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Era 19020 cuando Roberto de las Carreras volvía de un viaje a Buenos Aires y encontraba a Berta, su esposa, en la cama con otro hombre. En un Uruguay que estaba debatiendo una primera ley de divorcio, el Estado amparaba al hombre engañado si decidía matar a los amantes. Pero la reacción del autor fue la publicación de estos interviews voluptuosos en los que desafía la institucionalidad del marido y la construcción masculina toda.
Era 19020 cuando Roberto de las Carreras volvía de un viaje a Buenos Aires y encontraba a Berta, su esposa, en la cama con otro hombre. En un Uruguay que estaba debatiendo una primera ley de divorcio, el Estado amparaba al hombre engañado si decidía matar a los amantes. Pero la reacción del autor fue la publicación de estos interviews voluptuosos en los que desafía la institucionalidad del marido y la construcción masculina toda.
Era 19020 cuando Roberto de las Carreras volvía de un viaje a Buenos Aires y encontraba a Berta, su esposa, en la cama con otro hombre. En un Uruguay que estaba debatiendo una primera ley de divorcio, el Estado amparaba al hombre engañado si decidía matar a los amantes. Pero la reacción del autor fue la publicación de estos interviews voluptuosos en los que desafía la institucionalidad del marido y la construcción masculina toda.