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EN EL 121 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE STALIN [1]

ANDY BROOKS

Indice
Grandes agitaciones
Logros colosales
Primeros días
La causa de Lenin
Liderazgo colectivo
Defensa de la URSS
Beneficios concretos
Victoria
Camarillas pro-capitalistas

Grandes agitaciones

El siglo XX ha sido una era de grandes agitaciones, revoluciones y guerras


mundiales. Ha sido el siglo de los grandes cambios revolucionarios, movimientos
populares inevitablemente unidos a los líderes encumbrados por su época --Lenin,
Stalin, Mao Zedong, Kim II Sung, Ho Chi Minh y Fidel Castro. Ha sido el siglo en
que las ideas de Marx y Engels se han llevado a la práctica, el siglo en que la
antorcha de la Comuna parisiense ha avivado las llamas de la revolución a lo largo
y ancho del planeta.

La memoria de todos estos líderes se encuentra sometida a la denigración y la


calumnia por parte de las plumas alquiladas de los medios de comunicación
burgueses y del mundo académico. La alianza impía de políticos burgueses,
socialdemócratas, trotskistas y revisionistas alimenta los fuegos de su propio
quehacer diario para producir un torrente aparentemente infinito de mentiras sobre
las grandes revoluciones que conmovieron al mundo y sobre las personas que las
dirigieron. El nombre de Josif Stalin encabeza la lista.

Logros colosales

Su odio hacia Stalin no debería sorprendernos. Stalin lideró el primer estado


socialista del mundo desde 1924 hasta su muerte en 1953. Durante estas décadas,
la Unión Soviética fue la esperanza de la gente trabajadora de todo el mundo.

Los logros colosales de la Unión Soviética dirigida por Stalin fueron la prueba
viviente de la validez del sistema socialista. Los Soviets barrieron a los capitalistas
y terratenientes y liberaron el potencial inmenso de los trabajadores y campesinos
para forjarse una nueva vida.
Mientras las economías del mundo imperialista caían en la bancarrota, el pueblo de
la Unión Soviética veía subir su nivel de vida de manera notable. Mientras los
imperialistas se preparaban para otra guerra mundial, primeramente entre ellos
mismos y más tarde contra la URSS, la Unión Soviética trabajaba incansablemente
por la seguridad y la paz colectivas.

Mientras los imperialistas saqueaban despiadadamente África y Asia, la Unión


Soviética ayudaba a la causa mundial comunista y al movimiento nacional de
liberación.

Las naciones oprimidas por el imperio zarista fueron liberadas y vivieron como
iguales en una Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la cual garantizó a todos
los ciudadanos el acceso al trabajo, la educación, la ciencia y la cultura. El sistema
socialista creó a hombres y mujeres nuevos que reconstruyeron el país tras la
destrucción de la Guerra Civil; que trabajaron para construir las industrias
necesarias para el futuro; que en número de millones se sacrificaron para defender
a la Unión Soviética y derrotar al fascismo durante la Segunda Guerra Mundial.

Primeros días

Josif Vissarionovich Djugashvili nació el 21 de diciembre de 1879 en la ciudad de


Gori, en la provincia zarista de Georgia. Sus orígenes fueron humildes. Su padre
era un campesino que más tarde trabajó en una fábrica de zapatos de la capital
georgiana, Tbilisi. Su madre procedía de una familia de campesinos. Ninguno sabía
leer ni escribir.

Pero Josif Vissarionovich fue un alumno brillante en la escuela primaria. Le


recomendaron para su admisión en la escuela principal de Georgia, que estaba en
manos de la iglesia ortodoxa georgiana.

El seminario de Tbilisi era un centro del nacionalismo georgiano y de la oposición al


régimen del Zar. Aquí el joven Josif se inclinó hacia el marxismo y la revolución.

“Mis padres eran incultos, pero de ningún modo me trataron mal. La cosa era
diferente en el seminario teológico ortodoxo al que yo asistía entonces. En protesta
por el régimen vergonzoso y los métodos jesuíticos habituales en el seminario, yo
estaba dispuesto a convertirme, y de hecho me convertí, en un revolucionario, en
un creyente en el marxismo como doctrina realmente revolucionaria”, dijo más
tarde.

En su segundo año en el seminario, cuando Stalin tenía solamente 15 años, entró


en contacto con círculos marxistas clandestinos. Tres años más tarde, en 1897, se
unió a la primera organización socialista de Georgia. Stalin empezó a crear grupos
de estudios marxistas para estudiantes y trabajadores. En 1899 fue expulsado del
Seminario y se convirtió en un trabajador revolucionario a jornada completa.
Se llamó a si mismo "Stalin" --"Acero" en ruso--: la mayor parte de los
bolcheviques adoptaban seudónimos para trabajar clandestinamente.

El Cáucaso bullía de descontento. Los georgianos y otros pueblos de la región se


hallaban doblemente oprimidos por la administración rusa colonial y en gran parte
feudal, y por los explotadores rusos y locales que controlaban las nuevas industrias
de la provincia. Tbilisi era un centro administrativo y ferroviario auxiliar de la ciudad
petrolífera de Bakú, en el Mar Caspio.

Stalin se implicó de lleno en la militancia revolucionaria. En 1901 fue elegido para el


primer Comité del Partido Socialdemócrata Ruso del Trabajo. Organizó huelgas
ilegales. Fue enviado a Siberia muchas veces, escapando en dos ocasiones para
volver al Cáucaso.

En 1905 Stalin conoció a Lenin en el Congreso Bolchevique de la Finlandia Zarista.


En 1912, en la Conferencia de Praga que condujo a la ruptura final entre
bolcheviques y mencheviques dentro del Partido Socialdemócrata Ruso, Stalin fue
elegido para dirigir la Oficina Rusa de los bolcheviques. Publicó la primera edición
de Pravda, y organizó el trabajo del nuevo partido en Rusia.

En 1917 era mayoritariamente considerado como el segundo de Lenin. Stalin


representó a Lenin en el Sexto Congreso, ya que Lenin se hallaba exiliado en
Finlandia. Aquel Congreso preparó los proyectos para derrocar al Gobierno burgués
provisional que había depuesto al Zar en febrero de 1917, y que había fingido
prestar atención a las demandas de los trabajadores, los campesinos y los soldados
que pedían “paz, pan y libertad”, pero que trabajaba en secreto para mantener a
Rusia en la guerra y para restaurar la monarquía.

Cuando se tomó la decisión de derrocar al gobierno provisional, Stalin fue elegido


por Lenin para liderar el órgano central del Partido que dirigió el levantamiento. En
la Guerra civil subsiguiente, Stalin desempeñó importantes cargos militares y
políticos. En 1922, cuando se creó el cargo de Secretario General del Partido,
resultó elegido Stalin, que desempeñó ese puesto hasta el día de su muerte.

La causa de Lenin

Lenin, herido por la bala de un asesino, murió en 1924. Stalin, inevitablemente, fue
visto por las masas soviéticas como el sucesor de Lenin. Pero no todos lo vieron así.

Dentro de la dirección bolchevique, las distintas facciones jugaban sus bazas. Lenin
había librado la misma batalla contra los derrotistas mencheviques y contra los
colaboracionistas de clase, cuando todos ellos se encontraban en el mismo partido.
Ahora el liderazgo de Stalin afrontó el mismo desafío, con intereses mucho más
elevados --el futuro de los primeros trabajadores y campesinos de la república.
Stalin luchó ante todo para derrotar a Trotsky, quien se había opuesto
amargamente a Lenin en el pasado. Trotsky, que sin ningún fundamento se creía a
sí mismo sucesor de Lenin, utilizó una serie de argumentos falaces para oponerse a
la construcción del socialismo en un solo estado. Más tarde, su camarilla de
seguidores sustituiría los argumentos por la traición y el sabotaje.

Stalin mantuvo la herencia de Lenin contra el sectarismo izquierdista de Trotsky y


contra la desviación derechista --defendida por los que no creían que la revolución
pudiera tener éxito en la construcción del socialismo y estaban dispuestos a
capitular ante la reacción local e internacional.

Stalin se atuvo a la estrategia de Lenin de construir el socialismo en un solo país.

No había ninguna otra opción. Los Guardias Blancos y los ejércitos intervencionistas
extranjeros fueron aplastados en la Guerra civil, pero la revolución en otros focos
imperialistas, que según los trotskistas era necesaria para que el socialismo tuviera
éxito, no se produjo. El fermento revolucionario en Alemania y Hungría pereció
ahogado en sangre. Surgieron partidos comunistas en el seno del movimiento
obrero en Europa y en el resto del mundo, pero la socialdemocracia prevaleció.
Como Stalin declaró en 1927:

"Nuestros hermanos europeos de occidente aún no quieren tomar el poder, por lo


que nos vemos obligados a hacer todo lo que podamos por nuestros propios
medios".

Y lo hicieron. La agricultura fue colectivizada y los pequeños propietarios egoístas,


los kulaks, fueron liquidados como clase. Industrias nuevas e inmensas se crearon
por toda la Unión Soviética, el país fue electrificado, la educación se universalizó y
se creó un servicio médico nacional que fue la envidia del resto del mundo. En los
años treinta, cuando el mundo capitalista se tambaleaba al borde del colapso
económico y las clases dirigentes de muchos países de Europa establecían
dictaduras militares en forma de fascismo, la Unión Soviética había acabado con el
paro y promulgado una constitución que garantizaba a cada ciudadano soviético un
trabajo, así como el acceso a la educación, la ciencia y la cultura.

Stalin era un gran revolucionario y un gran organizador. Pero era también un


popularizador excepcional del pensamiento marxista-leninista, e hizo algunas
contribuciones importantes y novedosas a la ciencia del socialismo. Su desarrollo de
la teoría marxista-leninista sobre la cuestión nacional proporcionó la base para los
cambios revolucionarios que transformaron al Imperio Zarista, que era una cárcel
de naciones, en una Unión de Repúblicas Socialistas soviéticas en la que todos los
ciudadanos, independientemente de su nacionalidad, credo o cultura, vivían en
igualdad y armonía. Los Fundamentos del Leninismo de Stalin, escritos en 1924,
siguen siendo hoy en día la mejor introducción al marxismo-leninismo.

Stalin siempre mantuvo el principio del liderazgo colectivo y situó al Partido en


primer lugar.
Liderazgo colectivo

"Camaradas, no hablaré sobre la base de los sentimientos personales, aunque los


sentimientos personales han desempeñado un papel bastante visible en los
discursos de algunos compañeros del grupo de Bujarin", advirtió Stalin en 1929.

"No haré ningún comentario sobre este asunto porque los sentimientos personales
son algo sin importancia, y no vale la pena hablar de cosas sin importancia. Bujarin
ha mencionado unas cartas que me había escrito. He leído algunas de estas cartas,
y de su contenido puede inferirse que aunque fuéramos todavía amigos hace algún
tiempo, ahora discrepamos políticamente. El mismo sentimiento puede descubrirse
en los discursos de Uglanov y Tomsky: ¿Qué nos está pasando?, parecían sugerir,
¿cómo es posible que nosotros, viejos bolcheviques, de repente estemos en
desacuerdo y no mostremos ningún respeto hacia nuestros camaradas? Pienso que
estos gemidos y lamentaciones no merecen consideración alguna. Nuestra
organización no es un grupo familiar, ni tampoco una asociación basada en la
amistad personal; es el partido político de la clase obrera. No podemos tolerar que
los intereses de la amistad personal sean puestos por encima de los intereses de
nuestra causa.

"Las cosas han llegado a un triste final, camaradas, si la única razón por la que nos
llaman viejos bolcheviques es porque somos viejos. Los viejos bolcheviques son
respetados no porque sean viejos, sino porque son revolucionarios siempre
jóvenes, nunca envejecidos. Si un viejo bolchevique se aparta del camino de la
revolución, o desfallece y fracasa políticamente, entonces, aunque tuviera cien
años, no tendría ningún derecho a llamarse viejo bolchevique; no tendría ningún
derecho a exigir que el Partido le respetase.

"Además, las cuestiones de la amistad personal no deben ponerse al mismo nivel


que las cuestiones políticas, puesto que, como dice el refrán, la amistad esta muy
bien pero el deber es lo primero. Nosotros somos los servidores de la clase obrera,
y si los intereses de la amistad personal entran en conflicto con los intereses de la
revolución, entonces la amistad personal debe ponerse en segundo plano. Para los
bolcheviques ésta es la única actitud posible.

"No comentaré nada sobre el tipo de insinuaciones y acusaciones veladas de


naturaleza personal que aparecen en los discursos de los compañeros de la
oposición de Bujarin. Claramente estos compañeros intentan ocultar la razón
política subyacente a nuestras discrepancias tras una capa de insinuaciones y
ambigüedades. La suya es una política de corto alcance. El discurso de Tomsky es
ciertamente típico en este sentido. El suyo es el discurso del típico político sindical
que intenta poner en práctica una política de escasa proyección. Sin embargo, este
subterfugio no les llevará a ninguna parte".

Defensa de la URSS
La guerra de los años treinta estaba en el aire. Los fascistas, los elementos más
agresivos de la clase dirigente alemana e italiana, se preparaban para la guerra.

Los soviéticos sabían que una nueva guerra se aproximaba. O bien todos los
imperialistas se unirían contra ellos, como habían hecho durante la Guerra Civil, o
bien algunos de ellos les atacarían --que es lo que finalmente ocurrió. Esto hizo que
la necesidad de una industrialización rápida fuera aún más urgente.

Stalin lo expresaba así en 1931: "¿Quieren que nuestra patria socialista sea
abatida y que pierda su independencia ?... Nos encontramos a una distancia de
entre cincuenta y cien años por detrás de los países avanzados. En diez años
debemos superar esta distancia. O hacemos esto o nos aplastarán".

Mientras el Partido conducía la campaña para lograr las mayores cotas posibles de
producción, en el seno de la dirección algunos planeaban la caída de la Unión
Soviética. El 1 de diciembre de 1934 Sergei Kirov, considerado como el segundo de
Stalin en la dirección del Partido, fue asesinado a tiros por un agente de la
oposición trotskista. En el 17º Congreso del Partido, celebrado el mismo año, Kirov
había dicho: "Inmensos, en verdad, son los éxitos que hemos alcanzado. Para
decirlo en palabras sencillas, a uno le gustaría vivir así para siempre».

La máquina de mentiras anticomunistas extendió inmediatamente el libelo de que el


mismo Stalin había ordenado el asesinato. De hecho, como se aclaró
posteriormente en una serie de juicios estatales, los desviacionistas de derechas y
los izquierdistas sectarios trotskistas habían hecho causa común en una
conspiración que implicaba el derrocamiento del poder soviético por el
imperialismo.

Los líderes fueron enjuiciados. Todo se confesó. Los cabecillas fueron condenados a
muerte y ejecutados por traición. El Partido ordenó una purga, una limpieza en sus
filas que condujo a oleadas de detenciones.

Los "historiadores" profesionales burgueses anti-comunistas y sus amigos


trotskistas retratan este período como la época del «terror de Stalin».

Se dan cifras absurdas del número de personas enviadas a campos de trabajo, y


cifras astronómicas para los que supuestamente murieron en los campos.

La mayoría sostiene que murieron "millones". Los más rabiosamente


anticomunistas hablan de "aproximadamente 25 millones", en un esfuerzo por
comparar a Stalin con el número real de personas que murieron por orden de Adolf
Hitler a manos de los nazis alemanes.
De hecho, las cifras reales se hicieron públicas en 1990. Dos historiadores
soviéticos investigaron en profundidad los archivos, que revelaron una imagen
totalmente diferente.

Según Zemskov y Dugin, el número total de internos en los campos de trabajo en


1934 era exactamente de 510.307. Este número incluía a delincuentes comunes así
como a acusados por “delitos políticos”. De hecho, el número de acusados por
delitos “políticos” osciló desde 127.000 en 1934 hasta un máximo de 500.000
durante los dos años de guerra de 1941 y 1942.

De 1936 a 1939, el número de detenidos ascendió a 839.406 y más tarde a


1.317.195. El mayor número de internos en campos de trabajo en tiempos de
Stalin corresponde al año 1951, fecha en que se elevó a 1.948.158. La mayoría
eran delincuentes comunes. El número de condenados por delitos "políticos"
sumaba 579.878. La mayor parte de ellos habían sido colaboracionistas de los
nazis; 334.538 habían sido condenados por traición.

Para situar lo anterior en perspectiva, hay que tener en cuenta que la población de
la Unión Soviética en 1939 era de 170 millones. También debe tenerse en cuenta
que, en tiempos de Jruschev, el líder soviético que hizo todo lo posible por denigrar
y ensuciar la memoria de Stalin, la población de los campos de trabajo era todavía
del orden de los dos millones, casi todos condenados por delitos comunes.

Las masas cerraron filas alrededor del Partido. Los contrarrevolucionarios fueron
aplastados. Muchos trabajadores aceptaron el desafío del movimiento estajanovista
y trabajaron aún más duramente para lograr los objetivos trazados. En 1935 un
minero del carbón, Alexei Stajanov, sobrepasó su objetivo de trabajo en un 1.400
por ciento.

Muchos otros le siguieron. Pero Stalin nunca olvidó que los trabajadores tenían que
obtener beneficios concretos de la revolución.

Beneficios concretos

Stalin dijo a los estajanovistas que:

"La base del movimiento de Stajanov era ante todo la mejora radical del bienestar
material de los trabajadores. La vida ha mejorado, compañeros. La vida se ha
hecho más agradable. Y cuando la vida es agradable, el trabajo marcha bien. De
ahí las altas cuotas de producción. De ahí los héroes y las heroínas del trabajo.
Esto, principalmente, es la raíz del movimiento de Stajanov. Si hubiera una crisis
en nuestro país, si hubiera paro --que es el flagelo de la clase obrera--, si la gente
en nuestro país viviera mal, monótona, tristemente, no hubiéramos tenido nada
parecido al movimiento de Stajanov.
"Nuestra revolución proletaria es la única revolución del mundo que ha tenido la
oportunidad de mostrar a la gente no sólo resultados políticos, sino también
resultados materiales. De todas las revoluciones de los trabajadores, sólo
conocemos una que haya alcanzado el poder. Fue la Comuna parisiense. Pero no
duró mucho tiempo.

"Verdaderamente, dicha revolución intentó romper los grilletes del capitalismo;


pero no dispuso de tiempo suficiente para romperlos, y todavía menos para mostrar
a la gente los resultados materiales beneficiosos de la revolución.

"Nuestra revolución es la única que no sólo ha roto los grilletes del capitalismo y
llevado la libertad al pueblo, sino que también ha tenido éxito en la creación de las
condiciones materiales que hacen posible una vida próspera para el pueblo. Aquí
está la fuerza y la invencibilidad de nuestra revolución.

"Es una cosa buena, desde luego, expulsar a los capitalistas, expulsar a los
propietarios, expulsar a los cómplices zaristas, alcanzar el poder y lograr la libertad.
Esto es muy bueno.

"Pero, por desgracia, la libertad por sí sola no es suficiente ni de lejos. Si hay


escasez de pan, escasez de mantequilla y grasas, escasez de materia textil, y las
condiciones de almacenamiento son malas, la libertad no nos llevará muy lejos.

"Es muy difícil, camaradas, vivir sólo con la libertad. Para vivir bien y
agradablemente, los beneficios de la libertad política deben ser complementados
con beneficios materiales.

"Éste es un rasgo distintivo de nuestra revolución, que ha traído a la gente no sólo


libertad, sino también beneficios materiales y la posibilidad de una vida próspera y
civilizada. Es por ello que la vida se ha hecho agradable en nuestro país, y éste es
el suelo del que ha surgido el movimiento de Stajanov".

Victoria

Durante los años treinta la Unión Soviética se esforzó por prevenir la guerra,
proponiendo medidas de seguridad colectiva a Gran Bretaña y Francia para
contrarrestar las amenazas del nuevo gobierno nazi de Alemania. Pero los líderes
de Gran Bretaña y Francia temían más al comunismo que a las pretensiones nazis.
Prefirieron mantenerse a la espera y animaron a los nazis a expandirse hacia el
Este para construir un nuevo imperio alemán. No comprendieron que los sectores
más agresivos de la clase dirigente alemana, los que habían dado a Hitler el poder
y la capacidad de prepararse para la guerra, primero querrían ajustar cuentas con
Gran Bretaña y Francia.

Al final la Unión Soviética firmó un pacto de no agresión con los alemanes en 1939,
ahorrando al pueblo soviético los horrores de la guerra durante más de dos años.
La máquina de guerra nazi invadió Europa Occidental y luego lanzó su veneno
contra la tierra de los Soviets en 1941.

Hitler y la Wehrmacht creyeron que la Unión Soviética caería como un castillo de


naipes bajo su ataque relámpago. Esperaban que las masas soviéticas dieran la
bienvenida a los nazis con los brazos abiertos, aclamándolos como libertadores.
Pero lo único que consiguieron fue desatar una resistencia feroz.

Los jóvenes y las mujeres soviéticos del Ejército Rojo, los partisanos y los
trabajadores de las fábricas y campos se unieron al Partido para defender a su
patria soviética. Millones y millones, más de 20 millones, murieron en la lucha.
“¡Por la Patria! ¡Por Stalin!” era la consigna, mientras el Ejército Rojo hacía
arrodillarse al ejército nazi en una lucha épica de sacrificio, resistencia y heroísmo.
La lucha terminó en 1945 con Berlín ocupado y el führer nazi muerto por sus
propias manos en el interior de su búnker.

La derrota de la Alemania nazi y el Imperio japonés fue en gran parte debida a los
esfuerzos de la Unión Soviética, un hecho reconocido por los políticos británicos y
americanos de aquella época, pero pronto olvidado cuando la guerra terminó.

La victoria soviética sólo fue posible gracias a las medidas adoptadas por la
dirección de Stalin durante los años treinta. Sin la industrialización acelerada, la
Unión Soviética no habría sido capaz de resistir los embistes de los invasores nazis.
Éstos habrían hecho picadillo al Ejército Rojo.

Sin las purgas, los nazis habrían encontrado a muchos colaboracionistas trabajando
para ellos; en cambio, se encontraron con que muy pocos se ofrecieron para servir
a la esvástica. La derrota del fascismo fue el mayor logro del liderazgo de Stalin. La
alternativa --un mundo controlado por Hitler y Hirohito-- habría hecho retroceder a
la humanidad varios cientos de años.

Los últimos años de Stalin vieron la necesidad de la reconstrucción en un mundo de


posguerra que había cambiado de forma drástica. En Europa del Este el socialismo
había salido triunfante, y en el Oriente el pueblo chino se había levantado, ganando
su propia guerra civil y estableciendo la República Popular China en 1949.

Las llamas de la revolución se habían extendido a Corea y Vietnam. Los pueblos de


África y Asia rompían las cadenas del colonialismo europeo. Y la Unión Soviética fue
capaz de hacer frente a las amenazas de los imperialistas, ahora liderados por los
Estados Unidos. En una década los Soviets emparejaron su tecnología con la de los
Estados Unidos, cohete por cohete y bomba por bomba.

Josif Stalin murió el 5 de marzo de 1953. El pueblo de la Unión Soviética recibió la


noticia con dolor. Numerosas personas mostraron su aflicción formando una fila de
dieciséis millas de ancho y diez millas de largo, que desfiló por las calles heladas de
Moscú para presentar sus últimos respetos a Stalin.
Cientos de millones de personas en todo el mundo rindieron homenaje al hombre
que había liderado la Unión Soviética.

En los años que siguieron, la mayor parte del trabajo de Stalin fue destruido. Los
elementos revisionistas y corruptos que se habían infiltrado en la dirección
comenzaron a atacar el recuerdo de Stalin, y luego pasaron a atacar lo que se
había construido durante su mandato. Prepararon el terreno para que los traidores
ocultos llegaran a la cima y condujeran a la contrarrevolución que destruyó la Unión
Soviética en 1990.

Camarillas Pro-capitalistas

Ahora la Unión Soviética ha desaparecido. Las antiguas repúblicas soviéticas,


incluida Rusia, están todas controladas por camarillas pro-capitalistas procedentes
casi por completo de los sectores corruptos del aparato del Partido que aumentaron
su influencia tras la muerte de Stalin. Los trabajadores y campesinos viven en una
pobreza desconocida desde los días del Zar. Las ciudades son controladas por los
cabecillas de la droga, por mafiosos y especuladores, y las relaciones feudales han
retornado a la mayor parte de las áreas rurales.

Pero la memoria de Stalin sigue siendo recordada en Rusia y en otras repúblicas.


Todos los movimientos comunistas genuinos reivindican su nombre. Las personas
mayores, lo bastante mayores para haber vivido bajo el mandato de Stalin, llevan
su retrato en las manifestaciones. Ninguno lleva los carteles de Jruschev o de
Brezhnev. El traidor Gorbachov es probablemente uno de los hombres más
despreciados en la Rusia actual.

"No son los héroes los que hacen la historia, sino la historia la que hace a los
héroes. No son los héroes los que crean a un pueblo, sino el pueblo el que crea a
los héroes y hace avanzar la historia. Los héroes, individuos excepcionales, pueden
desempeñar un papel importante en la vida de la sociedad sólo en la medida en que
son capaces de entender correctamente las condiciones de desarrollo de la sociedad
y las formas de cambiarlas para mejor". Historia del Partido Comunista de la Unión
Soviética (Bolchevique), curso corto. Moscú 1938.

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[1] Título original: ‘On the One Hundred and Twenty First Anniversary of Stalin's
Birth’.

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