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Carta abierta a International Media Channel.

Me dirijo a ustedes, la cadena IMC en relación a su serie franquicia, Sueños


Vampíricos, y la controversia que ha acompañado esta tercera temporada. No me
refiero al capítulo final, donde las expeditivas bodas de sangre Real han levantado
ampollas en toda la red. Yo reconozco que la orgía de sangre es una final excepcional,
la masacre de la familia Cuddy impactante, y el desmembramiento de su mariscal un
final adecuado para un villano tan imponente.
Pero no. Mi necesidad para escribir esta carta tiene otro origen. Sabrán que me refiero
al requiebro de guion para uno de los personajes más queridos dentro de la serie. No
di crédito cuando en el octavo capítulo deciden mostrarnos, de manera terriblemente
visual, un beso entre el barón Sangre y su pupilo Jeremy. La estupefacción, y la
desazón que me produjo tremendo despropósito, me obligan a mostrar mi malestar
hacia los showrunners y la cadena en general por un giro de los acontecimientos que,
admitámoslo, no tiene ningún sentido.
Todos conocemos la trayectoria del barón Sangre en la serie. De primer villano de la
misma, a eterno antihéroe que va descubriendo su buen corazón poco a poco y
abandonando la Cofradía Ominosa. En más de tres años, y casi treinta capítulos, no
han dado NINGUNA pista, ni han mostrado ninguna intención de que nos estaban
dibujando un personaje homosexual. Si los guionistas tenían esta idea desde el
principio deberíamos haber encontrado miguitas durante toda la serie, cosa que
parece evidente que no ha sido así. ¿No recuerdan aquel capítulo de la primera
temporada en que el barón Sangre entabla una relación amable con la juez que
mantenía de rehén? ¿Ahora me dirán que sus intenciones no eran románticas, cuando
no sexuales? ¿Qué coherencia tiene entonces este cambio radical destinado sólo a
impactar, no, a provocar a los fieles espectadores?
Sinceramente creo que todo responde a un capricho de los creadores de la serie con
la intención de ganarse a un determinado sector del público y un afán buenista. Pero
es fácil mancillar de tal manera a un personaje importante cuando ya ha alcanzado la
popularidad. Me pregunto si el Barón Sangre sería tan querido si hubiesen expuesto
esta orientación desde el principio. Es más, tengo mis dudas si el actor hubiese
elegido este papel, ya que el estigma de hacerse conocido por un personaje gay le va
a acompañar toda la vida
Pronto saldrán componentes del lobby gay para ningunear mi postura y tacharme de
homófobo. Y quiero aclarar desde ya que no es así, nunca he tenido ningún problema
con homosexuales y estoy a favor que tengan derechos. Y tampoco con la temática
homosexual en la televisión. He visto escenas lésbicas en películas sin que me
chirríen y reconozco como favoritas algunas comedias con personaje con mucha
pluma. Pero son actitudes y arquetipos que funcionan dentro de su contexto, cosa que
en Sueños Vampíricos están fuera de lugar completamente.
Pero dejando claro el sinsentido de la decisión de la serie, lo que termina de
indignarme ha sido la manera como la cadena ha utilizado tal propuesta. Podría haber
insinuado de manera velada esta relación, pero su zafia manera de mostrar un beso
público delante de otros protagonistas es una demostración más que solo busca
impactar los espectadores. ¿En serio debemos aguantar los espectadores esta
provocación sin previo aviso? Imagínense mi desconcierto cuando viendo la serie con
mi hijo al lado me topo con esta escena. Mi pequeño Mickey sigue la serie desde
pequeño, y ya sé que me dirán que está clasificada para mayores de trece años, pero
todos entendíamos que se basaba en las dosis de acción y violencia, que mi hijo
puede visionarlas bajo mi amparo, no este momento deshonroso para su personaje
favorito.
Ustedes no quieren darse cuenta de la afrenta que han ocasionado. EN su clase en el
último Halloween eligieron como temática la Cofradía Ominosa y Mickey fue
disfrazado del Barón Sangre. Apuesto a que esas fotos van a ser utilizadas para ser
objeto de mofa y escarnio por parte de sus compañeros. Todo por una decisión
caprichosa de una productora que le importan más los likes y los retweets que sus
verdaderos espectadores.
En fin, creo que mi postura ha quedado muy clara, y estoy convencido que no soy el
único que se ha sentido injuriado por tamaño despropósito. Por mi parte ya les puedo
afirmar que en breve voy a cancelar mi suscripción a IMC y dejó de ver la serie
Sueños Vampíricos, pues es la manera más activa de protestar ante decisiones
intolerables que ha tomado la cadena para personajes que han sido importantes para
nosotros los últimos años. Pero evidentemente ya tienen que dejar de ser referencia
para nadie. Me despido confiando en que en IMC todavía quede gente sensata que
vuelva a apostar por los valores e intereses por la que nos afiliamos a ella.

Mickey no daba crédito a lo que estaba pasando. Tras casi un año de espera ahora
resultaba que su padre se negaba a ver Sueños Vampíricos. Mickey sabía
perfectamente el día del estreno, pues en casa de Donnie habían visto el tráiler de la
cuarta temporada infinidad de veces, pero solo encontraba un no por respuesta, primero
con vagas evasivas y más tarde con rotundas negativas ante la insistencia de su hijo.
Mickey hizo lo que haría cualquier chico de su edad: Saltarse las reglas y ver la serie a
escondidas. Ora en móviles de compañeros de clase, ora en horas de subterfugio en
clases extraescolares. Y sobre todo en casa de Donnie, donde varios aprovechaban la
ausencia de sus padres para juntarse y ver los capítulos juntos. Allí sufrió, gozó y se
emocionó en su último capítulo, cuando adivinó un segundo antes que entre elegir
sacrificar a Charisma o a Jeremy, la única elección posible del Barón Sangre era su
propio sacrificio.
No podía pensar en otra cosa volviendo a su casa. Aunque le quedaba el vacío de perder
a su personaje favorito estaba satisfecho por cómo habían cerrado su arco. Al final el
amor era la chispa que necesitaba el Barón Sangre para darse cuenta de quién era en
verdad. Y recordaba como su padre, incluso en las primeras temporadas cuando
torturaba sin piedad a sus enemigos, ya lo advertía. “Éste tiene buen fondo. Ya verás
cómo éste acaba siendo un buen tipo”. Le gustaría llegar y decirle que el Barón Sangre
había colmado sus expectativas y era como él lo intuyó desde el principio.
Pero no podría decírselo.
Porque no podría entenderlo.

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