Weber considera a los individuos como los actores fundamentales de lo social. La
motivación de éstos puede ser de tres tipos diferentes: instintiva, tradicional o racional, a las que corresponde un proceso de decisión diferente. Los objetivos de los individuos, sin embargo, no son tan claros para Weber porque dependen mucho de esta motivación interna, que puede combinarse adecuadamente, como sería el caso de los protestantes-capitalistas, o puede llevar a contradicciones personales, como ocurriría con los católicos-capitalistas. El proceso de desarrollo será para Weber un asunto de equilibrios entre estos actores, que se relacionan a través de sus decisiones personales y de las organizaciones que han construido. De hecho, Weber considera al capitalismo como un sistema que va transformando la racionalidad en un asunto meramente instrumental, y a las organizaciones humanas en burocracias, al extremo de que las organizaciones empiezan a funcionar de manera muy diferente. A diferencia de los católicos, los protestantes (en sus diversas modalidades) creen en la salvación eterna como resultado de la salvación en vida: el trabajo honrado, la frugalidad y el ahorro son las bases de una vida "justa". Así, su ideología les permite aprovechar las ventajas del capitalismo, porque son capaces de acumular capital y ponerlo a trabajar. En cambio, para los católicos lo importante es la vida en el otro mundo, con base en el comportamiento en éste, y eso no les genera incentivos para trabajar en el plano terrenal El punto de partida de Weber es la acción social, centro de cualquier ex-plicación de la sociedad en su visión. La acción social es "una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo". Eso significa que la acción de un sujeto depende y, a su vez, determina la acción de otros, y por eso mismo es social.