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lII ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE INVESTIGADORES

COMITE REGIONAL LATINOAMERICANO DE INVESTIGACIÓN


ALIANZA COOPERATIVA INTERNACIONAL

"El cooperativismo Latinoamericano: los desafíos ante el nuevo escenario regional"


Porto Alegre, 28-29- 30 de abril de 2004

"EMPRESAS RECUPERADAS MEDIANTE LA MODALIDAD DE


COOPERATIVAS DE TRABAJO. APUNTES PARA LA
COMPRENSIÓN DE SU SURGIMIENTO”

Juan Pablo Martí. Jorge Bertullo, Cecilia Soria, Diego Barrios y Milton Silveira

 Unidad de Estudios Cooperativos de la Universidad de la República –


Montevideo, Uruguay

Daniel Teves, Alfredo Camilletti, Javier Guidini y Andrea Herrera

 Instituto de Estudios Cooperativos de la Universidad de La Pata –


Argentina

I. INTRODUCCIÓN

El trabajo que aquí se presenta es un subproducto de un Proyecto realizado en el marco de la


Red Universitaria de las Américas en estudios cooperativos y asociativismo 1. Este proyecto es
llevado adelante por un equipo de docentes y estudiantes de la Universidad de la República de
Uruguay y de la Universidad de La Plata de Argentina.

En los últimos años, particularmente a partir de la crisis que azotó la región, la estructura
productiva de nuestros países resultó arrasada. La pobreza creció y se acentuó, golpeando
fundamentalmente a los sectores asalariados que asistían a la progresiva pérdida de sus puestos
de trabajo. Frente al cierre de sus fuentes de trabajo y superando la pasividad y desesperanza,
algunos sectores de trabajadores llevaron adelante una serie de iniciativas para hacer frente al
desempleo a través de la recuperación de las empresas quebradas bajo la modalidad de
cooperativas.

El proyecto apunta al estudio de estas empresas recuperadas por parte de sus trabajadores luego
de la quiebra o cierre de las mismas y que funcionan bajo la modalidad de cooperativas de
producción o de trabajo. El objetivo general del proyecto es establecer los elementos de explican
su surgimiento e identificar aquellos que permitan potenciar la viabilidad, crecimiento y autonomía

1
Esta red es coordinada por la Universidad de Sherbrook (Canadá) y nuclea a más de veinte universidades
de Norte, Centro y Sudamérica, públicas y privadas que desarrollan trabajos en el área del cooperativismo y
el asociativismo.
de las cooperativas de trabajo surgidas a partir del cierre o quiebra de empresas capitalistas. Para
lograrlo nos propusimos las siguientes etapas.

En la primera etapa, por tratarse de un estudio comparativo entre Uruguay y Argentina, nos
propusimos la elaboración de un marco analítico común. Este marco debía dar cuenta, en primer
término, de una conceptualización del fenómeno de tal forma que sus elementos, designados con
nombres que faciliten su reconocimiento y manejo, se tornen operativos.2 En segundo lugar
emprendimos la caracterización del marco económico y social en el cual se da el surgimiento de
estas experiencias en los últimos años. Por último, nos preguntamos sobre las diferencias entre
los marcos jurídicos que establecen las legislación de cada uno de los países, en el entendido que
se trata de un elemento clave para explicar el surgimiento y la viabilidad de las experiencias.

La segunda etapa está referida al trabajo de campo. Para el estudio de los casos se combinaron
dos técnicas de investigación social, a saber: entrevistas en profundidad y grupos de discusión. El
procedimiento de muestreo fue de tipo teórico intencional. El mismo se conformó a partir de la
delimitación de ejes relevantes de segmentación, que la teoría y las observaciones sobre el
carácter de la población sugieren. Como forma de asegurar la variabilidad de la investigación y dar
cuenta del criterio expuesto en forma comparativa para Uruguay y Argentina, se consideraron
casos pertenecientes a distintas modalidades de cooperativas (producción y servicios) así como
los siguientes criterios de selección de los casos: el tamaño, la pertenencia/vinculación con
movimientos sociales y el periodo de “recuperación”; considerando claro está la distinción
geográfica entre Argentina y Uruguay. El período de recuperación de la empresa capitalista por
sus trabajadores lo establecimos con un corte en el año 1998 puesto que así como se reconocen
casos de empresas recuperadas antes de esta fecha, la misma marca el comienzo de la recesión
de nuestros países, el cual condiciona fuertemente el surgimiento de las experiencias a estudiar.
Por esta razón la mayoría de los casos serán los emergentes en el período que va de 1998 en
adelante. También se recurrió a informantes calificados, es decir a aquellas personas que por su
trayectoria e idoneidad en la temática considerada puedan servir de apoyo a la investigación. En
el momento que se escribe este trabajo –febrero de 2004- las entrevistas fueron realizadas y se
encuentran siendo procesadas.

La última etapa se refiere al objetivo último del proyecto. El equipo que lleva adelante el proyecto
confía en su contribución al desarrollo del movimiento cooperativo, en la medida que la finalidad
de la investigación es aportar al mejoramiento de la gestión de las cooperativas. Resulta
fundamental para el equipo constituir una batería de información actualizada y empíricamente
sistematizada para proyectar una intervención más acertada en las propias cooperativas. Orienta
el trabajo el compromiso con el desarrollo del movimiento cooperativo en su conjunto, con sus
2
Para Schumpeter (1984: 55): “Todos nosotros, en la práctica, iniciamos nuestra propia investigación
apoyándonos en la obra de nuestros predecesores, (…) para poder plantear cualquier problema, es
necesario que previamente nos formemos alguna idea respecto de un grupo diferenciado y coherente de
fenómenos en el que valga la pena aplicar nuestros esfuerzos analíticos. En otras palabras: la investigación
analítica debe ser precedida necesariamente por un acto cognoscitivo preanalítico, al que llamaremos
“representación”, el cual proporciona al análisis su materia prima”.
ideas, su acción, su misión y visión. Por lo que se propone, como última etapa del trabajo,
compartir sus resultados con el movimiento cooperativo generando distintas instancias de
devolución e intercambio.

Por tratarse de una investigación todavía en curso y teniendo en cuenta las limitaciones de tiempo
y espacio que una presentación de esta naturaleza tiene, es que se ha optado presentar tan solo
uno de los aspectos elaborados en el proyecto. Para el III Encuentro de Investigadores se
presentará el marco socio-económico en el cual se inscribe el surgimiento de estas experiencias y
que en buena medida lo explica, dejando para posteriores eventos continuar ampliando sobre los
resultados del proyecto.

II. CARACTERIZACIÓN DEL MARCO SOCIO-ECONÓMICO DE


SURGIMIENTO DE LAS EMPRESAS RECUPERADAS

Como adelantáramos en la introducción en este apartado se busca, en primer lugar, determinar


los aspectos económicos nacionales y regionales que contribuyeron a generar la crisis en la que
se inició este proceso de ocupación de empresas. En segundo lugar se apunta a la
caracterización del nuevo escenario macro y microeconómico en que se da el desarrollo de estos
emprendimientos.

A. El proceso de globalización de los mercados

1. La globalización financiera y la economía especulativa


Uno de los aspectos distintivos del mundo contemporáneo es el proceso de globalización. 3 Este es
más que un simple fenómeno económico. Los mercados financieros y de capitales, los sistemas
de producción, los trabajadores, los consumidores forman parte, cada vez en mayor medida, de
un mismo mercado mundial, en donde circulan bienes, flujos financieros, servicios, individuos y
poblaciones. Las nuevas tecnologías de comunicación e información permiten una simultaneidad
en la aprehensión de la realidad mundial y una difusión de conocimientos nunca vista en el
pasado. Sin embargo son los aspectos financieros y la desregulación de los mercados los
aspectos medulares del proceso globalizador.

A finales de los años sesenta y principios de los setenta, las inversiones tienden a abandonar
paulatinamente la esfera productiva, al tiempo que adquieren un carácter cada vez más
transnacional (Dierckxsens, 1998: 57). Esta tendencia se profundiza a comienzos de los años ’90,
cuando observamos un creciente divorcio existente entre los mercados de “derivados”, basados
en operaciones de futuro, y el proceso económico productivo (o sea que esos valores no tienen

3
Aunque distintivo del mundo contemporáneo esto no quiere decir que sea nuevo: en todas las etapas
históricas ha habido tendencias hacia la globalización. Pero esta se acelera con el desarrollo del
capitalismo, hacia la integración de los procesos productivos y hacia la concentración del capital y de los
ciclos de la producción y reproducción.
por objeto contribuir directa o indirectamente al financiamiento de la producción o de los
intercambios) lo que ha dado lugar a una “economía internacional de especulación” o lo que
algunos autores denominan una “economía virtual” y otros una “economía de casino”.

Al disminuir la inversión productiva, pierde productividad el capital y se desarrolla una apuesta a


un mayor grado de explotación en el futuro. Con el abandono de la esfera productiva, se acentúan
los mecanismos de redistribución y concentración de la riqueza existente. El capital acumula
riqueza en forma monetaria sin una correspondiente inclusión del trabajo en la esfera productiva, y
mientras tanto busca realizar su ganancia mediante una progresiva concentración de la riqueza
existente.

2. El conflicto capital–trabajo y la desregulación creciente en un


mercado de trabajo globalizado
En la medida que la acumulación de capital se basa en una apuesta al futuro por medio del
crédito, el capital busca reducir los costos laborales, recortar el gasto social e intensificar el
proceso de trabajo para sostener esta lógica de la acumulación mediante el crédito (Dierckxsens,
1998: 74). Es así que el conflicto capital/trabajo se acentúa. Aunque en las diferentes partes del
mundo se parten de distintos grados de estabilidad laboral, durante las últimas décadas las
tendencias han sido generalizadas: mayor flexibilidad en el trabajo con controles más verticales y
una pérdida clara de la implicación de los trabajadores directos en la orientación social y el reparto
del producto (Lipietz, 1995: 11s).

Esto ha llevado a la crisis del modelo fordista, que se manifiesta particularmente en dos
fenómenos paralelos. Estos son la reducción de los márgenes de maniobra de los Estados
Nacionales y la desregulación de los mercados de trabajo.4

La globalización de la economía pasa de ser una característica puramente geográfica para


convertirse en un movimiento que penetra el conjunto de los procesos de producción, distribución
y consumo. La globalización trae aparejada también la desregulación neoliberal que sienta sus
bases sobre el enorme desarrollo técnico, desde la robótica hasta los sistemas de información y
de comunicación. El capital tiene ahora los medios para actuar sobre el trabajo y el resultado de
esto es la eliminación de una parte de la mano de obra, la precarización de otra y la reducción del

4
Si bien la reducción de los márgenes de maniobra de los Estados Nacionales no es el tema que queremos
abordar en estos momentos, quisiéramos hacer una breve referencia. Durante el fordismo el Estado–Nación
fue el marco de referencia de la acumulación, y la lógica reproductiva del capital y de la fuerza de trabajo se
definieron a partir de ese Estado–Nación. La internacionalización creciente va a afectar directamente a los
Estados–Nacionales. Por una parte reduce los márgenes de maniobra que estos tenían frente al capital y
conexo con esto, se produce una pérdida de legitimidad. Respecto a esto último señala Dierckxsens: “En
una economía de mercado la ciudadanía, o la real pertenencia a determinada nación y los derechos
sociales adquiridos, dependen en buena medida del grado de inclusión de la población en las relaciones de
mercado. El mayor o menor grado de inclusión en una economía de mercado de una población, depende a
su vez del grado en que se generalizó la relación salarial en esa nación. Cuanto más generalizada está la
relación salarial, mayor el grado de inclusión, mayores los derechos de ciudadanos y por ende mayor el
grado de legitimación del sistema (Dierckxsens, 1998: 107).
costo de la masa salarial. 5 El nuevo auge de las inversiones directas extranjeras (IDE) ha llevado
a una producción transnacional de bienes y servicios y, con ello, un mercado mundial de empleo
que cada vez se rige menos por las leyes que prevalecen en un mercado interno de empleo
(Dierckxsens, 1998: 118).

La competencia entre la mano de obra se hace mundial y los precios cada vez más bajos: “El
mundo pasa a ser un gigantesco bazar formado por naciones que ofrecen su mano de obra en
competencia unas con otras, proponiendo precios cada vez más bajos.” (Donahue, Thomas,
(1994): “International labour standards: the perspective of labour” citado por Dierckxsens, 1998:
118). La intensificación de la competencia en un marco de crecimiento económico estancado han
provocado que las condiciones de empleo hayan empeorado en muchas partes del mundo y las
tasas de desempleo hayan subido en la mayoría de los países.

B. Consecuencias en los países del Cono Sur

Mientras en los países desarrollados entra en crisis el régimen de acumulación fordista, en


América Latina asistimos al fracaso del modelo desarrollista de la ISI (Industrialización por
Sustitución de Importaciones), estas políticas llevaron a la inadecuación estructural de la oferta y
la demanda globales de un régimen de acumulación basado sobre la producción en masa, lo que
lo ha llevado a ser devorador de divisas, en tanto las condiciones internacionales lo permitían. Por
un lado el tipo de desarrollo industrial exige la importación de máquinas y know how financiado en
gran parte por el crédito, lo que fue una de las razones de la posterior crisis de la deuda. Por otro
lado la desigualdad social es tal que el consumo de masas no es casi posible, volviendo así los
productos demasiado costosos. Hoy la mundialización se traduce en la apertura de mercados y
una reducción del gasto público, destinando parte de él al servicio de la deuda.

1. Ajuste estructural y apertura de los mercados


Para Hinkelammert (1999) en América Latina la estrategia de la globalización fue impuesta por los
llamados ajustes estructurales. Los ajustes estructurales se refirieron especialmente a tres
dimensiones de la sociedad: la apertura para el capital financiero y para las corrientes de divisas y
mercancías; la reestructuración del Estado, quitándole sus responsabilidades en cuanto al
desarrollo y privatizando las propiedades públicas; y la flexibilización de la fuerza de trabajo, que
trae consigo la anulación de derechos de importancia decisiva, que son resultado del contrato de
trabajo como la protección frente al despido y la protección de la mujer, pero también de los niños,
etc. Las seguridades sociales son disueltas y los sindicatos debilitados, muchas veces hasta
disueltos.

5
Hay que recordar que el objetivo del capitalismo no es crear empleo sino la acumulación, es por ello que el
proceso de internacionalización creciente y en ausencia de reglamentación equivalente, los mecanismos
nacionales de regulación fordista corren el riesgo de funcionar por oposición favoreciendo el dumping social,
fiscal y monetario.
La imposición de los ajustes estructurales va de la mano con la propagación de la ideología de la
competitividad6 y de la eficiencia. Por eso se los justifica como política de la eliminación de
distorsiones del mercado o de la eliminación de “interruptores” de la movilidad del mercado. La
economía ahora se conduce en términos de una guerra económica, en la cual se trata de
conseguir ventajas competitivas, que hacen posible, salir de la guerra como ganador victorioso. La
misma situación de los países ahora se discute en términos de su competitividad, y toda actividad
social es evaluada según su aporte a esta competitividad (Hinkelammert, 1999b).

2. Precarización de la fuerza de trabajo


Esta situación repercute directamente generando una mayor inestabilidad laboral, que se
manifiesta en América Latina en un creciente desempleo y subempleo, y en la proliferación del
trabajo informal.7

El proceso de producción se transformó por la conjunción de nuevas tecnologías y cambios en la


organización del trabajo. Esto se traduce no solamente en una rápida disminución de los obreros,
sino también en la eliminación de la relación de trabajo de un gran número de personas, inútiles
en los nuevos procesos o incapaces de introducirse en ellos profesionalmente. Allí donde la
población activa es muy numerosa y poco calificada, no entra en la relación salarial y alimenta lo
que se da en llamar el sector informal. Por otra parte, en la mayor parte del mundo la masa
salarial está en regresión absoluta o relativa.

Finalmente, la función de inserción social del trabajo está seriamente comprometida por la
extensión del desempleo. En el marco del capitalismo globalizado los derechos como ciudadanos
se generan y se pierden en el mercado, y no por el hecho de que seamos miembros de una
nación o comunidad humana. Sólo tenemos derechos en tanto que intercambiemos nuestro
(fuerza de) trabajo en el mercado. Aquella población que no intercambia su (fuerza de) trabajo en
el mercado no llega a constituir parte de aquella totalidad que se construye a partir de las partes, y
tendencialmente, se ve privada de forma paulatina de todo derecho social y, en su extremo, hasta
6
Respecto de la cuestión de la competitividad, Rapoport (1997b: 34–35) nos llama la atención
recordándonos que como lo ha demostrado Paul Bairoch en el desarrollo del capitalismo el “libre cambio’ es
la excepción y el proteccionismo es la regla. Actualmente se ha acuñado la teoría de las ventajas
competitivas. Michael Porter es el que mejor la ha expuesto en su clásico libro “The competitive Advantage
of Nations”. Esta teoría surge también en un marco histórico determinado y como consecuencia de la
pérdida de competitividad de naciones líderes, como los Estados Unidos, frente al Japón, los tigres del
sudeste asiático y algunos países de la comunidad europea. Si bien es comúnmente aceptado que los
países deben ser más competitivos se comienza a cuestionar la ideología de la competitividad. El exceso de
competitividad puede llevar a guerras económicas y aun retorno del proteccionismo. Además “la
constatación de que la ideología de la competitividad económica tiende a promover reformas económicas
que tienen efectos negativos sobre las sociedades; eliminación de pequeñas y medianas empresas,
desempleo, destrucción del medio ambiente; que no siempre resultan compensados por la mayor inserción
internacional o simplemente no se justifican” (Ibídem: 36).
7
El problema es más grave si pensamos que las funciones del empleo en los sectores modernos
sobrepasan su función simplemente económica. Son tres las funciones que se pueden distinguir: en primer
término su contribución a la producción; en segundo lugar el empleo forma la base de la remuneración del
trabajador o de los costos de la reproducción de la fuerza de trabajo (salario); y, por último pero no menos
importante, constituye el medio principal de inserción social. Hoy estas funciones se encuentran
perturbadas.
del derecho a la vida. La lógica de la globalización es excluyente y la población excluida tiende a
perder sus vínculos con el mercado, y con ello pierde derechos sociales (Dierckxsens, 1998: 177).

C. Consecuencias en Uruguay: apertura y liberalización de la


economía

Históricamente Uruguay ha tenido un sitial destacado en el contexto regional. Los indicadores de


esperanza de vida, educación e ingreso lo colocaban entre los países de alto desarrollo humano.
Sin embargo, a partir de la crisis iniciada desde fines de 1998, esta situación se comienza a
revertir. No solo como consecuencia de la crisis, el mercado de trabajo y la situación de los
trabajadores muestran importantes retrocesos. Al tratarse de una economía pequeña y abierta, el
mercado laboral va a ser uno de los ámbitos donde impactan más fuertemente los cambios en las
tendencias estructurales de la economía internacional; pero, ¿cuál es la expresión propia que
alcanzan en el Uruguay? Para dar respueta a esta pregunta nos proponemos: en primer término
repasar las características de la economía uruguaya en los últimos años y en segundo lugar los
impactos producidos a nivel del mercado de trabajo.

III. Las bases del crecimiento de los años noventa


Los patrones de crecimiento de la economía uruguaya en los años noventa son bastante similares
a la de los países de la región. A comienzos de los ’90, luego de la llamada “década perdida” y
fundamentalmente en el marco de los procesos de integración regional en el MERCOSUR, la
economía uruguaya recupera la senda del crecimiento. El PBI crece de forma continua entre 1991
y 1998 –con la excepción de 1995– y la inflación logra ser controlada. Sin embargo esto no se
refleja en mejoras en la distribución del ingreso, aún más aparecen nuevas formas de exclusión no
experimentadas hasta el momento por una sociedad relativamente integrada.

Esto se explica con las llamadas “reformas estructurales” que buscando atraer las inversiones
extranjeras (IED) se aplicaron en nuestro país, aunque no con la misma intensidad y radicalidad
de otros países de la región. También al igual que el resto de la región la política económica
llevada adelante por los gobiernos se dirigió a la desregulación y apertura financiera y comercial
iniciada en los años setenta. Este proceso se profundiza y acelera a comienzos de los ’90 con la
creación del MERCOSUR junto con Argentina, Brasil y Paraguay. La apertura y la disponibilidad
de recursos financieros externos permitió a las empresas realizar una importante transformación
tecnológica y a los consumidores un aumento en el consumo de bienes durables importados. A
pesar de la inversión realizada y producto de la sobrevaluación del tipo de cambio la economía
uruguaya pierde progresivamente competitividad lo que afecta fuertemente desempeño
exportador. El déficit comercial pasó a ser un problema latente pero el saldo negativo de la cuenta
comercial era compensado por el aumento de las inversiones extranjeras directas. A esta situación
de inestabilidad hay que sumar la fragilidad fiscal. El Estado uruguayo tradicionalmente ha
ocupado un papel muy importante en la economía, fundamentalmente en lo referido a la
ocupación.

La política económica apuntaba a la inserción internacional como país de servicios. El turismo, los
transportes, la construcción y los servicios de comercio, restaurantes, hotelería y financieros
pasan a ser los sectores más dinámicos de la economía. El desarrollo tanto del turismo como de
los servicios financieros depende fuertemente de la región, particularmente de la Argentina, lo que
incrementa la vulnerabilidad externa.

Asimismo el abaratamiento de los bienes de capital antes mencionado va a provocar profundas


transformaciones en la producción procesándose un cambio técnico ahorrador de mano de obra e
intensivo en capital. A esto se le suma que para nuestras economías el patrón de especialización
productiva y el modelo de inserción en los mercados mundiales de manufacturas han ido
cambiando en favor de las ventajas comparativas naturales disponibles en la región (recursos
forestales, ictícolas, petroleros, gasíferos, minerales, turísticos, etc.). Para Katz (2000) estos
cambios conducen a estructuras productivas más complejas y crecientemente integradas a la
economía mundial, inmersas en un proceso de profunda mutación estructural y de modernización
productiva. Katz (2000:71) señala que las ramas manufactureras procesadoras de recursos
naturales, productoras de "commodities" industriales de uso difundido, han logrado un mejor
desempeño relativo a lo largo de los últimos veinte años, y han ido perdiendo peso relativo las
industrias productoras de bienes finales intensivos en mano de obra —calzados, vestuario, etc.—
y aquellas intensivas en el uso de conocimientos tecnológicos e ingeniería de diseño de nuevos
productos –farmaquímica, de instrumental científico, etc.. En lo que respecta a las industrias
intensivas en manos de obra, las industrias latinoamericanas, luego de la apertura, no han podido
competir con producciones provenientes de regiones que pagan salarios mucho menores (como
por ejemplo China). En tanto las intensivas en conocimientos tecnológicos no han podido competir
con productos que tienen un rápido ritmo de obsolescencia tecnológica, corta vida útil y fuertes
gastos de investigación y desarrollo.8

IV. Impacto de la crisis sobre los trabajadores: el empleo y los salarios


Aún desde antes de la crisis de los ’90, la aplicación de los programas de reformas estructurales y
apertura de la economía consolidaron ciertas tendencias en el mercado de trabajo uruguayo En
primer término una reducción constante y significativa de los salarios reales de los trabajadores.

Gráfico 1. Evolución del Salario Real promedio. Total país. 1968-2000 (1968=100)

8
Este proceso de reestructuración y modernización del aparato productivo presenta, a juicio de Katz (2000),
dos problemas centrales. El primero se refiere a la capacidad del sector industrial para generar nuevos
empleos y el segundo se relaciona con el deterioro progresivo del saldo comercial externo que parece estar
asociado al proceso de mutación estructural previamente descrito.
140

120

100

80

60

40

20

0
1968 1972 1976 1980 1984 1988 1992 1996 2000

Fuente: Olesker et al., 2002

La caída de las remuneraciones del trabajo es acompañada por el aumento del desempleo
estructural, es decir, aún en etapas de expansión de la economía la demanda de trabajo cae. Tal
como observamos en el gráfico siguiente la tendencia de los últimos 25 años es al aumento del
desempleo.

Gráfico 2. Desempleo de largo plazo y desempleo estructural (miles de personas). 1974 y


proyección al 2004. Total país.

210
190

170
Personas

150
130
110

90
70

50
1974 1977 1980 1983 1986 1989 1992 1995 1998 2001 2004

número de desempleados Años


desempleados estructurales

Fuente: Olesker et al, 2002

Si analizamos el desempleo en términos de sectores productivos encontraremos que la ocupación


industrial, sector tradicional de absorción de la oferta, no ha sido capaz de generar puestos de
trabajo. Al comparar las tasas de ocupación en la industria con la tasas de crecimiento de la
población y de la PEA encontramos, en primer término observamos que el crecimiento de la
población aunque desparejo y lento es constante.9 En tanto el crecimiento de la PEA aún cuando
9
Cabe hacerse notar que el período de 1978 y 1983 presenta una tasa de crecimiento muy inferior a la
media del período considerado. Esto se relaciona con el gobierno militar y un auge de la emigración que
constituyó una válvula de escape de alto poder efectivo para paliar la carencia de oportunidades de empleo
suficientes.
tiene algunos breves períodos de caída –entre 1983 y 1989- también presenta un comportamiento
signado por el crecimiento. Sin embargo las tasas de crecimiento de la ocupación industrial son
mayoritariamente negativas y durante la segunda mitad del siglo XX –1955-1998 – la ocupación
cae a un ritmo de poco más del 1% anual.

En el mismo sentido de lo sostenido respecto del desempleo se puede observar para el sector
industrial: aún en épocas de crecimiento de la producción el empleo en el sector experimenta un
retroceso. Esto es evidente fundamentalmente para la década de 1990. En el siguiente gráfico
observamos la caída del Índice de ocupación y de las horas trabajadas en la industria
manufacturera. En tanto, observamos un irregular crecimiento del Índice de volumen físico hasta
el año 1998.

Gráfico 3: Índice de volumen físico, horas trabajadas y ocupación total en la industria


(1982-2001) (1988=100)

120

110

100

90

80

70

Indice de Volumen Físico


60

Indice de Horas Trabajadas


50
Indice de Ocupación Total

40
1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

Fuente: Elaboración en base a datos del INE y de las Encuestas Industriales de 1978-1988-1997.

Junto con la caída de salarios y el aumento del desempleo presenciamos un fenómeno que es
causa y consecuencia de estos cambios. Se trata de la precarización del mercado de trabajo. Un
reciente informe del Instituto Cuesta-Duarte del PIT-CNT (Olesker et al., 2002) muestra que en la
última década el mercado laboral uruguayo ha presentado un fuerte proceso de precarización:
más de 400 mil trabajadores atraviesan por esta situación. Ello significa que casi la mitad de los
ocupados privados tienen problemas vinculados a la precariedad. Este crecimiento de la
precariedad durante la década del ’90 se ha dado en una etapa de crecimiento económico por lo
que queda demostrado que no se trata de un fenómeno coyuntural efecto de la crisis.

A. Consecuencias en Argentina: destrucción del aparato


productivo y crisis social

Al igual que para el caso uruguayo, para comprender el contexto de crisis en el que está inmersa
Argentina hoy, conviene un poco a su historia económica reciente, porque la reestructuración y
destrucción del aparato industrial argentino se inicia a partir de la última dictadura militar (1976-
1983) y tiene su coronación con la implementación de las medidas neoliberales instauradas en la
década del 90’.

La última dictadura militar implementó una drástica apertura de la economía y la liberalización de


la actividad financiera. En ese marco, miles de fábricas debieron cerrar y el excedente económico
se generó a partir de prácticas especulativas que consistían en liquidar activos, obtener préstamos
del exterior y realizar colocaciones financieras, aprovechando las tasas de interés locales que
superaban las internacionales.

Así, además de la destrucción del aparato industrial, se produce una reestructuración que
posiciona mejor a los grandes grupos económicos, que fueron beneficiados por los programas de
promoción industrial y el sistema de compras del Estado.

Las políticas de ajuste implementadas en la década del 90’, a partir de la adopción del Plan de
Convertibilidad, profundizaron este proceso. Entre ellas se pueden mencionar: a) Transferencias
de empresas públicas mediante privatizaciones como efecto de la reducción del déficit fiscal; b)
Desregulación de la economía (o sea del mercado de bienes y servicios) mediante la transferencia
de controles hacia el mercado; c) Reforma administrativa y la consecuente disminución del gasto
social; d) Achicamiento del estado empresario productor, como fin de la etapa distribucionista del
Estado contemporáneo, lo cual contribuyó al resguardo de las condiciones de crecimiento y
expansión del capital; e) Paridad cambiaria, con una moneda crecientemente apreciada con
respecto al dólar estadounidense; f) Completa liberalización de los flujos de entrada y salida de
capitales; g) Apertura económica, con una fuerte reducción de las barreras aduaneras; h)
Flexibilización de las condiciones laborales; y i) Invasión de tecnologías, no siempre a acordes con
la estructura de las empresas locales.

Todos estos factores configuraron el escenario para continuar con la reestructuración regresiva del
sector industrial. Entre los cambios más notables del período vale destacar: la pérdida de la
participación de la actividad manufactura en el producto del país; la concentración de la propiedad
del capital y de los mercados; la reducción de la agregación de valor; la desaparición de la
industria local y la consiguiente sustitución de la producción local por las importaciones; la
transformación de ramas industriales en lugares donde sólo se arman productos con insumos
importados; y la sustitución del factor trabajo por el uso intensivo de capital, debido a la
incorporación de nuevas tecnologías.

Como corolario de este marco solo pocas empresas grandes se expanden aceleradamente y las
PYMES sufren las consecuencias de los cambios macroeconómicos. Además se experimenta un
proceso de extranjerización, porque muchas empresas de capital local son transferidas al capital
extranjero aprovechando la fuerte apreciación del peso argentino.Otro corolario es la pérdida de
competitividad por la apertura económica y la primarización del perfil competitivo (preeminencia de
sectores industriales basados en el aprovechamiento de recursos naturales).
Al igual que vimos para la región, la sociedad argentina sufre así un fuerte retroceso, marcado por
el crecimiento de la desocupación y subocupación, la caída en los ingresos de los sectores del
trabajo y por lo tanto el aumento de la pobreza.

A mediados de 1998 la economía argentina ingresa en una etapa recesiva que luego termina
manifestándose en una marcada depresión, producto del agotamiento del patrón de acumulación
y distribución del ingreso vigente. El auge de los negocios vinculados por el acceso a la “plata
fácil”, proveniente de las privatizaciones, llegó a su fin y el sostenimiento de la rentabilidad de los
mercados oligopólicos y monopólicos creados, se produce en detrimento de la competitividad de
la economía y el poder adquisitivo de usuarios y consumidores. A todo esto se le sumó el efecto
de la devaluación de la moneda brasileña, siendo Brasil el principal comprador externo de la
Argentina.

La crisis se profundizó a causa del freno del financiamiento voluntario del país dado que, a partir
del 2001, la única fuente de recursos externos provino de organismos internacionales. Como
respuesta a esta crisis el gobierno respondió con una sucesión de ajustes que no hizo más que
profundizar la recesión. La capitalización de las empresas y la sustitución del factor trabajo, redujo
las posibilidades de creación de empleo, a pesar del crecimiento del PBI.

Tras la crisis social y política de fines del 2001, Argentina inicia el año 2002 inmersa en una de las
peores crisis de su historia: clima de convulsión social, altos niveles de desempleo, severos
problemas de pobreza e indigencia, un sistema bancario virtualmente destruido, default de la
deuda pública y un esquema monetario-cambiario fuertemente erosionado.

En este contexto se adoptó un régimen de flotación que inicialmente derivó en un proceso


devaluatorio acompañado por aumentos de precios, y se intensificaron las restricciones al
movimiento de depósitos (corralito) impuestas ya en el año 2001. Esto dio como resultado un
clima de inestabilidad reflejado en la aceleración de la inflación y del mayor deterioro de la
situación social.

El gobierno respondió con una fuerte política de asistencia (subsidios al desempleo, aumento
salarial al sector privado e incremento de las jubilaciones mínimas) que obviamente fue
insuficiente pero redujeron el clima de conflictividad social que imperaba a fines del 2001.

De acuerdo a la información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo de


Argentina (INDEC) la consecuencias de la crisis se manifiestan en los siguientes indicadores: -
tasa de desempleo del 21,5%, y una tasa de subempleo del 18,6%; - aproximadamente
18.219.000 personas viven bajo la línea de pobreza, o sea el 51,4% de la población total (37
millones); y - crecimiento de la brecha de ingresos manifestada en que el decil más rico de la
población gana 29 veces más que el decil más pobre (en el año 1980 este índice era de 12,7).
V. A MODO DE CONCLUSIÓN

Como muestran los indicadores, tanto en Argentina como en Uruguay, esta situación ha
repercutido fuertemente sobre los sectores asalariados. A la situación de pérdida de empleos y
precarización laboral debemos sumar un importante número de quiebras fraudulentas.
Empresarios que amparados o no por el poder político aprovecharon de la bonanza económica de
los ’90 para obtener importantes créditos que no necesariamente reinvirtieron en la producción. Es
muchas veces frente a estas situaciones que los trabajadores toman la fábrica y la ponen en
marcha.

En Uruguay existía cierta tradición respecto de recuperación de empresas. 10 En tanto en


Argentina los primeros casos, en principio aislados, se observan hacia finales de los noventa y es
en el año 2000 donde este fenómeno se hace más notorio. En este año se registran una docena
de casos de toma de fábricas por parte de los trabajadores. A partir de diciembre de 2001 se
acelera e intensifica el proceso, y participan decididamente nuevos actores. Hay solidaridad de
ciertos sectores piqueteros, asambleas barriales y los hechos se vuelven visibles en toda la
sociedad.

Para Argentina los datos estimados, no hay cifras oficiales, a septiembre del año 2003 muestran la
existencia de unas 200 firmas recuperadas que nuclean a 10.000 trabajadores aproximadamente.
Para Uruguay las estimaciones ubican estas experiencias en el entorno de las 30. En términos
cuantitativos ni 200 fábricas recuperadas para Argentina ni 30 para Uruguay son significativas a
nivel macroeconómico. Más si lo comparamos con las cifras récord de quiebras empresariales
producidas en los últimos años. ya que, en los últimos cuatro años, el promedio de quiebra fue de
1000 fábricas por año. Sin embargo se trata de una alternativa concreta que permite salidas
laborales sostenibles, con indudables ventajas sociales ya que permite a los trabajadores a la vez
que mantienen su trabajo ganar en niveles de autonomía.

Las empresas recuperadas surgen como una alternativa de los trabajadores frente al cierre de las
empresas y un mercado laboral cada vez más acotado e inestable. Pero pasar del trabajo
asalariado al trabajo autónomo no es tan simple de lograr. En nuestras sociedades el trabajo se
encuentra tan subordinado y sometido que para los trabajadores desarrollar las capacidades
empresariales y convertirse en los organizadores de la empresa supone un proceso largo y difícil
de maduración.11 Sin embargo, el fenómeno de la recuperación de empresas y la existencia de

10
Por ejemplo véase al respecto: GUERRA ARAGONE, Pablo A. (1997) “Crisis y empresas
alternativas en el Uruguay. El caso de las cooperativas de producción como emergentes de un sector
solidario de hacer economía”, Serie Investigaciones No. 18, Montevideo, Departamento de Sociología,
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.
11
Al respecto sostiene Razeto (1988: 209): “Si un colectivo de trabajadores antes asalariados quiere
acceder al dominio y control de la propiedad de los medios materiales y financieros de una empresa deberá
desarrollar un proceso psicológico, cultural y social multifacético, a través del cual llegue a considerar la
empresa como propia, a cuidar y defender su patrimonio como algo querido y asumido en profundidad, a
conocer sus funcionamiento y controlar sus operaciones. Todo ello significará tanto un crecimiento subjetivo,
de sensibilidad, conciencia y voluntad por parte de cada trabajadores y del conjunto de la asociación que
empresas autogestionadas de trabajadores u otras formas de cooperativas demuestra que el
objetivo es posible de irse logrando de manera paulatina y progresiva.

formen, como también un involucramiento personal y grupal con la empresa, tal que se constituya de hecho
esa vinculación psicológica y material de la obra al que la hace que s la fuente legitimadora del dominio” .
VI.REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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