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PASOS HACIA EL PERDÓN

La víctima de alguna agresión o injusticia puede decir:”No puedo


perdonarlo. No sabes cuánto daño me ha hecho”.
El problema es que el daño todavía se sigue causando. Entonces,
¿Cómo detener el dolor? El perdón es lo que nos libera del pasado.
Lo que se gana con el perdón es la libertad. No sanas para perdonar.
¡Perdonas para sanar!
Perdonar es dejar en libertad al cautivo y luego entender que tu misma
eras la cautiva.
No perdonas a los demás para el bien de ellos; lo haces por tu bien.
Quizás los que tu perdones nunca se den cuenta que has decidido
dejarlos fuera de tu vida.
El perdón es la fragancia que queda en el pié que pisó la flor.

Veamos algunos pasos que se deben usar en el proceso de perdonar


de corazón a los demás.

1. Pide al Señor que te revele a qué personas tienes que


perdonar.

Luego escribe en una hoja los nombres de quienes te han ofendido.


Es muy probable que la lista la encabecen el papá y la mamá como
números uno y dos; en general los primeros lugares de la lista son
ocupados por familiares cercanos.
Al hacer la lista las dos personas olvidadas son Dios y tú misma.
Respecto de tu relación con Dios, solo El puede perdonar tus pecados,
y El nunca ha pecado. No siempre hemos aceptado su perdón y a
veces tenemos amargura contra Dios porque hemos tenido falsas
expectativas de El. Tenemos que liberar a Dios de esas falsas
expectativas y recibir el perdón de Dios.

2. Reconoce el daño y el odio.

Mientras elaboras la lista de personas que necesitas perdonar, declara


específicamente qué les perdonas (por ejemplo, rechazo, falta de
amor, injusticia, falta de equidad, abuso físico, verbal, sexual o
emocional, traición, abandono, etc.…). Además, declara como te
hicieron sentir las ofensas.
No es pecado reconocer la realidad de tus emociones. Dios sabe
exactamente como te sientes, sea que lo reconozcas o que no lo
reconozcas. Si sepultas tus sentimientos eludirás la posibilidad de
perdón. Debes perdonar de todo corazón.

3. Comprende el significado de la cruz.

La cruz de Cristo hace que el perdón sea legal y moralmente justo.


Jesús cargó con el pecado del mundo, incluidos los tuyos y los de las
personas que te han ofendido, y lo hizo de una vez para siempre
(Hebreos 10:10) “Y en virtud de esa voluntad somos santificados
mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para
siempre”.
El corazón clama:”No es justo. ¿Donde está la justicia?”.
Está en la cruz.

4. Decide que llevarás la carga del pecado de cada persona.

(Galatas 6:1-2)”Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado,


ustedes deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada
uno, porque también puede ser tentado. Ayúdense unos a otros a
llevar sus cargas y así cumplirán la ley de Cristo”.
Esto significa que no te vengarás en el futuro utilizando contra ellos la
información que tienes acerca de su pecado. (Proverbios 17:9) “El que
perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a
los amigos”. (Lucas 6:27-34). Todo verdadero perdón es substitutivo,
como lo fue el perdón de Cristo para nosotros.
Eso no significa que toleras el pecado o te niegues a testificar en un
tribunal. Quizás sea necesario hacer esto para que prevalezca la
justicia. En éste caso, asegúrate primero que has perdonado esa
persona de todo corazón.

5. Decide perdonar.

El perdón es una crisis de la voluntad, una decisión consciente de


sacar a la otra persona de tu vida y liberarte del pasado. Quizás no
sientas deseos de hacerlo, pero es bueno por tu bien.
Si Dios dice que perdones de corazón, ten por seguro que El te
ayudará.
La otra persona puede estar en el error y estar sujeta a la disciplina de
la iglesia o bajo una acción legal. Esa no debe ser tu preocupación
principal. Tu primera preocupación es recibir la libertad de tu pasado y
detener el dolor.
Haz ésta decisión ahora; tus sentimientos de perdón vendrán con el
tiempo.

6. Presenta tu lista a Dios y ora así:”Perdono a (nombre) por


(lista de las ofensas y cómo te sentiste)”.

No pases a la siguiente persona de la lista hasta que hayas recordado


y presentado específicamente cada dolor. Eso incluye cada pecado de
comisión ó de omisión. Si has sentido amargura contra esa persona
por algún tiempo, debes buscar un consejero o un amigo de confianza
que te ayude en el proceso.
No digas:”Quiero perdonar de esta manera” o “que el Señor me ayude
a perdonar de esta o aquella manera”. Eso es eludir tu responsabilidad
y decisión de perdonar.

7. Destruye la lista. Ahora eres libre.

No digas a los ofensores lo que hiciste. La necesidad de perdonar a


los demás es un asunto entre tú y Dios solamente. La persona a quien
acabas de perdonar podría estar muerta. El perdón podría conducirte
a la reconciliación con algunos, pero que ello ocurra no depende
enteramente de ti.
Tu libertad en Cristo no puede depender de terceros a quienes no
tienes el derecho ni la capacidad de controlar.

8. No esperes que tu decisión de perdonar resulte en cambios


importantes en la otra persona.

Más bien ora por ellos (Mateo 5:44) “Pero yo les digo: amen a sus
enemigos y oren por quienes los persiguen”.
Para que también encuentren la libertad al perdonar (2 Corintios 2:7)
“Más bien debieran perdonarlo y consolarlo para que no sea
consumido por la excesiva tristeza”.
9. Trata de entender a las personas que has perdonado, pero
no racionalices su conducta.

Eso podría llevarte a un perdón incompleto. Por ejemplo, no


digas:”Perdono a mi papá porque sé que realmente no tenía esa
intención”. Eso sería excusarlo y eludir tu dolor y la necesidad de
perdonarlo de corazón.

10. Espera resultados positivos del perdón en ti.

Con el tiempo aprenderás a pensar en esas personas sin que te


despierten emociones primarias. Eso no significa que te gustarán los
que son abusivos. Significa que estás libre de ellos.
Los antiguos sentimientos pueden tratar de reciclarse. Cuando eso
ocurre, detente y da gracias a Dios por su provisión y no vuelvas a
acoger las antiguas ofensas. Ya las trataste; déjalas ir.

11. Da gracias a Dios por las lecciones aprendidas y la madurez


alcanzada como resultado de las ofensas y por tu decisión
de perdonar a los ofensores (Romanos 8:28-29).

“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien
de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su
propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los
predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que
él sea el primogénito entre muchos hermanos”.

12. Acepta la parte de culpa que te corresponde por las ofensas


sufridas.

Confiesa tu falta ante Dios y los demás (1 Juan 1:9) “Si confesamos
nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos
limpiará de toda maldad”
Y comprende que si hay alguien que tiene algo contra ti, debes ir ante
esa persona y reconciliarte (Mateo 5:23-26) “Por lo tanto, si estás
presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano
tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y
reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda. Si tu
adversario te va a denunciar, llega a un acuerdo con él lo más pronto
posible. Hazlo mientras vayan de camino al juzgado, no sea que te
entregue al juez, y el juez al guardia, y te echen en la cárcel. Te
aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues hasta el último
centavo”.

TOMADO DE “VICTORIA SOBRE LA OSCURIDAD” de NEIL T. ANDERSON.

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