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Hoy en día, localidades del norte de la provincia de Córdoba (Sierras chicas y el norte) como
Salsipuedes, Jesús María, Colonia Caroya, Ascochinga y Villa del Totoral, entre otras, ofrecen como
actividad popular el turismo cinegético (también denominado “turismo de caza” o caza deportiva) a
extranjeros, otorgándole a nuestra provincia a nivel internacional la denominación de la "Capital mundial
de la caza de palomas". En esa zona en particular, se lleva a cabo durante todo el año, la caza de la paloma
torcaza o dorada (Zenaida auriculata) o de la paloma manchada (Columba maculosa) al vuelo.
En la Provincia de Córdoba, las poblaciones de estas aves son muy abundantes, y en los últimos
años ese aumento se ha favorecido, no sólo como resultado del desmonte y de prácticas no sustentables
de agricultura, sino por plantaciones locales de girasol, maíz, trigo y sorgo como alimento para las
palomas promovidas por los operadores de la caza.
A pesar de que el
turismo cinergético
por una parte es
una importante
fuente de dinero
(deja cada año
varios millones de
dólares) para las
SEQ Ilustración \* ARABIC 1 Paloma ala SEQ Ilustración \* ARABIC 2 Paloma torcaza poblaciones en las
manchada (Columba maculosa) (Zenaida auriculara) cuales se practica,
y por la otra elimina aves consideradas plaga, con el tiempo deja detrás un problema de riesgos mayores:
la contaminación por los perdigones utilizados. Las municiones utilizadas para dicha actividad son de
plomo, el cual está considerado dentro de la categoría de residuos peligrosos y debido a esta actividad se
acumula por toneladas en el suelo.
Y podríamos preguntarnos ¿Por qué hacernos problema por el plomo? O ¿Qué efectos tiene el
plomo en mí o en el ambiente, para que se tenga que regular si trae beneficios económicos? Bueno, para
esto tendríamos que describir un poco a dicho metal y cómo este interactúa con el medio:
El plomo se ubica dentro del grupo de los metales pesados. Este, al entrar en contacto con el agua
y aire se oxida. En este estado oxidado se disemina rápidamente y contamina los suelos, cursos de agua,
napas, cultivos que lo absorben e inclusive el aire que respiramos. En cada uno de los medios, se vuelve
disponible para los seres vivos, y comienza a ingresar a la cadena trófica a través de su acumulación en las
plantas, y puede transferirse a los animales y al hombre por consumo de las plantas contaminadas. A su
vez puede ingresar por el mismo consumo de agua contaminada con plomo, y es importante considerar
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que el nivel máximo de contaminante para permitido para el plomo en el agua potable (según el Código
Alimentario Argentino) es cero, por su comprobada toxicidad en el ser humano.
Otro aspecto importante con respecto a este metal, es que no es biodegradable, es decir que se
acumula en los tejidos de los organismos que lo absorben (plantas, por ejemplo), y se biomagnifica, es
decir, que la concentración de este contaminante se incrementa al pasar a un nivel trófico superior en la
cadena alimenticia. Y a mayor concentración, más graves son los efectos en la salud, por ende, significa
que los eslabones topes de la cadena (es decir, los predadores), se ven severamente afectados. La
contaminación por plomo entonces, puede causar un desequilibrio en el ecosistema en cuestión.
En el hombre se ha comprobado que la polución por plomo, produce diversos trastornos desde
digestivos (diarreas, problemas renales), anemia, a infertilidad y daños neurológicos (retraso en el
crecimiento, dificultad en el aprendizaje). Además, tiene la particularidad de competir con el calcio,
ocupando su lugar en los huesos, por eso los niños son las personas más vulnerables a esta fuente de
contaminación. En concentraciones muy elevadas incluso puede ser letal. Esto es grave, si consideramos
que la contaminación por plomo (a diferencia de la del mercurio), es silenciosa y progresiva, es decir, los
efectos se ven cuando las concentraciones en el organismo son elevadas.
Además de ser tóxico, el plomo tarda entre 100 a 300 años en degradarse y desaparecer
completamente del ecosistema y cada perdigón libera plomo oxidado durante todo ese tiempo antes de
erosionarse completamente. Investigaciones llevadas a cabo por científicos de la Universidad Nacional de
Córdoba registran muy elevados niveles de plomo (Pb) en el aire y suelo del norte de la Provincia de
Córdoba, al mismo tiempo que se documentaron altos niveles de plomo en plantas forrajeras para ganado
y consumo humano. En algunos sitios, la concentración supera los límites establecidos para usos agrícolas.
Incluso también se ha detectado plomo en exceso (y por encima de lo que marca el Código Alimentario de
Argentina) en los granos de soja y de trigo.
En Córdoba, hasta el momento, no se ha tomado medidas muy serias sobre el asunto, se prohíbe el
uso de plomo para la caza en humedales (def brev) y se exige a los operadores de este tipo de turismo
inscribirse en un registro como generadores de residuos peligrosos y realizar monitoreos anuales para el
control de los suelos (Resolución Nº 1115-2011). En otras provincias de Argentina comenzaron a trabajar
con mayor compromiso sobre ello, como en la Provincia de Santa Fe, que limita el uso de municiones de
plomo para la caza deportiva en las áreas habilitadas de su territorio Resoluciones Nº 036- 2011, 021-2012
y 065-2013.
En el marco internacional se han llevado a cabo varios proyectos para la regulación del uso de
plomo en la actividad cinergética. Mauritania fue el primer país que efectivizó la prohibición de uso de
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municiones de plomo para la caza en 1975, aunque las razones no fueron ambientales sino militares.
Dinamarca fue el primer país que recomendó el uso voluntario de municiones no tóxicas en 1985, para
finalmente prohibir el uso del plomo en todo tipo de caza a partir de 1996. Veinticinco estados de EEUU
comenzaron a implementar el reemplazo de municiones de plomo por materiales no tóxicos en
humedales en 1991 y estas medidas van adaptándose en un número cada vez mayor de países.
Una de las principales medidas para mitigar los efectos de este tipo de contaminación, sería la
sustitución de las actuales municiones por otras que contengan metales menos contaminantes, como el
acero. La utilización de municiones alternativas, también llamadas “ecológicas” es una gran solución, pero
por desgracia en nuestro país no son fabricadas, y por lo tanto deben ser traídas desde el exterior. Por lo
cual la prohibición no podría ser factible por sí misma, pero la producción de nuevas municiones podría
traer un nuevo potencial económico local.
Entonces podemos concluir, que la contaminación por plomo está ligada entonces a la falta de
normativas estrictas y controles del manejo de desechos de la caza. Es importante recordar que el
beneficio económico de la región también debe ir de la mano con el desarrollo social, y con el equilibrio
ambiental.