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¿Es el Emprendedor un buen

Gerente?
• Escrito por Carlos Nava Condarco
• 24 agosto 2016

El Emprendedor no es necesariamente un buen Gerente, y no tiene porqué


serlo.
De la misma forma que no es cierto que todo buen gerente pueda ser un
Emprendedor, tampoco es cierto que todo Emprendedor sea necesariamente un buen
gerente.

El detalle radica en que el Emprendedor esté mucho más consciente de ésta debilidad
que el gerente de la suya. Finalmente si un Gerente no tiene la “materia prima” para
ser un Emprendedor no sucede nada trascendental para la dinámica, pero si un
Emprendedor asume tareas de gerencia sin tener la suficiente capacidad para
ello, el emprendimiento se pone en riesgo, mucho más si se encuentra en una etapa
temprana de su vida.
Muchos emprendedores superan desafíos y obstáculos importantes en el proceso de
hacer realidad una visión y fallan cándidamente el momento de entender la
diferencia entre gestar un emprendimiento y administrarlo cuando ya tiene
vida propia. De esta forma consiguen que el “viaje” emprendido fracase justamente
cuando se está llegando a destino.
El Emprendedor tiene una relación con su emprendimiento similar a la que tiene una
madre con la criatura a la que ha dado vida: lo gesta, cuida y soporta por un largo
periodo de tiempo, en medio de dificultades que pocos pueden comprender, y cuando
la “criatura” tiene vida propia, el Emprendedor propende a pensar que no existe nadie
más indicado para tomar las riendas de su destino. Sin embargo con esto se cumple
algo muy parecido a lo que sucede con un hijo: finalmente tiene vida y destino
independiente al de aquellos que lo han concebido.
El Negocio no puede ser entendido como una “extensión” del Emprendedor porque
desde el momento que tiene existencia propia ya no se debe solo a él, también se
obliga con las personas a las que sirve y de las que se sirve, se debe a su futuro mucho
más que a su historia y tiene un compromiso insoslayable con su destino.

Ése destino se alcanza con buena gestión, y de ello saben más quienes se han
capacitado para el efecto, aquellos habilitados para tomar la posta, formar equipo y
guiar el Negocio por las sendas originalmente visualizadas por el Emprendedor. Tener
la “visión” de un camino nunca es lo mismo que transitar por él, los desafíos son
diferentes. La mayoría de los emprendedores se desenvuelven en el aire ralo y limpio
de las “alturas” que cobijan sueños y visiones, mientras que el camino que finalmente
transita el Negocio no está exento de polvo y drama. Aquello que el Emprendedor
clasifica como tedioso, el Gerente puede entenderlo como rutina saludable, y lo
que el Emprendedor considere un cabo que ancla, el Gerente puede entenderlo
como un cable a tierra.
Esta indispensable “simbiosis” entre Emprendedor y Gerente debe ser establecida por
el Emprendedor. En él recae la responsabilidad. Es el Emprendedor quién está
obligado a dar los primeros pasos y ser inteligente en el establecimiento apropiado y
oportuno de la gestión profesional. ¡Cuánto antes mejor! Aún en aquellos casos en los
que el Emprendedor tenga importantes destrezas de gestión, la decisión de formar la
gerencia y pasar posta es imperativa. Ninguna habilidad de gestión supera aquellas
que le permiten a un Emprendedor darle vida a un Negocio, por esto es importante
que incluso aquellos que se consideren “buenos gerentes” no ejerzan la tarea por
mucho tiempo y entreguen las riendas a un equipo profesional que se ajuste a las
circunstancias y características del Negocio que se ha formado.

Puede afirmarse sin vacilación que no existe un Emprendedor de valía que no respete
el imperativo de propiciar que el Negocio formado tenga gestión profesional
independiente a los esfuerzos de concepción. La falta de consideración y respeto
estricto a esta premisa es la causa mayor de fracaso en los emprendimientos. Son
muchos más los negocios que perecen por falta de buena administración que
aquellos que nunca pudieron ver la luz porque no superaron algún obstáculo o
porque permanecieron solo como una idea en la mente de alguien que no pudo
superar miedos y limitaciones. Son muchos más los Negocios que “nacen y mueren
pronto” que aquellos que nunca llegan a tener vida.
De esta delicada relación entre Emprendedor y Gerente surgen también muchas de las
otras “sutiles disfunciones” que se observan habitualmente: las del Emprendedor que
se convierte en un “vasallo” de su propio Negocio, las Empresas estrictamente
Familiares que tienen siempre mayores dificultades para evolucionar y los
emprendimientos que se limitan a gestar un “autoempleo” para el Emprendedor.
Todas estas son “disfunciones” del acto de emprender (por mucho que no lo
parezcan), y todas ellas deben ser evitadas. La única relación “sana y enriquecedora”
que el Emprendedor debe tener con el Negocio que ha formado es la del vínculo
patrimonial, por medio de éste sostiene una relación insustituible y entrega genuino
valor a la sociedad de la que forma parte, al mismo tiempo que se beneficia del fruto
de su visión, habilidad y entereza.
Es absurdo considerarse un Emprendedor siendo en los hechos solo un empleado del
Negocio propio, un empleado sometido, además, a niveles elevadísimos de
explotación, porque nunca existe jefe más exigente e impiadoso que uno consigo
mismo. También es una equivocación considerar el emprendimiento un fundo familiar
y manejarlo como una extensión del hogar, que de hecho es algo completamente
distinto. Suponer que “nadie” podrá velar por los intereses del Negocio como uno
mismo o como un familiar cercano es una forma de “miopía empresarial”, el mismo
tipo de miopía que le impide a un padre ver los defectos o limitaciones en un hijo. Por
último, transitar el complejo y delicado entramado del viaje empresarial con el único
propósito de “ganar” un empleo es un despropósito mayor, uno muy parecido al que
ofrecería un león al que se mantenga en casa para evitar la presencia de roedores.

El Emprendedor es importante y valioso para el progreso de los pueblos precisamente


porque fundamenta su existencia en la capacidad de trascender limitaciones e
imposibilidades, porque tiene la habilidad de construir allá donde nada existe y
acercar a lo palpable un horizonte lejano. En estos principios de acción echa raíz el
entendimiento de valerse de los mejores recursos que el camino pueda ofrecer, y uno
de ellos es, sin duda, la Gerencia Profesional que puede tomar control del Negocio que
se ha gestado.

Alguien dijo alguna vez (aparentemente un general del ejército americano): “no hago
nada que alguien pueda hacer por mí”. En esta afirmación, profunda como pocas, se
define la Distinción, la valía incomparable y el aporte calificado de cada hombre a la
realidad que lo rodea. En esta afirmación se fundamenta el sentido amplio de la
división del trabajo, de la eficiencia y de la capacidad del hombre para organizarse y
controlar su destino. En esta afirmación se refugia el Emprendedor: en su
capacidad de hacer algo que nadie puede hacer por él, en darle forma a una
visión que cambiará la vida de muchas personas y enriquecerá el mundo que lo
cobija. Esta es su tarea, no la de convertirse en un Gerente por la lógica simple de los
cauces del Poder.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de
Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario.
Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de
Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de
Emprendedores.
Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la
Conciencia Emprendedora”
WEB: www.elstrategos.com
Mail: carlosnava@elstrategos.com
Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos
Twitter: @NavaCondarco

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