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Trece colonias.

Son las primeras 13 colonias que se crearon en EEUU (Estados Unidos) por los colonos
británicos permanentes que se fueron multiplicando (aumentando su población) hasta formar las 13, la
primera colonia fue creada en 1607, en estas habían personas de diferentes religiones que en su tierra
natal eran perseguidas para destruirlas, también hubo varios otros países que colonizaron lugares de
Estados Unidos pero fueron absorbidas por las 13 colonias aumentando su diversidad cultural.

Los holandeses estuvieron entre los primeros en establecer asentamientos en Norteamérica después de
que Henry Hudson, explorador inglés contratado por los holandeses, descubrió en 1609 el río que lleva
su nombre. A los pocos años, los holandeses ya habían establecido la colonia Nueva Holanda en tierra
firme, la cual se extendía desde la desembocadura del río Hudson y seguía hacia el norte hasta
Albany, Nueva York.

Los nombres actuales de isla Staten y Harlem nos recuerdan que fueron los holandeses los que se
asentaron primero en el valle del río Hudson. En la segunda mitad del siglo XVII, la competencia entre los
ingleses y franceses, y los años en pugna con estos rivales ocasionaron el deterioro del imperio
comercial holandés. En 1664, los ingleses capturaron la colonia de Nueva Holanda y le cambiaron el
nombre a Nueva York.

Poco tiempo después, la Dutch West India Company se declaró en bancarrota. Mientras tanto, los
ingleses habían empezado a establecer sus propias colonias en América del Norte. El primer
asentamiento permanente inglés en América fue Jamestown, fundado en 1607 en la moderna Virginia.
Apenas si sobrevivió, lo cual hizo evidente que la colonización de tierras americanas no necesariamente
generaba beneficios rápidos. Pero el deseo de practicar la religión propia, junto con el interés económico,
condujo la colonización al éxito, como lo demostró la Massachusetts Bay Company.

La colonia de Massachusetts constaba, en sus primeros años, de cuatro mil pobladores, pero
en 1660 llegaban a cuarenta mil. Para finales del siglo XVII los ingleses controlaban la mayor parte de lo
que es actualmente la línea costera del este de Estados Unidos.

La América del Norte británica se componía de trece prósperas colonias, que se poblaron con rapidez, de
modo que en 1750 las habitaban alrededor de un millón y medio de personas. Aunque administradas por
el British Board of Trade, el Royal Council y el Parlamento, estas trece colonias tenían legislaturas que
tendían a actuar de manera independiente. Los comerciantes de puertos como Boston, Filadelfia, Nueva
York y Charleston resentían y resistieron las regulaciones del gobierno británico.

Durante la primera mitad del siglo XVIII, las colonias inglesas en América del Norte experimentaron una
importante expansión, marcada por el aumento de su población, del comercio exterior y de la superficie
ocupada. A pesar de que esta última se triplicó, todavía hacia el año 1775 las tierras efectivamente
colonizadas sólo bordeaban la costa, desde el norte de la península de Florida hasta Massachusetts, y
apenas avanzaban unos 150 Km. hacia el interior del territorio. Sólo en algunos pocos puntos se había
superado la barrera geográfica que significaba la cadena montañosa de los Apalaches. El Río
Mississippi también estaba muy lejos de alcanzarse, aunque los franceses ya habían establecido algunos
asentamientos sobre sus costas.

El territorio dominado por los indios comenzaba cerca de la costa del Océano Atlántico. Al oeste de los
Apalaches se abría la "frontera", hacia donde se dirigían grupos humanos. Este movimiento de hombres
hacia el interior del territorio, que continuó durante casi un siglo, ha provisto el material para miles de
novelas y películas de cazadores, montañeses y cowboys; su historia fue también la del exterminio de las
tribus indias.

Se estima que, en el año 1775, la población de las colonias inglesas era de unos 2.500.000 habitantes,
de los cuales 460.000 eran negros (en esos tiempos, y sólo para indicar un punto de comparación,
en Francia vivían 23.000.000 de personas). El primer dato verificable para América del Norte es el censo
del gobierno federal de 1790, que indica 3.900.000 personas. En 1815, los habitantes eran 8.500.000,
entre los que se contaban 1.500.000 negros (200.000 libres y 1.300.000 esclavos).
los centros urbanos más importantes eran Filadelfia, Nueva York, Charleston, Boston y Newport, cuyas
poblaciones oscilaban entre los 10.000 y los 25.000 habitantes (París tenía entonces cerca de 600.000
pobladores, y Londres, unos 750.000). Las trece colonias exhibían características geográficas,
económicas y sociales relativamente diferentes. En las colonias del norte predominaba el trabajo libre; la
agricultura solía ser de subsistencia y el cultivo principal era el trigo.

En las colonias del sur existían grandes plantaciones que se dedicaban a producir tabaco, arroz y, más
tarde, algodón para el mercado europeo, sobre la base del trabajo de los esclavos. En los territorios
cercanos a la frontera, la caza era una actividad importante, que se combinaba con la ganadería y la
agricultura para el propio consumo. La distribución de la tierra variaba según las regiones: en algunas, las
propiedades eran pequeñas y, por lo tanto, de fácil acceso; en otras, eran grandes latifundios en manos
de terratenientes.

El desarrollo de la Revolución Industrial en Inglaterra necesitó contar con abundante materia prima para
las industrias. El algodón utilizado en la industria textil provenía fundamentalmente del sur de los actuales
Estados Unidos. Allí prosperaron grandes plantaciones, donde trabajaba un elevado número de esclavos.

De todos modos, existían ciertas características sociales en común. En general, había extensos sectores
medios rurales y urbanos, que incluían agricultores, artesanos y pequeños comerciantes. Los grupos más
acomodados, con alguna veleidad aristocrática, no solían contar ni con la riqueza ni con el poder social
de la nobleza europea. La excepción puede estar representada por el grupo de los terratenientes del sur,
propietarios de esclavos. A su vez, la frontera brindaba una oportunidad a cazadores, leñadores y
hombres de montaña.

Así, en la época de la Declaración de independencia e, incluso, hasta alrededor de 1815-, América del
Norte era una sociedad fundamentalmente agrícola y en expansión. Quienes participaron de la guerra de
la independencia, entonces, no fueron ni las masas urbanas ni los campesinos empobrecidos de
la Revolución Francesa, ni los obreros que estaban empezando a forjarse alrededor de las primeras
fábricas inglesas.

Nada parecido a la Revolución Industrial había comenzado en América. Fueron, en cambio, los pequeños
propietarios de granjas, los artesanos y comerciantes de las ciudades, los cazadores, los exploradores y
los montañeses quienes lucharon contra Inglaterra por su independencia.

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