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Yves Lacoste La geografia: un arma para la suerre RA EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA LA GEOGRAFIA: UN ARMA PARA LA GUERRA ‘ istros de Educacién (iy entre ellos un geégrafo!) han llegado a proponer la supresin de esta antigua disciplina elibresca y ac- twalmente superada» (igual que si se tratara de una especie de latin). Es posible que antes sirviera de algo, pero ahora acaso Ja television, las revistas ilustradas y los diarios no pzesentan ‘mejor todos los paises al compés de la actualidad, y el cine a0 muestra mucho mejor los paisajes? En la Universidad, donde se desconocea, sin embargo, las adificultades pedagdgicas» de los profesores de historia y geogra- fia de ensedanza media, los catedriticos més saguces compres: ban que la geografia conoce «un cierto malestarm; uno de los decanos de Ia corporacién manifesta, no sin solemaidad, que cha encrado en Ja époce de los estalidoss '. En cuanto a fos j6- vvenes mardarines. que se lanzan a la epistemologia, ccsban por Megar a preguntarse si fa geogratia es una ciencia, si esta acum laciéa de elementos de conocimiento tan asacadcs» de la geolo- ‘fa como de la socioiogia, de le historia como de la demograiia, de la mercorologia como de Iz economia politica o de [a paido- logfa, puede aspirar a conscitvie una cleacia auténtice, autdao- ma, con razin de ses... Pero, gué caramba, dirén todos aquellos que no son geSera- fos, gn0 hay problemas més urgentes que discutir los males de Ia geografta?, o, en rérminos més expeditives, «la geosratia me Ta trae Loja...» ya que no sirve para nada. Pese a unas apariencias cuidadosamente mantenidas. los pro blemas de Ia geografia no conciemen inicamente, ni mucho me- nos, a los gedgrafos, sino, a fin de cuentas, a todos los ciuda. nos. Pues el discurso pedagdgico-conscimsido por Ia: seogratia de los profesores, tanto més fastidioso cuanto que, a la me- dida en que los medios de informacién despiiegan su espectécu- Jo del sntado, disimula, a los ojos de todos, el temible insera- menco de fuerza que es la geografia para los que oxentan el poder. 1, Aypne Meruen, Histoire de ia pensée géopraphique 2» France, PUR, 1969. 6 La geogtafia sirve, de entrada, para hacer la guerra. Ante toda ciencia, ante todo saber es obligatorio plantearse una cues- tién epistemoldgica previa; al proceso cientifico va uaido 2 una historia y debe ser visto-por una parte en sus relaciones con Jas ideologias y por ots como prictica o- como poder. Plantear de entrada que fa gecgrafia sirve, en primer lugar, para hacer la guerra no supone que sélo sitva para dirigir unas operaciones nilitates; sirve también: para erganizar fos terrisorios no sdlo en prevision de las batallas que babré que librar contra tal o cual adversatio, sino también pars controlar mejor a los hom bres sobre los cuales ejerce su autoridad ef aparato del Estado. La geografia es, en primer lugar, un saber estratégico estre- chamente unido'2 un conjunto de préccicas poiitias y militar res, y son dichas préctices las que exigen‘la recopilacién ar- ticulada de unes informaciones extremadamente variadas y a primera vista heterogéaeas, cua cazén de ser y caya tancis no es posible entender si nos limitamos 2 le legitimidad de la divisiéa del Saber para ef Saber. Son esas pricticas es. rratégicss las que. bzcen que la geouraiia cesultc necesatia, en primer vérmizo, « quienes son fos amos de los agarams de Es- rado, (Se trata reaimente de una ciencla? En ol fondo, Ia cues- tidn carece de importancia: no es esencial desde el momento en que tomamos conciencia de que la atticulaciéa de conoci- rientos referentes al espacio, es decir, la geografia, es un se ber estearégico, un oder. La geograiia, en tanto que descriscién metédica de los espa- cios, tanto bajo los aspectos que se he convenido en denominar eGisicos» como bsjo sus caracteisticas sconémicas, sociales, de- mogrdfics y polices (por referieos 2 una cesta divisién del sober), debe situarse absolucamente, en tanto que practics 7 fen tanco que poder, en ef marco de las finciones que ejerce al aparato de Estado zara ef control y la organizacién de los hom bres que pueblan su territorfo y para la guerra. Mucho mds que una serie de estadisticas © que un conjunto de textos, el-mape es la forma de representacicn geourilica por excelencia; sobre el mapa deben ser levedas todas las informa. 7 clones oscesatias para Ia claboracién de tas técicas y de las es- trategias. La formalizacién del espacio significada por el mapa no es gratuita ni desinteresada: medio de dominacién indispen- sable, de domipacisn del espacio, el mapa fue clabozado en pri mer lugar por militares y para militares. La producciéa de ua mapa, es decir, la conversién de una concrecién mal conocida en une representecisn absteacrs, eficaz y digna de confanza, es uuna operacin ardua, larga y costosa que solo puede ser sealiza~ da por y para ef aparato de Estado. El trazado de un mapa im plica un cierto dominio politico y eientifica del espacio repre- sentado, y ¢s.un instrumento de poder sobre dicho espacio y sobre las pe:sonas que viven en d. No es excratio que todavia hoy un gran iimero de mapas, y sobre todo los mapas a gran escala, muy detallados, que frecuentemente se denominan «aa pas de estado mayors, caigen bajo e! secreto militar en un gran ntimero de paises (especialmente en los Estados socialistas). Si la geograffa sirve, en primer lugar, para hacer la guerra y ejerese ef poder, no sirve sélo para eso; aunque no lo parezca, sus Funciones ideoldyicas y policicas son considerables: en el contexto de expansién del pangermanismo (los imperialismos francés ¢ inglés se desatrollscen fundamentalmente en unos am- bientes intelectuales diferentes) fue donde Friedrich Ratzel (1844- 1904) realizé fa obra que todavia hoy sigue influyendo conside. rablemente en la geograffa humana; su Anthropageographie va estzechamente unida a su Politische Geographie. Recogiendo buen ndmero de concestes ratzeianos, como el de Lebensraum (es pacio vital}. y tos de los gedarstos norteamericanos ¥ britdnicos (H. J. Mackinder y A. T. Mahan), reciéa acabada !a Primera Guerra mondial, ef general Karl Haushofer (1869-1946) con- fiere un decisive impulso a la geopolitica. Es cierto que buen niimero de gedgrafos considerardn un absurdo coral que se es- tablezea una relacién entre su geografla ecientifica» y la em- presa del general nazi (poseia el cares a% 3 del Partido nacio- nal-socialista). La geopolftica hitleriana es Ia expresin més exa- cerbada de la funcién politica ¢ ideolégica que puede tener la geograffa. Cabria incluso preguntarse sila doctrina del Fibrec & fo estuvo inspirada en gran parte por los razonamientos de Havshofer, tan estrechas fueron sus telaciones, en especial a partir de 1923-24, en la época en que Adolf’ Hider escribia ‘Mein Kampf en Ia cétcel de Munich. A partir de 1945 resulta de mal tono referirse a la geopo- litica. Sin embargo, aunque de manera més divceta, los este tegas de las grandes pocencias prosiguen el tipo de investiga. ciones emprendidas por los institutos de geopolitica de Munich 7 de Heidelberg, Esta os especialmente la tazea de los servicios que trabajan a partir de las orientaciones de «dear Henry» Kis singer (hizo sus primeras armas como historiador; pero su te- sis se reiere a una discusidn geopolitica por excelencia: el Com grexo, de Viena). Hoy, mds que aunca, son unos argumentos de ‘ipo geogréfico los que impregnan fo esencial del discurso po- Iitico, relidrase 2 los problemas eregionalistass 0, a nivel pla retario, a los del «centro» y de la eperiferiam, del , En efecto, s6lo en el. sigio mx aparece la sograjia de [os profesores, que ha sido presentada como la jinica cografia de la que conviene hablar. No obstante, a parsir de esta época, le geografie de los mi- ‘eares, por muy discreta que se haya hecho, no ha dejado de existiz, con un personal especializado cuyo miimero no es des- preciable; con unos medias considerables, can sus tazonamientos y sus métodos, y sigue siendo, al igual que siglos ates, un te- mile instrumento de poder. Este conjunto de representaciones cartogrificas y de conocimientos muy variados tratados en su telacidn con el espacio terrestre y con las diferentes précticas del poder constituye un saber claramente percibide como estra- tégico por una minoria dirigente; Jo utiliza como instrumento de poder. A la geografia de los militares que deciden a partir e los mapas su tictica y su estrategia, a la geoprafia de los di- rigentes del oparato de Estado que estrucruran sx espacio en provincias, deparcamentos, distritos, a la geografia de los ex ploradores (con frecuencia militares) que han preparsdo la con- quista colonial y t2 avalorizacién», se ha sumado la geografia de los estados mayores de las grandes frraas y de los grandes bancos que deciden la localizacién de sus inversiones en el plar ‘no regional, nacional e incernacional. Estos diferentes aniisis geogrdficos, estrechsmente unidos a unas pricticas militares, po- Iiticas y financieras, consticayen lo que se puede denominar la egeogratia de lcs estados mayores», desde los de los ejércitos a los de los grandes aparates capitalistas. Pero esta geograffa de los estados mayores es casi total- mente ignoreda por todos aquellos que no {a practican como lnstramento de poder. Hoy més que aunca, la geograffa sirve ea primer luger para hacer la guesza. La mayoria de los gedgrafos universitarios ims ginan que, a pari de la confeccidn de unos mapes relative. — mente precisos para todes los paises, para rodas las regiones, Jos militares ya zo necesitan recurtir a la ciencia geogrética, a Jos conocimientes cispares que reine (relieve, lima, vegeracién, ios, distribuciéa de la poblaciéa, etc.). Nada mis falso. Ea. pri- mer lugar, porque las «cosas» se tansforman con rapidec! si bien la topografia evoluciona con mucha Jentinad, fa localiza. cién de las instalaciones industriales, el cazado de las vias de citeulacién, las formas de habitat se modifican a un ritmo mu- i f cho mis répido, y hay que tener en cuenta estos cambios para establecer las técticas y las estrategias. =. Por otta parts, la puesta ea prictica de nuevos métodos bé- cos implica un andlisis muy preciso de las combinaciones geo- gxéfcas, de las relaciones entze los hombres y las «condiciones naturales» que se pretende precisamente destrir 0 modificar para hacer inhabitable una regidn © para iniciar un genocidio. La guerra dei Viemam ofrece numerosas pruebas de que la geogtafia sirve pera hacer a guerra de la manesa més total y generalizeda. Uno de los ejemplos axis conocidos y més dex miaticos ha sido le aplicacién, en 1965, 1966, 1967 y sobre. todo. en 1972, de un sistemdtico plan de desiruccién de la red de diques que protegen las llanuras extremadamente pobladas del Vietnam def Norte: atravesadas por rfos tumultuosos, de terri- bles crecidas, que corren, no por fos valles, sino, al contrario, por terrenes altos, por los terraplenes formados por sus aluvio- nes. Estos diques, cuya importancia es, de hecho, absolutamen- te vital, no podian ser objeto de bombardeos masivos, directos y evidentes, pues [a opinién publica intemacional lo habria interpeetado como la prucbz de la perpettaciSn de un genoci- dio, Era preciso, pues, atacar esa red de diques, de manera precisa y discrera, en deverminados lugares esenciales para la proteccién, de los quince millones de hombres que viven en ‘sas pequefias lancras rodeadas de montafias. Era preciso que jos diques se rompieran en los lugares donde la inundaciSn ten- dria las més desastrosas consecuencias § La eleccién de Jos lugares que habla que bombardear pro- cede de un rezonamiento geogrifco que implica. varios niveles de andlisis espacial. En agosto de 1972, utilizando un conjento de razonamien- tos y de andlisis que son especificamente geogedficos, consegui demostrar, sin la menor contradiccién, la estrategia y Ia tictica que ef estado mayor americano practicaba contra los diques. Si 2, Ver en la revista Hérodote, mim. 1, Maspero, 1976: «Enquire sur fe bombardement des digues du flewve Rouge (Vietnam, été, 1972)». 12 una investigacién geogrdfica ha permitido desenmascarar al Pe tdgono, es porque su estrategia y su tdctica se basaban ese dalmente en un andlisis geogrifico. No tuve més que recons- ticuir, a partir de informaciones principalmente geogréficas, ef razonamiento elaborado para el Beaclgone por otros gesgrafos (aciviles» 0 de uniforme, da i EI plan de bombardeo de los "eaves del. delta del rio Rojo no debe sex considerado coino una empresa excepcional que aprovechura unas condiciones geogréficas muy especiales, sino, muy al contrarfo, como una operacida que parte de una estrate- gia de conjunto: Ia aguerta geogréfica» puesta en prictica masi- vameate en Indochina y sobre todo en ef Viemam del Sur du rante mis de die afios he sido Uevada con una combinaciéa de medios poderosos y variados. Esta estrategia ha sido fre cucntemente denomineds eguerca ccoldgica> (ye sabemos ae fa ecologia es uns palabra de moda). Pero, en ‘realidad, hay que teferirse a la geografla, pues no se cata tinicamente de deseruir o alterar ‘as relaciones ecoldgicas, se trata de modif- car en amplisima cedida Ia situacién en que viven millares de hombres. En efecto, no se trate dnicamente de destruir ta vegetacién para obtener unos :esultados politicos y militares, de transfor. mar Ia disposicién Hsica de los suelos, de provocar voluntaria- mente auevos procesos de erosiéa, de alterar determinadas re des hidzogséficss pera modificar ‘a profundidad del nivel de base (para secar los poros y los arrozales), de destruir tos diques: se ha intentado modiScar radicalmente la disccibuci6n espacial de lar poblacién practicindo por diversos miedios ona politica de re agrepacién en las waldeas extratégices> y de orbanizacién for vada. Estas accionss destructivas no son tan- tas forografias de paisajes como dorante las vacaciones en que se winace», gufa en mano, Ia Bresafia, Espafia o... el Afganistan, La ideotogia del turismo convierte Ia geograffa en una de las formes del fenémeno de consumo de masas: multinudes cada vez mis numerosas se sienten apoderadas de una aucéatice hem- bre canina de paisajes, fuente de emociones estéticas més 0 menos codificadas. El mapa, representacién formolizada del es- pacio que sdlo unos pocos saben leer y utilizer como instru- mento de poder, ha quedado amplismente eclipsado en la’ men- 20 te de todos por Ia forografia paisajista. Esta, segiin los «puntos de vista» y segin las distancias focales de las lentes de los of jetivos, escamoter las superficies y las distancias del mapa para privilegiar las siluetas copogréficas verticales que se recortan, como en un diorama, sobre el fondo del cielo. Es todo ua. con- dicionamieato culeusal, toda una impregnaciin que nos incica 11 todos en [a medida en que somos propensos a cmsiderar be- llos unos paisajes a los que en otra época no se prestaba aren- cidn. (Pot qué es bello un paisaje? cPor qué se le considera bello?) No solo hay que ir a ver tal o cual paissje: ta fotografia y al Gine reproducixin también incansablemente determinados tipos de imagenes-saisales que, exeminados con mis detalle, son otros tantos mensajes, otros tantos discursos muds, dificilmen- te descodificables, o:ros tantos cazonamientos que 20 por haber side subrepticiamente inducidos por ef juego de las connotacio- tes son menos imseracives. La impregnacién de la cultura so cial por las imageccs-mensajes geogséticas difundidas © imoues- tas por los medios de informacisn es, desde el panto de vista histrico, un fendereno nuevo que nos sittia en una posiciéa de pasividad, de contexplacidn estética y que shuyenca todavia mis la idea de que algunos puedan analizar el espacio sein decer- minados métodos 3 in de estar capacitados para desplegar unas nuevas estrategias ace permican engatar al enemigo y vencerle De este modo, 1a geogtatiaespecticulo y Ia geografia esco- Jar, que aetiian con unos mécodos tan diferentes que puede re- sulter paradgjico acercarlas y concertar los efectos ideoldgicos de fos westerns y ce los manvales de geograffa, Hegan, six cin- barge, 2 idénticos ultados: 1. Disimular ‘2 idea de que el saber geogrifco puede sex un poder, de que dacerminadas representaciones del espacio pue den ser unos medics de acciéa y unos instrumentos poifticos. 2. Imponer {a idea de que Jo que esté relacionado con 1a ‘geografia no procede de un razonamiento, en especial de un ra- zonemiento estratézica Levado en funeiéa de una opcién polic- ca. El paisaje ¢5 alco para contemplar y admirar; la leccidn de an seogratia algo para aprender, pero sin nada que entender. ¢Para qué sirve un mapa? Es una imagen para una agencia de turismo © el trazado del itinerario de las prdximas vacaciones. UN SABER ESTRATEGICO ABANDONADO EN MANOS DE UNOS POCOS EL resultado de [a superchcria operada por las imdgenes de la geograffa-especxiculo y las ecciones de los profesores es que tuna minoria, la que ya posee los restantes poderes reilitares, policiaces, politicos, administeatives y financieros, es ls nica que poses también’ el poder que procura la geograiia cuando es entendida coma saber estratégico. Es cierto que en aumerosos paises, los paises socialistas en especial, [os mapas 2 gran escala sélo se hallan en las manos consideradas seguras: las de los inspectores de policia y les off ciales del ejéecito. Los estudiances de geografiz Uegan a reali- yar fos trabajos précticos en unos mapas imaginarios. Este lujo de precauciones puede parecer actualmente algo dusorio, si-se trata de precauciones contra un enemigo exterior, cuando los satélites. proporcionan millares de fotograflas que permiten alzar Jos mapas més desallados (es cierto que los nombres de legates no constan en las foros). Pezo es un hecho muy sintomético que en muchos paises del Teccer Mundo se haya probibido Ia venta de mapas a gran escela a partiz del momento en que las tensiones sociales ban alcanzado un cierto niv: En la guerrilla, una de las fueress de los campesinos ex la de «conocer» muy bien tdcticameate el espacio en que com- 23 baten, pero, limitados a si mismos, su cspacidad ‘se descaorona en el caso de unas operaciones a nivel estratégico, pues éstas deben ser Hevadas a otra escala, en espacios mucha més vastos que sélo pueden representarse de manera cartogréfica. En ef de- sarrollo de la guerrilla se salva una etapa muy importante cuan- do aparece un estado mayor capaz de leer los mapas, obtenidos casi siempre a cambio de grandes sactificios. La necesidad de saber leer un mapa se plantea también en las manifestaciones urbanas, la guerrilla urbana, la guerra caller jera; en algunos paises (socialistas 0 a0), el piblice 20 puede adquirir un plano de [a ciudad, sino Gnicamene el exquema de fos lugares frecuentades por los turistas; este medida permite que la policia establezca une divisiéa en. zonas tanto més eficaz cuanto mds dificultosa resulte la representacién espacial. Después de varias experiencias desastrosas, el aprendizaje de ja leccura del mapa aparece como una tarea prioritaria para fos militantes de un elevado niimero de pzises. Sin embargo, ex la crayoria de los paises de régimen emado «liberal», la dift- sida de los rsapas, 2 toda escala, es totalmente libre, asf como la de los planos de fa ciudad. En efecto, las auroridades han descubiesto que podian ponerlos en circulacién sin el menor inconvenient, pues los mapas, para quienes no han aprendido a leerlos y a utilizarlos, no tienen mayor sentido que una pa gina escrita pera los que no saben leer. No es que'el aprendizaje de la lectura de un mapa sea una tazea dificil, pero todavia no se percibe su interés en las précticas policcas y militares: fa li bre circulacidén de mepas en los pafses de régimen liberates ef corolacio de fa escasez del niimero de personas que pueden pre. tender utilizar contra los poderes establecidos otros tipos de aecién que tos estipulados en ua sistema democzético. Sin embargo, la impostancia del andlisis geogrifico 20 se si- tia Gnicamente en el terreno de Ia escratesia 7 de Ia técrica mi- litares, aunque ea determinadas ciccunstancias sea esencial. La falta casi total de interés en medios muy extendidos ha- cia una reflexién de tipo geogrifico permice a los estados mayo- res de las grandes frmas capitalistas desplegar unas estrategias 24 Sees espaciales cuya efcacia reside, en buena parte, no tanto en ed seereto que las zodea como en la despreocupacién de los mili- tantes y de los sindicalistas respecto 2 Ios fendmenos de locall- zacién; como veremes, el ‘andlisis de los marxistas, que es fun- damentalmente de tipo histdrico, descuida casi tocalmente la distribucién en po- ded representar toda Ia Tierra en an mapa tinico a pequedisi- mma éscais', v dorante mucho tiempo este mapa constituird el or gallo de les soberanos que lo posean. Durante siglos, sdlo los miembros de las dases dirigentes pudieron aprehendet median- te el pensamiento unos espacios demasiado vasios para tener- los bajo la mitada, y estas represencaciones del espacio eran un instrumenta esencial de ejercicio del poder sobre unos rerriton ‘ios y unos hombres mas © menos alejados, El emperador debe poser una tepresentaciéa global y precisa del imperio, de cus estmucturas espaciales inzernas (provincias) y de los Estados que lo rodean: necesita, entonces, un mapa a pequeda escala. En cambio, para trarar los problemas que se plantean en tal 0 cual provincia, necesita on mapa a escala mucho mayor a fin de poder dar étdenes, a distancia, con una relativa precisién. Pero para la mesa de fos hombres, dominados, la epzesentaciéa del impetio sélo es mitica x 20 tienen mas visién dara y eficaz que Ie del tecrirorio de la aldea. En fa actuslided es uy discinto, ¢ le-masa-de ta poblacién se tefiere mis 0 menos conscientemente, para unas prdcticas muy diversas, a unas representaciones del espacio extremadamente umerosas que, en la savoria de los casos, siguen siendo may imprecisas. 1. Recordemos, incluso a los gesgeafos que caen con frecuencia en el erzor, que cuanto més més bien a unos fragmentos d= representaciér espacial mal cox‘ugedos, 2 un tiempo de escalas muy difereate: y encabalgedas entre sf. Las précticas socisles se han convertide ids 0 menos confussmente en multiescalares. Antes se vivia 10 ralmente ex ua snismo ‘ugar, en un espacio limitado pero bien conocido 7 coniauo. Hoy, cada una de nuestras diferentes «ac- tividades» se inscribe en unas migajas de espacio, entre cuyo wurso consultees especialmente’ nuestros elojes cuando, cada dla, se nos hace sasar de una a otra. Si los sondimbulos se des- plazan sin saber zor qué en un fugar que conocea, nosotros 20 sabemos ddnde , proceda en buena parte dz la preocupeciéa incons- Gente de fo alejarse de una especie de hechizo patridtico, de no corer el peligro de confrontar la ideologia nacional con les contzadicciones de la realidad. Todavia hoy, en todos fos Estados, y sobre todo en los nue- vos Estedos salidos recientemente de la dominscién colonial, Ta ensefanza de ia geografis ve unida inenntescablemente a la ilustracién y a Ja edificacién dei sentimiento nacional. Guste 0 no, los argumentos geogtéficos pesan con fuerza, no sélo en el disearso politico (o de los politicos), sino zambién en la ex resign popular de la idea de patria, trétese de los reficjos de una ideologia nacionalista iavocada por unos coroneles, una pe- quefia oligarquia, una xburguesia nacional, una burecracia de gran potencia, o los sentimientos del pueblo viewnamita, La ides nacional es algo més que connotaciones geogrdficas; se formula fen gran parte como hecho geogrifice. Pero hay maneras muy 40 diferentes de pensar el espacio. Ast pues, la instauracién de la ensefianza de la geografia en Francia a fines del siglo xx (como en la mayeria de paises} no mvo como objetivo la difusién de tus cuerpo conceptual que pemmitiera aprchender racional ye tratégicamente la espacalidad diferenciai, pensar mejor doe pacio, sino naruraiizar , del «Massif central», de fos «Alpes, denominaciones que han pasado a ser tan familiares que tenemos Ja impresin de que se trata de una divisin existente desde siempre. Ha sido reutiliado y repro- ducido en todas las monograffas que han precisado y completado la deseripcida del Maestro y en todo el discurso escolar y uni- 44 versitatio. A partic de Vidal, que establecié el plan de una vor Tuminosa Géograpbie universelle, que sus discipulos se encar- garon de realizar, Ia descripcién geogréfica de cualquier pais consistird en presenter Jas diferentes «regiones que lo compo- erm y describislas uca tras otra; este método, que no provocs ninguna critica, conoce un éxito considerable en todo el mun- do y cimenta el prestigio de Ta escuela geogrifica francesa. La geogralia regional se “mpone como Ia «geogratia por excelencian, aunque sdlo sea pc asocia estrechamente a un tiempo la sxgeogratia fisica» con la «geogtafia humana», La véeniea de, la geogratia regional consiste en verificar como evideacia la exis tencia en un pais de zn determinado niimero de regiones y en describirlas una tras =ira 0 en analizar solamente’ una de elles, su relieve, su clima, su vegetacidn, su poblaciSn, sus ciudades, su agricultura, su industria, etc., considerando a cada una de ellas como un conjun:o que contiene otras regions més peque- fias. Esta técnica impzegna actualmente todo ¢] diseurso sobre Ja sociedad, toda la seexidn econémica, social y politica, prov ceda de una ideologis de édereche» 0 de sizquierdas, Es uno de los mayores obstisulos que impide plantear los problemas de Is espacialidad difvrencial, puesto que se admite, sin disca- sign, una Unica maners de dividir el espacio. Los gedgrafos que desde hace algunas décadas se preccupan por los problemas con- siderada como la representecién espacial, si no nica si al menos fundamental, entidad supuestamente resultente de la sincesis armoniosa y de las herencias histlricas, sc ha coovertido ea un fuerte concepto-obstéculo que ha impedido la toma en conside- racida de otras representaciones espaciales y el examen de sus relaciones. Esta manez de dividir a priori el espacio en un cierto ni mero de «regiones> cuya existencia no hay més que veridcer, esta manera de ocultar todas les restantes configuraciones es- peciales, @ veces muy usuales, han sido difundidss, con gran éxito de opinién, tanto en los manuales escolares como en la literatura y medios de comunicacién. Este &ito, cuyo aleance puede entenderse ficilmente viendo tan s6lo Ia abundancia de argementos geogrificos que aducen los movimicatos «regionalis- tase, quizd eignifque una especie de reaccién inconsciente res- pecto del encabalgamieato de representaciones espaciales prove- tadas por ef desarrollo de la cspacialidad diferencial: la regiéa evidalianas, imaginada como el fruto de una sutl y lenta com binacién de las fuerzas de Ja Naturaleza y del Pasado, presen taca como la expresién de una permanencia, de una auteatici- dad, constituye indudablemente para la mayotia de las personas tun medio de «encontrarsey entre [a confusidn de otras organi- zaciones espaciales de mayor o menor envergadura. En. cualquier 50 2:0, ef procedimiento vidaliano, que niega al nivel de discurso fos problemas que plantea la espacialidad diferencial, tiene por efecto la desviacién de cantidad de andlisis, pues no se efecnia tomando en consideracién la cepresentacién espacial que zesul- tarla adecuada. Mientras que etimoldgicamente una regiin (cf. regere: dominar, regit) es una forma de organizacién politica del espacio y el territerio nacional esté organizado en circuns- cripciones, departamentos, cregiones econdmicas», cuya justeza y cuyos efectos es posible discutir en términos politicos, la are- zidn de los gedgrafos», repreducida segin el modelo vidaliano, mantiene aquéllas y nes mantiene a nosotros irdnicamente en fa incapacidad de aprehender fos fenémenos econémicos y :0- isles. A medida que sa importancia va siendo mcjor percibi- da, a _geografia ha aparecido como un saber cada ver mas induil. Pero todo se deszrroila como si hubiera sido til que se impusiera una manera indtil de pensar el espacio. nu EL ESCAMOTEO,DEL PROBLEMA CAPITAL™~ DE LAS ESCALAS, ES DECIR, DE LA DIFERENCIACION DE LOS NIVELES DE ANALISIS A partir de Vidal de Ia Blache, bajo el efecto de las ten- dencias que consnibuyeroa ai refoczamiento de este modo de pensamiento tanto en Francia como en ef extrenjero, los ged- grafos se lanzaron a la deseripeién cada vez mds minuciosa de cada «regién» que se disponian (¢eémo?, gpor qué?) a distin- guir_y comar en consideracién. Como cada «:egisa» se considera un dato evidente (y x0 el resultado de una opcién), parece que no hay otra cosa a hacer que observar esta porcién de espacio docada de clectas parti culacidades que [a hacen diferente de los territorios que la rodean. No kay mas que leer el gran libro abierto de le Nara- raleza. Pero gen qué pagina se abse? El gedgrafo (y @ partiz de él sodos aquellos influidos por su discurso) apenas se preocu: pa de las ilusiones del saber inmediats y de In’ experieucia pri- mera. No se pregunta si no serd su manera de ver las cosas, la induencia de sus maestros en dererminada etapa de su evolucién intelectsal, algunos presupuestos de los que apenas es cone ciente, 10 que Ie evs a decidir acezea de le individualided de esta «regin», es decir,.a privilegiar (epor qué?} unas informa- ciones por encima de otras. : Ea «ales condiciones, si so pone en cucstién la valide de ° Jos limites de la «regia» que estudia, todavia se preocupa me- 52 nos de Ja dinensién del espacio que toma en cooskkaciée ¢ manera monogrifica, Algunos geégrafcs dirigen prefesrameneat- sa stenciéa bacia «regiones> pequedas, desenibea Ia mmpeficr de um cantén que agrupa algunas aldeas, mientras que otros © tudian tertiterios considerablemente més vastos, Im eregooe tropicsles», las aregiones polares», o sea, gran parte de la wv pexiicie del globo. Para la mayoria de los gedgrafos, la dimensiéa def termi rio tomado en considersciSn y los criterios de su caccéa x parece que deban infuir fundsmentalmente en sus observace es y sus tazonamientos. Sin embargo, basta con hojear un ma nual de geogzafia o lz coleccin de una revista de geogrst paca dasse cuenta de que las dustraciones cartogréfeas son de tipo exuemadamence diferente, pues Jos mapas soa de ccais muy desigual: algunos son planisferios que preseman la cota Edad del globo, otros representan un continente; oes un Es tado (vasto © pequefio), otros una «regién» copa extensiér: pyede ser variable, ones una aglomeracida urbana, un barrio tena aldea y su territorio, una exploracion rural y sus dependen- cias, ua caro en el bosque, una chares, una casters, etc. Esta: extensiones de dimensiones tan dispares cstdn represeatadas po: mapes cuyas escalas son muy diferentes: desde los mapas > pequedisima escala que representan el conjunto del mundo bas- ta mapas y planos a grand{sima escale que represencim de ma- nera detallads espacios celativamente poco extensos', 1, La escola de un mapa indica la elcidn de redoaiio que cists soe una divanca real y su repreentscidn en el papel. Comm auror = el desominador de le fcc, més pequefa se denomiss ont oxi Te sete modo, un mapa de 1/L000000 es de escala is aeqweis aor oxre 11000, em el prneo eee uns einen ame Serer Conviene cbservar que la expresién tan habitual shar ago gr cocaluy, ume operaciéa a gran evclay, duc iplica unos maim podcrovat YF ana sccién gue se cjece sobre grades extensiones 9 saber am =D Dnizero de personas, viene un sigafcado inverso al de la exmeae carte rica, Um mapa 2 gran scale represensa za excensido scattemente Pogues. Est confsicn, cayos orgenes no catia choy, @ city fre uence ¢ incurzen al nivel del conjuato del «tereer mundo»; en realidad, este gesgrafo habrd realizado unos discursos muy diferentes (sunque sdla sea por el vocabulario) que 0 siempre se remiten log unos 2 los otros aun pareciendo excluirse em mu chos puntos. Tomemos un tftimo ejemplo cuyo significado se entiende mejor, pues las alusiones referirén con mayor facilidad a unas experiencas familiares en un conjunto cuys diversidad de aspectos captamos por la préctica social: cada ver es més Frecuente Ja referencia a las erealidades urbanasy entendidas como un conjunto global (donde los «factores fisicoss no de: ben ser olvidados, no solamente en fo que hace referencia 4 los Jugaces,.sino sobre todo y cada vez en mayor medida por los problemas de la «contaminaciéa»). Sin embargo, éstes apare cen de manera muy diferente segiin se observen 2 gran escala al nivel de un grupo de edifcios (gc6mo ha sido elegido?, edénde se encuentra}, del barrio (gcuil?), segin se considere ‘nica: mence é centro de la ciudad o su totalided-o la aglomerecién mis sus bartios periféricos de extensidn variable, segin se con- sidere a pequeda escalz este conjunto urbano en el marco de su azegién» (la cual puede ser comsidereda de manera més 0 menos amplia) 0 en las relaciones que mantiene con otras ciu-, dades més o menos alejadas. Practicado desde hace unos quince aios por los. gederaios,: este estudio de las relaciones interurbanas de las etedes urba-} nase, que hay que situar en un marco nacional internacional, ka modificado y enriquecido considerablemenre la probleraética; 56 que se aplicaba 2 los barrios centrales y viceversa. Cada mmo de los diferentes niveles de anilisis que cabe distingvir, dene la randisima hasta la pequedifsima escala, no sélo correspondé a la coma en’ consideracién de conjuntos espaciales mds o menos was tos sino también 2 la definicién de las caracteristicas emmcin- rales, que permiten delimitar sus contornos. Una etapa primordici en ei procedimiento de investigacién geo- grifica: te eleccion de los diferentes espacios de conceptasiice cién Ea el plano del conocimiento, no hay aivel de andlisis pri- vilegiado. Ninguno de ellos es suficiente, pues el hecho de to- mar en considersc'éa un espacio determinado como campo de observaciéa permisisi aprehender determinados fendmenos y de- terminadas estruczsras, pero provocaré ia deformacién o la ocul- tacién de otros fesomenos y de otras estracturas cuyo papel es imposible juzgar :For?.y cue, por consiguiente, no se paeden descuidar. Resulta indispensable, pues, sicuarse a otros aiveles ce andlisis, tomando ea consideracién otros espacios. Es nece- sario, a continuaciéa. realizar fa articulacién de estas observa ciones muy difereeres puesto que son funcién de lo que = po dian denominar eszacios de conceptualizacién diferentes Ea ef plano, x0 72 del conocimiento, sino de Ta acca (ur banista o militse) ecsten unos niveles de andlsis que cmviere destacar, pues cormesonden a-espacios. operacionales, debide. a. fas seroregas y 2 2s récieas puestos en priccica Hay que process: 90 considerar este procedimiento de la sigacisn geo: 2Cémo eiegis los ssegurarse de su sczuacién al conocimiento de tales fendme 05 y de tal estrucrora? ¢Czal es el instrumental concepeal que conviene a cada uno de ellos? ¢Cimo operst la arciculaciéa de Lo que parece seguro es que en todas las cuestiones que po- seen una signifcacién espacial la nasuraleza de las observaciones que se pueden efoctoar, la problemética que se puede establecer, fos razonamientos que se pueden construiz, estén en funcion de Ia dimensién de [os espacios somados en consideracién y de los ctiterias de su seleccicn. “Asi pues, el problema de las escalas es primordial para el za zonamiento geogrifico. Contrariamente a ciertos gedgrafos que manifiestan que «se puede estudiar un mismo fenémeno a ex ales diferentes», hay que set consciente de que son fenémenos diferentes porque son aprehendidos a anas escalas diferences. El mismo problema se plantea, de manera comparable, en el ‘caso de lachistoria. Asi, por efemplo, la explicacidn de la jormada Gel 14 de julio de 1789, vista como un acontecimiento signifi cativo capital, serd muy diferente segin se intente saber lo que fcurrié exaccamente Ia vispers, la semana o el mes anterior, 0 si se tomen secciones de tiempo mds larges como marco de las Gbsezvaciones y del rszonamiento: un afio, diez efios untes 0 los tres siglos que precedieron al hundimiento del Antiguo Ré- gimen: Ja historia de los «tiempos cortos», la historia Lamada Ge scontecimientos, aparece radicalmente diferente de la histor'a de Jos stiempos largess que permite desvelar el desarrollo de las contradicciones del «feudalismor, tanto al nivel de las infra estructuras como de las sobreestructuras. De igual manera que los diferentes tiempos del historiadcr no deben ser confundides, sino que deben ser vistos en sus en- frelazamientos?, os diferentes espacios de conceptualizacin 4 3. CE, tes aciferentes vempose que Louis Althusser propons difere iat fen Lire le Capital, Maxpero, 1965, t 2p. 37! «Para cada modo de Geodveca existe un uenpo 7 uta historia peonics, acompstados de mee Pree pci, del deserrolo de las foeras productivas; un tempo y wat Pinsona propics de as releciones de produccén (...J; ana hivtoia. 310 fe ly superestrucrura pola... un tempo y una historia props (.. fax “formaciones cientfess (.}. La especicidad de cada uno de extos Roper de cada una de cots historias (cxf batsda] en un determinado | loo de aticulacién en i todo, et0 «3, en un ceverminado tipo de depem Tere respecto del todo, [...] Es dec, 1s spedifiided de estos tempos ” ® fos que debe referirse el gedgrafo deben ser ei objeto de vn estuerzo de diferenciacién y de articulactén sisteméticas. Con- viene establecer una distincién radical ensze el espacio en tanto que objeto real que sdlo se puede conocer a través de un cierto niimero de presupuestos més 0 menos deformadores, por medio de un instrumental conceptual mis © menos adecado, y ef expa- cio, en tanto que objeto de conocimiento, es deciz, las diferentes representaciones de! espacio real (de los pintores, de los matema- ticos, de los astrénomas, de los geégrafos...) que han cvolucio- nado histéricamente al compés de descubrimientos progresivos gue nunca concluirén (pues ta historia no ba concluido). Estas representaciones del espacio son ttiles de conacimiento que de- bbemos meforar y perfeccionar, es decir, que nos permiten en- tender mejor el mundo y sus ‘zansformaciones. Después de tan larga reflexién sobre este delicado problema de las escalas, de los niveles de andlisis y de los espacios de concepmudlizacién, podemes darnos cuenta de hasta qué punto las observaciones y los razonamientos geogrificos estin en fun cién de [a dimensidn de espacio tomada en consideracién y de los critecios de esta eleccidn, Podremos valorar mejor ias con- secuencias de la duradera orientacién que la obra de Vidal de la Blache parece haber dado 2 las redexiones de los geégratos, tanto en Francia como en muchos otros paises. EI mayor mérito que se reconcce a Vidsi de la Blache es el de haber mostrado, mediante ef profundo andlisis monografico de las ezeslidades cegionales», la compiejided de las interacciones sstablecidas en el curso-de {a historia entre los hechos fisicos + los hechos humanos. El marco que Vidal da a sus observaci nes y a sus refiewiones es la «regin», que presenta como la tealidad geogrifica» por excelencia, Este métedo que postuia 1a posibilidad de teconocimiento inmedisto de las sindividualidades geogrificas», esta ilusiSn 0 ‘sta estratagema de fa familiaridad con lo real que permite creer Y¥ de estas historias es dijerencal, puesto que esti baseda en las selaciones dlferencises que existen entze los diferentes niveles del todo. 39 que ‘2 descripcién retine todos los elementos posibles, cuando, fen realidad, procede de opciones muy restringidas, permitird a fos gedgrafos elucir los problemas epistemoldgicos fundamen- ‘AL siuar Vidal de la Blache, gracias a su prestigio ya su talento, la amonografia regionaly en ls cispide de la jerarquia de lag obras de la geografia universitaria, ba encerrado em ciexta manera la investigacidéa geogréfica en los limites dados de un nica espacio predilecto. ‘A partir de ahi, la observaci6n y el razoramiento se encuen- ean en [o esencial bloquendos en un solo nivel de andisis, el que permite aprcheader «la regiéns, espacio de conceptualizacién nico, clegido para poder aprehender las extensiones delimita- das por las antiguas fronteras provinciales y sobre todo los pai- sajes. Ahora bien, la descripcin de los peisajes cortesponde en realidad 2 tn determinado aivel de andliss, el que permice apre- hhender tas formes del relieve que se consideran como ia arqui- tecrura esencial de esos paisajes. Pero este nivel de anilisis no es el que permite-aprehender convenientemente los problemas econdmicos, sociales y polfticos. El hecho de privilegiar. dexerminados niveles del andlisis, que coresponden a determinados tipos de espacio de conceptualiza- én, provoca, por las razones citadas anteriormente, la defor macién o e] ocultzmiento de unos factores que slo pveden ser convenientemente aptehendides # otzos aiveles de andlisis. Estos factores se allan subrepticiamente descartados del razonamiento gracias @ una autintica filtrecién- de Jas informaciones que con. siste en delimitar z priori el xipo de espacio que debe ser peefe- rentemente tomaco en considezacién. Ast pues, sin que aparez- can en ef discurse, y, por consiguiente, sin necesided de justif- catlo, se cescactan las referencias a un gran mimero de factores ‘effsicos», econémicos, sociales y politicos. Para descubrir su pel en las combinaciones geograficas, habria que situarse a otros hiveles de andlisis y tomar en consideraciéin unos espacios menos vastos, o mis amplios, en funcidn de otros criterios de local < acim, Pero la «personalidad de Ja regién, entendida como dato, oo. oem es un concept dompinante que lo obstaculiza todo. Permite se guir un discurso facilmente coherente, puesto que corresponde aun tinico nivel de anilisis. Ademés, Ia evocacida de les «indi vidualidades regionales» puede adomarse con los atractivos It terarios de multiples imagenes antropomérficas. Todo lo que ha contribuido a enmascarar ef problema de ‘a eleccidn de las escales de observaciéa y de sepresentacién y problema de la articulacién de los diferentes niveles de andlsis fa tenido graves consecuencias para la evolecidn de la geogratia tuniversicaria y para la refiexién tedrica sobre los problemas = paciales, Una vez més, todo esio no implica tnicamente 2 los gedgrafos, sino también al conjunto de los ciudadanos, pues, = Ja medida en que el discurso de los proiesores de geosraiia ba impregnado ampliamente 1a opiniéa, las deficiencias de este dis curso se han constituido ca obstictlo para una toma de com ciencia eficaz de los problemas gecgrdficos en muy amplios me dios. LAS «SORPRENDENTES» CARENCIAS ~*~ EPISTEMOLOGICAS DE LA GEOGRAFIA UNIVERSITARIA ~~ Hace muy pocos affcs que se ha escubierto la ausencia casi total dutente décadas de toda reflexida,tedrica en {a coxporacisn de los gedgrafos universitarios. Mientras que esta disciplina ha- brie debido incites a amplios debates epistemoldgicos, aunque sélo fuera por su posicién de gozne entre las clencias naturales y ciencias sociales y por la cantidad de «préstamos» que pide a miiliples ciencias, los gedgrafos han demostrado va total despre- cio por las «consideraciones abstractas» y a menudo se han var nogloriado de un «espitica a ras de suelo». Hasta estos dltimos aifos, las escasas declaraciones tedricas reservades a los maestros gatos a Ia cumbre de su carrera hon versedo sobre su deseo de ver mantenida Ia «unidad» de la geograffa: unidad afirmada en el plano de los principios entre una geografla afisice» y una geogratia «humana» que estin, en realidad, cada vez més sepa- sadas en la préctica universicaria. Mientras que, ea las zestances disciptinas, hace mucho tiea po gue se considera indispensable definir una problemitica, los gedgrafos han seguido actuando como si no nivierin mas que leer sin problemas «el gran libro abierto de In aanuralezan. Entretanto,.ia mayorla de los gedgtafos teorizan lo menos - posible y se contentan con sfirmar sin vergienza que «la geogra-? fia es la ciencia de la sintesisw, admiciendo en alguna ocssién que 62 i i ‘ea geografia no puede definisse por su objeto ni por sus mé- todos, sino mas bien por su panto de vistan, Estas declaraciones mmanifestan simulténeamente ua indudable desconocimiento de Jos earacteres no menos sintéricos. de tas disciplines a las que re- curren los geéarafos, su aislamiento (pues tales afirmeciones ha- brian debido provocar un clarnor de indignacién) y su despreocu- paciéa por lds probiemas reéricos, incluso los mds fundamenta- les que han debido abordar todas las clencias, algunas de: ellas desde hace mucho tismpo. Por otra parte, cantided de gedgrafos no esconden sus prevenciones respecto a unas sconsideraciones abstractas» (especialmente las de los economistas y de los socié. logos) y se venagiorian de su predileeciéa por lo «concetom, @No ban Mlegado a procamar algunos de ellos «la geografia, Giencia de lo conereton, sin sospechar las sontisas que dicha decaracién provocs, al menos, cvando es oida fucra del medio de los gedgrafos, cosa por occa parte poco frecuente? Pero por someras que puedan resultar, estas declaraciones «episcemolégi- cas» que proceden de maestros que han legado a la cumbze de su carrera han sido relstivarente escasas haste estos ltimos afos, y los gedgrafos xera vex se preguntan qué puede ser la srogtaifa. Uno de cllos?, y ne de los menos famosas, ha calif «ado, ante sus colegas censides en coloquio, la geogralia de aes- piriea a as de suelo». Sélo desde hace unos afios un certo niémero de gesgrafos hha comenzado a tomar conciencis de los problemas que plan- tea Ia geogratis. Ha resuissdo de ello una serie de redexiones? lopedia. Universalis espace, Hermann. 3. Giremes, por ciemeio: # BeasrmoGanwan, Le Glograpbies méibo- sec ab problemas, Masson, 197%; P_ Ciavat, La Pensde séographique, Pa vig, 1973; O. Dowumus, LEspze aécerapbique, PUF., 1970, y LAnalyse worephigue, PUF, 1971; 2. Cecnce, Ler Méthodes de la’ otograpbie, PUR, 1970; A. Memaen, Hixoire 4e le pensée glograpbique en France, PUE; M.'Sevros, Le Meser ce_atograpbe en paye sourdéveloppé, Opbrs, 1971; Atan Rents, L'Soistémologie de la séomorphologe, Masson, 1971,'y Le Géograpbie sntre se mythe et la tience, 1975. 6 sobte su disciplina, pero todas han eludido hasta ahora el papel e Ia geografia como instrumento del poder politico y militar, Este rechazo de la ceflexidn epistemolégice que ha caracteri- zado durante tanto tiempo a los geSerafos, especialmente en Francia, es tanto més sorprendente cuanto que los geégrafos uti- lizan las adquisiciones de numerosas disciplinas muy diferentes por sus métodes y su instrumental conceptual. En efecto, 2acaso Jos gedgrafos no bablan a un tiempo de geologfa y de sociolo- fa, de climatologia y de econom(a, de demografia y de hidrolo- gia, de ernologfa y de borénica, etc.? Diriase que por shora este comportamieato entrometide no ha ocasionado grandes. proble- mas: es cierto que sucede con frecuencia que tante ei econo: mista como el gedlogo se fan algo de fa competencia de los ges- grafos (evidentemente, : la geografla no depende exclusivamente de las «ciencias natu. rales» ni Gnicamente de lo que se ha convenido en denominar aciencias sociales». Por esta razda, In existencia de esta geogra- 2, incluso bajo la forma modests y criticable de un saber ins- titucionalizado con pretensiones clentificas, pone en discusin el corte fundamental entre natursleca y cultura, corte que deter- mina de entrada le organizacidn det sistema de las ciencias. Es signifcativo veriicar que tos gedgrafos también habrian podido afizmarse en [a encrucijada de los tres conjuntos del sae ber, el de las ciencias de le materia, el de Jas ciencias de la vida y el de las ciencias sociales. Pero’ se referen impliccamente ¢ esta dicotomfa filosética que se pretende radical enzte el émbito de las cosas y el dmbito de los hombres para pretender funder el estaruco de la geogralia: un gezne entre el conodimiento de Jos hechos fisicos, es decir, «ia naturalezam, y el de los hechos hbumanos. Sean cuales fusren las saneras de caracterizar la geo- gratia que han cenido los gedgrafos, «ciencia de los paisaies», sciencia de Jos medios sacursles para una ecologia de Js especie hhumanas, «ciencia de las formas. de Ia diferenciacién espacialn, ciencia del espacio» © los pro- gresos de las ciencias fisicas y naturaies, que cada dia son més precisas, y los otros intentan aplicar los nuews métdos de las Gencias sociales. Le separacién entre ambos grmpos de gedgra- fos alcanza tales dimensiones que algunos bm reclamado el abandono explicito del proyecto de la geogstia unitaria para poder beneficiarse de los progresos de una diviséin del trabajo cientifico. Es signifcativo cue, tanto en su ensefiam agmo en su in- vestigaeién, los gederaéos hayan decenidado dmrame tanto tiem- po ci estudio de los suelos y de las formacimes vegetsies que hoy consticuyen por excefencia, on la mayor parte de los conri- nenzes, el resultado de esas interacciones enue bechos «fisicos» y «bumanos», interzccfones que, sin embargp, siguen presen: téndose como razén de ser de la geograffa. De ignal manera, el geégrafo apenas concede interés a los problemas del «entorzo» y de Ie ceontaminaciSn», ainque también és sean resultado de dichas interacciones entre ... Es cierto que cxste la «geografie regiomals, ese tercer pe daze resultante de le divisidn oftcislizada de la geograiia. Esta geograiia regional, excargada de maatener «i midsd> de la geografia, retine en :cmo a tal o cual parce del espacio terreste unos elementos diverios exzrsidos de los discmsos dei gedlogo, dei climatéiogo, de! fico, del borénico, er, asi como de los del demegzafo, podria decire, mosm Ja importencia de la distincién entre paises covitalistas y raises soctalistas, su orientecién que atacaba radicalmente, sin embargo, la gecgrafia vidaliana, suseité més de un enfado personal pero ningyin debate teérico. La indolencia de-loe geégrafos-respecto-a:los- problemas: te5-——- ices, indolencia que de unos afios a esta pare algunos ham sustinsido por una alergia en ocasiones brutal, va scompafiada de su preocupacién por evicar cualquier polémica que paris desembocar en un problema teérico. Por consiguiente, lo mis seguro es abstenerse de oigeicr debate. Se da por supuesto: que cada investigador, elevado ai grado de doctor, es el que mejor conoce «sur regién, Ea waa época ea que sélo baba ea. reducidisimo niimeo de profesones B de geografia en las facultades, el sistema de las cétedras dio du rante largo tiempo a cada maestro el monopolio™éi ef dmbiso de su universidad de tal o cusl gran parte de la geogratia, cosa aque limitaba les divergencias de opinidn: para‘uro, la geogre fia fisica, para otro, Ia geografia humana, para un tercero, la ecegionain. No se puede entender fa influencis efercida por el pensamien- to de Vidal de la Blache si nos limitamos 2 considerar sus efectos negatives; también debemos destacar sus aspectos posi- tivos, pues éstos son los que hen permitido, en gran medida, ssa papel prezonderante hasta una época bien reciente. La escuela geogrifica francesa, cuyo padre fundador es Vi Gal de la Blache, intenté desmarcarse de la geogrsffa alemana y muy especialmente del pensamiento ‘de Ratzel. Y con raza, pues esie Ultimo aparecia evidentemente como una legitimacién del expansionismo del Reich. Sin embargo, aunque la obta de Ratzel sea desconacida en Francia, algunas de les ideas que ha- bia desarzollado ceaparecen en la geografia humana francesa. Con ei Tableax de le géozraphie de ia France y con las grandes esis que inspiré, o los quince tomos de La Géogrephie univertelle (A. Colin} en caya concepcién tanto induyé, Vidal de la Blache introdujo la idea de las minuciosas descripciones regionales consideradas como la forma mis perfecta del razo- namiento geogréfico. Evidentemente, e método vidalisno de desctigcién regional es mucho mejor que ef de Reclus: si bien este ditimo se encuentra mucho mas a sus anchas cuando toma el Estado como espacio de conceptualizaciéa, sus descrinciones de las regiones francesas resultan singularmente pobres. Vidal mostré que los paisajes de una regién son el resultado del en- cabalgamiento, a lo largo de la historia, de las induencias hu- manas y los datos naturales. Los paisajes que pinta y analiza son esencialmente una herencia histGrica. Ea consecuencia, ‘Vi- dal de la Blache combatié vigorosamente la tesis en toda Ja super ficie dei globo. Algo que basta para cener emplesdos durante afics a millares de gedgrafos. ‘Son unas razones parecidas las que han provocado, de un tiempo a esta parte, cf desarrollo de una investigecin geogrd- fica global en la URSS: hasta entonces, sélo tenia derecho de ciudadania la geografia fisica, pero la geografia humena, que 4 permaneeia ignorada cuando no vista con suspicacia hasta estos tltimos tiempos, comienza también a desarrollarse. En Francia, las investigeciones de geograffa aplicada cada vez son mds aumerosas desde hace usos diez afos, aungue no dispon- gan de los medios de la geograffa americana, que son a fa medida de los del impesiaiismo americano. Peto ocusre también que las investigaciones de «geogratia aplicada> en Francia, en tanto corren a catgo de geégrafes formados en la Universidad, se ins criben en un contexto intelectual bestante diferente. En efecto, ‘existe desde hace unas décadas una inyestigacidn universitaria en seografia diferente, con objetivos y mécodos muy diferentes. Y, pese a Jo que algunos digan ehora, su interés no se mide tnica- mente por ef pagel que ocupa dentro del ritual univessitario para scceder 2 los diferentes niveles de la jerarquia. Evidentemence, de- bido 2 Ja indolencia episcemalégica en que se han sumergido durante tanto tiempo los gedgrafos, Is. eleccién de los temas que ka desarzollado esta investigaciéa casi aunca ha estado en funcién de su alcance teético, Mis at, encertada en su papel ideclégico, la geograffa universitaria apenas podia orientar sus investigaciones hhacla problemas de gran utilidad prictica. Para que fuera de ore modo, para que le geografia se pre- gontara cémo se podria actuar en tal o cual regidn, coma se podria modificar la simacién para alcanzar tales 0 cuales obje- tivos, hubiera sido preciso que se plantezra ese tipo de proble- mas, que se estableciera un programa de investigacisn en funcién de objetivos que se habrian definido. Pero, cquién es ese se? En dltimo término, los que poseen el poder, fos estados mayores del aparato de Estado o de las grandes firmas. No es el gedgrafo quien ordéna y emprende esta operacién. E] gedgrafo sdlo es el que retine los conocimientos necesatios para la elaboracién de los planes de ordenecién y las esttategigs de accidn, decididas en deliniiva por el politico, Durance décadas, los gedpraios univer- sitetios no han sido solicitedos por nadie (bien porque han sido. antenidos al margen de estas investigaciones, bien porque el poder no haya considerado opcrtuno emprendetlas) y por consi- guiente sus iavestigaciones han tenido por unico objetivo ef saber 95 por el saber, sin mis, sin ainguna clase de interés. A falta de fener que investigar, de cémo se podria evar 2 cabo tal accién cen tal regidn (gousles son los diferentes edatos» favorables y des- favorables, incluidos aquellos que apenas parecesi tener interés cientificom, pero que pueden tenerlo estratégico?), tos gedgrafos han quedado reducides a preguatarse cSmo se han sinuado his séricamente y c6mo se combina cierto mimero de factores fiscos y humanos, aunqee sélo equellos a los que se habia coavenido ‘es dar un interés , prin- cipalmente en los Estados Unidos y oxros paises en cue [a geo. gratfa escolar y universitaria no se habja desarrollado mucho. Esta ha sido presentaca por sus pertidarios como ei resultado de una ruprura episteoldgica respecto al discurso literario 7 subjetivo de la geograifa «tradicional» y como cl paso de ls ‘geografia al rango de las ciencias exaccas. En efecto, esta «New Geography», que sarabiéa se llama «geogratia cuantitativad, estd bbasada en [a formulaciéa matemética de sus razocamientos y on tuna formalizacién muy profunds, en términos de modelo cate- mético, En la misma =edida que el discurso de Ja geografia uni- versitaria podia privilesiar el exainen de algtinog factotes ‘consi- derados cieatificamente interesantes, y podia evocar sus combias- cones en términos curlatives, los métodos de le geografia apli- cada obligan 2 tomar ea consideracién un clevadisimo mimero de factores: no solamexe hay que disponer para cada uno de ellos de un gran mimeo de, dates estadisticos convenienterente repartidos en el espacia y en el tiempo, sino establecer también tun sistema de ponderscn de sus papeles.cespectivos para llegar 4 la presentacion estadsica dei resultado de sus interacciones en a las diferentes casillas trazadas en el mapa del espacio"en cues: Por tratar un gran mimero de datos, los, métodos de anilisis factorial necesitan potentes ordenadores, —~ Esta gcografia «moderna», procedente de la otra orilla del Arléntico, orguilosa de sus formulaciones mateméicas y del re- curso sistemdtico 2 los ordenadores, tiene mucho prestigio. En al dan de sus adepios se piensa que las teticencias que provoca entre los herederos de la escuels geogrdfica francesa, cuyo tenomi- bre se marchita, se deben la debilidad de su nivel matemitico La geografia «aplicada>, [a2 geograffa «cuantitativa», la New Geography, eresoiverin por si soles en la medida én que se propaguen (en Francia sélo influyen todavia a una pequeda minoriasde universitarios), los problemas de Ia geograiia? 98 .4GEOGRAFOS MAS O MENOS PROLETARIZADOS PARA INVESTIGACIONES PARCELARIAS CONFISCADAS POR EL PODER? Para los gedgrafos encerrados hasta ahora ca su funcién ideo- lkgica profesoral, ia investigacién aplicada es la posibilidad de sentizse utiles ea algo, sentimiento muy profundo en algunos de ellos. ¢Tienea la sensscién de seanvdar la tradicidn de los gedgrafos y de restblecer simulténeameate unas relaciones con cl poder y unas selaciones entze saber y accidn? Es el hecho de ‘que Ja geografia sea usa representacién del mundo lo que les incita a jugar un poco a demiurgos? Lo que seduce a Ja mayoria de los gedgrafos ca ls geogratia saplicadan es la ocasiéa de dejar de ser «profesores» y de tenet otros inierlocutores que les estudiantes o los alumnos; Ia geo- gratia «cuantitativan, todavia més prestigiosa, tendria ain més adeptos de a0 ser pot Ja dificultad de las macemét ‘La experiencia que pfocura la multipiicaciin de las invesdi- gaciones de geografia . Estos son ajenos, en gran medida, 2 los orga nismos politicos y admiaistrativos para quienes se realizan ex0s estudios y que cendrén, al menos en principio, que tomar unas decisiones en consecuencia. Este recurso 2 «cientifices» que no deben tomar la decisién polftice ai decidir aceica de fas presetipciones técnicas, tradu- ce en los detentadores del poder (todos a un tiempo): — la necesidad de tener una idea precisa de [a sicuaciéa czando aparezcan difcaltades nuevas cuyas causes mo se acaban de entender; — la idea de que un anilisis «cientifco» puede ayudar sin la menor duda a encontrar una solucién y que una mejor «orde- nacién» del espacio puede ser un remedio: 107 — el deseo de una coartada: para hacer creer que-uno se ipa de un problema, se decide efecruar una investigecién; “— la preocupacién de disimular bajo unas razones de inte- -s general expuescas cientifcamente (por ejemplo, les desigual- ides regionales) unas estrategias muy fucrativas para determi- sdos intereses garticulares. cure también que, en le mayoria de paises, fos problemas Jas dificultades prolifecan y varian segdin los lugares. Como 5 cosas evolucionan con rapidez, hay que hacer nuevas inves- aciones. : Es importante darse cuenta de que estas iavestigaciones que multiplican.son realizadas separadamente en toda una serie + lugares y de tegiones, sobre unos problemas muy diferences, unos gedgrafos que se desconecen, part unos organismos tes que, ex cambio, si que estin directa o inditectamen- ‘ex contacto zeciproco. En realidad, estas investigaciones van sides a la mulepiicacién de las tensiones, de las dificultades “pares, de los desequilibrics variados. Se manifiestan en unas siones cada vez mds numerosas de la superficie del globo, ya “‘unliormemente sino de una manera cada ver més diferencia- La mejor manera de explicar globalmente la aparicida y el sseoramiento de todos estos sintomas negatives en la mayoria Jos paises es plantear fa hipétesis de una crisis que. toma. -suas diferentes segtin los lugares. Segiin los casos observados ‘as tendencias idcolSgicas, se sinja de entrada como manifes- 6a capital de esta crisis: - — bien la destruccién de la biosfera por los resultados de crecimiento industrial que lleva un siglo de crecimiento y que tomado una amplitad considerable en las dos ditimas dé Jas: — bien fa degradaciéa de las potencialidades alimenticias Jos secrores del mundo donde vive la mayor parte de la hu- wnidad; — bien el desencadenamiento desde hace unos treinta afios 8 . en gtan mémero de paises de un crecimiento demogritico pro- digioso que bard cuadmuplicar el ntimero de hombres en meoos de un siglo; — bien la extensida y Ia acumulacién de enormes sglome raciones urbenas en las que se concentran los bienes, los serei- cios y las poblaciones; — bien Ia acentuseién dramética de las desigualdades exme los hombres que viven en las diferentes regiones def mumio, ; y aunque { fuera, es més que probable que los resultados de esta inves: yacidn tedrica no serian publicados, 0, en el caso de serio, de- san ser objewo de profundas criss y discusiones, La cons. de este instrumental cohceprual es tanco mds accesaria anto que el disponible por los gedgrafos ex pobrisimo, teniea- » en cuenta Jas tradiciones de carenciss epistemoldgicas de esta sciplina, Y aunque dispusieran de un bagsje tedrico sustancal, mo en otras disciplinas, también deberiaa hacer el esfuerz0 : ttansfermarlo para que pudiera aprehender convenientemen- 1 ¢ diferentes niveles de andlisis espacial, las interzeciones de tos fendmenos tan nuevos y en una evolucidn tan répide. Pero te trabajo de discusi6n teérica, que en geografia cendsé al me 12 nos la ventaja de no ir demasiado cargedo con Ia exégesis de textos iuscres (cuando no sagrados), no puede progresar si no es emprendido en relacién estrecha con el trabajo «de campo>. La diversidad de los fenémenos petcibidos por el procedimiento ‘empirico permite modificar y poner en cuestién el instrumental tesrico, que a su ver permite organizar la observacida de los hhechos. Asi pues, siempre que sea posible, e) trabajo de cons- truccién teética debe ir unido a la practice, incluso en el mar- co de investigaciones de geogratia «aplicada». ‘Todo eso muestra la importancia de unas tareas que 20 pue diex sez asumidas por los contratos de la geografia estudio, Eb gedgrafo debe sez muy consciente de que sl analiear los espacios ofrece al poder informaciones que permicen actuar sobre Jos hombres que viven ea esos espacios, La comtradic- cin puede esquematizarse de la siguiente manera: cuanto mds eapaz de apeehender wnas realidades ha sido una investigacién (y, en especiel, cuanto mejor explica les diversas contradicciones, reinendosé més o menos explictameate a un andlisis marxis- ta) mayer es el valor Gentifco de esta invescigacida y de més preciosas informaciones dispordré el poder para acrucr de me rere eficaz sobre el grupo estudiado: tedricamente, esto redun- daria en el bien de éste o en funcidn del interés general, pero, en la préctica casi siempre ocucre al revés. Asi pues, cl geégrafo deberia preguntarse para qué puede sexvir y en qué contexso politico se inscribe la investigacién que ug emprende 0 que se le pide que emprenda; deberia incluso re" chazarla (ai menos rechazar la entrega de los resultidos) en los. casos en que, de manera manifiesta, las informaciones que pro.‘ porciona, sirvan para expoliar o aplastar una poblacién, en espe- cial aguella que ha escudiado, Es preciso que el geégrafo comprends que, en realidad, no €s un voyeur imporente sino, quiera o no, un agente de infor. macién al servicio del poder, y nada podria hacer por modificar sa sivuacién sus declacaciones revolucionarias 0 sus preccupa- ciones morales. Es preciso que compreada que su investigacién ~ puede tener consecuencias gravisimas, aunque presente ua ca récrer parcial {pues sus resultados pueden combinerse con los de otras investigaciones), aunque slo se reliera a las caracte- risticas fisicas de un espacio [a partir de las conclusiones de Jos geomorfdloges respecio a Ja erosién, centenares de aiillaces de personas de qumerosos paises fueron expulsadas de fos luge- res donde vivian para Lever a cabo una repoblaciSn forestal y uunos tzbajos de defensa y de restauracién del suelo). El geé- grafo debe cecordar constantemente que la geografia es un sa- ber estratégico y que un saber estratéyico es peligroso. Este problema moral, y sobre codo politica, deberie ix im disociablemente unido a la priccica cientifica. No se plaatea Ginicamente a quienes estén mas o menos influidos por el mar- xismo, sino a todos los que cuestionan su oficio y el.papel que desempesa éste en Ia sociedad. Cada gedgrafo debe tomar con ciencia de sus responsabilidades respecto a los hombres y mur jeres que viven en el espacio que estudia y que son, directa 0 indirectamente, «objeto» de so investigecién. Cuanto mas vas to es el espacio considerado, més numerose es el grupo! que for- man, mas estudiado a pequeiia escala, de maners abstracta, a través de datos estadisticos, y con mayor imperu parecen di- luitse las cesponsobiiidades del gedgrafo: ba habido y habré taa- tas otras investigaciones sobre esta regién.7 em tal caso, sdlo 1, Esve sdemino wilizado con tanta frecuencia posee evidentemente una signiieaciéa muy verisbie y ambigua, filha ve 120 su condiencia de los prablemas politicos a nivel gener puede llevatle a no olvidar lis consecuencias politicas dmplicitas en sus trabajos, Tosistzemos en el tema. En cambio, cuando {2 investigecién se realiza a gra escala, cuando se reflere 2 um espacio zelatvemente reszingide donde tan grupo de hombres y mujeres relativamente poco mu- mezeso, el gedgrafo no deberfa poder eludir sus respomebilida- des. No obstanie, es lo que hace casi siempre, pues exre 7 sus encuestados se han establecido unas relaciones personales 4 Jas que debe gran parte de fos zesuliados de su investigacién: todo geserafo ade campo> (este término tiene ua valor tan im- portante para los geégtafos como para los militares) sabe per- fecremente que no puede realizar so investigacién sin fs simoa tia de las personas que viven allf; y ademas se esfuerm en sus- citarla: no sdlo respondea a sus preguatas, le dan exoieaciones, Je conducen a los lugares que quiere visitar, sino que también Jo acogen, lo albergen y comparzen con él su comida, reservén- ole la meior parte, En esta fase del erabajo «de compor, el ges- grafo depende en gran medida de los hombres que habitan exte espacio. Pero tanto al cio como a los hombres las tracard como un en su conjunto podria interesarse por unos conocimientas cientificos, yen cudlguier caso cdmo seria capaz de asimilarlos? Si se quie re transmitir 2 las personas un saber que fes conciermne especifi- camente, gqué ensefiarles que ellos ya no sepan mejor que na- dic? En realidad, cabe defender que este proyecto no es tan uusépico como parece, y que es indudable que en aumerosos cx sos puede realizerse; no se trata de intentar unas «experiencias» ni de ensavar Ia aplicacién de una idea mediante algunas recetas de animacién de grupo. Ei esbozo de este proyecto resulea de Ja experiencia adquirida en un cierto mimero de acciones por unas personas que se vieran metidas en ellas por diferentes st- zones (investigacién cientifa o actividad militanze) sin una idea 1 priori, Descubrieron después {y no sin soxpresa) que grupos de hombres siruados en condiciones tan diferentes como las campe- snes. afticanos y los obreros. franceses heban podido respe: vamente poner én prdctica de manera sitil, mediante acciones al fin y ai cabo politicas (fuera cual fuese su formulacida), un ber resultante de una investigecién que les concesnia direct2- mente, y en la que, de hecho, habian participado estrechamente. Pues a0 se trata de acruar desde un principio como suele bacerse habicualmente en la xextraccicn» de un saber a partic de un grape «objeto», sometido a encuesta, abservada, sondeado, cuestionado en fuacién de una problematica que ignors, ¢ infor: ~ (2 . marle después de los resultados obtenidas por los procedimientos clisicos de la investigecién, comunicarles Iss informaciones que se han podido «sacar» de los intertogatorios que ha sufrido.. Es sintémstico que ia mayorin de las expresiones cominmzente uti lizadas para hablar de las acciones de investigacién coincidan con ef vocabulario de la extraccidn mineral o de la investigacién polictaca. Al fin y al cabo, y no se trata en absoluto de una-ca> ricatura, el problema no esté en: enviar al jefe de la aldea, en el caso de que sepa leet, 0 al responsable sindical un recorte del articula o el libro que se ha escrito wna vez en casa. Aunque esta manera de actuar — (con fo que aczban por dudar de Ie sinceridad de sus opiniones). Pero si ‘unos ni ottos entienden realmiente el motivo, pues el andlisis de 130 la espacialidad diferencial no es cosa ficil, Se presiente 0 se comprueba el engaio, pero todavia no se ven sus procedimientos. En el odio, los comienzos, finaimente, de una gran polémica epistemoidgica Este cucstionamiento, este odio respecto a la geogratia; ya no corre cargo daicamente de los alumnos o de los estudiantes que estin obligados a estudiaxla, Se manifesta aambige en dis- ciplinas ufiversitsrias en las que hasca el momento se habia mirado la geogzafia con una total indiferencia, tedida a menu- do de deseén. De unos afos a esta parce, ia indiferencia es sus- timida, cada ver més, por una agresividad menospreciadora, Este estado de espitiza aparece principalmence en las discipli- nas que hen extendide y aplicado sus pteocupaciones especi fieas a la toma en consideracién del espucio: en los economistas gue se han dediesdo a la economia espacial y af andlisis de las acegiones», en los socidlogos que, en el estudio de los proble- ‘mas urbanos, dilarea al campo de su estudio mucho mas allé de los batrios periféricos; en Ios ecélogos, tan de moda en los tltimos tiempos, que se han apoderado de las relaciones hombre: nacuraleza; en los urbanistas que esiructutan nes espacios cada vez més considerable, y en algunos historiadores que quieren ‘estdiar la historia inmediata (sin preccupacién por el «retto- eso histéricom) y que también se lanzan con Ia geohistoris al discusso sobre af espacio. Jamas se ha escrito tanco tespecto al espacio. Ahora bien, son especialmente los que ahora «explotan> diversas partes de! terreno que los gedgrafos creian reservado para si (sin haber prestado gran interés a estos campos dejados hasta “ahora en barbecho) quienes mds hostiles se mucstran respecto a le. geografin. A primers vista, esta acritud podsfa ser ef resultado de las luchas de induencia (eunque slo fuera para repartitse [os escasos presupuestos universitarios). Pero st se examinan con mayor derenimiento, Jas cosas no son tan senci las. La agresividad despreciativa de aumerosos especialistas de as ciencias sociales se manifiesta tan pronto como sa discurso s objeto de observaciones por parte de los gedgrafos, sobre ado si procedea de gedgrafos que han emprendida un andlisis ico de su disciplina y de sus carencias. Pues, patadéjicamente, muchas veces todos los _brillantes iscutsos que socidlogos, economistas y ecélogos mamtienen zes- 0 al espacio concuerdan mucho mejor con la geografia mis sdicionals, pues se referen, sin derse cuenta, a las moneras + ver (o de no ver) que les fueron inculcadas anteriormente 1 la ensefianza media, y que siguen pesando sobre ellos me- ante las imigenes de lz geografiaespecticulo, multplicadas ot los drganos de informacién. Y¥ cuando unos gedgrafos co- ienzan a plantear un cierto némero de problemas vinculados andlisis del espacio, la geogratia, hasta enconces tolerada, micnaa a ser recusada por los especialistas de las xciencias siales» en tanto que discurso pedagézico imbécit, como si no sdiexa ser otra cosa que imbécil. Pero este sencimiento de malestar respecto a la geogratia, are toda cuando comienza a salir de a anestesia, es percibido bigs, y conviene no engaiiarse, por economistas y socidlo+ 5 valiosos, marxistas 0 muy induidos por ei marxismo. Es Jadable que su acritud traduce en un primer momento i Specho de descubrir que se han engafiado, que los razona- sntos geogréficos son mucho menos clementaies de lo que fn, Refleja también una sensacién de inquiecad; inquierd tener que derse cuenta de que los términos vagos, ¥ aparen yente inocentes, de que se dispone para evocar la espacialidad jos fenémenos naturales, politicos, econdmicos y sociales son scicos y resbaladizos y' desconciestan 2” unas razonamientos 5 dotados de rigor conéeprual; inquietud de tener que com- bar que en cualquier caso, y no solamente debido a la i facia de los medios de informacién, se ven obligedos 2 recu- cada vez més a representaciones espaciales, aunque se su vga engafiosas, para describiz actualmente las pricticas s0- vs mis superfiuas o los fendmenos més graves. Asi hay que sritse al espacio para expresar el «subdesarrolloy (plaaceado ea términos' de paises decatrollados-paises subxksarrollades}; cl ‘mperialismo es representado por la alegoria cara del «centro» y de la «periferian, La proliferacién de los siminos que hacen * efereacia a espacios omnidimensionales, la meltiplicacién de Jas imégenes que los muesttan con una gama de coniotaciones extremadamense variadas, treducen la ausendia de un concepto de espacio metédicamente construido a] misma tiempo que su necesidad. Todo ocurre como: si las refesimaes que habrian debido culminar en la producciin de ese amepto de espacio hbubieran sido bloqueadss. debido a la gravedad de la baza po- tice © ideolégica, por un rechazo colectiva e inconsciente de pensar sobre ellas. Todos sabemos cudncas paiémicas ba habido y habrd,en cuanto a la apropiacién del espacin, tanto entre [os Estados ‘como entre los cciembros de Iss difemmes clases, pero estas polémices no han hecho avanzar la mfexiéa sobre el espacio. Ello puede deberse a que, pese a sx amagonismo, los diferentes pretendientes se refieren a una mima concepcidn del espacio, cosa que deja cotalmente de lado a problema de ia espacialidad iferencial. Ei caso es que solmente hoy se co- mienza 2 tomar conciencie con mayor o mea daridad de que estos multiples té:minos + imdgenes, cémodas, indispensables © cargados de valor estético que proliferm dade hace unas cuantas décadas, forman ia conjunto engaimm Exe toma de consciencia es [o que provoca la crisis de la ggrafia, Si una geografis (la Ze tos profesores), después de haber sido olvidads durante tanto tiempo, es reckeada actualmente por los alumses (es evidence que sus sotivadianes son muy con- fusas) y si comienza 2 sex puesta en discusiéa por especialistas de ottas disciolinas {sin 22 tampoco ellos fo veon muy claro), no es tinicsmente porque ya no parezca canat de ofrecer una descrigciéa del mundo qu= satisfaga nuestras preocupaciones ac- cuales, sino también pore2 acabamos de dames cuenta, sungue ‘odavia muy confusamente. de que es una epede de pantalla qe nos impide apretencs: convenientememe opos problemas graves en sus confguracicnes espaciales, y prseatimos thota que 133 son una de sus caractertsticas fundamentales, por sez Ja més es- twatégica, | oe Los ‘tganos de informacién, que reproducen incansablemer te las imigenes de una geoprafiaespecticulo 0 que difunden tunas informaciones que proceden de todos los puntos del pla- neta, contribuyen ampliamente a esta toma de conciencis. Esta impregnacién de ta cultura social por unas imagenes espaciales y unos elementos de un saber geogrifico (cosa que, histética- mente ¢s un fenémeno nuevo), procede en gran parte de los ar- tifcios de la moda y del especticulo (incluica !a otquestacién def tema” natutsleza-contaminacién); pero taduce tambiéa la reciente amplirad de la crisis dialéetica global que cada vez se plentea is en términos geogrificos Para los gedgrafos, esta crisis de la geograiia y su descxédita son conceptuados negativamente, pues parecen signifcar el final de su papel; esta deoigracisn ciega es especialmente sensible y penosa pata quienes ensefian geogtafia en los colegios y en los insticucos. Y, sin embargo, esta crisis de fa geograiia puede te ner unos efectos extremadamente pesisivos y no ‘inicamente para Jos gederafos. En efecto, aruncia la liguidacién ao de da geogra fia, sino de una geografia, de una forma especialmente confusa die’ discursos respecto al espacio, hesta el punto de parecer como un saber totalmente intitil en el que no hey neds que entender, No resulta engafioso este discurso dnicamente porque sea sobre todo (y no dinicamente) el de los profesores (engaio- $0 tanto para ellos como para quienes Jo escuchan), sino por nuns razones que les superan en mucho y que en realidad in- cumben a teda la sociedad, donde la refexién sobre la geogra- fia ha ‘estado bloquesda durante tanto tiempo. La crisis de geogtatia de los profesores indica que las cosas estén a punto de cambiar, tanto para ellos como pera todo e! mundo 134 SABER PENSAR EL ESPACIO PARA SABER © ORGANIZARSE EN EL, PARA SABER COMBATIR EN EL EL desarrello del proceso de espacialidad diferencial unido a las transformaciones ecoaémicas, sociales, culturales y politi- cas, sobre todo a partir de! siglo xx, se traduce por la prolife racién de toda suerte de representaciones espatiales, més 0 me- nos confusas, que tienen unos vinculos més 0 menos estrechos con diversas pricticas, 0 que son imagenes impuestas por los me- dios de informaciéa. El encabalgamiento en la meme de las petsenas de estas reptesencaciones hace que cada vez les sea mas dificil encontrarse ex ellas, al mismo tiempo que resulta cada vez més necesario, aunque sélo sea debido a, la multipl- cacién de los fenémenos celacionables. Asi pues, es importante disponer de un mérodo para ver més claro y de un instramen- tal de ideas para poner orden en !a confusida de Ia espacialidad diferencial. Ea primer luger, para comenzar a salir de fa vaguedad y de 1a confusida, cxbe considersr las miltiples representaciones espa- Gales como ‘otos cantos conjuntor (y subconjuntes) que tienen respecrivarmente una ciersa conGiguracida espacial. Cada uno de esos conjuntor expaciales esti constituido por slementos que mantienen entre si relaciones mds o menos complejas. EL proceso de espaciaiidad diferencial corresponde a [a ne- cesidad de referinse a confuntos cada vez més‘aumerosos (mejor 135 peor construides) para poder orientarse, in a trabejai, despla- tse, distraerse, concebir una estrategia, etc. Constimyen el ins- “umental indispensable para pensar y pata expresarse.. Mientras se anteriormence cada hombre, viviendo en ua régime de stoabastecimiento, podia dar cuenta (y darse cuenta) de la ma- cr parte de sus précticas, al referirse a un reducidisimo admeto conjuntos especiales {en [o esencial, el tetrizorio de“su comu- ad), hoy, para vivir en sociedad, se debe utilizar un nimero corme de conjuntes espaciales, mejor 0 peor construidos. Se cta_de un auténiico instrumental conceptual, que representa indes diferencias de riqueza y de eGcacia sein los medios iales, En las clases dirigentes es donde, por decirio de algin sdo, esté mejor dorado, més diversificado y mejor estructura. En cambio, en las categoriss sociales mds desfavorecidas apa- se més confuso y menos diferenciado, Estes diferencias co- ‘sponden « grandes desigualdades de eficacia social. Hay quie- s saben coneebir sv accidn sobre espacios vastos, ademés de wet los medios para hacerlo, y existen, por otra parte, los eper- Sores» que, en un sentido literal, i siguiera saben dénde in. Cabe imaginar una representacin de estos diferentes instru- atales conceptuaies, que sirven para pensar e! espacio y apre- sder con mayor o menor claridad [a espacialidad diferencial, ografiando © esbazando sobre una serie de hojas de: papel asparente superpuestas los diferentes conjuntos espaciales que + persona, 0 wa grupo de personas, conezca mgs 0 menos. a porque se referan a ellos para.cal o.cual-préctica, bien por- os imaginen bajo la influencia de os medios de comunica- Cada conjanto espacial cue consideramos que debemos dis shir estd represeatado cn la hoja ceanspareate por contomos +0 menos precisos (y, llegadoel caso, por su estractura es: ‘al interna, cuando se caracteriza por un feadmeno de pola- cin). La superposicisn de todas las hojas, de todas estes figeraciones espaciales (cuyo crazado, por afiadidura, casi siem- ‘es muy impreciso), ofrece en transparencia una imagen bes- 1 sugestiva del instrumental conceptual extrermadamente con- fuso de la mayor parte de iss personas, respecte a sacs las for- mas de espacialidad que no corresponcen a sx experienc con- creta ea el marco de espacios my limitades. Se confunden desotdensdamente representaciones espaciales que comesponden 2 territorios cuyas dimensiones son excremadameate desiguales. De este modo se explica en bucna medida esta miopéx gencral, este comportamieato de sonimbuics canalizadas por Kos postes indicadores, teleguiados por el control de las dife=mes redes, ¥ por todos los signes que no sélo codifican la mame=z de des. plazarse sino tambiga las mancras de entender dl exmcin. Pero, en mayor o menor medida, es posible este sncabalgamiento de cepresentaciones confusas de emarios de di- ‘ensioncs extremadamente desiguales en um imsaumento con- ceptual claramenie escructurado que. permita apeeimader eficaz- mente Ia espacialided diferenciai. Son, en primer ingar, las exi- gencias de [a prictica (por las lecciones exmaidss. gor efemplo, de los crores de un recorride) las que imponen 4 ciaiicacién y la estmucuracia de un cierto nimero de conjusms espaciaies. Geanto ms se refiera una précsica 2 unas disancias considera. bles, més se icpone a quienes afecta direcomene fal menos para unas funciones de responssbilidad) la casigescsin de con- juntos espaciaies que hay que tomar en consiiersis, en fun- cin de diferentes escaias, y su articulacidn reciprece: es el 250 de los pilots de avidn, que deben combinar prktins a gran scala (en ef despegue y en el atertizaje) com ouas a escala me- dia {para los procedimientos de apcoximaciéa) y de excals pe- quefisima (parz la navegacién aérea). Cuamo iis global sea vuna préctica y aii se sefiera a actividades muy diverticacas, mas debe referise a un conocimiento lo mis cro x fo mejor articuiado positis de un grandisimo amero de conjencos expo- siales; cada uno de ellos corresponde 2 l2 configeraciéa espacial de las mildiples accividades que hay que tert en cman, Lr- préctica politica (es decir, el ejercicio del poder} es par exce- Tencia la que exige, desde hace cuicho tiempo, referite a tna espacialidad diferencial bien estructursds, que mepiere, a su vez, una delimizscidn muy precisa de los conjuusos expaciales a7 mis variados. Precisamente por estas razonts, desde hace siglos, las clases dirigences encargan mapas a diferentes escilas pera tener una idea precisa de los territorios sobre los que se ejerce su poder y sobre los que podria proyectarse, Se ha representedo el aparato de Estado tal como se despliega en el espacio con sus diferemtes estructuras de poder y de organizacién espacial (pro- vinciss, mexcados, segiones, es decit, conjuntos y subconjuntos). Han sido necesarios otros mapas para tencr una idea de Ja dis- posicién de otros conjuntos espaciales cuyas configuraciones son uy dispares: las eregiones» dz montafas, las «xegiones» de lla- auras, los bosques, las «zegiones» secas, las regiones afrias», las zegiones catdlicas, las regiones protestantes, las regiones ticas, etc. El término regién, que ha perdido su inicial semtido politico y militar, para indicar la extensién espacial de um conjunto cuyas catacterisicas estén mis 0 menos desigaadas por el adjetivo (pot ejemplo, las regiones dridas, es deviz, el conjunto de espacios ten los que se extiende Ia arider y sus consecuencias). Para aque- Hos que ejercea el poder, Ja articulacién de estos miltiples con- juntos espaciales (que se pucden distinguir a diferentes escalas en Jo que depende de fa naturaleza o de la actividad de los hombres) no se efectia segiin un orden estsblecido en cl plano del saber, ni segiin una certa légica del discutso ciemtifico, sino de manera extremadamente variada, en funcion de diferentes es- ceategias y_técticas, ‘de los problemas que tienen que resolver, de los medios de que disponen y de los objetivos que se propo- nen alcanzar. Durante mucho tiempo, todos estos razonamientos han sido extremadamente empiticos, corregides por las difculta- ies, el éxito o el fracaso, en les operaciones militares y la ges- tién del Estado, De igual manera que, dirante tempo, fos capi- ralistas no han necesitado conocer las estracturas del sistema capitalista paca hacerlo funcioaar, podian inversir, veader, ext Solsar beneGcios sin conocer: la tcorfa de ta plusvalia, tampoco quienes poseian el poder y lo ejercian sobre los diferentes tipos de espacios y sobre los hombres que se hailaban en ellos senian que constroiz cna teorfa de la espacialidad diferencial. En cambio, para la mayorla de los ciudadanos, cuyas activi 138

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