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Mapa de Medellín podría cambiar en caso de

establecerse su posible Comuna 17, con la Ciudadela


Nuevo Occidente

¿Una ciudad dentro de


otra ciudad?
Juan Pablo Ramírez Martínez
juampar_20@gmail.com
Hoy, en 2012, es un territorio que se atiborra de edificios y unidades
residenciales con apartamentos entre los 44 y los 47 metros cuadrados, en
cuyos balcones se extiende la ropa húmeda de populosas familias
y se exhiben los avisos de papelerías, venta de helados, cortes de cabello o
minutos de celular a $200.
El proyecto de Ciudadela Nuevo
Occidente comenzó con el Plan Parcial
Pajarito y se refería a la construcción
de una serie de viviendas en un
terreno de expansión. Lo que en un
principio eran grandes huertas, donde
los campesinos sembraban maíz,
cebolla y hortalizas, y donde no había
alcantarillados, sino pozos sépticos,
hoy son espacios que han mutado las
dinámicas propias de una zona rural.
La gente que habita hoy Ciudadela
es, en su mayoría, reubicada por el
Estado, proveniente de Moravia, pero
también de La Herrera y de La Sierra,
así como personas dedicadas a la
recolección de basura y algunas otras
que fueron víctimas de la violencia.
El lugar escogido por la Alcaldía
fue la zona rural del corregimiento
San Cristóbal, dado que de las 509
hectáreas de franja de expansión
que tenía Medellín en el año 2000,
las únicas reunidas en un solo lote
eran las tierras del sector de Pajarito:
236 en total, es decir, las otras 273 se
encontraban distribuidas y, por tanto,
no servían para la ejecución del Plan
Parcial.
Necesidad de la
Comuna 17
Allí llegaron los que necesitaban
ser reubicados y con la misma rapidez
que fueron trasladados a sus nuevos
hogares, aparecieron los roces con
la comunidad de este corregimiento.
Las distintas costumbres y culturas
provocaron un choque que llevó hace
unos dos años a los representantes
del colectivo poblacional de vieja
data, y a los nuevos, a presentar una
propuesta de creación de nueva
comuna, para obtener, según Sergio
Horta Londoño, presidente de la Junta
de Acción Local, JAL, de San Cristóbal
no sólo independencia sino visibilidad
ante la ciudad.
Beatriz Álvarez, líder comunitaria
de San Cristóbal, donde creció, pero
ahora habitante de Ciudadela Nuevo
Occidente, cuenta que cuando inició
el proceso del Plan Parcial “citaron a
una reunión para que la gente se conociera,
pero a los ocho días llegaron
las volquetas con todas las personas
nuevas”. Esta falta de información de
la población representó, entonces, el
comienzo de una situación de prejuicios
y desencuentros que continúan
hasta hoy.
“Al principio lo que se escuchaba
era: ‘Toda esta gente está invadiendo
nuestra tierra’. A los habitantes de
Nuevo Occidente se les ha atribuido
todo lo relacionado con la violencia,
la inseguridad, los robos, todo (…)”,
agrega Álvarez. Por su parte, Luz Amparo
Bernal, arquitecta de la Universidad
Nacional de Colombia, piensa que
“no se hizo la preparación suficiente
de ambas comunidades para lo que
sería su posterior convivencia en el
mismo territorio”.
Esto, sumado al rápido crecimiento
poblacional de la zona, desembocó
en una propuesta de establecimiento
de la que sería la Comuna 17 de Medellín,
realizada en 2010 y presentada
por medio de una resolución al entonces
alcalde Alonso Salazar. De acuerdo
con Sergio Horta se buscaba obtener
garantías para los moradores, donde
se hablaba de nuevos equipamientos
urbanísticos y paisajísticos, generación
de empleo y dinamización de la
economía en general.
Hasta hoy, el acuerdo no presenta
mayores avances, pues falta mayor
cohesión o diálogo entre la gente
del corregimiento, dado que no hay
un arreglo sobre los límites ni si
las veredas Pedregal Bajo y Pajarito
formarían parte de la nueva comuna,
pues se rehúsan a dejar de pertenecer
a ese fragmento de tierra donde han
crecido sus cultivos, sus gallinas, sus
hijos y hasta su propio orgullo cuando
dicen “yo soy de San Cristóbal”.
Así va su
construcción
El Concejo de Medellín, según el
corporado Fabio Humberto Rivera
Rivera, discutirá la propuesta y “con
absoluta certeza” le dará continuidad,
pues afirma que “hay una necesidad
de que tanto el corregimiento de San
Cristóbal como Ciudadela tengan una
visibilidad en la ciudad y en vez de representar
una competencia –basada
en el quién adquiere la mayoría de
recursos del Estado–, sean comunas
cercanas y aliadas”.
Los indicadores de Medellín, publicados
en las Proyecciones de Población
de 2006 – 2015, por el Departamento
Administrativo Nacional de Estadísticas,
Dane, apuntan a que Nuevo
Occidente tendrá un crecimiento
significativo a futuro –producto de los
proyectos habitacionales de estratos 1
y 2 de vivienda de interés prioritario
y de interés social–, lo que demuestra,
para Bernardo Alejandro Guerra
Hoyos, presidente del Concejo, “que
ya no es una zona rural de la ciudad”.
Pese a coincidir con el concejal
Rivera en el apoyo de la mayoría de
los corporados, Guerra Hoyos asevera
que la decisión está en manos del Ejecutivo,
dado que es el alcalde Aníbal
Gaviria Correa quien “debe meditar
las decisiones administrativas, fiscales
y territoriales”.
Los factores que podrían estar en
contra de la aprobación de la nueva
comuna son básicamente dos. El primero
radica en que si bien Ciudadela
Nuevo Occidente es una población
que en ocho años ya suma más de
42.000 moradores, aún no es una
comunidad tan grande como para
anexarle un número a las 16 comunas
que hasta el momento tiene Medellín.
Pese a esto, el director del Departamento
Administrativo de Planeación,
Álvaro Berdugo López, reconoce
que, por ser una zona de expansión,
seguirán llegando muchas más personas
al sector, por lo que “será vital no
cometer el mismo error de llevar a la
gente sin una previa construcción de
tejido social y empoderamiento del
territorio”.
Contrario a esto, la arquitecta Bernal
opina que por el hecho de ser un
suelo fiscal, es decir, que pertenece al
Estado, la Alcaldía debería ejercer el
control e impedir que la población sobrepase
los 80.000 habitantes, pues
las licencias de construcción están en
sus manos. Su principal argumento es
la capacidad de soporte de la tierra,
porque, según ella, aquel suelo no da
para más.
El segundo factor es que, según el
secretario de Desarrollo Social, Jorge
Mejía Martínez, “hoy no se puede
determinar si Nuevo Occidente es
parte del sector rural o urbano”, pues
la división en comunas es, desde lo
legal, únicamente para los territorios
urbanos.

EL PRESUPUESTO PARTICIPATIVO
PUNTO DE DISCUSION

Sergio Horta Londoño reconoce que


la principal ventaja de crear la nueva
comuna sería la asignación de un
recurso propio para ambas comunidades,
y en el caso específico de
Nuevo Occidente estaría la facultad
de crear su JAL y de tener, además
de un inspector, la infraestructura
propia de una comuna.
Para Beatriz Álvarez el asunto va
más allá de darle un sí inmediato a la
creación de la nueva comuna, pues
considera que la comunidad debe
analizar y discutir qué implicaciones
tiene tal decisión. “A la gente no se
le ha informado qué implicaciones
tiene hacer parte de otra comuna, ni
qué condiciones tiene San Cristóbal
por perder territorio, porque eso claramente
influiría en el Presupuesto
Participativo, que también se mide
sobre qué tanto territorio se afecte”.
“Lo que necesitamos es que los funcionarios
no sólo apoyen la creación
de la nueva comuna poniendo una
raya en el mapa, sino que se manifiesten
y propongan qué obras de
infraestructura podríamos tener.

Además, el ser comuna implica un


incremento en los impuestos de la
zona, eso es otra cosa que la gente no
ha pensado”, agrega Álvarez, cuando
se refiere al inminente aumento que
traería pertenecer oficialmente a un
sector urbano.
Desde la Secretaría de Desarrollo
Social se asegura que la definición de
la posible Comuna 17 depende de la
discusión que se haga en la Alcaldía
antes de terminar el año en curso,
alrededor del Plan de Ordenamiento
Territorial, POT. Sin embargo, el
Departamento Administrativo de
Planeación plantea que dicha decisión
se extenderá hasta mediados del
próximo año.
En lo que sí concuerdan ambas dependencias
es en la necesidad de
darle una revisión integral al POT, con
el fin de examinar y actualizar el ordenamiento
político-administrativo del
territorio, no sólo en San Cristóbal.
Aún se desconoce cuál sería el presupuesto
destinado a Nuevo Occidente,
dado que para la estimación de dicha
cifra se parte de dos indicadores: el
número de habitantes de la población
y su nivel de pobreza, de manera que
los líderes comunitarios, encargados
de gestionar estos recursos, tendrán
que esperar a que el debate de la comuna
avance para conocer una cifra
aproximada del monto.
La pregunta que se hace Walter Sierra
Restrepo, director de la Corporación
Conexión –medio de comunicación
comunitario de San Cristóbal–, es
hasta qué punto se solucionaría aquella
problemática social consistente
en la rivalidad de los habitantes de
la zona rural y de lo que ahora se
considera la parte urbana del corregimiento.
La hipótesis planteada por Sergio
Horta es que la tardanza en la aprobación
del proyecto no radica en el hecho
de marcar y dividir el territorio,
pues considera que eso no representa
un problema para el Departamento
Administrativo de Planeación, sino
que efectivamente puede ser el tema
de inversión lo que está impidiendo
una respuesta rápida por parte de la
Alcaldía.

San Cristóbal y Ciudadela


se sienten “sobrepoblados”
Juan Pablo Ramírez Martínez
juampar_20@gmail.com

Aprobar la Comuna 17 implicaría dotar a la comunidad de una serie de


equipamientos
necesarios para la transformación de un territorio rural a uno urbano
y se precisarían más espacios públicos como centros comerciales, centros
educativos, espacios deportivos y culturales, etc.
Un inconveniente que encuentra Beatriz Álvarez en lo que para ella significa
una “sobrepoblación”, es la competencia de ruidos y música a muy alto
volumen
en las unidades residenciales. “Cada uno cree que al lado no hay otra casa que
necesita silencio y tranquilidad. Le toca a uno aguantarse la bullaranga toda
la noche, e incluso todo el día”.
Comercio dentro de los edificios: violación a
la normatividad
Por otro lado, en las unidades residenciales de la Ciudadela Nuevo Occidente
es común encontrar tiendas, panaderías, peluquerías, billares, carnicerías y
muchos más negocios, en apartamentos levantados sobre un tercer, cuarto o
quinto piso. Con esto se viola la normatividad puesto que aquellas residencias
son únicamente para habitar.
Cuenta Darío García Morales, habitante de Ciudadela y miembro de la Junta
de Acción Comunal de Las Flores, que incluso muchos de esos negocios que
funcionan hoy de manera informal existen gracias a que la gente abrió rejas
y tumbó ventanas en sus casas para hacer los andenes y rampas por donde
acceden los clientes a sus locales. “No hay lugares oficiales para el comercio,
pero qué más hacemos, la necesidad de subsistir económicamente nos obliga
a usar la casa como un local”.
En lo referente a la educación, Nuevo Occidente cuenta con cuatro escuelas,
no
obstante, su comunidad ve la necesidad de tener más planteles educativos que
cubran la demanda en este sector de la ciudad que se aproxima a los 42.000
habitantes, de acuerdo con los datos presentados en diciembre de 2011 por el
Instituto Social de Vivienda y Hábitat de Medellín, Isvimed.
Respecto a aquella sobrepoblación de la que habla Beatriz Álvarez, líder de
San Cristóbal, la arquitecta Bernal reflexiona sobre la posibilidad de que desde
2010, hasta hoy, esté saliendo una porción de los primeros habitantes de
dichos
sectores y quizá otra esté llegando. Su explicación es que los primeros en
llegar lo hicieron a partir de 2005, aproximadamente, y “existe una condición
que dice que después de cinco años de morar en la vivienda de subsidio, ésta
se puede vender o alquilar, si así lo desea el propietario”.
¿La Comuna 17 podría solucionar los roces
entre ambas comunidades?
Para Luz Amparo Bernal, dicho sector se ha convertido en una pequeña
ciudad,
pues, guardando las proporciones, considera que éste tiene un eje de
estructuración
que es el río, además de contar con un sistema de transporte masivo, de
una cantidad significativa de viviendas, colegios y dinámicas territoriales que,
según ella, funcionan de la misma manera que una ciudad: “Hay delincuencia,
drogadicción, estratificación dentro del mismo sistema, porque hay unidades
con mejores condiciones que otras (…)”.
Para esta arquitecta y especialista en Métodos de intervención urbanística, del
Instituto Nacional de Administración Pública, en Madrid, España, lo que produjo
la propuesta de crear una decimoséptima comuna en la ciudad fue el hecho de
que “ahora son más los habitantes nuevos que los que siempre habían estado
allí, por lo que quienes tienen un interés son los que tal vez se sienten aislados
y están buscando nuevos presupuestos de manera estratégica”.
En vista de que puede haber un grupo significativo de personas con una
percepción
similar a la de Bernal, Darío García, proveniente de Moravia y quien
se expresó sobre lo que hacen sus vecinos para adecuar sus casas en
negocios,
asegura hablar en representación de su comunidad y manifiesta que no deben
ser vistos como invasores, ya que fueron beneficiarios de una vivienda que
“necesita todo ser humano y por eso hacemos parte del Plan de Desarrollo de
la ciudad”.
Por ahora el debate sobre si se establece o no la decimoséptima comuna,
levantada
en lo alto de uno de los cerros de la otrora Tacita de Plata, continuará su
curso, con lo que las comunidades de San Cristóbal y Nuevo Occidente
esperan
obtener los mejores resultados y beneficios para sus respectivas poblaciones.
No obstante, todas las fuentes consultadas declararon que el hecho de dividir
políticamente el territorio, “no solucionará en absoluto los conflictos sociales
entre ambas partes” que habitan la micro ciudad que funciona en las alturas
de una de las zonas rurales de Medellín.

Tienda en un segundo piso de la


urbanización La Montaña, en el barrio
La Aurora (Nuevo Occidente).

Los límites que tendría la nueva comuna aún no son seguros. Las veredas
Pajarito y Pedregal Alto se
niegan a ser parte de Ciudadela Nuevo Occidente.

Hoy Nuevo Occidente tiene 14 urbanizaciones habitadas, 3 listas para entregar


y
algunas otras en construcción.

En tiempos de avances tecnológicos en pro del cuidado al planeta, la ciudad


adelanta proyectos eco-eficientes
¿Medellín es una ciudad sostenible?
Manuela Duque Carmona
manuduque1991@gmail.com
Las últimas tres administraciones de Medellín
han estado enfocadas en el concepto de
Desarrollo Humano Integral para la ciudad. La
medida de indicadores tales como el IMCV (Índice
Multidimensional de Calidad de Vida), IDH (Desarrollo
Humano Integral) y el ICV (Índice de Calidad
de Vida) muestra cómo se han presentado mejoramientos
en los aspectos más neurálgicos de la
ciudad como la educación, la salud, la violencia y
el empleo, aunque persiste una diferencia marcada
entre la zona rural y urbana de la ciudad.
De acuerdo con el Plan de Desarrollo 2012-2015
para Medellín: “Este Desarrollo Humano Integral
será el vehículo para alcanzar un modelo de ciudad
equitativa: incluyente en lo social, distributiva en lo
económico, democrática en lo político y sostenible
en lo ambiental”. Lo que quiere decir que hay un
foco específico en los aspectos sociales y económicos
y una señal de sostenibilidad en el aspecto
ambiental.
El desarrollo sostenible urbano es entendido
como la integración de la dimensión ambiental,
el desarrollo económico, la calidad de vida y el
desarrollo social de la población, todo con el fin de
utilizar la menor cantidad de recursos ambientales
y dañar lo menos posible el medio ambiente.
Una ciudad sostenible es una ciudad que contempla
los conceptos de equidad, inclusión y oportunidades;
que tiene buena utilización de recursos
naturales; un manejo eficiente de la energía; que
contempla un equilibrio en la infraestructura entre
espacios construidos y espacios públicos; que ocasiona
el menor impacto ecológico; donde, además,
existan alternativas de movilidad y que permita el
desarrollo de la vida comunitaria.
En los últimos siete años Medellín ha estado en
la labor de ubicarse como una de las ciudades sostenibles
del planeta y esto implica pensar en términos
de Desarrollo Sostenible, concepto que surgió en
la segunda mitad del siglo XX como respuesta a
las preocupaciones energéticas y ambientales que
surgieron debido al crecimiento urbano desmedido
que se dio en la época.
Medellín es considerada como símbolo de modernización,
internacionalización y transformación,
se constituye como modelo para otras ciudades,
como se informó en el II Foro de Responsabilidad
Social Empresarial llevado a cabo en San Salvador
en 2006. Además, ha sido acreditada como la ciudad
con mejor calidad de vida en Colombia, según el
Estudio Nacional de Competitividad.
Espacio público para
el manejo ambiental
Muchas han sido las intervenciones visibles en
la ciudad en los últimos años que han apuntado
a regenerar y resignificar puntos estratégicos de
la ciudad que se encontraban deteriorados por
En Medellín existen problemas
como aumento de la
segregación social, falta de
movilidad, escasa calidad del
aire y sobrepoblación. Hay que
lograr procesos amables con el
medio ambiente para obtener
un crecimiento continuo.

problemas de orden público y sin presencia del


Estado y a generar espacios públicos para la vida
comunitaria. Algunas obras con este objetivo estratégico
son los parques lineales en las quebradas
principales de la ciudad, las escaleras eléctricas
de la Comuna 13, el Metro Cable, las bibliotecas
públicas, el Parque Juanes, el Parque de los Pies
Descalzos, el Parque Explora, el Parque los Deseos
y el Parque Arví, entre otras.
El cinturón verde metropolitano es el concepto
que se adelanta por la actual administración del alcalde
Aníbal Gaviria Correa y busca, “ordenar la ocupación
de este suelo de manera responsable según
sus restricciones; reconocer y establecer las áreas
para la protección y conservación ambiental, espacios
públicos y equipamientos adecuados, sistemas
de movilidad y transporte, acceso a vivienda digna y
servicios públicos domiciliarios en armonía con las
capacidades, aptitudes y restricciones naturales de
la zona, como aporte a la consolidación del Parque
Central de Antioquia”. Así lo establece el Plan de
Desarrollo de Medellín 2012-2015 y es una acción
enfocada en la minimización del impacto ecológico
del Área Metropolitana y su relación con su entorno.

Movilidad eficiente para una


mejor calidad de vida
Medellín cuenta con sistemas masivos de transporte
como el metro, el metrocable y el metroplús,
que constituyen soluciones básicas de movilidad
en las ciudades del mundo.
Estos transportes masivos son una alternativa
energética eficiente ya que sus costos permiten que
la tarifa sea accesible a la gente, lo cual es esencial
en el concepto de sostenibilidad. Son medios de
transporte que la gente puede usar con un precio
que no tiene una dependencia total de factores
geopolíticos como es el caso del petróleo.
En este aspecto energético, Colombia está en
ventaja porque, según el ingeniero Andrés Díez
Restrepo, investigador de la UPB, quien participó
en el proyecto del bus eléctrico que está exhibido
en la Universidad, “lo bueno es que Medellín tiene
buena accesibilidad a recursos hidroeléctricos, es
estratégico que las ciudades no dependan de la
energía de otros países para ser lo más autosuficientes
posible”. Por su parte, el metroplús utiliza
gas, que es un recurso energético disponible en el
país con un precio aún competitivo.
El ingeniero Díez enfatiza en la necesidad de
masificar en la ciudad el uso del transporte eléctrico
como una forma de mejorar la calidad del aire y
hacer la ciudad sostenible. “Medellín, por ejemplo,
tiene indicadores pésimos en cuanto a salud respiratoria,
si un sistema de salud colapsa, colapsa todo;
se deben hacer altas inversiones económicas en el
estudio, prevención y tratamiento de enfermedades
pulmonares, cardiovasculares y cerebrales”.
En el manejo de la movilidad, Medellín es
pionera en Colombia en el desarrollo del Sistema
Inteligente de la Movilidad (SIMM), destinado a
su mejoramiento y al avance de la seguridad vial
en la ciudad. Este sistema incluye el sistema de
foto-multas y el circuito cerrado de televisión para
monitoreo continuo de la movilidad en las principales
vías de la ciudad y permite una coordinación
inmediata de manejo de incidentes.
En la ciudad también existe el programa de
bicicleta pública denominado “EnCicla”, un sistema
que ha integrado algunas universidades con
el transporte público y un programa educativo de
control de emisiones de escape.
Este proyecto que impactó la movilidad hizo que
Medellín ganara el premio Sustainable Transport
Award del Instituto de Nueva York Transportation &
Development Policy en el 2012. Se exaltaron con este
premio proyectos como el avance de espacios públicos
tanto en cantidad como en calidad, la creación
de parques ambientales y paseos urbanos como
parte del proyecto integral urbano de la ciudad.
Construcción sostenible
De acuerdo con el Área Metropolitana del Valle
de Aburrá, “la construcción sostenible es el proceso
completo de actividad constructiva que tiene como
resultado productos urbanos eficientes y respetuosos
del equilibrio entre los tres pilares básicos de
la sostenibilidad”. Este concepto se aplica en los
procesos vitales de la construcción: planeación,
diseño, ejecución, operación, vida útil de la construcción
y la demolición.
En este tema, la ciudad de Medellín es pionera
desde 2009 en el contexto latinoamericano. Sus
avances se pueden evidenciar en la construcción
de la Plaza de la Libertad.
Para la creación de esta construcción, Mauricio
Bedoya Montoya, gerente general e investigador
de la compañía Mares S.A. destaca los siguientes
aspectos considerados en estas construcciones: el
uso inteligente del agua, la eficiencia energética en
la ventilación y refrigeración, el uso de eco materiales
y la gestión integral de los residuos.
el que se decide disponer eficientemente del
agua potable, es decir, eliminar su uso en actividades
como lavar ropa, vaciar el baño, entre otras,
y remplazar estas actividades con el uso de aguas
lluvias, que son recolectadas, filtradas y almacenadas
para su distribución. Este proceso hace que
se reduzca en un 50% el consumo de agua potable
en las viviendas.
El otro aspecto que se utiliza es la eficiencia
energética, que se logra cuando se reducen gastos
energéticos usados en ventilación e iluminación,
que pueden ser remplazados por una buena planeación
de la construcción de la vivienda. “Cuando
el arquitecto va a diseñar, que no lo haga dándole la
espalda a las características geográficas que tiene.
Que conozca de dónde vienen los vientos y a dónde
van, que si sabe qué sectores son calientes en la
ciudad no deje los cuartos en el poniente”, afirma
el investigador Bedoya, quien, además, explica la
importancia de tener un buen criterio y gestión en
la construcción. Es así como con buena planeación
se construyen viviendas que aprovechen la mayor
parte del tiempo la luz del sol y la ventilación natural,
lo que a largo plazo implica un ahorro del 50%
al 70% de la energía.
Además, la construcción sostenible plantea el
uso de los eco materiales que reducen el impacto
ambiental, estos son materiales que han sido reciclados
de construcciones pasadas que pueden ser
reutilizados: “Con la construcción sostenible buscamos
qué cantidad de esos materiales los podemos
volver a utilizar”. A esto el arquitecto Bedoya lo denomina
gestión de materiales y que hace que nada
se desperdicie para reducir el impacto ambiental.
Unido a este concepto está el de la gestión
integral de los residuos, muy relacionado con la
educación y con la gestión comunitaria. Desde su
construcción, los edificios contemplan espacios
muy bien pensados para invitar al reciclaje de los
residuos. Además, está el trabajo de las personas
que reciclan y que se ven compensadas, es decir,
la buena gestión de las basuras es una manera de
recibir ingresos.
En la actualidad, el proyecto La Castellana
cuenta con 320 apartamentos en los que, con los
residuos, se genera un plan de negocios que ha
creado empleos y disminuido en un 45% el pago
de servicios públicos.
En conclusión, para Mauricio Bedoya, la construcción
siempre ha sido pensada para ser sostenible
y debe seguir siéndolo: “Dejó de ser sostenible
por la velocidad endemoniada en la que vivimos,
que nos hizo olvidar hacer las cosas bien, pero
siempre se debe volver al sentido común”, con el
fin de ser más eficientes y ecológicos.
La Ruta N: innovación
y tecnología
La Ruta N es un proyecto que inició con la administración
de Alonso Salazar Jaramillo y hoy en
día es una corporación de UNE, EPM y la Alcaldía
de Medellín, creada para promover negocios innovadores
basados en tecnología, que, a largo plazo,
incrementen la competitividad de la ciudad.
Su objeto central es minimizar el impacto negativo
de los edificios en los ecosistemas y las vías de
transporte para incentivar el uso de plantas nativas
en zonas verdes y promover opciones inteligentes
de transporte. Este proyecto busca, además, acreditar
a la ciudad, líder en innovación en Latinoamérica,
con el sello ambiental LEED (Leadership in
Energy and Enviromental Design). Es la certificación
de calidad reconocida para la construcción de proyectos
eficientes. Dentro de esta apuesta se construyó
el Complejo Ruta N para albergar las actividades
que se desprendan de la estrategia.
El complejo tiene tres edificios (uno rentado a
Hewlett Packard para un Centro Global de Servicios,
otro para el Grupo EPM que tiene laboratorios para
investigación en energía y telecomunicaciones y
un último edificio para las oficinas de Ruta N y sus
programas).
Con el fin de lograr la certificación LEED, la Ruta
N adelanta el mejoramiento en conceptos como
eficiencia del agua, energía y ambiente y calidad
ambiental del espacio interior.
El primer aspecto busca fomentar el uso inteligente
del agua dentro y fuera de los hogares con
el fin de reducir gastos de agua por medio de la
construcción inteligente, el uso eficiente del agua y
el uso de aparatos e instalaciones que hagan el uso
del recurso de forma eficiente.
Según el estudio sobre energía de WGBC (World
Green Boulding Council), “las edificaciones son responsables
del consumo del 40% de la energía y el
30% de la emisión de gases de efecto invernadero
en el mundo”. En este aspecto, la idea de la Ruta N
es generar variedad de estrategias de energía como
el monitoreo de consumo energético y construcción
eficiente, y electrodomésticos que consuman menos
energía. Además de esto, se buscan construcciones
que usen la luz natural para mejorar la calidad ambiental
del espacio interior. Hasta el momento se
han construido 33 mil metros cuadrados con estos
principios y se ha hecho una inversión de 120 mil
millones de pesos. Con esta inversión se obtiene
que Medellín avance en tecnología y se convierta
en ejemplo para las demás ciudades del país en
temas de eficiencia.
A pesar de estos avances y de la inversión que
se está haciendo para mejorar las condiciones ambientales
de la ciudad, aún no se puede afirmar que
la ciudad sea sostenible. Para Paulina Villa Posada,
arquitecta de la Ruta N Medellín: “La ciudad aún no
ha pensado cómo volverse una ciudad con menos
impacto negativo sobre el ambiente. Muestra de
eso es el manejo arcaico del tema de las basuras, el
modelo de movilidad basado en el carro particular
y con una apuesta muy baja al transporte público.
Además, no existe una reglamentación sobre construcciones
sostenibles y la ciudad se expande sin
límites sobre el suelo rural”. Y enfatiza que “para
que sea considerada sostenible, debe plantear un
desarrollo que implique una disminución en los
desplazamientos y la construcción en sitios que
no están planeados para eso, además debe ser un
trabajo que cobije las dinámicas sociales y mejore
no sólo el medio ambiente sino la movilidad de la
ciudad, genere ahorros para los ciudadanos, reduzca
la polución y los problemas respiratorios. Será
sostenible cuando haya uso de energías renovables
donde se remplace el petróleo y el automóvil por
el transporte público alternativo; se logrará ser
sostenible cuando haya coherencia en el trabajo
de todas las partes”.
Una ciudad sostenible es una ciudad que
contempla los conceptos de equidad, inclusión y
oportunidades, que tiene una buena utilización de
recursos naturales. Una ciudad donde se minimice
el impacto ecológico y se logre un equilibrio en la
infraestructura, entre espacios construidos y espacios
públicos. Frente a estos aspectos aún hay muchos
temas por mejorar en Medellín, que será una
ciudad sostenible cuando consiga articular todas
las necesidades y tener un crecimiento estratégico.
Hasta el momento se sigue trabajando por fomentar
la vida comunitaria y el avance tecnológico
con el propósito de mejorar la calidad de vida de
los ciudadanos.
El reciclaje.

CIUDADELA DE NUEVO OCCIDENTE


80 mil habitantes, 22 mil familias, 10 mil apartamentos, 13 urbanizaciones, 5
centralidades, son parte de las cifras que recoge Ciudadela Nuevo Occidente,
un territorio que surgió del Plan Parcial de Pajarito.

Los principales sucesos que dieron lugar a la adjudicación de este terreno de


234 hectáreas fueron los relacionados con la reubicación de los habitantes del
cerro de basuras de Moravia, los afectados por el incendio en el Oasis, el
incendio de Altos de la Virgen, desplazados por la violencia y la reparación de
víctimas de las fuerzas militares. Esto evidencia prácticas culturales
diferenciadas en un mismo territorio.

Vivienda, cultura, seguridad, convivencia, zonas comunes y servicios públicos


serán los temas que reconocen su comunidad como los de mayor atención. De
esto hablaremos este sábado 30 de noviembre, a 1:30pm, en directo por
Telemedellín y Teleantioquia.

QUEJAS EN NUEVO OCCIDENTE

José Fernando Correa es uno de los líderes y habitantes de la ciudadela Nuevo


Occidente que consideran que en este asentamiento, relativamente nuevo y en
el que han sido reubicados habitantes de sectores como La Iguaná, El Popular
y Moravia, deben ser mejorados muchos aspectos que inquietan a residentes
de urbanizaciones como Las Flores, La Aurora, La Montaña y La Cascada,
algunos de los 13 proyectos urbanísticos de la zona.

Aunque, como lo asegura, son muchas las peticiones y reclamos que de ser
resueltos mejorarían la calidad de vida de los 32 mil habitantes, que la gerencia
del proyecto calcula, se ubican en la zona, la lista tiene un orden de
prioridades.

Para él y para Luz Cano y Ana Lucía Zapata, otras líderes barriales, su
principal dolor de cabeza tiene que ver con el tema de servicios públicos en las
zonas comunes y concretamente en relación con el acueducto.

"Nosotros somos estrato dos y a la casa nos llegan los servicios públicos con el
cobro que debe ser, pero las zonas comunes nos las cobran como si fuéramos
estrato cuatro. Lo de la luz no es problema porque sabemos que la
consumimos, pero el agua sí, porque llegan unas cuentas altísimas y no
entendemos de donde sale eso porque no tenemos ni llaves en los pasillos,
que hasta lavamos con agua de las propias casas", comentaron los voceros,
quienes aseguraron que en la actualidad una gran cantidad de edificios no
están cancelando estos consumos pues los consideran injustos.

Respuesta de EPM
Frente a este tema, Rafael Ramírez, subdirector (e) de Relaciones con Entes
Territoriales de Empresas Públicas de Medellín, indicó que: "por un concepto
de la Comisión Reguladora de Energía y Gas (Crec) las zonas comunes no son
residenciales y como tal no están sujetas a subsidios. La entidad prestadora de
servicio subsidia las tarifas de las viviendas uno, dos y tres (el consumo mínimo
vital) más no el tema de zonas comunes".
Así las cosas, precisó, cuando se habla del cobro de servicios en zonas
comunes debe ser facturada una tarifa plena o de referencia que corresponde
al estrato cuatro.

Ramírez consideró importante ratificar que EPM no pretende realizar un cobro


doble de servicios, como algunos residentes de la zona lo han manifestado,
sino que, como lo explicó, se debe tener en cuenta que en algunas ocasiones
cuando se presentan por ejemplo, daños en los sistemas de bombeo que
impulsan el agua hacia los pisos del edificio, se pueden generar fugas que
cuentan en el medidor general de la estructura, aparato encargado de
cuantificar el consumo del líquido.

"He ido personalmente a hablar con la gente de la comunidad y a explicarles


estos temas. Sin embargo, como cada vez van llegando nuevos habitantes
resulta complicado abarcar a todas las personas que están allí", afirmó.

Por su parte Tatiana Zuluaga, directora del Instituto Social de Vivienda y Hábitat
de Medellín (Isvimed), entidad encargada del proyecto desde hace dos años,
comentó que en el momento en que se hace entrega de las viviendas a las
familias estas pasan a ser de carácter privado por lo cual los habitantes se
deben responsabilizar del mantenimiento de las estructuras, como sería el caso
del sistema de bombas de agua.

"Cuando existen fallas en la instalación o cuando se presentan problemas de


garantía antes de seis meses nos hacemos responsables. Siempre tenemos
una persona dedicada a recibir las solicitudes de los habitantes, pero nos
hemos dado cuenta de que muchas veces las fallas o problemas estructurales
son por mal uso y eso es responsabilidad del residente", comentó la directora
del Isvimed.

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