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Genealogía de Jesucristo, hijo de David

¿Qué pretende San Mateo componiendo una larga lista de


descendientes de Abraham hasta llegar a José, esposo de María, de
la cual nació Jesús llamado Cristo?

Génesis 49,2.8-10: “No se apartará de Judá el cetro”

Salmo 71: “Ven, Señor, Rey de justicia y de paz”

Mateo 1,1-17: “Genealogía de Jesucristo, hijo de David”

¿Nos han cansado las largas listas de nombres desconocidos y


difíciles para nuestra mentalidad? ¿Qué pretende San Mateo
componiendo una larga lista de descendientes de Abraham hasta
llegar a José, esposo de María, de la cual nació Jesús llamado
Cristo?

Nada lo hace al azar o inconscientemente, tiene un claro objetivo


que hoy nos puede ayudar en nuestra preparación para la
Navidad. Ya el número de personajes nos dice algo: tres secciones de
catorce nombres cada una indica que el Mesías no llega por
casualidad sino que está en el plan de salvación de Dios Padre.

Pero al iniciar su larga lista con Abraham e incluir en su lista a David,


nos está diciendo que la promesa que Dios hizo desde antiguo no ha
quedado en el olvido, que Dios cumple su promesa y que ha
acompañado a su pueblo a lo largo de toda la historia, aun cuando el
pueblo no fuera consciente de ello. Dios siempre fiel, ahora cumple la
promesa hecha los antiguos.

Además en la lista incluye nombres de mujeres, de extranjeros y de


algunos personajes que no son precisamente unos santos. En la
genealogía del Mesías encontramos toda la realidad de la
humanidad y también se insinúa ya que su salvación será para todos.
No puede encerrarse en unos cuantos.

Cambiemos los nombres, incluyamos los nombres de las personas


que conocemos, los buenos y los que juzgamos no tan buenos, las
mujeres y los discriminados, los extranjeros y los despreciados… para
todos viene el Mesías y de todos va a formar parte. Entra
verdaderamente en la generación de humanos muy concretos. Asume
carne y hueso de personas reales con cualidades y defectos, con
historia de alegrías, de sufrimientos y de dolor. Viene a ser parte de la
humanidad.

Esto nos ayuda a preparar nuestro corazón: Jesús viene a ser uno
nuestro, viene a asumir mi historia y viene a ofrecerme salvación.
No soy para Él uno más, un número, o un pecador irredento, soy
persona a la que viene ofrecer salvación y liberación integral.
Dispongámonos así pues a recibir a quien viene precisamente
para cada uno de nosotros.

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