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Cap 11: DEVOLUCION DE DESEMPEÑO AL EQUIPO DOCENTE

En un primer movimiento, el reconocimiento legitimo va dirigido al quehacer del actor, a


sus prácticas en el trabajo (en el caso de los docentes dar clases, preparar
planificaciones, participar en reuniones, trabajar con los padres, etc). El sentido de
reconocer a alguien por su desempeño en el mundo del trabajo, solo es pertinente si ese
estar siendo tiene vinculación directa con la tarea que realiza.

En un segundo movimiento es el actor quien migra ese reconocimiento del hacer al ser.

El reconocimiento que el sujeto recibe como positivo, hay un impacto en su auto estima,
en la confianza en si mismo.

En un tercer movimiento podría observarse que ese aumento de la autoestima, en la


confianza, en la reafirmación recibida, se vuelca en su hacer.

Tal es el valor agradado que tiene el reconocimiento en el capital humano de una


organización.

Sin embargo, la pena reflexionar acerca de los austeros que son los directivos e inclusive
algunos docentes con respecto al reconocimiento, por ejemplo:

No hay porque reconocerlo, es su trabajo, su obligación, por ello recibe un sueldo.

El reconocimiento entonces, no es solo parte del paquete de retribuciones esperadas


(salario, capacitación) va más allá, es la confirmación, de la propia existencia del sujeto
en el campo social.

Está confirmación, aun independiente de la valoración recibida, es constitutiva de la


propia identidad profesional.

Evaluar, emitir juicios acerca del desempeño de un educador en el centro educativo, es


Parte de ese reconocimiento.

El reconocimiento en el trabajo, es un juicio, no es dato, no es una afirmación que


describe una realidad, se expresa en el dominio de la valores.

Serán el director sobre el maestro o el supervisor sobre el director quienes deberán emitir
es juicio y entregarlo, de tal modo que contribuya a ser una oportunidad de desarrollo y
crecimiento para el “evaluado”.

Sin embargo este juicio de eficacia no es solo otorgado por los superiores.

En los actuales diseños de la escuela se impone, con las diferencias del caso, incluir la
palabra de los padres desde su particular posición y, de acuerdo con los niveles de
enseñanza, de los propios alumnos.

También hay otros juicios, que llamamos ético y estético, en la medida en que apunta a la
relación de la reglas del juego que una comunidad profesional fija como valores de sostén
de una práctica determinada. Estas reglas no están dadas, cada generación las construye
socialmente.

Como decíamos en capítulos anteriores, los padres también son quienes ofrecen juicios
acerca de la calidad y belleza del trabajo, la aprobación, admiración o desaprobación de
este.

Al final es el evaluado quien tiene que hacerse cargo de su propio desarrollo, inclusive
para hacer, a la organización los pedidos que pueden ayudarlo en este proceso. La
organización es la que debe prever las condiciones para facilitar el programa de
desarrollo.

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