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OBRA: LITUMA EN LOS ANDES E.T.S.

PNP PILCOMAYO

“AÑO DE LA PROMOCIÓN DE LA INDUSTRIA RESPONSABLE Y DEL


COMPROMISO CLIMÁTICO”

ETS PNP PILCOMAYO

TEMA:

LITUMA EN LOS
ANDES
GRADO, APELLIDOS Y NOMBRES:

ALO PNP INGA MORALES BRAYAN

CATEDRÁTICO: SOT3 PNP HUAMAN DURAN RAUL

CURSO: USO Y MANEJO DE ARMAS II

SECCIÓN:

HUANCAYO – 2014

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OBRA: CHOLITO EN LOS ANDES MAGICO E.T.S. PNP CHIMBOTE

DEDICATORIA

La concepción de este proyecto está dedicada a mis padres, pilares fundamentales en mi

vida. Sin ellos, jamás hubiese podido conseguir lo que hasta ahora. Su tenacidad y lucha

insaciable han hecho de ellos el gran ejemplo a seguir y destacar, no solapara mí, sino para

mis hermanos y familia en general. A ellos este proyecto, que, sin ellos, no hubiese podido

ser.

Giancarlos Solís Morillo

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AGRADECIMIENTO

Agradezco a mis padres por el apoyo que me brindan, a mis hermanos quienes han

depositado su confianza y

su apoyo en mí. A los señores instructores quienes nos inculcan los principios éticos y

valores como la responsabilidad y como no podría ser agradezco a dios por darme la vida y

cuidar de mí.

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INTRODUCCIÓN

Es la historia de un niño que vive en un pueblo de la sierra.

Una mañana encontró a ICHIC OCLLO (enanito, hijo de SUPAY) leyendo un libro y

este que nada le hizo caso y así pasaba el tiempo hasta que cholito le corrigió una

palabra que el ICHIC OCLLO había dicho.

Poco rato después le dijo que no lo molestara que estaba leyendo fue entonces

cuando se acordó que su profesora le dijo alguna vez no se dice leyendo si no leyendo

así que nuevamente le corrigió; fue entonces cuando lo miro muy enfadado y

desapareció, dejando una nota que decía “TE NECESITO URGENTE, búscame al otro

lado de la pirca.

Así que encaminó pensando que quería entregarle algún tesoro. Con mucho cuidado

trepo para llegar al sitio; pero cayó a un abismo y llegó a parar en un lugar extraño era

un hermoso templo y cuando quiso subir a su pueblo era imposible. Esa seguramente

era su venganza. Cuando de repente descubrió una casa de dos pisos estaba salvado

dijo y vio a un señor recostado con una capa roja que flameaba se dirigió a él. Fue

entonces cuando le dijo; tú eres quien molesto a mi hijo. Así fue cuando comenzó su

travesía para regresar a su pueblo. El Supay el papá de ICHIC OCLLO le encomendó

una serie de retos para dejarlo ir casi imposibles. Pero contaba con la ayuda de

algunos seres mágicos e imponentes quienes le dieron su apoyo.

El autor.

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ÍNDICE

Pág.

CARATULA

DEDICATORIA

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

DE LA OBRA: CHOLITO EN LOS ANDES MAGICO

I.-INFORMACIÓN EXTERNA …………………………..…………………………………

1.1. TÍTULO ………………..………………………………………….…………………

II. INFORMACIÓN INTERNA…………………………………………….……………….

2.1. RESUMEN………………………………………………………………………….

III. ANÁLISIS DETERMINACIÓN DEL TEMA……………………………………………

3.1. IDEA PRINCIPAL…………………………………………………………………..

3.2. IDEA SECUNDARIA………………………………………………………………

3.3. ESPACIO…………………………………………………………………………..

3.4. PERSONAJES…………………………………………………………………….

IV. CONCLUSIONES………………………………………………………………………

V. VOCABULARIO…………………………………………………………………………

VI. MENSAJE………………………………………………………………………………

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ANÁLISIS Y COMENTARIO DE LA OBRA LITERARIA


“CHOLITO EN LOS ANDES MAGICOS”
I. INFORMACIÓN EXTERNA

1.1. TÍTULO: CHOLITO EN LOS ANDES MAGICOS

DENOTATIVO:

Cholito el protagonista del relato donde enfrenta a diversos héroes mitológicos

que le impiden volver a su hogar, pero gracias a su arrojo y valentía y a la

ayuda de seres benévolos logra volver de modo triunfante a su humilde morada

donde las esperanzas su madre hermanos y su amado venadito lucero

 CONNOTATIVO:

Permite conocer las creencias de los pobladores de la sierra ayuda


conocer palabras de vocabulario

 EDITORIAL:

Alfaguara Lima (2004)

 EDICIÓN:

Loqueleo

 N.º DE PÁGINAS:

Contiene 110 páginas.

 N.º DE CAPÍTULOS:

 La primera parte consta de (Cap. 1- 7)

 La segunda parte consta de (Cap. 8-14)

 La tercera parte consta de (Cap. 15-21)

 La cuarta parte consta de (Cap.22-29)

 La quinta parte consta de (Cap.30-36)

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 EL AUTOR Y SU ÉPOCA:

Colchado nació en el pueblo de Huallanca, provincia de Huaylas en el departamento

de Áncash.6 Cuando tenía un año, su familia se mudó al pueblo

de Huayllabamba ubicado en la provincia de Sihuas, de donde eran originarios sus

padres; permaneció en este pueblo hasta los 8 años, hasta que se mudaron

nuevamente a la ciudad costera de Chimbote donde culminó su educación primaria y

secundaria.

Siguió la carrera de docencia en la Escuela Normal Superior Indoamérica,

especializándose en Lengua y Literatura. Fue en esta institución donde fundó, junto a

otros estudiantes el Grupo Literario Isla Blanca y la revista cultural Alborada6 en 1969.

En 1978 publicó su primera obra: La tarde de toros, y en 1980 publicó el primer número

del cuento infantil que lo haría famoso: Cholito tras las huellas de Lucero. Reside en

Lima desde 1983 y es profesor de Lengua y literatura.7

Ha recibido, entre otros premios, el Premio Nacional de Cuento José María Arguedas

(1978),8 el José María Eguren de poesía (1980), el Premio Copé (1983), el Premio

Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (1985), el Premio Latinoamericano de cuento

(CICLA 87), el Premio Nacional de Educación (1995), el Premio Nacional de Novela

Federico Villarreal (1996), el Premio Internacional de Cuentos Juan Rulfo (2002) y el

Premio Casa de la Literatura Peruana (2018).

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 CORRIENTE LITERARIA Y ÉPOCA DEL AUTOR:

Poeta, novelista, cuentista y autor de libros de literatura infantil, Óscar Colchado

Lucio (Huallanca, 1947) es uno de nuestros escritores de mayor trayectoria y ha

recibido múltiples distinciones por su obra que es considerada heredera de José

María Arguedas.

Ha publicado la novela Rosa Cuchillo (1997), así como el libro de cuentos La casa

del cerro El Pino (2003), la ambiciosa novela Hombres de mar (2011), así como la

saga de la novela juvenil Cholito.

Más conocido por ser el autor de la saga literaria infantil del personaje andino

Cholito, con su primera edición Cholito tras las huellas de Lucero publicada a

finales de los 80 y que cuenta con más de 10 ediciones posteriores

 OBRAS DEL AUTOR:

 Aurora Tenaz (1976)

 La tarde de toros (1978).

 Del mar a la ciudad (1981).

 Cordillera Negra (1985).

 Camino de zorro (1987).

 Hacia el Janaq Pacha (1989).

 La conchita que rica (1990).

 Devolverte mi canción (1989).

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 Cholito tras las huellas de Lucero

 Sinfonía azul para tus labios (2005).

 Cholito en la ciudad del río hablador (2006).

 Rosa Cuchillo (2009).

 Hombres de Mar (2011).

 Del mar a la ciudad (2011).

 Cholito en busca del carbunclo (2012).

 La casa del cerro El pino (2013).

 Cholito y el anillo del Nibelungo (2015)

 INFORMACIÓN INTERNA:

2.1. RESUMEN

PRIMERA PARTE:

I:

Cholito es un campesino que ayuda siempre a las personas. Y es por eso, quizá,
que las fuerzas del mal buscan acometerlo y hacerle daño. Mas siempre sale
airoso, gracias a su fortaleza física y espiritual, herencia ancestral de la que siente
orgulloso. Cholito posee lo mejor que pudo dar a sus hijos la nación indígena: esa
veta de sabiduría y tesón que le sirvió para ser protagonistas del
engrandecimiento de una de las mayores culturas del continente. Óscar Colchado
Lucio. (revés del libro)
Encontré al ichic ollco, ese enanito que dicen que es hijo del supay [quechua:
diablo], el diablo, leyendo sentadito sobre la rueda del molino de don Andrés un
librito llamado "Blanca Nieves y los Siete enanitos", con bonitos dibujos en la
pasta que llamaron mi atención.
Tan distraído estaría, digo yo, que ni la sombra de mi cuerpo asomándose por la
puerta, le hicieron reparar.
Bonito nomás, para no espantarlo, queriendo saber si había más dibujos adentro,
me acerqué (p.5).

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Y como ni levantó la cabeza siquiera, con cuidado nomás a su ladito logré


sentarme.
-- Y.… amigo - le dije -, ¿qué te cuentas?
Ahorita desaparece botando azufre como su padre o dejando su excremento
humeante, como dicen que deja, pensé.
Pero nada.
Como si estuviera ausente del mundo, siguió leyendo, sin tomarme en cuenta.
Yo asomé los ojos al libro todo curioso.
Para mi sorpresa, no había dibujos; sólo unas letras pequeñitas, raras, en qué
idioma nomás será pues...
-- ¿Tú eres el ichic ollco o duende que dicen? -- le hablé al rato, aburrido ya,
después de haberme estado gustando de su pelito colorado, como la candela, y
de sus orejas grandes, medio puntiagudas.
Y, como en el comienzo, siguió leyendo, sin hacerme caso; a veces sonriendo,
otras veces medio serio o asombrado.
-- ¿Tanto te gusta leer, oy? -- me acuerdo que le dije, malhumorado,
levantándome, pensando que no me contestaría.
-- Sí, pues, me gusta leyer, y qué... -- habló por fin, medio ofendido.
El molino estaba parado, a pesar que el chorro de agua que lo hacía girar seguía
bajando por el cascarón de eucalipto sin que lo hubieran desviado.
"Leyer", sí, había dicho leyer, y eso me acuerdo que en la escuela la señorita
Amelia, mi profesora, nos había dicho que estaba mal hablado.
Creyendo hacerle un bien, le dije entonces:
-- No se dice leyer, oy, sino leer.
Me miró nomás medio de costado, con mala cara. Chaposas eran sus mejillas,
rosaditas. "De lo que se quema en el infierno seguro", pensé.
Como el agua se estaba desparramando debido a que el ichic lo tenía bien pisado
el eje, según me di cuenta recién, me fui a desviarlo.
¡A pucha! duro estaba ese fierro que hacía desviar el agua. Tanto batallé hasta
que por fin...
De don Andrés, el dueño, no había ni noticias. (p.6)

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Cuando volví de nuevo donde el ichic, éste ni cuenta se daba que ya no entraba
agua al molino. Bien puesto su pie sobre el eje, seguía lee y lee.
-- A pucha, oy -- le dije, yo que soy un aburrido para leer --, ¿qué pues no te
cansas hasta ahora?
Sin alzar la vista me respondió:-- ¡Tú qué sabes lo que estoy leendo...!
Reí nomás en mis adentros, acordándome nuevamente de las advertencias de la
señorita Amelia.
-- Oy, ichic -- le dije --, no te enseñan en el infier..., digo en la escuela, que no se
dice leendo sino leyendo?
-- ¡Total! -- abrió los brazos soltando el libro; recién me fijé en sus ojos: eran
azulitos --, primero me dices que no se dice leyer sino leer y cuando digo leendo
me sales que se dice leyendo... Tú me estás fregando.
Así diciendo se metió bajo la rueda del molino y desapareció. Ese mismo ratito
llamaron de afuera y yo salí a ver. Era doña Agustina, su mamá de Antenor, que
buscaba a don Andrés. Diciéndole que no estaba, me metí de nuevo.
Bajo la rueda del molino, todavía humeando, ahora que no había agua, encontré
su excremento del ichic y al lado un papelito escrito con muki-muki, esa tierra de
color que por ahí cerca abundaba, donde se leía: "Te necesito urgente. Búscame
al otro lado de la pirca [muro de piedra] donde acaba su maizal de don Andrés."
A lo mejor me quiere enseñar algún tesoro, diciendo, me encaminé ese ratito,
rápido rápido nomás.
II. Ya junto a la pirca, que era más o menos altita, noté que crecían en su encima,
aparte de musgo, carhuacashas, esas feas espinas coloradas que cuando se
plantan en el cuerpo de uno así nomás no salen. Con cuidado nomás trepé.
Un vientecito helado, que hizo flamear mi poncho y casi lo hace volar mi
sombrero, silbando subía de la quebrada.
Reparé a todos lados esperando verlo al ichic de un momento a otro. (p.9)
Pero nada. Silbé. Igual nomás. Abajo en la hoyada, de un montecito a otro,
volaban de rato en rato las bubas, esos pajaritos medio plomizos que nadie los
come porque contagian enfermedades. Sólo esos había. Llamé con todas mis
fuerzas:
-- ¡Ichic ollcoóóó!

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Algunas bubas se espantaron. Subió con más fuerza el vientecito conversalón y


en eso, sería el eco de mi voz o el ichic mismo quién sabe, oí como que me
respondía.
Entonces, para más seguridad, decidí bajar; a lo mejor algo le estará pasando al
pobre ichic diciendo. Bonito nomás por un sitio que me pareció bajo, decidí
descolgarme, pero... ¡ah, pucha!, cuando me solté, no había cuándo llegar al
suelo. ¿Qué?, dije sintiendo que me iba y me iba, así paradito. Asustado miré
hacia arriba y vi cómo las crestas de la cordillera se iban haciendo altas, cada vez
más altas, y que la pirca no había sido pirca, sino las macizas paredes de la
cordillera...
Hasta que por fin caí al suelo, sin hacerme daño felizmente, cuando ya pensaba
que me iba a un abismo sin fin. Cuando como tonteado me levanté, lo primerito
que hice fue mirar dónde estaba.
Un hermoso temple, lleno de vegetación, con quebraditas que bajaban sonando
hacia algún río seguro, apareció delante mío. Miré si por la montaña podría subir a
mi pueblo: era imposible. De pura roca, cortada como con machete, no había casi
de qué agarrarse. Tendría yo que dar un rodeo, buscar el camino... ¡Pucha!, me
dio rabia esa ichic. De matarlo era. Pero ya estaba yo, fregado. Esa sería su
venganza de lo que le corregí, ¡mal agradecido! (p.10)

III. Una casa alta, de dos pisos, una mansión, mejor dicho, de lisas paredes
blancas, fue lo que descubrí cuando me hallaba deambulando, esperanzado en
hallarlo al ichic para que me enseñara el camino de vuelta. Vaya por fin, dije
alegrándome. Ya me estaba asustando de no ver rastros de personas en todo ese
tiempo.
Un hombre estaba arrecostado sobre una baranda, como contemplando sus
dominios. En vez de poncho llevaba puesto una
capa roja que flameaba apenas con el poco vientito que debía correr allí arriba.
Será el señor de estas tierras, pensé. Ni bien me acerqué lleno de respeto a
saludarlo, cuando lo noté que sus cejas estaban erizadas de fea manera y, al
parecer, me estaba esperando.
-- Con que tú fuiste el que molestó a mi niño allá arriba, no? -- habló haciendo
rechinar sus dientes.
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-- ¿Su hijo, señor? - dije sin acordarme del ichic, cuando en eso lo veo al enano
que por una de las ventanas de la segunda planta estaba que me sacaba la
lengua -. No, señor - dije un poco temeroso dándome cuenta recién que ese
hombre era el mismo supay -, no quise molestarlo; sólo porque lo corregí nomás
se enojó.
-- ¿Corregir? ¿Y tú qué tienes que corregir a nadie? -- habló siempre amargo --,
¿y a ti quién te corrige?
Calladito me quedé sin responderle.
-- Pues ahora te has fregado -- me dijo, ese ratito en que su mujer segura y una
muchacha buenamoza, su hija, se asomaron a la baranda a curiosear --. No vas a
salir de acá si antes no haces lo que te voy a ordenar.
-- ¿Qué será, señor? -- diciendo me quedé ahí aguardando.
-- Ven por acá - me dijo --. Sube.
Subí por la escalera, de mala gana, maldiciéndolo en mi dentro al ichic, que ahora
jugaba resbalándose por una baranda. Cuando llegué ante el supay, la mujer y la
muchacha ya se habían entrado.
-- ¿Ves esas gavillas hacinadas en esa parva? -- dijo señalando lo que a primera
vista creí que era un cerro, y junto al cual se alzaba una pirca.
-- Sí -- le respondí.
-- Pues bien; mañana quiero verlo trillado y llenado el trigo en esa pila de sacos
que ves ahí.
-- ¿Cuál, señor?
-- Eso que está ahí junto a la parva.
Entonces recién me di cuenta que lo que yo creí pirca en un comienzo, eran los
sacos de lona que estaban puestos unos encima de otros.
-- Bueno, señor.
Dos peones volvían ese ratito de un establo que había más abajo, trayendo
baldes y arretrancos. A uno de ellos le ordenó:
-- Anda adentro y diles que te den algo de comer para este muchacho; tiene que
trabajar.
Así diciendo empezó a bajar las escaleras, advirtiéndome antes:
-- No te olvides. Para mañana.
-- Sí, señor - le respondí nomás sabiendo que no tenía escapatoria.

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IV. Frente a la parva mi decepción fue mayor; tan grande era ese cerro de espigas
por trillar, que ni en un año trabajando todos los días lo terminaría. Triste me senté
ahí a un ladito sin saber qué hacer. Escaparme no podría. En cualquier sitio me
daría alcance. Y si me quedaba, ¿cuál sería mi suerte?...
Así piense y piense que estoy, no sé cómo nomás reparo entre las pajitas que
estaban desparramadas por el suelo, cuando lo veo a una
hormiguita haciendo esfuerzos por pararse; agita esas como manitas que tiene,
con tanta insistencia que por pura curiosidad la levanto y la pongo en la palma de
la otra mano, y oigo entonces que clarito me habla con voz delgadita:
-- Qué tienes? ¿Por qué estas triste?
Entonces fue que tomándole confianza le conté mi desventura.
-- No temas -- me dijo la buena hormiguita --, dame ese pan que tienes en tu
bolsillo y con eso haré que todas las hormigas de este sitio, que somos en
cantidades que no te imaginas, se vuelvan hombres durante la noche y en menos
de lo que supones trillaremos el trigo y lo llenaremos en sacos.
-- ¿De veras? -- dije acordándome del pan recién horneado que me dieron en la
casa de ese hombre que era el supay y que por desconfianza no lo había comido
y me lo había guardado más bien en mi bolsillo.
-- De veras -- respondió.
Alentado por sus palabras, saqué el pan y lo puse ahí sobre la paja, para que se lo
llevara con otras hormigas.
-- Ahora anda descansa un rato y en la noche estás aquí con nosotros trabajando
como un peón más. Así mañana temprano ya podrás presentarte ante el supay,
lleno de paja, sudoroso, a demostrarle que eres tan poderoso como él...
Y verdad pues, en la noche, en plena luna, esos hombres que bajaron de todos
los cerros cercanos, sin ni utilizar caballos para pisar las espigas,
desmenuzándolas así nomás con las manos y echando el trigo de frente a los
sacos, terminaron el trabajo ya casi al amanecer. Agradecido me quedé cuando se
fueron, bailando mi corazón de contento. Ahora sí me dejará ir, pensando.
V. Cuando desde el balcón el hombre vio los sacos taqueaditos de trigo, medio
turbado se quedó, no creyendo seguro lo que sus ojos veían. Varias veces
carraspeó no hallando qué decirme. Más parecía que no estaba en sus planes
soltarme todavía.

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-- Bien, bien... está bien lo que has hecho, pero para irte tienes que cumplirme con
dos trabajos más.
Mi cuerpo tembló.
-- ¿Qué trabajos, señor?
-- Te diré sólo el que vas a hacer en seguida, no me gusta adelantar.
Y como me quedé callado escuchándolo, habló señalando una pampa que había
bien atrás del establo, donde se veía una manada de caballos chúcaros, que
correteaban y relinchaban dando coces al aire.
-- Tienes que amansar esos animales urgentes. Los necesito para mañana
temprano. Mis peones deben viajar a diferentes lugares de la tierra a traerme
almas condenadas.
-- ¡Almas qué...? -- ¡Pucha!, me asusté.
-- Almas condenadas -- repitió mirándome de reojo con mala fe, mientras
empezaba a bajar las gradas.
-- Así es que ya sabes...
Paradito me quedé a esa hora en que el sol rabiosamente alumbraba, mirando la
pendiente altísima por donde caí, sin esperanzas ya de regresar por allí mismo.
-- ¿Estás triste? -- oí una voz a mi tras, dulce, compadecida. Sobresaltado me
volví. Era esa muchacha buenamoza, su hija del hombre, quien me hablaba por
su ventana. Sonreí con tristeza viéndola que ella también sonreía.
-- No, niña, no nomás...
-- ¿Quieres regresar a tu pueblo?
-- Sí, niña -- le dije -- ¿Sabes por dónde es el camino? Del caserío de Rayán soy.
-- Sí -- me respondió alisándose su cabello. Rubiecita era. Su carita también, ¡qué
linda?, rosadita --. Sí, ten paciencia un poco, yo te indicaré por dónde debes
dirigirte. ¿Te ha dado ahora un nuevo trabajo mi padre?
"Sí, pues, uno más me ha dado", iba yo a responderle, cuando en eso llamándola
por su nombre, que no alcancé a oír bien cómo era, su madre apareció
ordenándola que entrara. Ella obedeció. La mujer, que era joven todavía, molesta
me habló:
-- ¿No tienes nada qué hacer ahora?
-- Sí, señora -- le dije un poco temeroso --, un nuevo trabajo me ha dado su
marido.
-- Entonces, pues, hijo, andando, andando...
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SEGUNDA PARTE
VI. Caminando que estoy ya lejitos, no sé cómo nomás oigo que alguien me
llama:
-- ¡Cholito! ¡Cholito!
Sorprendido volteo, ya que sólo en mi pueblo así me llamaban, cuando lo veo que
ya me da alcance la muchacha esa su hija del supay que, agitada agitada,
trayendo algo envuelto en un mantelito me alcanza, diciéndome apenas:
-- Lo he traído esta gallinita para tu fiambre sin que se dé cuenta (p.19)
nomás mi mamá; ya está pelada...
Dejándola en mis manos se volvió sin darme tiempo a otra cosa. Intrigado por esa
ayuda que recibía de la muchacha, medio desconfiado lo llevaba yo el atadito, sin
atreverme a desatarlo todavía hasta ese rato. Como me sentía inútil de hacer lo
que el hombre me había ordenado, no fui derecho a la pampa, sino que me estaba
yendo a buscar algún ojonalcito más bien, para poder echarme agua a la cabeza y
poder pensar mejor. Hambre también tenía, pero no mucha.
En eso, de detrás de una lomita aparece un zorro, con aire amistoso, meneando
su cola como un perro, quien husmeando el aire lo oigo que me dice:
-- ¡Hummm!... gallina! ¡Añañáu! ¿Podrías invitarme un poco de tu fiambre,
muchacho? A cambio te doy medio carnerito, qué dices; yo ya estoy harto de
comer carneros, en cambio gallina, ¡hummm!
-- Pero está cruda -- le dije pensando en que no estaría mal hacer el cambio, ya
que yo desconfiaba de todo lo que fuera el diablo o su familia.
-- Ah, muchacho, y de cuándo acá los zorros comemos cocinado?
-- Bueno, si es así, aquí está; toma.
-- Pero espérate, voy a traer el carnerito -- diciendo se alejó mientras yo lo
esperaba ahí parado.
Al ratito se asomó trayendo entre sus dientes, arrastrando, tanta carne que la
amontonó ahí en mi delante.
VII. Después que se fue, relamiéndose, apurado, yo acomodé tres piedras como
para tullpa y ahí hice fuego. Algo debía echar a mi estómago para no debilitarme,
aunque ganas no tenía. Me atormentaba la preocupación de cómo nomás
amansar esos caballos chúcaros. Ese ratito que estoy terminando de asar la
primera presa, lo veo en el alto un águila enorme que da vueltas y vueltas en la
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misma dirección donde yo estaba. Maliciando que la pobre estaría muna panda mi
carnecita, deseándolo más que yo, sacando mi sombrero le hice señas que
bajara. Y como qué, ahí nomás asentó sobre una roca.
-- Hola, niño -- dijo --, ¿me llamabas?
-- Sí -- le respondí --, quiero invitarte esta carnecita, ¿deseas?
Entonces vi en sus ojos del animalito harto agradecimiento:
-- Gracias, hermanito -- me dijo --, cómo no, gracias.
Después de cortar una presita más para mí, se lo di el resto, que era harto, para
que se banqueteara en mi delante:
-- Sírvete -- diciéndole.
Con qué ganas estaría que ahí mismo empezó a devorárselo como con
desesperación.
-- Gracias, hermanito -- dijo después limpiándose el pico en la hierba --, no sé
cómo pagarte. Tal vez pueda yo ayudarte en algo. ¿Qué haces por estos lugares?
Antes no te he visto.
Entonces mientras comía yo, con cierto desgano le conté mi historia.
-- Caramba -- dijo frotándose la cabeza con el ala, luego de enterarse --, yo podría
sacarte de aquí llevándote en mi encima; pero el problema es que cuando uno
intenta salir de los dominios del maligno, nos volvemos inútiles para mantener el
vuelo, torpes se ponen nuestras alas y caernos a tierra con todo nuestro peso.
Antes ya, yo lo he intentado y casi casi he muerto. Lo único en lo que puedo
ayudarte ahora es amansando esos caballos. Eso para mí es fácil. Déjamelos de
mi cuenta.
VIII. Y de veras, en la noche, en plena luna, abrigadito con mi poncho, observaba
yo cómo la buena águila, bien prendida del lomo de esos animales chúcaros, que
corcoveaban como demonios, logró que aceptaran al final, mansitos, que se les
colocara las riendas y las monturas.
¡A pucha!, cómo relumbraban esos adornos de oro y plata.
Agotada el águila, parada sobre uno de los animales, con el sudor que chorreaba
por su pescuezo empapando su plumaje, me indicó
que montara sobre uno de los caballos y fuera a la casa del hombre a decirle que
ya estaban amansados. Antes nos despedimos con harto afecto, porque me dijo
que para que no maliciara su señor no volvería a aparecer. Volando muy alto, me
acompañó todavía hasta cerca de la casa cuando yo me dirigía a dar cuenta de mi
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tarea.
El maligno, que estaba desayunando en el corredorcito de la segunda planta, se
quedó todo tonteado al verme asomar bien montado en la bestia. Tartamudeó
antes de responderme cuando le dije que ya estaba cumplida la segunda tarea.
Se levantó de la mesa y miró hacia la pampa: los caballos pastaban
tranquilamente, aperados.
La mujer del hombre también que salía con su tetera en la mano para repetirle
café seguro, boquiabierta se quedó mirando a los caballos. Ni me respondió
siquiera cuando le saludé. La muchacha se oía que reía adentro con su hermanito
el ichic ollco; parecía que jugaban a las cosquillas.
-- Bien -- dijo el supay --, yo siempre he sido un caballero, eso no me podrá usted
negar -- medio me asusté: me estaba respetando el hombre --; yo cumplo lo que
prometo. Le falta sólo una tarea, jovencito, si usted me la cumple, podrá irse de
mis propiedades sin que nadie le moleste...
-- ¿Qué será, señor? -- dije tosiendo, para disimular un suspiro, sabiendo que
ahora sería muy difícil ya, que alguien acudiera en mi ayuda.
-- Mira -- me dijo volviendo a tutearme --, dentro de los condenados que deben
llegar mañana hay gente importante, y antes de someterlos al fuego eterno, voy a
darles un banquete con un toro que tengo amarrado aquí atrasito; ven para que lo
veas, ven -- así diciendo hizo que lo siguiera, primero bajando las escaleras y
luego tras su casa, en donde estaba amarradito un buey esquelético, que ni
pararse podía de puro débil y al que señalándolo me dijo:
-- Lo quiero bien gordo para mañana, ¿entiendes?
-- Sí, señor -- le dije haciéndome el suficiente, viéndola a su hija que aguaitaba de
la segunda planta --, entendiéndole estoy.
-- Bien -- dijo --, puedes empezar cuando gustes.
Y, como otras veces, se alejó
IX. Anchadito con una soga delgada nomás lo llevaba yo al animal, bordeando
bordeando una acequia, despacito como en procesión. A las justas podía dar paso
y hasta el viento lo quería tumbar. Este pobre, pensaba yo en mis adentros, ni
puesto tres meses en un inverne podría engordar... y ahora, ahora, seguía
pensando, ¿qué nomás puedo hacer?
Llegando a un sitio donde se elevaba alto el pasto, lo amarré. Silencioso era ese
lugar, aparte del viento nada más se oía. A ratos
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pensaba escaparme, pero me desanimaba sabiendo que el maligno de donde sea


me volvería. Ni rezarle a taita San Juan, patrón de mi pueblo o al niño Manuelito,
que siempre me socorría, me animaba, porque en mi tierra contaban que desde
los dominios del supay las plegarias no llegaban.
Así sentadito que estoy, piense y piense, no sé cómo nomás reparo para un lado,
cuando lo veo que corriendo por entre unos montecitos, avanza la muchacha
buenamoza, hija del hombre, agitada agitada.
-- Cholito -- me dice llegando a mi lado --, he venido a ayudarte: sé que pasas
apuros.
-- ¿De veras, niña? -- le digo alegrándome --. ¿De veras has venido a ayudarme?
-- De veras -- me dice --, la hormiguita y el águila que tu trataste, me contaron que
pasabas apuros. De haber sabido antes que los trabajos que te mandaba hacer mi
padre eran imposibles para ti, hubiera visto la forma de ayudarte.
-- O sea que pensabas, niña, que los hacía yo?
-- Sí, pues, yo creía que era así.
¿Cómo es no?, dije entre mí, para ellos todo es fácil; pero de su taita sí estoy
seguro que sabía bien que yo no iba a poder.
-- Una curiosidad, niña -- le dije tomándole confianza, viendo que se sentaba a mi
lado.
-- ¿Qué nomás será?
-- ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Mejor dicho, mi sobrenombre? -- quise sacarme la
duda que desde el día anterior ya, me puyaba.
-- ¿Cuál? ¿Cholito?
-- Ajá.
Se río, haciéndose un hoyito en su cara.
-- Me lo contó mi hermanito, riendo, dice que en tu pueblo piensan que te has
muerto.
¡Pucha! Eso me trajo recuerdos de mi mamita, de mis hermanitos y de mi amado
venadito Lucero, y extrañé mi pueblo y unas ganas tremendas de volver se me
vino.
-- No te pongas triste -- dijo la muchacha dándose cuenta --; yo te llevaré a tu
tierra ahora mismo si quieres, luego de engordarlo al toro.
-- ¿En serio, niña?
-- En serio, ahora verás...
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Diciendo asina, se levantó y se fue más arribita, donde crecían unas chilcas. Por
ahí se puso a arrancar unas hierbas parecidas al picullo, pero que no eran picullo,
según comprobé después. A cada puñadito que arrancaba le hablaba cosas que
yo no entendí. Después, haciendo un tercio, lo trajo millcadito en su falda y lo
arrojó ahí en su delante del animal.
-- Ahora sí -- dijo volviendo a sentarse a mi lado --, esperemos un poco; ten
paciencia.
Sonreía la muchacha. Sus labios reventaban como moras. Tan bonita no había
visto asina. Y parecía estar queriéndome. Sólo de verla mayor que yo, señorita
como era y yo sólo un wambra [quechua: niño] me arrecelaba, sabiendo sobre
todo hija de quién era.
-- A lo mejor te culparán tus taitas, niña, de haberme hecho escapar.
-- Ni creas - me dijo agarrando la punta de mi poncho, fijándose en sus labores --,
ahora que mi papá vea el toro se alegrará que hayas desaparecido; no le gusta
que haya poderosos como él en sus dominios. Y en cuanto a mí, no sabrán que te
he ayudado, porque dejándote en tu pueblo nomás, rápido me volveré; ya
después cuando pasen los días más bien nos reuniremos de nuevo y entonces sí
viviremos juntos.
-- He... ¿cómo?
-- Ya te explicaré. Ahora mira el toro.
Cuando levanté la vista, lo vi; ¡a pucha!, tremendo animal, gordo. Yo dije se habrá
panzado quién sabe con las hierbas. Pero no. Cuando fui a tocarlo, purita carne
era, queriendo reventar todavía bajo esa piel negra, lustrosa.
-- Ahora sí, ¡vamos!
-- Bueno, niña.
X. A ver reconócelo, ¿es o no es tu pueblo?
Cuando mis ojos se acostumbraron de nuevo a la luz del sol, luego de haber
atravesado un largo túnel lleno de tinieblas por donde me trajo la muchacha,
boquiabierto me quedé reconociendo en primer término el alto y corpulento
eucalipto, orgullo de mi tierra, que se alzaba casi tocando las nubes con su
ramosa copa y que era visto por los viajeros de los más apartados lugares.
Después fue que me fijé en las chacritas, rodando por las lomadas, (p.29)
y en las casitas que humeaban a esa hora, ya tardecita, en que preparaban la
merienda.
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-- Sí, niña, mi pueblo es -- respondí agradecido.


Una curiosidad me entró antes de echarme a correr: ¿dónde estábamos
exactamente? ¿Por cuál lugar habíamos salido?
Me fijé bien entonces, y lo reconocí: era el túnel de una de las minas abandonadas
de Llushca, minas que hace qué tiempos ya sería dizque los portugueses sacaban
plata. Vaya, dije entre mí, nunca pensé que estas minas comunicaran con el
infierno. Eso se me ocurrió pensando en que la casa del supay sería la boca por
donde se entraba a ese lugar maldecido.
-- Ahora sí -- me dijo la muchacha sacándome de mis pensamientos -- debo
volverme, mientras tú visitas a tus familiares. Pero de acá a tres días de nuevo
nos veremos.
-- ¿Dónde, niña, en qué parte?
-- Aquí más arriba nomás, en los alrededores de la laguna de Wiri, donde verás mi
casa.
-- Bueno, niña -- le dije entonces mirando el camino, desesperado ya por reunirme
con los míos.
-- Espera -- me dijo cuando daba el primer paso --, quiero hacerte una
advertencia.
-- ¿Qué nomás será? -- puse atención.
-- Llegando a tu casa por nada vayas a probar comida con sal, tampoco ají; si lo
haces, ya no podremos vernos, ¿comprendes?
-- Bueno, niña, lo tendré presente.
Hice la prueba de alejarme.
-- Espera -- de nuevo me detuvo.
-- ¿Sí?, ¿qué será?
-- Llévate esto -- diciendo me alcanzó una alforjita levantándolo del suelo, que
antes no había visto yo --, en un lado va oro y en el otro plata; cuando tengas
hambre sólo esto vas a comer.
Asustado miré si era cierto. Pero no. Maíz blanco nomás iba en el que decía plata
y maíz amarillo en el otro en vez de oro.
-- Así será su significado seguro diciendo me eché a correr después que duro
apretará mi mano la muchacha, despidiéndose.

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III. ANÁLISIS DETERMINACIÓN DEL TEMA:

3.1. IDEA PRINCIPAL:

El cabo Lituma investiga la desaparición de tres personas, bajo la amenaza


de Sendero Luminoso.

3.2. IDEA SECUNDARIO:

 El amor entre un policía y una prostituta.

 Las acciones del narcotráfico.

 Las creencias y hechicerías en los pueblos campesinos.

 Los posibles asesinatos por los subversivos del Sendero


Luminoso.

 La corrupción de la policía en el Perú.

 La sobrevivencia en el pueblo de Naccos.

3.3. ESPACIO:

 MICROCOSMO:
Naccos, un campamento minero ubicado en la provincia de
Junín.

 MACROCOSMO: El departamento de Junín – Perú

3.4. PERSONAJES:

 PRINCIPALES:

*La bruja Achike


* El cholito: Es el protagonista principal del cuento y quien vive
muchas aventuras en las profundidades donde vive el Supay

* Supay: Es el diablo quien mora en las profundidades donde


cae el cholito en una trampa hecha por Ichic Ocllo
* Ichic Ocllo: Es el hijo del diablo (supay) a quien el cholito corrige en su
forma de hablar y es quien le hace caer en una trampa al cholito.

* Hija de supay: Es la hija del diablo y que ayuda al cholito a escapar


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de la trampa.

 SECUNDARIOS:
* La hormiguita: Era buena y servicial
* El zorro: Hambriento y bueno
* El Águila: Amable y amistoso
* La Waira Warmi: Era interesada y atrevida
* El Gato Tinyero: Malo egoísta
* El Anciano del valle: Era bueno y precavido
* El señor Don Rodrigo Egúsquiza: Era amable
* La hija Don Rodrigo Egúsquiza: Era callada pero cuando
salía de condena, volvió hacer feliz

 REFERENCIALES:
* héroes mitológicos
* fantasías históricas de la mitología del Perú
* Andinos que vienen a la zona

 TIEMPO:
* CRONOLÓGICO: El objetivo es enfocarse en la memoria
como una herramienta sociológica. En la que debemos destacar
no la violencia que surge del pueblo sino quien la conduce hacia
el pueblo tomando represarías entre personas que eran inocentes
y solo buscaban la consolidación de la verdad eran unos simples
periodistas.
* HISTÓRICO: La obra transcurre en un tiempo específico el haremos
saber que fue en el año 2004

* PSICOLÓGICO: las costumbres y vivencias e ideologías que


tiene la gente que habita las zonas andinas.

 TÉCNICA NARRATIVA:

el autor tomo de referencia la comunidad andina para así centralizar su


propósito y dar a conocer a la gente que la Violencia Política.
 LENGUAJE:
* DEL AUTOR: El tipo de lenguaje que utiliza el autor es claro y
simple.
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* DE LOS PERSONAJES: El lenguaje de los personajes es variado, de


acuerdo al grado de instrucción, cultura y costumbres que cultivan, así
que se nota lenguaje vulgar y florido

IV. CONCLUSIONES:

 VALORACIÓN /APRECIACIÓN CRÍTICA:


Es una novela donde representan la más grandes y fantásticas historias de la rica
metodología del Perú.
En donde podemos apreciar la valentía la audacia de un pequeño ser andino
quien enfrenta sin temor a las travesías que es sometido y sin duda donde gana la
partida.
Es una novela muy divertida y sorpréndete de literatura Light e infantil donde
cobran vida algunos seres mitológicos.
Y donde podemos encontrar a un gran protagonista que ama y se siente
identificado con su pueblo y sus costumbres.

V. VOCABULARIO

 Las estructuras de los relatos de aventuras de los clásicos de la tradición


occidental. Asimismo, ha sabido restituir una dimensión mítica al aproximarse
a los problemas sociales de nuestra historia

III. MENSAJE:

Es un novela donde representan la más grandes y fantásticas historias de la rica


metodología del Perú.
En donde podemos apreciar la valentía la audacia de un pequeño ser andino quien
enfrenta sin temor a las travesías que es sometido y sin duda donde gana la partida.
Es una novela muy divertida y sorpréndete de literatura Light e infantil donde cobran
vida algunos seres mitológicos.
Y donde podemos encontrar a un gran protagonista que ama y se siente identificado
con su pueblo y sus costumbres.
Donde nos trata de explicar la forma de vida, sus costumbres sus ideologías sus
tradiciones que se lleva en las zonas altas.
Donde el autor quiere tomar conciencia que ya hay dispensación de la cultura andina
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donde hay algunos entes andinos que vienen a la zona urbana y se olviden de sus
costumbres por miedo al rechazo vergüenza.
O todo lo contrario hay personas que conservan sus raíces y la gente urbana hace
burla de sus costumbres o hábitos.
Esta novela podemos resaltar las costumbres y vivencias e ideologías que tiene la
gente que habita las zonas andinas.

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