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La zona del istmo del monte Athos por donde pasaba el canal
El rey persa, que lo mandó empezar a hacer en el año 480 a.C., no hacía esto
por capricho. Tenía muy presente lo que le había pasado a su cuñado -y
primo- Mardonio en el 492 a.C., durante la Primera Guerra Médica, cuando
estaba al mando de la formidable flota de invasión reunida por Darío I el
Grande. Constituída por unos tres centenares de barcos y alrededor de veinte
mil hombres, con esa fuerza se pretendía pasar al contraataque, tras reprimir
la Revuelta Jónica que impulsó el tirano de Mileto, Aristágoras, siete años
antes.
Los jonios, los griegos de Asia Menor, fueron aplastados por los persas, que
se aprovecharon de su ancestral división interna para imponerse en el mar
en la batalla de Lade. Entonces Darío decidió extender las operaciones a
suelo heleno por su apoyo a la rebelión. Primero cayeron en sus manos varias
islas del Egeo (Quíos, Lesbos, Ténedos, Tasos) y luego las naves
continuaron adueñándose de la costa calcídica mientras el ejército ocupaba
Macedonia, una tierra rica en oro, y llegaba hasta el Danubio.
La península del Monte Athos con el istmo atravesado por el Canal de Jerjes
Darío I el Grande en Persépolis. Ruggero Giovannini (dessinateur de bande dessinée italien né le 5 juin
1922 à Rome et mort le 5 mars 1983 dans la même ville)
Una cifra enorme, de todas maneras, que requirió de más de cuatro mil
barcos, de los que mil doscientos eran trirremes y tres mil galeras, incluyendo
medio centenar de pentecónteros (buques de cincuenta remeros). Por
supuesto, no todos eran persas; había representantes de casi todos los
pueblos bajo su control, desde medos a indios, pasando por partos, cilicios,
asirios, fenicios, bactrianos, frigios, egipcios, bitinios, árabes, etíopes, libios,
etc.
De hecho, uno de los episodios más conocidos de esa guerra fue el doble
pontón formado con embarcaciones que Jerjes mandó tender sobre el
Helesponto para que sus tropas pudieran cruzarlo, con ese momento tan
especial de la tormenta que lo desbarató y que el soberano vengó mandando
azotar al mar… y decapitando a los ingenieros. Un mal presagio que los
augures solventaron interpretando un oscurecimiento del sol -quizá un
eclipse- como una señal de victoria (el astro rey «era el pronosticador de los
griegos y la luna la profetisa de los persas», según testimonia Heródoto).
La historicidad del Canal de Jerjes fue puesta en duda durante mucho tiempo.
Ello se debió a que, si bien formó parte del paisaje del entorno del Athos
durante un siglo, nunca más se volvió a utilizar después del paso de la flota
persa, por lo que se deterioró progresivamente cubriéndose de sedimentos.
Tucídides lo menciona en su Historia de la Guerra del Peloponeso, escrita en
torno al año 400 a.C., y Demetrio de Escepsis hizo otro tanto en el siglo II a.C.
Fuentes:
Los nueve libros de la Historia (Heródoto de Halicarnaso)
Historia de la Guerra del Peloponeso (Tucídides)
Xerxes (Jacob Abott)
El emperador y los ríos. Religión, ingeniería y política en el Imperio Romano
(Santiago Montero Herrero)
Wikipedia