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Arquitectura

Vernácula
Patrimonio + Ambiente + Tecnología

Serie Hábitat y Energía 2


Editores
John Martin Evans y Silvia de Schiller

Buenos Aires, 2015


Arquitectura Vernácula
Patrimonio + Ambiente + Tecnología

Serie Hábitat y Energía 2


Editores, John Martin Evans y Silvia de Schiller
Publicado por:
Centro de Investigación Hábitat y Energía
Secretaría de Investigaciones
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo
Universidad de Buenos Aires

Incluye trabajos presentados en el marco del


Seminario-Taller dictado en la FADU-UBA
por el Prof. Paul Oliver
Universidad de Oxford Brookes, Oxford,
Reino Unido,
Organizado por
el Centro de Investigación Hábitat y Energía
y el Instituto de Arte Americano
Secretaria de Investigaciones,
FADU-UBA

ISBN 978-987-33-9703-5
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.

No se permite la reproducción total o parcial, el almacenamiento, el alquiler, la


transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o cualquier
medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros
métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por
las Leyes 11.723 y 25.446.

Editor responsable: John Martin Evans


Coordinación Editorial: Claudia Rispo

Edición en CD.
Tiraje: 250 ejemplares.

Buenos Aires, 2015


Arquitectura vernácula. Patrimonio, ambiente y tecnología. .3

ÍNDICE
Contenidos 3
Introducción.
John Martin Evans y Silvia de Schiller. 5

Sobre los autores 9

SECCIÓN 1: 13
REFLEXIONES DE ARQUITECTURA VERNÁCULA

La arquitectura vernácula, una nueva manera de ver


15
nuestro espacio.
Graciela María Viñuales

Crisis ambiental y sustentabilidad. Arquitectura vernácula y 23


alta tecnología - elementos de reflexión sobre la arquitectura
sustentable.
Clímaco Bastidas

Arquitectura regional y sustentable. 35


Alfonso Ramírez Ponce

La importancia de llamarse Palapa. 43


Gabriel Gómez Azpeitia

SECCION 2: 47
ESTUDIOS DE ARQUITECTURA VERNÁCULA

De arqueólogos, arquitectos y comunidades: una 49


perspectiva arqueológica de la arquitectura vernácula.
Gisela Spengler

Arquitectura vernácula en el Noroeste Argentino:


65
viviendas de adobe y quincha tradicionales en la Provincia
de Tucumán.
Josefina del Huerto Chaila

Arquitectura quebradera en los Andes. Simbolismo y


73
significado.
Adolfo Rodrigo Ramos

Continuidad y cambios en la arquitectura del Altiplano. El caso


85
de la Reserva de Biósfera Laguna de Pozuelos, Argentina.
Rodolfo Rotondaro

Del campo al pueblo. Relaciones entre la vivienda rural y


95
urbana en Susques, Jujuy, Argentina.
Jorge Tomasi
.4 Arquitectura vernácula. Patrimonio, ambiente y tecnología.

Tipología de la arquitectura de tierra en la zona semiárida del


107
Estado de Tamaulipas, México.
R. S. Roux Gutiérrez, J. A. Espuna Mújica, V. M. García
Izaguirre, Y. G. Aranda Jiménez, L. E. Padilla Castillo

La arquitectura popular chilota. Cultura y tecnología


121
maderera en Chiloé.
Jorge Ramos

Arquitectura vernácula en la región del Nahuel Huapi. 131


Verónica Skvarca
Arquitectura de la ribera de Quilmes. 141
Juan Carlos Patrone
Bóvedas mexicanas dentro de la globalización. 149
Ramón Aguirre Morales
Arquitectura urbana y clima. Revalorización ambiental de
161
la recova de Buenos Aires.
Claudio Alberto Delbene Saiz
Paraíso en peligro. 171
Pablo Calvo

REFLEXIÓN FINAL 175


Notas al pie. Procurando ajustar cuestiones terminológicas. 177
Luis Müller

ANEXO 183
Seminario Taller. Paul Oliver 185
Arquitectura Vernácula:
Patrimonio + Ambiente + Tecnología
Arquitectura vernácula. Patrimonio, ambiente y tecnología. .177

NOTAS AL PIE
Procurando ajustar
cuestiones terminológicas.
Luis Müller

El escaso interés por aquellas arquitecturas que no habían sido registradas


por las historias canónicas de la tradición occidental, al no haber sido
consideradas “piezas de arte” o producciones de profesionales destacados,
comienza a dar señales de un cambio de dirección hacia la década de 1960
con exploraciones sobre la temática iniciadas en Europa a partir de
renovados enfoques propuestos por el holandés Aldo van Eyck y
proponentes de la arquitectura bioclimática como Victor Olgyay (1963), así
como en nuestro medio por algunos estudios iniciados en el Instituto de la
Vivienda de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA, (1969).

Los estudios de Paul Oliver (1987), abarcan aspectos antropológicos,


bioclimáticos, simbólicos y sociales de la arquitectura popular, tanto de las
formas tradicionales como en asentamientos urbanos informales. Esta
tendencia a volver la mirada hacia las expresiones primitivas y ancestrales,
tiene un punto de inflexión (en el que gana mayor consideración y
visibilidad internacional) con la exposición Architecture without architects,
realizada por Bernard Rudofsky en el Museo de Arte Moderno de Nueva
York entre el 9 de noviembre de 1964 y el 7 de febrero de 1965. La
publicación de este material, originalmente editado como libro / catálogo de
la exposición, conoció su versión castellana en Argentina en 1973
(Rudofsky, B. 1973).
.178 Arquitectura vernácula. Patrimonio, ambiente y tecnología.

A partir de esa instancia y coincidente con un clima social y político en el


que, tanto en este país como en gran parte de América latina, se miraba con
atención las producciones de la cultura popular y se alentaba la circulación
de imágenes y textos orientados a difundir, analizar y ayudar a comprender
las posibilidades y virtudes de ciertas arquitecturas enraizadas en tradiciones
ancestrales, fue creciendo en paralelo al estudio de las por entonces
relativamente nuevas condiciones de vida generadas por el fenómeno de las
migraciones internas hacia los conglomerados urbanos industriales y la
precariedad con que se hubieron de resolver situaciones de un tipo de hábitat
para el que, lejos de encontrarse soluciones, las siguientes décadas lo vieron
crecer descontroladamente.

Unos años más tarde, los alertas emitidos por grupos ecologistas e informes
producidos por científicos ambientales (con la posterior confirmación de
muchas de sus predicciones), renovaron el interés por aquellas arquitecturas
que, haciendo uso de materiales y técnicas que antiguas comunidades
conservaron vigentes y en los que se ofrecen diversos ejemplos de
utilización de los recursos disponibles con bajo impacto en el ambiente,
hicieron que cada vez más arquitectos y urbanistas orientaran sus búsquedas
hacia aquellas opciones que hoy se conocen como ‘alternativas’,
‘sustentables’, ‘apropiadas’, etc.

En el trayecto, se fueron sumando intereses, preocupaciones, desarrollos,


investigaciones que, en sede académica, a través de distintas ONG, o en
acciones combinadas, fueron produciendo (y lo siguen haciendo con cada
vez mayor intensidad), un corpus teórico que condensa el conocimiento
acumulado y se amplía y renueva continuamente. En razón de la presente
publicación, que viene a sumarse al mismo, parecería conveniente establecer
algunos parámetros para definir el campo de trabajo, procurando encontrar
principios básicos de comunicación y consenso significativo en la
terminología utilizada.

Para el caso, la propuesta es volver a analizar el uso de algunos de los


términos utilizados oportunamente por Rudosfsky, con los cuales refería a
esta arquitectura “sin genealogía” y explicaba: “es tan poco conocida, que ni
siquiera posee una denominación específica.

En busca de un nombre genérico, la llamaremos vernácula, anónima,


espontánea, indígena, rural, según los casos” (Rudofsky, op. cit. p.).Todos
aquellos adjetivos utilizados resultan válidos aunque, obviamente, no
significan lo mismo y remiten a distintas manifestaciones arquitectónicas.
Por lo tanto, acudiendo al Diccionario de la Real Academia Española,
intentaremos despejar para cada una de estas adjetivaciones el referente
arquitectónico correspondiente. Siguiendo el orden en que Rudofsky los
enuncia, usaremos las itálicas para destacar las citas textuales del diccionario
mencionado.

Vernáculo: 1. Adj. Dicho especialmente del idioma o lengua. Doméstico,


nativo, de nuestra casa o país.
Si bien refiere al idioma, es perfectamente aplicable en tanto “arquitectura
vernácula” ya se ha instalado como una categoría reconocida, designando de
ese modo a aquella que se produce con características propias de una región
y se identifica con sus tradiciones y las prácticas usuales de sus pobladores
autóctonos.
Arquitectura vernácula. Patrimonio, ambiente y tecnología. .179

Anónimo: 1. Adj. Dicho de una obra o de un escrito: Que no lleva el


nombre de su autor.

En este caso, la categoría se establece a partir de la ausencia de un autor


reconocido. Para la arquitectura, habitualmente se considera de este modo a
la ausencia de un “profesional” en la materia, refiriéndose a la ausencia de
un saber disciplinar cuya falta de intervención generalmente se hace notar
por la ingenuidad de sus soluciones y el escaso dominio de los instrumentos
propios de una formación específica. De hecho, no toda construcción
anónima ofrecerá motivos de interés para su estudio.

Espontáneo: 1. Adj. Voluntario o de propio impulso. 2. Adj. Que se produce


sin cultivo o sin cuidados del hombre. 3. Adj. Que se produce aparentemente
sin causa. 5. Persona que por propia iniciativa interviene en algo para lo
que no tiene título reconocido.

De las distintas acepciones posibles, la primera podría considerarse válida en


tanto se trate de una obra realizada por voluntad e iniciativa propias y en
combinación con la número 5 se puede llegar a un resultado aceptable, en
tanto que además de las características mencionadas, intervienen
constructores a partir de su iniciativa personal pero haciéndolo desde un
conocimiento empírico, determinado por la pura praxis y para el cual no han
recibido educación formal.

En cambio, los significados 2 y 3 no resultan adecuados, dado que un hábitat


humano requiere de la participación del hombre en su construcción y
cuidado y es producido con una causa o fin determinado, albergarlo y
servirle de morada. Si bien una caverna, gruta o cualquier accidente
geográfico o elemento natural puede ser apropiado para tales fines, en ese
caso no podríamos hablar de construcción o arquitectura, sino de un refugio
elegido por conveniencia. Luego, será necesario considerar el grado de
intervención humana para adaptarlo y conservarlo según sus necesidades.

Indígena: 1. Adj. Originario del país de que se trata.


En este aspecto, puede asimilarse al término “nativo”, siempre entendiendo
por ello a la arquitectura producida por comunidades originarias que
conservan tradiciones, prácticas constructivas, configuraciones espaciales,
tipológicas y formales provenientes de la propia cultura y en la que
sobresalen aspectos provenientes de un estado anterior a procesos de
transculturación, mestizaje o colonización.

Rural: 1. Adj. Perteneciente o relativo a la vida del campo y a sus labores.


2. Adj. Inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas.
Este vocablo puede sumar a varios de los anteriores según las circunstancias,
pero el rasgo que lo diferencia es la concreta ubicación geográfica
determinada por el ambiente rural en que se produce la obra: “relativo a la
vida del campo y a sus labores”, sin embargo esta condición no le exime de
otros posibles adjetivos tales como: “espontánea”, “vernácula”, “anónima”,
etc. Incluso pueden ser consideradas en esta categoría obras que, por el
contrario, provengan del trabajo de un estudio profesional, aspecto que
añade un grado de complejidad por el cual, en la instancia de presentación
de casos, será conveniente establecer claramente los parámetros que definen
el campo de estudio.
.180 Arquitectura vernácula. Patrimonio, ambiente y tecnología.

En este orden de cosas, y finalizando con los términos establecidos por


Rudofsky, se podría avanzar también sobre otros tres vocablos no incluidos
en su lista, pero sí utilizados con mayor o menor frecuencia y que de tanto
en tanto aparecen en textos vinculados a estas temáticas, son “primitivo”,
“popular” y “natural”.

Primitivo: 1. Adj. Primero, que no tiene origen. 2. Adj. Perteneciente o


relativo a los primeros tiempos de alguna cosa. 3. Adj. Rudimentario o
elemental.
En muchos casos, la arquitectura vernácula o anónima mantiene elementos y
características de tiempos anteriores y, desde Vitruvio, varios autores
especulan sobre la relación entre la ‘choza primitiva’ y los orígenes de la
arquitectura egipcia, griega y romana. Sin embargo, Paul Oliver (1987)
desaconseja su uso, dado que el vocablo implica una calificación peyorativa,
justamente por su asociación con lo rudimentario.

Popular: 1. Adj. Perteneciente o relativo al pueblo. 2. Adj. Que es peculiar


del pueblo o procede de él. 3. Adj. Propio de las clases sociales menos
favorecidas. 4. Adj. Que está al alcance de los menos dotados económica o
culturalmente. 5. Adj. Que es estimado o, al menos, conocido por el público
en general. 6. Adj. Dicho de una forma de cultura: considerada por el
pueblo, propia y constitutiva de su tradición.

De estas seis acepciones consignadas por el diccionario, probablemente la


última de ellas sea la que mejor define los intereses de estudio que se
enfocan sobre este tipo de arquitectura, ya que lo hacen asumiendo que se
trata de una expresión cultural, que es constitutiva de modos propios de los
sectores populares y que manifiesta rasgos identitarios y tradiciones
construidas colectivamente. Además, este enunciado introduce un aspecto
que pone en juego un factor determinante para despejar en el análisis del
próximo y último término considerado: la dimensión cultural, figura opuesta
a la condición de lo natural.

Natural: 1. Adj. Perteneciente o relativo a la naturaleza o conforme a la


cualidad o propiedad de las cosas.

Si bien es cierto que el concepto “arquitectura natural” ha sido utilizado y


hasta hace un tiempo se lo encontraba con alguna frecuencia, deberíamos
considerar que en su propia estructura anida una contradicción y, por lo
tanto, su utilización resulta inapropiada.

La arquitectura es producto de la cultura, con independencia del tipo y


procedencia de los materiales utilizados. Siempre es el resultado de una obra
humana que, generalmente, se vale de la naturaleza utilizando sus productos
y hace jugar a su favor determinadas condiciones para mejorar el ambiente
habitable, pero toda transformación de la naturaleza por el hombre es
deliberada, persigue propósitos y obedece a fines. Cuando en ella
intervienen prácticas y saberes, ya sean adquiridos por la transmisión de
generación en generación y decantando incontables experiencias de prueba y
error (y constituyendo una herencia que a veces es asumida como tal
conscientemente y otras es asimilada directamente) o a través de estudios
más o menos formales, se está produciendo un hecho cultural, con
independencia de la mayor o menor aproximación a los aspectos
disciplinares de la arquitectura.
Arquitectura vernácula. Patrimonio, ambiente y tecnología. .181

Para sostener este planteo, se puede hacer referencia a una cita de Margaret
Mead, “Cultura: conjunto, histórica y geográficamente definido, de las
instituciones características de una determinada sociedad, que designa -no
solamente sus tradiciones artísticas, científicas, religiosas y filosóficas, sino
también sus técnicas propias- sus costumbres políticas y los mil usos que
caracterizan la vida cotidiana.” (Morfaux, L-M. 1985).

Por lo visto, se diferencian ambas esferas, la natural y la cultural y, por lo


tanto, apelar a la idea de lo natural para referir a la arquitectura (ya sea por
los materiales que intervienen en su realización o por la condición nativa de
quienes la produjeron), entraña un problema en su propia construcción
conceptual, de irresoluble conciliación. Con frecuencia las tradiciones
además de enseñanzas también nos ofrecen trampas ocultas y es
responsabilidad del investigador prestar atención para descubrirlas y
sortearlas en su trabajo individual, así como también hacer extensiva la
advertencia a su comunidad científica de pertenencia.

Concluyendo, y en la convicción de que tanto el lenguaje, los estudios


histórico-arquitectónicos (así como la misma arquitectura), son producciones
en permanente construcción, en la que se van reformulando significados y
actualizando sus formas y estructuras. Este artículo no fue escrito con la
intención de sancionar términos inapelables sino que, desde el subtítulo,
anuncia sus intenciones de procurar contribuir al ajuste de algunas
cuestiones terminológicas.

En consecuencia, se espera que colabore en promover un debate al que se


sumen voces diversas, con la voluntad de construir una plataforma de
consenso acerca del significado de algunos términos incorporados al
quehacer cotidiano de la investigación, muchos de los cuales se han fijado a
partir del uso reiterado, pero que su adopción a veces amerita una reflexión
y, por qué no, también una oportuna revisión.

Bibliografía y referencias
Morfaux L-M. (1985), Diccionario de Ciencias Humanas. Ed. Grijalbo,
p.71. Barcelona
Olgyay, V. (1963), Design with Climate, bioclimatic approach to
architectural regionalism. Princeton University Press, Princeton,
New.Jersey.
Oliver, P. (ed) (1969), Shelter and society. Ed. Barrie and Rockliff, London.
Oliver, P. (1987), Dwellings, the house arround the world. University of
Texas Press, Austin.
Rudofsky B. (1973), Arquitectura sin arquitectos. Breve introducción a la
arquitectura sin genealogía. Ed. Eudeba, Buenos Aires.
IIV, Tipos predominantes de vivienda rural en la República Argentina.
Instituto de Investigaciones de la Vivienda, Facultad de Arquitectura y
Urbanismo, Universidad de Buenos Aires; Buenos Aires, (1969).

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