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TEMA 1.

- IDENTIDAD BAUTISMAL

Objetivo: Reconocer que el sacramento del Bautismo es el punto de partida


del camino para vivir un proceso permanente de conversión que me identifique como
hijo de Dios e integrante de la comunidad de hermanos en la fe.

Notas Pedagógicas: El catequista sugiere que los papás, padrinos y madrinas


comenten la fecha y algunos aspectos relevantes de su Bautismo. (Nombrar sus padrinos
y madrinas, parroquia donde fue bautizado, entre otros aspectos)

Experiencia Humana: Según ha manifestado el Papa Francisco, todo cristiano


debería conocer la fecha de su “nacimiento en la Iglesia”. Esto lo recuerda cada vez que
habla del bautismo, como ha sido en ocasión dentro de su serie de catequesis sobre el
Credo en la audiencia general del miércoles, 13 de noviembre de 2013. Asimismo dijo
que “El Bautismo es, en un cierto sentido, la tarjeta de identidad del cristiano, su acta de
nacimiento. El acta de nacimiento a la Iglesia. Todos vosotros sabéis qué día nacisteis
¿verdad, no?”, bromeó, añadiendo que no preguntaba a los obispos presentes “para no
pasar vergüenza”. Luego, se inicia un breve conversatorio para intercambiar ideas acerca
de lo dicho por el Papa y contrastarlo con la experiencia de cada quien. Nuestro Papa
Francisco “… nos invita a pensar en nuestro bautismo”. “Nos invita a hacer memoria del
propio bautismo. Olvidarlo significa exponerse al riesgo de perder la memoria de aquello
que el Señor ha hecho en nosotros, terminando por considerarlo solo como un hecho
que ha acontecido en el pasado y no el Sacramento por el que nos hemos convertido
nuevas criaturas y hemos sido revestidos de Cristo, injertados en la relación de Jesús con
el Dios Padre”.

El Pontífice subrayó que “gracias al bautismo, somos también capaces de


perdonar y de amar a quien nos ofende y nos hace el mal; logramos reconocer en los
últimos y en los pobres el rostro del Señor que nos visita y se hace cercano”. Como en
otras ocasiones, invitó a los fieles a preguntarse la fecha del día en el que fueron
bautizados: "¿Conocéis el día en el que fuisteis bautizados? Que cada uno lo piense. Y si
alguno no lo recuerda, que pregunte al padre, a la madre, al abuelo, a la abuela, al tío a
la tía". "Es una fecha de fiesta, de nuestra santificación inicial, la fecha del gran perdón",
añadió. (07/01/2018)

Iluminación: San Juan Bautista declaró: "Aquél que viene detrás de mí es más
fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y
fuego". (Mt. 3, 11)

Un día, entre la multitud que acudía a ser bautizada en el Jordán, apareció


Jesús y ante el asombro del Bautista, pidió también ser bautizado "no porque hubiera
tenido El necesidad de ser purificado -nos dice San Agustín- sino para purificar las aguas
bautismales con el contacto de su carne divina y comunicarles la virtud de purificar a los
que después fueren Bautizados".

Ese fue, según los Padres de la Iglesia, el momento en que el bautismo


invitando a la conversión, fue elevado al rango de Bautismo Sacramental, con toda la
eficacia que le confiere el poder del Espíritu Santo. Por tanto, recibir el bautismo es
nacer a la vida como Hijos de Dios; es el primer sacramento de iniciación en la fe y en la
vida cristiana. Con él, los padres y padrinos manifiestan su deseo de que los niños
formen parte de la Iglesia católica y el compromiso de educar en la fe, según las
enseñanzas del Evangelio de Jesús. También, los padres y padrinos renuevan su propia
fe y amor por Dios. “El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el
pórtico de la vida en el espíritu (“vitae spiritualis ianua”) y la puerta que abre el acceso a
los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como
hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y
hechos partícipes de su misión.” (Catecismo de la Iglesia Católica 1213)

La palabra clave de la definición es "regenerados" o sea, que somos generados


nuevamente, nacidos de nuevo. En efecto, cuando el fariseo Nicodemo, de noche, visita
a Jesucristo, recibe del Señor la siguiente noticia: "En verdad te digo, nadie puede ver el
Reino de Dios si no nace de nuevo, de lo alto" (Jn. 3, 3). Así como nacemos a la vida
natural por medio de los padres, nacemos a otra vida superior en el Bautismo. Cuando
Jesús dijo: "He venido para que tengan Vida y la tengan en abundancia" (Jn. 10,10), nos
estaba prometiendo no la vida natural que se adquiere por la unión conyugal, sino la
Vida Divina que Él tiene desde la eternidad, como Hijo de Dios, es designio eterno de
Dios el que los hombres lleguemos a participar de su Divinidad, es lo que llamamos
Gracia Santificante.

Por encima de todo lo que nos proporciona el Bautismo, está el prodigio de


llegar a ser divinizados por el agua y el Espíritu Santo en el sencillo rito del Bautismo, es
el momento más importante de nuestras vidas, si debemos agradecer a nuestros padres
naturales el habernos comunicado la vida humana, ¡cómo podremos agradecer a Dios el
comunicarnos su Vida Divina! La Gracia es evidentemente el don más extraordinario y
preciado del cristiano. En el Bautismo, al ser infundidos de la Vida Divina, nacemos
realmente de Dios, somos elevados por sobre la naturaleza humana y por eso también
llamamos a la Gracia "Vida Sobrenatural". Por eso San Juan emocionado nos dice:
"¡Vean qué amor singular nos ha dado el Padre, que no solamente nos llamamos hijos
de Dios, sino que lo somos!" (1 Jn. 3,1) Esa es nada menos que la dignidad del cristiano:
ser hijo de Dios. Si la estirpe humana importa y puede ser motivo de legítimo orgullo, el
tener como Padre a Dios mismo, es el clímax de nobleza, impensable para un ser
humano y a la que accedemos gratuitamente al ser bautizados.

Bautizarse es recibir la fuerza del Espíritu, como dice Pedro en la segunda


lectura de los Hechos de los Apóstoles: “Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios
por la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por
el diablo; porque Dios estaba con él”. Esa fuerza nos llevará a cumplir la primera lectura
de Isaías: “Yo, el Señor, te he llamado con justicia. Para que abras los ojos a los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión y de la misma mazmorra a los que habitan en las
tinieblas”. Es necesario tomar conciencia que estar bautizado exige asumir una misión y
una identidad, ésta no se puede adquirir cuando se es niño, por eso necesita un
acompañamiento, durante las diversas etapas de la vida.
El sí que pronunciamos al acercarnos al sacramento del Bautismo es una nueva
palabra dada en la historia que nos impulsa a liberarnos“ de todas las servidumbres del
pecado personal y social, de todo lo que desgarra al hombre y a la sociedad y que tiene
su fuente en el egoísmo…” “liberación que culmina en la comunión con Dios y con los
hombres…” esta liberación abarca las diferentes dimensiones de la existencia: lo social,
lo político y lo económico (Cfr. DP 482-483)

Con el Bautismo adquirimos un compromiso irrevocable de ser testigos de la


libertad que Cristo nos otorga. Implica el comienzo de una nueva vida, el reorientar
nuestra vida según el Espíritu recibido: el Espíritu de la Resurrección para ser solidario
con su modo de pensar, obrar y vivir. “El bautismo nos “cristifica”, quien ha recibido el
bautismo y es “cristificado” se asemeja a Cristo, se transforma en Cristo y se hace de
verdad otro Cristo.”(Papa Francisco); es decir llevar una vida coherente con esa nueva
realidad. “Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de
ser hijo de Dios si no le administran el Bautismo poco después de su nacimiento” (CIC
1250). “Los padres cristianos deben reconocer que esta práctica corresponde también a
su misión de alimentar la vida que Dios les ha confiado” (CIC 1251).

Respuesta de Fe: En pequeños grupos formados por papás, padrinos y madrinas


reflexionen acerca de las siguientes preguntas:

1.- ¿Actualmente me identifico como hijo de Dios por medio del sacramento del Bautismo o
simplemente actúo como un individuo más, que acude a la Iglesia a solicitar un servicio?

2.- ¿Qué importancia tiene para el crecimiento de mi fe, el sacramento del Bautismo?

Al finalizar cada grupo elabora un compromiso a cumplir y lo presentará durante el momento


celebrativo.

Celebremos la Fe: En una mesa previamente preparada con mantel blanco, cirio,
Biblia y un Cristo se colocan fotografías de bautizos realizados en sus familias. Luego se
procede a escuchar la Palabra de Dios tomada del libro de Mateo (3,13-17), que habla del
Bautismo de Jesús. Después de un breve silencio para la reflexión personal, durante dos o tres
minutos conversan sobre la Palabra proclamada y se presentan por grupos los compromisos
elaborados.

Alrededor de la mesa el catequista invita a los participantes a dar gracias a Dios y todos
responden: “Gracias por hacerme tu hijo amado”

1.- Gracias Señor, por darme la vida.

2.- Gracias Señor, que por la gracia del Bautismo me has llamado a ser tu hijo.

3.- Gracias Señor, que por el Bautismo me limpias del pecado.

4.- Gracias Señor, por llamarme a formar parte de tu comunidad de bautizados.

5.- Gracias Señor, porque a través del Bautismo me abres la puerta a la vida cristiana.

6.- Gracias Señor, por llamarme a seguir las huellas de Jesús y vivir según los valores del Reino.
Canto: “Por mi Bautismo soy hijo de Dios”

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