fechada en toro al 4000 a.C. (reconstruida para su exhibici en el museo). Se tata de un hombre de unos 45 aos, entra do con 990 objetos de oro (que pesan etotal 1,516 kilos) y con armas de cobre y de lex. Adviérase el cubre-pene de oro ESQUINA DEL FACHADA del templo ncolitiea (iaquierda), ¢, 3000 a Gyantija, Xaghra en Gozo, en el norte de las islas Maltesas Esta estructura, una de las doce que se encuentran en Malta, esté construida 3 base de bloques cal excepcionalmente g reo de tamano rande. Incluye en su interior una serié de cimaras segin un plano circular de éinco ldbulos, LeNw PaonAMtCA (1861) dela tumba de corredor de finales del Neolitico (abajo) dle Maes Howe ( fechada hacia el 3200 4.C.) y 80 foso posterior, con los circulos de piedra de Stennes (Zequiera) y el ‘Anillo de Brodgar (derecha), mis «completo, al fondo, al otro lado de as bahia Recientemente se he exeavado un yacimiento de finales del Neolitico cerea de a Barnhouse (casita blanca, a fs izguierda), iy Enropa sepientrional y occidental 193 te», Estas hachas ya se babian fabricado con anterioridad, imitando las hachas con orificio de enmangue caracteristicas de finales de la Edad del Cobre eérpata. Pero ahora aparecfan en can tidades mucho mayores ¢ incorporaban cl prestigio antes asociado a las hachas pulimentadas utilizadas en la deforestacién. Las tumbas que contenfan estos itéms estaban ahora en el cen- tro de un tamulo circular. Este conjunto de ajuar personal y de rito funerario individual integraba elementos de origen meridional y oriental. El prestigio asociado al consumo de vino habia !legado al sur de Europa desde Anatolia, pero las sofisticadas copas de plata para vino que ahora se usaban en el Egeo se convigtieron en el norte en toscas jarras de imitacién. Estos recipientes, vacfos, eran iniitiles, y Henarlos con el estimulante adecuado requerfa un conjunto de recursos esca~ sos. La decoracién cordada podrfa ser un indicio de que su contenido pudo incluir otro tipo EIEMPLARES ANTIGUO, MEDIO ¥ TaRDIo (3000-2400 a.) de! tipico vaso cermico para beber y del hacha de comba- te de piedra caracteristicos de las tumbas masculinas de la cultura de la cerdmica condada. Estos ejemplares proceden de Dinamarea, pero se han descubierto ejemplares parecidos en toda la zona que s¢ extiénde desde Suiza hasta Mos- cc, Los enterramientos (inicialmente en un pozo, més tarde en la superficie del suelo) solian cubrirse con un tému: lo circular, 194 La eransformaciin de In antigua Enropa agrarin de sustancias ademés del alcohol de baja graduacion que se obtenia de la miel y de los frutos silvestres del bosque, puesto que, si el cannabis se fumaba en las estepas, pudo difundirse a través de las vecinas culturas de la bebida. Todo esto es, evidentemente, pura especulacion. Pero la adopcién de los timulos funerarios circulares ¢s otro rasgo simbélico de notable sig- nificado, ya que podria indicar la presencia de tiendas o cabafias pertenecichtes a grupos fa- miliares mas auténomos, originarios de! este. También las hachas de combate estin repletas de significado, puesto que expresan el ideal de una sociedad cuya autoimagen no era el tra bajo sino la guerra. Los cambios no se limitaron al Ambito idcolégico y-estilistico. El patrén de asentamien- to de las gentes de la cerdmica cordada refleja una inversion de las pricticas anteriores: Aho- ra aparecen pequeiios grupos dispersos de viviendas (més frigiles y, por consiguiente, difici- les de reconstruir a partir de improntas de viga dispersas y endebles, y seguramente mis pequefias), sin las estructuras centrales de tierra y los centros ceremoniales que habfan ca- racterizado el patron anterior. Este tipo de asentamientos se adecuaba perfectamente a un contexto social caracterizado por continuos y répidos cambios, viviendas menos permanen- tes y agrupaciones sociales mas fluidas. Lo mismo puede decirse de las tumbas: el enterra- miento era ahora un acontecimiento definitivo, y como tinicos testigos aquellos que ente- rraban al muerto; pero los muertos no se unfan a una comunidad anénima de antepasados, sino que eran entertados como personalidades, haciendo alarde de su riqueza y de su posi- cién personal en una especie de coup de théntre final. Los témulos delimitaban linajes y lineas, hereditarias ancestrales especificos, de acuerdo con los intereses del mundo de los vivos. Es- tos fenémenos no eran nuevos'en la prehistoria europea; habian existido con anterioridad elementos andlogos en la Edad del Cobre cérpata y en las estepas. Lo que era nuevo era su aparicién en los bosques de la Buropa septentrional; alli las tierras de pasto habfan ido ga- nando terreno al bosque por la accién de anteriores poblaciones agricolas, y la extension-de la tierra cultivable y del barbecho posibilitaba ahora una reorganizacién de la existencia de acuerdo con unos nuevos principios, segiin los cuales la base de la riqueza ya no era la tierra sino el ganado, y los artefactos ~en tanto que simbolos de autoridad y poder— dominaban el flujo de intercambio. Dénde se inicié este modelo? Los arquedlogos, utilizando anilisis tipolégicos y fechas de radiocarbono (hasta ahora) inadecuadas, han definido un grupo primario, un «hori- zonte A» correspondiente a la cerémica cordada inicial y a las primeras hachas de combate en fosas bajo tamulos de poca altura desde Jutlandia hasta la Falla Norte. En Ja periferia de esta zona, estas comunidades fueron decididamente intrusas, que durante dos siglos co- existieron junto a los constructores megaliticos y a los artesanos de las anforas globulares. Es posible que siempre fueran poblaciones marginales, creciendo én los margenes de las culturas existentes y subvirtiendo gradualmente a sus habitantes. Pero pronto se converti- fan en el elemento dominante en determinadas zonas de Manura, como las tierras Igéssi- cas'de Alemania central o los arenales de Ltineburger Heide (que entonces afin no era el paramo qué hoy se utiliza para maniobras militares), o los suelos ligeros de la lanura del norte de Europa, que ocuparfan poco después. Desde alli el patrén se expandié hacia Re~ nania y Suiza, a gran parte de Escandinavia y, hacia el este, absorbiendo a los agricultores y alos cazadores-recolectores del Baltico oriental, hasta Moscti; arrollando en el proceso anteriores pautas de cultura y reformando inmensas regiones para crear un bloque culti- raf tan poderoso como los pueblos pastores de la estepa y los agricultores:ganaderos se- dentarios del sureste de Europa. Fue una de las transformaciones més extensié y mas re- volucionarias de la prehistoria europea. ‘ Las islas Briténicas 195 Las islas Britdnics, 3500-2500 a,C. Mientras el continente nicaé el proceso de cambio tuvo un cardcter mas insular: alli las viejas pautas perduraron mas tiempo, sin que las nuevas ideas provocaran una subversion directa, Sin embargo, la adop- cién del arado en las islas habia sido temprana, coetinea a su implantacién en Dinamarea, y su utilizacién define un Neolitico reciente cuyo patrén de asentamiento experiment trans- formaciones importantes, aunque sin cambios idcolégicos radicales. Se han conservado im prontas de arado bajo el téimulo alargado de South Street, que corresponde a la nueva ge~ neracién de largos tamulos «cortos» (a menudo sin enterramientos en su interior) que aparecieton en las tierras gredosas de Wessex en torno al 3500 a.C. El-asentamiento, ahora basado én yacimientos domésticos mas grandes y estables, abandoné su preferencia por los ticos suelos calcareos y loéssicos mAs fértiles para extenderse hacia las terrazas fluviales y las graveras de los grandes rios, como el Tamesis. Alli, y en otras regiones orientales de las istas, como en Yorkshire, hizo su aparicién un nuevo tipo de enterramiento individual, con arte- factos y ornamentos especificos, tales como mazas, hachas de sflex, cuchillos, agujas de huc- $0 0 broches de cinturdn. Estos desarrollos coincidieron con los cambios que acaecieron en el'continente por la misma época; pero parece que en el oeste de Inglaterra encontraron re= sistencia mediante nuevos monumentos ceremoniales mas evolucionados en forma de largos ‘monticulos de tierra con taludes y fosos paralelos, que se conocen con el nombre de monu- mentos cursus (segtin la extravagante creencia del siglo xvitt que habia visto en ellos pistas-de carreras), y que presentan ciertas analogias con las estructuras de piedra contemporaneas de Ja Bretafia, aunque sin implicar contacto directo, En el suroeste de Inglaterra se aprecian in+ dicios de conflicto directo, ya que alli se fortifican muchos yacimientos ceremoniales'en alti- tud, como los de Hambledon Hill y Crickley Hill, que al parecer fueron asaltados por agre- sores armados de arcos y flechas. En el norte de las islas Briténicas y en Irlanda proliferaron las tumbas de corredor circula- res nativas, y en Irlanda —donde perduré la tradicién de los tamulos alargados— evolucionaron para convertirse en grandes centros tribales agrupados en las colinas, como Carrowkeel 0 ‘Loughcrew, 0 dominar el meando del rio Boyne con las grandes tumbas de corredor cruci- formes de Newgrange, Knowth y Dowth, a tres kilmetros una de otra, y sepultadas bajo un inmenso timulo c6nico. Ahora, el interés esotérico por la astronomia y por el calendario de las estaciones, tan s6lo insinuado en Jas anteriores tumbas de corredor, se hace explicito, tan- to en'los grabados astrales que aparecen en las piedras laterales como en la especifica alinea- cién de los corredores, orientados todos ellos hacia el sol naciente del solsticio de invierno para que sus rayos iluminaran los grabados de la cmara. Medio milenio después de la cons truccién de Gavrinis, el arte y la arquitectura megaliticos conocerfan un nuevo esplendor en este lejano oeste europeo, donde quedarian al margen de los conflictos continentales, En otras partes de Irlanda, donde prevalecié Ja tradicién del témulo alargado, se desplegaron esfuerzos ‘similares (aunque dilatados en el tiempo, a lo largo de muchas generaciones) que confluyeron en Ia construccidn de los largos muretes de piedra que“delimitaban los ricos pastos de Go: Mayo, en torno a Behy-Glenulra, y preservados gracias al avance de la turba. (Otra zona nortefia preeminente en esta época fue la fértil aglomeracién de islas de Ork- ney. Primero colonizadas en torno al 3500 a.C. por pescadores y agricultores que utilizaban elarado, destacan no s6lo por la claboracién de sus principales tumbas (algunas de ellas, como la de: Maes Howe, presentan semejanzas, en cuanto a planta y orientacién, ton la de New- grange), sino por la formacién complementaria de asentamientos de'piedra, como el de “GRUPOS BALCANICOS, DEL'BRONCE: |) Expansisn del vaso campaniforme \ EUROPA EN IA PRIMERA PARTE del Bronce antiguo, 2500-1800 a.C.; se muestra la expansién-del vaso campaniforme en el oeste y la difusién de la civilizacién urbana en Anatolia y Creta, seguida de la emergencia de cultiras regiona- les del bronce en el centro, norte y oeste de Europa. Los vinculos establecidos durante el periodo del vaso campani- forme duraron mucho tiémpo y seguirian siendo muy importantes. enterraban con Jos muertos y también se ofrecfan a los dioses o poderes sobrenaturales, cuyo. mundo reproduicia seguramente muchos aspectos del mundo de los vivos, y algunas de las le yendas preservadas'en la épica homérica son un €co de las luchas dindsticas que sin duda ca* racterizaron a muchas sociedades de la Europa del Bronce. Estas sociedades «bérbaras» (nom- bre que los habitantes del mundo clisico darfan a sus vecinos de la Edad del Hierro) median sus éxitos por la cantidad de material y objetos valiosos en su poder, de forma bastante pare- cida'a‘como las sociedades del Africa subsahariana intercambiaban «bienes de prestigios de metal y materiales importados en la época de los primeros contactos coloniales. Parece que él bronce incorporé muchas de las pfopiedades.de un material de valor fundaiméntal asociable a una «protomoneda», no expresado habitualmente en unidades estindar (aunque podria citar- ‘ 1 Intraduccién: semejansas y contrastes regionales 247 lf SS Ss, \ \ \ . oe Se ie y BS. bs EK / YL uy 4 _ j EUROPA EN LA SEGUNDA PARTE del Bronce antiguo, 1800-1300 a.C., mostrando la influencia de la estepa en Europa central y la expansién de la civilizaci6n urbana en la Grecia continental. Escandinavia emerge como un area de utili- zacién del bronce, vinculada primero a la cuenea cérpata y luego al rea de la cultura de los ttimulos, y finalmente, vfa Italia, a Micenas, se algiin ejemplo), sino en forma de «plata de familia», que podia utilizarse 0 como objeto de ostentacién o para su intercambio por materiales cotidianos basicos en tiempos de carestia. También se utiliz6 con frecuencia como un medio de lograr la fama u obtener el beneplacito de los dioses, y en calidad de tesoros y ofrendas votivas, sin verdadero equivalente en las eco- nomias més avanzadas del sur. Otro elemento que distingue a estos grupos de sus vecinos urbanos es su arquitectura, y sobre todo la ausencia de habiticulos s6lidos y permanentes asociables al estrato social supe- ior de le sociedad. ¥ pese a que tanto las sociedades bérbaras como las urbanas construyeron tumbas sumamente aparatosas, las construcciones ~€ incluso los-asentamientos- de la prime= ra Buropa barbara fueron considerablemente modestos, En algunas zonas, pocas, aparecicron 248 Le cmergencia de Ins clites grandes ascntamientos fortificados siguiendo las rutas comerciales, sobre todo alrededor de los Carpatos, en emplazamientos muy céntricos y con posibilidad de contacto en todas direc- ciones: hacia el este con las éstepas, al sur con el Egeo, al norte con.Escandinavia, y al ocste, a través de una cadena de poderosos grupos de elite, con la Bretaiia y las islas Britinicas, don- de los cambios en la morfologia de los pufiales de bronce constituyen un diltimo eco de los es- tilos producidos por los maestros metaliirgicos de Hungria. Pero los centras fortificados y las empalizadas hiingaros y eslovacos, en cuyos asentamientos incendiados y abandonados se han recobrado objetos de bronce, Ambar y oro, no presentan nada parecido a los grandes salones de Troya del tercer y segundo milenios, y menos ain a los de Pilos o Micenas. ¥ en las islas { Beisinicas, donde el oro y el mbar distingufan las tumbas de'Tos linaes prineipescos mis rcos de Wessex, antiguas formas de centros rituales como Stonehenge afin conservaban su poder simbélico. Pero lenta y progresivamente las sociedades de la Europa templada fueron convergiendo hacia un ideal comiin. El bronce se convirtié en el medio universal de prestigio: estilos de lu- cha y de hacer la guerra especificos se expandieron por todo el continente y, por lo que se re- fiere a las armas, produjeron combinaciones y disefios comunes; la hospitalidad se expresaba en todas partes mediante vasos para beber de fabricacién muy esmerada y, por lo general, ma- nufacturados sobre materiales caros; el caballo y el vehiculo de ruedas cran admirados en to- das partes; las telas, los collares de ambar y los broches de metal para sujetar tejidos de lana de | trama gruesa se convirtieron en signos visibles de riqueza. Las innovaciones técnicas en la ar- 1 tesanfa del bronce se difundieron a partir de los centros metaltirgicos més avanzados y fueron adoptadas de forma generalizada, de modo que las secuencias tipoldgicas son especialmente ‘tiles para coirelacionar la cronologfa de las distintas regiones. Todo ello da una impresién de uniformidad que contrasta profundamente con los desarrollos desiguales de la Edad del Co- bre. Pero pasarfan siglos antes de que estas pautas'se hicieran. més 0 menos universales entre Jas comunidades agricolas y ganaderas de Europa. En Escandinavia, la ausencia de metales se- guia siendo endémica, a excepcién de las importaciones ocasionales de hachas y piifiales de bronce que se copiaban concienzudamente sobre silex; y esto seguia siendo asi mas de un mi- Ienio después de que empezara a circular el bronce en el Egeo, y unos 300 afios después de que los metalirgicos de Alemania central alearan el cobre local con el estaiio de las inmedia- ciones, es decir, el mineral de cobre de los montes Harz con el estafio de los cursos fluviales del norte de Bohemia. Pero luego, en cambio, Escandinavia adoptaria muy rapidamente los ,artefactos y estilos de Europa central y participaria plenamente en los intercambios de larga { distancia que le procuraban el metal necesario. {Y qué es lo. que daa a cambio? Ambar, evi- dentemente; tal vez cuero o lana en bruto; posiblemente también pieles de animales captura- dos en los bosques nérdicos. Fuera cual fuese el articulo comerciado, se trataba de un grado de intercambio interregional inédito hasta entonces y desconocido en las formas de organiza- cién econémica anteriores, y no seria superado durante mucho tiempo, al menos no antes de: que las éeonomias urbanas hicieran su aparicién en la Europa templada meridional en época romana 0, mucho més tarde, en la Europa nérdica de principios de la Edad Media. Pese a las semejanzas existentes entre los artefactos muebles utilizados en las distintas 20- nas del continente, existia un contraste regional fundamental en el modo de vida. La Europa { del Bronce antiguo puede dividirse en dés grandes zonas, creadas a lo largo de los milenios Sfanteriores. El sur de los Cérpatos, una zona de asentamientos por lo general fortificados y de “Praccrepolis de tumbas planas o de fosa con abundantes enterramicnitos, constitufa una zona de } estabilidad tertitorial donde la posesién de la tierra era el centro'de las estrategias sociales Pese a que durante todo ¢l periodo se generalizaron los depésitos votivos o «tesoros ocultos», a oe Inirnduccitin: seracjanzas y contrastes regionales 249 A GRABADA EX UNA HIRDRA (derecbay pondicnte a una tumba de cista bajo tn gran timo en Bretarr, cerca de Kiviky cn Escania, cn ol si de Suecia, Se rata de rimeras representaciones fechables de un earro completo de! area, 6.1300 a.C. La construccién de estos | Primitivos exrros cra mi | | tuna de plataforma y una péstiga ruedas eneajacas de cuatro radios. NAVE INCISA sobre tina espada de bronce (abajo) encontrada en Rorby, ce Kalundborg, Dinamarca, ¢. 1600 a.C. La espada es un tipo caracteristico con tn extremo curve, y el dibujo es una de las primeras representaciones de una tembarcaciéa del Bronce nérdico. Segiiramente estaba hecha de piel sobre un armazén de madera con extremos salientes. Los trazos sobre la borda podrian fepresentar los renios. 50 La cmorgencia de las elites esta zona tiene pocos monumentos funcrarios ricos como los timulos del norte y oeste de Et ropa, En esta diltima regién, en cambio, los vestigios de asentamiento son relativamente po- bres, y los taimulos de turba que garantizaban pastos a los muertos sugieren una sociedad que prioriza el ganado como fuente de riqueza. Aun cuando todos estos datos podrian correla- cionarse con las distintas densidades de poblacién, no equivalen a una mera divisién entre «agricultores-ganaderos» y «pastores», ya que en todas las Areas se practicaron tanto la agi cultura como el pastoreo, seguramente en una proporcién mas o menos idéntica, sino que ha- cen referencia més bien al valor social que se otorgaba a estas actividades, y a la manera en que estaban estructuradas las relaciones sociales en torno a ellas. Es este contraste el que aparece expresado en el registro material de ambas sociedades, tanto en las tumbas como en los pa- trones de asentamiento. . El modo de vida' de las comunidades de la Edad del Bronce al norte de los Carpatos pri senta pocas analogfag con la Europa protohistérica posterior. Fue un episodio tinico, especifi- co de las condiciones de su tiempo, donde era posible aclarar rapidamente los bosques de sue- lo ligero para garantizar unos cuantos aftos de buenas cosechas y pastos mas prolongados. Con el desarrollo en ¢l primer milenio de un arado més pesado y la colonizacién de tierras me- nos ligeras, pero mas productivas para el cultivo, muchas de las tierras ligeras sé abandonaron PLANTA DE UN TOMULO, FONERANO circular de Trappendal, al sur de Jutlahlia, Dinamarea, del siglo x1v a.C. aproximadamente. El timulo contenfe enterramientos similares al ejemplar de Egtved, tan bien conservado, pero destaca porque cubre un insblito cjemplar de una easa contemporanea, de unos 24 m de largo por 9 de ancho, dividida en tres habitaciones, acaso la vivienda de la persona enterrada en el timulo | 1 1 i i 4 | | | I 4 i El fenémeno del vaso campaniforme 251 al bosque y al paramo, donde actualmente se conservan numerosos timulos funerarios. El modelo de agricultura extensiva de principios de la Edad del Bronce en el norte de Europa tocé a su fin, y seria el modelo de una agricultura mas intensiva establecido en el sureste de Europa el que sentarfa las bases de las evoluciones futuras. En el Bronce final, tras el colapso de los primeros experimentos urbanos del Egeo, cuando la Grecia micénica regresé a unas condiciones literalmente prehistéricas en los siglos finales del segundo milenio, las tierras del curso bajo y medio de! Danubio experimentaron un gran crecimiento que conllevé la difusin de su modelo de fortificaciones y de necropolis de fosas por toda la Europa central y la peri- feria del continente. Este periodo de expansion de los «campos de urnas», que introdujo nuc- vas tecnologias, como el chapado de bronce antes desarrollado en contextos urbanos, se ana- lizard en el capitulo 9. Este contraste de modos de la vida de a Edad del Bronce tenfa sus origenes en las dife- renicias entre el norte y el sur, que a su vez se remontaban a los inicios mismos-de la agricul- tura en el continente, y a los dos grandes bloques en que se dividié la Europa agricola duran- te la Edad del Cobre (descrito en el capitulo 5). En el sureste de Europa, donde primero habia artaigado la agricultura de base aldeana, las referencias fijas de la vida social seguian siendo los asentamientos permanentes con sus necrépolis de fosas. Y a partir de mediados del'cuarto mi- lenio sus cerémicas muestran las elegantes formas de influencia metilica del Egeo y Anatolia. A pesar de la irrupci6n localizada en el sureste de grupos de constructores de timulos proce- dentes de las estepas, este patr6n estable y sedentario se mantuvo hasta Ja Edad del Bronce Pero en la Europa septentrional, cuyos asentamientos domésticos habfan adoptado en cl Neo- Iitico las tumbas monumentales y los centros ceremoniales, estos megalitos y recintos prote- gidos experimentaron un rapido retroceso. En el periodo de la cerémica cordada, posterior al 3000 a.C., las huellas de ocupacién se dispersan, y la estructura de la sociedad incorpora ¢ in- tegra elementos de la estepa, como la cerémica cordada y los timulos. Los monumentos fu- nerarios todavia desempefiarfan un papel destacado en la organizacién del paisaje. El modelo alternativo de agricultura y ganaderla extensivas del norte de Europa suministré la base para Ja evolucién del Bronce en la zona. Pero su penetracién en la Europa atléntica fire mAs lenta, dado que allf las sociedades megaliticas y los centros rituales duraron més tiempo. Y el con- junto de cambios que experiment6 Europa occidental sélo llegé a esta zona con posterioridad al 2500 2.C., acompaiiando la expansi6n del vaso campaniforme a Occidente. Con este epi- sodio concreto empezaremos esta seccién; de ahi que este capitulo no se atenga a las divisio- nes cronolégicas convencionales, sino al conjunto de evoluciones regionales que afectaron a toda la Europa del Bronce. El fendmeno del vaso campaniforme y sus swcesores, 2800-1800 a.C. Como habfa ocirtido con la cerémica cordada del norte de Europa, el vaso para beber de- corado y:sin asas conocido como vaso campaniforme constituye una pars pro roto de una for- ma de vida totalmente nueva en las 4reas donde apareci6, desde Escocia hasta Sicilia. A fina- les del tercer milenio hizo su aparicién en toda la zona atléntica un acervo comin de artefactos: el propio vaso campaniforme, el enterramiento individual en timulos circulares, y un conjunto asociado de armas y de pequefios artefactos de piedra y de metal. Por lo general, estos tiimulos del vaso campaniforme constituyeron, a partir de entonces y en los siglos pos- teriores, el ndcleo alrededor del cual se agruparon de forma dispersa estos ehterramientos bajo ttimulo, Los arqueélogos de anteriores generaciones pensaron que los usuarios de estos La emengencia de las elites vasos eran grupos de guerreros y metaliirgicos, el «pueblo del vaso campaniforme», cuya ex: pansién habria tenido su origen en Espaiia. Si bien es cierto que habia algunos elementos de verdad cn esta tesis, se equivocaban en cuanto a la naturaleza y al presunto origen de estos grupos. Mas que una migracién coherente de un determinado puebio, el fendmeno del vaso campaniforme se comprende mejor si se atiende al resultado tiltimo del proceso analizado al final del capitulo 5, es decir, como parte de la disolucién de las estructuras sociales tradicio= rales y de la emergencia de formas de vida mas méviles iniciadas en el norte de Europa a par- tir del 3000 a.C. Fue la intrusion espectacular de estas nuevas formas de vida en las zonas mis aisladas de Europa accidental la que otorgaria a este periodo su lugar especifico en el registro arqueolégico, y los nuevos vinculos maritimos que se forjaron én este proceso imprimirian su sello internacional. . El nombre que se ha dado a este fenémeno se debe al perfil de campana invertida del ti- pico vaso para: beber, que presenta decoracién incisa en bandas horizontales alrededor del cuerpo. Estas primeras formas «internacionales», al principio altas y esbeltas, y con bandas de impresiones de cuerda uniformes desde el borde hasta la ‘base, evolucionaron gradualmente hacia una variedad de tipos regionales, mas chatos y anchos, con mayores zonas de ornamen- tacién que imitaban motivos textiles. Las semejanzas entre los primeros vasos campaniformes y los vasos de la cerémica cordada no son fortuitas, ya que la forma campaniforme parece ini- iarse como una variante régional de los vasos de la cerdmica cordada en el bajo Rin, alli don- de ka principal arteria del noroeste de Europa desemiboca en el mar. Fueron precisamente los contactos por mar los que dieron a estos grupos, en s{ mismos marginales, su ventaja y la po- ( Sbilidaa de expanditse alo largo de las costas atlinticas. Como los vasos de la cerdmica cor- |/dada, estas vasijas también se depositaban en los enterramientos individuales masculinos bajo “un tdimulo circular, acompafiadas casi siempre de armas. Representan, pues, una difusin de las précticas del noroeste de la Europa continental entre unas poblaciones en su mayorfa ford neas, y la incorporacién de la ideologia agresiva € individualista tipica de aquellas areas a nue vas zonas de Europa. Mientras los-vasos de la cerdmica cordada se enterraban casi siempre acompaiiados de hachas de combate de piedra, el vaso campaniforme sucle aparecer asociado | a otro tipo de armas, como a puiiales y equipos de arquero, y més concretamente junto a pun- | tas de flecha triangulares con aletas de silex y brazales de arquero de piedra fina. Los primeros usuarios del vaso campaniforme no practicaban la metalurgia, de modo que los primeros pu- ales cran de silex; pero pronto se hicieron en cobre y més tarde en bronce, Es posible que esta imagen marcial se completara con vestidures de cuero y més tarde con patios tejidos, su- jetos mediante un cinturén con una anilla ornamental de hueso: estos items aparecerian re- presentados de forma esquemitica en los menhires posteriores de la region de los Alpes occi- dentales. Los primeros vasos campaniformes exhibfan la decoracién cordada y los frisos tipicos de sus predecesores de la cerémica cordada; es posible que el ornamento «por zonas» poste- rior fuera también importante, ya que la palabra griega zone significa cinturén, y las elites gue~ rreras griegas son todavia los erzonés, «los bien encintados», y él cintur6n negro atin ‘simboli za actualmente el valor en las artes marciales, Bn el imaginario de la Europa del tercer milenio abunda este tipd de simbolos, y las tumbas del vaso campaniforme expresan los valores gue~ INHUMACION FLEXIONADA con un vaso campaniforme y un puiial de bronce de Nett Down, Shrewton, Wiltshire, In. ilaterra, La tumba ge excavé en la greda y sobre ella se erigi6 un tamulo funerario circular, Bl pufial de bronce tenia originalmente un miago de materia orgénica (seguramente asta) y una culata de hueso, y estaba envuelto en musgo dentro de un pedazo de tela, La tumba prieticamente simboliza la imagen masculina ideal de la bebida y la lucha. 254 La emergencia de las clives rreros propios de un modo de vida mas mévil y oportunista, que para los. grupos aborigenes supuso tanto un desatfo contra sus valores establecidos como la oportunidad de unirse a una nueva comunidad con acceso a items materiales exéticos. La aparicién, relativamente sibita, del vaso campaniforme en los confines de Europa occi- dental evidencia, por consiguiente, la intrusin de una serie de elementos totalmente origina les que se habfan acumulado en el centro y norte de Europa durante los primeros siglos del ter- cer milenio a.C. Estos elementos fueron adoptados en su globalidad (casi siempre mediando tuna fase de vuelco radical) bien por las elites locales, bien por unos pocos grupos marginales aventureros que vieron en ellos la oportunidad de abrir sociedades hasta entonces cerradas y ar- caicas, y de aliarse tal vez con los elementos més desfavorecidos de la poblacién. El caricter turista de este proceso lo simbolizan dos elementos caracteristicos (que tendrian, ademés, tun impacto de parecida magnitud 4.000 afios més tarde en el Nuevo Mundo) el alcohol y el caballo. Gracias a los granos de polen encontrados en el fondo de estos vasos se hi podido de mostrar que se utilizaron para beber algo muy parecido al aguamiel sazonado con alguna clase de hierbas, como la filipéndula o distintos frutos silvestres. Al igual que los vasos de la cerémi- ca cordada, los vasos campaniformes expresan més bien una hospitalidad individual, no de grandes ceremonias,comunitarias en centros de reunién como las quie habfaii prevalecido has- ta entoncés en la vida ritual de Europa occidental: el escueto detalle de la tipologia ceramica no cvidencia en toda su magnitud la realidad social que supuso el choqué entre distintos valores culturales. Lo mismo ocurrié con la primera aparicién del caballo en 4reas como Espafia o las islas Briténicas: el impacto de estos animales, aun siendo poco numerosos cuantitativamente hablando, tavo que ser muy profundo, Junto a estos nuevos elementos llegaron, algo més tar de, el arte de la metalurgia y los patios de lana, ahora capaces de absorber tintes, lo que posibi litaba una apariencia mucho més variopinta.que las vestiduras de cuero o de lino. ¥ ¢s probable que la posicidn extendida (no flexionada) con la que ahora se enterraba a ciertos individuos no- tables estuviera destinada a hacer ostentacion de esas nuevas galas en la tumba. Tal ostentacién por parte de algunos individuos (jo de sus herederos!) es sintomitica del profundo cambio de actitudes que acompafiaron la expansi6n del vaso campaniforme. ‘Formuladas asi las cosas, se minimiza inevitablemente la gran diversidad de situaciones que aparecen en este proceso. Un proceso que no afect6 sélo a las rutas maritimas atlénticas, Conectando entre s{ centros regionales de Renania, de las islas Britanicas, de la Bretafia y de Portugal, sino que se expandi6 hacia el interior de Alemania central y de la antigua Checoslo- vvaquia, siguiendo el curso de los grandes rfos, como el alto Rin y el Rodano. En toda esta re- sion prevalecié un sistema simbélico comin centrado en el vaso campaniforme y en ¢l equi po de armas tipico del arquero, que inclufa elementos decorativos como los broches de Gnturén hechos de hueso o los botones de hueso perforados en «V> para sujetar justillos de cuero. Todo ello efa el producto de una artesanfa muy perfeccionada y sumamente especiali- zada, y algunas piezas estaban literalmente recubiertas de oro. Estos vinculos entre las elites locales constituirian las vias de expansién de nuevas armas metilicas, modas ornamentales y vestuario, sobre todo desde el Danubio-medio, cuyos centros fortificados a orillas de los rfos comerciaban con la ceramica de apariencia metélica, y también, desde Alemania central, don- dese producian algunas de las técnicas metalirgicas més avanzadas. Mas allé de esta zona, en lallanura del norte de Europa y en Escandinavia, hasta el limite de las estepas, la cerdmica cor- dada, en sus formas més tardfas, conservaria las tradiciones iniciadas a principios del tereer mi- ienio. La organizaci6n social y el patron de asentamiento de estos grupos recordaba ‘el mode- lo propagado por los productores del vaso campaniforme, aunque sin el refihamiento. que habja aportado el comercio y Ia comunicacién maritima y fluvial apa nifarme En la zona atlintica, los productores del vaso campaniforme establecieron asimismo mit! tiples relaciones cori los grupos anteriores que habitaban la regién, muchos de Jos cuales te nian sus propias formas de organizacién social. En algunas areas -por lo genéral en las zonas marginales de los anteriores centros de actividad~ el nuevo modo de vida se impuso de mane zonas solo adoptaron algunos aspectos del estilo decorativo. Dada la disparidad de respuestas, resulta di- ficil identificar la poblacién intrusa a partir de la expansin de la ideologfa o de la simple adop- cién de motivos y disciios més refinados. La sutilidad del proceso se constata perfectamente cn Irlanda, donde el auge de las nuevas tecnologfas para-trabajar el cobre y el oro, incorpo- rando incluso muchos motivos decoratives del campaniforme, como los collares de kimina de oro en forma de media luna (/unulac), no supuso Ia adopcién simultinea.del habito de con- sumo de vino o de las formas funcrarias del campaniforme. Sin embargo, cabe recordar que todos estos nuevos elementos de Ia cultura material no eran pura ostentacién, sino un sinto- ma de cambios radicales de actitud respecto de la vida social y de.la produccién material, La adopcién de un estilo de vida personal deliberadamente ostentoso, tan distinto del espiritu co- munitatio de los megalitos y los centros de culto, constituyé en si misma una raptura funda- mental en relaci6n con las tradiciones culturales y las estructuras sociales que las sustentaban. Pero serfa erréneo escribir la historia de este periodo sélo desde el punto de vista de los artefactos: los productos de la refinada artesania acababan en las manos exclusivas de las cli- tes, que debfan su estatus social al éxito en e! mundo real de la cria y el comercio de ganado. Estas restricciones explican por qué los centros de nueva riqueza coincidieron précticamente ~y ampliaron- con las zonas de mayor preeminencia de los grupos anteriores. Las tierras acla~ radas para procurar pasto al ganado y, por lo tanto, para la acumulacién individual de rique- za, eran en sf mismas un bien sumamente valioso en un continente atin dominado por el bos- que. De ahf la importancia en el tiempo de zonas como Wessex, donde este recurso era abundante y extenso. Por consiguiente, cabe destacar que ¢l patron del vaso campaniforme solo logré imponerse en la zona tras'una larga lucha con las antiguas y arraigadas ortodoxias representadas por los monumentos «henge» descritos en el capitulo 5. Los primeros enterra- mientos con vasos campaniformes aparecen muy alejados de estos antiguos centros rituales, como si reflejaran sistemas de creencias 0 précticas sociales incompatibles. En estos centros ce- remoniales s6lo aparecen las formas més tardfas del vaso campaniforme, y claramente asocia- das a la fase de claboracién y de restauracién de Stonehenge hacia el 2000 a.C. como cfrculo de piedra, no como un monumento de tierra y madera. Se conocen transformaciones simila- res ent varios centros de la zona, como en Avebury y en el cercano timulo alargado de West Kennet, que estaba bloqueado con grandes piedras, como si se hubiera querido destacar la asuncién final de la autoridad simbélica por parte de las gentes del vaso campaniforme. La ideologia intrusa dictarfa a partir de ahora la nueva ortodoxia. Pronto los enterramientos in- dividuales de la tradici6n del campaniforme se hicieron més grandes y m&s ricos, reflejando asiy Ja emergencia de la «cultura de Wessex», un grupo de elite con contactos internacionales que } se revela en elemeritos como la industria del laminado de oro, el ambar y unas armas de bron ce sumamente modernas enterradas bajo grandes timulos: eee a En Bretafla prevalecié un patron distinto. Alli los primeros vasos campaniformes también se concentran en los antiguos centros, como en Morbihan, pero su presencia més masiva se te- gistra sobre todo en calidad de depésitos sectindarios en las antiguas tumbas de corredor; por Jo general acompatiados no de armas, sino de pequesios oriamentos de oro. Pero este sincre- tismo refleja una fase de transicién, dado que es en las zonas de clareo reciente, ‘proximas a es- tas concentraciones, donde se constata una presencia mas generalizada de for rspas tardias del f / ra mas 0 menos inmediata; en otras hubo seguramente resistencia activa; y otras 236 La émergencia de las elites vaso campaniforme. ¥ es posible que, en respuesta a esta amenaza, los principales monumen- tos del Morbihan, es decir, Ins grandes avenidas de piedra de Carnac y de Erdeven, representen un intento deliberado de reactualizar los valores tradicionales con el fin de asegurar la fidelidad de la poblacién local a las antiguas creencias. Pero, en altima instancia, las ticrras de cultivo y de pasto demostrarfan ser menos valiosas que los recursos minerales: cuando finalmente apare- ieron los grandes timulos funerarios como los de Wessex (en fa misma época que sus parale- Jos ingleses), se emplazaron en reas nuevas y mejor situadas desde el punto de vista de la ex~ plotacién de minerales como del comercio maritimo; tal es el caso de Wessex, al que abastecicron de puiiales finos. En esa época sus vinculos también se extendieron a las rutas del Ambar biltico y a los centros metaliirgicos de Alemania central, incorporando sus diseiios. La cultura contemporanea de la Francia profunda era totalniente distinta, y en éreas como la cuen- ca de Paris y Ja Bretafia ceitrooriental, el patron del Neolitico reciente basado en las allées cou- portes continud presente de manera pricticamente inalterada, sin indicios ni ecos de la nueva ri queza. Sus zonas aclaradas, més pequetias y dispersas, resultaron menos sensibles a las nuevas pautas y, sin recursos minerales de valor, resultaban poco atractivas para los aventureros, En el este de Francia y en Suiza puede distinguirse afin un ultimo patrén, mucho mas pa- recido a una auténtica intrusién de pequefios grupos a través del alto Rin y el Rédano. Estos grupos introdujeron en la regién alpina las nuevas imagenes guerreras que aparecen en los FOTOGRAFIA AEREA DE UN GRUPO'DE TOMULOS del Bronce antiguo cerca de Stonehenge, Wiltshire, sur de Inglaterra, La disposici6n lineal es caracterfstica, y.puede indicar relaciones genealogicas en el seno de una familia reinante lo- cal. Entre el grupo hay simples tamulos y también tamulos més elaborados, con fosos y terraplenes. (Los rasgos rec- tilineos son producto de la agricultura moderna.) La metalurgia en Alemania central 237 menhires més tardios, y realincaron las antiguas estructuras de piedra para crear cistas funera, rias individuales; y penetraron en pequeiios grupos en el norte, ¢ incluso en el centro de Ita- lia. Cabe destacar que algunos de sus enterramientos alli emplazados aparecen asociados a res- tos de caballos, un hecho nada habitual, y que los grupos del vaso campaniforme habfan obtenido originalmente de las comunidades del Danubio medio. La cultura campaniforme y sus equipos asociados también aparecen masivamente en el sur y suroeste de Francia, cuyos pobladores, que practicaban el cultivo extensivo en la drida meseta del Languedoc y zonas cit cundantes, pudieron asimilar mucho més facilmente las nuevas idcologias y modos de vida. En la Iberia atlittica, los primeros vinculos tal vez legaron de la mano de algunos mercaderes. Las formas ms antiguas del vaso campaniforme aparecen en Portugal, lo que indicarfa su temprano interés por viajar a zonas accesibles por mar; y pronto se adentraron en otras partes de la peninsula y en zonas proximas del.norte de Africa. En Portugal y en el sur de Espaita en- traron en contacto con las complejas poblaciones del Cobre ya asentadas en importantes cen- tros fortificados, puesto que el vaso campaniforme aparece tanto en asentamieritos tipo Vila Nova de Sao Pedro y Los Millares (no deja de ser significitivo que en el primero aparezca en construcciones asociadas a actividades metahirgicas) como en las tumbas colectivas més tar- dias, Pero este encuentro no tuvo consecuencias revolucionatias, sino que se tradujo més bien en telaciones pacfficas y en un intercambio de simbolos de estatus. Las poblaciones ibéricas adquirieron caballos, tal vez exéticas recetas de comidas y bebidas del norte, y un repertorio decorativo geométrico que se incorpord de manera generalizada a las formas ceramicas loca- les, como el cuenco, y se difundi6 por la zona de influencia inmediata del campaniforme. A cambio, los grupos del campaniforme y sus sucesores de la Bretafia obtenian cobre ibérico (a veces en forma de. puntas de flecha de produccién local) y exdticos objetos de plata. Otros grupos del campaniforme procedentes de las 4reas vecina’ del sur de Francia protagonizaron una penetracién similar en cl este de Espaiia y en el Mediterraneo. Es entonces cuando comienza en realidad el comercio interinsular en el Mediterréneo oc- cidental, en forma de pequefios items de metal y de otros bienes de prestigio, mientras que paralelamente las naves comerciales del Mediterrénco oriental llevaban objetos levantinos a Creta. Los centros fortificados de las islas Baleares han deparado objetos procedentes clara~ mente del continente, incluidos huesos de caballo. El vaso campaniforme llegé hasta Corce- ga, Cerdefia y también a Sicilia, donde fue imitado en ¢l estilo local de la cerémica pintada, del mismo modo que los habitantes del este de Sicilia imitaban las placas de hueso decoradas de Toya. En ese momento, las distintas regiones de Europa estaban vinculadas entre si como ‘nunca lo habfan estado. El desarrollo de la metalurgia en Alemania central y sus efectos interregionales, 2300-1800 a.C. La metalurgia del cobre a pequefia escala habia llegado a la Europa septentriondl con los grupos de la cerdmica cordada, pero las minas de estas regiones carecian del grado de desgas- te secundario caracterfstico de los minerales de! sur que los hacfa tan déctiles a la hora de la fandicién, Sus sucesores del vaso campaniforme de finales del segundo milenio a.C. contaban con una tecnologia algo mejorada, y fueron los primeros en alear el cobre con el estafio de Bo- hemia, ¥ las nnevas técnicas, que desde los Centros metalirgicos del Céucaso habfan Hlegado a los Cérpatos a través de la estepa, hicieron posible el desarrollo de una gran industria au- téctona. El interés generalizado por los items de prestigio asegur6 que esta evolucién tuviera repercusiones tanto en las 4reas vecinas como entre las elites més distantes. DEPOsITO voTVO de objetos de bronce de Dieskau, Saalkreis, Alemania central, ¢. 2000 a.C, Se trata de uno de los ‘muchos depésitos encontrados en un Area préxima a los ricos recursos de cobre de los montes Harz, Todas las pie zas se habian introducido cuidadosamente dentro de una gran vasia: alabardas, brazaletes macizos y en espiral, co- Hares anulates y hachas, y también 126 cuentas de mbar y 23 de bronce en espiral (que no aparecen en la foto), Es en este momento cuando emerge la imagen clisica de la Edad del Bronce: grandes de: }/pésitos ocultos de objetos de bronce, que en esta regién aparecen en grandes cantidades, y en- {'terramientos espectaculares con objetos de oro y de bronce bajo enormes timulos. Los ar- “Guedlogos llaman a este fendmend la cultura de Unétice (un nombre checo que a veces se germaniza con el nombre dé Aunjetitz, dé aciierdo-con sw pronunciacién), con la que definen no sélo el estilo de la cerémica local, sino toda la provincia metalirgica en que se manifest {este estilo en forma de bienes y estandares de prestigio, El arma més emblematjca fue el pu- [ ial, Los metaliirgicos del campaniforme habian pasado de fabricar simples formas de cobre & producir ejemplares de bronce cuya empufiadura, de material orgénico (madera, hueso, asta), se sujetaba a la hoja con remaches. Ahora los metalirgicos de Unetice habfan mejorado estas formas afiadiendo al filo un sélido mango de metal mediante el proceso llamado de engaste. Ademés, podian decorar la hoja con punciones, o adornar una emputadura orgénica con re- } aches metilicos (sobre todo en las éreas occidéntales de influencia de Unétice, en Wessex y en Bretafia). Este tipo de hoja podfa utilizarse también como arma arrojadiza, sujetando su base al fuste, en Angulo recto y con grandes remaches, para formar la llamada -alabarda. En esta época no se utilizaba la lanza fuera del Mediterraneo oriental, dada la dificultad que entrana- lnrqin en Alemania central 259 \VESTIGIOS DE ACTIVIDAD DE FUNDICION de la Edad del Bronce junto a las mings de cobre del Mittelberg, cerca de Bi schofshofen, Salzburgo, Austria, El Area del Salzkammergut era famosa en la Edad Media por su sal y sus recursos metaliferos, y sus yacimientos de pirita cuprifera se explotaban desde principios del Bronce para producir gran parte del metal usado en la fabricacién de los collares anulares (Osenringe). ay. 260 emergencia de las elites ba ajustarla s6lidamente al fuste. También se hacian hachas de bronce, tanto planas (utilizadas como bienes de prestigio y como armas) como perforadas con un orificia para el mango, cuya hoja de doble filo, ambos muy finos v en perfecto cquilibrio, era caracteristica de esta region. ‘Ademis, los metalirgicos de Unétice sabian como enriquecer la superficie de estaho para ob- tener una limina parecida a la plata. Junto a este acervo de armas se produjeron asimismo ornamentos de metal, sobre todo formas anulares. La produccién de collares anulares estandarizados, aunque algo toscos (Ila~ mados Orenring, por sus bordes achatados y doblados hacia atrés) fue una especialidad de otra rea minera situada posiblemente en los Carpatos occidentales, o tal vez en'los Alpes orienta les. Estos collares, que se obtenian fundiendo un cospel o disco y luego doblindolo y batién- dolo para darle forma, se comercializaron ampliamente como articulo estandarizado, que lue- go se aleaba y se volvia a fundir para obrener su forma final. Algunos se transportaron en: | canoas por el Danubio, otros viajaron hacia el norte a través de la antigua Checoslovaquia has- 'fa Alemania central. En Moravia se encuentran en depésitos de hasta 500 ejemplares o més, y en menor cantidad en la periferia de su centro de produccién. Este comercio pone de mani- fiesto la llegada de un ntimero limitado de.bienes ~en forma de céspeles que valfan su peso ent metal incluso a regiones ticas con recursos metaliferos propios, No era un sistema econdmi- co muy diferenciado, y el comercio sélo afect6 a determinados bienes, de modo que, con el fin de obtener estaiio 0 bienes de prestigio como pieles o mbar nérdicos, el metal podia Ile- \ gar a ser objeto de intercambios (seguramente en una relacién de equivalencia relativamente baja) aparentémente isracionales. Esto propicié una masiva acumulacién local de bronce, que se retiraba ast de {a circullacién para dedicarlo a ofrendas votivas en forma de objetos acaba- dos. Este’ proceso presenta ciertas analogias con el que se observa en las tribus modernas de la costa noroeste del Canad, cuya ceremonia del potlatch implica una destruccién masiva de ri- queza en forma de cobre,.que es un medio de expresar la rivalidad de lo8 Iideres locales por obtener estatus y prestigio. E] control de estos suministros, concentrados en manos dé unos pocos y poderosos linajes, reforzaba el estatus de estos grupos. ‘No todas las deposiciones votivas 0 depésitos de la Edad del Bronce tuvieron este cardc- ter, En Alemania central, estos depésitos se limitan a un periodo concreto ¢ 2.C., y luego cesan hasta el inicio de los llamados campos de arias del Bronce final, momen. to en que estos depésitos aparecen conteniendo muchas més piezas usadas y recicladas, lo cual reflejaria unas pautas de comportamiento diferentes. Al sur de los Cérpatos, los depésitos vo- tivos presentan una mayor continuidad histérica que aquel otro ciclo de «prosperidad y deca- dencia», y su carécter ritual se evidencia en algunos ejemplos que analizaremos mas adelante. Lo cual indica no s6lo una extraccién-ininterrumpida de metal de las minas cérpatas, sino el distinto papel que allf desempefiaron estos depésitos. A! igual que en ciertas zonas de Dina- marca durante la Edad del Bronce, la deposicidn de metal en depésitos y no en tumbas pare- ce un medio alternativo de dedicar o destinar riquezas. Mas al oeste, la’tradicign de los dep6- sitos errrios y pantanos podria traducir la continuidad de pricticas establecidas en el Neolitico. Todo esto habla en favor deuna multiplicidad de motivos en el marco de un sistema donde el uso alternativo de los bienes de lujo (por ejemplo, el pago de ejércitos, o formas més genera- les de intercambio) era limitado, y donde la posesién de items materiales vena determinada, por las restricciones y prescripciones inherentes a un uso «socialmente» adecuado de ellos. Lo Gierto es que la vieja idea (por analogia con los depésitos de monedas) de unas riquezas ente- rradas en tiempos de inseguridad resulta muchas veces inadecuada, al igual que la creencia de que estos’ conjuntos representan el stock comercial de mercaderes y aftesanos.ambulantes. Conviene no convertir este tipo de concepciones en esquemas cronolégicos basados en «ho- ‘0 en torno al 2000 — rizontes de depdsitos», como si repr una invasion. La interpretaci La metaluygia en Alemania central 261 ntaran periodos de guerra o de anticipacién frente a de los grandes timulos funerarios del periodo centrado en torno al 2000 a.C. en Alemania central resulta menos enigmstica. Coneretamente hay tres que, en ra- z6n de sti tamaito, estructura y contenido, se diferencian de las necrépolis de fosas contem- porneas, bastante menos espectaculares: Leubingen, Helmsdorf y L¢ki Male, en la vecina Po- lonia.-El tamulo de Leubingen (de 8,5 metros de altura) y el de Helmsdorf contenian importantes cmaras fanerarias con armazén de madera. Su asoc Helmsdorf fue descubierto en 1906 mientras se construian los railes de metales ¢s indudabl cién con la produccién de una moderna mina de cobre, y cabe considerarlo como la.tumba de un gran y prestigioso maestro artesano del cobre. Si la preeminencia y el prestigio de los magnates de Wessex se ba-__ | saba en la cuia.de ganado, sus inmensas riquezas procedtan en realidad del control directo de bienes primarios. Pero estas imagenes decimonénicas no deberfan oscure la realidad etno- |. \ grifica: Leubingen contenia un utillaje completo de carpinterfa y una plataforma pétrea para ¢ trabajar el metal, asi como un anillo de oro macizo y broches de oro; otros tiimulos, desde los Paises Bajos hasta el Volga, han deparado equipos para la forja de metales ~1o cual demostra~ rfa que la metalurgia misma fue probablemente un oficio esotérico, de elite, que no podia de- legarse ni en und subclase industrial ni en artesanos-servidores. El control de los misterios de la naturaleza constitufa otra marca de poder y de autor ad. En Areas de Polonia y de Alemania proximas a Unétice y.receptoras de su cobre y estaito se desarrollaron industrias metalirgicas influidas por los disefios de aquel yacimiento, pero ninguna conocié la misma concentrac in de riqueza. A través de una cadena de intermedia- rios, Unetiée habia establecido relaciones exteriores con sociedades igualmente diferenciadas, en éreas como Bretaiia y Wessex, y con otras zonas nodales de la antigua red del vaso'campa- niforme, hasta Suiza y el norte, de Italia. Wessex recibia metal de las minas del oeste de las is- | las Britanicas y de Irlanda, donde ahora florecian industrias metaliirgicas aut6ctonas (aunque relativamente simples). Algunos objetos metdlicos ocasionales procedentes de un extremo de esta cadena este-oeste Iegaban al territorio del otro, y asi se difundieron otros materiales como el oro, el émbar y el estafio, y seguramente también algunas materias orgénicas hoy ya desaparecidas, ast como determinados elementos vivos de la cultura, como sagas, poesfa épica | y mitos; todo ello perdido. Durante mucho tiempo excluida de esta comunidad de iguales, Escandinavia -y sobre todo Dinamarca, con una poblacién relativamente importante y densa vivia en una Edad de la Piedra retardada, exportando ambar ¢ importando hachas irlandesas y pufiales de Unétice, pero sin recursos metalfferos propios ni una industria indigena capaz de reprocesar metales importados. Ni siquiera las gentes del vaso ¢ampaniforme pudieron penetrar én la Europa nérdica, de modo que alli se mantuvo y evolucioné la antigua tradicién de la ceramica corda- da, dando lugar a un «Neolitico reciente» llamado también la era de los pufiales. Durante esta larga fase, que dur6 desde l 2200 hasta el 1800 a.C., los enterramientos se depositaron en cistas de piedra y los hombres se.acompafiaban por lo general de pufiales de silex. Se hallaron miles de estos objetos en las tumbas de cista que, sin grandes timulos que las protegieran, quedaron masivamente al descubierto a raiz. de las mejoras agricolas realizadas en el siglo xix .C., y muchas de ellas freron a parar a colecciones privadas y a museos. Son de una calidad artesanal extraordinaria, ya que Ids artesanos del stlex, que recibfan materia prima de muy bue- na calidad, hicieron todo 1o posible por emular y copiar los logros de los metalirgicos del bronce de Alemania central. En esta época, sin embargo, se puede considera a Escandinavia més bien como una regién periférica, que exportaba materias primas de valor, pero sin capa- t \ { \ } 262 La emergencia de las clites cidad para participar en el comercio interregional, y que consumia a gran escal productos de su propia elaboracién. materias y Esta situacién cambiaria muy pronto con el inicio, en la cuencia de los Carpatos, de los intercambios a larga distancia entre el norte yel sur, El nacimienta de los contros metalingicos cérpatosy ans contactas a large distancia, 2500-1600 a.C. 1 sg OS Peauetios grupos de constructores de timulos de la estepa que habian penetrado en incipios del tercer milenio se habfan asentado preferentemente la cuenca de los patos a p en las terrazas abiertas, y cada vez m: as salinas, de las vastas Ilanuras aluviales del este de Hun- grit drenadas (y parcialmente inundadas segiin las estaciones) por el rio Tisza y su afluente, ¢! Kords, No hubo enfrentamiento con las poblaciones agravias indigenas, ya que éstas, gr: donar los vailes, que habfan quedado despoblados. A mediados del tercer milenio ambox gru- Pos ya se habfah fundido en una ‘inica comunidad cultural asentada en el noreste de la cuenen de los Cérpatos, con una economia mixta basada en la agricultura y la ganaderia Las conexiones con el este eran todavia importantes, tanto desde el punto de vista de la continnidad y el incremento de la importacién de caballos desde la estepa como del manteat, iento de los vinculos con los centros metalirgicos del Caucaso. A partir de més o menos el {2800 2.C.; en el momento en que las gentes del vaso campaniforme irrumpen en Portugal y las influencias levantinas se cinpiezan a sentir en el Bgeo, se detecta el impacto de las foruc, | | cias al uso del arado ligero, habian podido cultivar las terrazas y laderas circandantes yaban- | metilicas del Céucaso en la Europa centrooriental. El objeto més novedoso fue el hache me. | sino de un tipo mucho més eficaz, de ue Enel éxtremo, qué s€ obtenfa me> cilitar y mejorar la fundicién’del cobre y obtener tin flo'més duro, Estas innovaciones, junto # con el estafio de Bohemia, propiciarfan el auge de los metaliirgicos de Alemania central; el de- sarrollo de las nuevas industrias metalirgicas de los Cérpatos, en cambio, centradas en Trae silvania, seria més tardfo (tal vez debi ido al agotamiento de las minas més accesibles de la Edad « del Cobre) y sus efectos iniciales menos decisivos e innovadores; su principal producto fixe ef hacha de combate de cobre arsenicado con orificio de enmangue. La forms tipica presenta un Bran orificio tubular para insertar el mango, y a veces se encuentra en depésitos de hasta tseine ‘2 ejemplares, como en Biniabic (antes Bényabiikk), en Transilvania. Existen numetosas on antes locales, muy parecidas, en el este de Rumanfa y en’ Bulgaria, y evidentemente.bajo.los. timulos de la-estepa; en las llamadas ral), que sucediezon a las tumbas de fosa anteriores en-la misma zona, Otres formas incluyen elcincél con argolla, también conocido en el Céucaso: Estos tipos, asf como el dominic del hacha como principal arma metilica, dicién, diferenciéndola del estilo mas occidental basado en el uso del puital, caracteristico de éste periodo. Los asentamientos de estos grupos en el valle del Tisza y en sus orillas adoptaron la forma de poblados nucleares 0 tells. Peto di erpuestos a ellos, como en Herpély) ‘asepulturas dé catacumba> (pozos con una cémara late- demuestran lo’ estrechos vinculos caucésicos de esta tra- ferian ‘de sus predecesores neoliticos (aunque a veces su- Ro s6lo por estar rodeados de profundos fosos y taludes, PUNAL DE SILEX DE FINALES DEL NgoLiTICo (dereehe) de Dinamarca, ¢. 2000 a.C., imitando un tipo importado de bbronce con méngo macizo fabticado en Alemania central (extrenio), A faltarde recursos ‘metaliferos propios, Dinamarca dependia del abastecimiento exterior, y obtenfa objetos. acabados a cambio de ambar. Los artesanos del sflex aleantzaron una perfeccién sin igual en la historia, yeello mediante técnicas avanzadas de lascado por presi6n. HACHA DE BRONGE con orificio de eamangue, ¢. 2000 a.C. (abajo), seguramente utilizada fandamentalmente como arma, ‘encontada junto a otras 30 hachas ‘en Pakrac, Eslavonia, Croacia. Este tipo se hacfa @ base de un molde bivalvo y un niicleo de arcilla para e} orificio, una técnica que se difundié a toda Buropa desde el Céucaso. La ‘Europa oriental preferfa las hachas a Jos puftales: 46 264 La cmengencin de las elites sino porque se habjan formado én un lapso de tiempo mis corto que los poblados anteriores, caracterizados por largos periodos de ocupacién. En algunos de estos yacimientos se practicé la metalurgia, 2 juzgar por la presencia de moldes de arcilla, pero algunos poblados riberefios, como Vucedol, en el Danubio (cerca de su confluencia con el Drava), parecian fortalezas. Este patrén fue dominante en el paisaje del Bronce en toda la cuenca oriental de los Cérpatos, ex- cepto en algunas zonas de esta red, como el area de confluencia del Tisza y del Maros (Mu- res), donde aparecen ricas necrépolis de fosas. En el oeste de Hungria,.a lo largo del Danubio, se impusieron las necrépolis de fosas, pa~ trén que se extendié por todo el alto Danubio, Austria y Baviera. Estas areas se abastecfan ma- yoritariamente de las fuentes de cobre productoras de lingotes anulares (Osenringe), y econo- mizaban al maximo el metal para dedicarlo a la produccién de diversos items decorativos, como alfileres y pequefios ornamentos laminados para exhibir en tocados o vestidos, por lo general con antecedentes en hueso. Usaban conchas (tanto recientes como fésiles) para hacer collares, Otra de las materias artificiales complementarias de! metal utilizada para fabricar aba- lorios fue la frita de vidrio (llamada también, aunque incorrectamente, fayenza), que se colo- reaba a base de carbonato de cobre azul y que.se habrfa descubierto al fundir y beneficiar los ricos minerales metalfferos que ahora se explotaban para extraer el cobre. A pesar de todo, los grupos con abuidantes suministros de metal produjeron sus propias formas de hacha 0 usa- ron tipos de puitales de Alemania central. Los rios eran las arterias de esta red: el Danubio, so- bre todo, constitufa el vinculo natural entre las comunidades emplazadas a lo largo de sus ri- beras y afluentes, con concentraciones de riqueza en puntos nodales del sistema de transporte. Aunque la vida cotidiana de estas comunidades estuviera la mayor parte del tiempo dedicada bisicamente a la produccién agraria, el tréfico de materiales de importacién empezaba ya a fa- vorecer a aquellas regiones y yacimientos con posiciones més ventajosas en la red de distribu- cién, especialmente en el tréfico‘én canoa que dominaba los cursos fluviales. Ademés de Ja erfa de ganadovy de la produccién primaria, el control de ese tréfico constituiria la tercera via para enriquecerse. Estas ventajas locales se vieron reforzadas en uno o dos lugares gracias al aumen- to del comercio a larga distancia de metales y otros bienes; y la conjuncién de estas tres ven- tajas acabarfa propiciando grandes concentraciones de riqueza. La comunidad metalirgica, de la que formaba parte la cuenca de los Cérpatos que aho- ra iniciaba una explotaci6n a gran escala de los ricos minerales de Transilvania~ habia crecido en proporciones atin més masivas. A finales del tercer milenio, el uso de los metales y el prin- cipio de la metalurgia se difundieron por mediacién de las tribus de las estepas a las fuentes'de cobre del sur de los Urales. Estas minas abastecieron no sélo a grupos locales que habitaban en casas subterréneas rectangulares en los bosques, en proceso de adopcién progresiva de la agricultura, sino también a una vasta zona de la estepa en los siglos posteriores al 2000 a.C. Al igual que en las estepas norpénticas, ocupadas por los pueblos de Ja llamada cerémica de «bandas de relieve miiltiple» (mnagovalikovaya), al norte del Caspio aparecié un nuevo tipo de tumba, més grande y con una cémara subterrdnea dé armaz6n de madera (tumbas de ma- dera), réplica tal vez de las casas cocténieas, Al este, hasta los limites de'los montes Altai, el grupo de Andronovo, intimamente relacionado, difundié este modo de vida hasta las fronte- ras de Mongolia, una zona asimismo muiy rica en depésitos de cobre y de éstafio. Estos nue- Vos centros metaliirgicos mantuvicron sus conexiones a través de las estepas, y sus vinculos lle- garon hasta el norte.de China. Todos estos grupos preséntan elementos comunes, como los tipos de taln hueco,-echos a base de fundicion en moldes bivalvos con, «alma» maciza. En toda la zona dé Ja estepa; la movilidad que sugieren estos vinculos cxperimenité un salto cua- litativo con el uso del caballo y, sobre todo, del carro recién inventado: una estructura ligera Los centros metalitrgices carpates 265 QUITERA DE ASTA DECORADA PARA UNA BRIDA, 2, 1800 a.C., procedente de un yacimiento- asentamiento de Szézhalombatta, en el noreste de Hungria. Los orificios sirven para sujetar las riendas y un bocado de cuero. Estas formas de asta tan finamente decoradas son caracteristicas de la cuenca cfrpata y de la cestepa pontica, y se utilizaban para los caballos de tio. con armaz6n de madera que podia ser facilmente arrastrado por los pequefios caballos de la época, que se controlaban mediante una brida con quijeras de asta. En la necrépolis de tum- bas de madera de Sintashta, al sur de los Urales, se han recuperado cinco tumbas de carro (con las ruedas encajadas en ranuras practicadas en el suelo), y caballos enterrados en el tamulo con la cabeza y la piel expuestas (disecadas?). En los primeros siglos del segundo milenio, la cuenca de los Cérpatos se beneficié de la existencia de este vasto hinterland para crear la cultura «bérbara» més avanzada de su tiempo. Combinando las técnicas metalirgicas procedentes de Aleniania central (como, por ejemplo, el enmangue engastado), las de! area circumpéntica y sus propios recursos ricos en cobre y oro, los metalirgicos de Transilvania afiadieron su propio buen oficio y destreza ala decora~ cién incisa. Vivian en grandes comunidades fortificadas y usaban el carro como suis vecinos de la estepa, y sus macstros artesanos (ya que ahora seguramente contaban con artesanos espe cializados) comerciaban a larga distancia con Jas reas vecinas de la Europa templada, y pron- to su influencia se extendié a todo el continéinte ~Dinamarca, Italia, Grecia~ y también dejé su huella, de forma menos directa, en el disefio de las armas de las islas Britanicas. El hallazgo que:simboliza estas evoluciones, y que da su nombre al pefiodo en torno al 1800 a.C. en la zona, es cl tesoro de Hajdiisamson, en los arenales del noreste de Hungria. Ww 266 Lacmergencia de las elites Descubierto gracias a unas obras de drenaje en 1907, consiste en una espada de empuiiadura engastada con filo orientado al norte y, alineadas en paralelo, se habian colocado doce hachas de combate con orificio de enmangue cuyas liminas estaban orientadas hacia el oeste. Deci- didamente no se trataba de una pérdida fortuita o de unas posesiones enterradas en tiempos de peligro, sino de una ofrenda votiva, que representaba una riqueza considerable. La espada misma y tres de las hachas estaban ricamente decoradas con volutas incisas en «C» y motivos curvilineos, y cada una de ellas.constituia un ejemplar iinico, no un producto de fabricacién cn serie. Se encontré una espada similar con tres hachas de combate en Apa, justo al lado de Ja frontera rumana. Las espadas son armas un tanto especiales: una magnifica evolucién de la tradicién de los pufales en una zona ampliamente dominada por el hacha; jde ahi la longitud adicional! La empuftadura engastada es un rasgo tfpico de Alemania central, aunque el largo filo ojival sea un sofisticado diseno local. Las hachas presentan formas esencialmente caucési- cas, pero en versiones locales, con mangos circulares engastados y decorados con los tfpicos remolinos. {Cuil es el origen de este tipo de decoraci La respuesta hay que buscarla en otra clase de objetos asimismo asociados al estatus y al préstigio, con antecedentes en las estepas, concretamente en unos items tallados en asta y hueso decorados que forman un conjunto:de arneses: quijeras, empalmes de correas, y posi- blemente puntas de létigo. Presentan una-decoracién «de compés», con circuilos concéntri- cos, bandas onduladas ( Wellenbandmuster) o volutas en «C», Este ornamento aparece, mas simplificado, en arneses de la estepa y asociado al uso del carro. La presencia de estos vehicu- los en la cuenéa.de los Cérpatos viene confirmada por las teproducciones en arcilla de ruedas de cuatro radios que se han descubierto. Hay ciertas diferencias formales entre el equipo de n? ‘CONJUNTO DE COPAS DE ORO de Co. Bihar, Hungria, ¢. 1800 2.C. Se trata de los vasos metilicos més antiguios que se conocen de la Europa templada, fabricados a partir de una sola l4mina metilica que incluye el asa. Contienen deco- raci6n incisa en forma de circulds concéntricos, tipica de la transicién entre la decoracién de los objets de asta y el estilo mas suelto de incisién ondulada practicada sobre los bronces. Rucas comereiiiles de lnrga distancia 267 los Carpatos y el de los Urales: los arneses de barra (bar) predominan en la primera zona, mientras que en la segunda dominan los arneses circulares con refuerzos o.ptas, aun cuando ambos estén, sin duda, estrechamente relacionados y en las dos zonas aparezean formas hi- bridas. Pero el equipo de los Carpatos presenta una decoracién mas rica, y bajo la decoracién curvilinea de los objetos de metal, ¢ incluso de la ceramica, se percibe la disciplina de Id or- namentacién «de compas». Esta decoracién sc extiende también a la orfebrerfa, como el bra- zalete de oro encontrado en Bilje, en el sur de Yugoslavia, y el espléndido conjunto de copas de lamina de oro encontrado en Co. Bihar (hoy dividido entre Hungria y Rumanfa). No se trata de formas regulares acabadas a torno, como los ejemplares del segundo milenio del ‘Mediterraneo oriental, donde ya se utilizaba la cerémica.a torno, sino de un producto del ta- lento de los metalirgicos indigenas de los Carpatos. Algunos hallazgos esporidicos en hie- rro forjado, como la empufiadura de un puiial encontrada en Ginovee, Eslovaquia, demues- tran’ que los metaliirgicos estaban familiarizados con un amplio espectro de materias. La cerimica de esta ona exhibe la misma elegancia de curvas y disefios que los objetos metéli- cos, y juntos constituyen uno de los productos de la cultura material ms sofisticados de la Europa prehist6rica. 7 La riqueza dé estas comunidades queda reflejada en los grandes asentamientos dé este pe riodo, con frecuencia fortificados. Los hallazgos efectuados en estos yacimientos, y los gran. des depésitos de objetos de bronce caracteristicos del 4rea, compensan de alguna forma la auisencia de ricos enterramientos, que suelen ser una manifestacion de inseguridad politica. Por el contrario, los innumerables tells hablan, mas bien, de una existencia estable y organi- zada. Los yacimientos fortificados més importantes, emplazados en puntos estratégicos a !o largo de las rutas comerciales, siguiendo los cursos fluviales y sobre todo las rutas que se diri- gen al norte a través de los Cérpatos (como los de Nitriansky Hrédok y Spigsky Stvrtok, en Es- Iovaquia), son asentamientos fortificados con murallas encofradas, un tipo de construccién desconocido hasta entonces y que més tarde aparecer4 asociado a la Edad del Hierro. Un es- trato de destruccién de uno de estos yacimientos, en Barca, Eslovaquia, habia preservado el contenido de las casas, por lo que pudieron recuperarse bronces muy finos, collares de mbar, ast como abalorios y tocados de oro. Estos descubrimientos forman parte de un vasto patron de contactos a larga distancia que, a mediados del segundo milenio, crearfan una nueva es- tructura para la Europa templada del Bronce Rutas comerciales de larga distancia Si los contactos establecidos en el periodo del vaso campaniforme y desarrollados a co- mienzos del Bronce habfan relacionado el rea atléntica con la Alemania central en el marco 4. de un patron esencialmente este-oeste, exluyendo claramente a Dinamarca, la nueya estruc- tura priorizaba ahora los vinculos norte-sur, desde el Béltico hasta el Danubio. Escandinavia cambié de papel, y de ser un importador ¢ imitador pasivo pas6 a participar activarnente en el comertio a larga distancia, coi tind THaiilifactura de metales propia. Los Objetos que circula- ban a través de estas grandes rutas eran poco cuantiosos pero de gran valor, entre ellos el am- bar, una materia preservada en el registro arqueolégico y que resulta particularmente util para reconstruir el sistema de contactos, si bien el comercio tuvo que incluir también materias més perecederas. Hoy es posible reconstruir dos rutas comerciales, que a veces cocxistieron, pero que hasta cierto punto pueden corisiderarse rivales: la que conectaba el oesté de Dinamarca con el Rin y el alto Danubio; y la del este de Dinamarca, el Oder y el Danubio medio. 268 La emergencia de Ins elites —— sesteuido por tabalos ide entrsclgn de Ia carters La primera regi6n en abrir la ruta comercial fue el norte de los Cérpatos, al asumir, en tor~ no al 1800 a.C.., el papel hasta-entonces desempefiado por la regién de Alemania central. La rruta esté marcada por la dispersi6n de las formas caracteristicas del hacha con decoracion on- dulada en todo el territorio del grupo precedente, llegando hasta el Béltico occidental, don- ide se han encontrado una docena de espadas del tipo Apa. Si las diferentes condiciones de pre~ servacién no nos engafian (como las pricticas locales de ‘ocultacién de depésitos y de PANORAMICA DH INTORTANTH YACIMIENTO FORTIFICADO del Bronce Antiguo (arriba) de SpiéskyStvrtok, ceca de Spiiska Nova Ves, Eslovaguia, cn lo alto de los Cérpatos, en uno de los principales pasos hacia el alto Vistula en Po Tonia. Las elaboradas fortifcaciones de piedray el descubrimicnto de objctos de oro y de bronce confirman su im portante posicién en el comercio interregional PLANTA Y RECONSTRUCCION (pdgina anterin) del asentamiento fortificado de «Zimedek» en Nittiansky Hiradok, cev- cea de Nitra, Eslovaqui, ¢. 1800 a.C, La mitad del yacimiento aparecié destruido por los trabajos de extraccién de la cantera, pero el resto ha revelado wn importante centro del Bronce rodeado de una empalizada de madera, un tipo aque no se generalizaria en Europa hasta la Edad del Hierro. deposicin ritual), parece que los objetos més bellos fueron los que recorrieron mayores dis- tancias hasta llegar a manos de poderosos jefes locales. Lo cual es de gran importancia para la Feconstruccién social, puesto que implica una red de contactos ¢ incluso de alianzas concre tas que abarca toda la llanura del norte de Europa, cludiendo los centros de poder anteriores. En Escandinavia aparecen por vez. primera las puntas de lanza, las espadas y las hachas de com bate, que se imitaron en un estilo local muy particular. Estos ‘tems, atin relafivamente excep- cionales, aparecen solamente en depésitos ocultos; pero las elites también se distinguieron por | 270 La emergencia de las elites sus enterramientos bajo timulos circulares, que reemplazarian central y occidental, a las-necrépolis de fosas. En general, la influencia de las industrias del bronce cArpatas tambien se dejé sentir en z0- nas mas occidentales, a lo largo del Danubio, en la meseta alpina, siguiendo el curso del Rin hasta el Atlintico, y también hacia el sur por el Rédano. Y ello se evidencia no:sélo en la di- fusién de nuevas formas de puntas de lanza, sino también en los pufales, mis finos y ojivales. Pronto estas formas se irfan alargando gradualmente hasta convertirse en espadas, que adop- taron la forma estrecha y afilada tipo daga o estoque en lugar de aquella mas ancha y cortan- te tipica de las areas de dominio del’hacha. La apa de las mujeres también se vio afecta- da por Ia difusién de objetos mas elaborados, como los’ colgantes, las ajorcas y los largos en buena’ parte de Europa EMPURADURA DB UNA ESPADA DE BRONCE de Dinamarea, ¢. 1500 a.C. La empufadura, con la tipica seccidn actogonal,’y decorada con motivas circulares y semicirculares incisos, es tuna importacién del érea de las culturas de los ‘timulos, y seguramente manufacturada en la regi6n norte alpina. Rutas comerciales de larga distancia 271 COLLAR DE ASSNAR IsiroRTAbo procedente del rico enterramiento bajo tiimulo de una mujer de Upton Lovell, Wiltshire, Inglaterra, fechado en torno al siglo xvi a.C.: se trata de una de las sepulturas femeninas ‘mis ricas del periodo. También contenia objetos hechos de kimina de oro para el atuendo, ian punzén y un cuchillo de bronee, y vasos de cerimica, Las cuentas ineluyen formas simples y placas separadoras perforadas. brazaletes de bronce en forma de espiral. Y la existencia de una forma peculiar de alfiler re- matado con una rueda podria indicar que las elites locales habfan adquirido ahora aquel dlti- mo simbolo de prestigio, el carro. El enterramiento bajo tiimulo se extendié a las éreas vin- culadas-al Rin y al alto Danubio, y esta zona, cada vez més unificada, se conoce en general como e! territorio de la «cultura de los tamulos» (aunque también se crigicron tamulos en el 4rea atléntica, siguiendo una tradicién que se remontaba a los tiempos del vaso campanifor- me). Por lo que se refiere al comercio.a larga distancia con el norte, este conjunto de culturas, de la Europa centrooccidental se convirtié muy pronto en un competidor de los grupos’cér- patos asentados desde hacfa més tiempo en la zona. Una rama particularmente dinémica de la cultura de los téimulos se estableci6 en el noroeste de Alemania en torno al Lineburger Hei- de, desde donde abrieron rutas comerciales que pusieron en contacto los secos arcnales con el oeste-de Jutlandia. Desde aqui, diversos objetos, como el Ambar, penetraron en el circuito in- terregional de acuerdo con el nuevo eje de alianzas, y tanto el metal como la metalurgia del sur de Alemania empezaron a llegar ~y a influir— a Escandinavia. Las industrias locales escan® dinavas del bronce condcieron un nuevo periodo floreciente, gracias a la fabricacion de armas con decoracin en espiral y ornamentos femeninos (collares, broches de citturén) mediante ~ una técnica local especifica basada en'la fundicién especializada. Las éreas atlénticas, entre cllas ‘TEMA DE UNA MUTER DE 20 ASos bajo un timulo de Egrved, sur de Jutlandia, ¢. 1370 a.C. El cuerpo y un vaso para beber de corteza de abedul descansaban sobre una piel de vaca y cestaban cubiertos con una rosca manta de lana. El entierro tuvo lugar en verano, y el vestido, de lana, consistia cen una falda de cordones trenzados de Jana, una camisa de manga corta, un inturén tramado y un broche de cinturén de bronce con remaches. El mundo del Mediterrinco occidental, 273 las islas Britinicas y la Bretafia, también se beneficiaron de esta nueva occidentalizacién de la actividad, mientras la regién del Baltico quedaba ahora vinculada al circuito gracias al trans- porte en canoas, un tipo de embarcacién que aparéce en muchas pinturas rupestres cocténeas y que se convertiria en un simbolo de poder de las elites. Mientras tanto, en la cuenca de los Carpatos, la produccién seguia a pleno reridimiento. Y si las regiones occidentales como Panonia y Eslovaquia occidental se unfan al nuevo eje de los timulos, las regiones orientales continuaron desarrollando tradiciones anteriores y di- fandiendo la produccién del bronce y del oro. Hay indicios de que en esta época pudieron establecerse nuevds vinculos a larga distancia con las zonas del sur, desde Transilvania, si- guiendo el bajo Danubio, hasta el mar Negro y, desde alli, con las comunidades del norte del Egeo y el émergente poder de Micenas. El puital de oro encontrado ex PerSinari, Rumania, junto a tres alabardas de oro, podria revelar una influencia egea (0 anatélica) en la decora- cidn de su empufiadura; y la aparicién de vasos de oro hechos a torno al oeste del mar Negro (en Vulehjtrun, Radeni y Kryzhovlin) es un indicio de la difusién de esta avanzada técnica en la Europa templada, donde se utilizaria para fabricar finas copas de madera, de mbar y de esquisto. El descubrimiento, en las tumbas de-pozo micénicas, de objetos (incluso de arne- ses) decorados a base de Wellenband o bandas onduladas, sugiere que entre los productos més intangibles de este comercio a larga distancia pudo figurar el arte circumpéntico de la doma de caballos. Una evidencia més concreta de la existencia de contactos a larga distancia, en esta ocasién con el area de los timulos, son las cuentas de mbar que incluyen la tipica placa separadora perforada correspondiente a un collar con forma de creciente, y que tuvo que atravesar el, sur de Alemania ¢ Italia para llegar a una antigua tumba real micénica, De modo que Micenas coqueteé con la riqueza de su hinterland europeo antes de debutar ella misma como potencia egea (véase el capitulo 6). Un indicio de la continuidad de los con- tactos con el 4rea de los tamulos en siglos posteriores (sobre todo en el momento de su mé- ximo poder en el siglo x1v) es la aparicién de escabeles o sillas plegables -un simbolo de po- der en el mundo mediterrneo- y también de una carpinterfa més sofisticada’ que se manifiesta en la fabricacion de ruedas de carro, segtin evidencian modelos metdlicos mas an- tiguos (Tobol y Trundholm). Los mejores ejemplares de escabeles se encuentran en la leja- na Dinamarca. Alli se han recuperado objetos de madera casi intactos y vestidos enteros de lana, gracias a las inmejorables condiciones de preservaci6n que procuraban los ataiides, que estaban hechos a base de troncos de 4rbol vacfos y colocados bajo hitos de piedra o cairns en los tamulos. Si bien estos tejidos presentaban diversos tipos de ornamentacién -bordados, por ejemplo-, su apariencia monocolor contrasta con los elaborados tejidos de colores que vemos en los frescos del Bronce egeo; y esta disparidad en el grado de sofisticacién cultural nos permite imaginar cl impacto que tuvieron que causar los estilos y las piezas meridionales importadas entre las gentes del remoto norte. Aun asi, los vinculos fueron demasiado espo. radicos y caprichosos como para producir una transformaci6n cultural fundamental 0 crear la clase de interdependencia social que caracterizaria la relacién entre las sociedades urbanas y sus respectivos hinterlands barbaros durante el primer milenio. La Europa del Bronce se~ guia siendo un 4mbito auténomo. El mundo del Mediterrdneo occidental Mientras el'Egeo y Anatolia se vefan cada vez més involucrados en el mundo internacio- hal del Bronce mediterrénco oriental, con sus propios intereses econémicos y politicos, el Me- 274 La cimergencia de las elites diterrinco occidental seguia formando parte de la Europa prehistérica. El progresivo poder del Egeo (y sobre todo de Micenas) y la consiguiente extensién de las rutas comerci ritimas afectaron més profundamente a Sicilia, Italia y Cerdefia que a Ia Europa continental; pero el sur de Francia, las islas Bal ia permanecieron pricticamente virgenes hasta los tiltimos aitos del segundo milenio, cuando los palacios micénicos ya habian’sido barridos del mapa por los cambios que pusicron punto final al mundo de la Edad del Bronce del Pré- ximo Oriente, y cuando una nueva generacién de comerciantes iniciaba una penetracién mu- cho més profunda que sus predecesores «palaciales». En el sur de Espafia, los grupos de la Edad del Cobre locales absorbieron plenamente la introduccién del vaso campaniforme de finales del tercer milenio, pero las innovaciones in- troducidas y Ia degradacién a largo plazo del entorno en esta zona tan rida, erosionaron la estabilidad de muchas comunidades que, como Los Millares, dependfa de una horticultura a pequefia escala y de una organizacién politica de base ritual. Los nuevos centros, en su mayo- ria en la zona costera de Almeria y Valencia, se emplazaron en lugares distintos, hecho que evidenciaba, en sf mismo, un cambio radical del modo de vida, que posiblemente significaba un-mayor peso de la ganaderia y el uso de cisternas para almacenar agua, Casi todos ellos eran ascntamientos en altura, algunos en posiciones auténticamente espectaculares, defendidos por gruesos muros de piedra que encerraban conjuntos de cabafias rectangulares y una red de ca- les. Se crearon hacia el 2200 a.C. En El Argar, yacimiento que da nombre a todo el grupo, se recuperaron un gran némero de tumbas individuales, tanto ei cistas como, posteriormente, en grandes conéenedores ceramicos‘o en tinas de coccién. Las sepulturas iban acompaftadas de un abundante ajuar funerario: hachas, pufiales 0 alabardas de cobre o de bronce junto a los hombres, y punzones, puiiales y, a veces, ornamentos de plata, anillos y diademas lobuladas, junto a las mujeres. La cerémica era particularmente fina, aunque hecha a mano y en general de base concava. Inclufa esbeltas copas con pedestal y otros vasos para beber en arcilla negra micécea, cuya apariencia recuerda las copas de plata de Bretafia al parecer de la misma época, y que quizés fueron fabricadas también aqui, aunque no se haya conservado ninguna. Pero la riqueza metalifera, indicativa del papel econémico del bronce comparable al del resto de Eu- ropa, era en su mayoria de origen local, procedente de los ricos depésitos polimetilicos de la regién. Las cantidades de plata (que, més que un producto de copelacién del plomo, era fan- damentalmente nativa) son poco frecuentes en la Europa del Bronce, pero podrian reflejar fuentes locales, y no parece que desempefiaran un papel especial en la circulacién. La meta- lurgia del bronce es bastante-simple segiin los estandares centroeuropeos; se trata, en su ma- yoria, de fundiciones planas de disefio bastante elemental. Y pese a ciertas innovaciones, la tra- dicién perduré a lo largo de todo el segundo milenio. Las islas del Mediterraneo occidental evidencian la misma transicién que tuvo lugar en Es- pafia: tras el periodo del vaso campaniforme, los templos y los yacimientos funerarios destina- dos a rituales colectivos dieron paso a las tumbas individuales y a las fortificaciones. En Malt por ejemplo, sobre el templo de Tarxien se erigié una necrépolis de incineraciones individua~ les acompaiiadas de hachas planas y pufiales de bronce. En Cércega y Cerdefia, los monumen- tos megaliticos dieron paso a las construcciones de piedra seculares con fines defensivos: las to- , rriy las nuraghi que posteriormente, a partir del siglo xi, crecerian hasta convertirse en construcciones sumamente complejas, como ocurrirfa con los talayots de las islas Baleares: Estas zonas conocieron un periodo de relativo aislamiento a principios del segundo mile- nio. El sur de Francia, por su parte, se vio continuamente afectado por oleadas que, desde la época del vaso campaniforme, llegaban por el valle del Rédano, y la secuencia que alli apare- * cees similar a la de la Europa central, empezando en el Bronce antiguo, con pufales triangu- les ma- OBJETOs PROCEDENTES DE SEPULTURAS de la cultura de El Argar del Bronce antiguo, ¢. 2000 a.C., Almeria. Las vas jas sugieren prototipos metélicos, que desde esta época ya se conocen en Bretafa. Entre los objetos asociados al va- ron estin las armas (puales, alabardas), y entre los femeninos se encuentran los braceletes hechos con plata local En este periodo emergen los asentamientos fortificados en cimas montafiosas. Jares de empuitadura maciza, y terminando con una facies local de la cultura de los timulos. Su historia se entrelaza con la de la Europa continental. También el norte de Italia estuvo in- timamente vinculado a los desarrollos més septentrionales, y sus asentamientos lacustres for~ man parte de una provincia circumalpina. Esta semejanza no se debe s6lo al medio: el cre ciente uso de los pasos alpinos y de los valles.de mayor altura como sendas de trashumancia (casi siempre marcadas por concentraciones de pinturas rupestres, como en monte Bego y en ‘Val Camonica) propiciaron un grado mayor de intercambio cultural a través de las montaiias, tanto con Eslovenia (y, por consiguiente, con la cuenca de los Cérpatos) como con Suiza y el valle del Rédano. De modo que las industrias italianas del Bronce presentaban un considera: ble parecido con las de Buropa central, y la gran cantidad de importaciones que se han en- contrado dan fe del deseo de adquirir no s6lo las dltimas novedades en armamento y orna- mentacién, sino incluso estructuras fortificadas de armaz6n de madera. En cambio, la Italia central exhibe un cardcter més personal. Los numerosos yacimientos emplazados en las llanu- ras costeras, y que ocupan asimismo grandes extensiones de los Apeninos, revelan una cultu- ra material algo menos rica, que podria representar una economia basada en la ganaderfa ex- tensiva. Sin embargo, se sabe que los yacimientos de las tierras bajas comerciaron con el mundo micénico, asi que es muy probable que el 4rea no fuera auténoma econémicamente. En el sur de Italia y en Sicilia, los contactos micénicos provocaron cambios considerables. Seria un error considerar esta penetracin micénica del Mediterréneo central en términos SZ 276 La emergencia de las clites «coloniales», equiparable a Ia Hegada de los europeos a América. La disparidad organizativa era mucho menor. El mar Titreno, entre Sicilia, el sur de Italia y Cerdeha, ya alimentaba un ciclo de intercambio maritimo indigena parcialmente centrado en las islas Lipari, cuya acré- polis, sobre todo sus estratos més profundos, mucstran una sucesin de grandes edificios. Aqui cmergié en el tercer milenio un sistema comercial costero muy localizado de distribu. cidn de metales y otros materiales, con posibles contactos con comerciantes minoicos y mic nicos. El viaje de Corfi al golfo de Tarento-cs relativamente corto, y desde alli se accede, por una ruta costera, al estrecho de Mesina y a la islas Eolias. No es imposible imaginar un co- mercio de este tipo a principios del segundo milenio. Puede que ya en el siglo xvi, en pleno uso de las tumbas de pozo de Micenas, estos contactos marcaran la ruta del trifico de algunas materias ~como el émbar~ con destino al Peloponeso. (La ruta adridtica no se abriria hasta el siglo xi.) Durante los siglos Xv y XIV estas transacciones experimentaron un notable aumen- to, pese'a que seguramente estaban atin mediatizadas por los puertos de comercio -o algo si- milar- de L{pari y de Vivara, una pequena isla frente a Napoles. Este vinculo italooccidental constitufa el punto de encuentro entre los sistemas de intercambio de larga distancia europcos y los del Mediterréneo, y ast es como los metales italianos se introdujeron en el sistema micé- nico. También Sicilia estuvo involucrada en este comercio maritimo, con productos més bien locales, no de larga distancia, y en el siglo xIv se construyé en Thapsos, cerca de Siracusa, un importante edificio palacial con corredores y una serie de habitaciones rectangulares. Una es- tructura que, aun sin ser propiamente micénica, s6lo podfa existir en el marco de una econo- mfa compleja'y de unos intercambios exteriores, tal y como reflejan la cerdmica y los objetos metélicos micénicos y chipriotas descubiertos en tumbas relativamente proximas. Cabe constatar, por consiguiente, una progresiva simplificacién en el Mediterraneo a me- dida que nos aproximamos a sus regiones més occidentales: la complejidad mgxima se identi- ficaria con el comercio internacional a gran escala del Mediterraneo oriental, pasando luego por la zona de contacto de Italia y las islas del Mediterraneo central, hasta llegar al relativo ais- lamiento de Iberia, La rapidez de este declive refleja no s6lo las limitaciones de la navegacion de la Edad del Bronce antes de las innovaciones de finales del segundo milenio, sino la natu- raleza centralizada del comercio en las «economias compradoras» (command economies) det Bronce del Mediterraneo oriental. Serfan la revoluci6n en el seno de este sistema y la rees- tructuracién del comercio maritimo que tuvo lugar a partir del 1300 a.C. més o menos los factores que desencadenarian una nueva fase de actividad con profundas implicaciones para la Europa del Bronce final. Conclusién: en la periferia del mundo del Bronce La transformacién que experiment6 Europa entre el 2500 y el 1300 a.C. fue mas socio- cultural que econémica o politica. Los cambios fundamentales que conllevé la urbanizacién afectaron tan sélo a la periferia del continente, y mientras la Edad del Bronce en el Proximo Oriente se traducia en una sucesin de estados ¢ imperios a escala cada vez mayor, Europa mantuvo su autonomfa. Lo que si cambié fue la naturaleza de su organizaci6n social y el modo de su expresién material. Las pequeiias dinastias rivales de jefes locales crearon una compleja red de alianzas capaz de garantizar los simbolos materiales del éxito. Ninguna region logré diferenciarse suficientemente de sus vecinas como para reestructurar su produccién 0 implicarse’en un comercio desigual. Ninguna fortaleza dominé el paisaje, reforz6 sus fronte- ras territoriales, ni afirmé su control territorial. Més alla de la riqueza agricola, ciertos bienes bees Lalit en En la periferia del mundo del Bronce . 277 de valor universalmente reconocido trajeron prosperidad a todas aquellas zonas que, o bien los producian, o bien hicieron de intermediarias en su distribucién. Pero esa prosperidad no se debié a la estratificacin social ni a la explotacion de mano de obra dependiente, sino mas bien a la participacién en un claborado juego de exaltacién del éxito personal que dependia del acceso a determinados distintivos simbélicos de prestigio. Incluso la posesién de simples items como la navaja de afeitar o las pinzas podia alterar Ia apariencia corporal lo suficiente como para auméntar la distancia social. La proximidad de las culturas urbanas garantizaba la posibilidad de adquirir nuevos bienes materiales (y los medios para producirlos) capaces de mantener el juego activado: nuevos habitos de comida y bebida, de vestir, nuevo mobiliario y medios de transporte, ornamentos de prestigio y armamento. Aun asi, las sociedades europeas nunca dependieron de un flujo estable de bienes exéticos, como las sociédades «birbaras» de la Edad del Hierro. Se movieron en los margenes del sistema-mundo de la Edad del Bronce, alteradas por su existencia, si, pero sin formar parte activa de él. Los estudiosos alemanes describen el climax de este periodo con el término de Hochbron- zezeit,la «Alta Edad del Bronce», anterior a los cambios que afectarfan a todo el Viejo Mun- do a partir del 1300 a.C.; el colapso del experimento palacial en el Mediterraneo oriental y el comienzo alli de la Edad del Hierro, el ange de la metalurgia del bronée en la Europa de los campos de urnas, en el Céuicaso y en las tierras altas de Iran, y el comienzo del auténtico no- madismo en las estepas. Este Bronce final enropeo fue muy distinto de la etapa que lo prece- di6; y los asentamientos fortificados y las empalizadas, el sistemas de campos de cultivo, las necrOpolis de fosa, los atesoramientos de chatarra y los hallazgos votivos en rios, todo ello se combina para hablarnos de una sociedad menos estable y ordenada, donde la lucha territorial habja ganado en importancia y réclamaba una reorganizacién radical. 9 E Reforma en la Europa barbara, 1300-600 a.C. ANTHONY HARDING Si en Europa el periodo anterior al 1300 a.C. podria denominarse la «Edad de Stonehenge», Ja época que transcurre entre aquella fecha y el advenimiento de los grandes cambios econé- micos y sociales posteriorés resulta mas dificil de catalogar. Se la conoce como el «periodo de Jos:campos de urnas», pero este nombre poco nos dice sobre el alcance de la variabilidad de los diversos ambitos de actividad. Lo que si puede decirse, al menos, es que fue una época de revoluciones: industrial, social, militar y religiosa Pero en tanto que periodo, esta porcién de tiempo no siempre ha llamado la atencin que posiblemente merece. No hay grandes monumentos de picdra que visitar, ni demasiadds tti- mulos funerarios ni poblados de importancia. Y, pese a todo, cabe considerar esta fase de cru cial importancia para la formacién de la Europa hist6rica. Los siglos inmediatamente poste- riores a este periodo conocieron un regreso pleno de la escritura en el Mediterraneo y su difusi6n a la Europa central. Europa irrumpe en la historia con muchas de sus poblaciones ya plenamente asentadas, como por ejemplo los celtas en la Europa central y occidental, o Ios ili- ios en el oeste de los Balcanes. Puesto que no hay raz6n para suponer que llegaron a esas tie~ ras justo un poco antes de que las fuentes escritas los registraran en esos lugares, es mas que probable que estuvieran alli desde finales de! Bronce o incluso antes. Por consiguiente, lo que pas6 en esos siete siglos es inmediatamente anterior a los primeros registros historicos de mu- chos pueblos de Europa. Alo largo de estos 700 afios Europa fue prehistorica, es decir, sin historia escrita, pero, en el sur, los contactos con las grandes civilizaciones del Mediterraneo oriental sf han deja- do informacién histérica, o casi. Los dos siglos iniciales vienen marcados por un periodo de tumultos cn ¢! Mediterraneo oriental. Las grandes civilizaciones de la Grecia micénica y de Ja Anatolia hitita se derrumbaron, muchos estados y ciudades menores fueron saqueados, y Egipto tuvo que librar grandes batallas en sus fronteras para preservar-su hegemonfa, que de todos modos quedé cercenada. Aunque muchos de los acontecimientos de este periodo son todavia confusos, y los documentos que los registran bastaite ambiguos, hay razones para suponer que fue un «periodo de migraciones» no muy distinto del de principios de la Edad Media, que cicrtamente conocemos mejor. A partir fundamentalmente de las referen- cias sesgadas que aparecen en los textos egipcios, se cree que las incursiones armadas con- tra las citidades'y estados del Levante y de Chipre, y la destruccién de la mayoria de ellos, fae obra de una confederacién de pueblos que los egipcios llamaron los «pueblos del mar» 306 Reforma en la Europa birbara Por la misma época también empezaron a aparecer en ticrras mediterrineas objetos con for mas ids propias del centro y del norte de Europa, como por ejemplo espadas, puntas de lanza, armaduras, fibulas, determinados ornamentos ¢ incluso éeramica de posible origen 0. Algunos estudiosos han sugerido un posible vinculo entre ambos fenémenos =des- trucciones y artefactos «extranjeros»— basindose en el supuesto desplazamiento de gentes procedentes del norte hacia el sur y a Grecia a finales del Bronce, pero todo, 0 casi todo, es sumamente especulativo. En cualquier caso, se basa en una concepcion de la cultura mate: rial que supone que los estilos artefactuales reflejan la identidad étnica de sus productores y usuarios, y este tipo de supuestos se observan hoy por.hoy con una notable dosis de des- confianza, Con independencia de sus posibles efectos en Grecia, en gran parte de la Europa de fi- nales del Bronce tuvieron lugar desarrollos importantes. El més Ilamativo de todos es el paso casi universal de la inhumacién de los muertos en tumbas a su incineracida y coloca- cidn de las cenizas en fosas bajo tierra o en urnas cinerarias. Esta practica ha dado nombre al periodo llamado «de los campos de urnas», una denominacién un tanto curiosa y de es- casa calidad descriptiva. Esta prictica perduré en gran parte de Europa durante casi todo el periodo que abordamos en este capitulo. Es cierto que los enterramientos constituyen uno de.los vestigios més visibles del periodo (salvo en determinadas 4reas, como cn las is- las Britinicas), mientras que los asentamientos constituyen hallazgos poco frecuentes, y slo los artefactos de metal, que se encuentran descontextualizados desde el punto de vis- ta arqueol6gico, pueden rivalizar cuantitativamente con las sepulturas. Este hecho refleja la enorme expansi6n de la industria metahirgica en este periodo, tanto cuantitativa como cualitativamente. Esta metalurgia se centré inicialmente en el bronce y, en menor medida, en cl or, y gradualmente fuc incorporando el hierro. Pero no s6lo se explotaron metales. También se fabric auténtico vidrio, y tanto la piedra como la madera eran todavia impor- tantes. Aunque en este periodo no sea posible aislar acontecimientos desde el punto de vista his- torico, si cabe en cambio destacar algunos factores clave que afectaron a toda Europa o a par- te de ella. Es perceptible una pronunciada tendencia a la fortificacién, por ejemplo; se eri- gicron fuertes en lugares altos o empalizadas en los valles 0 cuencas, fenémeno que se habria iniciado en torno al 1100 a.C. También hubo fases de gran ostentacién funeraria en algunas zonas, que se tradujo en deposiciones de abundantes ajuares funerarios junto a los muertos En muchos casos, estos ajuares recorrfan grandes distancias antes de llegar a su ‘iltimo repo- so, lo que evidencia la existencia de poderosas redes de intercambio. ¥ nunca més cierto que en el caso de la explotacién y transporte de la sal, especialmente de la que se extrafa de las minas de los Alpes austriacos. No es mera coincidencia que una de las necr6polis més ricas de todo el periodo analizado -Hallstatt~ estuviera situada junto a una de estas minas de sal, como mis tarde lo estarfan otros centros, como Diirrnberg, cerca de Hallein (también en la provincia de Salzburgo, Austria), proximos también a los yacimientos de’extraccién de sal. Todo esto vino acompafiado de fluctuaciones en el marco natural del asentamiento y subsis- tencia humanos, y en la respuesta de los agricultores a las nuevas condicighes econdmicas y ambientales. Cierta evidencia permite sugerir un cambio, asimismo, en la vida espiritual, aunque estas cuestiones son muy dificiles de elucidar baséndonos en la evidencia arqueold gica. En realidad, s616 a partir de! 1300 a.C. es posible identificar a Europa con una serie de revoluciones. idl fy Sy. Na VISER APREA DF [as ENEABACIONES de Feudvar, Vajvodina: un gran rimute acupado deste ala Kala del Hierro de faa Tene. Se han recuy perado abundantes plantas de casas, Europa en el 1300 a.C. En el 1300 a.C. Europa era un mosaico de pequefias comunidades en diferente fase de evolucién social y econémica. No conocemos exactamente ¢l aleance de los contactos entre ellas. Pese a que, segiin la evidencia, las comunidades eran relativamente pequefas, muchos aspectos de su furura evolucién ya estaban presentes, entre los que se podria destacar la divi- sin social, que distribufa la riqueza de forma desigual entre la comunidad. Pero la vida coti- diana de muchas gentes del 1300 a.C., al igual que en el lejano pasado, giraba ‘en torno a las as del campo y del taller, También habia que pensar en las provisiones para los muertos, pero las cuestiones relativas a las elaboradas formas rituales y religiosas estaban, posiblemen- te, en manos de uns pocos. Los patrones de asentamiento de Europa en la época de las revoluciones de finales del Bronce, que describiremos eiv este capitulo, fueron relativamente modestos en cuanto a eni- vergadura y escala. La mayorla de los poblados que han podido recuperarse eran de carécter basicamente agricola, aunque ¢s evidente que algunos también se dedicaron a actividades in dhistriales, sobre todo los que estaban situados cerca de los recursos metaliferos. Otros, como 308 Reforma en la Enropa barbara Jos poblados del sur de Italia, donde solian fondear naves del Mediterraneo oriental, se dedi- caron basicamente al comercio. En muchas partes de Europa, desde las islas Eolias, en el sur, hasta los paramos de las islas Britinicas (aunque no en Europa central), la norma eran las ca sas pequefias y redondas, organizadas en grupos que a su vez formaban aldeas o villorrios. El plano de las casas poco nos dice acerca de la organizacién social de la época, dado que la ferenciacién social o de estatus ~cuya existencia se deduce de la evidencia funeraria~ no se r fleja en la estructura doméstica. La informacién disponible relativa a la densidad de los asen tamicntos en determinadas areas es también insuficiente, lo que con toda seguridad se debe a las dificultades que existen a Ia hora de delimitar los yacimientos en cuestién, pero incluso aquellos que han deparado un buen nivel de informacién, como el caso del patron recons- truido del area de la cerémica lineal de Europa central, resultan imposible de reconocer Las pricticas de subsistencia a principios de la Edad del Bronce eran una continuacién del patrén del Neolitico y de la Edad del Cobre. Los principales recursos alimentarios eran las consabidas plantas y animales domesticados -aunque también se apreciaban las especies sil- vestres cuando las habia. No siempre somos conscientes de que en el 1300 a.C., en la regin sobreexplotada de la llanura hfingara, ain existfan grandes animales salvajes como el cerdo sal vaje, el ciervo, incluso el uro. Su supervivencia indica necesariamente la persistencia de im- portantes zonas de bosque, algunas seguramente regeneradas tras el clareo inicial, otras toda- via en calidad de bosque original virgen. Pero la mayoria de la poblacign dedicaba la mayor parte del tiempo al ciclo diario de cultivo y cria de ganado, basado en una gama invariable de alimentos. En-determinadas zonas, sobre todo en las islas Britanicas, hay abundante evidencia derivada de la actividad agricola del Bronce, bisicamente en forma de delimitaciones fisicas entre campos 0 parcelas. Pero en muchos casos las certidumbres se reducen cuando aborda- ‘mos la cuestin de qué es lo que ocurria en esos campos, aun ctiando en algunos de ellos, al (CERAMICA DEL ASENTAMIENTO DEL HIERRO ANTIGUO de Kalakaéa, en Ia orlla sur del Danubio, Vojvodina, Serbia, En- ae los siglos xa vint aC. Enropa en el 1300a.C. 309 ‘Ausros DE TE}ID0 y una red de fibras torsionadas encontrados en yacimientos palafiticos del lago Zurich, Suiza. ménos en las tierras bajas, se evidencia sin lugar a dudas la prictica del cultivo. Es un patron legitimamente extrapolable a la préctica totalidad de las tierfas bajas-de Europa, aun en ausen- cia de evidencia concreta. Los descubrimientos de grano catbonizado y las condiciones am- bientales permiten, de hecho, asegurar que este fue el patron que prevalec Por lo que se refiere a la industria, la actividad principal fue'la metalurgia, aunque la alfa- rerfa y la carpinterfa también fueron importantes. La extraécion de metal de las ricas vetas me- taliferas de los Alpes, de los Carpatos y de otras zonas montafiosas producfan miles de toncla- das de cobre. La gama de objetos metélicos aumentaba sin cesar, aunque lejos de las proporciones épicas de siglos posteriores. Ademés del metal, también se producfan otros ma* teriales, como la fayenza (en esta época poco més que una forma primitiva de vidrio), y se tra- bajaban materias primas como el Ambar y el azabache. Este aspecto de la produccién es de gran importancia para poder calibrar el alcance de las redes:comerciales. En gran parte de la Europa del Bronce, el trafico de bienes y objetos s6lo se desarroll6 a escala local 0 todo lo més regional, y en cantidades més bien modestas: Pero hay claros indicios de comercio a larga dis- tancia cuando los contactos involucraban a las-culturas avanzadas del Mediterréneo oriental. Y, ei el caso concreto del mundo micénico, diversos objetos ~en particular el Ambar— sugie~ ren que el contacto a larga distancia fue posible; y sin duda sistemético. Esta situacién perma~ nevid inaltcrada en los éiglos posteriores, como veremos més‘adelante. : Pero no son estas actividades cotidianas las que llaman més la atencién en el Bronce anti¢ 310 Reforma en la Europa birbara quo, sino los asuintos de la vida espiritual. Unas sociedades capaces de producir monumentos Ge la complejidad de Stonehenge o de Filitosa, 0 yacimientos funerarios de tanta envergadu ra como las grandes necropolis de tiimulos del sur de Inglaterra, de Dinamarea y de la estepa péntica, despiertan gran interés tanto por lo que se refiere a sus formaciones sociales como a fn evolucién tecnologica. Estas sociedades tuvieron que contar necesariamente con algiin sis~ tema de organizacién y con una determinada estructura de autoridad, y suponemos que las tumbas més ricas (tumbas a veces exageradamente bien provistas) correspondfan a los jefes guerreros y a ottos Iideres grupales. Pero esta situacién no es extrapolable a todo el conti- ente, En gran parte de la Europa central, las tumbas se encontraron en necrdpolis de fosa (es decir, que no estaban bajo timulos), presentando un grado de diferenciacién entre ellas mu- cho menor, Pero el rito fanerario mayoritario fue la inhumaci6n. La incineracién de los muer~ tos, aunque no totalmente desconocida, era poco habitual, salvo en unas pocas Zonas, como en la llanura htingara. Estas diferencias en el tratamiento otorgado a los muertos se habian re~ lacionado con diferencias étnicas, pero actualmente el cuadro de la composicién racial de la Europa del Bronce antiguo no esti tan claro. Se cree que la difusién de innovaciones tecno- légicas,como la rueda o la equitacién por todo el Viejo Mundo durante el segundo y tercer milenios a.C. estaba asociada a la llegada de los indoeuropeos (gentés que hablaban lenguas indocuropeas), como se demuestra en Grecia, en Anatolia y en otras partes del Préximo Oriente. La revolucién industrial del Bronce final glin qué radica la especificidad de la produccién industrial del Bronce final comparada con la de los siglos inmediatamente anteriores? La diferencia radica tanto en la escala de las ope- faciones como en los avances tecnol6gicos que tuvicron lugar. Desde este punto de vista, no cabria ver en el 1300 una linea divisoria radical, sino més bien un hito de diferenciacién entre clavance tecnolégico generalizado que se aprecia después de esta fecha y todo cuanto le ha- bia antecedido, En realidad hubo un proceso ininterrumpido de cambio tecnolégico progre- sivo, y seria un error pretender detener el reioj en el 1300 y no en otra fecha. Estos procesos se revelan mejor en el caso de la metalurgia, eni la del bronce y la del hierro, asf como en otros procesos industriales. ‘La metalurgia. A principios del Bronce final la metalurgia distaba mucho de ser una téc- nica nueva, pero la explosi6n cuantitativa y cualitativa de la actividad metalirgica en ese mo- mento significa que la palabra «revoluciba» es perfectamente aplicable al caso. Se detecta un asombroso auge de la produccién metalirgica, evidente sobre todo por la cantidad de metal ‘fectivamente recuperado en el suelo (las implicaciones de ese hecho se tratan més adelante, en la p. 315). Paralelamente se increment6 la gama de técnicas utilizadas, entre las que desta- can las que otorgaban al metalfirgico un contro! mucho mayor sobre la materia trabajada, tan- to desde el punto de vista tecnolégico como artistico. ‘A partir del 1300 a.C.,y durante varios cientos de afios, los procesos metalirgicos més im- portantes fueron los del cobre y el estafio, que se aleaban para producir bronce. A partir del 1000 a.C. el hierro se irfa imponiendo gradualmente. También se trabajé el oro, incluso en cantidades apreciables en algunas zonas como Escandinavia ¢ Irlanda, Se utilizaron también otros metales, como el plomo, pero s6lo de manera esporidica en esta fase. A partir de ese momento, y durante los sicte siglos siguientes, la necesidad de metales condicioné gran parte de la actividad industrial del mundo del Bronce, y se mantuvo la explotaci6n sistematica del La revoluciin industrial del Bronce final 311 mineral de cobre ~de los depésitos alpinos, carpatos, balcdnicos ¢ irlandeses, y de otros mas pequeitos- iniciada ya en el periodo inmediatamente anterior (véase cl capitulo 7). En reali- dad, sabemos relativamente pocas cosas sobre la manipulacién de las principales reas mineras durante el Bronce final, aunque se supone que se aplicaron los mismos métodos: prender fue~ go y abrir edneles en bocaminas. ¥ si antes el principal medio de difusién del metal habian sido los tipicos lingotes en forma de collares anulares (véase el capitulo 7), ahora los lingotes eran del tipo plano-céneavo, lisos por arriba y céncavos por debajo, que revelaban el perfil del fondo de los hornos que les habfan dado forma, Ahora también resulta mis dificil seguir el rastro del movimiento de los objetos metdlicos a partir del andlisis de sus componentes, puesto que la utilizacién de tantas fuentes metalfferas y la aleacién de metales hace inviable el método de Ja emision espéctrografica, el més corriente, mientras que el andlisis de los isétopos del plo- ‘mo, el método més prometedor, todavia no ha podido zanjar la cuestién del origen de los me- tales fuera del érea mediterranea. Incluso en una regién como esta, donde se ha estudiado a conciencia el comercio de metales a partir de la circulacién de los lingotes con la tipica forma de «piel de buey> (véase el capitulo 6), el grueso de los’ andlisis disponibles indican que fue- ron las minas del Mediterraneo oriental y no las occidentales, como las de Etruria o Cerdeia, Jas que estaban suministrando materias primas al mundo mediterréneo. Sabemos tan'poco del origen del estafio que se utilizaba en esta época en la fabricaci6n del bronce como de la etapa anterior, pero las zonas candidatas ~Cornualles, Bretafia, las monta~ fias metaliferas de Alemania y de la antigua Checoslovaquia, ciertas zonas de Espafia ¢ Italia~ son las mismas. En el contexto mediterrineo, todos los indicios apuntan més a-una proce- dencia oriental (tal vez de Afganistén) que-occidental, mientras que en el centro, norte y ocs- te de Europa tuvieron que explotarse fuentes més locales. Pero seguir el rastro del estaiio has- ta su punto de origen ¢s més dificil afin que en el caso del cobre, si bien es cierto que la limitada cantidad y distribucién de las minas de estafio permite acotar, en cada contexto, los posibles origenes del metal. En cuanto al oro, los recursos de Irlanda y de los Cérpatos siguieron probablemente abasteciendo a orfebres y clientes con cantidades verdaderamente sorprendentes del pre- cidso metal. Aparecen abundantes objetos de oro de alta calidad (sobre todo ornamentos, pero también vasos y otros objetos) en Irlanda, en el norte de Alemania y en Escandinavia, principalmente. Tal cantidad de suministros de un niaterial a todas luces tan preciado en- tonces como ahora, tuvo que tener consecuencias considerables en la economia de la época, no s6lo en el propio sistema (desde el momento en que recibfa un flujo continuo de nuevos clementos de valor), sino en cuanto a la distribucién personal de la riqueza y la ostentacién de estatus. Una vez obtenidas las materias primas, el orfebre 0 metalirgico tenia que transforntarlas en objetos para sus clientes. También en este Ambito se aplicaron nuevas técnicas. Si hasta en- tonces la mayorfa de los objetos se fundian mediante moldes bivalvos de metal o de piedra ahora se empezaron a utilizar moldes multipiezas, y cada vez mas el imétédo dé la Cera perdi- da, Como ejemplos, muy bellos, de'la primera técnica estén los cuernos de Irlanda y los lurer de Dinamarca, magnificos instrumentos musicales de bronce (véase infra, p. 326); de la sc~ gunda, las elegantes estatuillas de Cerdefia o de Suecia. El método de la cera perdida permi- tia moldear detalles sumamente sutiles, ya que el bronce rétenta fielmente las impresiones ot ginales esculpidas en la cera que luego se prescrvaban en el negativo de la superficie exterior del molde. El magnifico tour de force que supone el carro solar de Trundholm ilustra perfec tamente el dominio técnico del artesano sobre la materia, asi como la refinada apreciacién de las Iineas y proporciones que lograba plasmar en lo que era basicaménte un tema mundano. aN ’ guerreros y un jefe 0 caudilo con un baston. Bronce final 0 principios de la Edad de Hierro. ‘TROMPETILLA DE BRONCE de Di (izquierda). Estos objetos apar ‘en pantanos o marismas y en gen parejas, Seguramente estaban asociados actividades rituales. La revolucién industrial del Bronce final. 313 CCoRAZA DE BRONCE (armadura entera) de Marmesse, Haute Marne, Francia. Bronce final. El efecto de estas abjetos, hechos de chapa dé bronce, era mucho sms visual que funcional; se ha demostrado empiricamente que un golpe de espada puede Ficilmente perforar este tipo de armadura, Fue sobre todo la expansién de la nueva tecnologia con moldes lo.que hizo técnicamente po- sible tal grado de refinamiento. Con el aumento de la cantidad de objetos metilicos que se observa en’ el Bronce final, la materia que se impuso para hacer los moldes de fundicién fue la arcilla, una materia que no suele subsistir en las condiciones funerarias que han prevalecido durante los dltimos 3.000 aflos. De ahi que sc hayan recuperado muy pocos moldes, demasiado pocos comparados con la abundancia de los objetos de bronce. Estos moldes s¢ utilizaban sélo una vez, puesto que habfa que romperlos para extraer Ja pieza fundida. Pero el hallazgo de una serie de grandes depésitos de moldes de arcilla, como los descubiertos en Rathgall, Co. Wicklow, en Irlanda, o en Dainton, Devon, Inglaterra, permiten verificar parte del proceso. En estos dos yaci- mientos se encontraron fragmentos de moldes destinados a una'variedad de objetos, testi- monios de una metalurgia én situ (un fendmeno muy poco frecuente). Entre los hallazgos de Dainton se encontraron crisoles y moldes de espadas, puntas de lanza y conteras (herrajes para fustes de lanza), mientras que el material de Rathgall inclufa moldes de espadas, lanzas y cuencos con peana, y también de objetos de oro. Pero la revolucién metalirgica del Bron- ce final no coasistié sélo en la fundicién en moldes: Una de las técnicas més populares que se adoptaron durante el Bronce medio y que se aplicarian’extensamente a partir de entonces fue e uso de la metalurgia del laminado o chapado: el metal se forjaba, ¢s decir, se golpeaba 314 Reforma en Ia Europa bérbara para darle forma a partir de barras fundidas de bronce, y se unia mediante remaches 0 solda | dura. El bronce chapado se usé para producir una gran variedad de objetos: armaduras (co- i razas, grebas, yelmos, escudos), vasos, vehiculos y sus guarniciones, y varios pequefios obje- | tos ornamentales | {Cuél fae el marco econémico y social en que se desarrollé esta actividad metalirgic: | producto de los artesanos del metal fue s6lo uno de los aspectos de la industria del Bronce It final, pero tuvo que ser muy importante. No hay medio de saber cuantos artesanos metabiir- | | | ij i | | | | 2 El gicos operaron en una determinada comunidad, ni el porcentajo que representaban en rela cién con otros artesanos y trabajadores, pero paralelos histéricos y etnogrificos sugieren que los artesanos del metal fueron relativamente pocos en iiimero y que su importancia fue des- proporcionada en relacién a su fuerza numérica, Gran parte de la informacién de que dispo- nemos sobre la metalurgia de la Edad del Bronce procede de los depésitos de bronce que se PARTE DEL GRAN DEPOSITO DE OBIETOS de bronce encontrado en Isleham, Cambridgeshire. La foto muestra una es- pada completa y fragmentos de otras, una contera (la parte inferior de una vaina), una punta de lanza, un hacha, un hhacha de tal6n, un cuchillo, un asa de caldero, y varias piezas ornamentales asociadas probablemente a arneses de ca ballerfa, Finales del Bronce. 4 58 La revolucién industrial del Bronce final’ 315 han recuperado, y que suclen contener tiles y a veces también armas y otros objetos, que se escondian en agujeros practicados en el suelo, se supone que con él fin de recuperarlos mis tarde. Muchos de estos depésitos contienen objetos rotos para su refundicién, y a veces tam- bign titiles metaliirgicos. Dado que suelen ser muy pesados ~demasiado para ser desplazados de un lado a otro- parece Idgico suponer que los artesanos de! metal enterraron sus existen- cias en lugares ocultos de su itinerario, en sitios que sélo ellos conocian, para recuperarlas més tarde con ocasion de futuras visitas. El hecho de que no lo hicieran puede indicat tiem- pos.dificiles y una alta mortalidad entre estos artesanos: cuesta creer que los llamados depo- sitos de fundidor se enterraran con énimo de abanidono deliberado. Estos depésitos ocultos difieren de los depésitos de objetos perfectos, sin dafios, de los que después hablaremos. En este {iltimo caso, la deposicién de los-objetos parece haber sido intencionada, aunque los motivos se nos escapen. Durante las tiltimas fases de la Edad del Bronce, el hierro se fue imponiendo poco a poco en la vida cotidiana. Las miinas de hierro son mucho més numerosas y su distribucién en Eu- ropa bastante més equitativa que las de cobre u oro, y muchas comunidades que hasta enton- ces no habjan tenido recursos autéctonos de materias primas bsicas para la fabricacién de titi- les, ahora disponfan de un acceso ficil y a gran escala al mineral de hierro. Las regiones més favorecidas en relacién con el periodo anterior fureron o bien las regiones de baja altitud, don- de el hierro se obtenfa de los minerales carbénidos asociados a suclos arcillosos y arenosos, 0 bien las zonas cénagosas y de turba que contienen el llamado chierro de los pantanos». El uso del hierro s6lo llegaria a ser cuantitativamente significativo en siglos posteriores en Europa central y septentrional, pero en el sur hay muchos objetos que podrian ser de hierro (hachas, espadas, puintas de lanza), tal como sugieren los ballazgos realizados en tumbas de la regin ilitica (Albania, Yugoslavia) o de Italia. El uso del hierro también tiene implicaciones para la pirorecnologfa o techologia de la combusién: la reduccién del mineral de hicrro s6lo es posi- ble con temperaturas no inferiores a los 1.100 °C, lo que sélo se lograba en pozos cerrados revestidos de arcilla y en hornos céncavos, que se manipulaban mediante fuelles o toberas y con una atmésfera fuertemente reductora para liberar el oxigeno del mineral éxido. La tarea de lograr estas temperaturas recaia en los artesanos del bronce (el punto de fundicién del co- bre es de 1.083 °C), y seguramente la primera metalurgia del hierro se sirviera de los méto- dos y equipos del bronce. Elvidrio. Los abalorios de vidrio primitivo (la Hamada «fayenza», en realidad una sustan- cia parecida al vidrio calentada a una temperatura relativamente baja) se conocfan desde el Bronce antiguo, pero s6lo en contadas ocasiones se-alcanzaban las temperaturas necesarias para fabricar vidrio auténtico, Cuando por fin se consiguié, la préctica totalidad de los obje~ tos fabricados serfan abalorios, aunque en Egipto y en el Proximo Oriente se producian obje- tos mis elaborados, como vasos y ornamentos. De abi Ja gran importancia del descubrimien- to en Frattesina, en el valle del Po, de unas cuentas parcial o totalmente hechas de'vidrio, de ctisoles con vidrio todavia adherido, y de materias primas de vidrio parcialmente fusionadas, hillazgo tanto més importante cuanto que la composicién analftica del vidrio demuestra que el material es de composicién local, no una mercancfa importada por mercaderes del Proximo Oriente. El pecio de Kas (véase el capftulo 6) también contenfa lingotes de vidrio, de modo gue el trafico de vidrio es hoy un fendmeno bien documentado en la Edad del Bronce. Su pro- _ duccién en el mundo barbaro fue a pequefia escala. Es cierto que se crearon formas suma- mente decoradas, como demuestran las cuentas oculadas y los abalorios torsionados de dife~ rentes colores (como los «abalorios de los palafitos» de Suiza). La abundancia de este tipo de cuentas apunta a una produccién en distintos centros, pero lo més asombroso es sobre todo 316 Reforma en la Europa brbara la pequeia escala de la empresa, especialmente si ia comparamos con el nivel de produccién que se mantenia en el mundo del Mediterrinco oriental, Sin embargo, la adopcidn de esta tée- nica en toda Europa es importante, puesto que ilustra perfectamente la aparente facilidad con que se produjo el paso de una tecnologia a otra, en un periodo que hoy nos parece realmente internacional por lo que a sus vinculos y tendencias se refiere. La revolucion agricola A primera vista, no parece que los cambios experintientados en las pricticas de subsisten- cia europeas a partir del 1300/a.C. sean especialmente espectaculares. En todas las zonas tem- pladas.que han proporcionado informacién minimamente fiable, el modo principal de subsis- tencia siguid siendo, de acuerdo con todas las aparienicias, la agricultura-ganaderia mixta, exactamente igual que durante milenios. Para la alimentacién humana se explotaba una varia- da mezcla de plantas y animales, tanto antes como después de aquella fecha, con escasos indi- cios de una «revolucién» importante. Aun asi, hubo cambios significativos, si bien algunos de ellos apenas son perceptibles, Por lo que se refiere a los cultivos, los més populares fueron los trigos y las cebadas, en sus distintas variedades, asi como determinadas legumbies, sobre todo las lentejas, los guisantes y ~haciendo su primera aparicién a gran escala~ las judias celtas o anchas. Pero esta no es ni mucho menos toda la historia. Entre las gramineas, se constata la aparicién sistematica del inijo (Panicum miliaceum) en la Europa continental, y en el noroeste y en las islas Britdnicas la primera evidencia de centeno, Otra innovacin es la extensién-y el uso regular de plantas oleaginosas, como a linaza, la adormidera y la camelina (Ia falsa linaza, la Camelina sativa). En conjunto, yen base al ejemplo de'las judias celtas, la impresién global es la de un profun- do cambio en las preferencias agricolas a partir del 1300 a.C. m4s.o menos. Lo cual no signi- fica que las materias basicas cambiaran, porque no fue asf, sino que se complementaron con tuna serie de cultivos de apoyo mucho més extensa que la que se habia conocido hasta enton- ces. {Por qué este:importante cambio? No lo sabemos con certeza, pero cabria destacar cier- tos elementos. Por ejemplo, el mijo, en tanto que cultivo, es importante, porque tarda poco en ctecer ~necesita muy poco tiempo entre la siembra y su madurez~ y porque es capaz de so- portar condiciones climéticas relativamente duras, en particular la sequfa, Su cultivo se cono- ce en muchas situaciones hist6ricas y etnogrificas de Europa, y desde la época romiana se im- pondria como la graminea més popular entre las clases. més pobres, que lo utilizaban tanto para hacer pan sin levadura, como para fabricar bebidas fermentadas y gachas. Su presencia en Macedonia a finales del Bronce, en el norte de Italia a mediados del Bronce, y en Europa cen- tral y septentrional a comienzos de la Edad del Hierro, parece documentar un temprano in- terés que se convertirfa en un elemento crucial de la subsistencia durante la Alta Edad Media. Con las dems plantas que se-han mencionado ocurre lo mismo. Las judias celtas son prolifi- cas y faciles de cultivar, y ademés fijan el nitrégeno en el suelo, y pueden madurar en casi cual- quierrégimen climatico, incluidas las condiciones firfas y hiimedas, Las oleaginosas son tal vez més problematicas, pero su alto contenido proteinico las habrfa convertido en altamente nu- tritivas y son muy sabrosas en s{ mismas: se ha encontrado un trozo de pan untado con semi- las de Camelina sativa en el yacimiento hingaro de Aggtelek correspondiente a la primera Edad del Hierro: e ~ ‘También la'explotacin animal experiment6 cambios, aunque menos ripidos y evidentes. Se olvida con frecuencia que los animales domésticos no fucron en absoluto los tinicos ani- FOTOGRAFIA aéREA de Knoll Down, Damerham, Hampshire, donde puede distinguirse una gran linea de demarca- ‘cin de tierras que parte el terreno en dos y que resulta visible tanto como una estructura de tierra rectilinee (parte inferior deta fato) como una delimitaciOn de cultivos. Presenta una orientacién distinta del modelo reticulado de los secampos celtas» visible en la parte superior de la foto. 318 Reforma en la Enropa barbara males presentes ni los dnicos de interés, porque también habia grandes animales salvajes. Las exeavaciones realizadas en Hungria y en la Hanura del norte de Europa han permitido docu- mentar vestigios de uro (bévido salvaje) y de un cerdo salvaje de tamano excepcional, asi como ciervos y una serie considerable de pequeiios.mamiferos, peces y aves que podfan ca- zarse con relativa facilidad y sega las necesidades. Son escasos los yacimientos con evidencia suficientemente detallada para poder reconstruir un paisaje sistematico, pero el de Boven- karspel, en los Paises Bajos, depara un predominio masivo de los bovidos en el Fegistro éseo, y evidencia un pastoreo sistemitico de animales segiin edad y sexo. En otros lugares, siguien- do las costas mediterraneas, por ejemplo, hay yacimientos.que podrian indicar una especiali- zacién.en el pastorco y cria del ganado ovino, mientras que en las zonas templadas serfa el cer- do el animal que aparece con mayor frecuencia, como en la Polonia hallstéttica, por ejemplo. ‘También el. caballo esti presente, obviamente, aunque nunca como fuente principal de ali- mento;.a su utilidad como animal de carga y de montar, apreciada ya antes del 2000 a.C., se ailadi6.un nuevo aspecto en los primeros siglos del primer milenio, cuando en gran parte de Ja Europa oriental empezaron a aparecer arneses de bronce y de hicrro entée los ajuares fune- rarios. Mucho se ha escrito sobre el significado de estos hallazgos desde el punto de vista ét- FOTOGRAFIA AEREA de un campo de urnas del Bronce final en proceso de excavacién en el yacimiento de Ingolsiade- Zuchering, Baviera. Pueden distinguirse los fosos circulares alrededor de los enterramientos en urna. Las marcas rec- tangulares son de fecha posterior, UNA ESTRUCTURA EN, FORMA DE RaNCO, en la didcesis de Boge, en land, Suecia. En la fase final de la prchistoria escandinava se construyeron muchas de estas estructuras de piedra en forma de barco, sobre rotdo en la isla de Gotland, El tama de las piedras aumenta gradualmente hhacia la popa y la proa Alli donde se han excavado, suelen contener entertamientos. nico (véase infra, p. 333); la vasta presencia del caballo que se ha detectado podria indicar el inicio de la apreciacién del caballo como animal noble susceptible de acompaiiar al guerrero en el campo de batalla. ‘No habria que olvidar a las criaturas mAs pequeiias, pero no por ello menos tiles, que sir- vieron a las necesidades del hombre: en una época en que el aziicar afin no se conocia, la mie! tuvo que asumir el papel de edulcorante fundamental. Sorprende realmente que haya sobre- vivido tan poca evidencia de esta aitil sustancia, aunque en un yacimiento de Berlin se ha re- cuperado un objeto que se ha interpretado como una colmena y que tal vez sea un vestigio de su presencia en el pasado. Aan més dificil resulta detectar la presencia de importantes agentes bacterianos, como el yogur, que en muchas sociedades convierten la leche en un alinfento mas sblido y apetitoso, pero no cabe duda de que también se conocieron. Es evidente que las plantas y los animales requerfan espacio: espacio én el paisaje, en for- ma de parcelas de cultivo, de granjas y de bienes raices. Es indudable que hubo campos de cul- tivo en todas partes, pero sdlo en el norte y en el oeste se ha podido identificar un niimero re~ levante de ellos. Lo cual podria deberse, en parte, a las prioridades del trabajo de campo y, en parte, aun factor de preservacién; pero decididamente no puede tratarse de un.reflejo de la realidad prehistérica. En los lugares. donde se practicé tanto el cultivo como la crfa de anima- les tuvo que ser necesaria una cierta division del trabajo, y la.proteccién de las crias: La evi= dencia, por lo menos tal y como se presenta hasta la fecha, sugiere que la fase fundamental de 320° Refirma en la Europa barbara creaci6n de campos de cultivo acotados tuvo lugar-en la primera mitad del Bronce. Pero este pone Mucho menos el final de la historia. En los sigios posteriores al 1300 nc: se incor- porsron diversas moditicaciones importantes, al menos en eiettos casos, Dowdle hasta enton- ces habia existido un sistema de pequeias parcelas de cultivo, se construycron largas zanjas y taludes de tierra de delimitacion que dividian el paisaje en un entrance de campos diferen- | ciados relativamente extensos a los que se les ha dado, y com tazén, el nombre de fincas 6 de Brandes propiedades agrarias. Por ejemplo, el estudio intensive del manne de tierra de Bo- Kerley Dyke, en los limites de Hampshire, Wiltshire y Dorset, he demon rado que su forma ro- Tuts y altomedieval final tiene su otigen en el Bronce medio. También los asentamientos for- Hicados de Wessex se vinculan a los campos de sus alnededores a trcés de un vasto sistema de demarcaciones parcelavias y lineales. No es ficil dar con algo asf en los yacimientos del conti- toned Pesto que alli fas demarcaciones son mucho menores y, por lo general, bastante mas tardias. Pero gracias a las tareas de reconocimiento, como las qué se han realizado en el mar- co del proyecto de la Dalmacia Neotermal en la costa croata, ce sebe que en el Mediterrineo existe este tipo de demarcaciones La revolucién espiritual El cambio mas perceptible que tuvo hugar hicia el 1300 a.C. en Europa no fue en el Am- bito de la tecnologia o de la subsistencia, sino en la actitud hacia Ins muertos y a las sepultu- ras. Hasta entonces, gran parte de Europa habla inhumado a sus muertos, bien en simples fo- i Hea tecubiertas de lajas de piedra y excavadas en la superficie dela tierra, bien bajo | témulos de tierra. En torno al 1300 a.C. esta préctica cambio de forma espectacular: a partir Pero seria erréneo pensar que las pricticas funerarias fueron uniformes en toda Europa an- ‘coy después del 1300. Hubo algunas incineraciones en el Bronce anions medio: en deter- ¥ desp lg iguo y 7 OWF0s coexisti6 una mezcla de ambos ritos, Por ejemplo, en la de Przeczyce, en el sur de Polonia, de los 874 enterramfentos i jones y 727 inhumaciones. Resulta tentador 1os ajuares fanerarios para intentar obtener, asf, alguna indice, de tal o cual forma, pero la orrelaci6n sistemética entre ritos y ajuares; en cualquier caso, los Gora (collar) de oro de Shanhongrove, Co. Limerick, Islanda (arriba). Ambos extremos aparecen decorados con necvadures concéntricas y puntos repujados, mientras que el cuerpo pfincipal del collar presenta bandas de lineas repujadas paralelas, Los dos grandes circulos terminales estin fijados al collar mediante un finisimo alambre torsionado, = . ‘CON DE ORO DE AVANTON, Vienne, Francia (inguierda), decorado con tachones repujados y circulos concéntricos, Bronce medio. [ARTE RUPESTRE DEL OESTE DE SUECIA (arriba), Fossum, Bobuslin: se trata de una embarcacién y dos guerseros enar- bolando sus haches en ella, La proa aparece algo elevada y la hilera de lineas verticales encima de la borda podria re- preventar la tripulacién. Bs posible que las figuras, que son falias y con espadas al cinto, estén partiipando en un combate 0 danza ritual : “GunwtAs DE ViDRIO, AMBAR Y METAL (abajo) de Ziisich-Wollishofen, Estavayer-le-Lac (Friburgo), Concise (Vaud) y “Auvernier (Neuchatel). Todas proceden de asentamientos de! Bronce final. La revolucién espiritual - 321 ente dotados (Ia situacin mas corriente), y la funerarios de la necr6polis estan pobrem jerarse un indicador sares fui ae ea de unas cuantas vasias y botones de bronce spenas puede consid un nivel relevante de riqueza. Ty iosa activud hacia no w otro tito tal vez pucda deducitse més ficilmente a partir de informacion de la zona nérdica. Alli, durante ¢! petiodo correspondiente al inicio de los impos de urns, el nimero de incineraciones aumento de forma considerable, jy la aparente apo fad de mantener Ia preferencia por este rito Tlegalba incluso al extreme de depositar los eee incinerados en fosas fanerarias lo suficientemente grandes como part dar cabida a una ‘Namacion! A veces, las tumbas adoptaban una forma particular, por ejemplo, alineando las veins de modo que imitaran la forma de un barcos en elas también se depositaban incinera- ines En zonas de Europa central y eptentrional se erigleron pequeflos timulos encima de ones: pe incinerados, a modo de bito claramente visible para las furuas generaciones, sugi- vendo, tal vez, que el muerto habia sido un importante ancestra ait debia ser recordado por ts generaciones futuras. Esta actitud encuentra su expresion mas impresionante en los gran- 1S Betmulos que aparecen esporidicamente en el mundo de las campos de urnas: en Eslova- iia (Ofkov), al principio del periodo, y més tarde 69 el norte de Alemania (Seddin), y en Sue~ Ha (cerca de Uppsala). Uno de ellos, la «Tumba del Rey» de Seddin, cerca de Pritzwalk, en JaiGleburgo (noreste de Alemania), consistfa en una cimara de piedra con’ cipula y voladi- ros eubierta por un inmenso timulo de 130 meteos de ancho por atin hoy- 8 metros de alto. 1 te esta construccion abovedada, totalmente desconocida en Ja Europa barbara desde los |_ VASO RITUAL (rhyzon) de la necropolis villanoviense de Bolonia. La revolucién espiritual. 323 dias de las tumbas de cAmara neoliticas, como la riqueza del ajuar funerario (espada, punta de lanza, cuenco para colgar, navaja de afeitar, cuchillo, pinzas, anillos, hachas y vasos de bronce y de cerémica), ilustran claramente la facultad de muy pocas personas para adquirir propieda- des y estatus de las poblaciones locales. También era una forma un tanto Ilamativa de demos- trar que esta ostentacién de riqueza también podia ser, a veces, otorgada, a modo de gratifi- cacién o recompensa, ya que, por regla general, la dotacién de las tumbas de los campos de urnas era relativamente pobre. Sabemos que en esta época sé fabricaron espadas, armas y ar- maduras, finos vasos metilicos, ornamentos de-metal y de vidrio y otros objetos; y, sin em- bargo, casi nunca estan presentes en las sepulturas: Por qué? ‘CARRO DE CULTO EN BRONCE (prigina anterior, arriba) encontrado en Eiche, este de Alemania, mostrando unas aves ‘esquemiticas en un carro con dos ruedas de cuatro radios. Este tipo de aves son un elemento estindar del reperto- Flo simbélico del Bronce final RECONSTRUCCION (pAgina anterior; abajo) de la estructura ritual de madera de Bargeroosterveld, Drenthe, Holanda, DEPOSITOS DE DOS ESQUELETOS MASCULINOS (abso) colocados dentro del foso interior del yacimiento fortificado del Bronce medio de Velim, Bohemia. El yacimiento contenia muchos de estos depésitos de hhuesos humanos y de ani- rales, cerdmica y objetos de oro. 324 Reforma en In Europa birbara El cambio a la incineracién suele considerarse como uno de los aspectos mas importantes del tiltimo periodo de la prehistoria, puesto que revelarfa un profindo cambio de actitud fren- tea la muerte y el mis alli. Es posible que la préctica de la inhumacion implicara la creencia de que todo el cuerpo era, de alguna manera, importante para Ia persona del muerto y'su «existencia» después de la muerte. La incineracidn, en cambio, indicaria qué el cuerpo no tie~ ne ningiin valor en si mismo, que esti abocado a la descomposicién, y que no es sino un fra gil c intrascendente medio creado para fines mas sublimes: las emociones; el pensamiento re- flexivo, las ideas espirituales. ¥ la continuidad de estas nociones abstractas depende no del cuerpo, sino de la memoria de aquéllas para poder recitarlas y repetirlas en honor a los ances- tros. Un, cambio radical de rito funerario como el que comentamos tiene, pues, que reflejar una profunda reorientacién de las creencias de la sociedad del Bronce. Y tal vez tuvo més que ver con la actitud hacia los vivos que con algo parecido a lo que hoy llamarfamos «religién» El hecho de que los muertos no estuvicran casi nunca acompafiados de sus posesiones en vida, ni aparecicran destacados de una u otra forma, confirma la opinién de que era la memoria de los muertos y sus logros, no su presencia fisica, lo que realmente preocupaba a las gentes del mundo de los campos de urnas. Pero, en cualquier caso, de ali no se ha de concluir que la réligién no desempeiiara papel alguno en las vidas.de los habitantes de la Europa de finales del Bronce. Al contrario: muchos yacimientos y objetos demuestran que la vida espiritual fue importante. Para empezar, hay una setie de signos o simbolos que aparecen una y otra vez, y que encontramos profusamente de una punta a otra de Europa. Las aves, por ejemplo, asumieron una importancia desconocida desde el Neolitico, y aun entonces de una forma muy distinta. Se descubren con frecuencia es- tuillas de arcilla y de bronce representando un pdjaro, y son o bien objetos aislados (y por con- siguiente posiblemente asociados a actividades de culto en sarituarios) o bien partes de piezas de gran tamafio, de carros y calderos, por ejemplo. También encontramos aves en motivos de- corativos-de algunas piezas de bronce o cerémica, que en su dia debieron de tener un claro significado en los sistemas de creencias, aunque no sabemos exactamente cul. A veces los ca- rros y las barcas se decoraban con aves acuaticas (anades?), como puede verse, por ejemplo, en el famoso carro de Dupljaja (cerca de Belgrado). En él aparecen represeatadas tres aves, dos delante flanqucando la rueda central radiada, y una detrds que surge de la estructura del vehiculo. En el carro, sostenida por dos ruedas de cuatro radios, se yergue una figura, apa- rentemente femenina, pero con cabeza de pajaro y con una falda acampanada y decoraci6n in- cisa que destaca los rasgos corporales. En.otros casos las aves aparecen pintadas a trazos ¢s- quemiticos, donde sélo resultan discernibles el ojo y el pico: una sefial segura de que la idea original era importante, puesto que implica que el pablico podia reconstruir el significado de Ja pintura simplemente a partir de un esbozo indicativo del original Este tipo de simbolos son tan sélo parte de la evidencia de la actividad religiosa y ritual en Europa en el periodo de los campos de urnas y de principios de Hallstatt. Las actividades de culto tuvieron que realizarse en algén lugar o recinto, y se conocen algunos de ellos, aunque no todos, ya que sin duda también hubo yacimientos al aite libre, en bosquecillos y en cimas montafiosas, que desempefiaron un papel en este sentido. En las turberas de Drenthe, en Bar- geroosterveld, se descubrié una admirable estructura de madera consistente en un circulo de pequefias piedras alrededor de dos travesafios lisos que aguantaban cuatro vigas: dos de sec- cién circular y dos cuadradas. Es posible que en los extremos hubiera unas piezas de madera terminadas en punta ~en forma de cuerno- coronando la estructura, que habia sido desman- telada deliberadamente. En St. Moritz, en el Engadin (Suiza oriental), se'descubrié wna edi- ficacién ritual de un tipo totalmente distinto: se trataba de una estructura rectangular de ma- } 4 4 La revolucién espiritual 325 deros, con dos cilindros de alerce en su interior, y rodedda a su vez de una empalizada de ma- deros entrelazados entre si y unidos en las esquinas. En los cilindros se encontraron dos espa- das, un fragmento de una tercera, un punal y un broche. No olvidemos que Stonehenge, pese a ser una creacién de épocas anteriores, no s6lo seguia visible, sino también activa: en los ho- yos ¥ y Z que rodean las estructuras centrales se encontré ceramica de finales del Bronce y de la Edad del Hierro locales, y las fechas de radiocarbono obtenidas con el material encontrado en los fosos de Ia Avenida, en su lado meridional préxima al rio Avon, indican una construc- cidn del Bronce final. La evidencia de actividad ininterumpida en yacimientos rituales de una Epoca anterior suele ser muy dificil de detectar, y se debate sobre si aquellos datos confirma- sian 0 no esta continuidad ritual. En todo caso, no parece que este aspecto de la vida del Bronce experimentara ninguna revolucién. Hay otro aspecto de la vida ritual que surge, con toda probabilidad, durante el periodo que nos ocupa (al menos en parte), y es la praetica de esculpir sobre superficies rocosas gra- bados que representan figuras (Ihumanas y animales), barcas y una variedad de simbolos. Es- tas‘escenas aparecen’ sobre todo en el sur de Escandinavia (més concretamente en Suecia), pero también, y en abundancia, en dos areas alpinas: en Val Camonica, al norte de Brescia, y en la zona del monte Bego, en la frontera franco-italiana, cerca de Bordighera. La fecha de los grabados alpinos es dificil de establecer, y en cualquier caso varia: algunos se fecharon direc- tamente en un periodo anterior al 1300, otros eran posteriores al,600 a.C. La mayoria del arte escandinavo podrfa encajar perfectamente entre estas dos fechas, aunque en este caso la data- cin también resulte extremadamente dificil y con frecuencia determinable mediante un and- lisis de los objetos representados. En unos pocos casos los grabados aparecen cerca de unas ‘tumbas, lo cual resulta sugerente, aunque no concluyente. Tal es el caso de Simris, en la cos- ta sureste de Escania (en el sur de Suecia): la gran necrOpolis, que abarca un periodo de tiem- po considerable, desde finales del Bronce hasta principios de la Edad del Hierro, est4 empla- zada cerca de unos paramentos .rocosos grabados. Aun cuando este hecho no afirme la asociacién entre ambos, como minimo sugiere que la zona fue ritualmente importante du- rante mucho tiempo El arte esculpido sobre estas superficies rocosas algo inclinadas, y pulidas por los glaciares, presenta una serie muy restringida de motivos, que se repiten ad nauseam. Los barcos consti- tuyen el motivo més corriente y reiterativo, y aparecen no s6lo cerca del mar, sino también en lugares que hoy est4n muy al interior. También los animales aparecen representados con fre- cuencia, especialmente los bévidos y los cérvidos, y asimismo escenas de labranza y de otras actividades que seguramente emanaban de la vida cotidiana y de sus aspectos més habituales. Pero las escenas més misteriosas son aquellas que incorporan seres humanos. Son mucho me- nos frecuentes que los barcos o los animales, pero alli donde aparecen practican lo que pare- cen ser danzas rituales u otras actividades, unas veces con armas, otras veces con cuernos 0 ha- chas (las flechas son menos frecuentes), todo ello. ifivariablemente filico;. apenas. hay representaciones de mujeres o de nifios (que sean claramente identificables como tales). No sabemos si los autores pretendian que las diversas figuras fueran percibidas como parte de la totalidad de una composicién, esto es, como una escena: a veces tiendes a pensar que trabaja- ron con la intenci6n de crear un cuadro, pero es pura especulaci6n. Estas escenas, si fueran de- tectables, scrfan més bien de tipo genérico, no la representacién de un “inico acontecimiento real; aunque no cabe duda de que las ceremonias que aparecen representadas tuvieron real mente lugar. ., ’ ~ ‘Una excepcién son los admirables paneles de Jas losas que recubren la camara de la tum ba de Bredarér, Kivik, en Escania. Estas losas, hoy por desgracia muy estropeadas y en parte 326 Reforma en la Europa barbara perdidas, parecen representar un funeral que celebra los diltimos ritos en honor del muerto en- terrado en la tumba (no se sabe nada del enterramiento en cuestion). Entre las figuras repr sentadas hay bareas, animales, hachas de guerra, cruces de cuatro aspas formando circulos, on- das y, en las dos diltimas losas, se ven comitivas fiinebres (que incluyen tamborileros y otros mésicos) con un carro y un signo que podria representar, segiin algunds autores, la tumba abierta. Este curioso conjunto de representaciones recuerda, tanto por lo que s¢ reficre al tema como a la sensacién que produce, escenas similares del arte geométrico griego. Tal vez lo més cercano en contextos del Bronce scan las estelas grabadas descubiertas en Espaia: en cllas suelen representarse guerreros, grabados a base de trazos esquemiticos, pero armados con espada, lanza, escudo y yelmo cnastado. Parece prestarse mayor atencién al armamento que a Ia propia figura, puesto que lo que se queria destacar era él cardcter marcial de los muer- tos, no sui aspecto fisico, pero el hecho de que las losas si estuvieran decoradas indica una preocupacién por perpetuar su nombre y representarlo con su talante. mis importante, es de- cir, equipado como un guerrero. Comercio y transporie El mundo del Bronce final y de la primera Edad del Hierro no es nada complejo desde el punto de vista econémico, pero en cambio se explotarfa al maximo la posibilidad de contac- tos a través del comercio y del intercambio. En esa época todavia no se habfa inventado la (acufiacién de) moneda, ni se constata con certeza la existencia de «simbolos o fichas de va- lor» (objetos de escaso 0 nulo valor intrinseco utilizados como medio de intercambio), aun- que se han propuesto algunos artefactos para este papel. En Bretafia, por ejemplo; se ha en- contrado tina serie de hachas de talén con un porcentaje de plomo excesivamente elevado para ser simples Gtiles de carpinterfa, por lo que se supone pudieron circular como fichas de true- que. Tampoco puede confirmarse la existencia de mercados, aunque en detérminadas ciuda- des del Préximo Oriente tuvo que haber algo similar siglos antes del 1300 a.C. La economia, Para utilizar la terminologia de la escuela «sustantivista> de Karl Polanyi, se hallaba «integra. da» en las relaciones sociales, de modo que la actividad econémica tenfa lugar, invariable- mente, dentro de un contexto social y estaba dotada de significado social. Lo cual no niega, evidentemente, que el intercambio fuera el motor de la circulacién de bienes entre unos so. clos determinados a obtener Jos bienes en cuestin. Es légico pensar que la mayoria de tales intercambios obedecieron a esta finalidad. Pero faltaba un lugar fisico, institucionalizado, para Ia realizaci6n de los intercambios, y no hay evidencia de su existencia més alld del nivel local, Casi todos los grupos del Bronce final eran relativamente pequeitos y todos ellos basados en las actividades normales de subsistencia, Es muy diftcil que en la Europa de aquella época pu- dicran desplazarse grandes cantidades de materias alimentarias, por ejemplo. Sin embargo, hubo intercambio, y al parecer a larga distancia, a juzgar por el nfmero de pecios descubiertos de este periodo. Si el pecio de cabo Gelidonya, frente a la costa meridio- nal de Turquia, corresponde a la fase de agonia de las ciudades-estados del Bronce del Medi- terrénco oriental, los de Huelva y Cap d’Agde encajan claramente dentro de los limites de nuestro periodo, y los dos pecios recuperados frente a la costa meridional de Inglaterra tam- bién corresponden més o menos a esta época. En el depésito de Huelva, descubierto en el es- tuario del rio Odiel y que procede seguramente de un pecio, se han recuperado espadas de un ipo muiy caracterfstico, cuy6 filo se estrecha en la punta («lengua de carpa»), y cuya distribu- cin sigue las costas atlénticas hasta las islas Britdnicas, junto con abundante material-en for- | | Comercio y transporte > 327 ma de armas y ornamentos, qtie indican una vasta red de conexiones. El hallazgo de Cap e@’Agde, en la costa oriental de Narbona, contenia material tipico de la industria del bronce lo- cal «latinaciense», fechada muy a finales del Bronce, en torno al 700 a.C. La evidencia que aportan estos hallazgos es similar a la de los depésitos de Langdon Bay y de Salcombe, que también depararon abundantes objetos metilicos de tipos frances¢s, pero no sabemos si esta- ban destinados a las islas Britanicas, o si se trata simplemente de items fuera de circulacién. La presencia gencralizada de grandes éantidades de metal a bordo de estas embarcaciones de- muestra, en nuestra opinidn, que existian ya los mecanismos de transporte necesarios, aunque no conozcamos el objetivo concreto. No es, pues, de extranar la presencia de un tipo como la espada de Rosnoen (una forma primitiva con la punta remachada) desde las islas Britanicas hasta la antigua Checoslovaquia, o la aparicién en toda Europa, desde Succia hasta Grecia, de la espada estindar de «empuftadura de reborde». Uno de los bienes que se transportaron para su intercambio en la Europa del Bronce fue- ron precisamente los bronces, y més concretamente las:armas, aunque también habia otros materiales implicados. Uno de los productos més destacables del intercambio prehistérico fue la sal procedente de las minas y yacimientos de evaporacién de los Alpes austriacos, en. part cular la que procedia del yacimiento mismo de Hallstatt, y mas tarde de los centros vecinos, como Hallein (ambos nombres estan etimolégicamente relacionados con la palabra griega abals», sal, y también con palabras similares de otras lenguas indocuropeas). En Hallstatt, la explotacién de los estiatos ricos'en sal iniciada en el Bronce final se prolongarié hasta la Edad del Hierro, y al parecer sin que se registrara ninguna interrupci6n importante de la ocupacién. En las necrpolis de los alrededores se descubrié una gran cantidad de tumbas del Bronce fi- nal y de la primera Edad del Hierro. Aunque no hay evidencia directa de la ruta y posibles des- tinos de los panes de sal allf producidos, la presencia de objetos procedentes del sur y del no: te de los Alpes indica algunos dé los posibles receptores de este valioso bien. Quienquiéra que detentara el control de las minas de sal tuvo que obtener grandes beneficios con el negocio, a juzgar por la riqueza de sus tumbas. Es de suponer que ellos mismos no estuvieron implica- dos ni personal ni directamente en la labor de extraccién de la sal en las minas, dado que era un trabajo peligroso y desagradable. Las técnicas eran las mismas que las que se utilizaron a comienzos del Bronce para la extraccién del cobre. "También hay evidencia de tréfico de vidrio y de objetos hechos de vidrio. La nave de Ulu Burun transportaba panes de vidrio azul, de modo que la-presencia en Europa de vidrio del tipo del Préximo Oriente (alto en magnesio) significarfa que existe al menos la posibilidad de que las materias primas del vidrio, en forma de lingotes, llegaran por via maritima: desde Oriente. Se trata, en efecto, de un tipo distinto del que se fabricaba en Frattesina (véase supra, p. 315); la distribucién de los hallazgos de este tipo en el mundo del Bronce final es muy ex- tensa. Otro de los materiales importados desde lugares lejanos fue el Ambar, una materia que ya circulaba desde-cl-siglo xvI a.C.-entre el norte de Europa y Grecia, pero que.a partir del 1300 conocié un aumento, en cantidad y diversidad, de las Areas receptoras de aquel «oro del nortes. Pero aunque Grecia siguiera recibiendo ciertas cantidades hasta el 1100 0 inchaso mas tarde, el centro de gravedad del intercambio se desplaz6 a Occidente y al norte, sobre todo a Ttalia y Yugoslavia, donde se convertiria en material de uso corriente para confeccionar fibu- Jas (imperdibles) con cuentas de vidrio y mbar. Estos intercambios implican, evidentemente, los medios técnicos necesarios para llevarlos a cabo, es decir, para transportar los.materiales desde su origen y los productos acabados des- de los talleres hasta el cliente. Ya se ha mencionado la existencia de embarcaciones, pero se sabe muy poco de su forma, La tinica fuente al respecto procede del arte rupestre de Escandi- Laguerra 331 ser de material organico, como el hueso, y se remataban con un pomo de bronce, pero otras yeees se hacfan de bronce, fundiéndolas sobre el extremo de fa hoja y decorindolas profuusa- mente, lo que revela que, en estos casos, se sacrificaba la eficacia en la accién en aras de la apa- riencia. Y en la medida en que es posible sopesar con un minitno de fiabilidad el mérito rela- tivo de uno y otro método, sin duda resulta mis eficaz. el aplique de la empuiadura de tipo orginico. El que ambos tipos coexistieran indica probablemente que la opeién entre la efica- cia funcional y Ia ostentacién fue intencionada y mantenida. La armadura (escudo, yelmo, coraza, grebas) desempeiié un papel creciente en los me~ canismos bélicos del Bronce, pero arqueolégicamente s6lo sobrevivirian las piezas hechas en metal, que no eran precisamente las mis eficaces desde ¢l punto de vista funcional. En efec- to, se ha demostrado empiricamente que los escudos de chapa de bronce no resisten el em- bate de un golpe de espada seco y tajante, y que en cambio los escudos de cuero o de made: ra son mucho més resistentes. Si a esta realidad aiiadimos la dificultad ‘de movimiento inherente a la armadura de chapa metilica, es mds que probable que se impiusiera el cuero como materia de uso més corriente y que la finalidad dé las piezas metélicas fuera sobre todo o bien la ostentacién, en las ceremonias guerreras, o bien la de infundir, con su mera exhibi- cién, el miedo en el corazda de los rivales, como ocurre con muchos de los héroes homéri- cos de la Hada: El periodo de los campos de urnas fue asimismo la época cn que la poblacién empez6 a protegerse sisteméticamente contra los efectos de la guerra, atadiendo murallas y fosos a sus yacimientos, y crigiendo fortificaciones. Estas suefen estar emplazadas en colinas y tierras al- tas, peto también aparecen en las tierras bajes. Aunque el estudio més completo de la secuen- cia de fortificaciones se ha realizado en el area de Lausitz, en Alemania oriental (cerca de Coitbus, préxima a la frontera polaca), el fenémeno se generaliz6 a muchas otras zonas, y se conocen fortificaciones del Bronce en casi toda Ja Europa continental y en las islas Britdnicas. Mientras-que en las fases iniciales de estos recintos protegidos se procedié meramente a afia~ dir una empalizada de madera, progresivamente fueron evolucionando hasta convertirse en ‘una serie de estructuras en madera muy perfeccionadas, con paramentos de piedra, relleno de grava y taludes inclinados de contencién. Es posible afirmar, en base a la evidencia del sur- este de Alemania, por ejemplo, que las fortificaciones presentan una distribucién casi terri- torial, puesto que se erigen a lo largo de los valles fluviales a intervalos més o menos regula- res (cada 10-15 kilémetros), a modo de refugio para los habitantes de las ticrras circundantes. También llama la aténci6n la rapidez con que fueron destruidas casi todas las fortificaciones, ese a'las precauciones que se han mencionado. La mayoria contienen ceramicas pertenecien- tes a una sola fase de ocupacién y nunca volvieron a reocuparse. Aunque la cronologfa de es- tas fases es todavia un tanto imprecisa, hoy conocémos (a rafz del desarrollo de la dendrocro- nologfa, mencionada ‘anteriormente) los distintos periodos implicados, y.éstos, raramente superan los cien afios. La misma situacién se constata en los grandes palenques de Polonia: ya- cimienitos como el de Biskupin o el de Sobiejuchy atravesaron dos o tres fases de-desarrollo en: SENDAS DE RAMAS szCAs, Tinney's Ground, Somerset (arribs), 1200 a.C. Una de ls diversas sendas excivads construidas para poder atravesa los ferrenos pantanosos o homedales de los Somerset Levels durante el Neolltico y el Bronce. SLAG FEN, PeTERIOLOUGH (abajo): panoréfhice de Ia ‘estructura de madera cos armazén horizontal en uns fase ini cial de'las excavaciones llevadas a cabo por é! Fenland Archaeological Trust CEREMONIALES (Jagifierda) de Krottenthal, distrito de Dingolfing-Landau, Baja Baviera. Bronee final, en rorno al 1000 a.C, YELMOS DE CHAPA DE HRONCE (abnjo, ésquierda) de Vikso, norte de Sjaclland, Dinamarca, Estos dos magnificos yelmos cenastados se encontraron én 1942 en una wrbera, Los tachones y los reborde: representan ojos y cejas, y las piezas soldacas forman una arista que surge de la parte trasera de la eabeza y que acaba'en la frente en forma de espolén 0 pico. FOTOGRAFIA AEREA del asentamiento fortificado de ‘Moel y Gaer, Denbighshire (pagina siguients, abnjo), mostrando lineas de defensa dobles y triples y dos entradis, La guerra 333 rapida sucesién, que culminaron al final con la destruccién dévastadora de unos yacimientos en los que se habia:invertido una enorme cantidad de tiempo y energia. Finalmente, no hay que olvidar el papel desempciiado por la caballeria en los conflictos ar- mados de los campos de urnas y en la primera Edad del Hierro. Desde fa adopcién del caba- Ho como animal de tira (y més tarde para montar) en muchas zonas de Europa a partir det 2000 a.C., stt estimacin como animal versitil y potente no habfa cesado de aumentar. Los an- tiguos arneses de la brida hechos de hueso y asta de la primera mitad del segundo milenio se fueron progresivamente complementando con piezas metélicas; entre ellas los propios boca- dos y, de forma més generalizada, las quijeras sujetas al bocado y al resto de la brida. Se apr cia un aumento del uso del caballo en las ceremonias y-acaso también en la guerra, pero el cambio més espectacular tuvo Iugar'con posterioridad al 800 a.C., ya que a partir de esta fe- cha las tumbas con equipos de montar empezaron a generalizarse en la Europa oriental y cen- tral, Su interpretacién como «tracio-cimerias» refleja la leyenda mencionada por Herddoto de una migracién de’ pueblos desde las estepas orientales hacia Occidente, a Europa, precedien- do a los asentamientés escitas. Se supone que estos tiltimos estan representados en determi- nadas necropolis, como la de Szentes-Vekerzug, en el sureste de Hungria, donde aparecen bri- das y bocados de'hicrro posteriores al 600 a.C.; las formas tipolégicamente més primitivas, en RECONSTRUCCION DE LA PUERTA DE ENTRADA de la empalizada de Biskupin, en la Polonia central, fechada a princi- pios de la Edad de Hierro. El yacimiento corresponde a la cultura de Lausitz, y ¢s uno de los muchos que se erigie- ron en esta parte de Polonia en aquella misma época. bronce, se remontan por lo menos al 1000 a.C., y las versiones en asta de Jos mismos objetos estaban en uso desde principics del Bronce. Eptlogo: Europa.en el 600 a.C. En el 600 a.C., Europa se situaba en el umbral de la historia escrita, y algunos escritores, como Herddoto, pronto iniciarfan el registro de los acontecimientos en Grecia y,a veces; str interaccién con las tribus «barbaras» del norte. La escala de las conexiones norte-sur a partit 1A TORRE CENTRAL y patios fortificados adyacentes en la nuragha Ocs (pdgina anterior, arriba), distrito de Torralba, Cerdetia. Izquierda: el interior abovedado de la nuragha «ls Paras», distrito de Isili, Cerdena. LA TIEDRA DESPLOMADA de la muralla extetior de Velim, en Bohemia (derecha). Los hallazgos procedentes de los es- tratos de destruccién indican una fecha de principios del Bronce final 336.. Reforma en la Enropa barbara del 600 -gue fue mucho mayor de cuanto se documenta antes de esa fecha~ indica hasta qué punto el éxito de los procesos de formacién del periodo de los campos de urnas habian pues to los cimientos para la gran fase de desarrollo posterior. Parte de esa evolucion se debié sin duda a los acontecimientos que tuvieron lugar al sur de los Alpes, cuando Grecia ¢ Italia ex- perimentaron el fenémeno de Ia colonizacién, la evolucién politica y Ia expansion del comer Gio, tres factores que desempefiaron un papel crucial en la emergencia de las sociedades con estado de estas regiones. Pero las cosas también se movfan en el norte, y las sociedades que emergen son ahora de una cnvergadura mucho mayor que cuantas se habfan visto hasta en- tonces. La Heuneburg (en el suroeste de Alemania), por ejemplo, supone, en cuanto a tama- fio y perfeccidn, un gran avance cn el modelo de los campos de urnas (véase supra p. 331). ‘La aparicion generalizada del hierro también desempeiié su papel. Como hemos visto an- teriormente, las crecientes cantidades de hierro que se encuentran en Europa durante el pri mer milenio sugieren un abandono definitivo de los materiales tradicionales en favor de aque- los que garantizaban un suministro mejor y més ficil, recursos més abundantes y una mejor distribiacién, y también productos mis duros y afilados. En el 600, el hierro ya se habfa con- vertido en el material esténdar para la fabricacién de titiles y armas, aunque los objetos artis- ticos de mayor calidad se hicieran todavia en bronce. El arte de fa metalurgia del hierro fue importante, aunque s6lo fuera uno més entre los muchos oficios que se habian desarrollado en los diltimos siglos y que alcanzarian su plenitud con los grandes logros sociales, politicos y artisticos que constituyen el tema del préximo capitulo.

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