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El problema es el Tribunal

Supremo que tenemos


19/12/2019

Sólo dos meses después de la sentencia sobre el procés se ha


confirmado lo que se sospechaba desde un principio: que el
poderoso juez Manuel Marchena no era tan justo e imparcial
como muchos pretendían. Con un añadido: que tampoco es un
genio en el manejo de los instrumentos jurisprudenciales. El
Tribunal de Justicia de la UE ha sacado a la luz sus
limitaciones y amaños, dejando una vez más muy mal parada
a la justicia española a los ojos de Europa.Y ahora la pregunta
es cuánto tardará el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
en concluir que el juicio mismo contra el independentismo se
pareció algo a una farsa. Si no es que antes el Constitucional
español no aporta más en ese sentido.

La sentencia del TJUE es un varapalo sin muchos precedentes


contra el máximo organismo de la justicia de un país
democrático. Marchena no sólo vulneró el derecho de Oriol
Junqueras a asumir su condición de parlamentario europeo
tras permitirle participar en las elecciones al mismo, sino que
lo sentenció antes de conocer la opinión del TJUE sobre la
cuestión prejudicial de ese asunto que el propio Supremo
había elevado.

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