Está en la página 1de 2

Resumen y análisis de “Los cuatro núcleos de lacredibilidad”

Estudiante: Yataco García, Greys Alessandra

II ciclo B

Según el texto, la credibilidad se desarrolla desde dos enfoques: el primero, consigo mismo, y el
segundo, con los demás. En cuanto al espacio intrapersonal, el individuo se toma como propio
ejemplo de la confianza o credibilidad, dado que vivencia las tentaciones que quebrantan su ética.
Su segundo mérito es proyectar la confianza que se tiene a sí mismo en los demás; así, si no confía
en sí mismo tampoco lo hará en otras personas. Y bien, ¿cómo se pierde la confianza en uno
mismo? Día a día nos planteamos compromisos, pequeños o grandes, como: “Hoy, saliendo de
clases voy a la biblioteca.”, “En esta semana termino el libro que compré.”, “Investigaré este tema
cuando llegue a casa.”. Sin embargo, ¿cuántas de estas cosas las cumplimos?, y ¿qué sentimos
cuando algún obstáculo derriba nuestra fugaz (por no decir falaz) deseo de superación? Lo que
deviene es la decepción y la extrapolación (¿Será que todos tenemos el mismo problema?).

Ahora, situándonos en el plano interpersonal, la credibilidad se puede limitar con las grandes
decepciones y con las pequeñas, pero significativas, faltas a las normas morales. Y, curiosamente,
estas últimas son las más comunes y las que cimentan la imagen por la que nos van a identificar.
Con las acciones diarias, las personas que nos rodean pueden advertir nuestra actitud e intuir
nuestras intenciones. Si focalizáramos la atención en el ambiente académico, sería decepcionante
saber que las tareas se venden (sí, que tal vez lo que usted está leyendo no lo hizo el estudiante al
que cree que está evaluando), o que algún docente ofreciera ayuda extraoficial e ilegal en alguna
asignatura, ¿verdad? Si sucediera, usted y yo, de descubrirlo, perderíamos la confianza en ellos.

Ahora bien, en el artículo revisado se nos exponen cuatro núcleos para revisar la credibilidad (y,
quizá, hasta el liderazgo de una persona), dos referidos al carácter y otros dos a la competencia.
Así tenemos a la “Integridad”, la “Intención”, las “Aptitudes” y los “Resultados”. Respecto a la
Integridad, el requisito es que se lleve una congruencia entre lo que se piensa y lo que se hace, y,
sobretodo la tenacidad y valentía para defender nuestros principios (valores y creencias). Mientras
tanto, la Intención se centra en verificar si los motivos del individuo son rectos, si se busca el
beneficio mutuo, esta perspectiva es supuesta en base a la conducta diaria. Por su lado, las
Aptitudes son los talentos, las habilidades, el conocimiento y el estilo, las herramientas que se
tienen para lograr con éxito lo que uno se propone. Y, por último, los Resultados son aquellos
antecedentes que nos dan una idea del rendimiento y la capacidad de quien evaluamos, así como
de su reputación de “realizador” o “productor”, en términos positivos.

En nuestro caso , como jóvenes, estamos casi obligados a ser líderes del cambio, por lo que es
menester desarrollar un perfil caracterizado por valores éticos que nos confieran credibilidad.
Ahora bien, ¿quién nos orienta a crecer en este ámbito? Nuestra primera influencia parte del
hogar, cuando forjan nuestra autoestima y comienzamos a creer en nosotros mismos, cuando se
nos inculcan el gusto por hacer lo correcto al ver que nuestros parientes cercanos comparten está
práctica. Con esta base, y ahora en la primaria, secundaria, universidad y en el resto de nuestra
vida académica, el incipiente liderazgo de casa se desarrolla.
Y ya como líderes, en el camino podremos coincidir o discrepar con las personas que nos rodeen,
diferir en ideas y en ideales, pero mientras busquemos el bien común estaremos seguros de seguir
el camino correcto.

También podría gustarte