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[NSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS a Serie Historia General / 16 ALFRED W. /CROSBY EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO CONSECUENCIAS BIOLOGICAS Y CULTURALES A PARTIR DE 1492 Prétoco pr Orro voN Menine Traduccién de Cristina CaRB6 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO MEXICO 1991 Blivtece Daniel Casto BL COLEGIO DE MEXICO, Edicién original en inglés: Alfred W. Crosby Jr, The Columbian Exchange. Biological and Cultural Conrequences of 1492. Publicada por Greenwood Press, Westport, Connecticut, 1977 A Barbara Primera edicién: 1991 DR© 1991, Universidad Nacional AutSnoma de México Ciudad Universitaria, 04510 México, DF. Instroro pe Invesmioaciones Hisrénicas Impreso y hecho en México ISBN 968-36-2005-1 Prétoco Alfred W. Crosby Jr. pertenece a un selecto grupo de histo- yiadores sociales. Ha dedicado su particular talento para la investigacién a reexaminar los datos acerca de la persistente interaccién entre las costumbres y usos de los hombres y los cambios habidos en sus condiciones, desde que Colén descu- brié el Nuevo Mundo. Como representante de lo que yo desea- ria denominar historiografia “antropomédica”, Crosby nos in- forma sucintamente sobre esta serie multifacttica de cambiantes condiciones de vida y de bienestar. Su nuevo relato- de tos hechos es un elocuente testimonio del insaciable impulso del hombre por conocerse a si mismo y a su habitat, impulso no siempre atendido con sagacidad, pero a veces con demasiada. EL lector es conducido, en un cautivante viaje intelectual, @ través de los hechos yy las interpretaciones sobresalientes de las consecuencias bioldgicas, sociales y culturales de 1492, Obtiene una visién equilibrada det intercambio a nivel mun- dial y de las secuelas sociopoliticas de una cambiante enjer- medad, la sifilis, ast como de las enfermedades mds contagion sas: influenza, viruela, sarampién y neumonia. Puede también obtener importantes respuestas hist6ricas a las complejas co- nexiones existentes entre los desplazamientos internacionales de las enjermedades y de los hombres; la transformacién y acumu- lacién de las reservas alimenticias mundiales y algunos de los cambios més notables en et crecimiento de la poblacién mundial. EL INTERCAMBIO TRANSOGEANICO Alfred Crosby resulta sumamente preciso cuando traza la dispersion mundial y el intercambio de los principales cult vos del Nuevo Mundo (por ejemplo, maiz, papa, camote, frijol y mandioca) con los productos alimenticios animales y vegetales caracteristicos del Viejo Mundo (es decir, arroz, trige, cebada, avena y frutales; vacas, cerdos, ovejas, cabras, polles y cabatios), También nos convence el argumento que usa pare relacionar la progresiva reestructuracién de las economéas agricolas locales, regionales y nacionales con la notable decli- nacién histérica de las reseroas alimenticias y el continuo in- cremento en la calidad, utilidad y nivel de las reservas mun- diales bésicas, Las cuidadosas reflexiones del autor acerca de los —histé- ricamente ‘significantes— efectos ecoldgicos y humanos dé intercambio mundial de vegetales 'y microorganismos interese @ todos los estudiosos serios de la condicién humana actual Concluye su bien acompasada historia de este intercambio con un andlisis evocativo del mds reciente y tal vez a largo plazo, ficativo “resultado” humano de 1492: el fendmeno, posterior a 1800, de la vasta migracién intercontinental. cAcaso no resulta irénico que, aunque los movimientos de poblaciones por todo et mundo influyen profundamente er nuestra vida cotidiana, sepamos bastante més acerca de la; causas, sentido y consecuencias de las conductas migratoria: de los animales? Si permanecemos tan desinjormados acerca de estas migraciones como hasta ahora, pronto también estaremo: inseguros acerca de su probable papel en el curso de las acti- tudes de los hombres con sus semejantes, Como antidoto provi- sorio a nuestra carencia de conocimientos en esta drea, el lector tal vez dese sumarse a las teflexiones sobre la observacién det profesor Crosby, quien afirma que, hoy en dia, “hay dos Europa: y dos Africas: una a cada lado det Atléntico”. Orto von Mzninc PREFACIO Nada puede ser comprendido fuera de su contexto, y el hombre no es una excepcién. Es un ser vivo que depende para su alimentacién, abrigo y techo de muchos otros seres; de la misma mancra muchos seres dependen de él, El hombre es una entidad biolégica, antes que un catdlico romano, un capita- lista 0 cualquier otra cosa. Mas atin, su historia no se inicia cuando comienza a registrarla, ni est limitada a aquellos as- pectos de su existencia que interesan a los ernditos. El primer paso para comprender al hombre es considerarlo como una entidad biolégica que ha existido sobre la tierra desde hace( muchos milenios, modificando y siendo a sn ver afectado por otros organismos, Una, vez que hemos ubicado al hombre en su espacio co- rrespondiente y en su propio contexto temporal, podemos em- pezar a examinar aspectos particulares 0 acontecimientos de su historia, con la certeza —o, al menos, la esperanza— de encontrar relaciones significativas entre el hombre y tal con- texto, cn vez de limitarnos, simplemente, a transitar por los cstrechos senderos que conducen de la tienda de un anticuario a la de otro, El historiador, antes de estar en condiciones de juzgar sabiamente las habilidades politicas, la fortaleza de las eco- nomias o el significado de las literaturas de los diversos gru- pos humanos, necesita conocer en qué medida los miembros de esos grupos lograron sobrevivir y reproducirse exitoramente.| Debe tener idea de cémo los esfuerzos de esos grupos en la EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO 10 empresa de la supervivencia afectaron a su entorno como tota- \lidad y asimismo a los otros seres vives que también formaban parte de este medio ambiente. Es al ecologista y no al coleccio- nista hacia quien debe volver la mirada el historiador en busca de su modelo de estudio, Es probable que de nifios les hayan ensefiado a recit Colin navegé en el océano azul en mil cuatrocientos noventa y dos... y pocos de nosotros nos hemos interesado, realmente, por lo que sucedié ese afio, mis allA de tal descripeién. Acumulamos datos que nos permiten realizar cuadros cada vez més elabo- rados de ese acontecimiento, de las sensacionales realizaciones y de los talentos de los conquistadores que arribaron inmedia- tamente después, Estas pinturas son tan interesantes que Ta mayoria de nosotros munca ha logrado desprenderse de su fascinacién superficial para buscar el significado real de los sucesos que describen. La razén de ser de este libro es, precisamente, aclarar este punto, Es un trabajo conciso y sin pretensiones —espero—, pero soy el primero cn asumir que historiadores, geélogos, an- tropélogos, zo6logos, botfnicos y demégrafos me veran como a un aficionado en sus particulares campos de investigacién. ‘Me anticipo a sus criticas, en parte coincidiendo con cllas y en parte respondiendo que, aunque ya esta lejano el periodo del Renacimiento, hay una gran necesidad del estilo renace tista, en Io que respecta a sus intentos de reunir los descubr mientos de los diversos especialistas para abarcar en forma general lo que se sabe acerca de la vida en este planeta. Pido una disculpa a los nativos americanos por el uso cons- tante que hago del ambiguo ¢ inadecuado término indio, No se me escapa que la acepeién que Colén dio a esta palabra fue producto de un gran error; tampoco que no existen razo- nes para repetirlo, salvo Ia inercia, Sin embargo, la expresién amerindio me disgusta por lo mal construida, y pocos de mis futuros lectores utilizan ya la expresién americano native. Por PREFAGIO ul consideracién hacia ellos sigo usando el ya consagrado y con- fuso término indio. Quiero agradecer a la Washington State University el haberme otorgado una beca para la investigacién y redaccién de este libro, Debo agradecer también a los editores de The Hispanic American Historical Review y The American Anthro- potogist por permitirme publicar nuevamente las partes de los capftulos 2 y 4 que hablan aparecido con anterioridad en esas revistas. Tengo una gran deuda con Barbara S, Crosby por sus penetrantes criticas estilisticas. Finalmente, pero de manera destacada, agradezco a toda mi familia —Barbara, Kevin y Carolyn—, quienes soportaron tantas repentinas y pe- quefias anéedotas acerca del mafzy las viruclas. 1 Los conrrastes Al atardecer del 11 de octubre de 1492, Cristébal Colén, a bordo de la Santa Marfa en el océano Atlintico, ereyé ver una luz diminuta a la distancia, Pocas horas més tarde Ro- drigo de Triana, vigia en cl castillo de proa de la Pinta, divish tierra, y una partida desembarc6 por la mafiana, Colén habia Hegado a las Bahamas, La conexién entre el Viejo Mundo y el Nuevo, que durante més de diez milenios habia consistido en algo tan exiguo como los viajes de los vikingos, de algu- nos pescadores a Ia deriva y oscuros contactos por la via Polinesia, se convirtié, el dia 12 de octubre de 1492, en un vinculo tan significative como alguna vez lo fuera el puente terrestre de Bering.* Los dos mundos, que Dios habia man- tenido separados, se unieron nuevamente, y ambos, tan dife- rentes, a partir de ese dia comenzaron a parecerse. Esta tendencia hacia Ia homogencidad biolégica es uno de los as- pectos més importantes de la historia de la vida en este planeta, desde el retroceso de los glaciares continentales, Los europeos creyeron que estaban en la costa de Asia —nuevamente de regreso a Eurasia— pero se sintieron sor- prendidos por la rareza de la flora y la fauna de las islas que habian descubierto. El informe de Colén esta leno de observaciones tales como: Los fundamentos teéricas de este capitulo y del libro en general cstin cuidadosamente abreviados en George Gaylord Simpton, The Geo- graphy of Bootution, p, 69-132, EL INTERCAMBIO TRANSOGEANICO No vi ni ovejas ni cabras ni ningtin otro animal, pero he estado aqui un tiempo tan corto, medio dia; sin embargo si hubiera algunos no dejarfa de haberlos visto... Habia perros que nuinca ladraban... Todos los Arboles son tan diferentes de los nuestros como el dia de la noche, y lo mismo los frutos, la hierba, las piedras y todas las cosas? ‘También lamaron la atencién de Colén las diferencias de los seres humanos. Encontré que los indios eran distintos in- cluso de Jos negros africanos, la gente més exética que nunca antes hubiera visto, El cabello de los indios no era “lanoso, sino lacio y grueso como las crines de los caballos, la frente y la cabeza muy anchas, mas que las de cualquiera otra raza que yo haya visto alguna vez". A su vez estos indios arawakos se sintieron tan impresionados por los europeos —sus embar- caciones, vestidos, armas, medidas y color— que los creyeron semidioses y se juntaron a su alrededor para besar “sus manos y sus pics maravillandose y pensando que venfan del cielo. . (y] palpandolos para cerciorarse de si eran de carne y hueso”: Las diferencias entre las formas de vida de los dos mundos han asombrado a la humanidad. desde 1492, La mayorla de quienes no son botinicos se inclina a prestar més atencién los animales que a las plantas, por lo que el contraste entre la flora del _hemisferio oriental y la del occidental no ha des- pertado tanto interés como el que existe entre ambas faunas; sin embargo, este contraste es notable, aunque no absolute ~unas 456 especies de plantas son originarias tanto de Amé- rica del Norte como de Japén—, y resulta destacable la sin- gularidad de Ja flora americana, Los cactos, por ejemplo, son de origen exclusivamente americano, A pesar de las centurias de contacto por via maritima entre la regién noroeste de Estados Unidos, el adyacente Canad4 y el resto del mundo, apenas alrededor de un 18 por ciento del mimero total de las espe- ® Christopher Columbus, Journals and Other Documents on the Life and Voyages of Christopher Columbus, trans, Samvel Eliot Moriton, p. 7213, 84, Ibidem, p. 66, 90. ee | Cristébal Col6n ofrece el Nuevo Mundo a s1 Majested, lémina 249, en Diego Muftoz Camargo, Deseripcién de la ciudad y provincia de Tlaxcala , Obras Completes ‘pla en 1560, en Francisco Hemindes, EI Nuevo Mundo segin se conc LOS CONTRASTES 15 cies vegetales que crecen en esta regién de América no son de origen americano.* ‘Los agricultores precolombinos desarrollaron las plantas ali menticias americanas a partir de un conjunto de plantas vvestres muy diferentes de las que cultivaron los inventores de la agricultura en el Viejo Mundo. Incluso los més optimistas entre los primeros colonizadores de Virginia debieron admitir que Ja flora era extrafia, con més frecuencia que familiar, Estas diferencias se hacen més y més pronunciadas a medida que uno se interna en México y hacia el sur. Jean de Léry, un miembro de la frustrada colonia francesa en Rio de Janeiro durante la década de 1550, encontré apenas tres plantas que Ie resultaron familiares: la verdolaga, Ia albahaca y una espe- cie de helecho, Todas las demas eran distintas, lo que producia diversas dificultades, Sin vifiedos cémo harian los europeos para fabricar el vino necesario para la celebracién de la Euca- ristia? gra preferible olvidarse de esta ceremonia hasta que se pudiera obtener vino de Europa o sostener la teoria de que Jestis lo us porque cra la bebida comin en Palestina ¥, por Jo tanto, que su acrificio en la cruz podia conmemo- arse con alguna de las bebidas locales indigenas? * Las diferencias entre la fauna del Viejo Mundo y la del Nuevo impresionan a cualquiera que haya cruzado el Atlin- tico o cl Pacifico, Algunas especies, particularmente en las lati- tudes nérdicas, son comunes a ambos, pero esto pone atin més de relieve los contrastes, En Sudamérica y América Central el cuadrépedo nativo més grande es el tapir, un animal que también se encuentra en el sudeste de Asia, pero que de nin- guna manera resulta alli el més impresionante.’ El elefante 4 Huichin Li, “Flotistic Relationships Between Bastern Asia an Eastern North America”,’ p, 403; Henry A. Gleason y Arthur Cronquist, The Natural Geography of Plants, p. $43 Ronald Good, The Geography of the Flowering Plants, p. 64. 5 Jean de Léry, Journal de Bord de Jean de Léry, ed. M. R. Mayeus, . 129, 293; William Strachey, The historie of Travell into Virginia Bri tania, p. 117-135; Stefan Lorant, ed., The New World, p. 290-262 © Carl H, Lindroth, The Faunal Connections Between Burope and North America, p. 15-134; Léry, Journal, p. 239, El tapir es un animal 16 BL INTERGAMDIO TRANSoGEANICO del Viejo Mundo es bastante mayor y tiene una trompa mucho més witil, Aunque los cuadripedos carnivoros de las regiones tropicales de América son més impactantes que el herbivoro tapir, Jo mismo puede obscrvarse la curiosa diferencia que existe entre los mamiferos de ambos mundos. Si bien el jaguar no 3 un animal que pueda ser tratado con contemplaciones, comparado con un Jeén o un tigre resulta un gato de tamafio mediano. Los primeros exploradores se asombraron ante la pequeiiez de los mamiferos americanos que encontraban durante sus ex- pediciones, la mayoria de los cuales estaba circunscrita a la zona t6rrida, Fucron los reptiles, serpientes, pAjaros ¢ insectos Jos que realmente los impresionaron. En Europa no hay reptil tan grande como Ia iguana y, probablemente, tampoco haya. ai mal més feo, A pesar de no tener alas, la iguana le recordé a Américo Vespucio la serpiente voladora de la leyenda. El y sus compafieros reaccionaron ante las iguanas exactamente como Ia naturaleza pretendia que lo hicieran los enemigos de estas inofensivas bestias. “Su apariencia total —escribié Ves- pucio acerca de Tne reptiles— era tan extrafia que nosotros, suponiéndola vencnosa, no nos atrevimas a aproximarnos.” Muchos de sus camaradas habitantes de la jungla eran, por Jo menos, tan curiosos, a menudo tan terrorificos y frecuente- mente més peligrosos. En los rios habja anguilas, que se defen- dian con clectricidad, rayas y pirafias. Habla monos —no raros en sf, pero de qué manera se balanceaban colgados de la cola! gQuién habia visto alguna vez un péjaro tan extrafio como el tucén, que parecia tener més pico que cuerpo? ¢Quién habia visto volar a un p4jaro terrestre del tamafio del céndor andino? Y gquién, salvo en pesadillas, alguna vez contempl6 murciélagos, que chupaban Ia sangre, u observé a un reptil tan largo como 1a boa?* extraordinario, con un hocico semiprensil corto y tieso, que aleanza, a lo ‘sumo, una altura de tres pies y un largo de apenas seis, Todo lo que Léry pudo decir del tapir brasileio fue que era algo semejante a un asno, algo parecido a una vaca y completamente diferente de cualquier animal. T Martin Waldscemiller, Cormographiae Introductio by Martin Wald. Los CoNTRASTES 7 Se dieron cuenta los europeos que los animales de la regién templada de Norteamérica eran menos raros que los de més al sur, pero, incluso asf, resultaban muy diferentes de los suyos, En los rios de América habia més especies de peces de los que nunca hubieran nadado en el Ebro o el Guadalquivir. Uno de los mayores habitaba en el Misisipi y tenia bigotes como un gato, “su tercera parte era cabeza, con agallas de extremo fa extremo, y en los costados tenia grandes espinas que pare- cfan afiladas leznas”. Haba una serpiente con castaiiuelas en Ta cola (sin duda la vibora de cascabel), cuya picadura daba a Ia victima, si acaso, el tiempo para confesarse por ultima vyez. Lo més asombroso de todo: cuando Coronado se interns en las planicies, en lugar de oro encontré una especie de ga- nado gigantesco (os bifalos o bisontes) y tan abundante como Jos peces en el mar. Eran tan o ms grandes que los bueyes, tenfan cuernos cortos y gruesos, jorobas como los camellos y al corer mantenfan la cola erecta como los escorpiones. Espan- taban a los caballos espafioles “porqne tienen el rostro angosto ¥ corto, una separacién de dos palmos entre los ojos y éstos Pegadus a los costados de Ia cabeza de modo tal que cuando corren pueden ver a quien los sigue. Tienen barbas muy largas ¢omo las cabras y cuando corren inclinan la cabeza hacia atrs con la barba arrastrando por el suelo”.” Los hombres regresaban de América contando historias de estias miticas —como la del p&jaro mexicano que nunca se posa_y empolla sus huevos en el aire—* pero no habia nece- sidad de recurrir a la ficci6n; la fauna americana es més rica fn especies singulares de lo que cualquier imaginacién puede inventar. En la década de 1850 Philip L. Sclater, con base en Io que conocia acerca de Ja distribucién geogrdfica de las weemilller ... To Which Are Added the Four Voyages of Amerigo Vespucci, tans. Joseph Fischer and Franz von Wiesser, p. 106; Simpson, Geography of Bvolution, p, 167-208, 8 Pedro Castafeda, The Journey of Coronado, trans. George Parker Winship, p. 140-141; Fredek W. Hodge y Teodore H. Lewis, eds, Spanish Explorers in the Southern United States, 1928-1543, p, 210, ® Samuel Champlain, Narrative of « Voyage to the West Indies and Mexico in the Years 1509-1602, trans, Alice Wilmerc, p. 36. 18 BL INTERGAMBIO TRANSOGEANICO especies de aves, concluyé que nuestro planeta esté dividido en seis regiones, cada una con una poblacién caracteristica, y que dos de estas regiones se ubican en el Nuevo Mundo, Veinte afios después, Alfred Russel Wallace, descubridor junto con Darwin del concepto modemno de evolucién, observ que la divisi6n en scis partes del planeta, hecha por Sclater, era tan valida para los animales en general como para los pijaros. Los animales de las scis regiones estén impedidos 0, por lo menos, limitados para mezclarse por los océanos, las cadenas montafiosas, Jos desiertas, las diferencias de temperatura. La fauna de estas regiones no es absolutamente distinta —el tapir 6s originario tanto de América tropical como de Asia tropical; el puma, la vibora de cascabel y el colibri lo son tanto de Norteamérica como de Sudamérica— pero, para citar a un zoogeégrafo moderno, “las especies de las diferentes partes del reino animal estén més relacionadas con las de la misma regién que con las de otras”. Para ilustrar esto diremos que, aunque hay muchas similitudes entre la fauna de Irrawaddy, Nigeria Baja, y la de los valles del Amazonas, un zodlogo puede dis- tinguirlas de un vistozo. Junto con las Indias Occidentales y parte de México, América Central y América del Sur conforman una de las re- giones estudiadas por Sclater y Wallace. El resto de México con Estados Unidos, Canada y Groenlandia forman otra, De am- bas, la ubicada més al sur es a més rica zoolégicamente, con cuarenta y cinco familias de animales vertebrados que, segtin Wallace, son propios exclusivamente de ella. (Investigaciones posteriores han demostrado que ni esta regi6n sur ni ninguna de las otras puede diferenciarse con tanta nitidez como él erey6 —en cualquier regia la acumulacién de datos siempre sefiala las excepciones— pero la validez general del sistema de Sclater y Wallace es aceptada atin hoy en dia.) Para el lego parece cvidente que América del Sur, con sus peculiares osos hormi- 2 Philip J. Davlington, Zoogeography: The Geographical Distributic of Animals, p. 243; Philip L. Sclater, “On the General Geographical Dis- tribution of the Members of the Class Aves”, p. 137-145; Alfred Russel Wallace, The Geographical Distribution of Animals, 1:58 ff. 19 LOS CONIRASTES gueros, perezosos, monos de colas prensiles, murciélagos vam- piros, roedores grandes como perros y Ia salvaje profusién de insectos y aves, debe considerarse como una regin separada. Solamente Australia Ia iguala en ser verdaderamente excep- cional. América del Norte no es tan diferente; Wallace menciona, a lo sumo, trece familias de vertebrados originarios exclusiva- mente de ella, pero de la misma manera reclama su singula- ridad. Tiene una cierta cantidad de mamiferos que Ie son pro- pios, incluyendo varias clases de topos, y animales como la cabra y el antilope americano de las Montafias Rocosas. Se destaca de la regién sur por ser el hogar de Jos tinicos marsu- piales que existen fuera de Australia, ast como de los tinicos colibries del mundo, Es muy rica en reptiles y anfibios a pesar de que los climas frfo y templado generalmente limitan la can- tidad de estos animales. Y su incomparable sistema de lagos y ios Je proporciona una riqueza de moluscos y peces de agua dulce sin igual en parte alguna de este planeta.” La cuidadosa acumulacién de evidencias y generalizaciones de Alfred Russel Wallace, confirmé lo que ya haba supuesto Jean de Léry durante un viaje al Brasil que realizé mas de trescientos afios antes: que América es en verdad tan “dife- rente de Europa, Asia y Africa, en los hdbitos de su gente, en las caracteristicas de sus animales y, en general, en lo que produce Ia ticrra, que bien puede ser Ilamada el Nuevo Mundo...” El contraste entre ambos mundos acicateé Ja curiosidad europea. No todo resultaba diferente. Las palmeras america- nas eran como las de Africa y el jaguar muy parecido al Teopardo. Pero gpor qué existfan incluso las pequefias diferen- clas y por qué las grandes? Por qué no habia caballos 0 reses en ninguna parte de América? gPor qué no habfa bestias cua- dripedas mayores que un zorro en las Indias Occidentales? 4% Wallace, Distribution of Animals, 2:5-19, 115-125, Véase Darling- ton, Zocgcography, p. 442-449, para corregir lo que esta demasiado simpli- Ficado en Wallace, % Léty, Jounal, p. 406. 20 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Incluso quienes habfan viajado a Africa por esclavos y al Lejano Oriente por especias encontraron pocas cosas familia res en América y muchas enteramente extrafias, Europa habfa salido de Ia Edad Media con sistemas in- telectuales cistianos y aristotélicos sostenidos por los ortodoxos (y muy pocos imaginaban siquiera que hubicra algo més alla de Ja ortodoxia) para explicar todo: desde Io que su- ‘ede en el huevo hasta el nacimiento del polluclo, desde la primera hasta la diltima mosca, Estos sistemas resultaron de- masiado estrechos para incluir al Nuevo Mundo. Aristételes habia supuesto, con bastante légica, que la zona ecuatorial del mundo era tan caliente que no podia existir la vida. José de Acosta pasé exactamente bajo el sol en su viaje a América en 1570 y sintié “tal frfo que algunas veces me salia al sol para abrigarme, .. aqui yo confieso que me rei e hice donaire de los meteoros de Aristételes y de su filosoffa...” La Historia natural dle Plinio contiene treinta y siete libros y, sin embargo, Ja Hama no es mencionada en ninguno de ellos, Los trabajos de Hipécrates, Galeno y Avicena ocupan estanterias comple- tas en cualquiera buena biblioteca del siglo quince, desde Bag- dad a Oxford y Timbuctii, pero niugunu de estos tes gigan- tes de la medicina dice una palabra acerca de la sffilis. Los gedgrafos antiguos y medievales hicieron. cuidadosos mapas de todo el mundo pero los hombres de la generacién de Coln descubricron que “Ptolomeo y los demés conocian apenas la mitad?.? Los pronunciamicntos antiguos y medievales acerca de los seres humanos y sus conductas parecieron dejar a los curopecs pocas elecciones, salvo condenar a los indios como aliados del demonio, Por ejemplo, los cristianos concordaban en que la monogamia heterosexual era la tinica forma de tener relaciones sexuales, Los indios, con una especie de abandono ni siquiera mencionado en las céndidas paginas del Viejo Testamento, vivian en la promiscuidad, la poligamia, el incesto y Ja sodomfa. *9 José de Acosta, Historia natural y moral de lat Indias, libro 2, cap. mj André Thevet, The New Found Worlde, or Anterctike, trans, ‘Thomas Hacket, p. 138. Los CONTRASTS a Los europeos tuvieron que concebir tanto Ia existencia de las diferencias culturales como inventar Ja tolerancia cultural para mancjarlas, © asumir que los indlios estaban en alianza con el infieno. La mayoria eligié lo tiltimo, La excepcién, por su- | puesto, fue Montaigne, quien no encontré nada bdrbaro en Io | que habia ofdo de América, sino que “todo mundo da el titulo de barbarismo a aquello que no esti de acuerdo con sus isos... 4 La Biblia era la fuente de la mayor parte de la sabiduria y €l libro del Génesis decia todo lo que se necesitaba saber acerca del comienzo de los cielos, Ia tierra, los angeles, las plantas, los animales y los hombres. Existia un Dios y habia habido una Creacién; cuando el género humano ofendié a Dios, é&te envié un gran diluvio en el cual perecieron todas Jas criaturas terrestres, incluidos los hombres, con excepcién de aquellos que se salvaron en el Arca de Noé. Esta explicacién parecia suficientemente amplia como para abarcar dentro de sus limites a todas las variedades de la vida —vegetal, animal y humana— que los europeos precisaban reconocer a fines del siglo quince. Fue entonces que Da Gama y Colén devclaron nuevos mundos completos que estallaron frente a la percep- cién europea, Los problemas para explicar Africa y Asia eran dificiles, pero superables. Después de todo siempre se habfa sabido que estaban alli y, si los europeos no habian visto clefantes, por Jo menos sabjan desde siempre que existian, Pero América: equién habia sofiado jamés con América? La singularidad del Nuevo Mundo cuestioné toda ta cosmogonia cristiana. Si Dios habia creado todas las formas de vida que luego se habfan des- parramado por el mundo en una semana y en un solo lugar, ¢por qué cran tan diferentes las formas de vida de los hemis. ferios oriental y occidental? ¥ si todos los animales terrestres y los hombres habian perecido, salvo los del Arca, y los que actualmente existen son descendientes de esos pocos elegidos, éPor qué eran tan distintos los animales y los hombres a cada 24 ‘Michel Byguem de Montaigne, Montaigne, Selected Essays, ed, Blane chard Bates, p. 77, 22 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO ado del Atléntico? 8 Gitado en Richard-.J, Morrisey, “Colonial Agriculture, in .New Spain”, p. 26. >’ Sauer, Early ‘Spanish Main, p; 189; Bidwell y Falconer, History of Agriculture, p. St, Puede relatarse una historia semejante acerca del cerdo inglés on la Nueva Inglaterra del siglo xvu. 32 Gitado en Madaline W. Nichols, “The Spanish Horse of the Pam pas", p. 125, EL INTERCAMDIO TRANSOGEANICO Alguna vez, durante la década de 1550, los portugueses abas- tecieron la Isla Sable, en el AtlAntico noroeste, de cerdos y vacas, Jos cuales, para la época en que llegé Sir Humphrey Gilbert, treinta afios més tarde, se habian “multiplicado exce- sivamente”. En 1609, los ingleses que naufragaron en las des- habitadas Bermudas pudieron sobrevivir gracias a las grandes piaras de cerdos. En la misma década, el Olive Blossom lleg6 a Barbados y no encontré habitantes, ni siquiera indios, pero si una gran cantidad de cerdos salvajes. La tradicién adjudica la responsabilidad de su presencia alli a los portugueses del Brasil. Los cerdos de Barbados y de las otras Antillas Menores egaron a ser un recurso de vital importancia para la alimenta- cién de los primeros colonizadores del siglo diecisiete."* Gran cantidad de cerdos acompafiaron a los conquista- dores en sus expediciones continentales. Eran tan adaptables al nuevo medio ambiente como, por lo menos, los conquista- dores mismos, y constitufan una reserva ambulante y exquisita de carne, A modo de ejemplos, De Soto trajo consigo a Florida en 1539 trece cerdos, los utilizé para alimento tinicamente en emergencias terribles y, a la fecha de sn mnerte, ocnrrida tres afios més tarde, tenfa setecientos; en 1540 Gonzalo Pizarro reco- lecté més de dos mil cerdos, ademés de caballos, Hamas y perros, para una expedicién en busca de la Tierra de la Canela en el lado este de los Andes.” De lo anterior se infiere que la carne de cerdo fue con fre- cuencia la tinica carne conocida que tuvieron a su alcance los primeros colonizadores en determinadas regiones. Estos anima- Jes requerian de pocos cuidados; el tributo en maiz de los na- tivos constitufa un alimento ideal para ellos y —si esto fraca- saba— podian alimentarse por si mismos. A finales de la primera década después de la conquista de México, eran ya tan 3 Hakluyt, Navigations, 8:63; Purchas, Hakluytus Posthumus, 19:23; Bryan Edwards, The History, Civil and Commercial, of the British West Indies, p. 817; Burns, History of the British West Indies, p. 115. 31 Sauer, Karly Spanish Main, p. 189; Frederick W. Hodge y Theo- dore H. Lewis, eds., Spanish Explorers in the Southern United States, 1528- 1543, p. 171,'2953 John J. Jobnson, “The Spanish Horse in Peru Before 1350", p. 32 FLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 87 abundantes y baratos que los ganaderos no se interesaban por ellos, Los cerdos Megaron a Peri con Pizarro en 1531, y su carne fue la primera carne europea que se vendié en cantidad en el mercado de Lima; en aquellos afios habia poca compe- tencia de otras carnes europeas.** Se encontraban piaras de cerdos en todos los lugares en donde los espafioles se hubieran asentado o simplemente pa- sado, Esto es cierto también para las regiones de los portu- guests. A la mayoria de los animales domésticos europeos no Jes resultaba saludable el medio ambiente en la costa de Brasil, pero los cerdos sc aclimataban y prosperaban con pastos més pobres de los que las vacas, por ejemplo, podian tolerar. “Los puercos sobreviven muy bien acd —escribié un visitador que Iegé @ Brasil en 1601—, comienzan a ser abundantes y su carne es la mejor de estos lugares.” *” En las capitanias de la parte central de la regién sur, Rio de Janeiro y San Pablo, la carne de pucrco se convirtié en el articulo principal de la dieta de la colonia, De hecho, parece que los cerdos encontraron tan agradables sus nuevos hogares en América, que en mu- chao regioncs sc fugaron las piatas euleras y adoplaron wna existencia, independiente, correteando con la misma libertad con que alguna vez lo hicieran sus antepasados.!° Aunque es posible imaginarse a un conquistador sin sus cerdos, gquién puede imaginarlo sin su caballo? El espafiol venfa de la sociedad més ecuestre de Europa. La Iberia medie- val era el sector de la Europa occidental donde los caballos eran tan abundantes y tan baratos como para no ser propiedad exclusiva de Ta nobleza. Esto no significa que todo Sancho Panza tuviera su caballo, pero sf que los ibéricos de todas las clases estaban més acostumbrados a observar el mundo desde % Chevalier, Land and Society, p. 84-85; Cobo, Obras, 1:385; Bene zoni, History of the New World, p. 252; Romero, Historia econémica, p. 98-99, 8 Purchas, Hatluytus Posthumus, 14:500, *9 Prado, Modern Brazil, p. 231-232; Cobo, Obras, 1:386; Vézques de Espinosa, Compendium and Description, p. 20, 118, 746; Oviedo, Natural History, p. 50; Ramon Paez, Wild Scenes of South Ameria or, Life in the Llanos of Veneruela, p. 143; Acosta, Natural and Moral History, 1:16. 88 BL INTERCAMBIO TRANSOGEANIGO el lomo de un caballo, y que eran jinetes més habilidosos que cualquier otro europeo que tuviera acceso facil al Atléntico. Esto se confirma en los idiomas de la Europa occidental cabaltero significa campeén, noble, jinete, cabalgador, gentil- hombre, don o sefior; del otro lado de los Pitineos, chevalier también significa campeén o noble, pero el sentido del término no puede ampliarse tan facilmente como para alcanzar el sig- ificado de jinete 0 de sefior. Sant La montura de un caballero era tan aristocrdtica, en la familia ecuestre, como habilidoso era su duefio para montarlo, Este caballo era el resultado de la cruza del animal fuerte y veloz de Iberia con el delicado caballo frabe, que llevaron los moros.# El producto de esta cruza fue el caballo més fino Europa. 2 = Los ae caballos que existieron en América desde el Pleistoceno fueron los que arribaron con Colén en 1493. Este a través del Atléntico no fue fécil para los animales. La regién maritima ubicada entre oe y_Tas islas ices rimeras ex} nes Se a Amstion oo aegoneats” Cohan, Ponea y los cinturones de calma chicha de les tr6picos atlanticos Latitudes de los caballos, porque en estas reas morian y tenian que ser arrojados al mar muchos de ellos. Pero el esfuerzo de traer caballos a América fue recompensado con creces, y se cargaban cantidades de ellos en os veleros que se dirigian a Ja Espafiola, En 1501, en esa isla ya habia veinte o treinta y para 1503 eran, por parte baja, alrededor de sesenta 0 ssetenta.* Sa ti ecules ag se linton, “tatroduéton of the Hor”, p. 509. FLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO.MUNDO EN EL NUEVO 89 El enorme valor de este animal no consistia tnicamente en | proveer a los conquistadores de los servicios de una excelente bestia. de carga. Durante los primeros afios. fue valioso, princi. palmente, como instrumento de guerra, La visi6n de un hombre a caballo atemorizaba sobremanera a Jos indies; podemos in- ferir que les resultaba tan terrorifica. como podrian haber sido Jas repugnantes criaturas de Hicronymus Bosch para los espa- fioles, si éstas hubieran saltado repentinamente a la vida real, desde los lienzos donde estén pintadas. Los indios de Sudamérica nunca habfan visto un animal tan grande como el caballo, y a ninguna parte los indios habfan visto jams un animal seme- Jante, que fuera al mismo tiempo tan fuerte, tan répido y tan obediente a las érdenes del hombre, Los arawakos sospecharon que los caballos se alimentaban de carne humana, y un solo hombre a caballo podia aterrorizar, y en efecto lo hacia, a grandes multitudes de estos indios. Si el miedo fracasé “en arrasar con la resistencia indigena, entonces, de acuerdo con la macabra hipérbole de Las Casas, un solo hombre a caballo Podia, en el lapso de una hora, acabar con dos mil indios.!* Reiteradas: veces la caballerfa espaiiola logré transformar uaa masacre de europeos en masacre de indios. Bernal Diaz, al describir la conquista de México, décadas después de acon. tecida, mencioné caballo tras caballo, recitando sus nombres, colores y caracteres con tanto afecto y cuidado como el. que prodig6 a sus camaradas humanos, En su apreciacién de las Pérdidas de la Nocke jriste establecié una jerarquizacién que sorprende a quien no esté familiarizado con Ia mentalidad del conquistador: “Era la mayor de las penas pensar en los caba- los y valientes soldados que habfamos perdido.” Hernando Pizarro, cuanrlo cabalg6 apresuradamente con el rescate que habfa pedido por Atahualpa, supo deslindar lo importante de Jo secundario: cuando sus caballos perdieron sus herraduras.y no habfa hierro para reponerlas, ordené que los herraran con plata.“ $C. Columbus, Journals, p. 241; F. Columbus, Life of the Admiral, . 129; Johnson, Introduction of the Horse”, p..599; Cobo, Obra, 17379, 46 Graham, Horses, 55Hf, 683 Johnson, Greater America, p. 27. 90 EL INTERGAMBIO TRANSOGEANICO Después de la conquista, el caballo jugé un papel menos espectacular, pero no menos significativo. Los espafioles nunca habrian podido conservar bajo su control Ia vasta ¢ indémita poblacién indigena si hubieran carecido de los caballos, que Ics permitian transmitir informacién y érdenes, y trasladar sol- dados de un punto a otro con rapidez. El caballo fue muy importante para el transporte de carga, aunque en este papel fuera reemplazado a menudo por los bueyes, mulas e incluso las Hamas autéctonas. El caballo posibilité también la gran industria ganadera de la América colonial, que fue, finalmente, la que incidié sobre las regiones mas grandes del Nuevo Mundo y con més fuerza que ninguno de tos otros intentos espafioles de ese periodo. Un cuidador de cerdos podfa trabajar eficiente- mente a pie; un vaquero 0 cowboy necesitaba del caballo, La sociedad de la América espafiola colonial fue una de as més ecuestres de toda la historia y, en buena medida, su existencia misma dependié de Ia adaptabilidad del caballo a las condiciones del Nuevo Mundo. Los caballos se reproducian més Ientamente que los cerdos en las zonas tropicales, pero in- cluzo en étae crecieron grandes cantidades, y algunos de ellos \ se volvieron tan salvajes como los cerdos.” Pero no fue sino hasta que la frontera espafiola Ileg6 a las grandes praderas, que irrumpieron en Ia historia del Nuevo Mundo las inmensas ma- jnadas de caballos de la famosa leyenda americana. ‘Las tres regiones de pastos més grandes del imperio espafiol fueron los Hlanos de Venezuela y Colombia, las praderas que se extienden desde muy adentro de México hasta Canadé hacia el norte y las pampas de Argentina y Uruguay. En los Tanos, el crecimiento de las manadas de caballos fue lento; el lima, terriblemente caluroso, y los cambios anuales de una estacién de Iluvias a una de sequias disminuyeron las cifras de caballos y de otros animales domésticos, aunque Iegaria el dia fen que Venezuela fuera famosa por ss manadas de caballos y de vacas salvajes.** 4 Cobo, Obras, 1:382. 4 Graham, Conquest, p. 136; Lépex de Velasco, Geografia, p. 138- 148; Antonio de Herrera Tordesillas, Historia general de los hechos de los PIANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO OL Los territorios del Nuevo Mundo que los espafioles coloni- zaron y explotaron en primer término fueron los de la costa y las ticrras altas, estas iiltimas de una altitud similar a la de la ciudad de México. Grandes sectores de esta zona ofrecen bue- nas pasturas para los animales domésticos, pero la regién no es, de ningtin modo, la mejor para los caballos. En el affo de 1531, en Nueva Espafia se criaban menos de doscientos caballos al afio; entonces, mientras éstos completaban su adaptacién al cli- ma y al forraje, la frontera espafiola avanz6 hacia el norte y al interior de las planicies, donde los caballos tenian pocos enemigos, y el pasto era verde y abundante. Para 1550 la cantidad de caballos apenas si valia el es-| fucrzo de enlazarlos. En unos cuantos afios, a partir de esa fecha, diez mil caballos pastaban ya en los campos entre Queré- taro y San Juan del Rio. Mientras el hallazgo de nuevas minas arrastraba a los curopeos y a sus animales cada vez més hacia el norte, el aumento en la cantidad de caballos aleanz mag- nitudes de estampida. Para finales del siglo, cifras incontables de caballos salvajes corrian libremente por Durango. Con tales cantidades todos los mexicanos —espafioles, mestizos ¢ incluso indios— pudicron columpiarse sobre sus monturas y hasta el Sancho Panza de Cervantes supo de la excelencia de la equita- cin. mexicana. Los caballos continuaron avanzando hacia el norte, bien fuera urgidos por los hombres que los cabalgaban o bien sin otro estimulo que el olor del agua y de los pastos que los espe- raban més adelante. Nada, con excepcién de los desiertos més secos, las nieves del Canada y los bosques orientales, detuvie- ron su avance, En 1777 fray Morfi escribié que el rea entre el rfo Grande y el rio Nueces estaba tan lena de caballos “que sus huellas hacen que el pais, completamente despoblado de gente, parezca el més popuiloso del mundo”. Més alla del castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Octano, 1:42if. La eviden- cia de las dos sitimas fuentes es estricramente negativa, 4% Chevalier, Lend and Society, p. 8, 94; J. Frank Dobie, The Mustangs, p. 96; Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quizote, trans Samuel Putman, p. 571 92 BL INTERCAMMIO TRANSOGRANICO Nueces, en donde se’ encuentran hoy Estados Unidos y Ca- nadé, los caballos nunca alcanzaron cifras. tan’ grandes, pero vagaron en libertad, precedieron a los ‘pioneros. anglosajones y los proveyeron de cabalgadura. Fue ‘el espafiol quien dio al vaquero norteamericano su caballo, lo mismo que, como veremos més adelante, sus reses, las herramientas para su negocio, € incluso el vocabulario para levarlo adelante: mustang, bronco, lasso, rodeo, chaps, lariat, buckaroo.® La saga del caballo en América del Sur también fue lenta en sus principios, pero alcanz6 un climax incluso mas espec- tacular, Como ya dijimos, el clima tropical mantuvo bajo el niimero de caballos en Jos Ianos, tal como sucedié en el Brasil, aunque durante el siglo dieciséis este tiltimo tuvo los suficientes para cubrir sus propias necesidades y exportar algu- nos a Angola." El caballo Ilegé al Pert con Pizarro, en 1532; los primeros emisarios que Atahualpa envié a los espafioles regresaron con- tandole acerca de animales gigantescos, que corrian como el viento y mataban a los hombres con sus patas y hocicos. Estos animales sc reprodujerou leutanente en Jas regiones mas altas y frias del Perd, pero si medraron, en cambio, en las tierras de pastos abundantes de los alrededores de Cuzco y Quito. En unos afios los conquistadores y sus cabalgaduras avan- zaron hacia Chile, al sur, pais que, para comienzos del siglo diecisiete, ya se habia hecho famoso por sus finos caballos, Durante el mismo periodo arribaban, al Paraguay, del lado este de los Andes, Jos primeros pobladores, y pronto hubo no- ticlas de manadas de caballos salvajes en csa regién.® © Dobie, The Mustangs, p. 96, 100, 108; Gibson, Spain in America, p. 192-193, ‘% Puschas, Hakluytus Posthumus, 14:500; Magalhdes, Brazil, 2:150. = Johnson, “Spanish Horse in Peru”, p. 25, 83; Cobo, Obras, 1:382. ' Lépee de Velasco, Geografia, p. 516, 931-532; Cobo, Obras, 1:382; Vieques de Espinosa, Compendium and Description, p. 675; Coni, “La Agricultura”, 4:60; Julio V. Gonzéles, Historia argentina, vol. 1, Le era colonial, p. 127; Harris Warren, Pareguay, An Informal History, p. 17, 127-128. PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 93 Si el caballo encontré un hogar en Perd, Chile y Paraguay, en las pampas del Rio de la Plata hallé un paraiso. La mejor forma de describir lo que sucedi6, cuando los caballos legaron a lo que hoy son territorios de Argentina y Uruguay, es decir que fue una explosién biolégica: los caballos, corriendo libre- mente en las inmensas pampas repletas de pasto se reprodu- jeron de una manera semejante al virus de la virucla en el adecuado medio ambiente que le proporcionaron los organis- mos de Ios indios, La historia que se acepta con més frecuencia sobre el ori- gen de los caballos y de otros animales domésticos europeos en las pampas, a finales del siglo dieciséis, dice que provenian de un pufiado de animales que Pedro de Mendoza llev6 con- sigo a Buenos Aires cuando la fundé en 1535. Pero esta pri- mera fundacién de Buenos Aires no prosperé y alli estos ani- males alcanzaron un niimero pequefisimo. Parece dificil que las hordas gigantescas que existfan en las pampas s6lo cua- renta 0 cincuenta afios més tarde, pucdan haber tenido su origen en esa pequefia cantidad de equinos que Mendoza llev6 a la primera ciudad de Buenas Aires Va habia caballos en Paraguay, que pudieron avanzar hacia el sur, y también en Chi- Jc, por To que es licito pensar que encontraron una ruta a tra- vés de los pasos de los Andes. De donde quiera que vinieran, los caballos descubricron que los pastos eran de su agrado. Los primeros colonizadores permanentes de Buenos Aires Hegaron en 1580 y encontraron que habfan sido precediidos en las pampas por gigantescas manadas de caballos salvajes. Estos se habfan_“‘multiplicado infinitamente” en las praderas del Rfo de Ja Plata, dando a luz una cantidad mayor de potrillos, probablemente con més rapidez de lo que hubicra sucedido Jamis antes en Ia historia de Ia tierra." A comienzos del siglo iecisiete, Vazquez de Espinoza nos cuenta acerca de los ca- ballos salvajes que habfa en Tucumén, “en néimeros tales que cubrian Ia faz de Ja tierra y, cuando cruzaban Ia carretera, % Herrera, Historia general, 1:183; Nichols, “Spanish “Horse”, p. 119-128. oF EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO los viajeros se velan en la necesidad de esperar que pasaran durante un dia completo o més, y de impedirles que arras- traran con cllos al ganado domesticado...” £1 habla con te- mor reverencial de las planicies de Buenos Aires, “cubiertas de yeguas y caballos préfugos, en cantidades tales, que cn cual- quier sitio parecian bosques vistos a la distancia” Si bien los cerdos dieron sustento a los colonizadores, su importancia en el desarrollo de la América colonial decaia de manera aguda después de ciertos afios de que se colonizara un lugar, En cambio, ninguno de los grandes pucblos con- quistadores que vinieron al Nuevo Mundo hubiera obtenido sus logros sin el caballo, aunque éste s6lo representa un medio para obtener un fin. Poca gente se ha ganado Ia vida alguna vez criando caballos para usar su carne y su piel, pero mic ones si lo han hecho utilizéndolos para custodiar a otros ani- apes domesticados y vendiendo Ia carne y las pieles de estot dltimos. La imagen més tipicamente ibérica en la historia de Ia América colonial es la del ranchero a caballo observando sus rebaiios, la mayoria de las veces de ganado vacuno. Cuando fl inglés se entrent6 con las inmensas pracleras americanas, se detuvo, las definié como desiertos y buscé un camino para rodeaslas, El espafiol, en cambio, acept6 de buen grado las Planicies, los anos y las pampas, Ievé alli su ganado y lo dejé que se multiplicara y le construyera su propio bienestar, El resultado fue que, en el siglo diecisiete, habfa en el Nuevo Mundo ms reses que cualquiera de los otros animales inmi- grantes vertebrados.** El ganado vacuno proveyd al espafiol de toda la carne que necesitaba, En la década de 1550, un inglés sefialé que en Ia ciudad de México podia adquirirse un ‘“‘cuarto de bucy completo, un trozo del tamafio que un esclavo podia cargar, por cinco tomines, es decir, cinco reales de plata, lo que equi- & Vazquez de Espinosa, Compendium and Description, p. 675, 694; Hakluyt, Navigations, 11:253, "8 Cobo, Obras, 1:382 PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 95 vale exactamente a dos chelines y seis peniques. ..” El gran ntimero de espafioles e indios que se dedicé exclusivamente a la mineria munca hubiera podido hacerlo de no tener a su alcance grandes reservas de comida, muy alimenticia, en forma de cnormes rebafios de reses y otros animales. Esto es especial- mente cierto para quienes trabajaban en minas ubicadas en regiones Aridas como las de Zacatecas y Potosi. Pero los comedores de carne constitufan apenas uno de los mercados de la res americana, y ni siquiera el més importante. La mayor parte de este ganado se sacrificaba para obtener mas bien las pieles y el sebo que la carne. Era una época en la que con el cucro se fabricaban muchos objetos para los cuales, en la actualidad, usamos fibras, plésticos y metales: armaduras, recipientes, baiiles, soga. La demanda de pieles era enorme, tanto en América’ como en Europa, y también el némero de &tas que se exportaban del Nuevo Mundo al Viejo. En 1857, la flota que Iegé de América desembarcé en Sevilla alrede- dor de 100 000 pieles. (Los “cueros” no eran todos de vaca, pero segiin parece sf lo fueron en su gran mayorfa.) Con canti- dades tan grandes de ganado como las que se sacrificaban, el ysebo Ilegé a ser tan abundante que las velas —un -articulo ide Iujo en Europa— fueron en América de uso corriente para icos y pobres, ¢ incluso para los indios. Sin velas baratas y abundantes la minerfa nunca habria podido extenderse tanto como lo hizo. El trabajo subterr4neo se ejecutaba con luz arti- ficial y, aunque el sebo era extremadamente barato, a principios del siglo diecisiete en las minas de Potost se gastaron 300 000 pesos en velas en un ai Muchos de los colonizadores ibéricos eran ya ganaderos cuando legaron a América. En la época renacentista, la Theria del sur era la finica regién de Europa occidental en donde cra habitual la ganaderfa a campo abierto, Todas las técnicas que caracterizarfan a las labores agricolas americanas —el uso constante del caballo, los rodeos periédicos, marcar el ganado, 8 Halduyt, Navigations, 9:357. 88 Chevalier, Land and Society, p. 1075 Cobo, Obres, 1:383; Vaequez de Espinosa, Compendium and Description, p. 625. 6 EL INTERGAMBIO TRANSOGEANICO Jos grandes arreos— fueron “invenciones? de los ibéricos me- dievales, Como sus descendientes americanos, estas gentes vi- vieron y velaron por sus rebafios en regiones fronterizas, afron- tando el problema de las constantes incursiones de enemigos a caballo, En Europa, los moros eran los nativos hostiles, en | América fueron los inclios. Todo permite suponer que no hubo grupo de europeos mejor equipados —tecnolégica, social y psico- Tégicamente— para enfrentar el medio ambiente americano, que los rancheros del sur de Espafia, En Espafia sc desarrollaron no sélo los hombres mis aptos para la vida en las estepas americanas, sino también los ani- males destinados a estas nuevas regiones. El ganado vacuno se adapté mejor atin que los caballos espafioles, de los que ya hablamos. Ligera, delgada, de grandes cuemos, esa res que no se lucirfa en una exposicién hoy en dia, resulté sin em- argo excclente para diversos climas y enfrent6 con éxito a distintos carnivoros, desde los pumas de la regién superior del rio Missouri hasta las anacondas del Paraguay." Los espafioles descubrieron que las Antillas Mayores resul- taban bastante adecuadas para las actividades més prestigiosas de tiempos de paz, como eran, en primer término, la extrac- cién de ore, y en segundo, cuando aquélla decayé, la gana- derfa, Mientras en Espafia los mayores rebafios rara vez habian sobrepasado las ochocientas o mil cabezas, en la Espafiola, en la década de 1520, Oviedo mencioné Ia existencia de muchos rebafios de alrededor de cinco mil reses y algunos que alcan- zaban la cifra de ocho mil. La exportacién de pieles Ilegs a ser, junto con la del azicar, el principal soporte econémico de la Espafiola y, con mayor exclusividad atin, fue la fuente de riqueza més importante de las otras islas mayores. Tan s6lo la Espafiola envié 35444 pieles a Espafia en el afio de 1587. ‘Tantas reses cran sacrificadas para obtener las pieles que “en algunos sitios se ha corrompido el aire, por la abundancia de estas fétidas reses muertas”. En la década de 1560, los in- gresos que sus exportaciones Ie producfan a la Espafiola alcan- % Bishko, “Peninsular Background”, p. 494, 497-498, PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 97 zaban, probablemente, las cifras de 640000 pesos anuales por el aaticar y de 720.000 por las pieles.® 1521 fue el afio en que por primera vez se trajo a México ganado para la crianza, Al principio era tan escaso que se prohibié su camiceria, pero en el transcurso de una década ya habfa ranchos ganaderos, Entre 1532 y 1538 el precio de la came de res bajé un 75 por ciento en Ia ciudad de México. Segiin parece, durante los primeros afios los cerdos y las ovejas dejaron atrés al ganado vacuno, en lo que respecta a la rapidez de su propagacién, pero al cabo de algunas décadas este alti- mo fue el mejor. Muy pronto las reses pastaban por todas partes en México, incluso en la cilida costa del Golfo. En 1568 un viajero relaté que todas las mafianas se arreaban mAs de dos mil vacas fuera de la ciudad de Vera Cruz ‘para evitar los dafiinos tufos de Ia tierra”.** A medida que la poblacién europea de México se afianzaba y comenzaba a avanzar hacia el norte, levé consigo la gana- deria, La penetracién, en el siglo dieciséis, de este ganado en las fértiles regiones del norte de México dio comienzo a uno de ne acantecimientos hiolégieas mAs extravagantes de este siglo, ya asombroso en tal sentido, Para 1579 se afirmaba que en el norte algunos ranchos tenfan 150000 cabezas de ganado, y um rebafio de 20000 era considerado pequefio. En 1586 dos ranchos ubicados en lo que hoy es la frontera entre Zacatecas y Durango marcaron 33000 y 42.000 novillos respectivamente. Segiin un testigo que escribié en 1594, los rebafios de ganado vacuno casi se duplicaban en quince meses. Durante un reco- rrido por México que realizé por encargo del rey francés a © Tbidem, p. 500; Oviedo, Natural History, p. 11; Acosta, Natural and Moral History, 1:62-63, 2713 Ratekin, “Eanly' Sugar Industry", p. 15, Véanse también Benzoni, History of the New World, p. 92; Lopez de Ve- lasco, Geografia, p. 98, 111, 120, 127, 187; Purchas, Hatluytus Posthumus, 145440, 16:91; Vazquer de Espinosa, Compendium and Description, p. 4ly 47, Hakiuyt, Navigations, 11:239; Morrisey, “Colonial Agriculture”, p. 251 Dolores Mendez Nadal’ y Hugo W. Albers, "The Early History of Livestock and Pastures in Puerto Rico” p. 61-64 % Donald D. Brand, “The Barly History of the Range Cattle Business in Northern Mexico”, p.’ 132-193; Chevalier, Land and Society, p. 85, 923 Hakluyt, Nasigetions, '9:361-362. 98 BE INTERCAMBIO TRANSocEANICO finales de esa centuria, Samuel de Champlain escribié con pavor acerca de las “grandes y lisas planicies, que se extienden interminablemente, cubiertas, por todas partes, de un nimero infinito de reses?.* El ganado fue uno de los principales recursos econémicos de 1a Nueva Espafia y las pieles figuraron entre sus exporta- ciones de manera significativa, En 1587 se enviaron 64350 pieles a Espafia, cifra que no incluye, por supuesto, la gran cantidad que quedé en México para uso local. En cantidades inestimables, el ganado salvaje vagaba libre- mente més allé de los horizontes de los colonizadores. A prin- cipios del siglo dieciocho, cuando los espafioles comenzaron un intento serio de asentamientos en la regién sur de Texas, des- cubrieron que las reses habian Iegado antes que ellos. Pstas fueron los antepasados hispdnicos de los famosos Longhorns texanos, Muchos colonizadores de habla inglesa, que arribaron a Texas a principios del siglo diecinueve, creyeron que este ganado era originario de la regién (y, de paso, tan dificil y mis peligroso de capturar que los mustang). El ganado vacuno ce dio bien en las sabanas y montafias de América Central y en la Tierra Firme.*' Pero a medida que se avanza hacia el sur, a partir de México, no se encuentra otra regién ganadera comparable a sus planicies nortefias, hasta Hlegar a los Ilanos de Venezuela, de sciscientas millas en sen tido este-oeste y doscientas de norte a sur. La temperatura promedio es bastante mAs elevada que en las planicies ibéricas y el clima se caracteriza por tener un ciclo anual de sequia y Tluvias; no pudo darse, por Io tanto, en estos Ilanos una “ex plosién biolégica” de los animales domésticos europeos. De © Chevalier, Land and Society, p. 63, 92, 98, 94; Brand, “Range Cattle Industry”, p. 134. © Acosta, Natural and Moral History, 1:271. 1 J, Frank Dobie, "The First Cattle in Texas and the Southwest Progeniters of the Longhorns”, p. 181-182. © J, H. Pany y P.M. Sherlock, A Short History of the West Indies, p. 96; Vazquex de Espinosa, Compendium and Description, p. 244, Si; Lopez de Velasco, Geografia, p, 358; Purchas, Hakluytus Posthumus, 14487, 490, 494. PIANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 99 cualquier manera el espacio y los pastizales atrajeron a los cspafioles y a sus animales, En 1548 un ganadero espafiol atra- vves6 estas regiones arreando un pequefio rebafio con destino a Bogoté. Probablemente pertenecieron a este hato los prime- ros novillos y vacas de los anos. Durante la segunda mitad del siglo, ya vencida la resistencia de los indios de estas prade- ras, en parte por las armas y en parte por la virucla y otras enfermedades, tuvo lugar la adaptacién de la tecnologia y los animales al dificil entorno, Para 1600 ya existian alrededor de cuarenta y cinco ranchos en las planicies venezolanas. Medio siglo mAs tarde en los llanos pastaban cerca de 140 000 cabezas. Al igual que en México, el ganado tendia a avanzar hacia cl interior adelantandose a los europeos y era, asimismo, mas ré- pido para adaptarse que sus propios duefios. Estos “descarria- dos” fueron a veces conducidos por cuidadores africanos, quic- nes habfan sido traidos para reemplazar a los agonizantes indios en el servicio de los espafioles; como las reses, estos africanos se dirigian hacia la frontera para escapar de sus amos.* La historia de Jos anos sigue el mismo curso que la de las planicies mexicanas, slo que a un paso més lento, Fl siglo eciséis fue un periodo de simples comienzos pero Iégaria el tiempo, dos centurias més tarde, en que las vacas y los caballos, domésticos y salvajes, se contarfan por millones y los ranchos particulares marcarian diez mil y més cabezas por afio. La exportaci6n de pieles a Espafia, que habia comenzado en las iiltimas décadas de 1600, a la vuelta del siglo aleanz6 un lugar prominente en la economia yenezolana de la colonia, Durante el periodo que abarca de 1620 a 1665, represent6 el 75 por ciento o més del valor total de sus exportaciones.” © Taylor M, Harrell, “The Development of the Venezuelan Llanos in the Sixteenth Century”, p. 1-5, 59, 65, 70, 72, 162, 168, 172-173, 1975 G. Landgon White, “Cattle Raising: A Way of Life in the Venezuelan Lianos” p. 123, ®t Paez, Wild Scenes, 74ff, 280; Alexander Walker, Columbia: Being 4 Geographical, Statistical, Agricultural, Commercial and Political Account fof thet Country, 2:154-136; Purchas, Hakluytus Posthumus, 141455; Vaz- quez de Espinosa, Compendium and Description, p. 91} Eduardo Arcila Farias, Economia colonial de Venezuela, p. 77-78. | EL INTERGAMBIO TRANSOGEANICO 100 En el resto del continente, hacia el sur de Venezuela, la historia del ganado se divide, a grandes rasgos, en dos catego- rfas; na, la de los asentamientos portugueses en Brasil, donde el clima fue duro, tanto para el ganado como para los hom- bres, y el incremento de los rebafios lento; y otra, la de los asentamientos espafioles, donde la vida era més f4cil y la pro- pagacién més veloz, La historia del ganado del sertdo brasilefio, “el pais de atrds”, es semejante a la de sus parientes de los anos. Durante el siglo dieciséis, el sertén no produjo rebafios que pudieran compararse con los de México 0, como veremos mas adelante, Jos de las pampas. El principal factor limitante fue, de nuevo, un clima dificil, verdaderamente tropical. Este siglo result6 de ajustes y adaptaciones para ambos, hombres y animales. Segin Jos registros (poco claros para las primeras décadas de la. his- toria del Brasil) las primeras reses legaron a la América por- tuguesa con Martim Alfonso de Sousa, entre 1531 y 1533. Su mimero crecfa con tanta lentitud que resultaba demasiado <{,| valioso para ser utilizado como alimento y se destinaba, gene- | ralmente, para el transporte y molienda de Ia cafia de azécar. \Las plantaciones azucareras se extendicron en forma tan veloz que cl incremento natural del ganado no era suficiente para sus demandas. Fue asi, no a pesar sino a causa de Ia dedicacién de esa regién al azficar, que hubo un esfuerzo concentrado para favorecer la cria de ganado en las praderas costeras del noroeste, Pata el afio de 1590 los pioneros que avanzaban desde Bahia hacia el norte ya habian vencido a la retaguardia de la resistencia indigena en Sergipe, y muy pronto las reses ramo- neaban en sus praderas. En Ia boca del rio San Francisco, cuyo valle legarfa a ser el gran corredor hacia el interior, los ganaderos bahianos se encontraron con los ganaderos de Per- nambuco que avanzaban hacia el sur; ambos grupos eran Jas vanguardias de las plantaciones azucareras que se extendian a lo largo de la costa. Tuvo también importancia el ganado en esa regién del Bra- sil del siglo dicciséis que no estuvo dedicada al azticar. Hacia FLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 101 el sureste, lejos de las principales Areas de plantaciones, los rebafios aumentaban lentamente, en la regin de San Pablo, convirtiéndose en un elemento importante en la economia de sus habitantes. Fue de este modo que para 1600, en dos re- giones de Brasil nitidamente separadas y diferentes, los gana- dros estuvieron preparados para Ia primera penetracién real en el pais. Por uno y otro lado, a lo largo del litoral, habia rebafios de quinientas e incluso mil cabezas, Estaban listas una cria de ganado y una generacién de hombres lo suficiente- mente fuertes como para enfrentar el desafio de los indios y del sertén* EI ganado se trajo a Tierra Firme y América Central a principios del siglo diecistis; sus descendientes legaron a Lima no més tarde de 1539, Los rebafios se dispersaron por todas partes, en la regién montafiosa donde el pasto era abundante, y se adaptaron més répidamente que los caballos a las grandes altitudes, El curso que siguieron los acontecimientos fue seme- jante, una vez més, a Jo ocurrido en Ia Nueva Espafia, aunque en una escala mucho menor: un crecimiento numérico acele- rado y Ia huida de muchas reses, que pronto se volvieron salvajes.™ De igual manera que los caballos, el ganado vacuno se dis- pers6, partiendo de Pert con los espafioles, hacia Chile, al sur, y desde alli en y a través de las montafias, Este ganado prosper6 répidamente en Jos verdes valles de Chile; en 1614 los residentes de Santiago posefan ya 39.250 cabezas, con un incremento anual de 13 500." © Rollie E. Poppino, “Cattle Industry in Colonial Brazil”, p. 219-2263 Magalhiies, Histories, 2:150; Purchas, Haklaytue Posthumus, 16:500. © Oviedo, Natural History, p. 79; Cari L. Johannessen, Savannas of Interior Honduras, p. 36-37; Lapez de Velasco, Geografia, p. 350, 359, 3833 Purchas, Hakluytus Posthumus, 14:498; Vazquez de Espinosa, Compendium and Description, p. 205, 220-221, 227, 351, 376, 633, 6445 Romero, His. toria econdmica, p. 99, 118; Jiménez de la Espada, ed., Relaciones geogrd- ficas, 22213. %0 Lopez de Velasco, Geografia, p. 516-593; Véquez de Espinosa, Compendium and Description, p. 733. 102 BL INTERCAMBIO TRANSOGEANICO En Paraguay y Tucumén Ia historia se repite: un incre- mento extremadamente veloz y que se accleraba més ain a medida que los animales vagabundeaban hacia los pastizales del sur y del oeste, incluso més extensos y més verdes. En 1593 ya habia grandes cantidades de reses salvajes en la provincia de Corrientes. Pocos afios més tarde, las planicics de la re- gién de Santa Cruz estaban “llenas de ganado, que a la fecha se ha vuelto salvaje y cubre los campos en una distancia de ochenta leguas a la redonda”. En 1619 el gobernador Gondra de Buenos Aires informé que en el 4rea de su jurisdiccién Ia cantidad de vacas era tan grande que si mataban 80 000 al afio para obtener las pieles, el incremento anual seria suficiente para recuperar Ia pérdida.* Los rebafios siguicron extendiéndose y desparraméndose ha- cia el sur, en direccién a la Patagonia, Los informes de tes- tigos presenciales acerca del tamafio de estos rebafios de las pampas recuerdan, al estudiante de historia de los Estados Uni- dos, no tanto las cantidades de longhorns en Texas sino las de biifalos, Estas miriadas de reses, domesticadas y salvajes, pro- veyeron al Rio de la Plata de una base econémica. Durante la €poca colonial su principal exportacién fueron los cueros; este comercio era ya de cierta importancia al inicio del siglo diecisicte y para fines del dieciocho Iegaria a exportarse un millén de pieles al aio." Puesto que la erfa de ovejas fue todavia més importante que la de reses en la Espafia renacentista, no es de sorpren- derse que Colén trajera algunas, junto con los otros animales domésticos, en 1493. Gon el tiempo la cantidad de ovejas llegé también a ser enorme en América, pero su adaptacién fue mis lenta que la de la mayoria de las otras especies domés- ticas curopeas, No les fue bien en las islas del Caribe ni en Jas hiimedas y calientes tierras bajas. Segiin las noticias de Ber- 1 Vizquen de Espinosa, Compendium end Description, p. 647, 675, 690; Gonzales, Historia argentina, 1:131-133. "2 Vizquez de Espinosa, Compendium and Description, p. 691; Ricardo Levene, A History of Argentina, trans. William $. Robertion, p. 117. PLANIAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 103 nabé Cobo, las tierras inadecuadas para el hombre tampoco eran buenas para las ovejas. Dado que éstas eran mucho me- nos capaces que los cerdos, caballos y vacas de defenderse de los depredadores,"* tampoco se transformaron en salvajes ni se reprodujeron en grandes cantidades para favorecer de este modo a los primeros espafioles que las reclamaran como pro- pias, convirtiéndolos en ricos, Afortunadamente la falta de habilidad de las ovejas para la supervivencia en estado salvaje no incidié en el hecho de que fueran uno de los pilares de Ia civilizacién ibérica. Su carne era frecuente en la dicta espafiola y continué siéndolo en el Nuevo Mundo; su piel era un articulo importante en la vesti- menta europea y Io mismo sucedié en América. En las regiones mineras, vestirse con pieles de oveja resul- taba de vital importancia, puesto que retenian el mercurio, esencial para el procesamiento del mineral de plata. Y, por supuesto, las ovejas adem4s provefan de Ia Jana." La lana fue Ja materia prima que se us6 en la primera industria fabril en América: los grandes talleres textiles a donde se levaba a los indios, a menudo cn detrimento de ou salud, a producir tejidos de lana y de otras clases. Hacia el afio 1571 la Nueva Espafia contaba con ochenta talleres y el virrei- nato del Peri no se quedaba muy atrés. En el siglo diecisiete los talleres ya producfan tefidos suficientes para abastecer las necesidades de las regiones donde estaban ubicados, ademés de un excedente para el comercio en la colonia, e incluso para exportar a Espafia.’* Algunas ovejas se las ingeniaron para sobrevivir en las ch lidas Antillas a principios del siglo dieciséis y de este modo 73 Cobo, Obras, 1:36; Lépez de Velasco, Geografta, p. 20. Véase también Bidwell y Falconer, History of Agriculture, p. 28, para un ani Isis somejante de la historia temprana de las ovejas en Nueva Inglaterra. %4 Chevalier, Land and Society, p. 107; Juan de Ulloa, Voyage, p. 228; Vasquez de’ Espinosa, Compendium and Description, p. 541. 15 Vazquez de Espinosa, Compendium and Description, p. 133, 135, 136, 173, 363, 368, 393, 400, 475, 491, 493, 616, 732, 746; William H. Dusenberry, “Woolen Manufacture in Sixteenth Century New Spain", 223-234. 104 EL INTERCAMMIO TRANSOGEANICO hubo remesas para enviar a tierra firme poco después de Ia fundacién de poblamientos allf. Las ovejas fueron desembar- cadas en Panamd en fechas tan tempranas como 1521, y pode- ‘mos presumir que lo mismo sucedié en todas partes del litoral |caribefio. Cortés tenfa una opinién tan positiva con respecto a las potencialidades de la Nueva Espafia como regién gana- dera que, tan pronto como los aztecas fueron vencidos, envi6 por ovejas y otros animales a las Antillas. Pero fue Antonio de Mendoza, el primer virrey (1535-1549), quien se destaca cn los primeros anales como el principal promotor de la cria de Jovejas. Fue 4 quien importé las soberbias ovejas de Castilla, las de merino, y dio alas a su cria en la Nueva Espaiia —y quien, incidentalmente, lleg6 a convertirse en uno de los prin- cipales ganaderos de su propia jurisdiccién."* A pesar de que no tenfan la resistencia suficiente como para bastarse por st mismas, las ovejas prosperaron, como los caballos, cerdos y reses, bastante répido, en las planicies y los valles interiores, relativamente templados, de la Nueva Es- pafia, Se ha calculado que 200000 ovejas pastaban en una extensién de nueve leguas cuadradas ubicadas justo al norte de San Juan del Rio, Antonio de Herrera cuenta una historia acerca de “hombres que iniciéndose con dos ovejas de vellén largo Hlegaron a poser alrededor de 40.000”, Pronto, el gran niimero de ovejas dio lugar a migraciones estacionales; no mucho después de 1579, probablemente incluso antes de esta fecha, 200.000 ovejas, y més atin, avanzaban como un rio de lana desde Querétaro hasta el Jago Chapala y la regién este de Michoacén cada mes de septiembre, y de regreso, en el mes de mayo, en busca de pastos. Sin embargo, a pesar del tamafio de los rebafios y de su movilidad, los ranchos ove- {eros estuvieron, cn su mayorfa, concentrados en la regién cen- tral de México y se dejaron para los longhorns, mas fuertes, Jas planicies nortefias. En este sentido una excepcién impor- tante fue Nuevo México, en donde las ovcjas sobrepasaban 19 Edward N. Wentworth, America’s Sheep Trails, p. 23; Dusenberry, “Woolen Manufacture”, p. 223; Whitaker, “Spanish Contribution”, p, 4-5. FLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN xL NUEVO 105 en cifras considerables el ntimero de reses, hasta la Megada de Jos anglosajones.”” Peri, no menos que México, resulté una regién donde las ovejas pudieron medrar. Uno de los conquistadores, el capi- tin Salamanca, imports ovejas cuatro o seis afios después de Ja conquista; pronto pastaban en grandes cantidades en las pra~ deras altas, junto con las reses y los animales natives, Hacian Jas delicias de sus duefios, pues se reproducian dos veces en catorce meses." Pero Jas consecuencias que las ovejas y otros animales euro- eos produjeron en los animales nativos no fueron tan agrada- bles. Es indudable que el ganado europeo transmitié al ga- nado nativo una devastadora seleccién de enfermedades. Después de la conquista, la llama y Ia alpaca disminuyeron en propor- ciones tan espectaculares como las de la poblacién indigena. Las razones fueron prdcticamente las mismas: enfermedades y explotacién brutal." El territorio que ocupaba el antiguo imperio inca es una regién quebrada y dividida por los Andes en tantos comparti- mentos que no puede sefialarse un rea, en particular, como centro principal de la ganaderfa colonial, Segtin parece las ove- Jas pastaban en todos Jos lugares en donde se combinaron el buen pasto, el-clima templado y el acceso a los mercados, El lector no puede sorprenderse al escuchar que Ia cantidad de ovejas crecié inmensamente, Ya préximo el fin del siglo diecistis, José de Acosta, refiriéndose al Perd, escribié que “en €pocas pasadas habia hombres que poseian setenta y cien mil ovejas y en Ja actualidad no tienen muchas menos?." Por todas partes, en América del Sur, la historia de la 1 Monisey, “Golonal Agriculture, p. 27; Parchas, Htlytus Por thus, H:469; Chevalier, Lend and Society, ps 95; Dobie, "Cate to Tea p. 78, ea, Osho, Obras, 1:886; Timner de la Bapada, Relaciones ergs ® Romero, Historia econdmica, p. 117; Cobo, Obras, 1:367 £ Romero, Hitoria econdmica, py, 118: Cobo, Obran, Halduytus Posthumus, 14°08; Lfpes de Velasco, Geograji, p Natwel and Moral History, 1:27 106 BU INTEROAMRIO TRANSOCEANICO cria de ovejas presenta pocas sorpresas. Buena parte de éta se Ilevé a cabo en Nueva Granada, al pie de los Andes y en Jas tierras altas, Las regiones de Brasil que colonizaron los por- tugueses durante el siglo dieciséis cran demasiado tropicales para las ovejas, con excepcién de las capitanfas del centro-sur “Rio de Janeiro y San Pablo— donde a finales del siglo toda- via existian rebafios, Prosperaron excesivamente bien en Chile, donde el clima es benigno y el pasto abundante. En 1614, s6lo el distrito de Santiago contaba con 632.825 ovejas, que producian 223 944 corderos al afio, Las pampas eran demasiado calientes y los espafioles muy pocos para proveer de pastores suficientes para un nfimero grande de ovejas. Sin embargo, en Jo que ahora es el norte de Argentina, especificamente el ‘Tucumin, hemos sabido de la existencia, para 1600, de gran cantidad de ovejas y, eventualmente, la Patagonia Ilegaria a ser uno de los principales centros de cria de ovejas del hemis- ferio occidental. ‘Mucho podria agregarse acerca de otras especies de anima- les domésticos que fueron traidos al Nuevo Mundo durante cl primer siglo después de los viajes de Colén. Pero como Ia pa- ciencia del lector tiene limites, s6lo mencionaremos brevemente algunos. En la América precolombina existian los perros, pero los que Megaron con los conquistadores eran més grandes y més fieros; eran en verdad tan feroces que fueron utilizados con gran eficacia en contra de los indios, Parece ser que vol- vieron a la vida salvaje con tanta facilidad como los cerdos, y fue asi que aparecieron cantidades de perros salvajes en la Espafiola, Perd y, sin duda, en otros muchos lugares. Devora- ban lo que podian encontrar: mariscos en Atacama y en la costa peruana, manzanas silvestres en Puerto Rico y, en las regiones ganaderas, sobrevivian como depredadores y eran tra- tados como lobos por los cuidadores del ganado.** "% Viaquee de Espinose, Compendium end Description, p. 733; Ma- galhites, Histories, 2:150; Purchas, Hakluytus Posthumus, 16:50; Prado, Colonial History, p. 232; Carlos Pereyra, La obra de Espaia en América, pe 17h © Oviedo, Natural History, p. 11; Lépez de Velasco, Geografie, p. 20- 21; Acosta, Natural and Moral History, 1:272; Vazquez de Espinosa, PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 107 'Y hubo gatos, muchos de los cuales siguieron a los perros en su retorno al estado salvaje. Cuando Darwin recorrié Ia re- gién de La Plata en la década de 1830, descubrié al gato co- rriente “transformado en un animal grande y fiero” en las roco- sas montafias. Las cabras también Ilegaron con los curopeos y para 1600 podia encontrdrselas en grandes cantidades por todas Jas regiones en las que existfan en abundancia otros animales de pastoreo. También se volvieron salvajes donde las condicio- nes fueron propicias En Puerto Rico las “cabras viven.... sin riesgos porque aprecian los pefiascos y las cumbres de las mon- tafias, y por lo tanto estan libres del acecho de estos perros ase- sinos”. Y en la soledad de las islas chilenas.”* Con respecto a las aves de corral hay algunas confusiones, Giertamente, existieron en la América precolombina el guajolote y el pato americano; hay quienes piensan que existia ademés una cierta clase de gallina, La aceptacién de Ia existencia de csta tiltima significa probablemente también la de contactos precolombinos a través del Pacifico con las regiones donde fue domesticada por primera vez. Sea lo que fuere, no hay dudas de que, para 1600, la mayor parte de gallinas era de. origen europeo y-habfa ademas un mimero considerable de gallinas de Guinea, de origen africano.* eQuign puede imaginarse 2 la Latinoamérica rural sin el burro? Este y la mula’ también son importaciones del hemis- ferio oriental. Aunque se usaron ampliamente como bestias de carga durante la época colonial, nunca legaron a ser tan abun- dantes como los caballos. Probablemente, la presencia de tantos caballos y bueyes hizo que la cria de mulas pareciera superflua, Compendium and Description, p. 667; Cobo, Obras, 1:388-389; Purchas, Hakluytus Posthumus, 16: %S Vizquez de Espinosa, Compendium and Description, p. 49, 117- 395, 930, 727, 733, 748; Oviedo, Natural History, p. 11; Gobo, Obras, 587-388, $90: Charles Darwin, The Voyage of the Beagle, p, 120 8* Cobo, Obras, 1:390-391, 420; ‘Purchas, Hatluytus Porthumus, 16:500-501; F. Columbus, Life of the Admiral, p. 2343 Benzoni, History of the New World, p. 252} Steward, Handbook, 6:394; Sauer, Early Spenish Main, p. 212. us, j | BL INTERCAMRIO TRANSOCEANICO 108 Sin embargo, existieron muchos ranchos grandes de mulas, en general en las mismas zonas donde medraban otros animales de pastoreo, En Argentina, Gérdoba se destacé por sus ranchos muleros. Estos animales también se volvieron salvajes.** Si la impresién del lector hasta este momento es que Ta importacién de ganado en pie que realizaron los ibéricos fue un éxito total, ésta debe ser corregida rapidamente, Para 1600, cspafioles y portugueses estaban probando animales traidos tan- to de Africa y Asia como de Europa; algunos de ellos, como la gallina de Guinea, demostraron ser valiosas adiciones a la fauna del Nuevo Mundo; no otros, como el camello, traidos para servir de bestias de carga en las desiertas costas peruanas. Igual a lo acontecido dos siglos més tarde, en el arido suroeste de los Estados Unidos, los camelles solamente fueron tiles ‘ en teoria, pues los jinetes europeos sc entusiasmaron muy poco con ellos, Un don que se respetara podia sentir admiracién por un caballo, incluso por una mula... gpero por un camello? Este era descuidado y se le permitia huir. Los esclavos fugi- tivos —los negros cimarrones— quienes, sin lugar a dudas, 2 menudo sabia ns que los blancos acerca de los camellos, lor mataban para obtener alimento. La historia del camello en el , Per’ colonial duré apenas sesenta afios. El iiltimo de estos inmigrantes que no se adaptaron murié en 1615." | No toda la importacién de animales fue intencional. Los | béricos, indudablemente, trajeron docenas, incluso cientos de . |distintos insectos y animales que hubicran preferido abando- : nar en el Viejo Mundo, La rata, que sigue al hombre tan fiel- mente como el perro, logré cruzar el Atléntico, convirtiéndose : costa, Nas 8 Gobo, Obrar, p. 3845 Hakluyt, Navigations, 9:390-891 ; Acosta, tural and Moral History, 1:272; Véequez de Espinosa, Compendium and Description, p, 678; George Laycock, The Alien Animals, p. 149-154. Quizis al Ieetor le sesulte interesante saber que muchos ain son salvajes Todavia en 1957, existian alrededor de 13.000 burros salvajes en los Esta- dos Unidos. © Acosta, Natural and Moral History, 1:272; Cobo, Obras, 1:420- 421; Frank Lammons, “Operation Camel. An Experiment in Animal Trans portation, 1857-1860", p. 20-50. PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 109 en una peste importante, y en un transmisor de enfermeda- ) des en Ios puertos de la América colonial. La primera de cstas viajeras fue probablemente la rata negra, que hoy en dia es mas comtin en los trépicos y a bordo de los veleros que Ta rata café, de mayor tamafio. A lo largo de la historia, Ia rata negra ha sido el portador més importante de la peste bubénica y un transmisor tan bueno como cualquicra del tifus.*? Ha habido controversias acerca de si las ratas que atormen- taron a la América espafiola durante los siglos dieciséis y dieci- siete fueron de origen americano o europeo, Bernabé Cobo, que sabja algo de la ciencia genética de su época, afirmé que las ratas siempre habian estado en todas partes, porque “debido a la rotacién de Ja tierra, es natural que estos animales sean engendrados en cualquier sitio” ** Sea como fuere, en las Bermudas no habia ratas antes de Ia Hegada de los europeos y étas desataron, a su arribo, uno de los desastres ecolégicos més espectaculares de la época. Sin Ja menor intencién, los primeros colonizadores ingleses del siglo diecisiete trajeron unas cuantas, y “el Sefior envié al pats una calamidad y castigo muy doloroso, que lo amenaz6 de ruina y desolacién completas”, Las ratas se extendieron por todas las islas, agujereando la tierra con sus madrigueras, anidando en casi todos los Arboles y casi comiendo a los colonizadores en sus propios hogares: “porque al haber sido privados de alimento, muchos murieron y todos llegamos a estar afiebrados y débi- les... algunos no; otros no pudieron salir para estar a salvo ¥ muricron en sus casas”. Una y otra vez parecia que el Sefior haria pagar a los europeos el pecado ecolégico de aban- donar Europa y Ievarse consigo sus plantas y animales, No existen dudas acerca del enorme impacto que tuvo sobre Jos indios el traslado de alimentos y ganado del Viejo Mundo, 8" Vézquez de Espinosa, Compendium and Description, p. $99; “Rats”, Encyclopaedia Britennica, 18:989-990; Hans Zinsser, Rats, Lice ond His: tory, p. 141-186, 58 Cobo, Obras, 1:850-351. % Purchas, Hatluytus Posthumus, 19:160-182, 110 BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO ‘Como ya se ha mencionado, los indigenas tardaron en aceptar Jas nuevas plantas alimenticias, pero los animales domésticos fueron otro asunto, Pensaban que el trigo tenia pocas ventajas sobre el mafz; pero los cerdos, caballos, vacas, gallinas, perros y gansos del Viejo Mundo si resultaban superiores, en casi todos los aspectos, a lo que América ofrecia, En las regiones cercanas a los asentamientos europcos, los indios adoptaron més rapidamente a los animales de tamafio menor del Viejo Mundo. Los espafioles valoraban menos a estos tiltimos que a los grandes y no consideraban una ame- naza el que los poseyeran los indios. Estos animales mas pe- quefios eran més baratos y menos dificiles de manejar por las esposas noveles, En América ya existian amplios precedentes de domesticacién de animales pequefios y, precisamente por esto, sus nuevos poseedores no necesitaban alterar drésticamen- te sus formas de vida. En el transcurso de una o dos genera- ciones, a partir de Ia conquista de sus tegiones, los indios de grandes reas de la América espafiola y portuguesa incluyeron 1a los perros, gatos, cerdos y pollos en su vida cotidiana y en su economia. Antonio de Herrera relata de un indio sabio, quicn, interrogado acerca de qué era lo més importante que habian recibido de Ios castellanos, sefialé en primer lugar los nuevos porque eran abundantes, “frescos todos los dias y bue- nos tanto cocides como sin cocer, para jévenes y viejos”. (Los ‘otros articulos que enlist6 fueron los caballos, bujias y Lam- paras.) ‘Aunque no son muy frecuentes, hay ejemplos de ria, por parte de los indigenas, de caballos, vacas, ovejas y gansos en regiones controladas por los europeos. El mantenimiento de tales animales requirié de cambios radicales en las formas de vida de los sedentarios agricultores. La excepcién fucron las tierras altas del Perii, donde ya habia precedentes de cria de animales grandes. En la Nueva Espafia fueron pocos los indios que adquirieron siquiera rebafios pequefios de ovejas y fueron mas escasos atin los indios poseedores del fiero ganado espafiol. © Hervera, Historia general, 2:34-95. PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO II Incluso en el Perd, tos indios rara vez fueron duefios de gran- des mimeros de estos animales. Por todas partes, en las regiones controladas por los euro- ‘peas, sus animales domésticos —de mayor tamafio— arruinaron a los indios en vez de enriquecerlos. Su espectacular incremento coincidié con una declinacién, de igual magnitud, de la pobla- cién indigena, lo que no se explica exclusivamente por las en- fermedades y la explotacién que padecieron. En la competencia biolégica, los indios estaban en desventaja respecto al ganado recientemente importado. Las civilizaciones indigenas de alta| cultura vivian de una dieta prioritariamente vegetal, por Io que cualquier cosa que afectara a sus campos de cultivo tam- ign los afectaba radicalmente. Los espafioles, ansiosos por ¢3- tablecer en sus colonias su pastoral forma de vida, destinaron al ganado grandes extensiones de tierras que, en buena parte, habian sido cultivadas por los indios con anterioridad, Ademés, al ganado grandes extensiones de tierras que, en buena parte, continente donde las cercas y los pastores eran escasos, inter- nandose en sus terrenos, comiendo y pisoteando sus plantas, Segiin escrihié al rey, Mendoza, el primer virrey de la Nueva Espaiia, refitiéndose a la situacién en Oaxaca: “Su Sefioria puede darse cuenta de que si se autoriza la crfa de ganado, los indios serén destruidos.” Muchos indios estaban mal nutridos, lo que debilitaba sus defensas contra las enfermedades; muchos huyeron a los cerros y desiertos, para enfrentar el hambre en soledad; algunos simplemente yacian por tierra y morian oycn- do los mugidas de sus rivales. La historia de este fenémeno es muy nitida en México y existen buenas razones para suponer que lo mismo pas6 en otras partes de América.” Lo contrario sucedi6 en las regiones més alla de los asenta- mientos curopeos, donde los animales tuvieron a menudo un % Cobo, Obras, 1:988; Gibuon, Astecs Under Spanish Rule, . $45: 346; Gibson, Spain in America, 193-194. a gic 9 Lesley Byrd Simpron,Eplotation of Land in Cental Mexico in the Siteenth Century, fontpicce; Chevalier, Lend and Sucily, ps 94; Zovta, Life and Labor, p. 9, 109, 60-271, Stevath, Handbook, 2:33 Jefecto muy positivo para los indios. De ninguna manera eran BL INTERCAMBIO TRANSOGEANICO 112 estos aborigenes tan numerosos como los de Mesoamérica y Peréi, por lo que en estas regiones habia espacio para los cua- dripedos inmigrantes. Muchos de estos indigenas eran néma- das y los recién llegados multiplicaron sus recursos para esta forma de vida; estos indios recibieron los caballos, vacas, ovejas y gansos no como rivales sino como agregados de gran valor para su dieta alimenticia y para obtener de ellos vestimenta y energia, ‘Los animales, en un orden ascendente de importancia para los indios, fueron las ovejas, las reses y los caballos. Las ovejas rara vez. se volvian salvajes; por lo tanto para estos indepen- dientes indios s6lo resultaban aprovechables como botin a. obte- nner en sus correrfas 0 convirtiéndose ellos mismos en pastores. Esto iiltimo sucedié pocas veces pero vale la pena mencionar las excepciones: para fines del siglo diecisiete, la mayor parte de las tribus de Chaco (situadas donde hoy se encuentran Pa- raguay, Bolivia y cl norte de Argentina) ya comenzaban a criar ovejas. Otro ejemplo son los indios navajos de Nuevo México, es Tlegaron a ser propietarios de grandes rebafior de ovcjas unas décadas més tarde." ‘Mis all de Jas Tineas que demarcaban los asentamientos hispénicos en tierras de pastos, hubo tribus que empezaron a de- pender de manera creciente de la came y las picles de vaca, En la Nueva Espafia el ganado enriquecié mucho a los yaquis, tarahumaras, pueblos y otras tribus y, més al norte de la fron- tera, a los atabascanos, de los que los més conocidos son los navajos y los apaches. En los vastos pastizales al sur y sureste del Perd, los novillos espafioles les parecieron a los indios un regalo de los dioses. Justo antes que comenzara el siglo dieci- siete, Vazquez de Espinosa escribié que las planicies de Santa Cruz de la Sierra estaban “llenas de vacas que hey en dia se han hecho salvajes y cubren los campos en una distancia de més de ochenta leguas... los indios se benefician de este ga- ™ Steward, Handbook, 1:265; Gibson, Spain in America, p. 194. FLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 113 nado, guardndolo cerca de ellos y lejos de los pobres espafioles que lo perdieron”. Los charrias de la Banda Oriental (Uru- guay) y los puelches, aucés, tchuelches, ranqueles y araucanos de las pampas argentinas, vivian del ganado y hacian sus herra- micntas, vestides y chozas de sus picles, esos y tendones.* Muchos indios de estas tribus y una buena cantidad de otras semejantes obtenfan sus reses de los espafioles 0 de los rebafios salvajes siempre que las necesitaban, pero no sc con- virticron en verdaderos ganaderos. La excepcién. mis desta- cada a esta regla la constituyeron los guajiros de la gran penin- sula que sc extiende entre 1a costa oeste del lago Maracaibo y el Caribe, Los guajiros, por su ubicacién en las orillas del Caribe, fueron de Jos primeros grupos de tierra firme que tuvieron contacto con los espafioles y su ganado, Este comenz6 a pastar en Jos mérgenes de la semidrida peninsula, no més allé de la década de 1570, tal vez alrededor de 1550. Casi nada sabemos de la historia de los guajiros en los. primeros afios después de la legada de Colén, pero podemos adivinar que se convirtieron en ganaderos al poco tiempo de obtener as vacas y otros animales, prubablemente de Ta adyacente regién de Riohacha, Esta transformacién debe haberse produ- cido hace mucho tiempo. A pesar del rechazo de esta brava gente a convertirse ni en victimas ni en guardianes de los blan- os, pocas trazas de su cultura han llegado hasta el dia de hoy. Hacia mediados del siglo veinte, los guajiras, que no llegaban a més de 18 000, poscfan 100.000 rescs, 200000 ovejas y ca- bras, 20000 mulas y caballos, 30000 burros y considerables cantidades de cerdos y pollos. De Ia misma manera que su- cede entre los masais de Kenya, el ganado es su principal medida de riqueza, su dieta se compone casi por completo de carne y derivados de la leche, y el precio de una esposa es calculado en reses. Los guajiros son lo que habrfan legado a ser todos los indios de las praderas americanas si s6lo el ga- % Gibson, Spain in America, p. 198; Steward, Handbook, 1:192; Gon- ile, Historia argentina, 1:69-70; Vazquez de Espinosa, Compendium and Description, p, 647. 114 BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO nado hubiera llegado al Nuevo Mundo, sin la compafiia de los europcos.”* ‘Los guajiros no habrian podido manejar rebafios tan gran- des si no hubieran recibido también los caballos. El hecho de que entre estos indios sea un cumplido de primera categoria cl alabar el cabello de una mujer por ser de color parecido a las crines de un caballo muestra su amor por étos.** Los gua- jiros son los tiltimos sobrevivientes de esas tribus de centauros, cuya cultura se transformé y enriqueci6 gracias al caballo. principio, los indios fueron aterrorizados por este animal y, si los espafioles se hubieran salido con la suya, el deseo de los primeros de estar tan lejos de los caballos como fuera posible se habria visto recompensado.* Los europeos fueron plenamente conscientes de la ventaja que el caballo les daba sobre sus sibditos americans, a los que, por lo tanto, intenta- ron prohibir su posesi6n 0 uso, Pero esta restriccién fracas6 siempre, pues los indios eran necesarios como vaqueros y, cuan- do entraban como aliados en la guerra, resultaban incficaces 4 menos que montaran. Sobre todo, los caballos se reproducfan tan velormente y escapaban al control europea en cantidades tan grandes, que muy pronto a un indio le resulté tan fécil como a un espafiol adquirir su montura. Los caballos al igual que las enfermedades avanzaron en las tierras virgenes de Amé- ica con més rapidez que la gente que los habia transportado . al Nuevo Mundo, h Esta historia se repite con todas las tribus habitantes de .: las grandes praderas, desde Alberta hasta la Patagonia, Antes : del arribo del caballo habia pocos seres humanos en las este- pas, Los pastos duros no alentaban los cultives y los animales de estas regiones eran demasiado veloces para proporcionar una fuente de alimentacién suficiente a grandes cantidades de % Léper de Velasco, Geogrefie, p. 148; Steward, Handbook, 4:21 569, $71; Gustaf Bolinder, Indianr on Horseback, p. 42, 04. 8% Bolinder, Indians, 26; Walker, Columbia, 1:545-951, % Steward, Hendbook, 2:427; Robert M. Denhardt, “The Role of the Horse in the Social History of Early California", p. 17; Dobie, Mus- tangs, p. 2. PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 115 gente a pie. Fue entonces cuando el caballo dio a estos indios Ta velocidad y el sostén necesarios, la ventajosa oportunidad de obtener las inmensas cantidades de alimento representadas por las manadas de biifalos de Norteamérica y por las mana- das de rescs salvajes que se hablan propagado tan répidamente en las praderas de ambas Américas. Los indios dejaron de cul- tivar; el trabajo era duro, aburrido y redituaba poco en com- paracién con la vida errante, mas cémoda y més rica de lo que jamés antes hubieran conocido. Alrededor de 1700 0 1750 Jos pehuenches, puelches, aucés, tehuelches y ranqueles del Rio de la Plata, ya todos estaban montados y recorriendo las pam- pas, animados y empujados por los araucanes que habian aban- donado buena parte de su cultura andina para bajar a los valles a explotar los rebafios."* En las regiones de Norteamérica de topografia y clima simi- lares el impacto del caballo fue més tardio pero semejante, A fines del siglo dieciocho las grandes praderas estaban repletas de picles rojas a caballo: blackfoot, arapaho, cheyenne, crow, sioux, comanche. Los indios de ambas regiones, las grandes praderas y las pampas, lograron, gracias a los caballos, espe- cializaciones extremadas semejantes y legaron a parecerse entre si, Los indios vivian sobre sus caballos desde Ia infancia, y sus piemas se desarrollaban arqueadas, La descripcién que hace George Catlin del indio de las pradcras de Norteamérica fun- ciona perfectamente para sw. hermano pampeano Un comanche a pie esta fuera de su elemento y comparativas mente tan arqueado como un mono en el suelo, sin una rama de la cual colgarse; pero en el momento en que posa su mano sobre su caballo incluso su rostro sc vuelve agradable y sc aleja graciosamente como un ser distinto.”* 88 Gonzilez, Historia argentina, 1:68-70; Steward, Handbook, 1:250, 2:756, 763-764; Alfred J. Tapson, “Indian Warfare on the Pampa During the Colonial Period”, p. 5. % Ruth M. Underhill, Red Man's America, p. 153; Tapson, “Indian Warfare”, p. 5; Walter P. Webb, The Great Plains, p. 65 116 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Los indios adoptaron la vida ecuestre porque era una vida plena, Las manadas de caballos constituian por sf mismas una gran tiqueza y la came, huesos, pieles y tendones de los ani- males de las praderas, a los que el caballo les dio acceso, mejoraron su dieta y se agregaron a los materiales que los artesanos aborigenes usaban para fabricar articulos de utilidad y belleza. El caballo permitié a los indios matar més animales de los que necesitaba para si mismo y para su familia y el

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