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TRABAJO COLABORATIVO II
TUTOR:
KAREN LORENA IBAGON
GRUPO: 80002_77
El desarrollo de una persona como ser social está determinado por el alcance de
sus propósitos, metas y proyectos. El proyecto de vida es el curso que cada persona
desea seguir de acuerdo a lo que esta decide hacer y ser. Un proyecto tiene un
propósito y unas metas a desarrollar, el propósito del proyecto de vida es vivir
plenamente de acuerdo a las percepciones de cada individuo, pero las metas son
acciones más tangibles a desarrollar en un periodo determinado de tiempo y las
cuales de cumplirse, permitirán llegar poco a poco al cumplimiento de los objetivos
y del proyecto en sí.
Este trabajo relacionado con el planteamiento de las metas personales permite
visualizar el futuro de cada quien de manera particular y teniendo en cuenta las
percepciones como individuo, pasado, presente y futuro, siempre ajustado a las
circunstancias vividas y las condiciones reales bajo las cuales una persona puede
desarrollarse y ejecutar sus propósitos en la vida.
En el desarrollo de este trabajo se podrán encontrar propósitos y metas personales
así como metas comunitarias y sociales que impactaran a la sociedad y permitirán
tener un país mejor y una sociedad mejor.
ESCRITO AUTOBIOGRAFICO
Siempre recuerdo el olor de aquellos días. No me era difícil emocionarme cada vez
que llovía, aquel olor a tierra mojada que me hace recordar tanto aquellos momentos
especiales. Hasta lo terrorífico de los truenos y rayos me hacen sonreír con el
corazón. Aquella sensación al correr la lluvia sobre mis mejillas… Ni siquiera el
sentido de supervivencia ante una tormenta, me hacen olvidar. Fueron momentos
que marcaron mi existencia. Gracias a eso hoy soy quien soy. Para cualquier niño
de un año o dos es difícil olvidar cuando Papa lo sacaba a pasear bajo la lluvia
montando en una bicicleta. Salir con mi papa a vender cuadros (el los vendía, yo
solo lo acompañaba), tomar sopas de mondongo donde “la señora Juana”. Verlo
tocar la guitarra. Acompañar a mis padres en sus excursiones al campo de mi abuela
materna, compartir con el grupo NISSI en sus conciertos y presentaciones, cada día
en la iglesia, escuchando la música, descubriendo mi gusto por el canto, el
tamborileo de la batería…
En mis primeros años de escuela, descubrí que no era una de mis virtudes el dibujo
o el diseño, no era muy creativo, tal vez porque no me dedique a explorar esas
virtudes o a desarrollarlas en mí, o tal vez porque en mi pequeño (y siempre en
crecimiento) cerebrito no había suficiente espacio para añadir otra cosa que no
tuviera forma de balón, rodara por el piso y se incrustara en algo que tuviera forma
de portería, al menos en mi imaginación. Mi pasión por el futbol se remonta a
tiempos inmemoriales, no recuerdo exactamente por qué. Pero sé que mi papa tiene
mucha culpa de eso, ¡el me hablo por primera vez de futbol! Me enseño que la
estética que mostraba la selección Colombia antes del mundial de USA 1994,
pasaba por los artistas del terreno de juego, me dijo que más que un deporte, más
que un ejercicio disciplinario era el arte personificado en la pasión. Asprilla,
Valderrama, Rincón, “El tren” Valencia, Andrés Escobar, Rene Higuita, fueron solo
algunos de los nombres que se me quedaron grabados en la memoria. A partir de
ahí el tren de mi pasión futbolera empezó a andar por sí solo, así como mi afinidad
por la información de los jugadores, equipos, clubes, Directores Técnicos,
seleccionadores, mundiales, goleadores y cualquier cosa que fuera un dato del que
alimentar la información que almacene en mi memoria selectiva. Hoy en día soy
hincha de Real Madrid C.F. y por más que mi papa incentivo amor por la camiseta
verde y blanca de Atlético Nacional, mi corazón divide emociones entre estos
colores y, paradójicamente, el Rojiblanco del Junior de Barranquilla.
Una de las anécdotas más recordadas en las reuniones familiares, fue
protagonizada por mí cuando se escribía con letra indeleble en mi memoria el año
1998. Este año fue especial, lo recuerdo como ningún otro y es que ya casi entrando
en la adolescencia, se dio lugar el mundial de Francia 1998, aquel en el que vi por
primera vez de manera consciente a la selección Colombia participar en un
acontecimiento de esta categoría. Estábamos en casa de una de mis tías, para
mediados del mes de Junio, pasando las vacaciones escolares y compartía con
unos primos y sus amigos, todos mayores que yo. Entonces paso todo. Yo había
almacenado todo lo que pude sobre el mundial y los jugadores que en el
participaban y los amigos de mis primos (estos ya habían hecho la respectiva
investigación de mi conocimiento del tema) haciendo una ronda y dando rienda
suelta a su imaginación, me preguntaban por el nombre del jugador que se les
ocurriese, haciendo mención del número de su camiseta era suficiente para yo
identificarlo. Todos me miraban asombrados y yo les decía que no era nada, solo
repetía lo que leí en el álbum que me compraron. Todavía mis padres hacen
memoria de eso como un suceso al que le han dado más importancia de la que
merece, pero de verdad es un hecho que no ha pasado desapercibido para mi
memoria. Una anécdota más de mi dulce infancia.
Es inexplicable la curiosidad que sentía cada vez que veía un juguete, me quedaba
mirándolos intensamente con el deseo de tenerlos entre mis manos, como si viera
un superhéroe (también me gustaban), los veía fijamente cada vez que entrabamos
en aquel centro comercial. Una sensación especial llenaba mi corazón y mi memoria
que funcionaba como si alguien le diera “Click” al botón “Play” que encendía mi
imaginación y me hacía volar. Campos, ríos, pero sobretodo mega ciudades y en
ocasiones terrenos desérticos con grandes riscos, eran los escenarios en los que
me recreaba y era yo el héroe personificando uno de los muñecos que veía,
sonaban “puuufffff” “Boooms” y “chhhaaaacssss”, eran los sonidos de dos héroes
pelearse entre sí por el dominio de una ciudad o por salvar a la damisela en peligro,
“sssssssshhhhhh, no hagas mucho ruido o alguien se dará cuenta” me decía a mí
mismo en la mente, , luego mi mama me llamaba y me despertaba de mi letargo y
me decía “¡¡Vamos!! ¡No te quedes ahí parado!”. Entonces la aventura acababa
porque al final no podía llevar a casa el superhéroe de juguete que tanto me gusto,
pero yo era feliz imaginándome en aquellos escenarios tanto o más que si tuviera
en mis manos el preciado muñeco.
Me interese más por desarmarlos y ver como estaban compuestos por dentro que
por jugar con ellos. Mis papas no entendieron eso hasta muy crecido y yo luego
entendí porque me gustaba tanto desarmarlos… Sigo hablando de los juguetes, me
gustaban tanto que no me podía quedarme con la sensación de tenerlos entre mis
manos, ¡Debía saber que tenían por dentro! importó mucho a la hora de decantarme
por un oficio al cual quería dedicarme, puesto que para mí desarmarlos
reemplazaba cualquier otra forma de jugar con ellos, más si eran carros… ¡Ay los
carros! Siempre me gustaron los carros, me gustaban casi tanto como el futbol. Me
interese por ellos un poco más tarde, todo sucedió cuando mi papa me regalo un
auto amarillo con puertas que abrían hacia arriba. El “Auto Fantástico” marco ese
punto de inflexión que me insto a seguir admirándolos. “Tantos cables dentro no
dejan que siga funcionando” pensaba inocentemente mientras los destrozaba entre
mis manos, porque no entendía que el auto dejara de funcionar. Luego mi papa me
explico que las baterías tienen un periodo de utilidad y luego de este, no podían
hacer que mi auto funcionara. Así fue al inicio, “Tantos cables para que servirán”
trataba de hacerlos funcionar nuevamente frustrado porque mi otro Auto Fantástico
estaba averiado y ya no funcionaba más (esta vez tenía un helicóptero que salía de
la parte de arriba y emitía sonidos en Ingles).
Luego de crecer un poco más, fui un jovencito y entonces vi a Juan Pablo Montoya
correr en la Formula 1 y ganar aquel Gran Premio de Monza (Italia), no recuerdo
bien el año que corría, pero sí sé que era la primera vez que ganaba un Colombiano
una carrera en la máxima categoría de ese deporte y me emocionaba con mi papa
al ver cada domingo la carrera que tocaba. Siempre pensando que Montoya
ganaría. Eso cimento mi gusto por los autos. Tanto que hoy trabajo con maquinaria
pesada, estudie tecnología en electromecánica y me dedico a eso. ¡Esos autos
también tienen ruedas y se mueven! Y por si fuera poco, ¡También tienen un montón
de cables por dentro!
Dudo que haya un niño que disfrutara más su niñez que yo. Era muy solitario, no
salía mucho de casa a la calle, pero era el más feliz de los mortales. ¡Y agradezco
tanto a Dios por ello!
MATRIZ DE LA META SOCIAL COMUNITARIA PLANTEADA
INDIVIDUALMENTE
1994 1997 2000 2003 2006 2009 2012 2015 2018 2020
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