Está en la página 1de 21

Módulo 1

Introducción a la
Teledetección

Docente: Lic. MSc. Sebastián G. Ludueña


Unidad 2: Fundamentos físicos de la Teledetección

Temario:

- Energía y Espectro Electromagnético


- Leyes Físicas
- Interacciones entre Energía y Atmósfera
- Comportamiento Espectral de los Objetos

Bibliografía complementaria sugerida:

Chuvieco, E. 1996. Fundamentos de Teledetección espacial. 3ra edición revisada.


Ediciones RIALP. Madrid, España. 568 pp.

Lillesand, T. & Kiefer, R. 2000. Remote Sensing and Image Interpretation. 4a


edición. Wiley & Sons. New York. USA. 736 pp.

Kerle, N., Janssen, L. and Huurneman, G. (Eds.). 2004. Principles of Remote


Sensing. ITC Educational Textbook Series; 2. Enschede, The Netherlands. 250 pp.

Adams, J.B. & Gillespie, A.R. 2006. Remote Sensing of Landscapes with Spectral
Images. A Physical Modeling Approach. Cambridge University Press. Cambridge. UK.
362 pp.

Tutoriales en internet:

Fundamentals of Remote Sensing. Canada Centre for Remote Sensing (CCRS).


http://www.nrcan.gc.ca/earth-sciences/geography-boundary/remote-sensing/fundamentals/1430

An Overview of Remote Sensing. University of Calgary, Canada.


http://ucalgary.ca/geog/Virtual/remoteintro.html

What is remote sensing? European Space Agency.


http://www.esa.int/esaMI/Eduspace_EN/SEMF9R3Z2OF_0.html

Modalidad de evaluación:

Cuestionario integrador de conceptos, de realización individual. El mismo podrá incluir


preguntas simples, elección de opción correcta (multiple choice) y verdadero/falso.

Ponderación de la unidad en la calificación final del alumno:

10% (diez por ciento)


Unidad 2: Fundamentos físicos de la Teledetección

2.1 Energía y Espectro Electromagnético

Una comprensión básica de la Energía Electromagnética (EEM), sus características y


sus interacciones con la atmósfera y los objetos de la superficie terrestre, es necesaria
para entender el funcionamiento de cualquier sensor remoto. Este conocimiento es
también necesario para luego interpretar correctamente los datos obtenidos a través de
la teledetección.

En la unidad anterior definimos, sucintamente, a la teledetección como aquella técnica


que nos permitía obtener información a distancia de los objetos situados sobre la
superficie terrestre. Para que esta observación remota sea posible, es preciso que entre
los objetos y el sensor exista algún tipo de interacción.

Veamos este sencillo ejemplo: somos capaces de ver un árbol debido a que nuestros
ojos reciben y traducen convenientemente la energía luminosa procedente del mismo.
Para el caso del árbol, esa señal, además, no es originada por él mismo, sino por un foco
energético exterior que lo ilumina. Esto explica porqué no somos capaces de percibir ese
árbol en ausencia de luz: nuestros sentidos perciben un objeto sólo cuando pueden
descifrar la información que este les envía. Esta demostración nos sirve para introducir
los tres principales elementos de cualquier sistema de teledetección: sensor (nuestros
ojos), objeto observado (árbol) y flujo energético que permite poner a ambos en
relación. En nuestro ejemplo, ese flujo procede del objeto por reflexión de la luz solar.
Podríamos también tener un tipo de energía emitida por el propio objeto, o incluso por el
mismo sensor. Estas son las tres formas de adquirir información a partir de un sensor
remoto: por reflexión, por emisión y por emisión - reflexión (Figura 1).

Figura 1: Formas de Teledetección por interacción entre el objeto y la energía


En referencia a sus unidades de medida, la energía se expresa en Julios (J), mientras
que la transferencia o flujo de energía se expresa por unidad de área (J/m2), por
unidad de tiempo (J/s = Watt) o por unidad de tiempo y área (Watt/m2).

La EEM puede ser modelada de dos maneras: por ondas (Huygens, Maxwell) o por
partículas de masa cero portadoras de energía llamadas fotones (Planck, Einstein). Se
considera que la energía electromagnética se propaga a través del espacio en forma de
ondas sinusoidales. Estas ondas se caracterizan por sus campos eléctrico (E) y
magnético (M), que son perpendiculares entre sí. Por esta razón, se utiliza el término
de energía electromagnética.

La vibración de ambos campos es perpendicular a la dirección de desplazamiento de la


onda (Figura 2). Ambos campos se propagan por el espacio a la velocidad de la luz (c),
que es de aproximadamente 299.790.000 m/s, habitualmente redondeada a 300.000
km/s.

Las características de este flujo energético pueden describirse por dos elementos:
longitud de onda () y frecuencia (F). La primera hace referencia a la distancia entre dos
picos sucesivos de una onda, mientras que la frecuencia designa el número de ciclos
pasando por un punto fijo en una unidad de tiempo. Ambos elementos están
inversamente relacionados:

c =  F,

donde c indica la velocidad de la luz,  expresa la longitud de onda (habitualmente en


micrómetros, 1 m=10-6 m) y F la frecuencia (en Hertzios, o ciclos por segundo). En
definitiva, a mayor longitud de onda, menor frecuencia y viceversa.

Figura 2: Estructura Electromagnética de la energía


Mediante la teoría cuántica, podemos calcular la cantidad de energía transportada por un
fotón, siempre que se conozca su frecuencia:

Q=hF

donde Q es la energía radiante de un fotón (en Julios, J), F la frecuencia y h la constante


de Planck (6,6262*10-34 J s). Podemos expresar esto mismo así:

Q = h (c/),

lo que significa que a mayor longitud de onda , el contenido energético será menor y
viceversa (Figura 3). Esto plantea que la radiación de longitudes de ondas más
largas será más difícil de detectar o sensar que aquella de ondas más cortas.

Lo antedicho tiene implicancias muy importantes en teledetección, pues para observar


en un instante de tiempo determinado un área de la Tierra, esta deberá ser lo
suficientemente grande como para que el sensor pueda recibir una señal de energía
detectable.

Figura 3: Relación entre longitud de onda, frecuencia y energía

Del análisis de las fórmulas anteriores, observamos que podemos definir cualquier tipo
de energía radiante en función de su longitud de onda o frecuencia. Aunque la sucesión
de valores de longitud de onda es continua, ya que no existen divisiones o líneas de
corte exactas entre unas regiones, suelen establecerse una serie de segmentos en donde
la radiación electromagnética presenta cierta homogeneidad en determinados aspectos.
Estas “divisiones” del espectro han surgido como consecuencia de los diferentes métodos
utilizados para detectar cada tipo de radiación más que de las diferencias que puedan
caracterizar a la energía de las distintas longitudes de onda.

La organización de estas bandas de longitudes de onda o frecuencia se denomina


espectro electromagnético (Figura 4). Se extiende desde las longitudes de onda más
cortas (rayos gamma, rayos X), hasta las kilométricas (telecomunicaciones). Las
unidades de medida más comunes se relacionan con la longitud de onda. Para las más
cortas se utilizan micrómetros (m), mientras las más largas se miden en centímetros o
metros. Normalmente a estas últimas, denominadas microondas, se las reconoce
también por sus valores de frecuencia en Gigahertzios (GHz = 109 Hz).

Figura 4: Espectro Electromagnético

A los fines de la teledetección, han de destacarse una serie de bandas espectrales que
son las más frecuentemente empleadas con la tecnología actual. Su denominación y
amplitud más común, aunque puede variar ligeramente según diferentes autores, es la
siguiente:

 El segmento óptico del espectro EM refiere a la parte del espectro en la cual


fenómenos ópticos de reflexión y refracción son utilizados en teledetección
para captar la radiación. Este segmento se extiende desde los rayos X (0.02 m)
a través de la parte visible del espectro EM hasta el infrarrojo lejano (1000 m).
La porción ultravioleta (UV) del espectro tiene las menores longitudes de onda
para uso en teledetección. Muchos materiales de la superficie terrestre, en
particular rocas y minerales, emiten luz o fluorescen cuando se los irradia con
radiación UV.

 La porción del visible (VIS) que es la que percibimos nosotros, es una pequeña
región que apenas abarca desde las 0.4 m hasta las 0.7 m. La luz visible suele
dividirse en azul (0.4 a 0.5 m), verde (0.5 a 0.6 m) y rojo (0.6 a 0.7 m),
aunque en la realidad se presenta un continuo de colores. La energía ultravioleta
se encuentra inmediatamente por debajo del color azul.
 Por encima del rojo nos encontramos con la región del infrarrojo (IR), que a su
vez está dividida en tres categorías: IR próximo (0.7-1.3 m), IR medio (1.3-8
m) e IR térmico (8-14 m). El primero es aquel en el que la radiación solar
tiene más importancia que la terrestre; el último es aquel en el que la radiación
terrestre debida al calor de la superficie – de ahí el nombre – tiene más
importancia que la solar; finalmente el infrarrojo medio corresponde a una zona
de solapamiento.

 La porción de microondas se encuentra más allá del infrarrojo, en longitudes de


onda mucho más grandes (1 mm - 1 m), que son las longitudes de onda más
larga usadas en teledetección. Este segmento reviste gran interés, por tratarse de
un tipo energía transparente a la cobertura nubosa, y que puede brindar
información sobre fenómenos muy particulares como la rugosidad y contenido de
humedad del suelo. Las microondas más cortas tienen propiedades similares al IR
térmico, mientras que las restantes son similares a las usadas en
comunicaciones.

2.1.1 Términos y Unidades

Toda materia que se encuentre por encima del cero absoluto (0 K, -273° C) irradia
energía debido al proceso físico denominado agitación molecular. Para que pueda
producirse una observación remota de un objeto, es preciso que el sensor detecte un
flujo energético proveniente de éste. Ese flujo tiene una intensidad determinada, sobre
una unidad de superficie y con una dirección concreta.

Es necesario explicitar aquí los términos y las unidades de medida más empleadas en
teledetección (Tabla 1), a fin de exponer posteriormente los distintos procesos de
adquisición de los datos.

 Campo radiativo: es el campo electromagnético transportado por las ondas,


ubicado entre el emisor y el receptor. La energía asociada con la onda
electromagnética se denomina energía radiante.
 Emisividad, ε, corresponde a la radiación de un cuerpo a una temperatura dada
si su eficiencia fuera del 100 %. En la realidad todos los cuerpos tienen una
emisividad algo inferior a 1. En función de la emisividad, los cuerpos pueden
dividirse en:
 Cuerpo negro, el que emite radiación al máximo de sus
posibilidades de absorción (ε = 1).
 Cuerpo gris, aquel en el que 0 < ε < 1.
 Reflector perfecto, ε = 0.
 Radiador selectivo, εf (), es decir la emisividad depende de la
longitud de onda que se considere.
 Energía radiante, Q, total de energía radiada por un cuerpo en todas
direcciones, se mide en Julios (J).
 Flujo radiante, , es la energía radiante transferida por radiación de una
superficie a otra por unidad de tiempo (algo así como el caudal de energía, o la
cantidad de energía que se transmite por segundo)  = Q/t y se mide en J/s = W.
 Intensidad radiante, I, es el flujo radiante procedente de una fuente de
radiación por unidad de ángulo sólido () y en una dirección concreta I =  /  =
Q/t*, se mide en W/sr = J/s/sr.

 Angulo sólido o ángulo cónico, , es el ángulo tridimensional formado en el


vértice de un cono. La unidad del ángulo sólido es el estereoradian (sr) y se
define como el ángulo sólido para el que la superficie A es igual a r2 donde r es el
radio de la esfera. Como el área de una esfera es 4r2, en una esfera completa
hay 4 estereorradianes (Figura 5).

Figura 5: Concepto de ángulo sólido y estereoradian

 Emitancia, M, energía emitida por radiación desde una superficie por unidad de
tiempo y de superficie (cantidad de energía que se transmite cada segundo por
cada metro cuadrado de la superficie emisora). M = A = Q/t*A, se mide en
J/s/m2 = W/m2. Cuando se habla de la emitancia espectral, M, se hace
referencia a la emitancia en una longitud de onda concreta, en cuyo caso las
unidades son J/s/m2/1 = W/m2/
 Irradiancia, E, concepto similar al de emitancia, pero referido a la energía que
llega a un cuerpo a través del espacio procedente de otro (que la ha emitido).
Tiene las mismas unidades que la emitancia, análogamente puede hablarse
también de irradiancia espectral, E.
 Radiancia, L, es el flujo radiante () que abandona una unidad de área en una
dirección particular siguiendo un ángulo sólido particular. Las unidades en que se
mide son W/m2/sr. Su importancia reside en que es la magnitud que detecta el
sensor. Cuando la radiancia se refiere a una porción concreta del espectro
electromagnético se le denomina radiancia espectral (L).
 Reflectancia, , es la parte de la irradiancia que refleja la superficie receptora, y
se considera adimensional. Es diferente para cada superficie receptora y para
cada cuerpo.
 Absortancia, ,es la parte de la irradiancia que absorbe la superficie receptora,
es adimensional.
 Transmitancia, , es la parte de la irradiancia que transmite la superficie
receptora, adimensional. Lógicamente  +  +  = 1.

Concepto Símbolo Unidad de medida


Energía radiante Q Julios (J)
Flujo radiante  vatios (W)
Emitancia M W/m2
Irradiancia E W/m2
Intensidad radiante I W/sr2
Radiancia L W/m2/sr2
Radiancia espectral L W/m2/sr2/
Emisividad ε ////
Reflectancia  ////
Absortancia  ////
Transmitancia  ////

Tabla 1: Concepto y unidades más utilizadas en Teledetección

Las radiancias espectrales reflejadas desde la superficie terrestre hacia los sensores
dependen de las variaciones de la irradiancia solar, las condiciones atmosféricas y
meteorológicas, las propiedades reflectivas de la superficie y las condiciones propias del
sensor.

2.2 Leyes físicas de la EEM

A fin de identificar espectralmente las distintas coberturas de la superficie terrestre,


resulta indispensable abordar los procesos físicos más importantes que permiten explicar
dichos comportamientos, así como su variación. Esta base conceptual permitirá más
tarde alcanzar una interpretación más rigurosa del dato obtenido por un sensor.
Siendo la cantidad de energía que contiene un flujo radiante inversamente proporcional a
su longitud de onda, esta relación entre flujo de energía y longitud de onda () va a
depender de la temperatura del cuerpo. La misma puede establecerse formalmente a
través de la ley de Planck:

donde Mes la emitancia espectral de un cuerpo negro medida en J/s/m2/, T es la


temperatura en grados Kelvin, c1 = 3.74*108J/s/m2/4 y c2 = 1.44*104K son
constantes. Mrepresenta la cantidad de energía emitida en la longitud de onda  por
cada metro cuadrado de superficie del objeto cada segundo.

Así, la fórmula de Planck indica que cualquier objeto por encima del cero absoluto radia
energía, y que esta incrementa rápidamente con la temperatura. A la vez, a mayor
temperatura ese cuerpo radiará en longitudes de onda más cortas.

De esta compleja fórmula, pueden derivarse dos ecuaciones sencillas que describen de
forma más simple la relación de la temperatura con la radiación. La primera es la ley de
Stefan-Boltzman:

que permite calcular el total de energía emitida por un cuerpo a la temperatura

T, sumando las emisiones para cada una de las longitudes de onda, es la constante de

Stefan cuyo valor es 5.67*10-8J/s m2 K-4.

La segunda, es la ley de desplazamiento de Wien:

con la que puede calcularse la longitud de onda a la que se produce la máxima emitancia
de un cuerpo negro conociendo su temperatura (T) en grados K. Esta ley reviste gran
importancia para seleccionar la longitud de onda más apropiada para observar un
determinado fenómeno, conociendo su temperatura.

Con todos estos elementos, podemos construir la curva de emitancia de un cuerpo negro
a distintas temperaturas (Figura 6). Este grafico permite para conocer el
comportamiento radiativo de un objeto a partir de su temperatura y su emisividad, esto
es, su grado de similitud con un cuerpo negro.
Figura 6: Espectro de emisión para diferentes temperaturas
(modificado de Chuvieco, 1996)

Como podemos observar, la temperatura del Sol es de aproximadamente 6000 K,


mientras que la de la Tierra es de unos 300 K. Esto significa que la radiación solar va a
ser máxima para una longitud de onda de 0.48 m (región visible) y la terrestre máxima
en una longitud de onda de 9.66 m (infrarrojo térmico).

2.3 Interacciones entre la EEM y la Atmósfera

En el tránsito de la radiación EEM entre el sensor y la superficie terrestre (y viceversa),


la atmósfera no se comporta como un cuerpo gaseoso homogéneo y transparente, sino
que genera un conjunto de interferencias de variada severidad que es necesario conocer
antes de utilizar cualquier sistema de teledetección. Como es sabido, la atmosfera se
compone de gases – anhídrido carbónico, oxígeno, ozono, nitrógeno y argón,
principalmente – vapor de agua y aerosoles. Los efectos que éstos provocan son muy
variados, destacándose por su influencia en la teledetección espacial las modificaciones
en la intensidad, frecuencia y distribución espectral de la radiación impuestas por la
dispersión, la transmisión y la absorción atmosféricas.

Dichos fenómenos dependerán de la altura de la capa atmosférica que debe atravesar la


radiación (que en el caso de los satélites espaciales es generalmente toda) antes de ser
captada por el sensor, de la potencia del flujo radiante, del contenido en partículas en
suspensión y de las longitudes de onda en las que opere el sensor.

2.3.1 Absorción y transmisión

La atmosfera se comporta como un filtro selectivo de distintas longitudes de onda, de


tal forma que en algunas bandas del espectro elimina prácticamente cualquier posibilidad
de observación remota. Los principales causantes de esta absorción son:

• Oxígeno atómico (O2), filtra las radiaciones ultravioleta por debajo de 0.1
m, y pequeños sectores en el infrarrojo térmico y las microondas.

• Ozono (O3), elimina la energía ultravioleta, inferior a 0.3 m así como un


sector de las microondas (en torno a 27 mm).

• Vapor de agua, de fuerte absorción en torno a 6 mm y otras menores


entre 0.6 y 2 m.

• Anhídrido carbónico (CO2), absorbe en el infrarrojo medio, entre 2.5 y 4.5


m y en el infrarrojo térmico (15 m).

Por el contrario, aquellos sectores del espectro EM que evitan los fenómenos de
absorción y que, por lo tanto, pueden ser utilizados en teledetección son denominados
ventanas de transmisión atmosférica:

• Una ventana en el segmento visible e infrarrojo cercano, entre los 0.4 y


2m. En ella es donde operan los sensores ópticos.

• Tres ventanas en el infrarrojo lejano: dos ventanas angostas entre los 3 y


5 m, y una más ancha entre los 8 y 14 m.

• Las mayores absorciones se producen en las longitudes de ondas más


largas. Así, no existe casi transmisión entre los 22 m y 1 mm,
convirtiéndose la atmósfera en transparente luego de los 20 mm, en la
denominada región de las microondas.

Es importante mencionar que la región del visible (sensible a los ojos) se corresponde
perfectamente con una ventana atmosférica, y coincide con el pico de emisión solar.

En la Figura 7 podemos observar conjuntamente los segmentos ópticos del espectro


donde la atmósfera produce los fenómenos de absorción y transmisión.
Figura 7: Absorción y transmisión atmosférica en el segmento óptico del EEM

2.3.2 Dispersión

A pesar de su notorio efecto, la absorción atmosférica puede sortearse simplemente


utilizando segmentos del EEM donde la transparencia atmosférica sea alta. Mucho más
complejo de soslayarse es el efecto de dispersión causado por la atmósfera, ya que
éste se presenta en casi cualquier circunstancia.

Este fenómeno aparece a causa de la reflexión en todas las direcciones que las partículas
en suspensión y las moléculas de los componentes de la atmósfera producen sobre la
radiación que interacciona con ellas. De forma general, este efecto de dispersión – que
decrece a medida que aumenta la longitud de onda – reduce la radiancia directa,
aumentando la difusa, y resulta muy complejo cuantificar su influencia final en el
resultado obtenido por el sensor.

Los principales causantes de la dispersión atmosférica son los aerosoles y el vapor de


agua. Los aerosoles son partículas en suspensión de origen muy diverso: oceánico,
debido al movimiento de las aguas, o continental – polvo en suspensión o partículas
emitidas por combustión.

De acuerdo a la relación entre la longitud de onda incidente y el tamaño del diámetro de


las partículas mencionadas, podemos identificar tres tipos de dispersión:

- Dispersión Rayleigh: este tipo de dispersión es producida por las moléculas


y partículas atmosféricas que tienen un diámetro mucho menor que la longitud de
onda incidente, afectando especialmente a las longitudes de onda más cortas de
espectro visible. Esta es la causa del color "azul " del cielo durante el día. Durante
el amanecer y el poniente, la energía solar tiene que recorrer una trayectoria
mayor a través de la atmósfera antes de alcanzar la superficie. En estas
circunstancias, las longitudes de onda más cortas son dispersadas a mayor
distancia de la Tierra, llegando a la superficie sólo las longitudes de onda
mayores. Como resultado, vemos el cielo de color anaranjado o rojizo (Figura 8).
En ausencia de la dispersión Rayleigh, veríamos el cielo completamente negro.

Figura 8: Efectos de la dispersión de tipo Rayleigh

- Dispersión Mie: se produce cuando las partículas y moléculas presentes en


la atmósfera tienen un diámetro de igual tamaño que la longitud de la onda de la
energía incidente, afectando singularmente a longitudes de onda más largas que
la dispersión Rayleigh y provocando un efecto de neblina que afecta la calidad de
las imágenes multiespectrales.

Normalmente el fenómeno de dispersión Mie se produce en las capas bajas de la


atmósfera ya que, dada la naturaleza de las partículas que lo producen, éstas
difícilmente se encuentran en cantidades apreciables por encima de los seis
kilómetros de altura.

- Dispersión No selectiva: este tipo de dispersión es independiente de la


longitud de onda de la energía incidente, se produce cuando las partículas y
moléculas atmosféricas presentan un diámetro de mayor tamaño que la longitud
de onda de la radiación (gotas de agua). En este caso, como todas las longitudes
son dispersadas igualmente, se origina el color blanco de las nubes, ya que los
elementos y partículas que las forman reflejan con igual intensidad todas las
longitudes de onda dentro del visible (azul, verde, rojo).

2.4 Comportamiento Energético de los Objetos

Una vez que la energía electromagnética llega a la superficie terrestre, interactúa con
cada tipo de material, de acuerdo a un patrón de respuesta espectral particular. Esta
interacción puede descomponerse en tres términos: reflexión, absorción y
transmisión.

En el caso del espectro visible, ese comportamiento disimilar de los objetos a distintas
longitudes de onda se manifiesta en lo que llamamos color: un objeto es azul si refleja
intensamente la energía en esa banda del espectro y poco o nada en el resto (dicho de
otro modo, si absorbe o transmite poca energía incidente en el azul; será verde si su
reflectividad se centra en esa banda y es baja en otras.

En la teledetección visual estaremos más interesados en la radiación reflejada porque


ella nos acerca a las características de las superficies de los objetos observados. El
fenómeno de la reflexión ocurre cuando la radiación incide en el destino con un ángulo
determinado y, a continuación, rebota y se redirige fuera de él. La absorción se
produce cuando la radiación es absorbida por el objeto, y la transmisión ocurre cuando
la radiación pasa a través de un objeto.

Como gran parte de los sistemas de teledetección se sustentan en la energía reflejada


por los objetos de la superficie terrestre, es interesante definir el concepto de
reflectancia, que equivale al porcentaje de energía reflejada respecto a la energía
incidente.

La suma de la reflectancia, absortancia y transmitancia ha de ser igual a uno. La


relación entre las tres magnitudes no es constante sino que varía con la longitud de
onda: por tanto, en términos más rigurosos, debería expresarse como:

1 =

Existen dos tipos de reflexión, que representan los dos extremos de la forma en que
energía es reflejada una por un elemento de la superficie. Se denominan reflexión
especular y reflexión difusa (o también denominada lambertiana) (Figura 9).

Figura 9: Diagrama esquemático de los dos tipos de reflexión


Reflexión especular: se produce en superficies lisas y planas (donde las variaciones
altimétricas de la rugosidad superficial son menores que la longitud de onda). En estos
casos el ángulo de reflexión es igual al de incidencia, pudiendo llegar en teledetección a
saturar el detector (reflejos en el agua para el espectro visible, por ejemplo).

Reflexión difusa: cuando las variaciones de la rugosidad superficial son mayores que la
longitud de onda, la energía es reflejada más o menos uniformemente en todas las
direcciones. Cuando la superficie refleja la energía uniformemente, con independencia
del ángulo de incidencia recibe el nombre de "superficie Lambertiana" (arena, nieve...),
dependiendo la reflectancia sólo de la longitud de onda.

En el mundo real, los objetos tienden normalmente a comportarse de modo intermedio


entre ambas situaciones, en función de sus características y de la longitud de onda en la
que se trabaje.

Al mismo tiempo, cada uno de los objetos de la superficie terrestre emite energía
electromagnética (en el dominio del infrarrojo térmico) con una intensidad que está en
relación con su temperatura, por lo que también ésta puede ser utilizada para su
observación remota.

En resumen, el comportamiento de una cubierta en el espectro óptico está influido no


sólo por sus propias características, sino también por una serie de factores externos que
modifican lo que podríamos llamar su comportamiento espectral teórico.

2.4.1 Firmas espectrales

Este modo particular con el que una determinada cobertura refleja o emite energía a
distintas longitudes de onda se ha denominada comúnmente firma espectral, y resulta
la base para discriminar dicha cubierta de otras a partir de la observación remota.

Se la define como el comportamiento diferencial que presenta la radiación reflejada


(reflectancia) o emitida (emitancia) desde algún tipo de superficie u objeto terrestre en
los distintos rangos del espectro electromagnético. En otras palabras, la firma
espectral que captan los diversos sensores utilizados en teledetección refleja el
comportamiento de los diferentes objetos analizados en función de su mayor o menor
capacidad de absorción, transmisión o reflexión de la energía que reciben, siendo este
hecho condicionado por la estructura y composición del elemento observado.

Una forma habitual de graficar este comportamiento es disponer los datos de reflectancia
(%) en el eje Y y la longitud de onda  en el eje X (Figura 10).
Figura 10: Representación gráfica de una firma espectral

A partir de medidas de laboratorio, se han obtenido las reflectancias en condiciones


ideales para distintas cubiertas en diferentes longitudes de onda. Sin embargo, las
distintas cubiertas de la superficie terrestre no tienen un comportamiento espectral único
ni permanente, que coincida perfectamente con sus curvas de reflectancia espectral ideal
y que permita reconocerlas sin confusión frente a otras superficies. Por el contrario, en
torno a un comportamiento tipo, cada cubierta presenta cierta variabilidad, debida a los
factores ya mencionados, y que dificulta su discriminación de otras cubiertas.

2.4.1.1 Vegetación

En la vegetación el nivel de reflectancia se ve modificado principalmente por tres


factores principales: los tipos de pigmentos, estructura de las hojas y el contenido de
humedad (Figura 11).

La vegetación sana tiene una reflectividad baja en el visible aunque con un pico en
el color verde debido a la clorofila, este pigmento aparece en concentraciones entre 5 y
10 veces mayores que otros como el caroteno.

La reflectividad es muy alta en el infrarrojo próximo debido a la escasa absorción de


energía por parte de las plantas en esta banda. En el infrarrojo medio hay una
disminución especialmente importante en aquellas longitudes de onda en las que el agua
de la planta absorbe la energía. Durante el otoño, las hojas pierden los cloroplastos
(órganos que contienen la clorofila) ya que dejan de ser necesarios al cesar la actividad
fotosintética, por tanto deja de ser la clorofila el pigmento principal y las plantas
adquieren un color pardo-amarillento debido a la cada vez mayor importancia relativa de
carotenos y otros pigmentos. Un fenómeno similar aparece en el caso de la vegetación
enferma en la que disminuye el infrarrojo y aumenta la reflectividad en el rojo y azul.
Se observa también que la reflectividad de una planta depende de su contenido en agua.
Cuando el contenido de agua aumenta disminuye la reflectividad ya que aumenta
la absorción de radiación por parte del agua contenida en la planta. La cantidad de
energía de los fotones que viajan con longitudes de onda mayores (infrarrojo cercano)
es demasiado baja para ser aprovechada por la vegetación por lo que sólo se absorbe en
torno al 5%, el resto se transmite (40%) o refleja (55%). Sin embargo, la energía
transmitida acabará llegando a otra hoja situada por debajo, y por tanto el 55% de ese
40% se volverá a reflejar. Este proceso, repetido en diferentes capas hace que se
incremente el tanto por ciento de energía reflejada por un dosel vegetal. El
envejecimiento de la planta conlleva también una reducción en la reflectividad en el
infrarrojo. Las variaciones en la estructura interna de las hojas son la causa principal de
que los patrones de respuesta espectral sean diferentes de unas especies a otras.

En cuanto al infrarrojo medio, el agua presente en los tejidos vegetales absorbe la


radiación en diversas longitudes de onda hasta alcanzar valores de = 0.9 que afectan
incluso a las longitudes de onda vecinas de aquellas en las que se produce máxima
absorción. En general cuanto menor sea el contenido de agua de una planta, mayor será
su reflectividad en el infrarrojo medio.

Figura 11: Comportamiento espectral de la vegetación sana


(modificado de Chuvieco, 1996)

2.4.1.2 Suelos

Las propiedades espectrales del suelo son relativamente simples: la transmisión es nula,
por lo tanto toda la energía se absorbe o refleja. La reflectancia es relativamente
baja para todas las bandas aunque aumentando hacia el infrarrojo. Hay una cierta
dependencia entre reflectancia y contenido en agua del suelo, cuanto mayor es el
segundo, mayor es la primera. Este aumento se ve interrumpido en aquellas regiones en
las que el agua absorbe energía, por tanto cuanto mayor sea el contenido de agua en el
suelo, mayor va a ser la disminución en reflectancia de estas regiones.

Otros factores que afectan la respuesta espectral de los suelos (Figura 12) son:

- la textura, con una mayor reflectividad al aumentar el tamaño medio de


las partículas de suelo (los suelos arenosos tienen mayor reflectividad que
los arcillosos). El problema es que la textura afecta también al contenido
de humedad por lo que no resulta fácil diferenciar ambos factores. Los
minerales de la arcilla tienen, por su parte, una caída en reflectividad en
torno a 2.2 m que no muestran las arenas.
- la materia orgánica también afecta a la reflectividad: cuanto mayor sea
su contenido y cuanto menos descompuesta se encuentre más oscuro
resulta el suelo (menor reflectancia).
- la composición química y mineralógica también va a influir en la
respuesta espectral, así por ejemplo el contenido en óxidos de hierro va a
incrementar la reflectividad en el rojo y los minerales claros, en todo el
espectro visible.

La fuerte correlación entre muchos de los factores que influyen sobre la respuesta
espectral del suelo, imposibilita que puedan sacarse conclusiones claras a partir del
análisis de una observación remota de una zona cuyas características edáficas se
desconocen.

Figura 12: Comportamiento espectral de distintos tipos de suelos


(modificado de ITC, 2004)
2.4.1.3 Agua

El agua clara tiene unas excelentes propiedades en cuanto a transmisión de la


radiación electromagnética en el espectro visible y de absorción en el infrarrojo. En
cuanto a la reflectancia, aparece un pico en el verde que va reduciéndose hacia el
infrarrojo, en donde es prácticamente nula. Esta falta de reflectancia en el infrarrojo
resulta ser clave para distinguir entre tierra, vegetación y agua tanto en costas o lagos
como en ríos, incluso en ríos pequeños (Figura 13).

El carácter tridimensional de las superficies de agua hace que en su respuesta


espectral aparezcan un componente debido a la superficie, otro a la columna de agua, y
un tercero al fondo. Por tanto, variaciones tanto en la columna de agua como en los
materiales del fondo van a alterar su respuesta; un fondo de arena clara proporciona
mayor reflectancia que otro compuesto por materia orgánica en descomposición. La
profundidad del agua influye directamente en el aporte de reflectividad derivado de los
materiales de los fondos. En aguas poco profundas la reflectancia aumenta, ya que se
mezcla en el flujo recibido la reflectancia de los fondos. En consecuencia, la absortancia
será tanto mayor cuanto más profunda sea la capa de agua.

Cuando el agua contiene turbidez, las consecuencias sobre la respuesta espectral van a
depender del tipo de turbidez. Si se trata de fitoplancton, aparecen importantes
alteraciones en el verde (aumenta) y en el azul (disminuye). Estos resultados han
permitido el desarrollo de diversas ecuaciones empíricas para obtener la concentración
de plancton a partir de la reflectividad de estas dos bandas. Si se trata de sedimentos
inorgánicos la reflectividad aumenta, especialmente en el rojo.

La reflectividad en la nieve es completamente diferente a la del agua, muy alta en todas


las longitudes de onda, especialmente en el caso de la nieve fresca, pudiendo incluso
saturar los sensores. Hay veces en que es posible confundir nieve fresca con nubes altas
(formadas por partículas de hielo), con la salvedad de que la reflectividad de la nieve cae
hasta cero para longitudes de onda mayores de 1.4 m mientras que la de las nubes
sigue siendo alta.
Figura 13: Comportamiento espectral del agua en el visible e infrarrojo cercano

También podría gustarte