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Era tarde y temprano considerando que estaba a kilómetros de casa, es el mejor

verano hasta ahora; todo iba excelente hasta que un chico de intenciones
dudosas quería llevar a mi muy alcoholizada amiga Jen lejos; enfadarme con ella
es casi antinatural, pero no parecía ella, la llevé a rastras de la fiesta hasta su
habitación por una ducha fría. Ahora su cabello estaba mojado; me acosté a su
lado temiendo dejarla sola, así como estaba.

-Lo siento, no debí empujarte a divertirte y beber más.

-Solo querías que me relajara… es el último verano antes de separarnos-


murmuró Jen- Gracias por cuidarme.

-Siempre me cuidas a mí- Jen soltó un pequeño gruñido enroscándose más


cerca de mí. 10 años de amistad haciendo esto y no me cansaba de verla dormir.
-Te amo- susurré deseando no temer decirlo y perderla. Quizá nunca lo diré pero
este momento es suficiente.
Anhelaba las noches; me volví una espía al soñar, pero era el único modo de
saber dónde estaba, si estaba bien, si era feliz. Eso me enfadaba un poco, pero
no podía forzarlo; esto era mejor que no saber nada de él; esta noche es
diferente, al entrar me encuentro en un campo vagamente familiar y mi ropa es
la de antaño. Entonces lo veo caminar hacia mí con rostro serio y no me importa;
he dejado de sentirme incompleta.

-Debes dejar de espiar- dice.

-También lo haces- le replico-.

- Anne…Me fui porque es peligroso para ambos.

-Te extraño Micah. Ven

¿sí? - se acerca lentamente y luego me abraza, se siente tan real como nada. -
Extraño ser niños, y… a ti claro- dice

-Creí que eras el hermano independiente-digo-. Somos mellizos, siempre serás


parte de mí. Quedémonos ahora. – Sonrío, el sabe que nada me hace más feliz.

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