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UNIVERSIDAD SERGIO ARBOLEDA

SEMINARIO DE KANT
PRESENTADO POR: LAURA GABRIELA CAMARGO ROJAS
PRESENTADO A: HENRY RINCÓN
FECHA: 31 DE MAYO DE 2017

De la Estética Trascendental hasta la Ética según Immanuel Kant


Immanuel Kant, filósofo prusiano (1724 – 1804), nació y murió en Königsberg
(actual Kaliningrado, Rusia). Su padre, Johann Georg Kant era guarnicionero y en 1715
contrajo nupcias con Anna Regina Reuter, de este matrimonio surgieron nueve hijos,
de los cuales este filósofo fue el cuarto de ellos. El ambiente en que se desarrolló su
vida tuvo gran influencia en su constitución espiritual, puesto que su hogar se
sustentaba en un estrecho luteranismo de corte pietista. Su educación se caracterizó
por ser estricta, rígida y demandante, lo cual se ha de ver impreso más adelante en su
rutina y escritos. Kant si bien más tarde en particular al final de su vida, se distanció de
su Iglesia.
En 1740 se matricula en la Universidad de Königsberg, en 1755 obtiene la
capacitación para la docencia, por medio de un trabajo sobre Metafísica y a su vez la
promoción de Doctor en Filosofía. Antes de este tiempo, durante quince años ejerció
como profesor auxiliar dando clases particulares, con este trabajo tuvo que ganar su
sustento. El prestigio de Kant no le fue atribuido hasta el momento en que le requirieron
en la Universidad de Jena y la de Erlangen. Hubo interés en retenerle en su ciudad
natal, además, una vez que su vida había quedado asegurada, Kant nunca salió de la
provincia de Königsberg y en muy pocas ocasiones salió de su ciudad. Incluso no se
tiene certeza si alguna vez este personaje pisó la arena de la playa. No obstante, Kant
fue el primer profesor que dictó en Alemania lecciones de Geografía física. Todos sus
conocimientos fueron extraídos de una extensísima lectura y de explotar sus dotes de
fina observación aplicados al contenido y a los segundos planos de lo que leía. En
términos generales su cotidianidad era sobria y sencilla, de un gran orden y exactitud.
Los dos pilares de su ética, la conciencia del deber y la autonomía, los había hecho él
la realidad en sí mismo.
En 1781 la popularidad de Kant empezó a crecer debido a la publicación de su obra
Crítica a la Razón Pura (Kritik der reinen Vernunft). En 1793 se contaban con más de
200 ejemplares sobre la filosofía propuesta por este autor. En general, las obras de
Kant se dividen en dos períodos: pre crítico (1746 – 1770) y los críticos (1781 – 1803);
en el período pre crítico, Kant se encuentra sumergido en la filosofía y la ciencia de la
Ilustración. En esta primera etapa el autor concibe la posibilidad de una Metafísica
sustentada en los términos de la demostración y causa, además de considerar por
supuesto el principio de causalidad que avanza desde lo mundano hasta lo
trascendental en el sentido clásico de la Metafísica. En el período crítico, Kant
abandona las ideas anteriores sobre la posibilidad de la Metafísica, puesto que luego
de conocer el pensamiento de Hume; según el mismo Kant, despierta de su sueño
dogmático y su filosofía se encamina en una nueva perspectiva en la que plantea el
problema crítico del conocimiento y su formulación la hace en términos universales. El
uso de la razón, según Kant, se presenta de forma teórica y de forma práctica. Con la
obra Crítica a la razón pura, Kant se manifiesta como crítico, esto se muestra en el
intento de establecer los fundamentos, uso teórico y límites de la razón humana.
Además, Kant aborda el tema de la ética teniendo en cuenta el aspecto teorético de la
mente humana y reconociendo el querer y el obrar en el mismo. Con este argumento
Kant establece el uso práctico de la razón y constituye su obra acerca de la moral y la
idea del deber, Crítica a la razón práctica (Kritik der praktischen Vernunft).
Crítica a la razón pura - Estética Trascendental
La Estética Trascendental, es la primera parte de la Crítica a la razón pura. “Estética
se toma aquí en su sentido originario etimológico de αἴσθησις, y significa simplemente
doctrina sobre la percepción sensible. En ella trata Kant del espacio y el tiempo
considerados como las dos formas a priori de nuestra percepción intuitiva sensible”.
(Hirschberger, p. 144). El autor se propone explicar tan distintamente como sea posible
su pensamiento con respecto a la constitución fundamental del conocimiento sensible
en general, como prevención de interpretaciones erróneas. Confronta la sensibilidad
frente a los conceptos que el entendimiento forma, con el fin de reflexionar sobre la
intuición empírica. Además de analizar las formas e intuiciones puras de la sensibilidad:
espacio y tiempo (no son conceptos mentales), apartando la materia de la
representación que aparece ante el sujeto.
Kant menciona que el espacio y el tiempo no pueden ser conceptos producidos por
una abstracción, puesto que al querer aislar con la mente la representación de espacio
y tiempo de la relación de los cuerpos o de la consecución de los hechos, se presupone
la representación misma del tiempo y el espacio; estos dos elementos son intuiciones
sensibles a priori. Espacio y tiempo son necesarios, no es posible prescindir de estas
representaciones puesto que no se podrían representar los seres y el mundo. No son
algo real ni tampoco conceptos universales, sino representaciones únicas y singulares;
cuando se menciona la multiplicidad de espacios y tiempos se refieren a secciones
cuantitativas de un único espacio y tiempo. El espacio y el tiempo son infinitos y
contienen en sí espacios y tiempos, como partes. Es el espacio la condición subjetiva
humana de la experiencia sensible; empíricamente es real pero trascendentalmente
ideal, las cosas siguen un camino paralelo por lo que respecta al tiempo. El tiempo es
lo más profundo, conforma el modo de intuición de todos los fenómenos. (Kant, 2011)
En el último apartado acerca de la Estética Trascendental (Observaciones generales
sobre Estética Trascendental) el autor establece su postura subjetivista con el fin de
evitar toda interpretación errónea. Hirschberger cita a Kant:
“Hemos querido decir, pues, que toda intuición nuestra no es otra cosa que la
representación del fenómeno; que las cosas que intuimos no son en sí mismas
de la misma índole que nos aparecen, y que, si quitáramos el sujeto nuestro o
tan sólo la disposición subjetiva de los sentidos, entonces todas las condiciones
de los objetos en el espacio y el tiempo, y aun el mismo espacio y tiempo,
desaparecerían; como fenómenos no pueden existir en sí mismos, sino sólo en
nosotros. Qué puedan ser los objetos en sí, separados de toda receptividad de
nuestros sentidos, no es enteramente desconocido. No conocemos sino el modo
nuestro de percibirlos, modo que nos es propio, y que no tiene por qué ser el
modo único necesario para todo ser, aunque lo sea para todo hombre”.
Ética kantiana - Fundamentación para una metafísica de las costumbres
Kant fundamenta su filosofía moral bajo la contemplación de la racionalidad como
base que sustenta la idea común de las leyes y el deber moral. Esta filosofía se
encuentra sujeta al hombre y en su parte pura, le concede al individuo en tanto que ser
racional leyes a priori que requieren de un juicio establecido en la experiencia; con la
voluntad se procura dirigir firmemente al hombre pues éste es afectado por distintas
inclinaciones. El autor destaca la absoluta necesidad del reconocimiento de la ley moral
y su valor como fundamento de una obligación. La ética y moral kantiana es netamente
dada conforme a la racionalidad, es a priori e inmanente.
Es menester fundamentar una metafísica de las costumbres, debido a que la
voluntad se ve condicionada por las costumbres que hay en el mundo empírico, y éstas
se exponen a diferentes perversidades mientras que no esté presente la regla máxima
y su recto juicio. Las leyes que el hombre se ha de imponer, deben ser universales y
que puedan ser aplicables a todos los individuos; ya que aquello que debe ser
moralmente bueno, no es suficiente que sea de acuerdo a la ley moral pues debe
suceder por su misma causa. La ley debe ser reconocida por su valor moral, como
principio de una obligación que ha de ser necesaria. Por su racionalidad, el hombre ha
de imponerse una guía para dirigir su voluntad como buena. Esta voluntad no puede
cimentarse en lo que presenta la cotidianidad, puesto que las costumbres son hechos,
pero no puede quedarse solamente en ellos. La metafísica de las costumbres debe
buscar la idea y principios de una posible voluntad pura, y no de las acciones y
condiciones del querer del hombre en general.
“No es posible pensar nada dentro del mundo, ni después de todo tampoco fuera del
mismo, que pueda ser tenido por bueno sin restricción alguna, salvo una buena
voluntad”. (Kant, 1785. p,39). El temperamento y los talentos del espíritu, según Kant,
en varios sentidos son cosas buenas y deseables, sin embargo, también pueden ser
malas; si la voluntad que ha de usar estos dones de la naturaleza y el carácter que es
su modalidad particular, no es buena. Es la moderación en las pasiones y el
autocontrol, conforman una parte del valor intrínseco de la persona. Los dones de la
fortuna como el poder, las riquezas e incluso la salud que son denominados bajo el
término de felicidad, inducen a la insolencia cuando no hay una buena voluntad que
corrija la influencia del ánimo, adecuando a un fin universal el principio global del obrar.
La buena voluntad, se constituye como buena cuando es considerada por sí misma
y resulta mucho más loable cuando la acción que se ejecuta se realiza sin ninguna
inclinación a favor o como motivo de dependa de ella. La razón no es lo
suficientemente apropiada para conducir a la voluntad con respecto a sus objetos y
satisfacer las necesidades del hombre; como capacidad práctica, la razón ha sido
asignada al ser humano, como facultad que ha de influir en la voluntad, por lo tanto, el
fin de la razón ha de ser establecer una buena voluntad en sí misma y no como un
medio con respecto a un interés o propósito en particular. A esta voluntad le
corresponde ser el bien supremo.
Con respecto al deber, Kant establece tres tesis para lograr comprender su
concepto de acuerdo a los sentidos que le competen:
 Según la Sagrada Escritura, estipula que hay que amar al prójimo y puesto que
el amor no puede ser algo impuesto, es menester hacer el bien por el deber
mismo, sin que ninguna inclinación impulse al obrar.
 Una acción tiene valor moral por deber en la máxima por la cual la obra su
dirigida, más no por el objetivo que se ha de alcanzar. Los propósitos que se
pudieran tener en el actuar, así como su resultado, no puede atribuir al obrar
ningún valor moral incondicionado.
 Cuando el deber se cumple, significa que su acción es necesaria por respeto a
la ley. Menciona el autor que, así como una acción por deber tiene que dejar de
lado el influjo de la inclinación y con ello todo objeto de la voluntad, a ésta no le
queda nada que pueda determinarla objetivamente salvo la ley y subjetivamente
el respeto hacia esa ley práctica y por tanto la máxima de cumplir la ley.
La buena voluntad hace que la conducta se oriente hacia el cumplimiento de una ley
moral; la moral debe ser universal, no puede ser a posteriori ni caer en intereses. Es
necesario que haya una directa relación con el uso de la razón práctica para que un
acto tenga fundamento moral; se considera que una acción tiene fundamento moral
cuando es completamente desinteresada, es decir cuando quien la ejecuta no tiene
ningún vínculo afectivo e interés particular.
La acción emprendida por la subjetividad, que ella misma por medio de su buena
voluntad es capaz por su racionalidad darse la ley moral que apunta a un bien, ya no es
subjetiva sino universal, para todos los hombres. Asimismo, por la misma naturaleza
del ser humano, la razón da sus leyes; se es racional únicamente si haya y actúa el
sujeto de acuerdo a esas leyes, en otros términos, se considera como racional a quien
supera la minoría de edad, la heteronomía, y se guía por sus propias máximas sin
instrucción extrínseca, es decir, cuando se ha llegado a la mayoría de edad o
autonomía. La subjetividad se da la ley moral, es un condicional que da las leyes.
Según Kant, es imposible que, en la experiencia, en el mundo a posteriori (empírico)
haya un caso en que la máxima de una acción, conforme con el deber, yazca
únicamente sobre fundamentos morales y la representación de su deber. Debido a que
no hay nada que al margen del fundamento moral del deber haya sido lo
suficientemente fuerte para inclinar al sujeto a realizar una acción en particular; no se
puede determinar con entera seguridad que la causa de la voluntad no haya sido algún
impulso egoísta que estuviese oculto. Con respecto al valor moral no son relevantes las
acciones que se ven, sino los principios internos de las obras que no son vistas.
En su obra, Kant establece que el imperativo es la representación de un principio
objetivo, en tanto que resulta indispensable para una voluntad, se llama mandato de la
razón y la formulación del mismo. El imperativo es de orden hipotético o categórico; el
imperativo hipotético, requiere de una premisa condicionada, la acción que oriente este
imperativo no es moral, puesto que manifiesta la necesidad práctica de una acción
posible como medio para conseguir alguna otra cosa que se quiere. El imperativo
categórico se basa netamente en la razón, representa una acción sin interés particular
ni referencia a ningún otro fin, sino que es una acción cuyo fin es sí misma
objetivamente. Tiene como condiciones: actuar de tal modo que la máxima que se haya
impuesto un individuo sea para todos de valor universal y no tomar a ningún hombre
como medio. Este imperativo tiene una concordancia con la ley y es la que ajusta a la
formulación propiamente del imperativo. Además, este imperativo, salva la naturaleza
humana, puesto que solamente por el ejercicio de la razón se puede encontrar la
verdad; fuerza a la naturaleza humana para que deje de lado su debilidad.
Se considera a Kant como el filósofo alemán más importante de la Edad Moderna.
Puesto que en el aspecto ético se destaca por fundamentar el principio máximo de la
moralidad, al proponer un estudio en el que abarca la naturaleza humana a cabalidad;
desde la racionalidad hasta las acciones y las leyes impuestas. Kant presenta la más
alta concepción de la ética y guía para actuar, su representativo imperativo categórico
en el que posteriormente se han de fundamentar doctrinas con base en éste. Al hacer
la distinción entre hombre heterónomos y autónomos, respectivamente menores de
edad y mayores de edad, invita al lector a reflexionar acerca de sus acciones y el modo
como ha de obrar; puesto que la concepción actual de mayoría de edad se reduce a la
edad impuesta por la ley. Sin embargo, Kant considera que este hecho se ve manifiesto
es en el obrar del hombre. Gracias a su concepción del deber, su filosofía se presenta
como una recta construcción de la voluntad.

Referencias
Hirschberger, J. 1965. Historia de la filosofía. Alemania. Editorial Herder.
Kant, I. 1785. Fundamentación para una metafísica de las costumbres. Alemania.
Editorial Gredos.
Kant, I. 2011. Crítica de la razón pura. España. Fondo de Cultura Económica.
Reale, G. y Antiseri, D. (1988). Historia del pensamiento filosófico y científico. España.
Editorial Herder.
Webdianoia. 2002. Immanuel Kant. Recuperado de:
http://www.webdianoia.com/moderna/kant/kant_bio.htm

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